viernes, 30 de abril de 2010

Historia de una mentira desconcertante... y de su progresiva decadencia

El 1ro. de Mayo fue en su momento un día que hacía referencia a la lucha de los obreros por unas condiciones de vida... dignas. Lo digno ya de por sí se presta a muchas interpretaciones, pero lo cierto es que significa que se acerca "lo más que sea posible" a "la realidad del patrón", es decir, a la de aquellos que Veblen consideró "miembros de la clase ociosa". Esto, de revolucionario no parece tener gran cosa, como los revolucionarios marxistas y leninistas (autoerigidos como tal cosa, pero también reconocidos como tales por los que desde el Poder se sintieron amenazados de desalojo) se apresuraron siempre a señalar: "Las luchas sindicales sólo son reformistas", decían con todas las letras, insuficientes, aunque las consideraban justas y preparatorias para la que ellos proponían como definitiva... definitivamente emancipadora... capaz de poner a los obreros en el mismísimo poder; sin duda, qué podría ser más... digno.

Y se produjo la Revolución Obrera y Campesina, a veces tan sólo Popular y Democrática. Y los obreros descubrieron que si se mantenía leales a la vanguardia consciente que los representaba, podrían vivir como aristocracia obrera encerrados en fábricas secretas y barrios secretos cerrados donde bastaba trabajar y guardar silencio bajo la atenta y severa mirada del Gran Hermano so pena de ser arrojados fuera, donde pululaba el lumpenproletariado y los traidores, incluso con grandes posibilidades de ser desterrados a lugares inhóspitos de supuesta reeducación y... muerte prematura garantizada. Había tan sólo que demostrar estar bien educado y ser muy consciente... y en todo caso, saber detectar al compañero traidor y delatarlo de inmediato... Qué podía ser más.... digno.

El Progreso y la Riqueza de la Nación hicieron necesario y conveniente implantar una disciplina férrea con matices formalmente diferentes en algunos otros sitios, donde se impuso el lema que daría un empuje nunca visto a la producción de cañones, munición, sistemas avanzados de propulsión aérea (que prepararían la ulterior conquista del espacio) y otros igualmente avanzados de investigación médica y exterminio genocida... El leit motiv lo dijo todo: "El trabajo dignifica".

Mientras tanto, en el Mundo Libre, llegaba la era de la socialdemocracia y el keynesianismo, la era del bienestar social y del mismísimo Estado del Bienestar. Se había descubierto la panacea que permitiría que un día hasta los Ninjas pudieran acceder a una deuda hipotecaria (éso sí, siempre que vivieran ya en el Primer Mundo, aunque hubiesen venido del Tercero o del Cuarto... e incluso del Segundo en Decadencia o Reconversión, donde los que seguían allí quedarían en manos de sus... dignatarios para ser conducidos hacia la dignidad de una manera autóctona, es decir, más... digna). Realmente, ¿qué podía ser más... digno... que ser un deudor empedernido como los miembros de la clase ociosa (y no digamos los gobiernos, cuyas deudas se arreglarían, como desde un principio (documentese el que lo dude acudiendo a Adam Smith), mediante el recurso del... endeudamiento, esto sí, a escala cada vez más increíble? Ciertamente, se había conquistado la definitiva dignidad en buena parte del mundo y se marchaba hacia ella claramente en el resto (bueno... salvo situaciones que las buenas conciencias asumían como anómalas y respecto de cuya permanencia había que esperar que no se prologaría demasiado...)

A la vez, y en consonancia con esta marcha triunfal, el recuerdo de los desesperados que murieron (4 colgados más otro que se suicidó preventivamente sobre un total de 8 condenados) a consecuencia de aquel Primero de Mayo reivindicativo, reformista... pero sin duda inscrito en una lucha por el poder real, se convirtió, cada vez más ostensiblemente, en algo simplemente más... digno, es decir, como ya hemos dicho que esto significa, en algo más propiamente vinculado al ocio: La Fiesta. Y en sindical. Por otra parte, poco a poco fue algo que aceptaron todos (o al menos cada vez más gente, conservadores incluidos, de esos que ya dependían casi por entero de gerentes y consejeros...) hasta alcanzar esa máxima dignidad que encerraban los sueños humanistas del cosmopolitismo, tan ansiado, cómo no, por los más... dignos pensadores de la humanidad; algo realmente merecedor del calificativo en su conjunto: ¡qué más... digno!, ¡qué más dignamente cosmopolita que suavizar hasta el extremo un enfrentamiento que demostraría quedar circunscrito a los marcos de la lucha interburocrática de la que masas y mártires serían mera carne de cañón!

