sábado, 31 de marzo de 2007

Cosas de Gran Hermano

¡Cada tanto me viene a la cabeza lo que leí de Sartre durante mi adolescencia! Sí, todavía me sigue llegando a las víceras ese tramposo que escribía tan bien, con una fuerza que hacía verdaderas hasta las parcialidades (esto nos sigue subyugando más allá de la verdad que encierren y lo contrario), dándoles un sentido universal que es más literario que científico. Tal vez sólo se deba a que hay cosas que vienen particularmente a cuento en estos días, como por ejemplo esto que puso en boca de uno de sus personajes:



Se representa a los héroes porque
se es cobarde. Y a los santos porque se
es perverso. Se representa a los
asesinos porque se muere uno de envidia por
matar a su prójimo. Se
representa porque se es mentiroso de nacimiento.
(Kean)


Sartre se refería sin duda al autoengaño y no a la mentira que caracteriza al estafador que sabe lo que hace y para conseguir qué inmediatez. En todo caso, también a la mentira que se deriva de aquel mecanismo más o menos inconsciente o compulsivo del que no es fácil salir, y que incluso está muchas veces en la base del propio estafador, en su psicología profunda.

La culpabilidad, la vergüenza, el miedo, la avaricia, la mezquindad, la cobardía... hacen que la mentira sea indispensable para el hombre. Se trata de una defensa que intenta evitar que nos enfrentemos a nosotros mismos, a ese aspecto de nosotros que menos podemos soportar y que a veces da lugar a la esquizofrenia o a la catatonia y otras al suicidio.

Pero mentirnos, engañarnos, implica mentir y engañar a los demás, al menos al agresor o al enemigo al que no nos animamos o no somos capaces de enfrentarnos. Incluso podemos mentirnos acerca de que no mentimos. La mente opera como el órgano más sofisticado de defensa posible. Está ahí arriba, en el cerebro, para eso. El problema, pues, no es de moral, de imposición, de voluntad: es, como apunta Sartre (tal vez por intuición o en aras de un impulso literario típico de los escritores, superior a sus conocimientos científicos o a su concepción ideológica), de nacimiento.

Para la mentalidad judeo-cristiana y cartesiana (que la consolidó y legitimó racionalmente), es muy difícil aceptar que el hombre sea un animal más (hasta ahora, el más complejo), pero, increíblemente, lo es más el aceptar que segamos respondiendo al mismo código genético del hombre primitivo. Incluso al mismo que movía hasta hace nada a los hombres de la antigüedad y la edad media, a los bárbaros y a los romanos, a los espartanos y a los persas, a los inquisidores y a los Borgia. Más aún, ni siquiera a los nazis, a los bolcheviques o a los sanscoulotes...

Y sin embargo, son las mismas reglas las que se vienen reproduciendo desde la prehistoria del hombre.

En aquellas épocas, unos nacían más preparados que otros para sobrevivir: los había fuertes y resistentes y los había astutos y frágiles. Los peligros eran tantos y tan diversos, que todas las habilidades defensivas y agresivas tuvieron su oportunidad y lograron reproducirse. Por eso nacieron conductores (y fueron asesinados otros) y muchos se sintieron más atraídos por la búsqueda de protección, o sea, por cobijarse bajo la conducción de otros. Claro que hubo y sigue habiendo más variantes, pero, todas llevan implícitas esas dos grandes tendencias. Los que lo consiguieron con una u otra arma, sobrevivieron y se reprodujeron, y, al cabo de los siglos, unos dieron lugar a los esclavos y otros a los conquistadores, a los campesinos y a los terratenientes, a reyes y a vasallos, a representantes y representados.

Hoy, en plena edad de oro de la burocracia política, muchos dieron de su seno a intelectuales más o menos serios pero también a otros de pacotilla, a pícaros, a vendedores de feria y hasta a simples vociferentes que en el mejor de los casos sólo saben despreciar con superioridad impostada. El mundo está dividido en dos grandes grupos de los que pocos pueden decir que están totalmente desvinculados: los dirigentes y las masas electorales o potencialmente electorales (esto donde se ha establecido una dictadura momentánea que siempre acaba en transición o en democracia impuesta desde afuera.)

Pero en estos tiempos de predominio burocrático, cuando el proceso de burocratización alcanza a los propios productores y a los gestores de la producción, cuando la producción misma es fundamentalmente burocrática (concepto que prometo desarrollar más pero que uso para indicar no sólo bajo qué parámetros se conduce, a veces hacia lo socialmente innecesario, sino porque, como todo lo que una sociedad produce, ésta lo hace también desde un imperativo imaginario que se corresponde con la psicología social que se ha impuesto a todos y que justifica cada producto, cada necesidad, cada sistema), la Mentira se ha convertido en un arma legítima del arsenal del luchador burocrático actual.

Se observan incluso casos realmente alucinantes. Por ejemplo en la España de hoy e incluso a razón de docenas por día.

No sólo se miente, se desdice la mentira previa, se ocultan y enmascaran los hechos y se cubren de un velo de falsa verdad, bendecida y deseada, se distorsionan, se reescribe acerca de ellos y de sus causas, se retrocede hasta encontrar el ejemplo histórico y se retoca, se describen con palabras inapropiadas y con frases incompletas que no dicen nada y sugieren ambigüedades, etc. Se dan por redefinidos las palabras y los conceptos mal empleados adrede, se retira del discurso el contenido y se dejan las expresiones de deseo más vagas y menos comprometidas para que nada quede claro y se sobreentienda lo que se desee sobreentender, incluso para acusar a quien las interprete peligrosamente de manipulador. Y esto lo hacen principalmente quienes ocupan el poder hoy en concreto: la camarilla que tiene por caudillo a Zapatero. Porque la oposición burocrática, hoy al menos, se defiende y en lo fundamental no le queda sino apelar a toda la parte de verdad que pueda y sea capaz de ver y de utilizar en su defensa.

Baste para muestra un botón de actualidad: Se está acusando al PP de coartar la libertad de prensa por negarse a participar de la mayoría de las actividades que organice un grupo de prensa y de presión que los ha denigrado calificándolos inapropiadamente e incluso amenazadoramente (es lo que hizo nuevamente el Grupo Prisa mediante una diatriba directa de su jefe Polanco, y es amenazadora porque donde haya falangistas anticonstitucionales habrá que perseguirlos e ilegalizarlos y sacarlos de sus refugios donde estén encubiertos con ayuda de la policía; porque serían sencillamente golpistas, ¿o no?, serían realmente peligrosos para la democracia, no sólo dignos de un "cordón sanitario" sino de extirpación -algo que se dijo por ahí y luego sólo se silenció-), aunque creo que, sobre todo, fue con el fin de provocarlos algo más.

Ahora bien, ya que me he metido en este tema, la pregunta que debería interesar y que muy pocos se hacen es: ¿acaso es el PP quien detenta el poder, quien controla al Estado? Sin duda que no, ya que está en la oposición. ¿Puede su plante significar una medida de coacción sobre los derechos de los demás? Sin duda que no, salvo en los que hace a la ya coactiva pero aceptadas reglas de disciplina dentro del partido que la llamada izquierda enseñó a practicar a todos los burócratas bajo el nombre de centralismo democrático, ya que sólo es la negativa de un grupo social cohesionado y fiel a sus propias reglas. Incluso el hecho de que ejerce la oposición no es aquí lo relevante ya que lo mismo diría de otro que fuese gubernamental o progubernamental, porque sólo tendría un significado coercitivo desde el único punto de vista posible que esta calificación se debe y se puede hacer, si viniera del mismísimo Estado; porque no se puede equiparar ninguna acción de un grupo particular con la acción represora de la policía en cumplimiento de una ley vigente ni con con la violencia del Estado en general ejercida mediante la promulgación de una ley dirigida a recortar derechos o a conculcarlos.

La libertad de prensa, sin duda, sigue allí, absolutamente impoluta (y limitada en algún aspecto sin duda por las leyes vigentes.)

Lo contrario sería algo que habría que imponer por ley (¿es lo que se pretende quizá contra el "falangismo" que se manifiesta en contra?), y eso sería una coacción contra el derecho: "Ud, como burócrata, debe publicar, declarar, debatir y retratarse en todos los órganos de prensa, en los afines como en los que lo critiquen, incluso si lo denigran e proclaman medidas punitorias contra su organización y sus simpatizantes."

¡Esa sería una ley que recortaría derechos! Es decir, que todo es al revés, lo contrario, la mentira, el desconcierto...

¡Pero no es así y hay que dejarlo claro!: cualquiera tiene derecho a hablar con quien quiera y a no hacerlo con quien no quiera. En todo caso, podrá tratarse de un maleducado o de un intolerante, pero nunca puede ser tildado de represor a quien no tiene poder para serlo. Por el contrario, para poder evitar esa mala educación, habría que reprimir, imponer una conducta, obligar a mantener al enemigo a pan y agua, por ejemplo.

¿Están loquitos quienes tan pobremente pontifican, saben que no respetan ni siquiera los conceptos, o nuevamente se trata de la mentira consciente y del uso forzado del lenguaje y de los conceptos (los que hemos definido en los últimos siglos con el simple fin de entendernos) para que las masas vociferen sin otra base que los imperativos tácticos de sus supuestos representantes? ¿Cómo se pueden ignorar sin más esos conceptos básicos, avasallarlos o desconocerlos, distorcionarlos o consentirlos, que la humanidad se ha dado mal que mal para entenderse y escapar de la Torre de Babel de la ignorancia y de la manipulación? ¿Se trata de incultura o de malintención maquiavélica? ¿De pérdida del sentido o de intención de confundir a cualquier precio? ¿No son, de esta forma, estos los más claros esclavizadores de las masas: los que inventan y propagan esas falacias destructivas del intelecto y de la lucidez a la vez que dicen hacerlo en nombre de la libertad, la verdad y tantas otras mentiras desconcertantes? ¿Es esto lo que inculcarán mediante la asignatura que han impuesto (¡esta es una imposición, una coerción, un recorte de derechos para conseguir según se declara engañosamente, un pueblo más civilizado!) llamada "Educación para la ciudadanía"?

