viernes, 30 de mayo de 2008

El plan Z por delante, los pplanes a la zaga y todos hacia la oscuridad creciente (segunda parte de la entrada anterior)

Me siento inclinado definitivamente a pensar que PP está condenado a degradarse hasta vaya a saber cuándo como alternativa política (si se me permite usar este adjetivo para menesteres hoy tan mezquinos o de pura rapiña). Y en los dos sentidos posibles: tanto porque disminuirá irremediablemente sus posibilidades de alternancia como porque esta se presenta cada vez más como una continuidad (y ya se sabe que habiendo original para qué una caricatura).

Lo que me atrevo a pensar es que ya se hayan acabado definitivamente los tiempos de la democracia formal, de los que van quedando sólo los jirones de un viejo escenario del que parecen haber huido los desquiciados actores que cada vez más solían representar meras pantomimas. Una incuestionable expresión de que es así se refleja en la aburrida cara del Presidente electo mientras asiste sin duda encontrándole cada vez menos sentido a hacer el papel de escuchar a los demás para responder siempre lo mismo, es decir, vaciedades (observadlo cuando podáis alguna vez y lo comprobaréis).

Lo que en todo caso está sobradamente claro es que mientras el PP trata de imitar la efectividad del Partido de Z con diversas aproximaciones por uno u otro lado, este sigue estando, en eso, en eso, uno o dos pasos más allá. Me explicaré reduciendo un tanto las alegorías irónicas, si puedo...

Rajoy se reviste de talante y se aferra a una estrategia (sin duda fiel al aparato al que le promete "volver") de espera de la debacle económica, una debacle que que arrojará a ZP por la ventana o al menos a los nacionalistas de derecha a sus brazos... en nombre de sus supuestos intereses de clase. "Esperad", dice pues a todo el mundo (y confiad en mi olfato de aparatchik). Entretanto, su eje, la crisis económica no parece mellar sino hacer avanzar al carismático mentiroso y distanciarlo en el ranking. Seguramente, Rajoy insistirá diciendo "tiempo al tiempo", pero es que eso es justamente lo que ZP le responde cuando la bancada popular habla de los avances de la crisis como de la peste incontenible (en lugar de proponer ni una sola medida, es decir, jugando sólo al deterioro de la imagen del contrario; otra vez a imagen y semejanza de lo que hizo el contrincante... pero peor).

Así es, ZP también espera... espera que la "desaceleración" reacelere (tal vez se lo ha vaticinado algún oráculo que quien sabe, lo mismo acierta, porque en esto de la economía...), es decir, espera dejar absolutamente vacío el discurso del nuevo PP (de ser el de Rajoy). Hay que decir en este punto que aunque el gobierno tuviera algún plan que fuera más allá de una confianza en las fuerzas ciegas de la economía (¿no parece esto precisamente bastante... liberal salvo porque... no se deja de ayudar desde el Estado a los amigos avivados y contentar como sea a los indolentes adormecidos y/o adocenados?), cualquier plan es de prever que acabe con socavones y retrasos, incrementos del despilfarro y del más puro robo, etc. Pero está visto que lo que en realidad espera ZP y cía son... gráficos macroeconómicos, como los que se sacaban durante el debate preelectoral, hoy sin duda impresentables y de los que sólo se afirma que "no son tan malos".

Lo cierto es que Rajoy y Zapatero han pasado a la mesa de blackjak en el casino de la lucha por el poder mientras fuera a cada vez más agentes económicos se los comen los leones, las estructuras de Roma arden y los cimientos del Coliseo se hunden en un lodalazal que crece con las lluvias.

Nadie puede decir quién se equivocará más en el juego y quién acabará perdiéndolo. Lo que está claro es que cada vez queda menos seriedad y sentido, que cada vez el mundo es más un teatro en ruinas en los que se pasean los locos representando papeles inconexos. Y lo que también está claro es que los agentes sociales en la base de la sociedad se preparan para sortear la cruda realidad trampeando como sea, incluso... acercándose al partido o fuerza dominante en cada pequeño lugar al margen de su ideología y de su honestidad... ¡Qué remedio: al menos... hay que tener, como decía Martín Fierro, "un palenque ande ir a rascarse" (palenque es el palo enclavado en la tierra donde se podía atar el caballo delante de las pulperías y bares de La Pampa)! Y, en todo caso, despreocupándose de todo... y disponiéndose también a esperar.

A esta situación que le resulta insoportable o al menos inexplicable (para explicarse algo así, lo primero que hay que no ser es burócrata) Vidal Quadras ha propuesto una "estrategia" de pacto "constitucional" y "electoral" con los socialistas que deje fuera a "los nacionalistas". En su esquema ("lógico" lo llamó en televisión el jueves noche) habría tres grandes grupos formales: PP y PSOE dignas fuerzas mayores y pilares de la alternancia, poseedores de estructuras nacionales y por tanto de una visión "lógicamente" españolista, y.... todo lo demás, que sería una especie de bloque de "nacionalistas". Increíblemente (más que ingenuamente y más allá de varias ingenuidades más de bulto) Vidal Quadras, tras proponer como Gran Estrategia la formalización de un frente "nacional" por algo así como "la alternancia pura", llega a querer decir, dejando rodar la avalancha de sinsentidos y contradicciones de su "lógica" formal, que a ese frente valdría para los eventos electorales, aunque después, "una vez definido el escenario" (dijo esto en TV casi con estas palabras), ya podrían desarrollarse coincidencias y enfrentamientos digamos "más sustanciales" que podrían o no dar lugar a reacomodaciones, es decir, a que el PP o el PSOE, siendo fuerza gobernante en cada sitio, acuerde en el terreno de la economía o de las leyes... ¿Dónde se ha visto declaración más ingenuamente oportunista y dónde se ha visto una "estrategia" más inmediatamente obligada a desnudar su carácter? En fin, ¿qué otra cosa podía dar de sí una especulación tan falta de relación con la realidad imperante, en fin, tan pobremente utópica, tan simplemente simplista?

Pero si ZP ya está unos pasos más allá del pacto con los nacionalistas... ¿Que qué digo? Pues muy simple, veamos los hechos y estemos atentos a lo que se avecina:

El Partido de Zapatero sin duda ha utilizado a los nacionalistas e inclusive a la ETA (dejándose también sin duda utilizar, lo que es una tanto secundario para mí desde hace tiempo desde el punto de vista de la lucha por la hegemonía que no desde el punto de vista de la insoportable vida y muerte que nos depara su existencia) pero ha seguido de largo, avanzando hacia su propio proyecto que necesitaba del debilitamiento y/o de la ruptura de la derecha, es decir en la acepción indicada en la entrada anterior, del PP. Esta debilidad ya era todo un resultado (tal vez un poco justo y arriesgado hasta las elecciones, por lo que tan bien vinieron ciertos "accidentes") que había permitido avanzar en el reemplazo progresivo, maquiavélicamente estudiado, de los PSOEs regionales en sustitución de los partidos nacionalistas regionales a la cabeza de unos supuestos intereses locales que permitían aglutinar a los ciudadanos del lugar. Y que este es un fenómeno que trasciende la clarividencia del Partido de Zapatero lo demuestra que este fenómeno ya había calado en el Partido de Rajoy. ¿O qué lectura si no esa es la que timidamente han ido haciendo incluso los propios analistas de la derecha, incluyendo a Vidal Quadras en el carácter de tal, Losantos y los otros periodistas de vocación españolista? Lo que salta a la vista es que la complejización ha roto los viejos moldes otra vez a partir de las necesidades crecientes de poder de las burocracias componentes de las grandes pirámides, pirámides menores a su vez que la sostienen y la constituyen. Un fenómeno que ha seguido avanzando y que lleva a la dilución de los propios partidos nacionalistas regionales en las organizaciones territoriales caciquiles que se mantenían a la sombra de los grandes partidos, cada vez más constituidos en frentes acordados en la cumbre.

Evidentemente, para qué aliarse con los nacionalistas en cada región si el frente ya existe. Sólo hay que irse apropiando de las banderas de los demás para vaciarlos de sentido. Total.... ¡Pues eso es lo que sucedió en Cataluña y en el País Vasco! ¡Esa es la lectura que hay que hacer del resultado electoral!

Vidal Quadras sólo representa el desface en el que muchos se encuentran, especialmente los utópicos que creían vivir en una sociedad democrático-formal tradicional, abierta a las expectativas liberales, a la reducción del papel burocrático-estatista, a la posibilidad de cambios por la vía electoral... Pues no, estamos en una sociedad cada vez más burocratizada, en donde las luchas por el poder pretenden mostrarse dentro del contexto democrático-formal aunque sólo en la medida en que no haya que salir a la palestra con las herramientas totalitarias típicas: la fronda, el atentado, el asesinato, el complot, el espionaje...

Vidal Quadras y los liberales están luchando contra molinos de viento (jugando a luchar, claro) mientras le hacen en realidad el juego al más astuto de la clase, que es ZP.

El nacionalismo, absorbido dentro del socialismo regionalista o territorial, se convierte en lo que en realidad ya era más allá de las alaracas y mascaradas al servicio de la presión y el chantaje, sólo que con otros jefes a la cabeza, por que así serían un poco más leales al frente común de taifas de uno u otro líder, en este caso, de ZP (al menos por ahora). Los nacionalismos tendrán su etiqueta de "Nación" pero no serán sino meros regionalismos en manos de otros caudillos que igualmente esperan discutir bilateralmente (es decir, tener la parte de la tarta que puedan conseguir de acuerdo con su relación de fuerzas y no de un acuerdo interpares), sosteniendo en la medida de sus fuerzas al líder central, al Rey, al César, y a toda su corte.

Hoy al menos, el Plan Z va por delante, incluso con ´replicas de diferentes grados, y los varios PPs van a la zaga: imitando o colaborando con él al proponer falsas luchas en las que ya está, a su manera, falsa, engañosa si se quiere, hipócrita, empeñado. Algunos aún no saben qué proponer ni qué hacer y no se resignan a bajar hasta el escalón menor del testimonialismo estratégico, como hizo Rosa Díez. Es el caso de Esperanza Aguirre que insiste en preferir que todo siga como estaba: a fin de cuentas, eso habría permitido evitar la debacle aunque a contracorriente de la dirección tomada hace tiempo por el aparato (o los barones famosos, a los que tal vez Aguirre se vea obligada a sumarse con una Comunidad de Madrid a la que acabaría de convertir no sólo de hecho sino de derecho en feudo propio, abandonando la figura de lealtad a una España que ya no existiría).

