martes, 7 de abril de 2020

El día después... ¿o, más bien: "el día que hace tiempo ha asomado y cuya temperatura va en aumento"?

Hace bastante ya que (desde la óptica del capitalismo standard, a fin de cuentas, la del mercantilismo que define su ser más íntimo)  se han ido viendo y "apreciando" las “ventajas productivas” (de beneficios mediante la de las mercancías "más demandas" y/o más llamativas gracias a la publicidad y su creación de "objetos sustitutivos de lo fantasmáticamemte deseado") de las "economías centralizadas" o "controladas", o sin más de los "capitalismos de Estado" instituidos al cabo de una "larga marcha". Estas sociedades políticamente regimentadas y limitadas, han demostrado a los managers de la economía o de las empresas hegemónicas, dos ventajas para su desarrollo (el de los beneficios): los bajos salarios conseguidos mediante un absoluto o casi absoluto control del mercado de trabajo, y las posibilidades amplias de aplicar el monopolio de la información y de su adaptación a los planes de crecimiento (obviamente a favor de "los amigos" y en contra de "los enemigos"). Ambas maravillas resultan todo un paraíso prometedor que ha llevado a fortalecer la amistad entre las burocracias empresariales y las políticas más estables dictarorialmente hablando; lo cual se manifiesta a través de alianzas y cuasi-fusiones (las fusiones... ya llegarán, y de esto hablo a continuación) mediante al emprendimiento de aventuras comerciales conjuntas, el establecimiento de plantas de producción dentro de la órbita de los territorios regimentados y la aceptación por el management de las reglas de juego, etc.
El proceso, imparable en atención a la misma mecánica comercial que lleva los negocios hacia las ventajas de máxima explotación, ha ido reduciendo el rol decisivo de las economías productivas más obligadas a respetar el grado del consumo interior (sostenedor De la Fuente del poder de la burocracia política: los votos... justamente lo que el poder dictatorial no necesita ni resulta condicionada... aunque ambos dependen de las demás camarillas de maneras específicas). La tendencia lleva al predominio de las actividades no productivas o terciarias sobre las productivas o industriales en los ámbitos nacionales de los países "más desarrollados" hasta ahora (y todavía). Crecen en ellos las empresas dedicadas a la logística, el intercambio internacional y en especial la importación desde las sedes ubicadas en el "extranjero", el transporte y en todo caso las industrias que abastecen al mismo... (dicho sea de paso: esto, a fin de cuentas, es lo que sueña o era lo que soñaba revertir Trump y cía., y es lo que tiene a Europa sumida en la alternativa proteccionismo/libre cambio... con cada vez más burócratas políticos pasándose al bando de la misma idílica "salvadora protección de lo nacional"). Dejando por ahora de lado la cuestión de esta tendencia nacionalista que cunde y resulta reforzada ahora por el "virus"... que no va simplemente "rodando", ya que a esta marcha se sobrepone una mecánica de "lucha intestina" en todos los planos a la vez... habrá que hablar bastante más de este aspecto que, dicho también de paso, para mí es el más relevante y el que más me parece que prefigura el futuro "geopolítico"; aspecto que brevemente saldrá a la luz más abajo inevitablemente.) 
Esto se podría asimilar al proceso que llamé "tercermundización generalizada" y que podría no ser sino una fase más de la vieja "orientalización" de occidente ya iniciada hacía tiempo (Michelet ya la analizaba a mediados del XIX, e incluso Marx advertía de ella desde su propio punto de vista!). El aspecto más visible de este proceso lo conforma el carácter cada vez más mediocre de los especialistas en política y el mencionado atractivo por los métodos y conductas propias del viejo Oriente, algo adoptado por las burocracias primitivas europeas ya bajo la forma de las cortes ilustradas y la producción de marginados de su seno que acabaron encontrando un espacio propio teniendo que conducir provechosamente a las masas desahuciadas bajo los regímenes tardofeudales y aristocráticos "nacionales". Ahora bien, la larvada o soterrada contienda interna deja pocas salidas a los sectores burocráticos en su lucha por el predominio. Se trata de un proceso abierto que pasa y pasará por cortos momentos de estabilidad (y cada vez más cortos) que llegan y llegarán por el camino de la creciente falta de escrúpulos: algo similar aunque a escala planetaria a lo que sucedía en tiempos de Maquavelo, donde nada quedaba descartado, desde los venenos a los puñales por la espalda. En el contexto actual, se usan medios inclusive idénticos (ahí quedó el caso del opositor ruso "afectado" por polonio). Todo está y estará tal como estuvo disponible para la lucha por el poder. En esto... no hay "progreso", o, mejor dicho, hay a lo sumo un "progreso tecnológico".