¡Venga, que pasen los payasos, que vengan luego los malabaristas, total, sólo estamos en el circo del invocado Gran Hermano!

Por Inglaterra, por la reina y por el botín

En el mundo actual la burocratización ha impregnado todos los rincones y todas las actividades de la sociedad hasta alcanzar el grado de verdadero hito histórico-social, comparable al feudalismo o al capitalismo clásico.

Desde mi punto de vista, ya no se trata de una mera fase del capitalismo en el que obviamente se fue gestando desde sus primeros tiempos hasta conseguir su actual status, sino de una sociedad regida por diferentes parámetros aunque
humana, como también es obvio, y con esos elementos heredados y aun eficaces que permiten sostener que no se trataría de algo nuevo y diferente (al respecto se olvida que en la antigüedad y en el feudalismo ya habían moneda, propiedad y trabajo asalariado y no por ello Marx dejó de hacer del capitalismo una etapa diferenciada.)

En ese sentido, me permito señalar un aspecto decisivo que para mí da la pauta: toda la sociedad ha acabado por convertirse en una sociedad de burócratas o de aspirantes a serlo (gestores en exclusiva del poder, receptores de tributos más o menos abitrarios), en la misma medida que el capitalismo era una sociedad de propietarios y de aspirantes a la propiedad del capital y los medios de producción (de riqueza y de poder). La psicología social da hoy en día más valor al prestigio social ligado al cargo y a la considerada eficacia que lo justificaría, que al honor y a la riqueza.

Ya no se persigue centralmente el poder del dinero (que llega automática y casi solamente por la vía de las posiciones
profesionales –sindicales, corporativas y políticas incluidos– antes que por la vía de la "explotación
del hombre por el hombre"), sino los privilegios propios de una buena posición en las organizaciones jerarquizadas, privilegios que permiten, sin necesidad de poseerlos, el usufructo de unos bienes que cada vez se almacenan o se legan menos sino que se despilfarran y se dilapidan sin llegar a ser de nadie pero siendo de todos. (Es más: cada vez más, una parte sustancial del botín que así se obtiene consiste en cargos altísimamente remunerados donde apenas se figura, es decir, se luce cada día un nuevo traje, corbata o pañuelo... ¡No porque "se aporten" las relaciones coleccionadas –que las tienen todos– sino para desarrollar las "relaciones públicas" en las diversas "cortes" del presente: reataurantes, fiestas, parlamentos, etc....!)

Hoy en día y cada vez más, imperan las ideologías sobre los bienes y las capacidades dando lugar incluso a una nueva fase en el proceso de burocratización. Apunto aquí un detalle concreto pero muy significativo por su evidencia: ¿sabíais que para ser banquero en Indonesia se requiere profesar la fe islámica? Por ahora lo dejaré ahí apuntado para que quien lo quiera explicar de otro modo pueda hacerlo.

Por otra parte, se diga lo que se diga, en este mundo, el botín ya no se conquista principalmente mediante la guerra ni pasando al abordaje, sino mediante un juego de ajedrez político-formal que a veces, al terminar momentáneamente en tablas, bloquea el proceso de redistribución y que otras veces da, al bando que ha conseguido dar el jaque mate, la dirección del mismo. Me direis que las guerras no han cesado, que ahí está, sin ir más lejos, la de Irak (y la de Afganistán, como me recordarán muchos si sólo mencionara ésta), he ahí la que se desarrolló en el territorio de la desaparecida Yugoeslavia o la que se tensa potencialmente entre Grecia y Turquía quizá sólo en los límites de Creta, o la que tiene lugar en Somalia así como las tantas ocurridas, ocurrentes y por ocurrir en Africa, y hasta los conflictos larvados que en cualquier momento podrían estallar entre países del tercer mundo, inclusive de América Latina… Y las luchas secesionistas que no podemos saber en qué nuevo rincón explotarán. Y las anexiones ideológicamente promovidas que podrían dar lugar a guerras santas, tal y como se promete, tal y como se defienden...

En efecto, hay guerras indiscutibles y tangibles hoy en día, y en el fondo hay un botín, aunque, si se observa más de cerca, se ve que
hasta en los países más pobres o atrasados se recluta a los incondicionales integrándolos en redes de corrupción burocrática y promesas de redistribución (a fin de cuentas, los suicidas potenciales son los únicos que se integran a la lucha para alcanzar el Paraiso y sus pelotónes, por suerte, dan como mucho para formar una compañía y no un ejército.) Las masas, más allá de la necesaria bandera ideológica que se alce para que sepan dónde hay que reunirse (con un color, como se usa para los grupos turísticos o para los escolares japoneses), tienen hoy que estar penetradas hasta el fondo por la red burocrática (que debe llegar hasta los maestros, los sacerdotes de barrio, los comisarios políticos, los porteros...) y tener la esperanza de mejorar gracias a sus buenas relaciones con esa red.

Las guerras de hoy en día, además y observadas d
e cerca y sin prejuicios, se diferencian en esencia de las ocurridas en el pasado lejano, pero incluso de las encabezadas por las potencias colonialistas del capitalismo industrial: Alemania, Francia, EEUU... hasta la segunda guerra mundial, donde ya se vislumbran novedades significativas que darían paso no a una colonia americana en Japón ni en Alemania sino a nuevos competidores independientes, es decir, a un proceso de liberación en lo fundamental. Y no por razones de empate ni mucho menos, sino porque las sociedades modernas son incompatibles económica y socialmente con el colonialismo. Liberación de una dictadura (Hitler, Sadam) para la instauración o restauración de un sistema burocrático moderno de alternancia en el poder que sin duda beneficia a los que tienen más posibilidad de ser votados (poder económico de los partidos, penetración en una masa que cada vez más tiene hueco en las actividades terciarias que genera "la paz y el desarrollo", incluído el que, por ejemplo -ejemplo entre muchos que debería ser estudiado-, ofrece Israel a los palestinos y a sus dirigentes, por así decirlo, más independientes.)

En parte, muchos de esos conflictos e invasiones armadas tienen similitudes con las viejas
guerras imperialistas que iniciaron en su tiempo las naciones avanzadas, pero esos conflictos periféricos de hoy en día tienden a ser llevados por las grandes potencias al terreno de su propio tablero de ajedrez, a veces con cierta ayuda policial (las tropas americanas y las de sus aliados en Irak, por ejemplo, no pretenden apropiarse de ese territorio sino restablecer las condiciones en que se pueda disputar su botín en los marcos de y mediante la democracia; lo mismo que a gran escala sucedió en la 2da. Guerra Mundial.) Pues aquí, más evidentemente aún, se trata de procesos de liberación y de operaciones policiales de limpieza y orden. Cosas que estarán cada vez más a la orden del día. Y que tal vez por esto lleven a las burocracias menores, que no tienen muchas posibilidades de sacar partido mediante esos juegos, a su cuestionamiento y obstaculización (esto permite arrojar la luz de un foco acusador sobre quienes claman por la retirada de las tropas americanas y de sus aliados de Irak, y esto merece ser analizado a fondo.)

Esas intervenciones restauradoras no dejan espacio para la conquista por las pequeñas o más débiles burocracias o en su defecto para la reconquista del poder local, ya sea mediante el golpe y el efecto, la manipulación ideológica progresiva o la alianza explícita o implícita, básicamente coyuntural, con la mayoría de las pequeñas burocracias opositoras del primer mundo (¿alianza de civilizaciones, quizá?) E incluso con la anuencia de una parte de algunas de las momentáneamente dominantes del segundo o tercero mundo (muchas dictaduras en mayor o menos grado o en tendencia y varias implicadas en sus propios negociados de más o menos envergadura y típicamente burocráticos, como también habría que poner en evidencia caso por caso.)

El objetivo, mantener o establecer un territorio libre de democracia (no me hagan repetir que me refiero a la democracia formal contemporánea que cada vez es más violentada por la burocracia de todas las organizaciones injertadas en sus instituciones) en el que podrían controlar ampliamente la redistribución a su manera. Una manera dictatorial y, más específicamente, burocrática.


Invito a todos los que no hayan caido del todo en las redes de la psicología social dominante a que intenten ver las cosas, todas las cosas, a través de este cristal. Tal vez puedan comprender más económicamente (con menos excepciones a la regla) lo que pasa aquí y allá así como hacia dónde marcha nuestro complejo presente.

Una propuesta que hoy propondría Copérnico con el mismo criterio con el que en su día sugirió que se reconsiderara el movimiento del Sol.

martes, 20 de marzo de 2007

"Yo apoyo a Zapatero" 3

Los que apoyan al gobierno sin tapujos y con bastante vocación heroica (repitiendo como loros los argumentos que al efecto les suministran, como pocas veces se ha visto, los miembros del gobierno en sus intervenciones y la prensa oral y escrita que lo apoya) mudaron un día de pensamiento, repentinamente, por obra y gracia del espíritu dogmático y de la disciplina política, y pasaron del antiterrorismo que llegó a dar de sí a los GAL a la aceptación y a la defensa de que la negociación entre el PSOE y la ETA promete la Paz interior o, en otros términos, el fin del terrorismo etarra. No hubo exposición de pruebas fidedignas (más bien todo lo contrario) ni de argumentos sólidos. El mito debe apoyarse en la fe y en la confianza en el líder, mecánica mesiánica que se trata de encubrir tras la necesidad de la seguridad y la aconsejable discreción que viene a cuento, algo que se llego a exigir a la oposición en nombre de la buena educación y la lealtad debida.