Pero resulta que ahora, mañana mismo, sábado para más INRI, se celebra de nuevo, como todos los años, esa Fiesta del Trabajo... del trabajo que 4.600.000 como mínimo (en España tan sólo, si bien estamos hablando del Campeón de a Liga), esto es un quinto de la población activa, ya no tiene y a los que habría que sumar los que se están formando... para no ser sumados a las estadísticas que tan poca patria por lo visto hacen y los miembros de sus familias que no perdieron el trabajo porque no trabajaban, niños incluidos (y en todo caso, restar los que trapichean en el mercado negro o en ocupaciones más o menos ilegales o simplemente marginales).

Más o menos tres cuartas partes están, aún, subvencionados... y algunos cuentan con la vieja caridad de tinte medieval que da Cáritas y otras organizaciones sustitutivas de las iglesias de otros tiempos a las que en su día se les quitó revolucionariamente la potestad de reunir bajo su seno a los pobres mendigantes, de quienes habría de ser el reino de los cielos, para que estos no tuvieran otra opción que hacerse asalariados industriales con los pies en la tierra (a lo que por las dudas se sumó la horca por contumacia como mecanismo disuasivo, esto es, para que la masa, que prefería el más que digno ocio y las patatas, contribuyeran a la producción más que... digna, como ya he dicho y repito, del Progreso Humano). Lo cierto es que se están acomodando, y si no fuera que el temor comienza a cundir de que las ayudas paternalistas se interrumpan, bien que les gustaría continuar como hacían sus ancestros... vagabundeando... más que dignamente.

En fin, no sé si a alguno de los asesores de marketing sobre los que descansan los malabarismos desconcertantes de los gobiernos de turno del planeta ya se le ha ocurrido, pero la Fiesta del Trabajo bien podría pasar a llamarse Fiesta del Desempleo, al menos por un tiempo (si es que se trata sólo de un tiempo). En cualquier caso, mañana sábado habrá en España más de 4.600.000 celebrándola, los más afectados un tanto apretaditos sin duda, y seguramente dispuestos a que se atrevan a desalojarlos uno de estos días por impago.




Adendum del 17-5-2010:

Deje claro en uno de los comentarios (en el que contestara a Meditabundo -ver más abajo aquí mismo-) que nada se hallaba más lejos de una "revolución" que los conatos callejeros multidudinarios de las calles de Atenas. Pues sirva esta noticia para comprobar hasta qué punto el silencio informativo expresa la realidad mencionada por mí. ¡Amigos, no me queda sino señalar la pertinencia de mi enfoque para obtener la perspectiva y los pronósticos más certeros! ¿Puede ser mera casualidad que me equivoque menos que los que, a base de suponer otras tendencias que no las mías, ven venir lo que no da ni un solo paso adelante, ya sea por temido o por ansiado, que para el caso es igual?

Por descontado que nuevos choques callejeros seguirán aflorando hasta el estertor mismo: las masas que sufren el descalabro están y estarán fuera de juego... al menos para cualquier cosa que pudiera ir más allá de una ayuda a una u otra facción burocrático-política.


jueves, 22 de abril de 2010

El mundo en proceso de simplificación (¿quizás el último del que podamos reir... y más justificadamente que nunca?)

Sin duda, los seres humanos van consiguiendo hacer del mundo una realidad cada vez más libre o vaciada- de certezas... y de manera ostensible (esto es, que la realidad asimile de tal modo los hechos que ya no puedan ser certeros en términos absolutos). A base de expulsarlas, percibo que asistimos (con más gente, aunque no siempre desde las mismas perspectivas) a una creciente vacuidad lingüística, a la anulación progresiva de las significaciones (al menos en términos de permanencia como tales, lo que remitiría tan sólo a una creciente perentoriedad de lo conceptual que daría la mera impresión de tal pérdida y supondría una interrogación más amplia acerca del rol del lenguaje y del discurso...) y al creciente imperio de lo que sigo viendo provechoso seguir llamando y considerando "artificialidad" (como hice aquí y se señala en los comentarios que siguieron).