Sin duda, el crecimiento de las exigencias sociales en los países de control centralizado casi absoluto (nunca lo es del todo, y por eso aparecen "los corruptos" y "traidores", a la vez que otros grupos esperan la oportunidad para golpear... oportunidad que a veces esperan y otros, en lo que pueden, provocan: algo que ya se vio cómo acabó con la URSS). Estas exigencias crecientes (a veces alentadas desde los opositores ocultos y el enemigo exterior incluso) se suman a la ineficacia del salvajismo capitalista que florece bajo la sombrilla del poder "casi absoluto". Esto lleva a la camarilla dominante a buscar salidas típicamente imperialistas: salidas expoliadoras y control de recursos "extranjeros" para mejorar las retribuciones internas so pena de tambalear... y correr riesgos de ser defenestrados por sus opositores internos. Es decir: los planes, aunque empiecen a ir bastante bien, pueden tropezar y caerse como un castillo de naipes (no sería la primera vez, y ahí está "el muro de Berlín").
En este contexto, especialmente frágil es Europa, claro, y dentro de Europa lo que queda fuera de Alemania y hasta fuera de ciertas regiones alemanas. Y la trampa en marcha (provocada, casual, involuntaria y/o reforzada a posteriori -¿quizás: a saber algún día?- del «mecanismo orgánico» destructor (de vidas físicas presentes, pero también de vidas futuras -por hambre o balas de la vigilancia conservadora: que está es “la cuestión”, o de las balas de la criminalidad alternativa desatada)... tiende a crear las condiciones para la reducción de la capacidad industrial de primer orden (alta tecnología y control de los recursos) por el management occidental, que como he dicho antes, lleva asociándose desde hace tiempo al “capitalismo rojo” en su día emergente y más prometedor de beneficios que el preexistente, sobre todo en Europa, que será convertida en campo abierto para los planes de desarrollo centralizados de... je...¿quienes?... pues allí donde se ha establecido un poder político con todo el poder en sus manos y un súper ejército (población incluida) súper disciplinado...
Las restantes camarillas con poder regional se verán tentadas a aliarse a los más fuertes o si tienen fuerza suficiente a proponerse como encabezadas de formas alternativas (aunque me temo que la competencia se entablará en torno a hacer lo similar: lo que se ha llamado "refundación del capitalismo", que significa, centralización/control de la economía y de la población, incluyendo reducción de los costes sociales... salvo los de la burocracia política). A su vez, las camarillas opositores a soñar con otras alianzas hoy por hoy menos prometedoras a las que apuestan según su subjetividad ideológica en buena medida, que con todo, también pesa, porque es algo que se arrastra, que resulta fuente extra de dependencia.


YO ACUSO...