Lo mismo que les debió suceder a muchos socialistas cuando tuvieron que asumir, mal que les pesase, que había llegado la hora de dejar de ser racista para amar al inmigrante; reprimir el rechazo que nos inspiraba el hermano moro cuya estirpe había contribuido a conformar a España hasta el punto de rendirle pleistesía; tornarse, ista, ista, ista, por sobre todo feminista y meter el machismo ibérico en el armario incluso para compartir la fiesta con los homosexuales, aunque sin admitir que todos llevamos dentro la misma homosexualidad, en una u otra medida y por obra y gracia del código genético (algo que también les resulta inaceptable a muchos homosexuales.) Y tantas cosas más.


Pero nada de esto puede ser mero producto de la ingenuidad (producto de ignorar, básicamente a sabiendas, los objetivos políticos de ETA y su estrecha relación con los métodos que ha venido aplicando y aplica), ni sólo una hipocresía (ignorando, básicamente a sabiendas, que la violencia no se reduce al asesinato y a la colocación de bombas indiscriminadas, sino al terror callejero-gamberro y al mafioso, a la presión psicológica, a las acciones de una minoría encaminadas a amedrentar a la mayoría hasta conseguir controlarla y a dictar sobre ella por medio de un Estado propio, un estado de carácter dictatorial), ni siquiera resultado de la disciplina o del rechazo, respectivamente. Un cambio así, sólo puede tener, lo repito, causas materiales, aunque sean mezquinas, y grandes esperanzas.


No obstante, en sentido estricto, estoy convencido de que el fin de ETA no es el objetivo principal de Zapatero, y también en eso y por eso creo que se equivocan.


Por un lado, no pueden ser mentiras elementales las cosas que el gobierno sostiene una y otra vez ante la oposición parlamentaria (es decir, ante el PP); algo encierra de verdadero cuando dice que respetará la ley de partidos (al menos la que esté vigente en el momento adecuado, claro), que respetará la constitución (y sus resquicios, claro, y en tanto no la modifique legalmente -ya veremos cómo-), etc., etc. Lo cierto, es que no parece dispuesto a prescindir de las herramientas legales de que dispone para responder en caso de necesidad, es decir, en caso en que la negociación o "proceso" fracase por completo, después de... haber hecho todo lo posible.


No creo, pues, que ETA tenga en sus manos al gobierno (al menos no más que lo contrario) ni que éste esté dispuesto a permitir que una minoría (¡ninguna minoría, y la ETA no tiene por ser excluida!) imponga su dominio en un territorio cualquiera del Estado (geográfico o social), un dominio que pretenda situarse por encima del que ostenta y pretende mantener el gobierno y el PSOE (camarilla de incondicionales de ZP incluida.) E igualmente entiendo, desde mi punto de vista, que es ingenuo suponer que la Paz Interior llegue de la mano del "proceso", esto es, como resultado de las negociaciones Gobierno y ETA, Gobierno y PNV, PNV y ETA, etc. Esto es otro lado de la historia, pero ya que lo he mencionado, diré, entre paréntesis, que creo que ZP no se contentará con utilizar a Batasuna o como se llame y pueda llamarse en breve, sin la ETA sino tal y como ya están las cosas, o sea, con ella, en la clandestinidad, en las calles, en las acciones de extorsión, en la ilegalidad. En fin, que no creo que haga ascos a usarla con la misma vocación bonapartista con que ya lo hacía el PNV, es decir, no sólo para un conseguir mantenerse en el poder ante la posible insuficiencia de votos directos, sino para fundamentar una futura imprescindibilidad. Incluso y sin el menor reparo, volviéndose a transformar en su más decidido (por oposición a tímido) y desvergonzado represor. Por ejemplo (¡atenti!), desempolvando el GAL o simplemente mediante la policía. ¿Por qué no?


En eso también creo que se equivoca la oposición, que va siendo empujada cada vez más contra unas y otras cuerdas en aras del objetivo capital de ZP.


Se equivocan como cuando afirman que Zapatero erra en el método que usa para combatir la violencia terrorista. Con esto, el PP y los comentaristas de la oposición, desde los de la Cope hasta los de Onda Cero, desde El Mundo hasta La Razón, acaban confiriendo algo más de credibilidad a la imagen dicotómica que el gobierno presenta con hipocresía maquiavélica: Diálogo vs Violencia Estatal, Paz vs Guerra, Negociación vs Represión, Izquierda vs Derecha, Civilización vs Barbarie... y lo que haga falta. Al vaticinar que "no lo conseguirá" de esa manera, desvían la atención, como el gobierno pretende, hacia el método que el gobierno estaría utilizando, cuando lo que hace es otra cosa; la desvían de la realidad y se acercan al momento en que podrían ser empujados al vacío. Ellos, sí, empujados en lugar de ser quienes empujarían a ZP a avanzar, como aconsejaba Lenin que sabía mucho de tácticas, con una mano en el hombro. Insisto, así sólo les podrá esperar una nueva sorpresa de las muchas que Zapatero debe guardar en la carpeta de sus planes, quizá el plan B quizás el C...


Es cierto, claro está, lo que denuncian el PP y demás corrientes opositoras, al señalar que la tregua no es auténtica e incluso que ETA trabaja para la reserva, almacenando el terror que utilizará en el futuro y fortaleciéndose por el camino. Es cierto que Zapatero hace la vista gorda y que su táctica implica concesiones (por lo que se han visto obligados a movilizarse en el límite de la inoperancia verbal.) Incluso ha llegado a señalar con una preocupación creciente que esos métodos se han extendido a las prácticas de ciertos partidos gobernantes, ayudados por sus propios gobiernos, como ERC en Cataluña, como las juventudes catalanistas de PSC y de CIU, como el PNV en su pugna contra el poder judicial, y como la propia juventud y militancia socialista y sindical del PSOE y de UGT (¡siendo todo esto, nuevamente, un argumento revertido hipócritamente en contra del PP a cuento de la manifestación indudablemente defensiva realizada en Navarra, donde el gobierno local es de hecho aunque no de derecho el opositor -al gobierno central que es quien negocia y pacta apoyado en su delegación local-, la parte débil que se enfrenta con poco más que la legalidad a la coalición oficial y oficialista que trabaja para acorralarlo y mandarlo a la oposición, a un precio que a la mayoría del país le cuesta mucho digerir y para un objetivo evidentemente mezquino!) ¡Cierto, hay que decirlo, pero no lo es todo ni considero que sea la cuestión principal!


Sí, simple y llanamente, creo que la negociación con ETA no se inscribe en la búsqueda errónea ni correcta, utópica ni esperanzadora, de La Paz, sino que es una de las diversas tácticas de Zapatero para conseguir gobernar por los siglos del siglos (al menos en proyecto, al menos en el plano imaginario), algo que pasa necesariamente por la pérdida de peso parlamentario del PP y esto con el menor coste posible (a través, por ejemplo, de la transformación del PP en una minoría menos amenazante, de su división en dos -una de las mismas tal vez una "derecha laica"-, etc.); empezando por lograr que no vuelva a gobernar en la próxima legislatura mediante el contratriunfo de una coalición parlamentaria anti-PP. Por ello, el objetivo actual de ZP es reunir el mayor consenso posible en el terreno donde se encuentran los factores decisivos para mantenerse hoy por hoy en el poder, el de las instituciones parlamentarias.


En esta línea, La Paz (interior aquí), al igual que el desempolvado "No a la guerra..." y en conjunción con él, ha jugado y sigue juegando un rol capital en la estrategia del gobierno. Por una parte, porque esa doble Paz fue y es la argamasa por excelencia para mantener y aumentar la fuerza burocrática de apoyo situada y situable en el platillo izquierdo (socialista y regionalista) de la balanza parlamentaria, para unir en torno a una masa de incondicionales y proverles de una digna bandera ideológica y por fin para neutralizar a quienes nunca podrá ganar para la causa (y menos con una política tan maquiavélica y por ende tan difícil de digerir por quienes no pueden evitar responder sino a su moral y/o a su inteligencia.)


Por otra parte, está el echo evidente de que la propia ETA no querrá permanecer para siempre en las barricadas (diga lo que diga, claro, incluso de cara a la galería). Lo cierto es que sus tácticas siempre han estado subordinadas a objetivos de poder, o sea, que siempre ha aspirado a fundar un día su propio Estado de Israel, con sus propios gobierno y ejército controlados aunque sea parcialmente por ella, y con una policía, unos fiscales, un sistema completo de gobierno, en fin, un anillito de poder más o menos regional (¿o no es el Estado por definición el absoluto monopolio del terror, a la vez que su conquista representa el triunfo por antonomasia de todo grupo político moderno?)


Si alguna vez, ETA tomó conciencia de que eso no llegaría nunca mediante el ejercicio en exclusiva de la agitación y la propaganda, si un día descubrió para conseguir la toma del poder hacían falta la acción militar, la guerra de guerrillas urbana, el terror y todas las tácticas que la Historia de aquellos años mostraron exitosas... como en Cuba o en Vietnam... parece obvio que ahora haya comenzado a tener al menos dudas y que piense que quizá la carrera de las armas y los asesinatos no tenga, en el mejor de los casos, un buen fin. Ya se habrá mirado en el espejo de las Brigadas Rojas o, aún mejor, en el del IRA, sean o no estos espejos fieles o distorsionados. Y habrá tomado nota, aunque sea subliminarmente, de lo que sucedió y sucede en Rusia, China, Europa Central, Alemania... Y en Colombia, Perú, Argentina, etc. Y en Palestina... Sitios donde por ahora van ganando los ZPs tercermundistas y no los guerrilleros. Pero no es sencillo para un grupo de esas características transitar sin serios traumas hacia aquello que rechazó un día. Ni creo que esté dispuesta aún y quizá no lo esté nunca (hasta que desaparezca) a convertirse en un mero grupo de presión dentro del sistema y menos en una tendencia más de un partido único ajeno a su idiosincrasia manifiesta. En ese sentido, creo que su Estado de Israel imaginario seguirá en su cabeza durante bastante tiempo. Aunque tampoco hay que descartar nada. Ni siquiera una noche de cuchillos largos y de purgas.


