miércoles, 18 de abril de 2007

Los diablos de Maxwell

Antes de dar con el título definitivo de mi novela, "Una nueva conciencia", ésta tuvo cientos de candidatos. Procedí como con el nombre de mis hijos y como me repetí mucho tiempo después con el de mis sucesivas empresas: confeccionando innumerables listas con múltiples variaciones.

Ya en la fase final, antes de que cayera en mis manos la antología de los cuentos de Chéjov selecionados por Richard Ford editada en Debolsillo, cuyo prólogo me puso ante F. R. Leavis y su metáfora de la "nueva conciencia", unas cuantas de las últimas opciones me fueron sugeridas por la lectura del ensayo "Azar y necesidad" de Jacques Monod, uno de cuyos capítulos se titulaba como la entrada presente, "Los diablos de Maxwell".

Pero ese no fue el único que me sugirió explícitamente aquel ensayo. "La máquina de remontar el tiempo", "La cita del Dr Dupont y el martillo del plomero Dubois", "El juego de Montecarlo", fueron algunos de los que encontré casi tal cual entre las frases de ese libro que me aportó mucho y que, sin duda, reafirmó mi pensamiento dotándolo de nuevas seguridades. Precisamente, esas frases encerraban una parte sustancial de lo que yo había puesto en mi novela. Y muchas de las que aún serían escritas o ya lo estaban siendo por entoces...

Lo cierto es que (al igual que una de las primeras opciones que había seleccionado mucho antes y con la que acabé por registrar una primera versión definitiva en el Registro de la Propiedad Intelectual, "Los eslabones sucesivos") esos títulos por fin abandonados apuntaban en la dirección, por así decirlo educativa, de fondo quizá, filosóficas, de mis preocupaciones. Un hecho evidente que perdura, que se sigue colándose en mis nuevos textos y que sin duda no dejará de ocupar un lugar primordial en ellos mientras mi facultad de pensar continúe viva. Me refiero en síntesis, sin abarcar por ello todos los detalles y matices, al tema que Modod pone igualmente en primer lugar (desde una óptica científica y filosófica), a saber: la extrañeza del ser, de su existencia absolutamente circunstancial y aleatoria pero necesaria en base a los antecedentes inmediatos (y así retroactivamente.)

Realmente no era un mal nombre "Los eslabones sucesivos" en tanto expresaba esa idea. Pero "Una nueva conciencia" incluía esa y otras ideas que se engarzaban en un conjunto más amplio, formal y conceptualmente, un conjunto que, por sobre todas mis ideas y por sobre todas mis luchas y tal vez a instancias de unos diablillos como los de Maxwell, acabaría siendo un hecho literario.

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