Es como si el paradigmático Rey Midas de la leyenda de Apolodoro (véase mi referencia a esto en mi entrada previa, del 20-4-2010), hubiese acabado de darse cuenta o hubiese acabado por intuir e interiorizar luego la verdad última (verdad que es última sólo porque no tiene formulación posible, porque calla ante la pregunta que la invoca), aunque para ello, precisamente, tuviera que conservar las ropas y los bocadillos de la representación (como se dice en el lenguaje del teatro y del cómic): se hace como si todo fuera importante, incluso se hace como que todo es importante, pero se sabe que nada de lo que se dice importa, para lo cual se asume que lo que realmente importa es... continuar, insistir, repetir, no innovar, ser en lo mismo cada vez mejores, ser los mejores en hacer lo instituido y aceptado, lo admitido y bien considerado, lo que se nos impone sin discusión, los mejores en términos de eficacia para la repetición sin discusión ni referencia, sin Sileno, sin dioses ni profetas, sólo con líderes que nos sepan hacer trabajar mejor en el sentido indicado (eficazmente en sí) y que nos sepan empujar a hacerlo con placer, felicidad, gusto, etc., como propondría Harry Truman al definir lo que para él era el verdadero liderazgo (1)

La representación, que aparece como de mutuo acuerdo (aparece, digo, porque a mi criterio se nos impone, y lo hace, según veo yo la realidad, por la presión combinada de la propia corriente en marcha y la propia debilidad individual que caracteriza al hombre, debilidad cada vez más notable en tanto la corriente crece e incrementa su fuerza y volumen y por sí misma, autocatalíticamente, ella contribuye a constreñir circunstancialmente su cauce, a solidificar cada vez más las orillas).

Insisto en remarcar que, obviamente al menos para mí mismo, esta visión es en todo caso... la que tengo en consonancia con mi propia idiosincrasia, con lo que he llegado a ser, con la situación en la que me siento colocado en este mundo... En fin, con mi incapacidad para anular mi conciencia que me hace ver los intereses de todos detrás de todos los discursos y por ende, mi incapacidad para entrar en la batalla de la gobernabilidad... o sea, mi condena a ser un mero crítico inoperante e impotente que sabe además que aún si pudiera (que no) juntar un ejército masivo con el que salir a la guerra no tendría estómago para otra cosa que para recibir la daga de la traición... Y es que saber que los hombres que te rodean son víctimas insalvables o son verdugos desaprensivos y tú no puedes ya ser ni unos ni otros... paraliza, deprime e inclusive empuja a apreciar el sueño eterno, en todo caso el silencio de la sordera y de la mudez añadido a la ceguera, en todo caso la contemplación irresponsable, solipsista, la preferencia por la ignorancia que equivale al autoengaño, como el que embargó a nuestro predecesor Sócrates cuando tal vez consiguiera convencerse a sí mismo de que tendría mejores perspectivas para seguir siendo quien era, o sea como era, en el Hades, "donde hallaré mejores interlocutores" (Platón, Apología de Sócrates) y no en la "ingrata" Atenas (la Polis particular que lo condenó a través de los acusadores y jueces ocasionales que de ello se encargaron).

No puedo ver las cosas de otro modo y no puedo dejar de sentir que tal como las veo sea como son. En todo caso, exijo de cualquier discurso alternativo que se esfuerce seriamente en demostrar lo contrario en todo o en parte, que se deje la piel si la cuestión le pereciera vital, que deje todo el sudor en el intento y no siga confirmándome que lo que veo se expresa de nuevo en su conducta displicente que resuelve el debate despachando las cuestiones con meras referencias a fin de cuentas dogmáticas o de manual.

Primero fueron sustituidos por conceptos o ideas y por fin por los puros nombres de ellos al servicio de la homogeneidad de la masa en derredor de una camarilla. Algo que se ha logrado mediante una lengua empobrecida y acomodaticia, un lenguaje reformulable de manera táctica desde arriba; una neolengua en el sentido orweliano, como ya he señalado y hemos señalado muchos desde hace tiempo y en diversas circunstancias.

Ya no queda nada realmente ideológico en los discursos aparentemente utópicos: la utopía ha perdido todo significado (y este siempre fue ideológico o mítico).

