martes, 30 de septiembre de 2008

Una "lista" admonitoria y desconcertante (para seguir en caliente con el tema y más...)

Don Juan Ramón Rallo Julián nos traduce la "lista de culpables" de la crisis elaborada por Mike Mish, lo que induce la idea de que la misma (así como las precedentes) no se habrían producido si:


a) ... la Reserva Federal hubiese sido un... ¿monopolio estatal...? y hasta, mejor aún, ¿un único país con una única Reserva Global? Ergo y en última instancia... si... la gestión de la política económica (y sin duda la de todos los demás ámbitos, incluida la Guerra que hubiese sido necesaria llevar a cabo para instaurar un tal Gobierno... Mundial) hubiese estado en manos de un Gran Dictador Liberal... también Mundial.

b) ... se hubiese procedido al encarcelamiento, el exilio o la prohibición para el ejercicio de toda función pública (y ya puestos por qué no... a fusilarlos) de todo aquel que, como Herbert Hoover, Roosvelt, Keynes, etc. (es decir... todos los listados, que son... todos los que llegaron), no demostrara ser "un defensor del libre mercado ni de lejos"... (Debo decir que no habría llorado por su suerte... sino por la mía propia bajo la supuesta y susodicha dictadura liberal extrema).

c) ... se superara la ignorancia del pueblo (¡no coments!), su "adormecimiento" (¡less coments either!... por insuperable), lo fácil que es "hacer que... confiara" (¡uff!), su predisposición a ser... "mentirosos", cosas que nadie evitó... ¿policialmente?, diríamos, o... ¿so castigo divino?, ¿o es que hay otra manera mágica?

d) ... no hubiese habido lugar para la ineptitud, estrechez o doblez (intelectual, moral o material donde la hubiere) de otros gestores igualmente rechazables (entre ellos uno que sin duda tiene su culpa específica y al que es aceptable considerar a mi juicio "uno de los más hipócritas, arrogantes e incompetentes individuos en la historia de los EEUU" a quien "Si tuviera que señalar un solo culpable de la crisis actual, sería él.", obviamente... Mr. Alan Greenspan)... en comparación con lo que habrían podido hacer "unos servidores" bien "iluminados", obviamente... Mish y Rallo.

e) ... no existieran o no fueran cómo han sido los auténticos agentes gestores del capital (que no sólo fueron codiciosos sino irresponsables, mezquinos y con muy cortos de vista)... siendo que el capitalismo podría muy bien funcionar... ¡sin capitalistas! (cosa que ya ha hecho, hace y continuará haciendo cada vez más, al menos por el momento; es decir, a cargo y bajo la supervisión de los burócratas... sólo que de una ideología más o menos opuesta a la del autor de la lista y sus adherentes. Y cada vez en mayor medida y sin responder a ideología estructurada (o mínimamente coherente) alguna... ya que no son precisamente intelectuales "verdaderos" como supongo en principio al autor de la lista y a sus adherentes (remito al respecto, y a mero título de ejemplo, a las recentísimas declaraciones del presidente "de derechas" de Francia en las que ha manifestado su pretensión formal de "moralizar el capitalismo financiero") sino simplemente... unos Eutifrones en ascenso.

f) ... el capitalismo hubiese sido... otra cosa, es decir, no el resultado que fue en el curso de la Historia, en el Mundo Real, en el Tiempo de lo Posible, sino... no sé... digamos... otra cosa; con lo cual... nadie se habría endeudado, ni poco ni mucho; no habrían existido deudas ni déficits; no hubiera existido El Crédito ni éste hubiera crecido inconteniblemente -produciendo, por ejemplo... "nación(es) endémicamente deudora(s)"- gracias a ser... tan atractivamente rentable para tanta gente (¿y tantas "naciones"?) y tan necesario para otros por ser tan atractivo, para ellos, obtener bienes y servicios anticipadamente (o sea, ¿sin esperar hasta reunir lo necesario para poder pagar al contado?); etc.

g) ... en definitiva, se hubiese contado con lo que de hecho se propone... una Moral Férrea (lo que se propone, por ejemplo, más claramente aquí), que hubiera sido capaz de evitarlo...
En fin, lo cierto es que el propio análisis crítico se reduce de este modo a un cúmulo de idílicas propuestas que en el propio camino de su realización se volverían ineficaces por un lado y acabarían tergiversándose por el otro, como cualquiera de las precedentes Utopías racionalistas.

La denuncia es débil, se pregona en el desierto soñando con el advenimiento espontáneo de las condiciones adecuadas y de la Razón Histórica, se recae sin más y de momento en las mismas conductas y propuestas que se consideran caducas.

Por el momento, tal vez a causa de una cierta idiosincrasia que también puede rastrearse hasta el principio de la impotencia intelectual, tal vez por la conciencia de su impracticabilidad, tal vez porque el momento no parezca propicio, no se nos proponga "formar batallones" y "regar con sangre impura nuestros surcos"; aunque tal vez un día... quién sabe...


... mientras ell absolutismo burocrático... se sigue desarrollando (o, si se prefiere... progresando). Incluso ganando adeptos entre los que cultivan un auténtico sentido... realista.

Eso podría sin duda hacer que los jacobinos (una de las primeras "vanguardias político-biológicas" de la Historia cuya combatividad hoy vuelve a encontrar su justificación) o, en apariencia menos probablemente, los bolcheviques (que la encontrarían a costa del agravamiento de la crisis) acaben despertando de sus agitadas tumbas para intentar... dirigirnos. Comenzando por decir -¿por ahora o hasta ser escuchado por los reyes del mambo y/o las masas que lo bailan?- simplemente NO.

Claro que, como siempre, nunca se sabrá (del todo) lo que por fin nos reportará el tiempo a tenor de la correlación real de las fuerzas reales, es decir, qué clase de infierno y qué nuevas esperanzas.


Notas post scriptum y al margen:

Debo declarar, por si no estuviera claro a la luz de lo dicho por mí aquí y ahora y no digamos hasta ahora, que yo también considero culpables a los mencionados. La diferencia entre mi postura y la de Rallo y los austríacos es que, en primer término, yo no los considero individualmente culpables, como moralmente se considera a los reos potenciales o reales, sino colectivamente culpables, es decir, como componentes de un grupo social que no puede sino ser como ha sido, es y seguirá siendo, un grupo con una idiosincrasia específica de la que ya he escrito muchas veces y que no se superará bajo ningún método psicoanalítico ni educativo (salvo excepciones como siempre hay).

Ello me diferencia en un segundo término de Rallo y los demás de su grupo, y también de sus críticos acérrimos, por el hecho de que todas estas personas imaginan remedios recuperatorios y se queden como mucho a medio camino en el análisis crítico mientras que yo pretendo hacer una crítica que apunta a la raíz.

En tercer término, eso indica precisamente la pertenencia de unos y otros al mismo grupo global, mientras que yo me quedo obviamente fuera... y soy dejado fuera.