Aunque estas notas no pretenden resolver adivinanzas ni hacer anticipaciones sino sólo hacer evidentes las tendencias. Y las conductas que se expresan en el escenario.


Entre ellas, las de muchos para quienes resulta sorprendente que el apoyo a Zapatero aguante el embate de los hechos. ¿Cómo es posible aceptar argumentos tan hipócritas y hasta ridículos, tan contradictorios y contradichos, de gobierno y prensa adicta frente la contundencia de la kale borroka, la extorsión, la "expropiación" de las pistolas y la existencia de zulos ("en proyecto"), la voladura del parking de la T4, el chantaje creciente, el constante contenido amenazante de declaraciones y comunicados de ETA (con algo de cal y mucha arena -desde el punto de vista constitucional y el orden vigente, me refiero- y que ciertos fiscales convierten mágicamente en opiniones), el papel más que condescendiente de esos fiscales a instancias del gobierno y el de él mismo (de las que ZP suele quedar en segundo plano, casi en el silencio o en la ambigüedad, sin duda preservándose para una sorpresa), etc., etc., etc. cuyos detalles todos se pueden repasar en las hemerotecas)?


La etiqueta "de izquierda", con sus símbolos y sus iconos, con sus reivindicaciones históricas aunque confusas, fueron indispensables y útiles, pero todo ello no habría sido posible si no se hubiese logrado convencer a los satélites potenciales que su lugar no podía ser otro que el de sumarse o desaparecer (el caso venezolano, insisto, es instructivo, ejemplar y clarividente, y en todo parece ir un paso adelante.) Y por lo visto tomaron conciencia, es decir, aceptaron la dificultad que tienen en los tiempos que corren para participar de otra forma del poder en el marco de las actuales democracias formales bipartidistas cuando no monopartidistas (las acciones en bloque en defensa del gobierno no hacen sino multiplicarse hasta grados increíbles, por ejemplo, con la retirada de una pregunta al presidente para evitar que desde la acera de enfrente se le formule otra!)


Esto es lo que le ha permitido, le permite y le permitirá a ZP agruparlos a todos. Se trata, a todas luces, de un auténtico anillo de poder.


¿Por qué, pues, no pretender incluso la integración de una Batasuna rebautizada y reconvertida (quizá hasta el punto en que se reconvirtió el IRA, por qué no.) ¡Sí, por qué no! Insisto, nada es imposible, pero sobretodo, es obvio que ello cabe perfectamente en el plan estratégico de Zapatero.


El anillo de poder podría ser tan poderoso que sería capaz de reducir, con tiempo, con paciencia, con buen talante y buen rollito, a todos los grupos al grado de tendencias internas de un gran movimiento... quizá de un Gran Partido... vaya uno a saber; sí, vaya uno a ver lo que entonces se podría llegar a conseguir. Un anillo, insisto, como el que brilla en el anular de Hugo Chávez a quien al parecer ya se le presentaron las circunstancias favorables para exigir a sus aliados en el gobierno que se disolvieran dentro de su partido único o se fueran del gobierno, es decir, se retiraran definitivamente del reparto del botín.


En todo caso, ZP y con él todos o casi todos sus colaboradores se lo tienen que creer.


ZP, como buen ejemplar de burócrata político, no tiene socios ni aliados permanentes, y menos al PP que es su obstáculo, pero yo creo que incluso estaría dispuesto (¡como se lo pide y se lo exige cada dos por tres!) a admitir al mismísimo PP (o a una parte del mismo) entre sus protectores y comparsas... Claro que para ello debería comportarse como los demás, es decir, renunciar por entero a su identidad, contribuyendo lo más rápidamente posible a la constitución de ese partido único íntimamente deseado. ¿No sería ese un contenido realmente prodigioso de eso que podría bautizarse de algún modo, quizá de "derecha laica"? Está muy claro: ZP comprendió, para bien de su partido, que no se podía seguir la senda que encandilaba a algunos viejos socialistas (Rosa Diez, Nicolás Redondo...) por los motivos que sea: la pertenencia al campo de los demócratas. Para él, el único campo válido es el suyo propio. Ahora, de lo que se trata es de una alianza en torno al anillo del poder que él posee, una alianza para alcanzar el poder absoluto mediante la liquidación del contrincante. Para eso se distorsiona su imagen, se la pinta del verdadero enemigo de esa misma democracia, de bárbaro, de monstruo, todo con el fin de expulsarlo de la arena... avasallando por el camino toda la democracia que lo obstaculice.


Se acabarían entonces todas las guerras, todas las polémicas. En los parlamentos sólo se harían preguntas sobre la sanidad o el calentamiento global. Todo pecado sería redimido (incluyendo tanto el terrorismo etarra como el del GAL.) El mundo sería feliz, España sería un ejemplo histórico a seguir, Zapatero sería investido... Bueno... yo qué sé cuántas bellas cosas pasarían. Los incendios serían fuegos artificiales, el talante una norma de etiqueta, la ciudadanía una asignatura...


¡Oh, sería maravilloso si también lo comprendiese Batasuna-ETA, el pueblo entero, Europa, el mundo!


Con todas las letras, según mi punto de vista, se trata de un plan antidemocrático, se mire por donde se mire. Un plan de fronda y en última instancia blanquista, que como tal se comienza a manifestar (léase esto con doble sentido) desde el 13M, desde el ya famoso, histórico, "¡Pásalo!". Un plan profundamente maquiavélico, hipócrita, incoherente voluntario, desconcertante, tramposo, corrupto, manipulador y hasta ofensivo para con la inteligencia... es decir, con lo más rechazable de la conducta humana.


La oposición no debería hacerle el juego... si fuera capaz de evitarlo. Por eso mi guerra contra esa mascarada: por peligrosa, por repugnante y porque es consentida.


Porque (un paréntisis más) debo reconocer también que el mensaje de la derecha democrática es culpable de lo que hacen las minorías burocráticas para mantener o mejorar su cuota de poder (CIU, ERC, PNV o IU, da lo mismo.) Porque bajo el criterio de su concepción bipartidista, aparentemente democrática, que se ha impuesto de hecho y de derecho, de que las minorías deben someterse a las mayorías (aparente, porque esencialmente afecta a los representantes y no a los representados, que soportan la dictadura del colectivo burocrático en su conjunto), esas minorías (burocráticas) deben aceptar la dictadura del consenso establecido entre los grandes partidos (algo que alcanza cada vez extremos mayores como se observa en Alemania en estos días e incluso se verá a las claras, mal que les pese a muchos ilusos, en EEUU) y de ese modo contentarse con ser un mero grupo de presión. Total, a ellos, a los grandes partidos que tienen asegurada la gobernabilidad alterna mediante la democracia formal instituida, las reglas constitucionales vigentes, etc., qué más les da... Para ellos, el ambiente ideal sería el que suele reinar en los clubs de VIPs y en especial en los ingleses. Y esto no convence por lo visto a las burocracias menores, que no saben qué hacer y aquí y ahora han optado por el mal menor y promesas de reparto equitativo. Reparto que a la larga no beneficiará y suele perjudicar siempre a la población en general (aunque también esto es otra cosa.)


Zapatero, sin duda alguna, como cabeza de uno de esos dos partidos alternos, debería pensar igualmente de esa forma, educada, civilizada, generosa... Y sin embargo no es así. No, porque al menos por ahora, ZP ha descubierto un plan mejor.


Es obvio que esta renuncia a la civilidad arroja aún más luz sobre el objetivo auténtico del Plan Z: la alianza entre las burocracias postergadas bajo el manto de una de las principales y contra la competidora principal de ésta, una alianza exhibe de movimiento casi más que de frente. De ahí que, más allá de las afinidades ideológicas (¿la tienen PNV y CIU con IU y los verdes?) , todos esos grupos aceptan hoy el papel de extras de la película, debiendo contentarse con una parte del botín, aunque sin duda con cierta suspicacia; la propia de los socios minoritarios. Como hizo y hace ERC, que ganó, por el momento, un buen trozo de tarta alimenticia y otro de legitimidad para el ejercicio de la violencia, legal y legitimada (¿o no es violencia imponer el catalán a todo el mundo ya veremos hasta dónde?) O... integrándose, como han hecho unos cuantos que todos conocemos, a los partidos dominantes. Cabeza de ratón o cola de león, he ahí la cuestión.


Entretanto, el PP, que había aceptado las reglas de juego del bipartidismo, es decir, la famosa alternancia, no puede sino oponerse radicalmente a ello (¡el sistema implantado con la Transición no le permitiría hacer el mismo juego!): le va en ello la vida, es decir, sus aspiraciones a suceder a ZP y lo antes posible, digamos, antes de que sea demasiado tarde a causa de los futuros y posibles triunfos de las diversas coaliciones social-nacionalista que van enseñando las uñas y los dientes.


Por lo demás, volviendo a caer en elucubraciones fantásticas (y quizá en deseos escondidos propios de mi condición y de mis gustos), no creo que Zapatero llegue a tiempo de construir el mundo de sus sueños (un mundo Alicia, sin ninguna duda, pero no solamente y no tan inocente.) Creo que habrá antes muchos zigzagueos, que habrá tropezones, que perderá aceite y que se detendrá. Atentan adicionalmente contra el genial objetivo las propias luchas internas de la burocracia socialista, el golpe de estado interno que otras tendencias existentes en el PSOE y asimismo en el resto de la coalición se vienen preparando para dar desde el mismo día en que él, Z, y su camarilla, ganaron la presidencia del partido. Ellos son los primeros en esperar el tropezón y en empujar. Y con las mismas armas. Tal vez, incluso, cada vez haya menos vociferantes que "apoyen a Zapatero", sea por lo que sea. A veces un desliz...


