lunes, 1 de octubre de 2007

El capitalismo supervisado y la libertad política

A instancias de algunas entradas sobre la situación en Birmania, que he comentado en cada ocasión respectiva, me siento empujado a volver a hablar de las relaciones que existen entre Capitalismo y Democracia que a mi juicio siguen confundiéndose (y no relacionándose) por parte tanto de "la izquierda" como "la derecha". Insisto (véase mi "Chinos de Dickens en..." y otros dos posts sobre el capitalismo publicados luego, en agosto, en este blog), que un Sistema Capitalista no tiene necesariamente por qué ser Democrático y mucho menos debe ser equiparado lisa y llanamente al Régimen Democrático Formal. Claro que es cierto que entre ambos existe una estrecha relación simbiótica que debe ser dilucidada, relación que lleva al primero a una cierta pérdida de contenido a la vez que a redireccionar (positiva o negativamente), por no decir frenar/acelerar, la tendencia hacia el colapso, presente sin lugar a dudas (como en toda complejidad), a costa precisamente de esos contenidos, es decir, a costa de lo que vulgarmente se considera su esencia. Y claro que es evidente que al capitalismo le viene mejor un grado amplio y suficiente de libertad institucional e individual. Pero, insisto, ni tanto ni tan poco, como trataré de demostrar.

El elemento que conduce a esas situaciones de deterioro y recuperación, está plenamente identificado hoy en día hasta tanto por el propio liberalismo como por las concepciones neomarxistas. Salvo interés directo que condice a soslayar el mal, todos reconocen la existencia "nefasta" pero "inevitable" en mayor e menor medida, de la Burocracia. Burocracia, por cierto, que el Régimen Democrático desarrolla desde sus orígenes a instancias de su método de representación al igual que el Sistema Económico en sí mismo la desarrolla a instancias de la División y la Organización del Trabajo en el seno de sus propias células productivas (fábricas, empresas...)

Lo cierto es que ninguno de los dos modelos existe ni puede existir en sus formas puras o ideales. Y la causa central de este paradigma es que ninguno de los dos puede existir sin Burocracia. (Nótese que hoy en día... ¡ningún sistema sociopolítico práctico real es concebible sin ella! ¡Y por mucho tiempo, mal que nos pese! Al menos eso me creo...)

Es precisamente este componente el que en un determinado grado de presencia y predominio torna la Democracia Moderna en Totalitarismo sin que por ello conseguir erradicar del todo, aún en los casos más extremos, la permanencia de las reglas económico-capitalistas.

El Capitalismo nace supervisado desde un principio por la Política y por la Cultura. La Democracia no le es estríctamente necesaria de igual modo, ya que le bastaría con un Poder Político afín que se mantuviese al margen de los negocios (algo que la burocracia política es capaz de permitir y permitirse hasta cierto punto... y durante un cierto tiempo.) Esto último explica por qué al cabo de los acontecimientos el capitalismo liberal acaba queriendo volver a las formas democráticas y por qué cada vez le ha tenido más miedo a las dictaduras militares (Latinoamérica, Birmania, etc.) con quienes coqueteó sobradamente antes del triunfo de Fidel Castro.

Esto no es comprendido por ambas márgenes de la ideología teórica: "la derecha" intelectual (básicamente burocrática) prefiere creer que puede mantener controladas las tendencias de sus primos más radicales (distribucionistas) así como contentar a los asalariados que los secundan mediante sueldos más altos, impuestos más bajos, demarcación de territorios y estratos económicos jerarquizados económicamente (se apela en la práctica también a la concesión de privilegios, lo que muestra hasta dónde la mentalidad burocratizadora se ha impuesto como psicología social global y esto gracias a que el proceso real ha seguido avanzando y lo impregna todo... a través de los intelectuales, nuevamente) e incluso a la certeza de que cualquiera puede convertirse en un burgués y gestionar un negocio propio lo que sería índice de una capacidad singular que lo elevaría sobre la masa proletaria, convirtiéndolo de ese modo en un ser superior (en parte cierto, en parte parcial y, como se ha demostrado, no únicamente posible por la vía "moral" del esfuerzo laboral y comercial sino también de la lucha política.) Además, sobre este punto, hay que señalar cómo también es aquí la burocratización global la que recorta esas posibilidades (no sólo desfavoreciendo el acceso potencial a la propiedad por parte de miembros selectivos de las masas -ya que el sistema es una sola cosa con la imposibilidad de que todos sean capitalistas- de mil maneras sino ofreciendo la alternativa más práctica de la vía política -igualmente inaccesible y rentable por igual para todos-.)