Instintivamente, esta posición se ve por ello orientada hacia la crítica más propiamente política, o sea, a la denuncia de las mentiras de ZP, a sus operaciones de corrupción, a sus intentos de marginamiento y ninguneo de la oposición y de las regiones menos favorecidas, a sus maniobras antidemocráticas en el campo de la justicia, a su jugueteo maquiavélico con el terrorismo interno y externo (que llega hasta las negociaciones con salteadores de rutas marítimas), a su alineamiento "antiimperialista" (que llega hasta las negociaciones con salteadores de rutas marítimas), a su abuso de los poderes del Estado, como son los cuerpos de policía y espionaje y los órganos de justicia, etc. Todos asuntos sobre los que campea un innombrable silencio por parte de casi toda la sociedad (salvo durante el día de los titulares de prensa).

Pero esto concitaría poco más que diversas adhesiones intelectuales y blogueras que ven, desde uno u otro punto de vista, con mayor o menor confusión e idealismo, el peligro de la reducción progre-siva de la democracia, algo que todas las posturas partidocráticas en general, la mayoría de ellas sin duda, promueven con sus propuestas y tanto por acción como por omisión.

martes, 27 de mayo de 2008

Los límites políticos de la actualidad: el caso del PP.

La crisis del PP ha dado de sí un documento programático opuesto a la línea no declarada de la dirección (el manifiesto Vidal Quadras) que tiene de hecho la virtud de aclarar un poco más las cosas... indudablemente para quienes las teníamos más claras. Y tal vez confundir más al resto.

El problema es indudablemente el de la recuperación del Poder por la derecha, es decir, se trata de un único problema el que está en el centro mismo de la crisis. Esto queda de manifiesto tanto por inclusión (en el documento) como por exclusión, es decir, definiendo al oponente a través de la definición del propio enfoque.

Para comprender más lo que sugiero y entrar en los detalles, antes debo precisar qué entiendo por derecha tal como la acabo de mencionar (que no en el sentido en que en una ocasión anterior analicé el término). En concreto, llamo aquí derecha referencial española al conjunto de voluntades de poder dirigente, de aspirantes a llegar y a usufructuar el gobierno del Estado, ya sea a la cabeza, en medio o a la cola, y que para ese fin se agrupan bajo las siglas del actual Partido Popular, partido que obtuvo el segundo puesto en las recientes elecciones parlamentarias (un análisis de cuyos resultados daría algunos datos más que confirmarían mi tesis y arrojarían a la vez más luz sobre lo que parece tan desconcertante a muchos haciendo que metan todo ello bajo la alfombra para que no moleste -Aguirre mencionó al principio, pero luego el tema fue marginado y nadie pareció interesado en dilucidarlo-). Esto puede parecer una definición que utiliza lo que se pretende definir en su propio contexto, pero no es así. Lo que quiero decir en realidad es que esa derecha tiene en el PP, más allá de toda diferencia y sobre todo de la lucha intestina muy propia por otra parte de toda organización burocrática que se precie, un referente absoluto que está determinado irremediablemente por esas características, algunas intrínsecas pero fundamentalmente relativas al contexto, un contexto que es además, un resultado histórico y que por ello tiene un pasado pero también se está modificando a cada instante.

Estas características, pues, tienen como auténtica matrona la situación de bipolaridad que presenta la sociedad (he señalado esto varias veces en referencia al estrechamiento del espacio político para la competencia interburocrática y su lucha por el reparto del botín y lo apliqué en un análisis que escribí antes de las elecciones y que como puede verse no iba muy desencaminado, y menos en lo conceptual) más allá de los componentes ideológicos que están en juego, componentes que se han generado en el tiempo tanto en base a la tradición de sus protagonistas como a causa del espacio posible en el que sen obligados a moverse para alcanzar sus fines. Esto es un tanto complejo o alambicado y tal vez sea difícil de comprender a la primera, especialmente por quienes encuentran más cómodo tomar los elementos que flotan en la superficie por totalidades, la punta del iceberg, a pesar de que muestre un 10% de su volumen, por el iceberg en sí (y conste que no hablo de naturalezas ocultas sino de partes visibles e invisibles a primera vista, hablo de lo limitado de las ideologías y de la comodidad presente y tendencial en el pensamiento elemental). Intentemos ir más despacio aún y para ello observemos el cuadro en su conjunto.

Una cosa es indiscutible y será admitida por todos: las sociedades contemporáneas se caracterizan por la bipolaridad llamada más comúnmente bipartidismo o alternancia. Esta situación parece insalvable y ha sido admitida hasta por las minorías en nombre de la llamada gobernabilidad (en realidad, las minorías han encontrado mucha más posibilidades de participación a través de acuerdos parlamentarios que cada vez son menos dirimidos en el parlamento). Con este objetivo, se han implantado diversas medidas que permitieran su consolidación a la vez que mantuvieran el aspecto formalmente democrático de los resultados. Lo cierto es que se ha conseguido tanto que la sociedad lo soporte económica y financieramente como que lo de por insustituible y lo apoye como la única solución posible y democrática de la posmodernidad, la única en oposición al totalitarismo absoluto (o sea, la forma de funcionamiento de la democracia en los países capitalistas avanzados que se declaran legalmente a favor de la propiedad privada -hoy es necesario una precisión tan larga puesto que en los llamados "de Estado" incluso la propiedad y la iniciativa privada subsiste y en los que se dicen "libres" esta está subordinada a la política y como tal está supervisada).

Pero volvamos al asunto de la bipolaridad democrática o más exactamente partidocrática. Mal que les pese a los idealistas que aún no se han frustrado por completo pero que van en camino de hacerlo y tal vez de convertirse en nuevos miembros de las mayorías silenciosas y abstencionistas, el bipartidismo efectivo es un hecho inevitable e insalvable de nuestros tiempos. Sólo hay y habrá en el mundo (al menos mientras no colapse si acaso) bipartidismo alternogobernante de legitimidad electoral y totalitarismo de legitimación ideológica. Todas las demás figuras platónicas han desaparecido del panorama posibilista actual.

En este contexto, los ciudadanos se tienden a organizar inevitablemente en relación a esa situación que se fue construyendo progresivamente hasta acabar por estabilizarse y convertirse al fin en una realidad determinante. Tomados en su conjunto o globalmente, los ciudadanos optan por intentar realizar sus utopías y conseguir una mejora pública, de su grupo de referencia y personal mediante la participación política, y esta va desde la expresión de sus ideas, la manifestación pública, el ejercicio periódico del voto y la integración a alguna de las pirámides burocrático-políticas. En cuanto a estas, los llamados partidos, tienen sólo dos opciones: disputar el poder nacional, disputar el local o sumarse a alguno de los que lo disputan.

En concreto, una vez que la historia diera entidad a las cosas, el panorama general descrito se materializa en nuestro país mediante un PSOE y un PP dominando la escena y una serie de partidos que imposibilitados de alcanzar la cumbre optan por diversas estrategias de compartición y co-gobierno, de utilización de sus capacidades de presión, coqueteo y chantaje sobre los contendientes con posibilidades. En este sentido, es muy importante comprender que esas argucias son posibles y eficaces en tanto los otros dos partidos lo permitan en beneficio de sus propias estrategias. Y que esos partidos o grupos políticos menores tienen, gracias precisamente a la significación del cuadro descrito por encima de todo, esa como su característica principal del mismo modo que los otros dos tienen por principal la suya. Es decir, que hay dos que se disputan el poder y una serie de satélites que pretenden parte del pastel, y esto vale tanto para los partidos llamados nacionalistas democráticos como para ETA y sus brazos legales así como para todas las izquierdas o grupos democráticos más o menos pro-estatistas existentes más las diversas sectas que se pierden en el olvido y reaparecen apenas cada tanto.

El documento como he dicho afirma estos presupuestos a la vez que sólo estos permitirían comprenderlo en su justa medida o, en otras palabras, comprender algunas de sus aparentes contradicciones (que no existirían de plantearse las cosas en términos de concepción ideológica y que existen porque se plantean precisamente las cosas en términos puramente maquiavélicos).

Sin duda, el PP fue conmovido o conmocionado por la derrota electoral, eso es un hecho. Seguramente que las ilusiones de triunfo eran considerables (aunque no creo que masivamente estuvieran del todo seguros). Por otra parte, ciertas lecturas de los hechos, como la que inicialmente hizo Esperanza Aguirre, podrían indicar que la conmoción no fue para tanto (y que se justificaba la derrota por medio de circunstancias puntuales de las que prácticamente no se hablaba ni parecía que se quisiera hablar -lo que evidencia una intencionalidad estratégica que siempre ha sido característica de los planes de toda burocracia-). ¿Qué es lo que ha pasado entonces, o cómo entender el histrionismo de Rajoy que tanto ha llegado a dañar su propia credibilidad y tanto desconcierto produce en su electorado, especialmente por el hecho subyacente de que ha acabado por legitimar con su conducta los cuatros años de ZP, desde su talante hasta sus maniobras y desde su crítica a la oposición hasta su táctica de alianzas? Pues sencillamente, como una manera de justificar la urgencia de la renovación, es decir, como parte inseparable de la batalla que se habría de dar para obtener el control del partido por parte del sector que decidió representar (fuese esto antes, durante o después de México, como diría el sorprendido Jiménez Losantos mañana sí y otra también en su programa de radio). ¿Y qué piensa esa corriente? Pues que la lucha por el poder pasa o sigue pasando por la capacidad de formar un frente con los nacionalistas de derecha en contra del frente zapateril que cada vez le cuesta contentar a esa derecha nacionalista y pacta con el nacionalismo de izquierda que sólo exige banderitas y espejitos multicolores así como participar de la rapiña personal. ¡Esa parece ser la apuesta idílica de Rajoy a la que contesta el documento de Vidal Quadras. ¿Cómo? Pues tal vez con pragmatismo... y especialmente con una política económica. Porque es en este marco donde pretende Rajoy dar la batalla, una batalla que... llegará, que se presentará fñacil de ganar en el punto más álgido de la crisis, cuando el gobierno haga... agua (con o sin minitrasvase catalán). En este terreno, no importa no hacer oposición durante algunos meses, puesto que todo estaría en manos del destino. Y en este contexto... la derecha nacionalista, se unirá, de nuevo, al PP. Se supone que por una cuestión de clase, de intereses... ¡Cómo si el Rajoy fuera un marxista convencido que de repente considera determinantes los "intereses de clase" y el rol hegemónico de la economía y... como avalando sobre tales bases filosóficas la supuesta representatividad de los socialistas (supuesta como tradicional o heredada, que en general parece dar por cierta el 90% de la ciudadanía, en realidad un slogan que se desmiente a cada rato: desde el caso Endesa a los casos Botín pasando por los vínculos con las constructoras, etc., y tan eufemística como la que el propio Rajoy y todos los demás políticos de la derecha y del nacionalismo de derecha se autoasignan)! Y cuando en realidad lo que esto refleja es que Rajoy sólo pretende representar al aparato (pocas veces ha quedado tan en evidencia) al que en concreto se debe, al que quiere y debe llevar hasta el poder de nuevo: ¿los electores?, ya se pensará cómo para convencerlos (si lo logró ZP...) ayudados como he dicho por las fuerzas (económicas) del destino.

