Nunca como en nuestro tiempo "de penuria" se había asumido tan "conscientemente" la comedia humana como forma de vida y referencia moral, tomándosela por ello tan en serio para la vida cotidiana. Nunca el "circo de Oklahoma" de la América de Kafka había ocupado a tal extremo el mundo entero y ocupado ya a la práctica totalidad de los habitantes de la tierra hacia los que en tiempos del mencionado escritor ya se dirigía perentoriamente a ellos invitándolos a ocupar un puesto entre sus filas en lugar de contentarse con ocupar las butacas de los espectadores. "Corran, corran…", vendría a decir su anuncio, "que se cierran las listas, que hoy mismo dejaremos de admitir solicitudes y los que no corran se quedarán afuera".
¡Qué ironía, y cuánta falsedad propia de los anuncios siempre en boga que amenazan con perder "la oportunidad" si uno no se da prisa!
En realidad, el circo de Oklahoma…, a la par que los guetos y los campos de concentración, a la par que el lenguaje tacticista de la burocracia dominante, se ha extendido sin pausa hasta cubrir el mundo, o hasta penetrarlo.
Con la llegada de la burocracia al poder, se completó la institución del paradigma socio-histórico de la mentira que sin duda siempre le fuera caro al hombre para sobrevivir a la orfandad que lo angustiaba. La comedia barata y el tacticismo de la justificación rápida y sin compromisos (podría decirse, "sin principios") llegó a demostrar una extraordinaria eficacia social y política que cada vez fue dejando el espacio del triunfo, del éxito, del poder a los mediocres altamente astutos a los que Adorno llamara "tontos pero listos".
Y la apelación al absoluto, a las certezas, a la "experiencia" hegeliana y por fin marxista (e inicialmente cartesiana) que intentó sustituir la "experiencia religiosa" de revelaciones y dogmas… a fin de cuenta redefiniéndolas mediante una sacralización de la teología, volvió sobre sus pasos hacia el positivismo (hacia Kant) adoptando una conducta "pragmática", la de "lo más a mano", no tanto para justificar en sentido estricto (aunque aparentando hacerlo) sino, simplemente, porque así lo requería la retórica: la inevitable dependencia del discurso; inevitable para "comunicar" y hacer proselitismo, inevitable para cubrir una referencia legitimadora. El hombre está ya al borde de la mudez y de la sordera… pero dudo que pueda prescindir totalmente de la palabra. Eso sí: unos cuantos, no demasiado pocos por cierto, no una camarilla aislada sino un conglomerado amalgamado en una extensa red a la cual una mayoría se aferra para sobrevivir y en la que sólo se ahogan los excéntricos "incompresibles"…, "la sociedad" a fin de cuentas, en su marcha triunfal compulsiva, impone el silencio generalizado a todos, aunque un silencio sobre el que impera el ruido de motores, el bramido del oleaje vociferante de las repeticiones, los slogans y las consignas "bien admitidas" para "el corto plazo". La palabra, en fin, al servicio del silencio, del ahogo de lo que bulle dentro resignado a no volver a salir.
Y es que, simplemente, a dios no se lo ha matado sino que se lo conserva amordazado y hasta cierto punto en coma (vida vegetativa, como se dice). Un vegetal lleno de tubos que ocupa el centro de la escena: ex machina por los siglos de los siglos...
Así, hoy nos encontramos con grandilocuencias aparentemente heroicas y hasta "filosóficas" propias de "ayaxes" dignos de risa... o más bien, de miedo (nuevos episodios que llegaron a los imperios de las fábricas de muerte del siglo XX y XXI, desde Stalin e Hitler hasta los jemeres rojos, los maoistas, los norcoreanos, los ayatolas, los servios, la Radio de las Mil Colinas y mil más que se pod´rían enumerar).
Pero veamos las semillas que brotan en lo cotidiano.