Ya no se defiende nada porque se crea en ello o se tenga un proyecto vinculado al contenido formal del discurso. Lo que hay son referencias al bagaje racional preexistente que tras demostrar su ineficacia absoluta se ha conservado a título de atrezzo, como los viejos ropajes de los abuelos que se regalan al teatro para su uso essceneográfico.

Las disfracen como las disfracen, todas las profesías que los llamados analistas son pura propaganda de proyectos inexistentes, o sea, una parodia...

...que cada vez tiene menos vínculo con la realidad que encubren y aún menos con lo que pueda suceder de resultas del cuadro de complejidad latente. (2)

Esto caracteriza no sólo a los políticos profesionales, sino a los diversos especialistas y generalistas (periodistas en particular), especializados en generalizar, que integran esa nueva subespecie actoral que nos entretiene cada vez más en cada vez más tertulias y entrevistas. Los discursos de unos y de otros son todos a fin de cuentas muy desconcertantes, dan cada vez menos certezas y ponen cada vez más en riesgo la cohesión interna de la sociedad. Los espacios televisivos o radiales se llenan al mismo ritmo que merman las audiencias capaces de extraer de ellos alguna guía para la acción o pretender buscarla. Los espectadores de esos debates encapsulados y repetitivos los observan como harían con un combate de boxeo o un partido de fútbol, arengando si acaso al equipo que a priori sienten como propio, el equipo en el que han sido etiquetados en el mismo juego del poder. Los tertulianos no están para otra cosa que para obtener una paga extra y cumplir su rol histriónico de propaganda con lo que su esfuerzo se suma al más amplio de la lucha interburocrática que enfrenta a los contendientes efectivos que pretenden alcanzar ya la cima ya algunos escalones decisivos de la pirámide de poder, siempre regional en mayor o menor grado, en la que aspiran permanecer o desde la que aspiran pasar a otra de mayor enjundia.

De ahí que, a mi criterio, tomar partido, incluso crítico, dentro de ese marco, sólo conduzca a ser absorbido por su mecánica y añadir aceite a sus engranajes. Lo único que la crítica radical debe hacer según pienso, es poner en evidencia el rol de la representación y el de sus actores, algunos con posibilidades efectivas y otros sin ninguna perspectiva.

Esto no es algo nuevo en la Historia Humana, pero sí lo es el grado alcanzado en el proceso y la posibilidad que ese grado, al dejar tan ostensiblemente fuera a algunos, al cerrar tan ostensiblemente el juego para algunos... hace posible su elucidación.

Hoy es cada vez más evidente que las tesis más caras al racionalismo no son sino jirones de un mito que se desmorona y cuyos flecos moribundos apenas sirven como referencias relativas dentro de los discursos políticos. Toda referencia a las definiciones conceptuales los torna incoherentes e incomprensibles, los opone cada vez más a los modelos ideológicos con los que se los suponía emparentados y, al ser interpretados no obstante por una masa de incondicionales, nos remite a un lenguaje de signos y de gestos, de ruidos y de voces, que apenas si significan algo más que una única cosa: marchemos, marchemos detrás de nosotros mismos, con una sola voz y una sola voluntad, con la del líder; marchemos contra eso otro, contra "lo otro". No parece que haya realmente más nada en esas adhesiones que sin duda no buscan ninguna "ciudad buena" sino asegurar su parte del botín a cambio de esa cuota de lealtad siempre pendiente de un hilo.

Ese racionalismo, cada vez más incapaz de dar cuenta de nada, hace de la realidad una parodia marginal, en particular cuando la reviste de "económica". El hecho de que puedan denominarse "económicos" ciertos fenómenos no pretende una mayor comprensión de lo que pasa, sino un total oscurecimiento. Tanto los defensores del status quo como sus detractores, tanto los que miran aparentemente hacia atrás (con referencia a un supuesto modelo desvirtuado por la nefasta naturaleza humana) como los que miran aparentemente hacia adelante (con referencia a un modelo que no se habría podido alcanzar por culpa de esa misma naturaleza negativa), se aferran a esa parodia por algo que sin duda deben de tener en común. Pero lo único común, por debajo de esa falsa o incoherente apelación al racionalismo (lo que no puede sino hacerse de ese modo), es la pertenencia a una categoría social concreta: la de los intelectuales en términos generales que son los únicos que viven como si el modelo fuese un valeroso e invencible héroe que se mantuviese en pie mientras es acosado por los más crueles elementos.