Como convenga, pues, el programa ya se acomodará con todos los ingredientes conservadores, liberales, cristiano-humanistas, etc., e inclusive socialdemócratas, que hagan falta.

El documento "Enmienda..." por su parte, se enfrenta a la corriente renovadora que impulsa Rajoy y delinea la figura a la que se opone al describir su propia alternativa táctica: la idea sería (lo enuncia en el primer párrafo no preambular) tender una mano a los socialistas no zapateriles (que se asume haberlos igual que la corriente opuesta asume haberlos a los nacionalistas burgueses), buscar su alianza contra el frente zapateril-nacionalista anticonstitucional; tal vez la gente de Bono, tal vez la corriente guerrista hoy relativamente marginada dentro del PSOE o los dirigentes, militantes y simpatizantes socialistas de las regiones más pobres y menos interesadas en un modelo de descentralización impositiva, a los que se sumarían los opositores socialistas al proceso de descentralización por razones diversas. Es decir, que se apoyaría en un hipotético cambio de liderazgo en el PSOE, en una pérdida de la Z, en un fracaso del propio plan Z que precisamente es el que ha conseguido que la crisis se instalara en el PP... como pretendía desde un principio (¡no se habrán podido creer, eso está claro, que les saliera todo tan bien y tan fácilmente en ese sentido!)

¿Por qué mirar hacia ese lado? Pues porque, para gobernar en las condiciones actuales del bipardismo, hay que mirar hacia algún lado. Lo que sin duda parece negativo para ello es criticar honestamente la manera burocrática de actuar, es más, hay que mejorarla.

En este enfrentamiento, obviamente, es decir, si se presta atención, no hay sino una polémica en torno al mejor procedimiento para desbancar a ZP. En eso, tienen razón quienes consideran que en el PP la discusión no es ideológica... Ja, sin duda no lo es ni siquiera la lucha entre PSOEPP, ya que ambos se diferencian en los grados en los que admitir el redistribucionismo, en los grados de violación de la legalidad para gobernar, en el grado en que se hace la vista gorda, en el grado de hipocresía... Sin embargo, al igual que entre ellos acaban surgiendo banderas ideológicas desconcertantes y engañosas y acaban alcanzando una cierta materialidad, entre los contendientes internos la propia dinámica de los hechos obliga a las partes a aferrarse a banderas ideológicas en bastante medida vinculadas a las posiciones tácticas (al menos... hoy, al menos... en el corto y a lo sumo en el medio plazo, porque... las cosas podrían cambiar y los pesos de las cosas podrían recolocarse).

Lo cierto es que la línea de Rajoy lleva a la aceptación de un fortalecimiento del regionalismo (interno y externo obviamente) mientras que la postura del documento favorecería el centralismo. Curiosa situación si se la mira a la luz de los propios estereotipos: Rajoy estaría a la derecha desde el punto de vista del supuesto izquierdismo de ZP que llega a aceptar la negociación con ETA, ERC o BNG, pero que, de cambiar de rumbo el viento o sea las relaciones de fuerza, no hay por qué no pensar que serán reprimidos o marginados después de ser utilizados. Pero esto no es sino una clara reproducción hacia abajo el esquema zapateril, un esquema por cierto que ya era subutilizado por los grupos regionales nacionalistas para su propia política de chantaje... y lo siguen haciendo. Un esquema que ZP se apropió y que amenaza convertir al socialismo todo nacionalismo de izquierdas, como se ha visto en Cataluña y se ve en el País Vasco y en Galicia (a la manera en que se convirtieron los indios de América al cristianismo). Sin duda, Rajoy piensa que él también puede apropiarse de esa supertáctica tan eficaz. Esto es como poco idílico, pero... Y sin duda desconcierta a los simpatizantes y a muchos militantes del PP que verían perdidos sus colores, su identidad, y de repente.

El grupo que está detrás del documento, por su parte, estaría más a la derecha desde el punto de vista instituido por la izquierda desde los tiempos de Stalin que considera izquierda al nacionalismo en su conjunto, a la idea de una descentralización que tal como se plantea es sin embargo más de derecha que ninguna (¿no es esta la línea de Forzza Italia en su país?) Sin embargo, su propuesta de pacto con los socialistas en nombre de la cohesión de la nación española no puede sino llevarse a cabo mediante un pacto redistribucionista ya que es absurdo buscar una corriente socialista que vaya más allá del tipo socialdemócrata respetuosa, es decir interesada directamente, en el funcionamiento democrático, como se puede ver por el escaso peso obtenido por la formación "seria" de Rosa Díaz, y su incapacidad para ir más allá de lo testimonial (tal vez lo contrario de lo que se esperaba del experimento y que vino a frustrar la línea seguida hasta ese momento por Rajoy y luego abandonada). Todo sin poder ir nunca, cualquiera sea lo que haya que soportar o la suerte de un respiro, bajo los marcos del capitalismo supervisado que no tiene otra salida que sus cambios gatopardistas o el colapso.

Eso... también suena a utopía... o al menos a excesiva o quizá desesperada esperanza.

Entretanto, de momento, las otras alternativas no tienen alternativa; y este es el caso de Esperanza. Contra las posturas programáticas se alza el pragmatismo que acusa a las primeras de ser testimoniales e inconduscentes y más allá de que esté siquiera tácticamente acertado. Pero entrar en más detalles es exceder el tema de este artículo que sólo pretende tomar algunos síntomas de un problema genérico que se desarrolla más allá de los supuestos contenidos.

En fin, lo cierto es que el galimatías verbal es notable, pero es lo normal: ya no hay conceptos y menos que se puedan mantener en el discurso político durante un cierto tiempo. Y lo real es que si bien el PSOE duerme sobre sus laureles, esto podría llevarlo hasta un repentino y violento despertar del que los zapatistas podrían ser despedidos a puntapies por sus correligionarios en cuanto puedan (¡nada debería sorprendernos!, y ya veremos hasta dónde se estirarán las gomas que lo sostienen todo y las membranas y redes elásticas tendidas sobre el abismo cuando las mentiras y subterfugios sean insuficientes, la crisis sea incontenible y la oposición comience a ejercer cualquiera sea su línea -que por supuesto no será contemplativa sino tácticamente- para conducir a una recambio, a la famosa alternancia que impone la realidad per secula seculorum... es decir, dentro de los 100 años de límite que tienen según el refrán todos los males. ¿O no es esta la esperanza en la que se basa Vidal Quadras?) Mientras tanto, las utopías están y estarán al servicio del pragmatismo político de los burócratas que se disputan los puestos, tanto para utilizarlas de banderas como para que se entretenga el pueblo. Y lo cierto es que cualquiera sea la alternativa, ya podeis dejar todos en el lugar el atillo de las esperanzas y de las utopías al completo para seguir andando hacia el infierno. El mundo marcha hacia una burocratización extrema y vacía o hacia su colapso. Y si no... al tiempo.

lunes, 26 de mayo de 2008

Imagen en el espejo de la feria de atracciones de la realidad

Una impecable ecografía de una burocracia contemporánea en el Poder nos la ofrece la particular que realizan dos birmanos exiliados (Ko Ko Maung and Saya San) acerca de las causas por las que la Junta reaccionó "tan lentamente" ante el ciclón Nargis.

1) Ningún subordinado estaba dispuesto a correr el riesgo prometido de recibir un tiro por llevar una mala noticia no querían dar malas noticias hasta el líder supremo, encerrado en su torre de cristal (torre y... ciudad).

2) el número dos no está preparado para dar un golpe y el número uno evita desde hace tiempo las reuniones de gabinete que le facilitarían las cosas. El número dos permaneció a la espera de un resultado negativo para el número uno en el referéndum y sólo procuró que este corriera sin perturbaciones.

3) no se podía actuar en detrimento de la idea de que Birmania es autárquica y que el Ejército no es capaz de resolverlo todo.

4) las noticias que señalaban desastres y catástrofes fueron consideradas "propaganda occidental" y de los "traidores" internos.

Sobran más palabras y sobra hacer pronósticos. Sólo pretendo que esto sirva para hacer pensar y para sacar conclusiones más allá de lo folclórico, lo anecdótico y lo específico. Es decir, para hacer comparaciones alegóricas ligadas a situaciones más familiares que, por lo que puede verse, son sin duda menos trágicas, al menos por ahora.

jueves, 22 de mayo de 2008

¡Horrore! ¡Horrore! ¡Qué son, qué somos!

Las burocracias políticas más temibles han descubierto (y redescubierto, reinventado o rescatado de los abismos de la Historia) muchas soluciones útiles. Entre ellas, ocupan un primer plano las que les permiten obtener apoyos fieles, a ser posible baratos y mejor aún si dan réditos adicionales o... colaterales, como se dice en estos casos. Las más sutiles corresponden a la inculcación en la conducta idónea del ciudadano sumiso y militante que se aplica a los niños, ciudadanos que se deberán sumar a quienes sepan vivir con de las raciones del botín global que el gobierno distribuya buenamente (he tratado esto en otra ocasión) y a cambio limitarse a recitar unos cuantos slogans para el momento sin preocuparse de su coherencia, sentido o significación sobre la base de asumir que, por estar originados en el equipo gobernante, fiel a su vez al líder, responden a la estrategia idónea y justa. Un buen ejemplo lo tenemos en los programas de las ikastolas y demás escuelas del los nacionalismos del Estado y con "La Educación para la Ciudadanía", por ejemplo.