Y en cuarto, considero que por ello, todos los mencionados por activa y por pasiva, yo incluido e incluidos los pensadores "de izquierdas", conformamos una intelectualidad (La Intelectualidad de nuestro espacio-tiempo) cuyos grados sociales de vinculación con el Poder son muy diversos (lo que a mi criterio y en base, si se me permite, a mi teoría, marcaría el sentido íntimo de las posturas de hoy y de las posibles de todos y cada uno de ellos).

La mayoría tiende o directamente ejerce de pretendientes del Poder (o de una parte) y cada vez se verán más frustrados en sus aspiraciones o... claudicarán.

A ello tiende Rallo cuando (al margen de lo idílico de su simplismo) afirma:

"... las políticas públicas (?) que permitirían aliviar el impacto de la crisis son simples (!): dismunuir los impuestos y el gasto público, liberalizar los mercados de factores productivos (especialemente trabajo y materias primas) y regresar progresivamente a una moneda respaldada por oro."

... porque "disminuir", etc. no se consiguen (ahí va lo que faltaba por decir claramente:) sin una dictadura o sin al menos tener el poder de legislar, dos caminos que el propio liberalismo se la pasa y se la ha pasado denunciado
(desde Mill hasta Bruni) como vías regias para acabar con la libertad formalmente ansiada y realmente agitada... a la vez que sueña e invita a soñar con un Poder puro, virtuoso o platónico no pronosticable por no decir imposible.

Lo declaren o no explícitamente, el anarcocapitalismo o el liberalismo democrático más radical no sólo no niegan el deseo de poder para cambiar las cosas, sino que incluso no niega la efectividad potencial del poder en su forma actual para hacerlo... Lo sé, lo sé, y no es esto lo que pongo en duda. Lo que señalo es que se cae de esa manera en la doble contradicción desconcertante de que ese poder (a) sea alcanzable y (b) sea liberador o salvador. Y digo que ello los coloca en el mismo terreno de la Utopía tendencialmente totalitaria en la que se hallaba el marxismo antes de Lenin... y ya se vio. ¿Que la verdad está con unos y demostró NO estarlo con los otros...? En fin... ese es justamente EL PROBLEMA DE LA VERDAD!

Para terminar, no puedo dejar de comentar otra manifestación a cuento: curiosamente, en el blog The Austrian Economics se ha publicado en estos días calientes un jugoso artículo en el que se pide (¿a quiénes?) "Please, just say no!", lo que se ha producido por una mayoría del orden del 10% en el Congreso Americano y es más o menos explicitamente celebrado por quienes desearan ese resultado y lo pedían... Lo significativo por encima de todas las cosas, como en cierto modo se reconoce en el mismo blog al día siguiente de la votación, es...

... que se ha votado NO... en aras de una vocación básicamente electoralista (el blog lo sabe y lo saben todos) de por lo menos el cuarenta y pico porciento de los miembros de esa institución (mientras que la mayoría del SÍ parecería un subproducto de la habitual disciplina de voto, llamada por ellos mismos conciencia nacional, que vaya Ud a sabersi es sincera en algún que otro caso. ¿De qué están pues los liberales radicales de enhorabuena? ¿De que el NO fuese un triunfo que respondía a la oposición manifiesta y viceral del pueblo a favorecer a "los tiburones mayores" y no afectar a sus bolsillos, los del contribuyente...? En realidad con lo contrario de lo que se defiende, es decir, con algo que los contradice.

Porque precisamente... ese electoralismo, esa predisposición de los autoproclamados y popularmente (electoralemente en realidad, que no es lo mismo) legitimados representantes políticos de responder a los deseos perentorios del pueblo (o a lo que así se llama) y que a veces no acepta eso de que "es bueno que haya diferencias" (Mill,
Sobre la libertad, Editorial Edaf, Madrid, 2004, pág. 169) ni está dispuesto a esperar no ser ellos mismos sino a creer que serán sus hijos los que crucen la frontera de su clase social para... conseguir lo que los otros a costa de los traicionados, es decir, que... progresen), esa consideración de la voluntad popular era justamente uno de los peligros máximos para la libertad individual según John Stuart Mill, quien arrinconado por sus propias conclusiones acababa una y otra vez defendiendo la necesidad de "una fuerte barrera de convicción moral" (ibíd., pág. 61) como única garantía.

En las propias palabras de Mill, un subproducto de...:

"... el asentamiento definitivo, en este y en otros países libres, del ascendiente de la opinión pública en el Estado." (ibíd., pág. 169), es decir... de la democracia burocrática o sea la basada en representantes profesionales. Lo que deja hoy en día (y casi ya en la época de Mill), para aquellos que crean tener La Respuesta... la frustración que se derivará tarde o temprano de la espera eterna o la que seguiría a un renovado intento jacobino del uso de La Fuerza. Etc. Etc. Etc.

En fin, amigos, a esto quería llegar
, de nuevo, por si sirve de algo y, como el mejor Mill proponía con el objeto de propender a mejorar las cosas sin mancharse ni traicionarse (ibíd., pág. 157), para continuar siendo un simple "excéntrico".


lunes, 29 de septiembre de 2008

El "momento Minsky" y cómo refugiarse de urgencia tras conceptos mágicos para conjurar el "mal".

En un artículo publicado en El Economista (bajo la firma de una de sus colaboradoras llamada Ainhoa Giménez y con una fecha obviamente equivocada que haría más notoria aún la reciente desfachatez de Solbes), nos cuentan (sin la ironía que sigue) que "La Crisis" provocó que los especialistas de todo el mundo salieran en estampida en busca de nuevas Tablas de la Ley que los reorientaran en su responsabilidad sacerdotal conductora; Tablas (en su moderna presentación de Libros Publicados) como las recibidas no hace mucho de manos de la Razón Ardiente por un señor llamado Minsky (alguien que hasta ahora era menos conocido que muchos Moiseses menos agoreros y cuyas iinterpretaciones divinas, para seguir con el símil, yacían convenientemente enterradas bajo dogmas más acordes con los "buenos tiempos"). De ello se habla de un extremo al otro del océano y unos tras otros salen al rescate del "viejo". Una estampida en toda regla y sin exagerar que ha provocado que se contemple "...la reimpresión de sus libros, algunos de los cuales han alcanzado precios de miles de dólares en Internet" según se nos informa.

En el artículo, se describe con sencillez y buena prosa lo que se ha dado en llamar "momento Minsky" mediante el siguiente pantallaso:

"Uno de los libros clásicos en momentos de desastre en los mercados es Manias, Panics and Crashes: A History of Financial Crises , de Charles Kindleberger, que se apoya claramente en las tesis de Minsky. En esencia, esta tesis es muy directa: en los buenos tiempos, los inversores asumen riesgos, hasta que asumen demasiados. En algún momento, alcanzan un punto en el que la liquidez que generan sus activos ya no es suficiente para amortizar las montañas de deuda en que incurrieron para comprarlos. Las pérdidas en los activos especulativos motivan que los bancos que prestan el dinero reclamen los préstamos. Y eso provoca el colapso del valor de los activos, según Minsky.