La alternativa, si Europa, USA y los perjudicados potenciales lo permiten, si la economía aguanta, si los nuevos ricos no cambian de chaqueta (eso está cantado), si el proletariado aguanta, si los intelectuales dejan de recibir ayudas... podría resultar algo más propio de la ciencia ficción que de la lógica. El problema es que del submarino de Julio Verne al atómico no hubo sino un trabajo concienzudo. Un simple viaje en el tiempo llevó de la Tierra a la Luna. ¿Por qué alguna suerte de "1984" no vaya a repetirse de tanto enseñar los dientes?


Por eso, habría que estar alertas. Quizá incluso combatir aunque más no sea con huevos. Quizá simplemente dar el voto útil aunque al mismo tiempo claudiquemos... O dejar que el país siga su curso tragicómico... mientras buscamos una isla algo más seria.


El hecho de que yo me lo esté pensando, supongo que es un índice más de que la cosa es grave.


Sólo siento que no servirá de mucho que algún día haya un cartero que recuerde haber salvado una vida (o un libro) mientras tratan de olvidar que condenaron a tantas otras cuando trabajaban en la policía secreta del régimen, inclusive la suya, como en "La vida de los otros".

domingo, 18 de marzo de 2007

"La vida de los otros"

Ayer vi la película alemana "La vida de los otros". Sí, remarco lo de alemana porque no puede negar su idiosincrasia. La historia se sigue linealmente para dar una panorámica de las dificultades y penurias que ocasionó a todos sus habitantes la vida bajo el régimen burocrático-comunista en la RDA.

Todos sufren las consecuencias de la atmósfera gris que los envuelve y cuyos efectos se prolongan más allá de la caída del muro: unos mueren con el peso de la traición en la conciencia, otros ven sus carreras afectadas o lisa y llanamente caen en desgracia a pesar de su altísima profesionalidad y capacidad (policial, dramática...), otros sufren el desgarro debido a su elitista sentido de la vida (siendo colocados ante la disyuntiva de anularse, voluntaria o involuntariamente mediante métodos expeditivos de una sutileza macabra, o pasar a la clandestinidad con todas sus consecuencias), etc.

Todos van siendo empujados al abismo: a la traición más difícil y abyecta para no traicionar sus ansias más vitales, al suicidio, a la puesta en peligro de la libertad y de la vida...

Cinematográficamente, sobra más de una explicación innecesaria puesta en boca de uno u otro personaje. Literariamente hay varios lugares comunes que intentan explicar la psicología de los personajes más allá de la propia mecánica de la dictadura y el control policial que se ejerce sobre sus vidas: drogas, soledad. Creo que no hacía falta ninguna de esas apoyaturas extraordinarias, aunque sin duda todas esas cosas pueden haber sido reales; al menos no remarcadas tal y como están, con el carácter de explicaciones adicionales. Los saltos (demasiados) sucesivos en el tiempo a modo de injertos de episodios deberían haberse resuelto de una sola vez, en un único salto o mediante otros trucos, quizá con toda la película contada menos linealmente.
Sin duda les ha parecido más importante a los creadores de la película que el protagonista sepa lo que pasó exactamente que el impacto dramático orientado al espectador, impacto que se resiente por culpa de esas declaraciones explícitas.

Por último, al salir del cine, volví a pensar en las mismas cosas en las que pienso siempre (qué remedio) y volví a concluir en lo terrible que debió ser vivir en esos países para quienes justifican su existencia en la trascendencia de sus obras o de su papel intelectual. Y en la alegría que debió significar para ellos la caída del muro, la entrada de la luz en sus vidas grises y en todo caso secretas, de la pérdida de la angustia de vivir en la inseguridad, vigilados, sospechosos, sometidos a los caprichos de una burocracia sin principios que les exigía una lealtad sin condiciones a esos mismos principios simplemente publicados para consumo de las masas y para justificar sus acciones kafkianas y salvaje y miserablemente egoístas al mismo tiempo. Alegría, claro está, consolidada por el éxito, el prestigio, el status social... que se puede alcanzar en democracia por decir casi todo lo que se quiera, en los huecos infinitamente mayores que sus resquicios dejan. Y volví a tener una visión de la humanidad formada por grupos que no pueden ser sino irreconciliables, que no pueden hacer nada que no sea por ellos mismos (o morir, o asfixiarse, enloquecer o migrar), ignorando o negando los intereses ajenos cuando no levantando banderas en su defensa con toda hipocresía y para su propio beneficio.

En fin, que volví a verme ante una selva donde unos devoraban a (o vivían de) los otros mientras ellos se relamían felices.

Nota: remito a mis entradas acerca del elitismo, a las dedicadas a "El mito de la educación" y los grupos y a la de "Leonas y leones".

viernes, 16 de marzo de 2007

"Yo apoyo a Zapatero" 2 (segunda parte)

Siempre se quedan muchas cosas en el tintero, y acerca del tema de La Paz hay varias que no puedo dejar de exponer ante mi invisible auditorio (que en su mayoría entra curioso y sale en estampida, al menos por ahora.) Vamos allá:

La Paz lleva muchas décadas siendo una de las banderas más dignas que puedan agitarse (ante las masas, se entiende, porque en esto de agitar banderas no cabe el onanismo propio de otras agitaciones.) Cada vez más gente
vive alrededor de este concepto y de él, y lo bueno es que puede dar trabajo a todos hasta el infinito…

Al menos eso es lo que sienten y por lo que los que lo realizan o aspiran a ello se sienten tan cómodos y honrados; sobre todo, especializándose y profesionalizándose en esta materia (¿quién haría tantos esfuerzos si no hubiese carrera o los fuesen a despedir a corto plazo?)

La otra ocupación promisoria es la de la preservación del medio ambiente, pero eso es tema de otros comentarios. En cualquier caso, se parecen en mucho ya que, además, ambas son ejes excelentes de grandes utopías emparentadas con la Justicia y la Igualdad, esas proyecciones inevitables propias de la mente humana, puras en su pureza de las más elementales ansias y frustraciones infantiles. Sí, valga el siguiente paréntesis: es el niño, el que lo quiere todo, quien más sufre la injusticia de los padres y eventualmente sus hermanos, su mundo, por no permitírselo (mediante la violencia y en todo caso mediante la imposición, o sea, la autoridad.) Es inevitable que interiorice esos sentimientos. La genética soporta la constancia de ese esquema, su reproducción generación tras generación.

En parte, aunque sea pueril o primario, es eso lo que garantiza que el mundo sea cada vez mejor, más maduro, más sabio. Y que se llegue a pactos interburocráticos cada vez más inteligentes, al menos en la medida de la Historia y no de los pequeños retrocesos; pactos inteligentes como, por ejemplo, el de la histórica Transición. Así que a no despreciar estas habilidades y conductas porque todo venga de esas menudencias infantiles ni de lejanos parientes menos complicados o complejos.


Bueno, pero se trataba de hablar ahora de cosas más prosaicas, situadas en el estrato de la historia, de la sociedad, del mundo inmediato, y no de psicología evolutiva, genética ni química… Volvamos pues a La Paz tal y como se la trata e instrumentaliza entre los adultos del sistema y en el Sistema. Aquí y ahora. Bajemos a lo concreto incluso. Hagamos como Google Earth nos permite: alejarnos, alejarnos, cambiar de foco, acercarnos, observar, señalar…


Y enfoquemos de nuevo, os sorprenda o no os sorprenda (no olvidemos que esto es sobre todo literatura, ciencia ficción, un juego), es decir, volvamos a mi amigo del título: en realidad, una mera referencia para ejemplificar una teoría. Volvamos, enfoquemos...


A él y a su grupo de estrategas, La Paz, el movimiento pacifista que en concreto había venido creciendo en torno a la oposición variopinta a la Guerra de Irak, se descubrió como más que ideal como palanca hacia la toma del poder. No desarrollaré los pormenores (salvo que alguien me provoque), pero parece bastante obvio que Z se convirtió en ZP gracias a su declarado y agitado pacifismo (una nueva puesta en escena que tuvo un acto magistral cuando no se levantó al paso de la bandera americana –podía no haber ido al desfile, pero… cómo privarse de un escenario como aquel; podía no ir a ningún desfile militar y… bueno, si sigo acabaré adelantándome a mi propia denuncia diciendo que podía haber ido más allá de traer de regreso a las tropas y haber disuelto las fuerzas armadas españolas aunque fuese para dejar una defensa a la manera suiza, yo qué sé; y convertir los desfiles militares en paradas de ejércitos de salvación y de ONGs.)


Pero Zapatero sólo estaba haciendo una pantomima, y por eso, por ejemplo, siguen las tropas en Afganistán. La Paz de Zapatero se reducía al ámbito de la Guerra de Irak convertida no sólo en la más mala de las existentes y futuras (al menos las que se produzcan bajo su gobierno) sino en la única verdaderamente guerrera, la guerra no bendecida por el organismo pacifista por excelencia, la ONU (al menos era así cuando él ordenó la retirada, aunque después España votara en la ONU de manera opuesta. Aunque aquí lo que importa resaltar es lo que el propio movimiento dice a gritos y no lo que amortigua o disimula.)


Realmente las falacias son innumerables y no me resisto a exponerlas en contra de los que apoyándose en el desconocimiento o en desconocerlas pretendan rebatirme con paparruchadas.


Al menos unos apuntes deslabazados:


1) la presencia militar es siempre ofensiva, lo es la misma en Afganistán, donde se combate desde un principio y todavía a una retrógrada secta de narcotraficantes y fanáticos islamistas.