Un ejemplo entre millones se pone de manifiesto en la siguiente frase rescatada a vuelo de "navegación electrónica":
"Si a alguien le indigna más ver un contenedor ardiendo que una persona comiendo de él, claramente tiene que revisar su escala de valores"
Todo un
ensayo podría escribir a partir de ella, en realidad como cualquiera de las acciones y palabras del cada vez menos diferenciable prototipo de los "opinantes" del presente, que indudablemente son "legión" y se reproducen como auténticos conejos, tanto por la velocidad con la que se multiplican y pueblan la tierra como por la "profundidad" de su "inteligencia". En todo caso, me contentaré con apuntar
algunos aspectos sobresalientes que se desprenden de una lectura "radical" de la frasesita que pretendía sin duda ser de mucha "enjundia":
a) La frase se dirige de manera explícita "al otro", a quien "es capaz" de defender una "escala de valores" que no es la de supuesta "mayoría" supuestamente "representada" y sobre todo "interpretada fielmente" por el autor de la frase, que debe "revisarla" y "necesariamente" cambiarla por la que de manera implícita se le propone como... "verdaderamente sana", como "La Sana".
b) De hecho, se da a entender, manidamente por cierto, que el que prende fuego al
contenedor de referencia es, si no el mismo quien urga en su interior por necesidad, al menos lo representa, lo interpreta, pertenece a la misma
estirpe, al mismo grupo, tiene los mismos intereses, incluso actúa de ese único modo sacro santo, puro, elevado, por esos intereses.
c) Se dictamina, desde una "altura" propia de la divinidad, la posesión de la Razón Absoluta o La Conciencia del Mundo, que no valorar la quema de contenedores equivale a estar a favor de la pobreza o, al menos, de no hacer nada para barrerla del mundo. Y al mismo tiempo, dan a entender que urgar en los contenedores es una conducta primitiva que debería pasar a un escalón superior en tanto hubiera conciencia por parte de quienes la practican, escalón superior que sería alcanzado si en lugar de urgar se dedicasen a quemar esos mismos contenedores.
d) Desde esa indiscutible "altura", el autor de la frase (y quienes la aplauden), todos ellos ajenos por completo a la , juzgan de hecho "insanos" a quienes no valoren la significación justiciera de la quema de contenedores. Una "insanía" que se pondría en evidencia por el mero hecho de "indignarse más" ante la quema que ante la conducta "primitiva" pero "comprensible" de los pobres.
Pero, ¿es eso lo que pasa, es
siquiera posible? Una verdad de perogrullo nos diría que nadie quemaría
el sitio del que extrae su comida..., al menos con ella dentro. Y otra,
que quien quema los contenedores eliminando esa miserable fuente de
suministro para los desposeídos de la tierra, no piensa, ni antes, ni
durante, ni después, seriamente en ellos, ni lo hace por ellos, ni le
importan: es evidente que esos desposeídos, en nombre de los que (en
parte, volveré sobre esto) lo hacen, son considerados igualmente
merecedores de reconvención por los "manifestantes" (denominación que se
usa vox populi aunque ellos prefieran nombres aún más ampulosos y
eufemísticos, volveré también...), aunque no "todos" seguramente la
mayoría de ellos, por ejemplo, los que más que se indignan se "cabrean"
simplemente al ver que esa noche los "mejores" contenedores, los más
"provistos" han sido quemados y todo está por el suelo, destrozado, en
lugar de seguir tan bien envasado como lo tiraron dentro (y, sin duda,
son los más "provistos" dado que son los que están en las calles más
representativas del "bienestar"... ciertamente perdido para muchos, pero
no para todos, como se ve mirando lo que dejan en sus platos muchos en
los restaurantes... ¡Je!, inclusive muchos de los quemadores cuando se
van a zampar una hamburguesa, aunque dejen apenas un cachito; y no por
culpa de ellos, sino porque tal vez, como se estila, les han servido
demasiado (por las dudas o por hábito o porque las reglas de la
felicidad lo exigen).