Es indudablemente cierto que "cuanto MAS capitalismo, MAS libertad POLÍTICA", aunque yo lo precisaría aún más diciendo: "cuanto MENOS SUPERVISIÓN burocrática sobre la economía, MAS libertad política"; es casi tautológico ya que por fin tendríamos la sentencia "cuanto más democracia más libertad", aunque también ella encierra un contenido idílico. La Democracia Formal es intrínseca, inseparable e irremediablemente burocrática.

Por otra parte, y sin entrar a fondo en las características de los regímenes políticos modernos (su modo de representación indirecto) y centrarnos en el sistema económico, hay que añadir el hecho obvio de que todas las economías del mundo de hoy en día SON capitalistas , primero porque nadie puede poner fronteras nacionales a la economía y segundo porque el capitalismo se define por las relaciones económicas que lo caracterizan (y no el predominio de la propiedad privada, que de todos modos sobrevive y sobrevivió hasta en el país más burocratizado del planeta como pudo ser la URSS de Stalin o la Kampuchea Democrática, aun cuando fuese de un modo relativamente marginal.)

En Birmania, ya que ella está en la mira, como en la China que apoya a la Junta birmana a pesar de que sojuzgue y reprima cruelmente a su sociedad (genéricamente hablando, lo que puede ser peligroso para un análisis realmente útil), hay Capitalismo de Estado en lo fundamental (digamos que éste es el principal significante de la economía mientras más o menos marginalmente se permite una economía de mercado.) En otras palabras, se trata de la forma predominante del capitalismo en esos países que, de todos modos, están inmersos indisolublemente en el espacio del Comercio Capitalista Mundial.

Allí, se observan grados de más o de menos "libertad económica" que se alternan según las circunstancias sin que la burocracia gobernante deje de supervisar la economía e injerir en la misma (hasta límites claramente antieconómicos, sin duda, donde la corrupción y los proyectos megalómanos tienden a llevar al régimen al colapso o a su autodestrucción.) Se trata de una constante supervisión ideológica, que es la forma que para mí reviste cada vez más este proceso universal en el que nos hallamos inmersos.

Esto nos pone de nuevo, en un movimiento de vaivén inevitable entre las partes del todo, frente a la dinámica de la propia economía capitalista. También aquí observamos tendencias al colapso o a las crisis ("cíclicas" decía Marx que eran afirmando que se trataba sólo de un problema de irracionalidad debida a la codicia de los capitalistas: ¡vaya moral protestante, sin duda!, curiosamente similar a la de los sociólogos y economistas liberales a ultranza sobre cuyas doctrinas precisamente Marx edificó su iglesia.) Pero Marx, como todos los intelectuales de su tiempo y casi todos los que vinieron después, no podían establecer la relación indestructible que une al intelectual (o sea, a ellos mismos) con el burócrata político que ve el poder como vía para "transformar el mundo".

No, las crisis del capitalismo no descansan en la irracionalidad de la búsqueda individual de beneficios y de crecimiento. Esto último es una tendencia innata que viven por cierto hasta los mimisísimos profetas del socialismo hayan o no recomendado explícitamente, como hizo tal vez inocentemente Bujarin para pagar luego por ello, "¡Enriqueceos!". No, es el "racionalismo" de los burócratas lo que conduce al capitalismo al colapso tendencial (incluso a que "ni siquiera funcionen los tranvías".) De ahí la idea ancap del "dejadnos solos" que se escucha como un grito de guerra. Pero, lamentablemente (uso de nuevo esta palabra concediéndome otra vez esa licencia poética) eso no es sino una nueva idealización, un nuevo mito, una utopía irrealizable, en todo caso... un modelo, posible tal vez en una isla mecanizada (sin mano de obra humana), tal vez en el satélite colonizado de una novela de ciencia ficción que opte por describir el futuro de ese modo. En todo caso... un deseo (que, además, no puede ser universal, ni tampoco arrastrar a las masas como sí pueden hacer y hacen aún las utopías distribucionistas.)