"Es decir, cuando los inversores se ven obligados a vender incluso sus activos más seguros para poder pagar sus préstamos, se inicia una espiral bajista en los mercados y se genera una enorme demanda de liquidez. Entonces es cuando se produce el momento Minsky. Algunos analistas, como Paul McCulley, de Pacific Investment Management, la mayor gestora de fondos de renta fija del mundo-, creen que ahora nos encontramos en uno de esos momentos."

Pero no estoy por perder sangre ni sudor en poner al desnudo a "nuestros" propios "conductores" despistados o mentirosos, cada uno de cuyos bandos se da por enterado a su manera y cuando le conviene: no lo merecen ni los más mentirosos que se desnudan solos, como en el siguiente streep tease que les dedico... generalmente en el circo y varios como auténticos payasos (anyway, this is for fun only; so, jump if you are too serius!):




Lo más interesante y enjundioso (!) es para mí otra cosa, lo siento, y se trata (quienes me siguen un poco ya lo habrán adivinado y si les resulta latoso: keep in mind the video and jump to another blog right now!) de poner en la mira la mecánica que rige la conducta de los intelectuales, especialmente, aunque no sólo, de los más burocratizados. Un tema que no dejo de tocar entrada tras entrada en este blog sin mucha más motivación que mi propio entrenamiento y mi inquietud por saber "¿Dónde queremos y dónde podemos situarnos en relación con la mentira y el autoengaño?"


Y en relación a esa mecánica, una cosa especialmente significativa: si os fijáis, tanto en el reproducido como en otros diagnósticos que circulan en estos tiempos revueltos o de pánico, pero también de renovadas esperanzas y utopías reconstruidas a propósito, según de quienes se trate, lo que resalta es que lo que más les interesa es... apuntar con el dedo al diablo y persignarse, allí donde predominé un espíritu cristiano de hecho o de derecho, y/o tener un estandarte que permita salir al campo de batalla bien identificado, en el mejor espíritu guerrero... o deportivo.


¿Quién quiere ir realmente hasta la raíz y ser de ese modo rigurosamente radical? No los especialistas, desde luego, que viven en y del Sistema. (1) O en todo caso lo esperan...


Para ellos lo crucial es saber que estamos (o no estamos), por ejemplo, en el "momento Minsky" para... optar por unas u otras recetas, pero no, o no demasiado radicalmente, saber ¿por qué algo así haya podido y/o deba acontecer? Les bastaría sin duda darse algunas razones... fenoménicas o superficiales, localizar los síntomas, referirlo a las personas como individuos sin intereses, como sus colegas intelectuales a quienes ellos sustituirían haciéndolo mejor... etc. , como lo ya mostrado en las notas precedentes. Algo que, como hemos dicho y como refleja la desesperada estampida, permitía a esos mismos especialistas, antes de "La Crisis"... ¡calificar a Minsky, como señala el artículo citado, de "una especie de radical por su énfasis en la tendencia de los mercados hacia el exceso y el trastorno"!


Pero, ¿y si intentamos detenernos precisamente en las causas de ese exceso y ese trastorno, o si se prefiere, de ese "colapso del valor de los activos"? ¿Por qué "...en los buenos tiempos, los inversores asumen riesgos, hasta que asumen demasiados"? ¿Por qué se elevan esas "montañas de deuda en que incurrieron para comprarlos" (los activos que se ven obligados a vender o incluso a malvender)? ¿Qué induce tanto optimismo, tanta idealización lineal, tanta confianza en el progreso... o es otra cosa y es que a nadie en esta sociedad le importa ya el diluvio que se produzca más allá de cada uno: "después de mí...", como se dice?


Los especialistas y también los informadores especializados sostienen que "se genera una enorme demanda de liquidez" en los "nuevos tiempos", o cuando han pasado "los buenos", pero no dicen por qué pasan esos tiempos, o por que sobrevienen otros tan malos... Si es casualidad... si es necesario...


Según Minsky, y en esto la mayoría de los especialistas y diría que de los intelectuales en general parecerían coincidir con él, la culpa la tienen... precisamente "los buenos tiempos" que dan lugar a que... "los especuladores entran en el mercado" y los bancos "relajan la guardia" (perdón por mantener el presente de indicativo en lugar de usar el del subjuntivo en aras de aprovechar tal cual la cita), y que favorecen así que cuando "los precios de la vivienda se estancan o incluso empiezan a bajar, llega el gran problema" (ibíd.)


Pero, de nuevo, ¿por qué se produce todo eso? ¿Acaso "los precios" son entes y además de esos irracionales o malévolos que a veces se les aparecían a los griegos sobre dos patas pero con pezuñas? ¿Son los bancos -o sus gestores- estúpidos como acaban siendo considerados por sus colegas más iluminados? ¿Son algunos individuos demasiado "bárbaros" o "salvajes" como para que se les permita jugar en el mercado? Sin duda esto lleva a la necesidad de "regular" desde instancias "racionales" o "sabias" y a "prohibir" o extender "carnets habilitadores" por parte de la autoridad... Si hasta lo decía Mill y lo repetía Hayek para quienes a fin de cuentas se hacía necesaria una suerte de policía neutral (en realidad "consciente" o "conscienciada" adecuadamente) para que intervenga en contra de los "excesos"... (2). Es decir, aumentar el número y la autoridad de una burocracia separada o autónoma respecto del capitalismo real... en realidad teórico, que... por cierto... ¿por qué habrían de mantener y preservar sus miembros un Sistema en el que no serían mucho más que unos honestos empleados, a lo sumo muy bien remunerados, quizá lo suficiente incluso como para que se hagan capitalistas ellos mismos y entren en el mercado, posiblemente de un modo salvaje, propio de muchos policías y pretores aunque no sólo, animados por esos "buenos tiempos", en lugar de resignarse a cuidar que el rebaño no se salga del camino...?


¿No es inevitable que "los buenos tiempos" del Capitalismo inviten a todo el mundo a ser... capitalista?


¿No es ésa SU PROMESA?


Un tanto más allá y más internados en terrenos de honestidad intelectual, están los intelectuales menos vinculados con el Sistema a Defender. Entre estos encontraremos intentos, a fin de cuentas también interesados y comprometidos, por explicar las causas (¡y dar con los culpables!), y encontramos que se dividen en buena medida entre quienes sostienen que se han debido a causas morales (ausencia de moral o debilidad moral) o a causas psicológicas (desenfreno mezquino, egoísmo desenfrenado, ambición desmedida... son los términos que más abundan); todo lo cual requeriría tratamiento o contrición, regulación o censura.