Insisto: los "representados" (falsamente)
por los "representantes" quemadores (y en la misma línea están los no
quemadores, sólo que la frase no habla de eso, y a ella me debo ceñir)
son "mayoritariamenet" considerados por estos últimos como...
"borregos", en todo caso, como "alienados" por el sistema, al menos en
tanto no les parezca bien "un contenedor ardiendo". Más aún, en la línea
habitual de los que de hecho o de derecho consideren, como consideraba
Rousseau (que no pasaba hambre pero se ponía siempre muy enrabietado e
intolerante en todos los planos de la vida): "si no quieren ser libres
los obligaremos". Esto está en el eje de todas las "vanguardias" que se
hayan propuesto alguna vez liderar a las masas, y el tema merece un
aparte más. De todos modos, asistimos a un fenómeno un tanto diferente,
quizás en todo caso combinado con el mencionado que creo que en realidad
está en fase terminal a tenor de las circunstancias y la marcha hasta
nuestros tiempos de los anteriores. El fenómeno "específico" ya que no
del todo "nuevo", pero ciertamente agudizado in crecendo, consiste en
que la mayoría de los "quemadores" (no de los que aplauden la quemazón,
desde las proximidades o desde sus casas y pantallas) no se preocupa tan
siquiera por "educar al soberano" o, como se decía en mis tiempos, por
"concienciarlo". ¡Oh, no, de lo que se trata (esta es la línea que en
realidad han seguido las vangiardias, al menos desde que se separaron
bocheviques y mencheviques), es de "crear las condiciones" para que esas
"masas desposeídas" (que ojalá sean multitud) se "alejen" de hecho o
como sea de la "manada borreguil" y... Bueno... ¿habrá quienes crean que
para secundarlos? Pues no, salvo que gracias a no quedarles otra fuente
de suministro... "se atrevan" (se vean forzados por el hambre) al
pillaje y acaso al asesinato, en todo caso a la destrucción y el caos.
Algo que a esas "vanguardias" les parece el escenario más propicio para
"la insurrección" (toma del poder por sus líderes o quienes sepan
montarse en la ola como "salvadores"): se trata de llegar a ese punto
que se denominó "vacío de poder" y que no es sino un estado de
equilibrio de fuerzas y de las fuerzas de los más ineptos e indecisos un
tanto paralizante.
Pero volvamos al hilo de la frase...
c)
Lo de "invitar" a todos los que no aplaudan la quema de contenedores
(porque es esto lo que se hace pasar por "indignación" más allá de que
haya quienes "sólo" se "indignan" desde un..., ay, "desprecible" enfoque
"burgués" -o "borreguil", como ya he señalado-) a "revisar" su escala de
valores" esconde una amenaza claramente totalitaria, da igual que se
la equipare con la rousseauniana, la leninista, la musoliniana, la stalinista, la
hitleriana, la maoista o la de los jemeres rojos. Si se parte de que la "justa" y
"divina" escala de valores es una, es obvio que la otra será... la del
diablo. Y al diablo... a la hoguera, con brujos, protestantes, revisionistas y díscolos. No
obstante, hay más: la dicotomía falsa (ya vimos hasta qué punto desde el
ángulo de los necesitados de comida, ¡de la que sea!), de tinte
claramente "poético" y aún más "romántico", también muy propio de la
"heroicidad" a lo wagneriano, entre "indignarse" por la quema e "indignarse"
por la "recogida", mete en el mismo saco a los defensores del status
quo, los "reaccionarios", los "defesores del régimen" o "del sistema"
(capitalista, claro; pero en realidad "capitalista privado", y no el
"estatal") con cualquier otro que critique las "quemas", sea por no
aceptar "el método" por "violento" en sí o sólo por "ineficaz" o
"inconduscente", es decir, los que hoy "opinan" igualmente y "no"
estarían haciendo "nada" pero que mañana, como mencheviques, eseristas y
anarquistas bajo el comunismo, irán a parar al Gulag por "dicidentes",
es decir, por no haber "revisado su escala de valores". En síntesis: un
totalitarismo en ciernes con su inseparable práctica de la "mentira
desconcertante" (en palabras de uno de aquellos dicidentes que pasaron
por las cárceles de Stalin... después de haberse afiliado al Partido. Su
nombre, para más señas: Ciliga), de la práctica que un día se
institucionalizará a gran escala como "Ministerio de la Verdad"
("1984") o una nueva y poderosa Radio de las Mil Colinas (Ruanda, para más señas, aunque no hace falta ya que este artículo no llega a los incultos supinos y voluntarios que filosofan por ahí con frases como la que estoy deshilachando).