Entretanto, las masas (a cuyas huestes son arrojados sistemáticamente los propios intelectuales), que aparte de sus cadenas ven crecer el riesgo de perder a sus amos (riesgo real que inteligentemente rechazan en tanto no pueden ver sino un espejismo detrás de cosas como la autogestión, etc., en todo caso accesible a una minoría selecta... que acaba fragmentándose en burócratas y trabajadores nuevamente) y los individuos que poseen recursos de poder que lógicamente se niegan a perder, buscan donde sea una manera de conseguir que nada cambie y menos que empeore. En el contexto de la Crisis, los individuos sólo pueden intentar aprovechar los recovecos y las fisuras que se le presentan, y lo cierto es que esas conductas sólo tienen que ver con la economía... en la medida en que se busca ponerla de parte de uno mismo (véase el artículo siguiente de los Mill y la "polémica" acerca de la asignación de culpabilidades así como el comentario que dejé yo allí contestando y situando a la misma desde ésta, mi perspectiva).

Como sucede cada vez que el curso apacible de los hechos se ve seriamente distorsionado, la situación producida a partir de esta Crisis exacerba el uso de lo que haga falta, caiga esto o no en el campo de la corrupción, la falsificación o la violencia, violaciones todas no sólo de la ley escrita sino de las leyes idílicas del modelo abstracto. En realidad, esta es la verdadera ley y es la que se cumple. Como ya dije, no manda en absoluto ninguna "mano invisible" sino un montón de manos negras bien identificables que en todo caso se ocultan relativamente de la policía, sobre todo cuando no consiguen que se haga la vista gorda o que la enfoque algún enemigo igualmente corrupto pero interesado en vencer igualmente a toda costa. Pero hay cosas que la ley misma (que una vez hecha siempre permite la trampa) ni siquiera prohibe sino que regula y normaliza, como pasa con las apuestas especulativas que sin duda permiten beneficiarse de cada coyuntura particular: depreciación de activos, llevando al derrumbe a una u otra divisa, provocando fluctuaciones en el valor de las materias primas, sea mediante destrucción violenta o reteniendo su circulación, etc., etc. Esto no responde a las leyes del mercado al margen de que sus jugadores lo hagan presuponiéndole una larga vida al sistema en el que sin duda operan para sacar tajada... lo que demuestra al mismo tiempo que no tienen la menor consideración por evitar que se hunda en el curso mismo del proceso, ni, claro, mucho menos por los cadáveres que queden en el campo de batalla... Son los intelectuales, con una conducta que podría considerarse como menos animal, a quienes preocupa "la sociedad". Pero esto no es del todo puro y en algunos casos no lo es prácticamente ni en lo más mínimo.

Ahora bien, no hemos llegado a la posmodernidad vigente y galopante ni por arte de magia ni por azar, ni, claro está, por predestinación o por castigo divino. Todo esto ha sido larga y pacientemente realizado por la Historia en la que hemos participado todos... bien que sobre todo a instancias de los que en cada instancia se hicieron con el liderazgo, lo que es algo más (y a vez algo menos) que el propio ejercicio del Poder. Las cosas están todas vinculadas. Si adquirido existencia propia, ellas darán a las otras una razón para existir y para resistirse a desaparecer. De lo contrario, apenas si se esbozarán y en todo caso se extinguirán.

El posmodernismo que nos incluye (y nos engulle), no fue un rayo que escapara del cielo repentinamente y en cielo despejado, sino que fue indudablemente cocinado a fuego lento aunque de manera un tanto imperceptible (podría decirse que tanto como el oxígeno en principio dañino pudo convertirse en la base de la vida terrestre), aunque en algunas ocasiones hubo personas particularmente reflexivas que fueron capaces de vislumbrar más o menos aspectos de ese proceso de cocina en marcha, de esa sopa siempre primigenia de la que siguen saliendo novedades.

Ya en los albores mismos de su progresiva implantación, tomó prestadas las formas vigentes de la modernidad... Y es que la fundación de la modernidad como cultura, realizada al margen de la marcha real de la sociedad (que se hacía fundamentalmente ignorando a los modernos por parte de la burocracia y de las masas cada cual por idiosincrasia e intereses propios), apuntaría doblemente a su "superación" o "negación"... La modernidad, en tanto que utopía, en tanto que deseo a la vez fantasioso e interesado de un grupo impotente para gobernar, la intelectualidad, necesitó desde un primer momento del autoengaño y del engaño teórico o desde la teoría, de la educación en la mentira y la esperanza realizable (sin pérdida de la vida, sin ir al cielo...), y, por otro lado, sirvió desde un primer momento a la burocracia en su marcha ascendente.

