He
visionado el
discurso de Steve Jobs, CEO de Apple, pronunciado en un acto académico de la Universidad de Stanford, al que podeis acceder desde aquí para conocerlo o tal vez para releerlo y ello me ha inspirado algunas reflexiones que considero dignas de dar a conocer a mi pequeña audiencia.
De entrada Mr. Steve Jobs, que no es un profesor, desmistifica, tal vez por ello, a la burocracia cultural ante una audiencia fundamentalmente formada por burócratas de la cultura (cierto que muchos de talla) y de aspirantes a convertirse en ellos; soltando no sólo un poco de aire fresco en ese templo del saber sino conquistando su (¿quizá hipócrita, quizá avergonzada, quizá esquizofrénica...?) adhesión. Se pueden apreciar las sonrisas cómplices y también algún que otra cara seria y presencia estoica (¡ése, sí, ése, debe creer muy seriamente en la suerte que habrá tenido Steve Jobs y en lo injusta que debe ser su riqueza... Tal vez, ¿no?
En todo caso, y presuponiendo sisncero su discurso, la frescura me ha parecido bien. Al menos a esa parte espontánea de mí, juvenil, adolescente, que como todos llevo dentro desde que se acabó de formar en mí, más o menos entre los 12 y los 17 años -véase "El Mito de la Educación" que ya he citado una vez- y que sigue y seguirá engañándonos el resto de nuestras vidas acerca de nuestra edad y de nuestra disposición para la acción. Y que quizá facilite que los demás nos engañen. Sí, confirmo que Mr Jobs tocó mi fibra sensible en tres aspectos: por el manifiesto rechazo del mundo jerarquizado, por la recompensa al espíritu emprendedor y luchador y por el vitalismo que defendió.
Ahora bien, pocos se habrán detenido o se detendrán a reflexionar acerca de que esto ha sucedido en USA (o a darle alguna relevancia a este hecho), precisamente el país al que le compramos casi todo lo más avanzado del planeta (incluidos bienes culturales como el cine y en una proporción contra la cual sólo se interpone el proteccionismo oficial) a la vez que, sin el menor tapujo, es denigrado y denostado, incluso calificado como
Centro del Mal (sede pues del Infierno, reino de Lucifer) si nos atenemos a los exabruptos islámistas, indigenistas, tercermundistas y
antimperialistas, como entre otros los de Chávez (que se la pasa oliendo a azufre) para no mencionar las arengas de líderes más o menos destacados de las
yihads. USA, un país cuyo pasado democrático perdura como antecedente del gran cambio que en todo el mundo significó la revolución (política) burguesa, es decir, democrática. Un país que, no sólo por causa de esa tradición (y la tradición compromete, se diga lo que se diga), sigue siendo la expresión de mayor democracia formal y posible hoy en día en el mundo, el que contiene el máximo de fisuras en su propio y por supuesto existente entramado burocrático. Un país que sigue ofreciendo,en comparación con los demás, las más altas cotas en oportunidades de realización. Un país, por fin, que convirtió las pretensiones imperialistas fascistas, nazis y japonesas en sueños tercermundistas o periféricos y que permitió la caída del muro y de sus sostenedores (lo que para muchos que no saben lo que significan las cosas, ese es precisamente el problema del que deberían ser acusados y por lo que deberían ser condenados, es decir, ¡derrotados mediante la dictadura y/o la mentira desconcertante!) Precisamente... ¡el país donde Steve Jobs ha creado esas maravillas que apasionan cada vez a más gente y por ende ese negocio y esa empresa capitalista espectacular que lo ha convertido en millonario, en carismático y que le permite decir lo que le da la gana sobre todo si lo dice aceptablemente bien (al menos en la forma)!
Así es, y esto es un hecho que debería hacer reflexionar a todos los que aún no lo han hecho lo bastante, Steve Jobs es un típico exponente del tipo americano actual (y también el típico heredero de los vaqueros que conquistaron el
Oeste) y por ello busca emular a los proceres que pergeñaron la Revolución Americana y dieron a los colonos de entonces y a las sucesivas oleadas de inmigrantes su Constitución liberal y democrático-burguesa, a quienes, como todo buen americano que se precie, vanagloria.
Un
self made man, un luchador, un hijo del pueblo trabajador que triunfa (¡que abandona la masa orgulloso de haberla integrado!), eso es ser un americano típico, ese es el fenómeno de USA por excelencia.