En el extremo, la misma comprensión alcanzada por los mencionados estrategos de que los niños constituyen un ejército particularmente útil es la que puso en pie la Kampuchea Democrática y los ejércitos infantiles, como el que organizaron los hutus, así como los guardianes de los "Diamantes de sangre" o como el que existe y se sigue organizando ahora mismo en "Burma" (sirva de paso esto a modo de denuncia).

En uno u otro caso así como en los muchos intermedios, se están formando cada vez más eficaces ejércitos de primera al servicio de los soberanos ideológicos, sobre todo si son pobres en armamento atómico (cosa que están, además, empeñados en subsanar también). Esos ejércitos, como ya hay sobrados ejemplos, son muy eficaces en acciones terroristas y de espionaje, buenos escudos y y también, cuando están mutilados, al menos mal heridos, inclusive muertos, sirven extraordinariamente de propaganda y directamente de bandera. O sea, que son muy versátiles además de baratísimos y de producción simple y constante...

Esto explicaría que estos sistemas, en donde el niño se perfila como el material idóneo por antonomasia para garantizar la conservación y extensión del poder por parte de una de las mencionadas burocracias, estén resultando cada vez más utilizados.

El hecho escandaliza a las buenas conciencias occidentales (y me incluyo entre ellas obviamente... recnociendo al mismo tiempo que se trata de una postura histriónica). No obstante, y en honor a la honestidad extrema, deberíamos empezar por comprender y asumir que aquellos que producen y alimentan esas prácticas no son marcianos al estilo de "Mars attack" sino, básicamente, seres... como uno.

Porque... ¿hay acaso en estas prácticas algo que contradiga la esencia de las viejas razones por las que los seres humanos consideraron necesario tener hijos; o no se tienen desde el principio de los tiempos para que "honren a su padre y a su madre" o que deban mantenerse fieles a sus ancestros y a los dioses -de hecho los ancestros más remotos que puedan suponerse-? ¿Y no se erigen las autoridades en los verdaderos padres, de la patria, del futuro... hasta el punto en que una y otra cosa se confunden y se sustituyen?

Los propios padres civilizados que nosotros somos, por otra parte... ¿qué proponen, desean o sugieren para sus propios hijos sino que formen batallones resistentes a las amenazas e incluso ofensivos, si es que unas y otras cosa llegaran a ser reales? Porque... ¿no los tendremos en Occidente para dejar que se sumen a esos batallones de la esclavitud y de la muerte o para que se sometan mansamente a ellos, verdad? ¿E incluso... no los condenaremos por anticipado si nace en ellos la furia incontenible y la sed de venganza?

Milan Kundera relata en "El arte de la novela" (Tusquets Editores, Barcelona, 2000) cómo un día fue consciente del rol dictatorial de la paternidad que de tantas maneras sorprendentes se realiza. Ese día encuentra a una amiga que había sufrido persecución por parte de los comunistas llorando a causa de un acto indolente de su hijo de 26 años por lo que se anima a opinar delante de ambos que se trata de "una bobada" (sic) por la que no debería sentirse tan afectada. Esta crítica a la madre produce sin embargo un efecto curioso: es el muchacho el que interviene... realizando una autocrítica y prometiendo ante ambos que será "tal y como mi madre desea" (sic) tras lo que Kundera concluye:

"Lo que el Partido nunca consiguió hacer con la madre, la madre consiguió hacerlo con su hijo." (ibíd., pág. 125), lo que llevará al autor de "La insoportable levedad del ser" a calificar la escena de "miniproceso estaliniano" (ibíd.)

Recomiendo el resto, que no tiene desperdicio y que no sé si logro trasmitir en toda su dimensión.

Lo cierto es que el mundo del horror es nuestro mundo y que no sólo nos rodea sino que nos habita; que es, como decía, quizá más crudamente que nadie, Nietzsche, la manera en que se manifiesta la vida... la humanidad... la Historia.

Esa Historia puede considerarse como UNA, la de La Humanidad, pero sólo formalmente, como consigue llevar a cabo su trabajo La Razón. En los hechos, se trata de un eufemismo. En los hechos, como bien resume Judith Rich Harris:

"Los grupos no necesitan una razón para odiar a otros grupos: el solo hecho de que ellos son ellos y nosotros nosotros ya basta." ("El mito de la educación", DeBolsillo, 1999, pág. 157)

Y en gran medida por ello, ni más ni menos: "la historia no sirve para discriminar el bien y el mal, dirimir el conflicto moral" como afirma Leo Strauss en "El renacimiento del racionalismo política clásico" en obvia consonancia con Nietzsche, cuyo otro yo, dicho sea de paso, habría tenido que alzarse contra sí mismo para criticar sus intentos vanos de rescatar lo positivo como si esto pudiese ser más absoluto y ahistórico que lo opuesto como componentes de la Vida.

Y es que ahí está la diyuntiva del pensamiento: no puede describir su propia necesidad formal ni puede eludir la necesidad de emitir juicios absolutos. Y cada grupo... tiene y tendrá los suyos por imperativo genético pero también específicamente social.

Platón, en el "Timeo" (Alianza, Clásicos..., Madrid, 2004, pág. 50 y siguientes), reconocía la necesidad de "guardianes" probos para defender la ciudad, guerreros que sin embargo encerraban peligrosidad, ya que podían caer bajo la influencia de un grupo que no fuera... digamos... precisamente... platónico, es decir, encerraba el peligro para quienes lo necesitaban. Platón, Jenofonte, Aristóteles soñaban con la República de los Sabios, de los Justos, de los Virtuosos... pero la realidad se imponía del mismo modo que se sigue imponiendo: "... ¿cómo (se pregunta Strauss siguiendo a Jenofonte) lograrán los sabios conquistar la obediencia de los no sabios?" y se contesta, con Jenofonte, "La obediencia requerida no sobrevendrá sin el uso de la fuerza. Por consiguiente, los pocos sabios necesitarán el apoyo de un número bastante grande de auxiliares leales (...) Se persuadirá a los no sabios por medio de un noble engaño." ("El problema de Sócrates: cinco conferencias", en "El renacimiento del racionalismo político clásico", Amorrortu, Bs.As., 2007, pág. 239), que fue lo que acaba sugiriendo Platón al final de su discurso. Porque no hay más. Y esto tanto para uno como para otro bando, ambos afirmándo que la verdad está con ellos, ambos apoyándose en el propio autoengaño para poder engañar.

A fin de cuentas: absolutos que se erigen sin ninguna superioridad demostrable, que se erigen bien sea tentativamente, como mitos posibles ofrecidos a la sociedad con la pretensión consciente o inconsciente de que sean instituidos, empezando por los iguales o los seguidores, o que se impongan por la fuerza si se cuenta con ella, o mediante una u otra táctica de engaño, desconcierto y traición. Absolutos de los que el hombre no puede prescindir como ha sido dicho tantas veces como pocas se ha asumido (por los propios filósofos me refiero, claro).

Ante todo ello, ¿cómo no sentir un profundo dolor en esos momentos calmos en que no somos presos de la ira o de la necesidad...? ¿Cómo no exclamar ante la visión distante que nos suministra una película, un novela o un artículo de prensa, incluso a cuenta de nuestra fría capacidad de imaginarlo: "¡Oh, dolor; oh, desesperanza!", "¡Horrore, horrore!"? ¿Cómo, en fin, no expresar sentimientos reales a la vez que, más que políticamente, socialmente correctos?

Strauss señala que ante el galimatías, cobra una importancia capital la persuasión (ibíd., pág. 240) cuya impracticabilidad también pone en evidencia con el ejemplo de Sócrates (pág. 225). No se trata pues sino una nueva engañifa racionalista que adquiere toda su dimensión cada vez que una minoría sufre el peso del totalitarismo de las mayorías expresado en una manera de vivir y de pensar masivos y está totalmente imposibilitada para influir y no digamos actuar en contra (en el extremo, un individuo, como Sócrates). Justamente lo que nuestra época ha instituido de manera radical y que parece peligrosa, insoportablemente estable durante sus prolongadas etapas de Paz en donde las armas parecen meros fantasmas en coma cuyo despertar se posterga, globalmente, sine die o se relega a la periferia, a los suburbios, lejos del hombre blanco (que ahora ya es también amarillo y negro, como puede verse alrededor), en cualquier caso, en algún otro país. Una época de globalización donde ya no hay, como ya supo ver Nietzsche en el siglo XIX, ni un sólo territorio donde poder exiliarse o huir. Porque, volviendo a la cuestión de las posiciones y de nuevo con Strauss, "Todas las posiciones de este tipo son igualmente verdaderas o falsas: verdaderas desde adentro, falsas desde afuera" ("Ciencia Social y Humanismo", ibíd, pág. 58), al tiempo que no podemos dejar de asumir nuestra pertenencia a uno y sólo un "adentro", ya que "La comprensión empática universal es imposible" (ibíd., pág. 60).

Lo describió Nietzsche con meridiana claridad y contundencia: "sólo a partir del establecimiento de la ley existen lo justo y lo injusto" ya que "a las situaciones de derecho no le es lícito ser nunca más que situaciones de excepción (...) que están subordinadas a la finalidad global de aquella voluntad (la de poder, la "de vida" según privilegia Nietzsche en exclusiva, ignorando que "la vida" también tiene componentes negativos) como medios particulares: es decir, como medios para crear unidades mayores de poder" ("Genealogía de la moral", Alianza, Madrid, 2006, pág. 126).