Si leemos atentamente lo que otro destacado ideólogo del posmodernismo propone a los dirigentes de esta sociedad sin metas, veremos cómo se trata de un mero correlato del descubrimiento kantiano de que lo propio es dejar lo místico a un lado para... tan sólo "trabajar", tan sólo "hacer efectivas las fortalezas de la gente e irrelevantes sus debilidades" (Peter Drucker, fundador de la revista De líder a líder referenciada). El objetivo, queda claro en el fondo de los fondos, no es sino vestir al rey y suministrarle el guión para sus actos: los genios de hoy habitan las revistas y los consejos de asesores que se hubican detrás del trono burocrático. Ya no hace falta (como se demostró y por lo que casi es esclavizado) un Platón en Siracusa. Estos gurús de la posmodernidad aparecen sabiéndolo todo como interpretes de lo que ya es, de lo que ya está en marcha, de lo que ya funciona... y de eso, más o menos como lo supieron hacer Platón, Aristóteles o Isócrates y luego, al entretenido fuego del Renacimiento que reflejara la revancha de las Cortes fragmentarias contra Los Sucesores de los Césares de Roma (o de los ex bárbaros ilustrados contra renovados romanos decadentes), Galileo, Kepler o Newton entre los más notables... de eso sin a dudas viven y en esa vida encuentran su propia justificación (3): no ya como líderes, sino como sus coachings, donde el paripé sirve al paripé... y a la mera continuidad en el mando por el mando, a cualquier precio, incluso si así se requiere mediante la vileza más abyecta y la apelación a la mismísima última instancia de la fuerza bruta (disfrazada y parapetada come il faut) en la que se halla el auténtico último fundamento de todo.

Ya no hacen falta metas: la meta la define la propia posición de jerarquía social. Estás ahí, eso te obliga a ser un líder para llevar a los demás en círculos eternos detrás de su propia cola... Ya no es necesario decir qué se persigue, tan sólo hay que seguir haciéndolo, en principio "bien", "eficazmente", aunque ello es intrínseco a la repetición, lo harás "bien" si lo haces con el mayor de los cuidados, desviándote lo mínimamente posible de la función de dirigir en sí misma, de impulsar la permanencia y la reproducción del propio mecanismo sin sentido: a lo sumo, se trata de que la estructura, con la misma configuración, crezca, crezca y crezca...

Ya no se trata (esto se considera irrelevante... y en el fondo peligroso) de saber por qué haya que hacerlo, sino de que hay que hacerlo lo mejor posible. Nada hay previo a ello salvo el hecho de que hay un hueco allí que has rellenado, un lugar en el cual tú puedes funcionar como un engranaje adecuado por un lugar remunerado de manera acorde en una carrera que no tiene otro premio que la mejora para seguir corriendo y en todo caso para correr gracias a hacer correr a otros. La problemática general de la vida y de su sintentido han pasado a un plano próximo, cotidiano, visible que por otra parte no admite discusión o puesta en tela de juicio... No hay igualmente en este plano sentido alguno, como es obvio, pero es mucho más fácil de admitir por su rotundidad, su solidez, su peso. Mientras La Vida es algo demasiado intangible, la ocupación es concreta y su Dios (el líder que nos ha tocado en la estructura) es inflexible y si pretende seguir siéndolo de manera efectiva debe serlo a la manera de un mecanismo de relojería (lo que no consiguió Dios al crear al hombre -en la leyenda bíblica, por ejemplo-, lo consiguen los buenos jefes; es el patriarca por excelencia y su mensaje simple, muy fácil de aprender: "trabaja bien" es su único mandamiento, o mejor dicho: "trabaja a la perfección y de manera especializada: sin salirte de los raíles, sin romper los esquemas de la división del trabajo"). No hay Paraíso prometido, sólo hay una satisfacción que debe hacerse presente en cada momento, una satisfacción del instante, o el infierno (que de repetirse se hará definitivo). El Líder-Dios, como lo definiera Truman (con tanta inocencia como desparpajo, con tanta despreocupación y autosatisfacción), es aquel que logra hacerle hacer a los demás "lo que hay que hacer" (sin que nadie más diga por qué), e incluso hacer que les guste u obtengan satisfacción por hacerlo (en sí).