2) La ONU decidió intervenir cuando esos fanáticos comenzaron a dinamitar para siempre las estatuas de Buda.


3) La ONU es un organismo de conciliación, una manera de poner frente al tablero a los viejos contendientes de la guerra fría… para que no se calentase demasiado. Un club inglés, como los parlamentos modernos.


4) La ONU no es un organismo democrático que los pueblos del mundo elijan, sino un lugar donde cada uno de los países decisivos ocupa un puesto de igual significación y peso que los demás y donde además la mayoría de los demás países están excluidos. En este aspecto, es más democrático el parlamento americano que la ONU. Lo único que dirime las cuestiones (se considera esto significativo por pura conveniencia general y por obra y gracia de las ideologías concurrentes) es el balance de fuerzas. Pero en este aspecto, qué significa un veto o un voto en contra por parte de Rusia o de China cuyos países permanecen al margen de las prácticas democráticas, cuyos líderes no están sometidos al juicio popular de las urnas sino al de sus pares (traiciones y puñales mediante) es decir, a los avatares de la lucha interna dentro de sus partidos únicos gobernantes? ¿Y qué los que pactan entre bambalinas sin dar de ello noticia ni a sus parlamentarios ni a la oposición ni menos a sus pueblos de manera pública los representantes burocráticos de los países democráticos que allí se sientan? ¡Menuda democracia, pues! ¡Vaya valor positivo el de sus resoluciones! ¿O es que la guerra entre hutus y tutsis no exigía algo más que inoperancia, específicamente una intervención policial inmediata? ¿O es que las masacres de Sudán eran algo que se podía ignorar, cosas ciertamente molestas que se arreglarán solas? ¿O es que la negativa a aprobar la invasión aliada en Irak obedecía a causas humanitarias, pacifistas, respetuosas de la soberanía nacional de algún pueblo, realmente de un pueblo? ¡Pero, bueno… ¿hasta dónde vamos a llegar a mentir y mentirnos hermanos míos, hermanos que parecen preferir a los simios y a los cobayos, a los perritos abandonados, a los linces en extinción… por encima no sólo de hombres y mujeres de otros pueblos que sufren las peores desgracias, que ya lo creo que se pondrían (como se han puesto) a aplaudir a la entrada de invasores que vinieran a liberarlos de tanta miseria, de tanta angustia y de tanta inseguridad vital dado que al menos les darían un respiro (¿recuerda o se enteró alguien de aquella entrada triunfal del ejército vietnamita en Camboya?), preferirlos incluso por encima de madres y hermanos en tanto estos abracen una simple variante de ideología política, la liberal en lugar de la estatalista, la conservadora en lugar de la reformista o, si preferís, de la revolucionaria, porque todos estos y los que aquí falten son sólo meros eufemismos, la democrática en lugar de la fascista, la creyente en lugar de la hereje o la atea?!


Y basta por ahora, que no se trata de hacer aquí un estudio exhaustivo del fenómeno.


Ahora bien, no se trata de un simple político mentiroso sino de una muestra del montón (aunque específica y con más contenido nefasto que algunas otras.) Porque, ¿acaso hay un solo burócrata, político que no mienta, que no tenga que mentir? ¿Acaso hay alguno desde Bush hasta Sadam que no haya dicho que pretende el bienestar de su pueblo? ¿No lo hizo Lenin, y Mao y Hitler, y Stalin, y Mussolini…? ¿No lo hizo Franco, Suárez, González, Aznar y Zapatero? ¿Y qué de Azaña, de Primo de Rivera, de Masià, de...? ¿Qué conductor de masas práctico -que no estuviera loco- se presentaría ante su pueblo reconociendo que lo piensa explotar y oprimir, engañar y utilizar? ¿Qué lider reformista o revolucionario? En general, incluso ellos creen en sí mismos (mentirijilla más, mentirijilla menos) y se lo tienen que creer, es decir, ellos mismos creen y deben creer que su política es la más humana, que cada guerra que hacen o en la que se empeñan es para el bienestar y la paz (al menos de su pueblo), que es un medio, un atajo, una táctica de una estrategia auténticamente humana, propia de un ser superior (un semidios como cualquiera de los césares o los reyes de la antigüedad), en todo caso de un iluminado (como los profetas), propia de esos miembros de la élite que no han podido evitar el llamado de La Historia, esos que comprendo a la vez que temo, que comprendo a la vez que rechazo, los que para estar con todos se ponen a la cabeza de todos (como venía a decir Sartre... de los profetas y césares contemporáneos)


Ahora bien, cuando se señala el carácter ingenuo del pacifismo se alzan loas al valor de ser utópico como de algo contrapuesto a lo reaccionario. Es cierto que el arquero que apuntaba a la Luna se convirtió en el que llegaba más lejos, pero esa no es la cuestión principal. El problema del utopismo, del idealismo, de la ingenuidad, es que sirve a otros fines, sirve a los fines de otros burócratas políticos, a encumbrarlos, a ayudarlos a conquistar y a mantener el poder para objetivos que nada tienen que ver con esos ideales bucólicos. Sirven para ocultar esos fines, para teñir de otro color las banderas reales. Pero tampoco esto es lo principal aquí.


El pacifismo de estos tiempos, el del “No a la Guerra”, para lo que servía era para lavarse las manos, dejar que otros se dedicaran a la masacre… El No a la Guerra de Irak, pero también la no ingerencia previa, de muchos años, desde que subió al poder, significaba dejar que Sadam masacrara sin freno alguno a su pueblo, a kurdos y a chiies y que los siguiera explotando a todos. El pacifismo agrupado en ese movimiento decía: eso no es cosa nuestra. Algo que se puede decir, pero en voz alta, y no detrás de una bandera aparentemente blanca y pura.


Y aquí un apunte para criticones malintencionados: ¡claro que la invasión de Bush y compañía no era pura e inmaculada, que no se hacía por compasión, pero era fundamentalmente defensiva (y en parte también liberadora, al menos para una mayoría de irakies) y, sobre todo, era una medida simplemente policial (¿habrá por cierto quienes crean que la policía está para solucionar algo en esta sociedad o para cambiarla? Yo no, pero a veces no me queda otro remedio que llamar a la policía.) Y cerrado el apunte, continúo...


Lejos están (aunque seguirán entreteniendo y hasta educando en el cine) la vieja psicología imperante de los que preferían morir en el campo de batalla, las loas al honor militar, incluso las propuestas leninistas de cambiar de hombro el fusil o de hacer la guerra contra la guerra en una época en que las masas proletarias sentían realmente en carne propia el horror de la guerra, el hambre de la guerra, el frío helado de la guerra, el barro inmundo de las trincheras y el horror de los gases letales que hoy pocos se animan a arrojar en lugar de las piedras. Muy en carne propia. Como no las sintió ningún proletario irakí por causa de la invasión aliada en Irak (lo que sienten ahora es la acción del terrorismo cuya causa teórica se tiene todo el derecho de atribuir a esa invasión, otra cosa es que sean la misma cosa y otra también que la causa pueda reducirse al detonante o al catalizador. Y otra cosa es lo que soportaban antes…)


Hoy en día, la cobardía es en el fondo más valorada que el arrojo, más humana, más civilizada… Bueno, tal vez… Si fuera auténtica, si fuera honesta, si no dejara a tantos a expensas de asesinos y torturadores, en Irak, en Corea del Norte, en Sudán... y en el País Vasco...


Hoy en día, parece preferible trabajar para levantar un muro de paz como muro de contención, un muro de paz como muro que nos oculte el horror… Pero qué digo, eso es sólo para que comulguen los ingenuos, para más allá del muro los especialistas libren todas las guerras o al menos vivan de ellas y les saquen partido (Otra pregunta capciosa al vuelo: ¿qué hace un pacifista como Zapatero vendiendo armas a Hugo Chávez, favoreciendo que se sigan fabricando en su país y vendiéndose a diestra y siniestra?)


Por lo tanto, convengamos de una buena vez en que La Paz fue principalmemente el ingrediente fundamental de la recuperación del poder por el PSOE (la masacre del 11-M fue integrada como el anillo a un dedo a esa estrategia, no hace falta abundar en ello aquí.) Y poco a poco se fue avanzando en la conversión de los combatientes contra el terrorismo hasta convertirlos en pacificadores por mediación del diálogo (de algunos ya dijo Zapatero que eran gente de paz, que tal vez sea cierto, sólo que a su modo, al de quienes creen, por ejemplo, que su guerra es por la paz.) Alianza de Civilizaciones interna, resquebrajamiento de la civilización occidental y ruptura de la unidad de la burocracia política española (débilmente por cierto puesta de acuerdo tras la peregrinación por el desierto que supuso el franquismo y durante el interregno de Suárez y Calvo Sotelo) en dos bandos enfrentados. Los iconos se suceden: Bush, el imperialista, en una foto con Aznar; Irak, guerra no legitimada (por una mayoría implicada en negocios más o menos turbios con Sadam); USA vs Europa (la de Chirac, no la de Merkel, pero eso vino después); un islamismo bueno, el turco, y uno muy malo, el fundamentalista sin país pero que los quiere todos; Palestina y luego el Líbano vs Israel; etc.


Ahora bien y por último, no se confundan conmigo aquellos que lo pretendan: no propongo una utopía alternativa, sólo trato de describir (según yo mismo veo) lo que pasa en el mundo que existe para que cada vez sean menos los que apoyen sin más a Zapatero. Y a Aznar, a Bush, a Clinton, a Merkel, a Chirac, a Blair, a Rajoy… es decir, para que cada vez sean menos los que se lo crean todo o casi todo. Para que duden y sobre todo para que tomen distancia.