Y todo esto hay que saberlo, saberlo y asumirlo, y ello en el límite de nuestra propia idiosincrasia, porque por una parte no se pueden alabar todas las contrapuestas acciones o prácticas del poder y de los poderosos de cada momento (por la filosofía al menos y simplemente por su incapacidad intrínseca, por su idiosincrasia fundamental; y la filosofía ES nuestro grupo -no lo hace ni siquiera Nietzsche aunque lo parezca ni siquiera en nombre de algo como la vida que tan bien parece justificarlo-). Sí, en definitiva hay que reconocerlo, puesto que nada, ni la cicuta, podrá darnos la ilusión de que pueda ser resuelto.

martes, 20 de mayo de 2008

De la insoportable separación del grupo

Hace poco tuve ocasión de ver un documental muy interesante sobre la vida de un grupo de simios en la selva. No tomé nota de la especie ni del lugar donde se desarrollaba la situación, pero asumo lo filmado como cierto para resaltar lo que no sólo se deduce de la observación de los hechos expuestos allí sino también del lo que podemos apreciar en el comportamiento humano. Así, el documental cumple aquí en gran medida con la función de refuerzo aún en el caso en que no se acepte el parentesco genético ni las teorías vinculadas a este fenómeno. En todo caso, sólo rescataré una de las situaciones, central por cierto en el guión, que tuvo lugar en la manada.

El grupo de simios aparece de entrada liderado por un macho (así es en el caso de los simios mal que nos pese por unos u otros motivos más o menos idílicos) al que se refieren con un nombre que ahora mismo no recuerdo, pongamos, Rafael. En un momento dado, un simio más joven (creo recordar que lo era), al que se le da otro nombre, pongamos por caso Vicente, lo desafía. Esto toma la forma de una aparatosa discusión de pueblo entre dos viejos caciques, principalmente histriónica, que no llega a las manos (ni a los mordiscos) y que sobre todo se expresa mediante gesticulaciones ostentosas, bocas abiertas enseñando las dentaduras, rugidos y chillidos, idas y venidas, subidas, bajadas, evoluciones diversas sin duda muy simiescas...

De repente, casi como si hubiese estado escrito en un guión previo (seguramente, pienso, en base a una proyección no necesariamente precisa de parte de Rafael de sus posibilidades, o quizás debido a un ataque de inseguridad personal), éste se da directamente por vencido y abandona la lucha iniciando un tímido retroceso. En ese momento, siguiendo igualmente una suerte de instructivo previo (parte sin duda del manual innato), Rafael es expulsado por Vicente (es decir, refuerza su retirada al límite y se adjudica la decisión punitiva) que lo aleja hasta hacerlo entrar en territorio de nadie.

Lo que sigue nos muestra la toma de posesión de Vicente, que es inmediatamente asistido por las hembras y los demás miembros de la manada que de uno u otro modo le manifiestan sus respetos (lo más significativo, por ejemplo, es que se hacen cargo de sus parásitos con una dignidad que me recordó al Padrino -ya veis, lo inevitable que resulta deslizarse hacia explicaciones animistas a pesar de tener la convicción de que no es, por llamarla eufemísticamente, un alma humana la que habita en el simio sino que su protoalma es la que evolucionó, o se complejizó, hasta dar lugar a la nuestra-). Pero sigamos con la historia...

Por su parte, Rafael deambula por la selva, solo. Se aprecia a las claras que marcha a la deriva y que poco a poco va perdiendo autoestima hasta mostrarse claramente deprimido. Al cabo de un tiempo, algo lo impulsa a regresar hasta los lindes del territorio de la que fue su manada. Mantiene una cierta distancia y desde un rincón relativamente protegido de la vista de los demás, observa, espía, se solaza incluso sintiéndose cerca de los suyos. Los demás creo que acaban viéndolo deambular cerca, inclusive Vicente, al que nada se le escapa, pero todos lo ignoran, no lo necesitan ni le temen; es un paria.

En un momento dado, Rafael, preso, se me hace, de una nostalgia insoportable, más fuerte como se verá enseguida que el orgullo o el miedo, comienza a acercarse cada vez más. Tal vez haya incertidumbre, pero más parece a causa del peso del tabú que de la consideración de que podría ser bapuleado y rechazado de nuevo; todo indica que esto será capaz de hacerlo compulsivamente hasta la muerte. En un momento dado, se coloca muy cerca de Vicente y parece provocarlo. En todo caso, es evidente que pretende llamar su atención, lo que consigue por fin en cierto grado. Vicente contra lo que pueda suponerse, tras aparentar ignorarlo le hace caso de modo displicente, aunque no para perseguirlo ni agredirlo. Rafael da muestras de querer que Vicente lo siga (los signos al menos son muy claros para ambos y me veo obligado a interpretarlos de ese modo por los resultados que siguen) y el primero comienza a internarse con pasos cautos en la selva, consiguiendo que el otro vaya detrás de él. Vicente no parece inseguro y, por lo que veremos enseguida, no es que haya sido demasiado ingenuo o haya sido engañado (aunque Rafael pudiera haber provocado cierta curiosidad en él que nuevamente hubiese sido más atractiva que cualquier prevención). Lo cierto es que lo sigue y ambos acaban bastante lejos del resto de la manada.

Por fin llegan a un pequeño claro, lejos de las miradas de los otros, ninguno de los cuales ha abandonado su territorio, obviamente respetuosos de la intimidad que parecían buscar los hasta hacía poco contendientes. Un sutil y lento ritual se desarrolla a partir de ese momento. No recuerdo la progresión exacta, pero lo cierto es que en un instante dado se aprecia claramente la pretensión de Rafael de mostrar su disposición a reconocer a Vicente como nuevo líder, como su amo; algo que Vicente acepta condescendiente aunque sin grandes aspavientos (como si así hubiese estado escrito, es decir, como si ambos estuvieran actuando bajo la dirección de un demiurgo y se cuidaran mucho de salirse del guión aunque toda la representación quede demasiado sobre actuada y nos de la sensación de ser un tanto falsa, impostada). Lo cierto es que Rafael muestra timidez ante un Vicente altivo e indiferente que se deja querer, concretamente... dejándose por fin despiojar por el otro que da muestras de un servilismo absoluto y autovejatorio como no se ha visto sino en los más repugnantes esclavos humanos o en alguna obra de Ionesco o de Becket... Por fin, ambos regresan a la manada, Vicente como si nada, Rafael como su más entregado sirviente... despiojador y... sin el menor atisbo de estar cultivando una traición o un a trampa. Vicente ha asumido entera y profundamente cuál es su nuevo lugar en la manada.

Sin duda, Rafael y Vicente podrían ser unos individuos particulares, con ciertas propensiones concretas que otros no tendrían tan acentuadas, pero a mí, en este momento, me interesa destacar una evidencia. Sea una constante o una particularidad frecuente, lo cierto es que Rafael no podía vivir fuera del grupo. Tal vez habría muerto de tristeza, tal vez habría encontrado otra manada que lo hubiese aceptado a regañadientes. Pero nada podía ser como su propio grupo. En ningún momento primó ni la libertad ni el orgullo ni el valor ni el resentimiento. Rafael no calibraría nada, se movería por el instinto. Y ese instinto lo llevaría a dar preeminencia a la readmisión, a la compañía, a lo familiar o habitual aún a costa de perder no sólo todos los viejos privilegios a los que culturalmente estaba acostumbrado sino a subordinarse por entero a quien había ocupado su lugar (obviamente, un lugar intercambiable en la manada que él mismo había cedido en un momento dado).

¿No pone esto, de por sí, en cuestión a toda la Filosofía? ¿Cómo se puede compaginar el racionalismo de Sócrates y el antiracionalismo racionalizado de Nietzsche con lo que se desprende de los hechos narrados? ¿Dónde está el valor de La Razón y su potestad de establecer una escala de valores poco menos que eterna y absoluta? ¿Dónde el sentido de aceptar la validez de los instintos y revertir la tabla de valores que sin justificación racional incuestionable simplemente elegimos en base a un sentido práctico básicamente visceral? ¿No se trataría siempre de elecciones dependientes en cada individuo aunque dentro de un rango vinculado a lo heredado, a lo que sobrevivió gracias al encaje eficaz (incluso en tiempo y forma) entre lo que surgió y lo que se encuentra al surgir; elecciones un tanto repetitivas pero también particulares dentro del mencionado rango que empujan y orientan al individuo que ha caído en una situación accidental (que nunca es cualquiera sino una de las posibles) a otra nueva, ni mejor ni peor ya que esto es una valoración que no viene a cuento, donde podrá seguir viviendo o al error fatal que lo eliminará (definitivamente si no ha dejado descendencia, parcialmente si lo ha hecho)?



Nota: añado una preguntita capciosa que tal vez se salga del contexto: ¿se podría observar una causa similar a la que moviera a Rafael detrás de la nueva política del PP, es decir, una pulsión que le evitaría quedar fuera de la manada burocrático-política? ¡Bah, no hagan caso, es una pura asociación malévola basada en una exagerada extrapolación ridícula!


"De esta vida mentirosa"

Los hechos siguen consolidando la irresistible marcha de lo Político hacia el Puro Marketing. Porque... ¿qué es la actual Ministra de Defensa sino un simple Producto Marketing; ella misma en persona, cuya figura da sin duda para ilustrar la próxima edición de "Educación para la Ciudadanía"; exactamente la imagen prevista por los diseñadores de la campaña, esto es, por quienes idearon el hallazgo de su nombramiento, con la sin duda planificada compartición "a medias" de los deberes de crianza, algo que además de su notable dosis de hipocresía y oportunismo pone en evidencia las contradicciones insalvables del uso de los atributos femeninos al tiempo que estos son negados hasta en los papeles (sobre el carácter ambiguo y contradictorio del feminismo "de izquierdas", véase LD -la foto es la que acompañó al artículo-), y cuando sólo cabría la negación extrema -por vía tecnológica- con la desaparición del ser mismo de la mujer (y del hombre), es decir, con la desaparición del propio icono reivindicativo?

En fin... un tema que podría muy honrosamente haber figurado en una novela que léi el año pasado, "De esta vida mentirosa", del napolitano Giuseppe Montesano (Editorial Parténope), por cierto muy recomendable y esperpéntica y que ahora y a la vista de lo que vamos viendo me resulta aún más esclarecedora.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Las exigencias de la Realidad


¿Puede darse pintura más rica de contenido y de matices del funcionamiento de las sociedades humanas (incluida la actual a la que llamo quizás muy simplemente burocrática) que la plasmada por Camus en el siguiente pasaje de su novela "La Peste"?:

"Lo más notable era (...) la manera en que en el momento de una catástrofe una oficina podía continuar su servicio y tomar iniciativas como en otros tiempos, generalmente a espaldas de las autoridades superiores, por la única razón de que estaba constituida para ese servicio." ("La Peste", Pocket Edhasa, 1977, pág. 103).