Sin duda, estamos lejos de los viejos naturalistas del XVIII (y del Descartes que antes les abrió las puertas), fundadores de la fisico-teología, pero también de los componentes del club de la "buena conciencia" del XIX (Wolf Lepenies dixit -3-, de quien me gustaría saber lo que ahora dice, a la luz de los hechos, en relación con su esperanza manifiesta de 1996 de fusión liberal-socialista). Tal vez imbuidos por la cultura hegemónica que es la de los especialistas, que se produce y circula gracias a ellos y desde ellos (el Sistema es quien hace que así sea, imposibilitando la difusión de otras ideas (de otros grupos o de los desclasados), incluso haciendo más difícil su producción, haciéndoselas de hecho, que no de derecho, casi imposible, incluso desmereciendo desde la especialización y el lenguaje especializado todo lo que se considera demasiado primitivo, demasiado poco documentado, menos matematizado y formulado y en absoluto conceptualizado según los cánones... cánones que por otra parte cada vez exigen más que las tesis parezcan sofisticadas y profundas pero que a ser posible no lo sean. (¡Oh, sí: La Cultura Actual tiene sus reglas de etiqueta, su status, igual que en otras épocas no cualquiera podía participar de Versalles...!)


En cuanto al propio Minsky, un miembro relativamente más lúcido que otros en su tiempo pero miembro a fin de cuentas de la misma clase (o casta) de expertos y por ello constreñido a ciertos límites, reconoce de hecho que se trataría de una "inestabilidad inherente", propia de la idiosincrasia del capitalismo o del libre mercado, sólo que se presentaría como un accidente coyuntural que... volvería a requerir de la guardia pretoriana en los términos señalados.

"Minsky advirtió que la sofisticación de los instrumentos financieros y su internacionalización (o globalización) supone un gran riesgo para la estabilidad financiera, por la dificultad para regular un mercado tan complejo. Propuso la reducción del tamaño de los intermediarios financieros (si bien luego se retractó de esa sugerencia), la regulación bancaria, la orientación del gasto público hacia la inversión y el mantenimiento de un sistema fijo de tipos de cambio." (Wikipedia, "Modelo Minsky de crisis financiera").

Se trataría pues, como para todos los especialistas en una Materia Dada, de no apuntar a matar a su gallinita de los huevos de oro, sino de considerarla simplemente enferma de una enfermedad... controlable. (Algo, por cierto, permítaseme apuntarlo, muy propio de la mala conciencia que el hombre tiene de sí mismo, muy propio de su persistente sentimiento de culpa... que lleva precisamente a acabar con el mensajero antes que con la causa de la mala noticia.)


Obviamente, podemos observar que se mantienen aferrados a sus apriorismos ideológicos y a los que nada ni nadie salvo ellos mismos dan certificado de ser inamovibles y que pierden valor en cuanto se cuestione el paradigma sobre el que se fundan, un paradigma temporal o histórico a todas luces. Aunque tampoco existan garantías de que su derrumbe no implique simplemente un tipo diferente de opresión política, es decir, de grupo hegemónico y no la Libertad y la Justicia paradisiaca deseable y agitada.


Lo cierto creo que no será sino que habrá más y más burocratización en el marco de la sociedad supercompleja a la que hemos llegado, sociedad que como tal es dependiente en grados máximos de una división del trabajo cada vez más ramificada y alambicada. Esto sirve sin duda de justificación a quienes defienden el paradigma burocrático (aunque, claro, llamándolo de algún modo menos peyorativo y evitando siempre lo políticamente incorrecto) a lo sumo sugiriendo las varias vías moralizantes o terapéuticas posibles para su suavización como las que hemos ejemplificado o (¿se ve el carácter agravante del remedio que el término contiene o hace falta un apéndice?) su racionalización (4).


El propio Minsky llegó a ver, aunque acabara desechándolo (¿por impracticable o por repugnante a la escencia de lo que en el fondo deseaba recuperar, a saber, el capitalismo moderno?), la idea de descentralizar, una idea que aparece en varios economistas más o menos austríacos de una u otra forma (Gordon Tullock, defensor de la corriente "Public Choise", por ejemplo, propone descentralizaciones institucionales del Estado; y Friedrich A. Hayek una suerte de federalismo supervisado por un super Estado Internacional), todos siguiendo a fin de cuentas los lineamientos apuntados al respecto por John Stuart Mill para una sociedad del XIX que no dejó de marchar hacia el incremento de su complejidad y... de la burocratización en que la misma se manifiesta (5). Y no es descartable que un colapso "natural" del Sistema lleve a ello, así como algo así no garantizaría más libertad para el total de la población mundial y quizás ni siquiera para ciertos territorios privilegiados, ni una mejora del bienestar global o de ciertas regiones, ni por supuesto... la Paz. Pero claro que, después de un tal colapso o del triunfo de alguno de los grupos y alianzas de grupos que se formen y que conquisten la hegemonía y el dominio, emerja ese nuevo paradigma. Lo que no se puede es pensar que nuestra sociedad capitalista sea eterna, pueda ser justa y virtuosa sin tergiversarse hasta más allá de la injusticia y la mentira.


Insisto por ahora (dejando algunos apuntes en las notas al pie) y dando ya carpetazo con las palabras (apenas corregidas) con las que cerré una anterior discusión acerca de otros aspectos de esta misma problemática:


... la salida será hallada más o menos artificialmente y más o menos históricamente, y bastante simbólica y míticamente, como ha sido siempre, por la propia sociedad humana en su conjunto, sea a través de unas u otras hegemonías triunfantes más o menos violentas y más o menos diplomáticas, a menos que pasen cosas propias de la ciencia ficción que me reservo para mis experimentos literarios.



Notas:


-1- Kantor, por ejemplo, tras una rápida referencia a Minsky, cuyos "estudios (...) en los años 70 parecen (!) especialmente pertinentes (!) a las circunstancias actuales (!!)", simplemente y también en esto como los demás especialistas mencionados, lo considera un hecho inamovible y natural: "...la liquidez del mercado siempre depende decisivamente de la continua disponibilidad de financiación." O sea, hay que resignarse (y sobretodo justificar el Sistema) en nombre de los apriorismos (ideológicos) que... deben asumirse. Además, insiste en considerar como causa... la idiotez o aventurerismo de los gestores: "inadecuada valoración del riesgo de forma generalizada" (¡"generalizada idiotez, pues, que no parecería tener causa material como no fuese la adelantada degeneración genética prevista para dentros de 30 generalciones por Monod, que de todos modos no se menciona!); económicos y políticos que "optaron" ("régimen cambiario", etc.) por esto o por lo otro sin que haya otra explicación que su predilección o... ¿su inmoralidad? Bien es cierto que reconoce, como todos, en la idiosincrasia objetiva del mercado la existencia de tendencias negativas, problemáticas y complejas... de difícil solución, obviamente paliativas y no curativas, como pasa con la vida, sólo que la de este enfermo, por lo visto, se podría mantener en ese estado, y mejor de apariencia -la apariencia saludable que por momentos muestran los enfermos- según la capacidad y moral de sus médicos de turno, per eternum. Lo que no hay... es el por qué de la enfermedad crónica, su genealogía y su base genética por seguir con el símil.