Es más... es evidente (tanto en la política como en la empresa de negocios y demás instituciones y organizaciones sui géneris contemporáneas) que ni siquiera se producen esos líderes perfectos, sino que lo que se produce es una casi perfecta o al menos adecuada representación, una actuación que da el pego, lo más aparente en la medida de lo posible. No se aprende pues principalmente a dirigir nada (todo lo que se estudia es demasiado supuesto) sino sobretodo a sobreactuar como dirigentes, a gesticular como tales, a saber decir o leer discursos apropiados escritos por los asesores, a saber contestar con evasivas (no hace nada, una ex ministra socialista y diputada confesó públicamente en televisión que se les daban lecciones en este sentido) aunque no en nombre de sus ideas (que tampoco existen) sino de las supuestas necesidades de funcionamiento del jefe y de los jefes, de lo que se les impone como estructura en la que están y ellos mismos recrean, estructuras autocatalizadoras, repetitivas, que se mueven en un constante avance sobre un plano levemente inclinado que lleva al límite del caos por su propio peso.

Y es también evidente, que los márgenes para los valores tanto tiempo agitados, todos justificatorios como hemos señalado desde tiempo inmemorial (el inicio de la historia: descubrimiento de los diversos ámbitos en que se pudo realizar las domesticaciones que definieron las civilizaciones como tales), valores como la moral y la libertad, se han estrechado y se siguen estrechando sin pausa... (4)

Lo que parece más que evidente es que los objetivos modernistas se han derrumbado en gran medida y tienden a derrumbarse del todo mientras el esqueleto y los andamiajes sobreviven como si nada dando la falsa idea de que el derrumbe es una simple enfermedad transitoria de la que saldremos.

Y me resulta cada vez más indudable de que todo esto es inseparable de los pasos que determinaron la marcha hacia la formación de las civilizaciones.

Ese proceso es el que alcanza su esplendor con la Ilustración, el que pasó por los idílicos intentos cosmopolitas de Kant, de Bacon, etc., que sentaron las bases del positivismo primero y de la posterior forma decadente del mismo que es la posmodernidad. No por nada el positivismo logró, mejor que ninguna otra pretensión reductora o reduccionista de todos los problemas ("Soy, pues, de la opinión de haber solucionado definitivamente, en lo esencial, todos los problemas", diría Wittgenstein en un primer momento -1918-, cuando se lo creyó, presa de su propia vanagloria y omnipotencia racionalista), abrir las puertas a la posmodernidad, al vaciamiento de las significaciones si se prefiere, a la despreocupación extrema por toda posible o imaginable significación, a la vida al margen de si estas son o no alcanzables, lo que ya habría dejado totalmente de importar, lo que ya se habría demostrado primero inalcanzable (con Kant y cía.), luego indigna de toda expresión (con del positivismo lógico), por fin, útil como atrezzo. La división del trabajo, se suponía decisiva (Adam Smith y la ética protestante dixit) para la Riqueza de la naciones, para la Prosperidad, para el Progreso... Y desde allí todo fue un continuo. Sin duda, no por nada nos hemos sumergido de cabeza a buena marcha en esas convicciones, en el trabajo sin metafísica y por último en el trabajo sin necesidad de fundamentación (...que debe ser de todos modos motivado de algún modo y con dificultad creciente como se está viendo).

Hoy, se trata tan sólo de mantener en sí mismos y por sí mismos los mecanismos existentes y por ahora más o menos en marcha (pero en peligro), al margen de lo que den de sí, incluso si dan lugar al caos y a los círculos viciosos tan temidos y de tan difícil salida... (por lo que se pide, sobre todo, confianza). Consumir no es un objetivo de la supervivencia, sino una necesidad econométrica (ya ni siquiera económica), algo que sirve para convertir en cifras y curvas que pongan de manifiesto que se han hecho bien las cosas, que se han hecho con satisfacción, obedeciendo a los mandatos del jefe que obedece a los del suyo y así hasta el jefe sin jefes que obedece a que debe serlo de muchos más para continuar en el Olimpo, departiendo en el plano donde departen los demás dioses... obedecer para no dejar de estar entre ellos, para no caer... Cifras y curvas, papeles y ediciones que permiten que las dos castas que se reparten la parte sustancial de la tarta lo sigan haciendo (casta burocrática pura, o política y gestora, y casta seudointelectual o asesora).