     El mundo más desarrollado está abocado a combatir un enemigo microscópico de origen oscuro que lo amenaza física y sobre todo socialmente, y en particular a través de la propia constitución de las defensas contra los efectos de la molécula, al tener que semiparalizar el funcionamiento normal de sus conductas y actividades (económico-fabriles-mercantiles) y del autoaislaniento vigilado.
La sociedad occidental del management se pone a a si misma (inevitablemente) en cuestión. Claro que con esa defensa en manos de las burocracias que hasta ahora lograban ejercer sus funciones con relativa tranquilidad aunque la ineficiencia de costumbre que ahora muestra su notable incapacidad para detener no solo la infección con rapidez y eficacia sino el propio hundimiento social general de su constitución y permanencia. Las medidas tardías y displicentes están llevando las cosas a extremos imprevisibles (pero imaginables) en la base misma del funcionamiento social, político, geopolítico, psicológico, de convivencia, de supervivencia misma aunque a causa de las medidas defensivas tomadas y que ya no saben hasta que extremo llevar (se propone la muerte o casi de la actividad económica acostumbrada o establecida de la que viven mucha gente, algo que se trata de resolver mediante la manera típica de siempre por parte de nuestras sociedades occidentales y occidental izadas bajo el “management” o burocrática ion y especialización: “la subvención”, el sostenimiento paternalista y piadoso de los debilitados por esas mismas medidas defensivas, etc.)
   El problema con el que se enfrentan parece insoluble: las medidas sin “de contención” pero imposibles de mantener demasiado tiempo. Hasta la eventual psicosis (preexistente de por sí aunque oculta de manera general) amenaza a medio plazo las cosas. El tiempo se espera que pueda permitir actuar antes de que la multiplicación (a velocidad crucero) de la molécula y antes de que la “indisciplina” social pueda crecer ante la fuerza de las cosas. Pero ese tiempo podría no responder a las declaradas esperanzas. Entretanto, los millares de grupos burocráticos bullen en su interior a instancias de su naturaleza o mecánica imparable, en la cual prima la lucha por el poder aprovechando todo lo que se tenga a mano para ganar posiciones en la sociedad y en cada uno de sus propios marcos, grupos y subgrupos, etc. El tiempo y las medidas que descansan en la frágil coerción social (en la unión de individuos formados durante su existencia y desde sus abuelos en el egoísmo y el criterio básico del sálvese el que pueda... y hágalo a costa del prójimo), el tiempo, digo, juega en contra de la mecánica a la que no se admite (ni se podría admitir) a renunciar (algo en lo que utópicamente confían varios grupos que creen que el paraíso sucederá al colapso absoluto de “lo económico privado”; para ellos “El Obstáculo”!). La resistencia a todo cambio lleva, en breve, a la caída. Es una tendencia, pero una tendencia real.
Sin duda, no podemos evitar desear y esperar que todo vuelva a la calma más o menos chicha en la que navegábamos sin creer que a la calma pudiera seguir una tormenta. Es inevitable. Todos queremos la duración de la utópica paz, de la comodidad, de la rutina. Todos lo hacemos sin querer mirar a los caídos constantemente todos los días. No nos queda otra: marchar como los percherones enganchados a los carros, con los laterales tapados para no desviarnos. De lo contrario... cómo seguir multiplicándonos? Igual que la molécula que nos ataca, respondemos a las leyes ciegas de la vida. Una vida que nos da satisfacciones a Costa de no sacrificarnos por los demás. No demasiado al menos. Limitadamente. Sin poner en riesgo lo que nos ha dado lo que tenemos (sea lo poco o lo mucho que sea) y que pretenderemos siempre e inevitablemente conservar.
Sin duda, parte (muy probablemente mayoritaria) sobrevivirá. Ya veremos bajo que condiciones, aunque, muy posiblemente, al menos de esta amenaza (que nunca podrá ser la última), para seguir obligados a ceder la gestión de la marcha del mundo a los especialistas en gestión que se seguirán aprovechando en grupo y dentro del grupo.
Nada más grave de lo que ya era.
   Entretanto: entretenimiento televisivo y propuestas para seguir dentro del circo haciendo en el de payasos ad hoc. “El circo de Oklahoma” como lo llamará Kafka.
   Entretanto(por ejemplo!), sufrimiento en masa y exterminio progresivo en Siria o en el Congo... donde lo de menos es morir a causa de la infección... Incluso donde lo de menos es morir... aunque asimismo se trate de evitar a cualquier precio (y sobre todo al de la libertad).

   Por ejemplo, aquí... Sepámoslo nosotros los cómodamente confinados en nombre de la patria.