Otros, desde la escuela austríaca, concretamente Rallo (sobre el que he escrito una entrada específica que he decidido posponer para que aparezca a continuación de ésta), no pueden sino ofrecer una Utopía Alternativa ("Es hora de sustituir a Keynes, Friedman, Lucas o Minsky por Hayek, Palyi, Mises o Fekete" -sic- bajo el cargo de "responsabilidad intelectual"), es decir, un Estado (un conjunto de leyes, medidas, prohibiciones, etc.) sólo que más adecuado ("no más sino mejor" -sic-) para... que todo siga siendo lo que es... apriorística e ideológicamente asumido, algo, de nuevo, típicamente intelectual. (¡Muchas de las frases de gurú que se emplean en su prolífica obra panfletaria acerca de la crisis -no puedo encontrar un adjetivo más adecuado- rozan el tipo de convocatoria propia de un llamamiento aux armes citoyens... que por otra parte sería la única manera de establecer ese Estado o esa Utopía -de ser una opción algo más que imaginaria hoy día-! Y todas están plagadas de acusaciones de inmoralidad o incapacidad... que obviamente serían subsanables en el Nouveau Regime... que alguna suerte de educación forzosa y ciudadana so pena de ni siquiera intentarlo y quedarse esperándolo del cielo o del azar.)


En cualquier caso, se trata para mí de pregones en el desierto. Y ello porque la realidad determinante sigue siendo ignorada o soslayada (sen el mejor de los casos se observa la burocratización parcialmente pero se confía en contenerla) pero su particularidad hace que no se pueda cambiar ni un poco sin reproducirla (aumentando, recreando o sumándose a las estructuras burocráticas en crecimiento -y apurando la marcha hacia el colapso en todo caso- que no pueden ir en otra direccción del mismo modo que una higuera no puede dar peras ni con la ayuda de Dios ni con la del Diablo).


En este sentido, permítaseme decir que el triunfo de la propuesta Bush en el Congreso americano, no será sino un paso más en la escalada de poder de la burocracia como clase social (y perdón por el término que uso de modo eufemístico), un paso que demuestra la irreversibilidad del fenómeno que crece como la levadura con cada crisis... bien justificada. Un paso, por cierto y en definitiva, que bien podríamos considerar como el intento de fundar un "capitalismo sin capitalistas" pero que funcione, un "capitalismo de expertos" o "de sabios", donde en realidad se reduciría a los propietarios del capital a su mínima expresión (las PYMES, por ejemplo, a las que se ofrece, insita y, no sólo las circunstancias sino la legislación burocrática insta cada vez más a utilizar) o se los marginaría (¿como se marginó hasta hoy mismo a la nobleza después de hacer rodar ciertas cabezas?) y en cualquier caso se los tendría controlados y supervisados. Mientras en las grandes empresas, públicas, privadas o mixtas, nacionales o internacionales, unos y otros burócratas se sucederían en una imparable lucha por el poder que conduce precisamente al caos. El Capitalismo en sus formas más avanzadas sería así un espacio libre para púgiles salvajes que no podrían jamás de los jamases poner en primer plano otra cosa que su mezquino interés "hipercapitalista" (por si interesa: encontré más datos curiosos e interesantes sobre este asunto y otros asociados ver aquí).


¿No se ven los puntos en común que subyacen a TODAS las corrientes que defienden "el capitalismo" más o menos esperanzadas, más o menos resignadas, más o menos engañosamente? ¿No se ve que las declaraciones de todos los burócratas de la política, el periodismo, la cultura y... la empresa -como los representantes de la CEOE- encajan con ese proceso que sigue viento en popa?


Y, lo especialmente interesante que resulta ver la idiosincrasia de los intelectuales encaramados a la ladera que sube hacia el poder, hoy ocupado por esos seudointelectuales que he comparado con el griego Eutifrón y al que los intelectuales más dignos de ese nombre (mñas "libres" o "independientes") ofrecen sus servicios del mismo modo que Platón al rey de Siracusa, en un contexto sin embargo de más posibilidades aparentes de ocupar ellos mismos alguna vez el trono, pero con el mismo riesgo de entonces de acabar esclavos...


-2- Para muestra...


Mill: "Siempre y cuando, claro está, que la sociedad en general no se encuentre en un estado tal de atraso que no pudiera o no quisiera (?) dotarse por sí misma de adecuadas instituciones educativas, y sea el Gobierno y sea el Gobierno el que se vea obligado a asumir tales funciones. Sólo en ese caso un Gobierno podría, como el menor de dos grandes males encargarse de la gestión de las escuelas y universidades, al igual que puede suplir a una sociedad anónima cuando no existan en un país empresas privadas adecuadas para acometer grandes proyectos industriales." ("Sobre la libertad", "Capítulo V - Aplicaciones", Editorial Edaf, Madrid, 2004, pág. 233; signos y negrita míos, CS)


Hayek: "...debe existir un poder que pueda prohibir (...) estar en condiciones de decir 'no'... (...) un poder político superior que pueda mantener a raya los intereses económicos..." ("Camino de servidumbre", Alianza Editorial, Madrid, 2007, pág. 278) algo que Hayek propone lleno de ese espíritu imaginario tan propio de los intelectuales partiendo del reconocimiento como irreversible tanto del fenómeno de la monopolización (concentración económica) al que desearía limitar o suprimir (pág. 242-244) como de "que los Estados individuales se convierten, cada vez más, en unidades de administración económica..." (ibíd.) ¡Y se consideraba una persona práctica, enfrentada incluso a los "peligrosos idealistas" (pág. 273)!


Ambos se veían en un serio aprieto a la hora de hallar una manera efectiva de detener el proceso real de complejización en marcha, tanto la burocratización en sí misma (Mill, ibíd,., pág.242 en adelante entre otras) o la concentración -o conglomeración- multinacional (Hayek, ibíd, págs- 237 en adelante).


-3- véase Wolf Lepenies, "¿Qué es un intelectual europeo?" (Galaxia Gutemberg)


-4- En su Especulación en petróleo (y comentarios), Kantor apunta al rol decisivo del especulador en la existencia gloriosa del capitalismo, aunque no carga todas las tintas ni menos en la buena dirección del análisis (¡sí, qué remedio: yo también lo trato como a un intelectual competidor que desde mi propio compromiso considero... equivocado!) poniéndose al borde mismo de su retorno a las filas del marxismo de las que entiendo que abjurara en su día aunque sin ir al fondo en su crítica, lo que no se consigue sin asumir en primer término un profundo compromiso antiburocrático y reconocer que los intelectuales son el germen inevitable del burócrata. Un gérmen que está en nosotros (como el Demon estaba en Sócrates) y que despierta una y otra vez a la vuelta de la esquina y crece o se constriñe favorecido u obstaculizado respectivamente por la marcha de las cosas. Eso sí: recomienda a "los capitalistas" (??) que acudan a un "economista" (!!), sin duda como él mismo y no como los que pone en la picota, es obvio... ¡Es lo que yo hago... aunque no se me ocurriría postularme como "representante consciente" o "vaguardia" del capitalismo. Ni, claro, tampoco del proletariado o de las fuerzas productivas...


Desde aquí me permito recomendar nuevamente a Weber y a Lefort así como a G. Konrád y a algunos enterrados más bajo la cultura burocrática de hoy en día.