Se argumentará que los EEUU de hoy no son los de los cuatro/cinco rostros de piedra que se labraron en las Apalaches, que les robaron la tierra a los indios, que
invadieron el mundo con sus capitales y muchísimas malas artes de índole comercial y político... que fueron...
imperialistas (!) Sería bueno que nos dijeran qué otra cosa podían haber sido: ¿las víctimas de otros, sus socios menores? En todo caso, el
fenómeno real está ahí y no hay por qué desfigurarlo en uno u otro sentido por conveniencias ideológicas. Y como tal, es por comparación bastante más
productivo para la humanidad que el caso francés o el alemán, por citar sólo a dos. Y no hablemos del español... que tiene su
leyenda negra bien labrada en la Historia.
¿O no está claro el retroceso de Francia desde la Revolución Francesa en lo que atañe a las formas democráticas, o, si se prefiere, el mayor avance comparativo de Francia hacia formas burocráticas cada vez más acentuadas? ¿O no está claro el efecto más contundente y contraproducente para la libertad que la tradición clerical, jesuítica, inquisitorial, escolástica, etc. de España? ¿O no es evidente que los tropezones dados por Alemania a lo largo de su Historia se deban al modo en que entró en democracia de la mano del paternalismo de Bismark? ¿Y para qué decir mucho de la famosa combinación de revolución burguesa y socialista practicada en Rusia, China, etc. que
siguen engañando a tantos y que han pasado ya a la Historia como prototípicas revoluciones burocráticas que dieron lugar a sistemas de Capitalismo de Estado de carácter dominante... y que se resisten a dejar de serlo?
Steve Jobs dijo que la carrera académica no servía para nada (o al menos que su experiencia demostraba que no era necesaria para alcanzar el éxito; lo que en pequeña escala yo he vuelto a demostrar), que la vida golpea duro y que la respuesta debe ser volver a levantarse (¡ay, tocó mi fibra personal porque me pasó a mí!) y que hay que vivir persiguiendo sin cesar y solamente lo que se ama danzando día a día con la muerte, con hambre, dijo, y alocadamente (¡touché otra vez!) Y, por fin, dio gracias (¿a su propio destino?) de que las cosas le sucedieran de ese modo, añadiendo que eso (¡qué hábil Morgan!) sólo se puede hacer...
a posteriori.
Bien, hay que decir que todo eso es relativo, casual, personal o particular y sobretodo... genético y geográfico, o, si se quiere, circunstancial.
En la mayor parte del mundo actual (incluidos los EEUU) la mayoría de la gente no conseguirá el éxito o en todo caso tanto éxito (¡que algunos sin duda lograrán!) En la mayoría de los casos, a las élites (el discurso no iba dirigido en absoluto a las masas sino a aquellos que pretenden situarse a su cabeza) no les queda sino burocratizarse, entrar en todo caso a formar parte de alguna red de amistades o de acólitos, los más para mantenerse a la cola. Las masas, incluyendo los "amigos" que se sitúen en los últimos peldaños, sólo podrán dedicarse a medrar o a esperar una limosna a cambio de su adhesión al grupo y al líder, líder que dicho sea de paso no tiene que ser ni mucho menos respetable salvo por su habilidad para triunfar, momentáneamente a tenor de la lucha interna.
Steve Jobs fue brillante a la manera americana (la anglosajona es toda una escuela de retórica y de oportunismo) y no nos dijo cuántas consesiones tuvo que hacer para sobrevivir. Se presentó por lo tanto como algo bastante idílico y ejemplarizador, seguro de sí mismo, casi profético. Todo esto le fue posible, esto hay que decirlo, gracias a que tuvo la suerte de vivir en USA , un país ávido de resultados explotables, con una cultura (una psicología social más bien) que estimula la iniciativa, que valora, en general, la creatividad del individuo, que ve rápidamente lo que puede (comercialmente) funcionar, en donde los grupos se constituyen alrededor de ideas innovadoras porque todos creen a priori que ello les traerá el éxito y en donde todos se adhieren enseguida a ellas (viven o piensan que vivirán de eso.)
No sucede como en Europa y en especial en España, donde a priori se suele desconfiar de los innovadores y todos o casi todos recelan de lo nuevo, de lo que aún no haya sido probado, de lo que no se haya generalizado previamente (y que por eso, para que se implante debe venir de fuera, de donde ya ha triunfado antes), de lo que amenaza la mediocridad instalada en los tramos existentes de las diversas pirámides burocráticas instituidas y afincadas.
