Una nueva sacudida a causa de "La Crisis" estremece las "buenas conciencias" (me refiero a las de verdad donde las haya y no a las que se estremecen en atención a sus intereses directos y a los de sus representados): se han avisorado... "submarinos rojos".
De repente, esas "buenas conciencias", y con sus argumentos otras que no lo son tanto y lo aparentan, ven emerger o en todo caso extenderse peligrosamente la "avanzada" de algo que no saben aún cómo llamar. Después de creer que habían vencido y que los muros de Sodoma se habían venido abajo, de entender el proceso abierto en la ex Unión Soviética y en China como de "retorno progresivo al capitalismo" y de "reconocimiento de las bondades del mercado", entre otras cosas, ahora se vuelve a ver el "peligro" con tintes similares aunque buscándoles contenidos más acordes con la inercia ideológica y los cambios aparentes.
En todo caso, las dificultades para explicar lo que sucede, para comprenderlo y para denunciarlo en todo caso por parte de las visiones tradicionales que han visto y siguen viendo al capitalismo según el concepto y no según cómo funciona en los hechos, son evidentes. Ahora, en todo caso y tal vez gracias a ciertos matices que se lo permiten, pueden denunciar la existencia de un intento de reconquista... "imperialista" por parte de Moscú (y en otro momento de China).
Para ello, como no se puede decir que sean "no capitalistas" en sentido estricto, se acusa a los inminentes "invasores" de "fuera de la ley", lo que al margen de otras consideraciones aquí sabe más a recurso que a otra cosa.
El editorial de ABC de este sábado 22 de noviembre de 2008, por ejemplo, pone de manifiesto las dificultades señaladas y cómo éstas no le dejan otra opción que la mencionada "solución" retórica (del mismo modo que, en paralelo, una parte al menos del gobierno puede hacer gala de una hipócrita "defensa de las reglas del mercado" a la vez que de ver cómo, de repente, ve legitimada una vez más por sus opositores su conducta "socialdemócrata" ya practicada y por poner en práctica).
Así, el editorial, tras señalar que "todo el proceso entra dentro de lo que podría considerarse normal en un sistema de economía de libre mercado" (sic) advierte que "normal no es sinónimo de bueno", volviendo a refugiarse como todos los que se hallan arrinconados por su propio "racionalismo" en la escala de valores por las que apriorísticamente han optado a tenor de su visión ideológica, es decir, de la propia pretensión de ordenar el mundo, incluso si esto lleva al oportunismo, a la hipocresía o, cuanto menos, a la incoherencia.
Como tantos otros periódicos y noticieros emitidos, el editorial saca a la luz los iconos que deberían preocuparnos y contra los que apela, nueva e inútilmente, al patriotismo -europeista aunque más no sea- del gobierno; aunque lo que primará, incluso en orden a una decisión contraria, serán, una vez más, tanto dentro como fuera del gobierno, los intereses reales y la relación real de fuerzas), algo que ya fue señalado como "escasamente liberal", es decir, como una manifestación de hipocresía que... daría pie a que los demás también lo puedan ser. Y, por que no, pie también a que la maniobra acabe favoreciendo a los gestores franceses o de cualquier otra "nacionalidad" de la ya más que "contaminada" o "mixta" economía "de mercado".
Hasta donde se ha podido elegir "bien" a los iconos, estos son pues enumerados: en primer lugar... son rusos (que -me pregunto hasta que punto es una práctica exclusiva- "operan desde bandera de conveniencia", lo que pondría en duda incluso la "nacionalidad americana" -me pregunto también qué significa esto en términos capitalistas- del 20% de Lukoil). Y ser "rusos" no sólo es un buen icono que remite a la vieja y supuestamente "perimida" figura del "comunismo" (cuya residualidad se asume y se denuncia en la forma de "restricciones democráticas" o "conductas políticas totalitarias"), sino que en su país no habría ni "transparencia" ni se daría un trato equivalente, además de ser Lukoil una empresa "controlada" por ese gobierno nada "democrático" y hasta vinculada en más de un modo a la propia mafia rusa.
La pregunta es si todo eso no es algo "normal" en el capitalismo desde hace bastante tiempo y especialmente desde su globalización. Y, con la mano en el corazón, como se dice, deberíamos reconocer que el "control del gobierno" que en realidad es connivencia estrecha, que el uso de "nacionalidades de conveniencia", que la relación con las mafias y los cárteles de la droga, del juego, del tráfico de mano de obra, etc., son cosas que se practican en mayor o menor grado en muchísmas empresas de Occidente. Y cuyos detalles no siempre se ventilan, ni se denuncian, ni se conocen...
Ergo, ¿cuál es la frontera existente entre un tipo de empresa como Lukoil y muchas otras multinacionales de orígenes más occidentales, por ejemplo, la italiana ENEL que entró de manera similar en Endesa? ¿Y cuánto costará de más en más evidenciar esa diferencia... "moral"? ¿Qué puede decirse de la entrada de empresas capitalistas en China o Rusia y qué de sus métodos para vencer la "falta de transparencia" y el "totalitarismo" vigentes en esos países, entre muchos otros, entre casi todos sino todos los del "Tercer Mundo" donde se vienen haciendo y se siguen haciendo negocios y negociados? ¿Dónde están pues esos "capitalismos puros" y "moralmente sanos" que constantemente se agitan y que cada vez tienen menos contenido? ¿En "La Caverna" acaso?
Entiéndaseme bien: no quiero en lo más mínimo decir que no haya peligro alguno, ni que la operación no tenga "consecuencias nefastas". Todo lo contrario, lo es y lo serán con certeza, aunque tanto como las demás consecuencias colaterales que nos deparará "La Crisis" en la que, como ya dije, ha salido a pescar toda la burocracia gobernante del mundo. Y tanto como todos los demás efectos del proceso de burocratización en marcha. Lo es y lo serán, sí, realmente, aunque no como resultados externos al capitalismo y a la democracia restringida que imperan globalmente sino... como algunas de las diversas consecuencias que emergen de su propio desarrollo; como consecuencias del avance que no cesa en ese proceso, inciado hace ya tiempo (y cuyas raíces vengo señalando una y otra y otra vez... y muchas más hasta ahora); en todo caso, de un nuevo... "salto adelante". En fin, como producto de algo para nada ajeno al capitalismo, sino de la actualización nacida inevitablemente de su seno.
Un peligro no precisa sino accidentalmente "ruso" e intrínseca y precisamente burocrático que afecta a todo el mundo y que hoy se presenta con ropajes tanto capitalistas como democráticos.
Lo cierto es que ÉSE que nos amenaza es el capitalismo real, donde las empresas de cierta envergadura y los Estados se entrelazan, donde cada vez más se buscan legitimar las acciones intervencionistas y la opresión política sobre bases ideológicas desconcertantes que no pasan de meras etiquetas identificadoras de productos falsos, todos con el mismo contenido y los mismos objetivos maquiavélicos.
Sí, sí... téngalo muy presente quien no quiera pasársela de sorpresa en sorpresa y para quedarse boquiabierto: "La Crisis" (¿de Pandora?), y el mencionado proceso en el que se inscribe, no sólo nos reserva "Cisnes Negros" o "Black Swans" (como los ha llamado Nassim Taleb con el objetivo de explicar el fenómeno de referencia) sino Cisnes de todos los colores. "Rojos" también, por supuesto, o "Amarillos".