lunes, 30 de abril de 2007

¿Asuntos internos?

Quien se haya topado con la noticia algo perdida tras tantas otras de mayor peso mediático (y significación práctica), debió, de estar atento, de no ser un adocenado del sistema y ser un poco pícaro, esbozar una sonrisa socarrona y muy merecida: ¡Llamazares ha llamado a los demás partidos (a todos esta vez) a un Pacto democrático contra la Corrupción!

Yo, al menos, no he podido evitarla. Ni siquiera me hicieron falta las justificaciones expuestas esta vez con todo desparpajo, lo que también es significativo.

Pero inserto textualmente la razón que se reconoce como determinante de la propuesta antes de exponer mis conclusiones:

"La corrupción" (...) es un verdadero golpe mortal a la confianza de los ciudadanos (...) en las instituciones democráticas, en las formaciones políticas, en el sistema de partidos..."

Y para acabar con ello (tal vez sólo con las nefastas consecuencias sobre las que se advierte), se propone un Pacto entre todas las fuerzas políticas, es decir, dentro el ámbito, por así decir, interno.

Bueno, es obvio que la burocracia política tiene cada vez menos vergüenza en confesar su posición en la sociedad y defender sus propias necesidades, lo que sólo puede tener por base la convicción de que así debe ser.

Pero esto significa que la sociedad en su conjunto lo considera, simplemente, normal. ¿Y qué es eso que la sociedad acepta, qué es lo que se ha instalado en la psicología social imperante; que significa en concreto esa normalidad?

No hay otra respuesta que tomar conciencia del carácter objetivo de una casta cuyos elementos predominantes hoy en día se han enquistado en esas instituciones que pretenden preservar y cuya imagen necesitan mejorar para que les siga siendo útil: los órganos actuales de gobierno, los partidos.

Dice Llamazares: la corrupción afecta a la política. Dice: debemos evitar que la gente (los votantes de todo los partidos) desconfíen del sistema de partidos. Dice: los partidos deben pactar bla, bla, bla... Toda una joya... todo un documento histórico que algún día podrá servir a los extraterrestres que lleguen a la Tierra devastada para situar sociológicamente nuestra época. Intentaré colaborar con ellos un poquito más...

En primer lugar, algunas preguntas capciosas: ¿por qué IU o sus dirigentes no van directamente a los juzgados, por qué no sólo no confían en la justicia sino que no la ayudan directamente como ciudadanos; qué se lo impide, a qué teme: acaso que el sistema de partidos se vea aún más comprometido? Y en tal caso, ¿qué creen que harán los ciudadanos o los representados, salir a colgarlos?

Por otra parte, es de cajón preguntarse ¿qué es lo que pactarían además de las eventuales expulsiones que en todo caso deberían realizarse antes de sentarse a la mesa? ¿Es que se pretende educar mejor a los cargos electos, elaborar un programa de moralidad o de ciudadanía para los políticos; acaso no estaba ello inscrito en su propia condición?

¿O es que acaso se pretenda, sin declararlo del todo, fijar unas reglas de juego al margen del resto de la sociedad, dándose una especie de legalidad interna propia, como los militares, como la policía?

¿Qué significa en ese contexto proteger o preservar el sistema de partidos?

IU también podría (en potencia) aprovechar el tirón y erigirse en el partido de la honestidad entre muchas otras cosas, empezando claro está por acudir al juzgado de guardia más cercano y por romper de inmediato todo pacto de gobierno allí donde lo tenga con cada una de las fuerzas políticas corruptas que se ponga en evidencia (es decir, abandonando, en todo caso, de no haber otras implicaciones, la política de vista gorda)... y terminando con una severa autocrítica por no haber ello aquello antes. Por lo menos. Pero la propuesta es muy considerada hacia la realidad, y asegura que IU no pretende dar lecciones a nadie (!); lo repito: ¡a nadie! Y, además, se termina dejando el resquicio de rigor para...
"...examinar las incidencias y conflictos que pudieran darse."
¿Se trata pues de una pura pantomima al servicio de una falsa honestidad y, para que no se diga nada, se invita a todos a sumarse a la representación con el guión bien hecho?

Sonreíd al responder con la obviedad, pero permitíos que la jugada, burda pero también desvergonzada, os sirva para reconfirmar quienes son y qué pretenden esos que se han erigido en representantes del pueblo soberano o de un porcentaje del mismo.

Lo evidente es que de nuevo se trataría de privilegiar el ámbito propio, corporativo, y preservarlo ante el exterior mediante medidas en la sombra (no sea que vayan demasiados a la sombra y no haya de donde sacar nuevos compañeros de ruta, o que de ser el código moral demasiado efectivo y neutral no se conseguirían lisa y llanamente candidatos, puesto que el enriquecimiento es el premio secreto de su participación, es... el botín.)

Claro que se podría elevar el sueldo de los políticos, o darles muchos más privilegios... En fin, eso siempre se podrá discutir en comisión.

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