Steve Jobs afirma, con su primera historia, haber descubierto (¡
a posteriori como he dicho!) que estaba predestinado y en su segunda historia intenta demostrarlo. Todo se basa, según él, en mantenerse fiel a sí mismo, a lo que llama su amor hacia lo que le gusta hacer, y afirma que la primera gran derrota lo acabó de lanzar hacia la nueva y definitiva victoria, como
una medicina según él mismo dice. Pero esto sólo funciona en un mecanismo como él, como pasa en realidad con las medicinas. Steve Jobs, claramente, es un superviviente nato. Y simplemente dice amar aquello que gracias a suministrar gratificación acaba por ser amado. Otra pescadilla que se muerde la cola, como la predestinación retrospectiva que adorna con varios elementos confusos y débiles.
Pero lo cirto es que Steve Jobs propone una actitud vitalista, y es cierto que esto es mucho más positivo que una postura contemplativa, resignada o pasiva. Pero de nuevo, no todos tienen ni los genes ni las circunstancias apropiadas (sobre todo los genes, porque, en todo caso, si las circunstancias no son favorables, otro Steve Jobs se habría hecho pirata, guerrero, ¿delincuente?, es decir, usaría las malas artes que le permita su moral básicamente definida, también, en su código genético.)
Persistir en lo que se ama, levantarse una y otra vez, batirse con la muerte, no tiene por qué ser tan positivo para buena parte del género humano, al menos para sobrevivir, que es lo que manda en última instancia (lo que merecería ser mejor precisado para que se entienda en su justa dimensión.) Para muchos, para la mayoría, someterse, huir, meterse debajo de la cama, es la solución al dilema. Esa mayoría seguirá procreando, dando votantes y trabajadores, permitiendo que los Steve Jobs fabriquen cosas para todos ellos y para los de las demás pirámides de la sociedad...
Lo cierto es que él se siente satisfecho al punto de lanzar su receta al aire. Sucede que no puede resistirse y dejar de ser él mismo, es decir, no sólo un burócrata que lidera un imperio comercial de bastante envergadura, sino también un burócrata un tanto político y un tanto ideológico.
Steve Jobs concluye recomendando a todos que sigan "hambrientos y alocados". Se me ocurre pensar que él mismo no lo habrá sido siempre, y que tal vez ahora sea cuando por sentirse tan bien consigo mismo se lo pueda permitir, sienta tanto que lo es que deba y pueda seguir siéndolo. El mensaje, de todos modos, logra ser simpático e inconscientemente me identifico con él. Pero sé que es relativo, que sólo se puede uno sentir seguro cuando se está seguro y que eso no garantiza que uno lo esté de verdad. El mundo cambia, cambia incluso para mal debido a nuestros propios aciertos y a veces para bien gracias a nuestros errores. No creo en la predestinación tal como Steve la ha dogmatizado. Creo que hay unos cuantos mecanismos de respuesta comunes a todos los seres humanos y un montón de inhibidores y activadores, de potenciadores, de reductores y de fuerzas contrapuestas que tendrán que ver con la historia genética del individuo y de su grupo antecesor y tal vez hasta con la comida de cada día. Quizá sea imposible por complejo determinar con precisión un pronóstico sobre esas bases, imposible con algún grado de exactitud, pero creo que es conceptualmente válido decir que eso sucede en lo fundamental.
Pero Steve Jobs es muy americano, y lo era su público. Y uno para el otro, se han gustado para que él siga siendo feliz y se siga sintiendo muy gratificado. En fin, insisto, alguien que no puede hacer otra cosa que responder a su genética, elitista por cierto en este caso, o sea, a ser el que es, ni más ni menos. En todo caso, sus tres historias son cientos de veces mejores que la mayoría si no todas las que cuentan los burócratas mediocres que se enriquecen en nuestras tierras, con bastante menos esfuerzo y creatividad. Además, debo darle las gracias por permitirme tener un par de Apples y un iPod en casa con tan agradable diseño y operatividad. Sólo lamento no haber comprado algo de acciones de su compañía en el momento oportuno. No estaría predestinado o no lo habría deseado lo suficiente... de modo que seguiré hambriento y alocado y en cualquier momento... yo qué sé, si bajan un poquito compro.