La injerencia burocrática se demuestra necesaria e imparable, ambivalente (lo repito con otras palabras: frena el desarrollo económico con sus maniobras y a veces logra redireccionar y hasta suavizar las crisis que ella misma provoca a través de sus grupos y sus acciones en ámbitos de diversa enjundia un tanto descontrolados, todo lo cual no puede desaparecer ni siquiera mediante el más totalitario de los regímenes egocráticos), y esto es así inclusive en los países del primer mundo. Esa sí que es la esencia de la sociedad moderna global (que, dicho sea de paso, sólo se puede comprender considerándola en su conjunto y no dividida en países con sociedades estancas, se llamen o no "del socialismo en un sólo país" o simplemente "comunistas"; conceptos ambos ideológicos y como tales falaces en todos los sentidos, meramente míticos y útiles a la propaganda de unos y de otros; de unas, más bien, burocracias o de otras.)

El otro lado de la balanza, las masas asalariadas y los países pobres, cuya existencia es inevitable en las condiciones de esta sociedad, son los polos que reproducen una y otra vez las tendencias totalitarias. Las masas porque no pueden sustraerse al canto de sirena de la burocracia redistribucionista que pretende tomar el poder en su nombre; los países pobres, porque es en ellos donde esos movimientos consiguen más fácilmente convertirse en bastiones protegidos por la conmiseración y los negocios puritanos del primer mundo (esto explica la pusilanimidad en materia de política exterior.)

Por fin, las burocracias defienden en todos lados su poltrona, real o potencial, se tienden a aliar entre sí (especialmente contra otros grupos de iguales), chantajean al capitalismo privado, se corrompen en más o menos, se comprenden y toleran... En fin, están en las antípodas de la libertad política.

Los "entes puros" no existen más en la cabeza y son realidades objetivas las que tenemos que explicar lo mejor posible, lo que significa, aplicando la navaja de Ockham.

El marxismo y el liberalismo, tributarios del intelectualismo ilustrado que tiende a la burocratización, caen por todo lo dicho en lo mismo. Los más honestos con sus convicciones siguen justificando sus experimentos fallidos por la traición a los principios (eso del "si Marx levantara la cabeza" de los neomarxistas, como si quien la levantara fuese Adam Smith o Tocqueville), pero es algo en los que caen todos los intelectuales en cuanto saborean el poder (por ejemplo, en cuanto dirigen una secta y no digamos un pequeño partido con posibilidades) y obviamente más cuando ya lo han conquistado o lo comparten. Y, como si se refirieran al diablo, señalan la corrupción como influencia maligna o la naturaleza del hombre (no a la del intelectual) e incluso aceptan las desviaciones por razones prácticas, etc. Unos y otros siguen tributando en todo caso al platonismo (hipócrita generalmente) y/o permitiendo que sus banderas honestas o sinceras sean utilizadas para que otros usufructúen el poder... a su costa y con su apoyo intelectual justificatorio.

La marginación parcial da lugar a que haya unos cuantos bienintencionados que siguen cerrando los ojos al papel que desempeñan en nombre de "bellos ideales" impracticables que son en realidad meras banderas de los "iluminados prácticos".

Los errores de nuestros intelectuales otrora bienamados de la Ilustración, La Razón y el Materialismo Científico deben ser denunciados, desmontados y desmantelados radicalmente (o de raíz.) Si "levantaran la cabeza", deberíamos decir en todo caso, debería ser para renunciar a sus teorías y secundarnos, o de lo contrario... ser ellos también prácticos, traidores, mixtos o como llaman todavía a sus discípulos los que creen que las teorías no están contaminadas de ideología y de intereses sociales significativos ("de clase" habría dicho Marx e incluso Tocqueville.)

Para concluir, repito desde aquí el brindis que ya he hecho cientos de veces: por la capacidad para romper con lo heredado de una buena vez.

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