Nada más ni nada menos.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Leonas y leones

Un documental sobre leonas y leones (no me vayan a acusar de machista) me permitió observar la manera en que cazan ellas. En él lo pude ver con todo detalle, en unos 15 minutos muy bien filmados y comentados. En el terreno político, donde unos humanos de diverso sexo y pelaje pululan tanto de caza como también de pesca, se requiere algo más de tiempo para captar y toda su operativa. Especialmente cuando se trata de verdaderos depredadores de los regímenes democráticos a los que deben su encumbramiento (gracias a los inocentes gamos y a las indefensas cebras de la historia humana.)

Aprovechando las inevitables fisuras del sistema y la condescendencia comprensiva de sus pares (la permisividad del sistema es aquí tan útil para parapetarse como la maleza en la selva), un partido político, siguiendo a la camarilla que lo lidera, suele avanzar muchas veces como el grupo de leonas: sin pausa, siguiendo el camino lo menos zigzagueante que le sea posible, concentrado en la presa más cercana. Como ellas, en la medida en que se acerca sigilosamente al objetivo, el grupo político va acumulando más y más adrenalina, sin poder impedir ponerse en evidencia, pasándole en ese punto lo que a las leonas que no pueden controlar el involuntario aunque sutil movimiento nervioso de sus colas.

Explicaban en el documental y podía verse, que cuando se hallan a unos a 30 mts de la víctima, estos animales se abalanzan sobre la misma de manera irrefrenable, ciegos a toda consecuencia. Cabe pensar que a esa distancia, la óptima para su grado de presteza, se disparan los resortes instintivos presentes en su naturaleza; precisamente cuando ya no puede contener la avidez que la cercania -ocular y olfativa- de la presa le induce. En otras palabras, que la paciencia parece llegar al límite cuando la distancia comienza a serle favorable al éxito, como para conseguir un máximo de energía útil. Entonces es cuando ya no puede contenerse más, cuando ya no consigue limitarse al movimiento de la cola.

No he podido evitar asociar lo que veía a la conducta de los burocratas políticos. Cada vez estoy más convencido de que el mismo mecanismo los lleva a sucumbir a los desbordes de su adrenalina para acabar saltando sobre la presa en el momento límite en que el zarpazo tenga las máximas probabilidades de éxito. A veces lo consiguen, otras la presa se les escapa.
Y a veces se la zampan otros. Pero lo cierto es que su naturaleza está perfectamente preparada.

Cosas de unos genes que vinieron al mundo antes de pasar al hombre... y que, al seguir siendo eficaces, siguen entre nosotros sin razón alguna para desaparecer ni atrofiarse por entero.


Y no me vengais ahora con lo de los aportes extraordinarios del hombre (civilidad, moral, cultura, respeto, culpabilidad, etc.) porque ya sabemos todos que el hombre es un organismo mucho más evolucionado y que ya no vive en la selva.

domingo, 11 de marzo de 2007

"Yo apoyo a Zapatero" 2

Otra de las razones por las que las masas (hay reconocer que en este asunto hay mayoría) dan apoyo militante o condescendiente a Zapatero y a su gobierno es la decisión que tomara de retirar las tropas españolas de Irak dando así respuesta a la masiva petición de negar La Guerra (y debemos suponer que pretendía referirse a todas las guerras; de desear que se impusiera la Paz, también global, también general.) Y tal como fueron las cosas, esta sería la Razón Principal, la bandera mayúscula (tanto, que el PSOE vuelve a agitarla ahora, sin duda algo a destiempo, es decir, digámoslo mejor, a desempolvarla: propuesta de manifestación -¿o más bien de contra-manifestación?- y mención en el parlamento y la prensa adicta en combinación con las contra-acusaciones al PP por mentir acerca de las excarcelaciones de terroristas, etc.)

Sí, argumento sin duda capital pero que tiene no pocas falacias y contradicciones.

Lo menos, el hecho de que Zapatero, con ayuda de la cohorte de parlamentarios de los grupos aliados, se permite mantener e incrementar las tropas enviadas a Afganistan. Es lo menos, pero lo que está claro es que lo hace con hipocresía, mintiendo a todos, engañando hasta el punto de buscar una falsa causa de condecoración para una soldado caída en combate (aunque fuese sorprendida patrullando.)

Pero lo peor no es que parezca avergonzado por las medidas que le imponen los compromisos internacionales (¡oh, a veces son humillantes, pero qué le vamos a hacer... y, en todo caso, siempre se podrá llegar a la ruptura cuando las fuerzas lo permitan, ya se sabe, la política, el camino al poder, es el arte de lo posible!) Todos argumentos que en tan significativa medida utiliza la militancia activa y pasiva (?) que mantiene su apoyo a Zapatero.

No, lo peor es que con ese canto a la Paz se daba y se da un espaldarazo a varias cosas que merecen avergonzar seriamente a quienes las apoyan: las dictaduras que oprimen a sus propios pueblos, las dictaduras que lanzan sus ejércitos terzomundistas pero tecnológicamente bien pertrechados por los comerciantes de la Guerra y los países no-alineados y relativamente alineados en aras de sus pretensiones imperialistas regionales, las dictaduras que amenazan (las tengan o no las tengan todavía) con acciones de destrucción más o menos masiva (por medio de piedras o de bombas atómicas pasando por los SAM, los gases tóxicos y esos microscópicos soldaditos letales que se sueltan en el aire o se depositan en el agua) y, en fin, las dictaduras o los liderazgos combatientes que pretenden instaurarlas, entre ellos los que quieren llevar las guerras santas acuñadas en el medioevo (que siguen practicando hoy) hasta el confín del planeta, y si tuvieran un poco de imaginación seguramente hasta el confín del Sistema Solar.

¿Puedo aún añadir para acabar una mención a la reciente traición de Zapatero contra las pretensiones nacionalistas de los saharauis, también, como lo de Afganistan, debido a las presiones de la real-politik? ¿Y puedo, so peligro de que se pierda un poco el foco, pero con la sana intención de hacer pensar más que de agitar, añadir que entre los mencionados "liderazgos combatientes que pretenden instaurarlas (a las dictaduras)" se encuentra nuestra izquierda abertzale y más o menos todos los nacionalismos regionales que si no aspiran a a Navarra aspiran a una parte de Aragón, o de Valencia, o a lo que esté más cerca y más contaminado?

¿Es o no todo esto lo que se apoya al apoyar a Zapatero? ¿Es éste el mundo feliz de la llamada izquierda? ¿No es para pensar que la ceguera selectiva y las justificaciones que se aceptan por su parte esconden otra cosa, en concreto, una feliz connivencia que les permite medrar (como ya he denunciado en la anterior entrada con el mismo título), conseguir algo mendigando o ser un poco importante no siendo gran cosa?

viernes, 9 de marzo de 2007

De la ineludible condición humana

Hoy he topado con otro "pesaoo" como yo. Obviamente me refiero a un pensador respetable (y que alguien se atreva a decir que yo no soy ambas cosas o que me faltan derechos para ello.) Los pensadores de hoy en día no están considerados por su capacidad para pensar sino por su posicionamiento ideológico (o sea, por lo que no requiere pensar dmasiado.) Son pocos en proporción los que escapan de ser un simple objeto de culto o del simple rechazo y la marginación (insisto, hablo de pensadores y no de burócratas de la cultura, al margen de que estén o no ambas personalidades presentes, a ratos, en la misma persona; no nos olvidemos del extraño caso del Dr Jekill...) A veces se tergiversan sus textos y discursos o se los reduce a un cierto número de citas. Pero no son muchas las veces que se toma su pensamiento como punto de partida para ir más allá y ponerse a pensar. Bueno, como se enterará más abajo todo el que siga leyendo, pienso que unos u otros casos existan es inevitable, es decir, sostengo que se trata de algo ineludible para los miembros de la especie humana.


Pues yo voy a seguir respondiendo a mis propias inclinaciones e intentaré a continuación concentrarme en un único tema de los muchos y muy interesantes que se exponen en la entrevista que le hacen al “filósofo y escritor” Aurelio Arteta, “catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad del País Vasco” y autor de un “Ensayo sobre la admiración moral” titulado “La virtud en la mirada” en ABC Cultural (3-3-2007, pág.23). Éste es el pesaoo al que me refería, alguien que, dicho sea de paso, resulta ser un vasco más de los amenazados (no sé en qué exacta medida, lo que no es relevante) por el totalitarismo e imperialismo socialnacionalista vasco, ese que intenta el asalto del poder en su territorio, obviamente ampliable, mediante el terror y la intimidación. Todo lo cual me inclina a manifestarle mis mayores respetos.

Pero vayamos al grano de una vez por todas…

Dice Arteta en respuesta a la primera pregunta del entrevistador Alfonso Armada:

…ya no hay disposición a cuestionar el valor de nuestras conductas, ideas o creencias; que está de más tanto atacarlas como defenderlas, puesto que al parecer todas son aceptables. Y, como alguien pusiera en duda las mías, le replicaría que me está faltando el respeto y que estoy en mi perfecto derecho de decir o hacer lo que quiera.

En este punto, muchos estarán más que de acuerdo con hacer precisamente eso. Sin embargo, sólo se llevarán un chasco (y todo por no reflexionar, por tender a hallar lo que se desea y no lo que se le está diciendo) al creer que Arteta los estaba respaldando cuando muy por el contrario…

Fíjese”, sigue a punto y seguido contestando la pregunta, “en cómo hoy se confunde lo “valioso” con lo “válido” o que cuenta con algún permiso. Lo legal se ha tragado a lo moral: la persona de fiar ha pasado a ser un “tipo legal”. Vivimos una época en que se evita el esfuerzo por aportar la justificación de nuestras preferencias políticas o morales.

¿No es por esto que se lo consideraría un “pesaoo”? Pero sigamos:

Estamos llenos de tópicos como que “no hay que juzgar a nadie”, porque así me libro de ser juzgado e impido que sean examinadas mis opiniones.