Algo que caracteriza incluso al comportamiento individual e incluso al mismísimo organismo humano, animal, vegetal... donde, ante la irrupción de una amenaza, como La Peste (¡y hay muchas cosas asimilables a ella, no todas ni mucho menos compartidas ni igualmente valoradas!) la conclusión es indiscutible:

"... no hay más que un solo medio: combatir la peste. Esta verdad no era admirable; era sólo consecuente." (Ibíd. pág. 126)

Incuestionable: se trata de mecanismos (o sujetos) que no pueden sino intentar escapar de la realidad (¿huir?) hasta que ésta les de alcance u optar por combatirla y, de ese modo... acabar al servicio de otra similar.

Esto (el tema capital de "La Peste") se ve en la medida en que el mal avanza, en la medida en que ya no se puede considerar como algo meramente pasajero, o de efectos marginales, es decir, en esos momentos que se reconocen como situación extrema, lo que es visto así por unos antes y por otros después, e incluso por muchos... demasiado tarde.

Unos momentos en los que se tiende a decir o se acaba diciendo algo del siguiente estilo (al margen ex profeso de que cada grupo tenderá a rellenar con sus particularidades los conceptos genéricos que empleo como si las aceptáramos por idénticas todos):

"Hay cosas candentes que requieren nuestra atención inmediata, interrumpamos la contemplación y nuestros sueños de futuro, abandonemos el refugio o la comodidad, formemos batallones, acudamos a la llamada de las armas".
¿No está aquí todo el dilema, toda la diyuntiva del hombre por tener, digamos... más conciencia de la necesaria? ¿No es esto lo frustrante, ya sea se mire hacia el pasado en busca de infinidad de ejemplos contundentes o se tenga la perspicacia de entrever lo que de todos modos pasará... y al mismo tiempo lo inevitable? ¿Cómo aceptar como normal o natural que acabe uno, y cada uno, al servicio de una situación equivalente? ¿Cómo no preferir olvidar y creer que todo es nuevo y excitante?

Sin duda, sin alternativa: se trata de una "verdad (...) sólo consecuente."

Otra vez de leonas y leones...

Mientras que los Políticos contemporáneos se asemejan a las leonas, como he demostrado hace tiempo, acabo de enterarme que los Filósofos de todos los tiempos son como los leones. He aquí lo que me ha dado la pista:

"Lion sex is interesting to watch, but I fear that admission may tell you more about me than about them. So here is why it is interesting. many mammals, including humans, have regular estrus cycles, but lions have a different system. After cubs are weaned the female becomes interested in sex again and flirts outrageously with the male, wrapping her tail around his head and other things that are pretty unmistakable, even to a human observer. The happy couple then starts having sex - over and over and over again. Lions are stimulated ovulators; the female does not ovulate until she is stimulated to do so by lots of sex. As a result lions will mate roughly every 15 to 20 minutes for two or three days—200 to 300 times in succession. During that period they are inseparable and will not hunt or eat. They still need to drink but this is a bit problematic because if the male goes to drink then another male may sneak in. The regularity of the mating process is great for a photographer, because lion sex is over very fast. Although they surely win the prize for the number of repetitions, each time only takes a minute or so. You have to be all ready to get a good picture." (extracto de un artículo del DR. NATHAN MYHRVOLD que preside y gestiona la empresa Intellectual Ventures, y que encontré casualmente en Edge. ¡Hay fotos!).

En todo caso, aparte de que estas similitudes se establecen en las circunstancias apropiadas, se debe entender que, lamentablemente para ellos (según se mire, y para sus mujeres, según se mire), a los filósofos lo que les cuesta soltar son la lectura y la escritura así como dejar de pensar... ni siquiera en el caso de que les sobrevenga un ataque de sed. Por lo demás...

(Y conste que dejo otras asociaciones a criterio de vuestro más que posible malpensamiento.)


(Bueno, aprovecho para deciros me tomaré un respiro poco habitual en un león. A ver con qué buenos comentarios... aunque sean leoninos... o leoninas. me encuentro a mi regreso.)

lunes, 5 de mayo de 2008

El "caso" Sócrates. Pensamiento y Polis, conflicto y diyuntiva.

¿Fue una debilidad o un acto de fortaleza lo que llevó a Sócrates a preferir la muerte...? ¿Algo a valorar o a denigrar? ¿O fue, por el contrario, una simple consecuencia de un pensamiento y de una sociedad en conflicto; es decir, de la resolución del choque que se estaba dando?

Sin duda, la respuesta dependerá de los valores que se elijan defender. Y por supuesto mis preguntas no se refieren a lo fáctico, es decir, a si cabía o no que de defendiera mejor o que huyera en lugar de aceptar someterse al resultado de un juicio que sin duda intuía desfavorable (no podía sino concluir que nunca consiguió que las masas lo siguieran).

Ahora bien, las preguntas no sólo pueden responderse con diversos contenidos, por ejemplo, como un debate futbolístico propio de nuestra actual era de la postmodernidad; y directamente a partir de nuestros prejuicios, como un asunto de valores, es decir, como una cuestión ideológica. Las preguntas encierran preferencias del mismo tipo, encierran una intencionalidad. Pero intentemos ponernos a distancia de sus contenidos inmediatos y tratemos de ver lo que se halla detrás del propio discurso, detrás del propio texto, algo que el texto (los textos, las preguntas, las respuestas, mis propias críticas, todas las críticas, es decir, los textos y discursos de la Filosofía en general...) REVELA (revelan). Textos, discursos, respuestas de exclusivo dominio filosófico y por lo tanto específicos, propios de ese dominio particular.

Dos hechos son indiscutibles a la luz de ese enfoque (o sea, más allá de la existencia de conflictos internos al texto que podrían o no considerarse a la luz de la historia del pensamiento o a la luz de algún absoluto de preferencia): la existencia de un conflicto interno por parte de Sócrates con su propia conciencia y la existencia de un conflicto de esa conciencia con la sociedad, ninguno inseparable del otro, ambos caras de una misma moneda. Porque... ¿acaso es posible imaginarse a Sócrates en paz consigo mismo en un contexto en el cual TODOS los hombres fuesen sus discípulos? Él mismo, cuando reconoce que el camino de la sabiduría por la que intenta en potencia empujar a TODOS los hombres es una utopía (los hechos son contundentes: ignorancia, envidia, caracteres innatos -debidos al capricho de los dioses, lo que hoy es atribuido a la genética-, etc.), entiende que sólo cabe... LA HUIDA ("Teeteto", "Diálogos", Ed.Porrúa, México, 2007, pág. 453 y anteriores), "... huir lo más pronto posible desde esta estancia a la de los dioses".

Pero, al margen de los hechos (la diferencia entre los hombres, la existencia de una realidad inmediata, etc., que el filósofo tiende a ignorar, donde "está presente (...) sólo con el cuerpo" -ibíd., pág. 450; a lo que añade el ilustrativo ejemplo de Tales y la historia de su caída en el pozo), al margen en definitiva del carácter UTÓPICO de aquellas pretensiones, queda claro que las mismas tienen una causa propia, que la Ciudad y el Pueblo no son su causa. Cada una nace por su propia cuenta aunque simultáneamente, y simultáneamente entran en conflicto.

Dejaré hasta donde se pueda de lado la concepción idealista-objetiva de Sócrates (o más bien de Platón) y de las razones que podríamos hallar para explicarla, así como los aprioris en los que se basaba y las consecuencias de sostener las conclusiones que se derivan de sus preguntas más o menos capciosas. La cuestión no tiene nada que ver con una u otra concepción. Los filósofos se han enfrentado entre sí al respecto durante milenios, han buscado soluciones más o menos religiosas... o científicas, se han apoyado en diversos apriorismos... pero TODOS han sufrido el mismo referido conflicto. Es hora de hablar sólo de él.

Cuando nos preguntamos (preguntándole al texto que se supone refleja el pensamiento de Sócrates) por qué no huyó, por qué no usó los trucos de otros condenados (llorar, arrepentirse, mentir...) y, por otra parte, por qué los jueces, los representantes políticos de los atenienses, el pueblo a cuya opinión indudablemente se plegaron, instigados por la mediocridad y la envidia sin duda que se puso como siempre a la cabeza, que fue, como siempre, capaz de levantar los ánimos e indisponerlos contra... ¿un inocente? o... ¿un peligro?, por qué lo condenaron, surge una sola respuesta posible: porque ambos eran peligrosos el uno para el otro.

La decisión de Sócrates (al menos de su reconstrucción platónica en la que nos basamos y que sin duda reviste una pureza que podría muy bien inducir dudas; es decir, del estereotipo de filósofo depurado por Platón como paradigma de conducta sabia y ejemplar) acaba siendo la de permanecer fiel a los principios que había defendido a lo largo de su vida, a sus convicciones, por encima de toda amenaza (de la que llega a dar incluso una visión idílica y esperanzadora para facilitar... el mal trago). Esta fidelidad a la que se siente obligado, está presente explícitamente y ello en relación a todos los valores defendidos por Sócrates, es decir, a aquello que consideraba virtuoso en él mismo y en sí, o sea, conceptualmente. En el "Critón" expone la dependencia respecto de su conducta anterior; no sólo se trata del discurso sostenido a lo largo de su vida sino también de su conducta real, política; se siente obligado a ser consecuente so pena de tener que avergonzarse (para lo cual atribuye Las Leyes a la inmutabilidad o a lo divino, mientras deja a los hombres los errores de su aplicabilidad). En el "Teeteto", más allá de seguir poniendo sus convicciones en práctica como si nada y más allá -sólo tendencialmente, claro- de las "verdades vigentes" (del mismo modo que repite poco después en el "Eutifrón", cuya acción se desarrolla casi de inmediato) manifiesta de hecho su deseo de trascendencia -en el joven Teeteto-, es decir, la necesidad de discípulos y de transmisión. En el "Eutifrón", llega a poner en ridículo cualquier otra posible conducta -rastrera, mediocre, deshonesta... caricaturesca- en una búsqueda indudable de la convicción propia, del autoconocimiento, de la imposibilidad de colocarse la máscara de la que habría podido valerse... si no fuese él). En la "Apología...", intenta hacer de su propia idiosincrasia un ejemplo que el pueblo debería valorar como lo valora él mismo -aún lo intenta casi como para la posteridad, ¡con lo poco que ha servido!-, la usa como un arma, intenta convencer representándose a sí mismo y con ello a los jueces y al pueblo que él desearía y, por fin, comprendiendo a medias que no conseguirá lo que no ha conseguido a lo largo de su vida (que los hombres lo comprendieran y adoraran) acabará manifestando por fin su decepción, una decepción inevitablemente relativa ya que de lo contrario habría debido renunciar también a sí mismo). Por último, en el "Fedón", se arma de esperanza, reafirmándose gracias a ella mediante la apuesta indemostrable de que volverá a la vida o que al menos la tendrá en el más allá.

