martes, 21 de agosto de 2007

Más sobre el capitalismo y algo sobre el H2O

La burocratización pone en jaque las bases del capitalismo, pero al mismo tiempo se la pasa salvándolo del colapso. Claro que no bajo las formas "puras" de sus epígonos y de sus teóricos de la primeros tiempos (algo que, dicho sea de paso, es común a las visiones que los mismos tienen y han tenido de todos los demás productos sociales: democracia, comunismo, organización empresarial, etc., etc.)

Como bien señaló Claude Lefort, si no me equivoco en uno de sus textos sobre La Burocracia: con una pistola a las espaldas la productividad obrera cae en picado. Creo recordar que también fue él quien señaló que muchas veces son los obreros los que salvan con su idiosincrasia humana (conciencia, reflexión, sentido de la responsabilidad...) los baches a los que se acerca tendencialmente la marcha de una actividad productiva concreta (una fábrica, una sección, un proceso) por causa de la falta de flexibilidad del racionalismo industrial, que no es sino una manifestación de las tendencias burocráticas inevitables en el sistema.

Y fue también Lefort, recuerdo, quien puso en evidencia otro aspecto significativo al respecto: lo qué sucede durante una huelga de celo, o sea, cuando los obreros cumplen in extremis el reglamento. Como rezaba el lema que un periodista polaco, sin duda digno de elogio por su creatividad y lucidez, produjo para el titular de su periódico durante las revueltas polacas de los años cincuenta: "Cuando los planes se cumplen, ni los tranvías pueden funcionar".

Muchos han considerado todo eso como una garantía a cierto plazo de colapso del sistema y también, generalmente al mismo tiempo, como una evidencia de que los obreros serían capaces de gestionar la producción sin burocracia (y la sociedad "de paso", claro, como si tratara de una misma cosa.) Pero se han equivocado una y otra vez en lo segundo y han aventurado en demasía en cuanto a lo primero. En los hechos, ese fenómeno espontáneo (seguro que a más de uno le atraerá denominarlo emergente) no ha impedido sino favorecido que el sistema siguiese funcionando, al igual que lo hicieran los experimentos burocráticos más extremos que se dieron hasta ahora en la Historia. Por supuesto que provocando ambos cada vez más distorsiones respecto de la mencionada teoría inicial de los propagandistas iniciales, ni más ni menos exponentes de la incipiente burocracia cultural que creció y se hizo cada vez más compleja y se emparejó o comenzó a reclamar... el Poder.

Por eso sin más, porque lo experimentó desde el primer momento en carne propia o inclusive lo previó, la burocracia absolutista mantuvo y mantiene, allí donde gobierna a discreción, dos clases obreras, cada una sujeta a una de las dos escalas distintas salariales, con y sin privilegios respectivamente, produciendo en fábricas públicas y secretas lógicamente separadas! ¡Con un salario justo las segundas, como cualquiera de los capitalismos desarrollados! ¡Y por eso los obreros, cuando han podido, han recurrido a la huelga! ¡Y por eso, cuando lo han necesitado, como en Kronstad, los bolcheviques utilizaron al lumpenproletariado y a los campesinos contra los obreros democráticos! Etc. Etc. Etc.

El capitalismo, como sistema económico, fue cada vez más capaz de salir de los teóricos colapsos inminentes. El fracaso ideológico de "Socialisme ou Barbarie" y el cambio de rumbo que acabó tomando Cornelius Castoriadis (por ejemplo), deben verse como demostrativos de que aquellas concepciones catastrofistas y a la vez esperanzadas, estaban en un error. Ellas sí consiguieron acabar colapsando. No así el capitalismo, el real, el existente con sus variantes adaptativas a lo largo de los tiempos, el que, como bien podemos considerar definido por Marx, se basa en la producción de plusvalía a instancias del trabajo asalariado...

...Con mayor o menor grado de democracia, con mayor o menor grado de poder burocrático, y con mayor o menor grado de redistribución, rapiña, corrupción o discriminación extraeconómica (NOTA, por si esto no se entiende: discriminación por causas ideológicas o de lealtad, principalmente, de la que ya he hablado en anteriores entradas.)

Lo cierto, lo evidente, lo constatable, es que los baches nunca fueron decisivos para acabar con el sistema. Ni que éste es ni puede ser liberalmente inmaculado.

Sin más eufemismos interesados e hipócritas o escabrosos, hay que identificar tanto al agua como al vapor con el H2O. Es decir, considerar capitalismo tanto al más obvio del primer mundo como al más escurridizo de las experiencias comunistas del tercero. Unas experiencias estas últimas en donde son un dato cierto que las prácticas más formalmente capitalistas, en el peor de los casos, se desplazan hacia el mercado negro por la doble incentivo del hambre y del subconsumo e incluso por la avidez consumista que inevitablemente sigue invadiendo ese territorio; un territorio, en definitiva, que no ha podido, por ahora, ir más allá del "socialismo en un sólo país".

Simple y natural, es casi redundante describirlo: la gente se busca la vida y deja de darle al estado para responder a su propio egoísmo y a las necesidades que se pretenden disimular. Y eso mientras los recursos se reservan para la vida privada de la burocracia, claro, en una progresión, claro, piramidal. Porque la burocracia en el poder no tiene problema alguno en ser hipócrita y en gozar de los beneficios del poder (¡aún siendo góticos!) y tiende a agotar las posibilidades productivas del capitalismo casi hasta el límite de acabar con él, pero sin hacerlo ni por vocación ni por posibilidad. Además, ¿por qué no dejar que la gente se busque la vida mientras se mantenga ajena a la lucha por las libertades y en especial al pensamiento y a su propagación (y más si son amigos y/o suministradores de tributos)? Una clase social (más bien, una fracción concreta de ella) que se replegará cuántas veces sea necesario (a costa de otra u otras de sus fracciones) para volver a atacar, tras un enroque, un rodeo o... una derrota de recambio.

Otra cosa es hablar de la política, quiero decir, de las formas de la política, de la forma en que se estructuran las instancias del Poder (y de sus diversos modos de engarce con la economía en cada situación y momento concretos.)

Por ahora, sólo se trataba, perdón por repetirlo, de hablar de la naturaleza común del vapor y del agua (el hielo... para el tinto de verano), o sea de los estados del H2O con los que se logra que de las infusiones emerja la sustancia y el aroma que las caracteriza.

Por eso...

That's NOT all, folks!


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