-5- Los más lúcidos en uno u otro sentido, como el mismo caso de Mill mismo, Hayek o Bruno Leoni entre varios, han llegado a vislumbrar, cada uno más que el anterior con tristeza, frustración o melancolía, que "... nos enfrentamos más pronto o más tarde con el problema de un resultado final que no parece prometer otra cosa que un malestar perpetuo y una opresión general." (Bruno Leoni, "La libertad y la ley", Unión Editorial, Madrid, 1995, pág- 32), un problema que el mismo autor califica de ultramaquiavélico (ibíd., pág. 27) y contra el que clama y advierte sin demasiado más que un espiritu que cada vez es escuchado menos y peor y que en todo caso se valora como las piezas de mueseo provenientes del pasado histórico, merecedoras de una sala contigua a la destinada a Montesquieu, Condorcet o Tocqueville, e incluso al joven y justiciero Marx.


Y ahí están las declaraciones de algunos eruditos más, hombres aún de Las Luces que siguen sonando tan bien a los oídos, que nos hacen soñar con una humanidad hermosa a su imagen y semejanza, que nos embriagan porque vienen mojadas como el pan en vino de izquierdas...


viernes, 19 de septiembre de 2008

¿"Fin del capitalismo"? De lo que se opina, de lo que se promete, de lo que se espera.

Héctor (entre los diversos e innumerables ciberpensadores que con tanta inutilidad y vanidad dejamos nuestros diagnósticos o nuestras esperanzas míticas en este ruidoso espacio virtual que tan poco sirve a la revisión de lo que cada uno pensaba por anticipado) se hace eco en uno de sus últimos posts, fechado 18-9-2008, de la situación económica que, como era inevitable, afecta o afectará no sólo a los bolsillos de muchos y a la psique del común sino también a esa facultad de los intelectuales que está en la base del pensamiento especulativo, una facultad ciertamente irrefrenable. El post contiene suficiente material y un número muy aceptable de apuntes de navegación que se pueden seguir para llegar hasta muchas de las más representativas manifestaciones de la mencionada facultad del intelecto. Y Héctor es un admirable contertulio de este minúsculo y no influyente espacio mío. Sirva pues esto para dejar claro que no pretendo principalmente meterme con mi amigo, lo que sé además que no le preocupa nada.

Entrando ya en materia, el post pivota o halla justificación en las declaraciones editoriales de un personaje (en la foto coincidiendo públicamente con su jefe en aspectos de táctica y estrategia como haría cualquier responsable de uno de los campos de batalla... es decir, no como un periodista imparcial, desde luego) de los tantos que inescrupulosamente trabajan para cubrir, legitimar y extender a las masas adeptas como mínimo el método que practica ZP para conservar el poder y que le sirvió tan bien para conquistarlo, primero en el PSOE y enseguida en la sociedad; a saber, el jefe de informativos de la Cuatro Don Ignacio Gabilondo, sin duda uno de los tantos "predicadores estrella", como bien lo califica Héctor, al servicio de la mencionada causa. Ese método que parece casi inventado y normalizado por el propio líder y que cada vez es más utilizado allí donde cualquiera que se considere "progresista" necesite defender el mondo y lirondo status quo. Un método que tiene por objeto principalmente desconcertar por la vía de aplicar una verborrea grandilocuente y mentirosa, difamadora o tergiversadora hacia toda oposición y crítica (valga para ello esta reciente muestra, o esta otra más antigua entre las mil y una pasadas) sin que se apele (¿por ahora?) a la represión directa y explícita donde el propio gobierno o el PSOE apareciera involucrado... aunque sí se permita que se lleve a cabo espontáneamente o por terceros, como ya se ha visto en muchas ocasiones e incluso se la justifique (¡y cómo desde un principio y todavía!), y, mediante la correspondiente exageración y caricaturización, presentar el estado de cosas actual, del día me refiero, como inmejorable o al menos preferible.

Ahora bien, siendo todo esto una evidencia (quizás algo más difícil de poner al desnudo a través de las declaraciones de Gabilondo) Héctor comete el error de tomar demasiado literalmente las palabras del susodicho mercenario de la información, intentando aclararnos que las habría utilizado mal. Así, corrige a Gabilondo señalándole que el liberalismo que éste menciona no puede ser el que esté a punto de derrumbarse como el muro de Berlín sino en todo caso el capitalismo (1).

Héctor corrige, pues, a Gabilondo como si hubiese hablado incorrectamente, no viendo la verdadera intención (estratégica) que se esconde tras las ambiguas maneras incorrectas de hablar y de escribir, cada vez más habituales y frecuentes, de que hacen gala casi todos los periodistas, políticos y hasta muchos científicos de nuestro país, intención que va más allá de la ignorancia y es motivada por el sueldo y las simpatías ideológicas y políticas. A mi juicio, es éste el aspecto más importante de la mayoría de las incorrecciones que se debería destacar: lo que pretenden al hablar mal o, en otros términos, lo que quieren realmente decir en su seudolenguaje o jerga. Y lo que, a mi criterio, deberíamos hacer los que pretendemos criticar al poder y que se deriva directamente de... leer bien, para decirlo en los lúcidos términos empleados por Leo Strauss en relación a los clásicos, es decir, de lo que el otro quiso decir en realidad.

Lo que ya debería estar suficientemente claro (y me consta que Héctor coincidirá conmigo) es que todas las declaraciones de personajes como el aludido no se pueden considerar ni honestas ni conceptuales, sino como construidas ex profeso con un fin ideológico-propagandístico y estratégico-educativo. Es desde esta óptica como deben merecer consideración crítica por parte de personas que como Héctor o como yo mismo se sienten empujados a dilucidar lo que está detrás de aquellas. Lo que debemos evitar (y en todo caso sería muy interesante ver si algo -lastres ideológicos, herencias culturales, intereses, compromisos apriorísticos, etc.- lo obstaculiza) sería no tomar por riguroso un asunto que sólo pretende ser significativo cuando lo que en realidad se está haciendo es tergiversar el objeto con el fin consciente o inconsciente de... colaborar con el desconcierto.