d) Otro aspecto quizás se pueda ver más notablemente en la frase hermana que sobre el mismo tema fue hace unos días expuesta por un "líder estudiantil" (ejemplo de la educación universitaria que ha
recibido y que indudablemente no le interesa contrastar buscando otra por cuenta propia):
"Quemar contenedores no es nada malo a cuenta de que no sufren, son cosas, mientras que los que sufren son los que no pueden pagarse los estudios."
(Si extraigo esta perla es sólo porque me he topado con ella y no porque las busque... ¡Me provocarían una enfermedad monstruosa!).
¿Vale la pena desmenuzar también esta variante de la estupidez y, más exactamente, de la mentalidad imperante?
¿Qué podemos suponer que buscan quienes actúan contra "cosas que no sienten" como si ello respondiera a una estrategia? ¿La hay?
e) Pues lo que se busca es sin duda la imposición del silencio del que hablaba al principio. Se trata de una táctica burda de chantaje apelando a la compasión más ramplona, menos reflexiva, más llena de incongruencias a ignorar… porque las incongruencias, como hemos señalado ya, no son "importantes" del mismo modo que ya ningún contenido es importante. La eficacia, en la que por cierto "hay que creer", lo es todo. Y especialmente, se trata de ser eficaz en la y tarea de hacer callar a todos… positivamente; de que se asuma el "imperativo categórico" que "debemos" representar… "todos" (los que no lo entiendan: al paredón, a las mazmorras, al incinerador…). De lo que se trata es de que ocupemos "todos" el escenario desempeñando un único papel (si es posible… sin dedicarnos a otra cosa, es decir, bien subvencionados de algún modo…). De ahí que el discurso de la "rebelión compasiva" haya dejado de proponer "el fin de las relaciones de producción" como antaño para proponer, de hecho, quedamente, "el control de esas relaciones" por parte de "los inspectores" (Kafka los llamaba: "ayudantes", porque ya los veía avanzar, ya los veía ocupándolo todo, ya los veía como los nuevos hombres: homo ayudantis, homo funcionaris…). Y eso lo dejan a la mayoría silenciosa y trabajadora… que seguirá produciendo queda y resignadamente en nombre de "la revolución" tanto beneficios como impuestos, tanto riqueza depredadora como tributo subvencionador… Yo me decía: ocultan por razones estratégicas la obviedad de que sus sociedades ideales sólo pueden instaurarse mediante golpes de estado, putchs, asaltos de una "vanguardia" bien pertrechada que aprovecha un "vacío" de poder creado por sus competidores e iguales (aunque alcen banderas diferentes), pero no, ya no apelan ni a la superioridad de la consciencia ("revolucionaria") apoyada en la "certeza" hegeliana de la mecánica histórica y/o "económica", ni apelan al asalto final… Han descubierto… el uso de "todas" las vías, de "todas" las tácticas, de "lo más a mano en cada ocasión". Y preparan a los demás para la continuación de la explotación, la opresión, la resignación y el silencio (al respecto: estúdiese el "programa" de "Podemos", que sin duda es un "podemos obtener cinco escaños en Europa".
En fin, lo dejo aquí dejando constancia de que no creo que esto vaya a parte alguna… ni siquiera a la sociedad de los Morloks.
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