En ningún momento pone en cuestión su concepción, su filosofía (en este sentido, esto podría ser obra de Platón con ese objetivo: la propaganda a través de un ejemplo de pureza y coherencia extremas... algo que, dicho sea de paso, imitarán sin duda los apóstoles y muchos más). No lo hace a pesar de contradecirse y de ponerse al filo de una reconsideración o revisión fundamental: el Sistema pretende (tiende a) sobrevivir al cuerpo, sea como sea. El Sistema pretende la existencia de un ente idílico y apriorístico que no es más que La Razón; un ente a la medida de una idiosincrasia. Y reconocerlo (o sea, desdecirse en un ápice, lleva a la caída en rotundo de todo el edificio... algo que está a punto siempre de suceder... y que acaba con la cicuta y con la esperanza en otra vida.

A los 70 años, sí, Sócrates optará por el Hades para continuar intentando transformar -¿qué otra cosa si no?- mediante el diálogo, el arrinconamiento dialéctico y lógico y el racionalismo a vivos y muertos, seres y almas... Algo que de todos modos entra en contradicción con su amor y su sostenida confianza en los hombres posibles y que, incluso, pone límites a su búsqueda de la Verdad. Pero esas contradicciones de la propia filosofía a la que decía deberse son menores en comparación con la renuncia al apriori absoluto: La Razón, Las Ideas, Los Dioses, lo precedente... de lo que llega seriamente a dudar cuando encara el problema de la objetividad, de la existencia ("Teeteto", ídem, pág. 492) quedando aquello interrumpido a causa de Meleto y los demás (debe acudir al Tribunal donde estos lo acusaron de impiedad).

Así, lo más sobresaliente de esa idiosincrasia, a pesar de sus explícitas manifestaciones, es su carácter dogmático; un carácter no realizado nunca del todo, pero que contiene el ingrediente fundamental de todo dogma: un apriori, en su caso la preexistencia de La Razón y su inescrutabilidad, tan extrema a fin de cuentas como los misterios de una religión, de LA REVELACIÓN.

Strauss hace una lectura concluyente: Sócrates es Sócrates por encima de todo, sea esto por ganas, por vocación educadora o por "puro entusiamo" ("El problema de Sócrates: cinco conferencias", en "El renacimiento del racionalismo político clásico", Amorrortu, Bs. As., 2007, pág. 197). Sócrates es, así, víctima de sí mismo, aunque también lo es de la Ciudad. En otras palabras que podrían englobar ambas vertientes: es víctima de su tiempo...

... como siempre (supongámoslo al menos) le sucederá a todo filósofo en cualquier Ciudad.

¡Ésa es la cuestión!

Porque el otro aspecto que se pone en evidencia, es el conflicto objetivo entre la Polis y la Filosofía. Se pone de manifiesto como conflicto entre la Realidad Vigente y la Utopía Deseable. Aquello que he sostenido antes siguiendo a Strauss en relación al peligro que la primera representaría para la segunda según dice, pero también, insisto, del peligro como las segundas, las utopías, son sentidas por las primeras, por las Sociedades. En este sentido, Sócrates se ve entre dos fuegos: de una parte es acusado por la mezquindad que se hace vocera de la Polis y acaba condenado por ella (en este sentido, se trata de pequeños demagogos). El pueblo, los jueces, las Leyes... lo condenan. Sócrates (según Platón) ha seguido una conducta basada en una cosa (algo a lo que en el final renuncia cayendo en contradicción interna): su confianza en el método, su confianza extrema en esa Razón que atribuye a los dioses, cuyos designios se limitaría a obedecer. Es en base a ello que valora las Leyes suprahumanas de la Polis (conceptuales, al menos ancestrales) en la que aceptó vivir, reduciendo el papel de los hombres, de su debilidad, a la aplicación de esas leyes, a su ignorancia para aplicarlas, al hecho de que, como reconoce que no puede ser de otro modo (por la mencionada incapacidad política de los sabios), no están en manos de ellos... ni de los dioses (lo que ni siquiera, al menos a través de Platón, intenta explicarse). En base a ello, se siente en el deber de respetarlas... pero porque lo que respeta es su propia convicción acerca de la ininteligibilidad de La Razón, de las ideas, de los dioses... Lo que no llega a hacer estando en esa situación límite, es renunciar a su idealismo, aunque su declaración de preferir un público superior al real, el que asume que hallará en el Hades para seguir siendo el que ya era y quiere seguir siendo ante ese público sin cuerpo; reducido incluso, por fin, a una pura alma liberada de las pesadas cadenas del cuerpo entre otros iguales a él, los justos, los que se lo habrían ganado... Lo que no admite en ningún momento, es que la Polis jamás podrá aceptarlo, que jamás podrá ir más allá y... ¡esa es la cuestión, responder a La Razón! La Polis, esa es la cuestión, no podrá nunca coincidir con la Filosofía sea esta la que sea.

Nietzche puso el dedo en la llaga al calificar esa filosofía (incluso toda filosofía) de decadente y al señalar ("La razón en la filosofía", "Crepúsculo de los ídolos", Alianza, Madrid, 1979, pág. 45) que se debía a "su falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir (...), (por hacer) de ella (de cada cosa) una momia" porque "lo que es no deviene, lo que deviene no es..." (en clara alineación con el presocrático Heráclito a quien menciona y valora... aunque demasiado apresuradamente me temo -enseguida diré por qué aunque sea brevemente-).

Sin duda, esta es una clara denuncia de la tendencia dogmática había heredado y contra la que arremete, una filosofía que él considera presente desde sus orígenes, con su racionalismo y su sostenimiento de una moral por encima de todo. Pero... ¿acaso de la filosofía que NietzscheNietzsche (esto es lo que aquí más interesa o más deseo resaltar) consiguió resolver el dilema, es decir, evitar una conducta utópica, prescindir de una escala de valores y evitar el peligro de la Polis?

Yo creo que no y esto en base a la evidencia histórica hoy particularmente notable (que lo sea responde también a causas históricas de enorme significación de las que hablaré en breve y que pretendo resaltar): la necesidad política, inevitable por ello mismo, del dogma en contra de los filósofos (incluidos los nietzscheanos como el mismo Nietzsche) y la defensa racionalista del antidogmatismo, también inevitable, por parte de la filosofía (que se verá en los hallazgos y las contradicciones de Spinoza, a quien de hecho al menos se acerca, y quien describe impecablemente la existencia de los dos mundos que cada uno, pensador y político, habitan, aunque luego claudica a las necesidades y limitaciones de su tiempo, por decirlo de algún modo).

Nietzsche arremete contra el dogma que se estructura en torno a La Razón (y como el dice dándolo por sinónimo, del lenguaje) y La Moral, pero no deja de utilizar ambas cosas... porque no puede hacer otra cosa como humano que es. La Razón y La Moral, son en realidad atacadas por apriorísticas... a priori y por oponerse a... ¿A qué? Nietzsche nos dice que el problema es que no somos fieles intérpretes de los mensajes de nuestros sentidos, inclusive ¡que ése es el único el problema!: "Estos (los sentidos) no mienten (...) no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos de su testimonio, eso es lo que introduce la mentira" (ibíd., pág. 46). ¿Y qué "demonio" nos lleva a ello?: "la razón", la que nos hablaría como a Sócrates y que nos lleva a negar que "El mundo aparente es el único, el mundo verdadero no es más que un añadido mentiroso..." (ibíd.) Un "fetichismo (que) ve en todas partes agentes y acciones: cree que la voluntad es la causa en general; cree en el yo, cree que el yo es un ser, una sustancia..." (ibíd., pág. 48) Y, a mi criterio, vuelve aquí a apuntar extraordinarios aspectos que nos empujarían a ver las cosas de un modo que parece más productivo para el desarrollo del pensamiento... ¡Oh!, pero todo eso... ¿qué es?

Nietzsche retrocede hasta Heráclito y Protágoras (mientras Strauss apuntará a la Edad Media y a la Grecia Clásica): defiende el tránsito constante, la mutación permanente, el mensaje decisivo de los sentidos... parece darle igual lo que opinen los otros, él se refugia en su verdad en contra de cualquier otra verdad absoluta apoyada en el absoluto universal, en el de La Razón, en el de La Moral. No hay una humanidad digna de ser tomada en cuenta, la respuesta está en el futuro, en el superhombre, en la transvaloración, en la acción heroica del individuo, en lo que le es específico, en lo que le dicen sus propios instintos... Su postura es un poco como decía Sócrates relativista... y por ello insostenible. Insostenible porque no resulta... OPERATIVA. El dogma, lo absoluto, La Razón, La Ciencia, La Moral, El Mito, inclusive el Slogan... si lo son. Además, no ve el carácter natural de una herramienta presente en el hombre por la misma causa y necesidad que los instintos y que es usada por unos más que por otros, justamente... la razón. O lo ve, pero lo rechaza: no es un valor que considere digno de un miembro de su grupo, real o imaginario (algunos de los que valora, también serán usurpados por caricaturas y caricaturizados... caricaturas bien peligrosas por cierto...)

Nietzsche no puede dejar de caer en aquello que Sócrates/Platón veían de problemático en el subjetivismo: un relativismo que resultaba paralizante, poco o nada operativo, de hecho entreviendo sin decirlo claramente, que el hombre (en realidad el hombre aunque sea mínimamente filósófico) no puede prescindir de lo absoluto para guiarse en el mundo y en el tiempo. Y éste es un problema no resuelto ni resoluble en los marcos del formalismo filosófico.