El problema es por lo tanto doble; doble por el hecho de presentar dos caras. Por una parte, Héctor estaría cometiendo el error de considerar esas declaraciones como serias, de asignarles un contenido que se presupone conceptual, honesto, sincero, riguroso, aceptando que el periodista Gabilondo es veraz, que con su declaración Gabilondo pretende dar verdaderamente una opinión sincera de su manera de pensar, siendo que por el contrario eso, un cuerpo de pensamiento digno de ese nombre, ni siquiera parcialmente existe. Debería ser obvio con lo que está cayendo, y sin embargo... Debería deducirse sin más de la conciencia que tenemos de que Gabilondo no es más que uno de los tantos mercenarios periodísticos al servicio del poder actual (que son los que se llevan la palma comparativa, aunque se encuentren en otras trincheras en alguna medida o lo hayan estado también en otras épocas). Uno de esos mercenarios de la información especialmente consustanciado con el vaciamiento del lenguaje propio de sus actuales jefes y por ellos promovido, propios de la estrategia postmoderna a ultranza en la que los mismos están embarcados en nombre del Poder en sí así como del uso irresponsable (más bien malintencionado) de las palabras y de los conceptos con el explícito objetivo de desconcertar (para lo cual basta apelar a la idea popularizada y elemental de la palabra que se utiliza en el discurso). Alguien así, con sus discursos al completo, no puede ser tomado en serio (considerado riguroso) y ser leído como se leería a un escritor honesto y comprometido con unas determinadas ideas mínimamente coherentes y fundamentadas (racional, empírica, lógica o metodológicamente, es decir, bajo la solidez de un mínimo de reglas de la verosimilitud y de la honestidad) vinculados incluso a unos intereses sociales efectivos y no puramente político-burocráticos (aunque estos sean precisamente los asociados a la burocracia moderna y los que explicarían la ambigüedad propia del conjunto de contradicciones sucesivas y mentiras sistemáticas de validez aparente pero sólo momentánea que conforman esos discursos de la burocracia institucional, política pero también cultural). ¡No en absoluto! ¡No so pena de gastar pólvora en matar alimañas y, sobre todo, de caer en lo que el otro justamente pretendía: entretener, desviar la atención, confundir, enredar... en breve, caer en hacerle el juego, en complementar la jugada y la estrategia del opresor real que marcha sin pausa hacia el Poder absoluto (le permitan llegar o no las circunstancias).

¡En absoluto! Porque cuando Gabilondo dice "capitalismo" y dice "fin"... ni habla de capitalismo ni de fin ni de nada... que no le sirva de manera inmediatista al Poder al que sirve. ¿Y qué le sirve? Pues ni más ni menos que apuntalar el carácter mesiánico de la posición gubernamental o, mejor dicho, de darle ese carácter tomándolo de entre los mil disfraces del atrezo de la Historia Política. Más en concreto: representar el papel de una izquierda que ha superado errores (¿los del marxismo a pesar de que se siga entonando La Internacional en los Congresos?) y que sería la única capacitada para salvará a la humanidad, y en particular o por ahora sólo a España bajo la dirección del líder que ya lo habría dicho todo, cuyo pensamiento ya habría sido refrendado inclusive por los capitalistas rojos de la CEOE... ¡y hasta por Bush! Una izquierda que (a) se opone a un capitalismo de maqueta sui generis que no llega sino a sugerir (un capitalismo supervisado, parcialmente subvencionado, parcialmente de Estado, ciertamente burocratizado, y cubierto por una cortina de humo o un velo muy propio que ocultaría todas sus miserias dolorosas...); que (b) promete -en falso- un paraíso futuro no-capitalista sinónimo de lo que deberíamos suponer el sueño esotérico de ZP en donde lo principal es la confianza, la fe, el buen rollito, la mentira piadosa, la separación de los leprosos afectados de crisis además de los capitalistas enemigos del resto de los patriotas más o menos bien subvencionados, abrigados bajo el ala del Poder o lisa y llanamente hipnotizados hasta que escampe... la presente y luego la próxima situación difícil; y que, por último y por decirlo lo más gráficamente posible, (c) ponga en primerísimo plano el mantenimiento de lo que bajo el nombre desconcertante de democracia social (ya conquistada por cierto aunque sólo se reduzca a dos o tres "derechos" agitados como si se tratara de revoluciones en sí mismos), sería cada vez menos democracia formal y más república bananera.

No es pues que Gabilondo llame "liberalismo" al capitalismo por equivocación, sino que quiere que su público asocie a ese término al capitalismo supuestamente no intervencionista (porque no existe desde hace tiempo y no es que ahora se derrumbe...) personificado por lo visto hasta hace poco por la economía americana y en particular por la liderada por Bush, o, en la medida en que los hechos se precipitan, abandonada por él, los americanos y los demás capitalistas del "mundo libre" del mismo modo que los rusos o los chinos habrían abandonado el comunismo tras "la caída del muro en 1989"; es decir, un capitalismo sui generis que por supuesto, repito, no es descrito sino mediante eufemismos superficiales y confusos.

Es así como pretende dar un carácter ampuloso, casi revolucionario, a su diagnóstico; presentando un mundo por venir "más allá del túnel" en el que se encontrarían no sólo los trabajadores y los miembros de las clases medias que sobrevivirían al paro y la angustia sino incluso los propios empresarios que habrían descubierto el nuevo y único capitalismo posible y viable... que no es sino el de hace ya bastante tiempo aunque cada vez se avance un poco más (ver esto, esto y esto entre otras cosas para tener una más amplia idea de lo que quiero decir).

El "fin" pues al que se refiere Gabilondo, no es el del capitalismo en general y precisamente por eso le pone otro nombre, aunque no a falta de uno mejor y no porque sea inculto -que sin duda lo es en el sentido clásico del término-, sino porque ese nombre le sirve como pocos para cumplir a fondo con el papel para el que está contratado: desconcertar, confundir, inculcar lo necesario y suficiente como para que las masas que lo escuchan tengan un digesto para la discusión callejera y del hogar donde hoy por hoy se libra la lucha política (frente al televisor, por ejemplo) y... tejan nuevas y muy fiables esperanzas en el futuro, aceptando un capitalismo renombrado o innombrado donde todos, obreros y patronos, tengan un lugar a la sombra del poder. Un capitalismo que podría equipararse al modelo de la China del Partido Único y los capitalistas rojos en él admitidos, el de la Indonesia Islámica en la que un baquero no puede ejercer su puesto si no es un seguidor explícito y practicante de las enseñanzas del Corán, o el del socialismo venezolano supervisado por Chávez, etc. En breve, no sólo una sociedad burocrática vertical con apariencias de legalidad democrática (cada vez más aparente) sino la que como nadie en España representa y ha alcanzado a representar ZP (2)

Esto, creo, es lo que creo que deberíamos poner al descubierto. En todo caso, porque se ve a simple vista... salvo que otras gafas ideológicas lo dificulten.

En cuanto a la realidad pura y dura... bueno, que sigan erigiendo utopías salvadoras quienes no pueden sino responder a su idiosincrasia social más simple. Y confundiéndose hasta el límite de la frustración o el pragmatismo claudicante. Porque... ¿quiénes deberían leer esos libros (cita que tomo a cuento al estar presente en el post que comento junto a otras que también lo han motivado y que asimismo merecen una visita crítica) para poner en práctica unos dogmas supuestamente salvadores que se esgrimen en contra de otros de equivalente naturaleza? Sin duda... unos políticos totalitarios (es decir, los mentados burócratas de mis pesadillas) que, como Rousseau, estén dispuestos a imponerle al pueblo... la libertad en el caso en que persistieran en rechazarla. Porque... ¿qué significa sino claudicar intelectualmente sino rebajar la crítica en nombre del realismo y manifestar una y otra vez la impotencia ante la complejidad creciente que no será nunca controlable o redirigible hacia nada intelectualmente óptimo... es decir... utópico?

