viernes, 13 de abril de 2007

Un poco de autobombo

¡Qué satisfacción: me han comunicado que mi primera novela está en imprenta! ¡Boorosh, el hacedor de luz (o debería decir, de lush) en Tietnianish, ya asciende desde el fondo del Mar ilushminando la oquedad en la que transcurrirá la historia (una historia que se cuenta en algún lugar y en algún tiempo para provocar... "Una nueva conciencia")! ¡Mouil-agra, la joven orillera que desempeña el rol de la heroína, ya comienza a perfilarse en mitad de la nada, avanzando hacia ningún sitio, como parte de un sueño!

Tietnianish es un mundo extraño, o sea, tan extraño como el nuestro; habitado por seres inteligentes asimismo extraños y asimismo tan extraños como nosotros mismos. Sobreviven inexorablemente, piensan sin poderlo evitar, reciben del mundo su imagen a través de sus sentidos, se reproducen a instancias del vacío que llevan dentro, luchan por conservar lo que tienen y por tener más a pesar de que una y otra vez lo perderán o lo dejarán todo... ¿No es eso extraño?

Jacques Monod (premio Nobel en 1965 por si hiciera falta conferirle autoridad) pone en evidencia que "Los seres vivos son objetos extraños" (El azar y la necesidad; un ensayo que recomiendo con entusiamo y al que ya dedicaré una entrada), extraños obviamente para el propio hombre, que se ve a sí mismo cada vez más extraño en la medida en que avanza... en el conocimiento de sí y de lo que lo rodea, y siempre que ese conocimiento sea objetivo o real y no un autoengaño.

Yo sólo he deformado un poco el mundo y la naturaleza particular del hombre, y he invertido varias cosas formales. Todo para contribuir a que nos reconozcamos mediante ese doble torniquete de extrañeza que tan eficazmente permite la ciencia ficción. Y también, involuntariamente, para que nuestra extrañeza se diluya en la imaginaria.

En fin... parafraseando a Monod: tal vez la contrapartida necesaria por mi parte para el cumplimiento de la ley de la entropía, mi devolución al caos de aquello que he debido tomar del Universo para conservar y desarrollar mi propio orden vital. En todo caso, sencilla y elementalmente, espero que "Una nueva conciencia", escrita y reescrita a lo largo de casi cuarenta años (gracias a que no encontré ningún editor que la descongelase antes), y que ahora verá la luz de la mano de Ediciones Mandrágora, os reporte un aceptable disfrute intelectual y provoque en cada uno de vosotros, en el sentido concreto que le da Leavis, una nueva conciencia.

Nota: la ilustración es la de la portada, y fue realizada por Gabriel Suchowolski Morelli, autor también del mapa de Tietnianish.

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