¿Os suena a conocido?

O que algo “no es ni mejor ni peor, sino sólo diferente”. Si lo diferente es valioso nada más que por ser diferente, la tarea la tarea de establecer una jerarquía entre las acciones u opiniones conforme con su valor pierde sentido. O eso de “pero no pretenderá encima tener razón, no pretenderá usted convencerme”.

¿Le suena esto a alguien por ahí? ¿Lo ha dicho alguna vez alguno? Y Arteta concluye la respuesta a la primera pregunta de la entrevista:

Pues claro que aspiro a tener razón, por supuesto que pretendo convencerle; si no, no estaríamos hablando… A toda esa clase de clichés coincidentes en la negación o relativización de la verdad y del valor moral lo llamamos nihilismo.

Ahora bien, digo yo, dejando de lado las ironías y ocurrencias que venían a cuento, paso ahora a revisar críticamente lo dicho por Arteta. Y con este objeto me pregunto (yendo a la base de sus juicios), ¿qué lo lleva a sentirse poseedor de la verdad, como nos pasa a todos? ¿Por qué, a pesar de que no tiene forma alguna de justificar su seguridad de un modo científico (la ciencia en todo caso dice lo contrario, apuntala precisamente el relativismo como sostengo enseguida), él, y todos como él, insistimos, creemos en lo que defendemos (callar no significa nada más que ocultarlo, no confesarlo, engañarse y pretender engañar, pretender desarmar al oponente con evasivas inconsecuentes; en esto coincido plenamente con su denuncia), exponemos teorías, establecemos juicios...? ¿Por qué (esta para mí es la clave) nos quiere convencer?

La ciencia (no sólo la física con la Teoría de la Relatividad y posteriores formulaciones) apunta a que el comportamiento humano sigue un programa todo lo complejo y oscuro que se quiera que en última instancia reside en el ADN. Cualquier otra cosa que se afirme conduce directa o indirectamente a Dios (Arteta da por sentado que ha muerto, de modo que esto no necesito discutirlo con él.) ¿Puede negarse que una respuesta conductual como la de Arteta y todas las nuestras, las humanas, incluidas las de los supuestos nihilistas y las de los moralistas de todo signo, incluidas por descontado las mías, son conductas humanas?

El hilo lleva a una única conclusión. Os dejo deducirla sin explicitarla, por obvia. Pero esto no resuelve el problema que plantea Arteta. Muchos somos los que sentimos (¡sentimos, sí, y lo hacemos porque nos lo impone algo que bulle en nuestro código genético o que éste se encarga de hacer bullir o que éste, en todo caso, ha desarrollado a través de más o menos mediaciones!) que tenemos que convencer a los demás, que los demás se equivocan, que no todo es bueno para nosotros como parte integrante de los demás, es decir, que no todo es bueno… “para la humanidad”, que somos capaces pues de ser interpretes y portavoces de todos, que tenemos derecho de proponer un determinado futuro ideal y de llevar el presente en la dirección de ese futuro, que tenemos derecho incluso de imponérselo a los otros, inclusive a los que no lo ven como y los que quieren otro, o especialmente a ellos, a los que quizá quieran uno menos generoso, más injusto, más egoísta, más particularista, yo que sé… que el que se nos ocurre a nosotros. Etcétera, etcétera, etcétera…

Ahora bien, acto seguido, preguntémonos si debemos reprimir ese sentimiento y ese deseo y esa conducta, si debemos extirparlos. Y si eso es posible… Y de nuevo: ¿quién o quienes tendrán el derecho, el “verdadero” derecho de imponérselo a todos?

¡Vamos, señores, dejémonos de lindezas, de buenos modales, de vergüenza, de respeto, y reconozcamos la verdad, es decir, la realidad, es decir, la naturaleza (esa que si la expulsas por la ventana volverá a entrar por debajo de la puerta)! ¡Vamos, Sr Arteta! ¡Vamos nihilistas y moralistas, ideólogos y burócratas y científicos y filósofos! ¡Vamos…!

…desde que los Neandertales se encontraron con los Cromagnones, la salida fue clara, el camino se vio reconfirmado…

Reconozcamos que la moral y el criterio social del futuro será el de los vencedores y no el más justo. O, mejor dicho, que el más justo será el de los vencedores. Que con el tiempo, lo más eficaz (lo más temporalmente eficaz desde el punto de vista evolutivo) será lo que al final… se imponga. ¡Al final, y no sencillamente, no sin dolor, no sin zigzagueos, no sin retrocesos momentáneos, oscuridad pasajera y a veces largas, penosas y prologadas estancias de generaciones en el desierto y tránsitos por túneles no deseados pero inevitables…!

Reconozcamos que no podemos hacer otra cosa que cumplir con el papel que nos ha correspondido y ser valientes o cobardes, firmes o endebles, justicieros o malintencionados, egoístas o generosos, seguidores o seguidos… y a veces un poco de cada por vez. Todo en nombre de la ciega y confusa supervivencia, aunque sabia a su manera.

Reconozcamos que respondemos a eso que somos… y seámoslo. Para evitarlo ya vendrán contra nosotros los de la acera de enfrente. O suicidémonos.

Y si os sentís inclinados… pues pensadlo.

"Yo apoyo a Zapatero"

Poco después de la legalización de los matrimonios homosexuales, unos amigos me explicaron su apoyo al gobierno haciendo especial incapié en la importancia de la ley en cuestión, sin duda conmovidos por su carácter progresista. En realidad ellos ya se habían apuntado antes al apoyo del mismo modo que yo me situaba en la oposición más crítica; ellos por imperativo ideológico (¿cómo oponerse, cómo no aplaudir el cambio sin fisuras, como tener la más mínima duda sin ser reaccionario?) o por estómago y yo porque, no pareciéndome mal por la libertad que instauraba me parecía sobretodo una pantomima sin mayor significación y mucho menos una ley revolucionaria.

Quiero dejar sentado, lo decía entonces y mis amigos lo sabían, que toda ampliación de derechos será siempre bienvenido por mí, al igual que rechazada toda prohibición o reglamentación, cuanto mucho aceptándola con resignación y a regañadientes. Pero hubiese preferido algo más simple y menos rimbombante, que redujese en lugar de extender la institución matrimonial, los rituales tradicionales y las fórmulas antediluvianas de emparejamiento (quizá una simple ley administrativa que regulase, o desrregulase, las trasmisiones patrimoniales de toda índole, haciéndolas voluntarias; uno de los temas centrales que dificultaba la vida homosexual en pareja, sin otro impedimento que no obedezca, en todo caso, al control de potenciales blanqueos y operaciones turbias de dinero.)

Sin duda existe un colectivo (como se suele decir ahora) que apoya mayoritariamente a Zapatero por esa política (política que el PP sólo pretende corregir formalmente y no retrotraer como haría una contrarrevolución) y muchos más que, sin pertenecer al mismo, se sienten motivados a ello. Yo, ni me opongo, y, repito, ni mentando la tradición ni mentando otras yerbas reaccionarias, todo lo contrario, pero no puedo mentirme como hacían mis amigos y decir que se trata de una medida revolucionaria, ignorando los muchos matices conservadores que simplemente han sido tomados de la tradición vigente sólo para hacerla extensiva a quienes hasta ese momento se tomaban la libertad de vivir como quisieran, sin el amparo ni positivo ni negativo de una ley (otra cosa es lo de los bienes materiales o la cuestión de las adopciones, que podrían tener, como he dicho, un tratamiento más revolucionario, y otra cosa, también, el sentimiento maternal, poco extendido al menos entre quienes viven preferentemente regidos por un criterio lúdico, lo que no por ello niega en sí mismo la necesidad de una ley.)

Sí, viven como quieran y como han querido... sin ser para nada perseguidos por ello. Al menos en éste y en los demás países de occidente. Porque lo cierto es que en otros las cosas son diferentes. Especialmente en esos con cuyos gobiernos Zapatero y Anan pretenden una Alianza de Civilizaciones, pero incluso en China, todavía socialista aunque no precisamente en lo referente a la igualdad o a la libertad individual. Algo que, entre otras muchas aberraciones (no sólo para mí sino para los miembros del mencionado colectivo), implica aceptar silenciosamente, o escamotear subrepticiamente, el hecho de que en esos países SÍ que se persigue la homosexualidad, se discrimina, se humilla, se posterga a la mujer y se utiliza y explota a éstas y a los niños, y a todo el que se cuadre. ¡En muchos de esos sitios incluso con la mutilación, la castración física y mental, la tortura y la muerte, y en todos con el desprecio y la marginación social!

Pues yo levanto mi voz contra esas prácticas y esas culturas (que, nos parezca o no que merezcan un nombre tan endiosado como ése, les corresponde etimológicamente.) Y, en tanto no la alcen los que apoyan a Zapatero, la seguiré alzando contra ellos, por cobardes, por ingenuos, por hipócritas o por conniventes, según sea el caso. Porque quienes caen en esta categoría son conniventes, es decir, cómplices, traidores a su grupo de preferencias del mismo modo que lo son quienes pregonan la igualdad en su propio país a costa de la desigualdad en otros, de su propia región o de su propia raza, etc.

Ahora bien, ¿cómo pueden conciliar su alineación con la incoherencia que ello implica? Esto es lo que interesa dilucidar, es decir, enfocar con el máximo de luz.

De nuevo el hombre y sus justificaciones: y ello porque hay que seguir viviendo. Una cuestión de estómago que algunos y a veces pueden soportar, otras se puede ignorar y a veces lleva a una ruptura epistemológica con consecuencias radicales. Sí, hay que vivir, incluso medrar, incluso recibir simplemente unas migajas y sin necesidad de superar la mediocridad.