Lo que está claro es que el capitalismo (hoy inevitablemente burocrático en grados diversos pero progresivos y apenas un poco menos, formalmente en todo caso menos, absolutista como en épocas pasadas) camina hacia el colapso (esté o no precisamente más allá de esta crisis o de cualquiera de las siguientes, se manifieste global o regionalmente, sea o no violento o apocalíptico, surja tormentoso o se presente larvado). Es una perspectiva de su dinámica interna en la cual desde un principio surgió la necesidad burocrática (puede verse Weber y puede verse Lefort como referencias y algún que otro hecho de la realidad que lo pone en evidencia), lo que mucho más ciertamente que la tendencia a la superproducción (en un sentido más complejo pero evidente tras y a instancias de un consumo que podría llamarse y se suele llamar irracional compensable al mismo tiempo a futuros mediante la creciente expansión del crédito que ha llegado tan lejos... y tan críticamente) parece buena y suficiente manifestación de esa tendencia al colapso. Una tendencia propia, al menos según señala una teoría que parece consolidarse progresivamente, de la complejización creciente, inevitablemente creciente, que todo sistema experimentaría, que experimentaría el Universo entero por lo que podemos ver dentro de nuestro ámbito de observación. Una tendencia que se agrava por momentos con la propia llamada a más burocratización, es decir, a... más interventores en lucha por intervenir... y sólo para ganar posiciones de poder.

Y lo cierto es también que todos los intelectules estaban convencidos de que marchábamos por un sendero pacífico y muy poco accidentado... hasta que entramos abruptamente en el camino de baches y gravilla cada vez más estrecho... (Es probable que esta crisis reconduzca al neomarxismo a algunos desertores que se habían pasado al liberalismo de izquierdas). Y de repente afloran las razones que, más allá de la indudable persistencia y la capacidad regeneradora del capitalismo que lo asemeja tanto a un ave fénix (aunque se trate más de enfermedad que no de muerte), quede claro que ello no lo salva de contener algo más que deficiencias subsanables sino más bien deformaciones crónicas inextirpables. ¡Y no digamos superables con recetas intelectuales, ya sean positivistas y racionalistas como irracionalistas y empiristas; en fin: socialdemócratas, liberales, anarquistas o marxistas...!

Es obvio, por si no se nota todo lo necesario, que no ofrezco la más mínima salida ni la menor sugerencia. Pienso, por si no quedara claro (estoy un poco harto de que se me malinterprete y bastante más que que se me ignore), que la salida será hallada más o menos artificialmente y más o menos históricamente, bastante simbólica y míticamente, como ha sido siempre, por la propia sociedad humana en su conjunto, sea a través de unas u otras hegemonías triunfantes más o menos bélicas y más o menos diplomáticas; si es que... no pasen cosas propias de la ciencia ficción que me reservo para mis experimentos literarios. Como mucho, sólo ofrezco un análisis tentativo de las fuerzas en presencia tales como modestamente las aprecio en escena. Creo que se trata en todo caso de un cuadro muy complejo como para andar con sugerencias salvadoras... por cierto peligrosamente utópicas. Un cuadro que, de todos modos, ¡vaya ruido especulativo típicamente intelectual de todos los colores que produce! Y esto mientras el pueblo (incluidos los propios intelectuales en su papel de simples ciudadanos marginados del poder) espera de los nuevos dioses (y de sus sacerdotes intermediarios) que el rayo no caiga sobre sus cabezas concretas sino sobre las de algún otro. Creyente del primer mito que emerja victorioso y les permita considerarse libres de la venganza del cielo y por el contrario volverse especialmente bienaventurados.

Como acaba su post Héctor:

"...en nuestro deambular por la historia rara vez se encontró el inalcanzable paraíso mientras que el infierno, por contra, aguardó detrás de cada esquina."

...pero, que la tendencia sea, más que "posiblemente" incluso, la de cometer la mencionada falacia Nirvana, no significa que no podamos y no debamos estar de otro modo, del modo mencionado, entre "... quienes critican el modelo económico que nos ha llevado a esta crisis" ni que dejemos de criticar igualmente a quienes a fin de cuentas le hacen el juego al pragmatismo claudicante o las utopías potencialmente totalitarias.



(1) Una addenda obligada: no sabía (y Héctor por lo visto tampoco) que la metáfora de los "muros" no era de Gabilondo (¡le dimos ambos demasiada capacidad poética al mandado!) sino de todo un premio Nobel de economía y asesor de Obama (¡buen ejemplo de lo que significa ciencia, especialistas y burocracia cultural, claro!), el Dr. Joseph Stiglitz evidentemente uno de los muchos combatientes por el poder detrás del trono que emergen en el actual panorama favorable para ello de la crisis.

(2) De paso: ¿no explicaría también esto ¿Por qué no vivimos en una dictadura militar? en tanto, al menos por ahora, no se muestra como la vía regia para que ese grupo especial de la burocracia conquiste un lugarcito en el Poder teniendo como ahora tiene tantas opciones no en contra sino junto a los políticos -como las que representaba inicialmente la OTAN pero que ya ofrecen cada vez más instituciones supranacionales-? Y no se ve esto mismo entre los miembros de las congregaciones religiosas, como los obispos y hasta los imanes según la zona del planeta? Hoy los miltares participan en el Poder de otra manera, y no sólo en América Latina -Bolivia, Venezuela, Cuba... pero también Colombia, Argentina, Chile...- sino en países como Pakistán y los nuevos Irán y Afganistán además de India, Rusia, China... y hasta casi toda Africa... Incluso, ya puestos... ¿no explica esto las buenas migas de ZP con el Rey que juntos se ven más populistas que nunca, así como la reconciliación con Chávez que en el fondo no superó nada de fondo que no estuviera superado antes?

jueves, 11 de septiembre de 2008

Mientras sigo rumiando borradores...



...un poco de...


Ruido de fondo

Debo ser pesimista:

Mire allá dónde mire,
descubro flores del mal,
animales del miedo,
sujetos del deseo,
cautivos del interés.


Pesimista, sin duda...

por ver las dobles caras
de los sueños oscuros,
por no dar esperanzas
en nuevos paraísos
por los que se han perdido.

Pesimista, si acaso,

por ver a duras penas
inercia contra inercia
como la única fuerza,
y sentir que se escucha
sólo el ruido de fondo.


Madrid, 11/9/2008


--- y por qué no, también una breve anotación:

Hace no demasiado le comenté a un amigo (no recuerdo dónde ni con qué palabras) que la poesía no era lo mío y que yo prefería, con Sciascia, la prosa. Lo reitero: ésta, al igual que alguna más que dejé que se perdiera en el olvido de algún cajón lejano de cierta melancolía difusa fueron pura casualidad intempestiva que luego no pude evitar trabajar un poco en cuanto a forma, intentando mejores palabras que las primeras en algún que otro caso, lograr en lo posible mantener la sonoridad y alguna métrica que no la destruyera, tal y como tiendo a hacer incluso con la prosa. Dhavar, el amigo al que me refiero, me perdonará o me absolverá entre otros por una cosa o por otra.