Aprovechando las inevitables fisuras del sistema y la condescendencia comprensiva de sus pares (la permisividad del sistema es aquí tan útil para parapetarse como la maleza en la selva), un partido político, siguiendo a la camarilla que lo lidera, suele avanzar muchas veces como el grupo de leonas: sin pausa, siguiendo el camino lo menos zigzagueante que le sea posible, concentrado en la presa más cercana. Como ellas, en la medida en que se acerca sigilosamente al objetivo, el grupo político va acumulando más y más adrenalina, sin poder impedir ponerse en evidencia, pasándole en ese punto lo que a las leonas que no pueden controlar el involuntario aunque sutil movimiento nervioso de sus colas.
Explicaban en el documental y podía verse, que cuando se hallan a unos a 30 mts de la víctima, estos animales se abalanzan sobre la misma de manera irrefrenable, ciegos a toda consecuencia. Cabe pensar que a esa distancia, la óptima para su grado de presteza, se disparan los resortes instintivos presentes en su naturaleza; precisamente cuando ya no puede contener la avidez que la cercania -ocular y olfativa- de la presa le induce. En otras palabras, que la paciencia parece llegar al límite cuando la distancia comienza a serle favorable al éxito, como para conseguir un máximo de energía útil. Entonces es cuando ya no puede contenerse más, cuando ya no consigue limitarse al movimiento de la cola.
No he podido evitar asociar lo que veía a la conducta de los burocratas políticos. Cada vez estoy más convencido de que el mismo mecanismo los lleva a sucumbir a los desbordes de su adrenalina para acabar saltando sobre la presa en el momento límite en que el zarpazo tenga las máximas probabilidades de éxito. A veces lo consiguen, otras la presa se les escapa. Y a veces se la zampan otros. Pero lo cierto es que su naturaleza está perfectamente preparada.
Cosas de unos genes que vinieron al mundo antes de pasar al hombre... y que, al seguir siendo eficaces, siguen entre nosotros sin razón alguna para desaparecer ni atrofiarse por entero.
Y no me vengais ahora con lo de los aportes extraordinarios del hombre (civilidad, moral, cultura, respeto, culpabilidad, etc.) porque ya sabemos todos que el hombre es un organismo mucho más evolucionado y que ya no vive en la selva.
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