A fin de cuentas, tanto Sócrates como Nietzsche se sentían asistidos por La Razón, por una Razón; sentían que eran capaces de ver "el problema", "la causa" o "la sustancia"... realmente verdadera. ¿Tal vez porque Nietzsche no atacaba la idiosincrasia filosófica propiamente dicha sino que competía contra otra... equivalente a fin de cuentas a la suya propia? ¿Porque no enfocaba las causas que explicaban la tozudez filosófica del mismo modo que intentó explicar la tozudez moral, es decir, explicitando su genealogía?

Nietzsche, quien combatía ese recurso extremo a La Razón por parte de la filosofía clásica ("El problema de Sócrates", op. cit., pág. 42), defendía sus posiciones mediante un sucedáneo alegórico, pero el producto final resulta equivalente: Nietzsche no podía sino pensar, razonar, establecer relaciones de causa y efecto, de concatenación histórica (en lugar de la referencia divina o contingente), y en última instancia, impulsar a sus lectores a pensar por ellos mismos, a razonar. Nietzsche, como Sócrates, sentían que les asistía la razón, y ambos no dejaban de buscar o de desear un público que les permitiera levantar el mundo según sus visiones y deseos, o cuanto menos, acercarlo, hacerlo más próximo, sembrar para que el futuro esperanzador en el que creían llegase alguna vez (en el Prólogo a "La genealogía de la moral", lo reconoce: "...desde el momento en que se me abrió tal perspectiva, yo buscase a mi alrededor camaradas doctos, audaces y laboriosos (todavía hoy los busco)" (op. cit., Alianza, Bolsillo, Madrid, 2006, pág. 33).

Todos buscaron su grupo de vanguardia. Todos tenían sus valores en oposición a los de los demás grupos competidores. No escribían (o hablaban) sino para ser leídos (o escuchados), en todo caso para ser comprendidos y seguidos, secundados. Unos se dirigían a las masas (en apariencia) y todos a sus iguales, los pensadores, los reflexivos, los que tuvieran capacidad para comprender y para hacer: desde Eutifrones a hijos de reyes. Todos buscaban la palanca que les permitiera mover la Tierra a la que, después, adornaban con definiciones desconcertantes: clase social, intelectualidad, pueblo, nación, humanidad... Había, pues, una intencionalidad política. Pero de una política claramente utópica, inviable, que idealizaba a los hombres, que se basaba en que cualquiera podía llegar a ser un sabio... o ser... ¿un simple esclavo en una República de Sabios? ¡Oh, sí, quizá esa pretensión más o menos inconfesable, elitista, que vemos aflorar en Nietzsche... pero que también acaba en utopía!

Nietzsche llegó a convencerse de que se había anticipado a su mundo, que habría debido nacer más adelante en el tiempo, en el futuro... donde, quizás, ya estaría reinando el superhombre. Uno o como mucho dos siglos más... supongo que pensaría. Pero nosotros ya estamos allí, y Nietzsche sigue sin concitar un interés masivo en sus propuestas ni como para que se forme un grupo o partido capaz de instaurar su mundo positivo, vital, desprejuiciado... Es más, ha sido superado por los que vinieron después (al margen incluso de los que heredaron una visión contraria), los que siguieron buscando una salida (esta vez en la Tierra y no en el Cielo, claro... Muchos al menos.) Una salida que significa ignorar que es imposible, que no podrá erigirse el mundo de los justos, que no podrá imponerse la virtud, que no podrán imponerse las afirmaciones de la vida...

Y es que, para llevar a cabo esa construcción de un modo real, bastan y son necesarios los Eutifrones y no los Sócrates, bastan las caricaturas y las Repúblicas de Pacotilla... algo que por fin ha devenido... y de lo que tan frustrados nos hallamos todos los verdaderos filósofos; al menos, los que no hayan claudicado. Sólo pueden existir Ciudades reales, esas que se comen crudos a los filósofos o que, a lo sumo, los cuecen en una olla.

Sí, visiones utópicas basadas todas en un a priori. En el mismo apriori diversamente adornado a instancias de los tiempos y de sus agentes.

Ni siquiera fue la filosofía marxista la verdadera instauradora de un mundo próximo a sus propuestas. Para ello hubo de corromperse, de reducirse a una progresiva serie de slogans de escasa permanencia dogmática, meras referencias engañosas del verdadero grupo que tomó el poder y llevó al extremo el mundo preexistente y no uno nuevo. Nada muy diferente de lo que ya había sucedido con la Revolución Democrática en Francia, Inglaterra, USA y no digamos en Alemania o España. En estos casos, los filósofos sólo alfombraron el camino al poder de los burócratas intelectuales. Fueron estos, los Eutifrones los que resolvieron la cuestión, los que se sentaron en los puestos de mando, los que encontraron justificación referencial en la doctrina y acabaron convirtiendo en frases y palabras huecas los conceptos utópicos mejor intencionados; en... slogans. Y esto cada vez, dicho sea esto de paso, en un grado superior.

Nietzsche desvaloriza a Sócrates en lugar de comprenderlo y comprenderse. Tanto uno como el otro se perdieron por un motivo crucial: creer que los hombre (la entera humanidad) PUEDEN llegar a ser como ellos de uno u otro modo... Que ellos estarían por delante, o ayudándoles precisamente a llegar. Que, en todo caso, con el ejemplo o con la publicidad de las ideas, educando a un príncipe o a un pueblo, dejando en fin la semilla, ésta habría de germinar. Claro: en todos los casos, debían alcanzar su grado de conciencia. Creyeron así, que la humanidad PODÍA y PUEDE, de algún modo, mediante algún método, seguirlos, aprender de ellos, ser educado por ellos... o dominado (y fluctúan entre ambos extremos haciendo de ellos cócteles diversos en proporciones moralmente condicionadas o amoralmente no condicionadas, según se trate, pero sin abandonar nunca esa convicción utópica y... necesaria, inevitable).

Pero eso, paradójicamente en algunos casos, hipócritamente en otros, insustancialmente en unos más, implica considerarse a sí mismos, sea como sea que se justifique, superiores a todos los demás (incluyendo a los de su propia clase), más cerca de esa forma de los dioses (creados a imagen y semejanza suya como bien señaló Strauss, tal vez con Nietzsche nuevamente), de la sabiduría, del Dios único o, por fin, del superhombre... Para el caso, se trata de una cuestión semántica.

Pero en realidad, los hombres son distintos entre sí y una mayoría no quiere e incluso rechaza ser educado precisamente en algo tan conflictivo como en un pensamiento antidogmático. Hay que partir de ese reconocimiento. De aceptar los mecanismos existentes, de su utilidad involuntaria y de su imperfección emergente, de la presencia irregular de esos mecanismos nacidos de la marcha sin meta de las cosas. En ese contexto históricista se puede entender el por qué de todas las realidades y su justificación ilógica e irracional. Por ejmplo, se puede comprender que los dogmas y los mitos sean útiles, prácticos, aprovechables... por los sujetos reales agrupados de un modo real. Resuelven sin duda lo necesario para continuar viviendo, sobreviviendo, reproduciéndose, es decir, cumplir con la teleología humana (en tanto que una forma más de vida), si se quiere precisar: interna o autoteleología o emergente o autopoiética como la entiendo más o menos yo (lo que de todos modos no es lo que está aquí en discusión). Hay que aceptar esas diferencias resultantes. Los hombres son tan distintos que, para usar una alegoría grata a Strauss, no se dedican a la vez a repicar y a estar en misa. Ni pueden ni quieren. Ni se lo permite la realidad personal ni la social ni la histórica. Como, a los filósofos de verdad, tampoco el dirigirlos ni a su mundo imaginario ni a ninguno de los imaginados por sus sustitutos.

Yo aprecio hoy (aunque podría decirse que llevamos unos cuantos años con un cuadro favorable a ello, por lo visto no del todo suficiente, lo que hace que no me atreva a afirmar que ello se produzca alguna vez) una característica que tal vez pueda acabar frustrando definitivamente los sueños filosóficos (y no digo la filosofía, porque tampoco me atrevo). El hecho de haber llegado a una sociedad gobernada por la seudointelectualidad, o si se prefiere, por una intelectualidad no filosófica e incluso cada vez menos filosófica y agitadora de breves libritos rojos o de cualquier otra variedad de slogans desconcertantes, es para mí un hecho especialmente significativo. La frustración, en los niños al menos, permite el paso hacia la madurez. Sin duda, el problema es intrínseco, pero quien sabe... Tal vez todo se repita, tal vez sea cosa de un Eterno Retorno, tal vez querramos insistir (me refiero a los filósofos) y prefiramos sufrir con tal de seguir soñando. Quizá, no obstante, un día comprendamos que la humanidad está aquí sólo para seguir reproduciéndose como sea (incluso ayudada por la tecnología) y que esto puede muy bien hacerse bajo la fe de uno u otro tipo y hasta bajo el pastoreo de los Morloks o bajo la severa mirada del Gran Hermano proveedor de la droga de la felicidad.

Pero eso es cosa del futuro. Todavía seguiremos contemplando el mundo que contemplaba Sócrates y que describió (un tanto histriónicamente, todo sea dicho) hace sin embargo unos 2500 años:

"Esta es la razón por qué, mi querido amigo, en las relaciones ya particulares, ya públicas, que un hombre de ese carácter (filosófico) tiene con sus semejantes, así cuando se ve precisado a hablar ante los tribunales o en otra parte de las cosas que estñán a sus pies y a su vista, como dije al principio, da lugar a que se rían de él, no sólo las sirvientas de Tracia (como la que se rió de Tales cuando cayó al pozo), sino todo el pueblo, cayendo a cada instante por su falta de experiencia en pozos y en toda suerte de perplejidades y en conflictos tales que le hacen pasar por un imbécil. (...) En todas estas ocasiones el vulgo se burla del filósofo, a quién en cierto concepto supone lleno de orgullo e ignorante por otra parte de las cosas más comunes, y además inútil para todo." ("Teeteto", ed. cit., pág. 451-452; los paréntesis son míos).