¿Será alguien capaz alguien de contraponer algún argumento sólido a todo esto o a cualquiera de sus partes, o sólo se alzarán las voces de siempre que llaman al silencio y a la ocultación en nombre del optimismo necesario por las razones apuntadas? Pues, no diga nadie nada si sufre de impotencia o de parálisis o de miedo o prefiere aferrarse a La Realidad y ha elegido Esta Realidad como su expresión adoradora. Por mi parte, me atreveré a considerar como dice el refrán, que el silencio otorga y demuestra.

Entretanto, una vez que haya apuntado algunas cosas más al respecto... intentaré dedicarme simplemente a reír haciendo reír (en el sentido dado por Nietzsche al comienzo de La gaya ciencia y en el sentido practicado por Aristófanes) de este mundo cada vez más encogido y decadente que se ha convertido en prisionero de sus eficaces líderes, verdaderos invasores interiores como los considero desde hace tiempo.

Espero, así, resistirme al máximo a la ingesta del soma que estos -me temo- acabarán pidiéndoles a su tropa de fieles y/por corrompidos asesores, técnicos y demás fontaneros que diseñen y pongan a su disposición junto con el mejor sistema de distribución posible para que guste a todos hasta que se ponga de moda; algo que se hará necesario en cuanto el simulacro de las elecciones, el consumismo, la conquista de prestigio, la educación a la medida de las circunstancias, y quizás cuando hasta la fuerza bruta resulten todos esos instrumentos de dominación insuficientes, cuando ya no queden incentivos ni funcionen los medios de coerción y ni siquiera los sueños más inmediatos... cuando sólo pudiera ser efectiva una droga de ese estilo, capaz de reducirnos a la perfección de la mecánica, de la electrónica y de la robótica, si es que para entonces se sigue sintiendo necesarios a los otros; una droga que permita producir felicidad a pesar de las desgracias y hasta soportar el propio imperio del caos integral; que permita, por ejemplo, permita vadear los cadáveres que se crucen por las calles y seguir andando, como si tal cosa...

¡El día en que La Peste sin remedio nos asole! Y quede claro, para terminar, que hablo de algo que de llegar estará mucho más allá del horror de una u otra dictadura imaginable y temporal, de esas que muchos líderes y sus camarillas intentan cocer en nombre de la fatiga en sus diversos calderos.


* * *

Notas:

(1) Citado por Jim Collins en su introducción al libro de Frances Heselbein, una ideóloga de "los líderes" de nuestros tiempos sobre todos los cuales ella y los demás gurús se sitúa en calidad de maestra y guía. Véase aunque más no sea lo ilustrativo de los títulos de las partes o capítulos de uno de los libros de Frances Heselbein, como el que titula la Primera Parte: Liderazgo: una cuestión de cómo serlo, no de cómo hacerlo.

(2) "Las profundas transformaciones económicas, sociales y políticas requieren más que nunca que los líderes —ya sea en los negocios, el gobierno, las escuelas y universidades o las organizaciones sin fines de lucro— se hagan las preguntas correctas... y lleven a la práctica respuestas que funcionen. Esperamos que esta nueva publicación sea un estímulo para alcanzar resultados extraordinarios ante estos nuevos desafíos", declaró Drucker en el lanzamiento de la histórica revista De Líder a Líder cuya portada invita a reducir todas las cuestiones a un juego de reyes ocasional y maniqueamente identificados. ¿Se ha percatado el léctor atento que ha llegado hasta este punto cuántas cosas da Mr. Drucker por asumido y aceptado?; pues así funciona la totalidad de los discursos hoy en día, y mientras más en la vaguedad y lo genérico se sitúen, tanto mejor: lo que importa no se encuentra por lo visto ahí...

(3) Al respecto de esta discusión remito nuevamente a Adam Smith, La riqueza de las naciones, Alianza Editorial, Libro de bolsillo, Madrid, 2007, pág. 196), a Wolf Lepenies, ¿Qué es el intelectual europeo? y, sobre todo (insisto en mi recomendación de leerlo y rumiarlo), a Mario Biagioli, Galileo cortesano (Katz editores) donde queda al desnudo -libre de disfraces ideológicos- el drama real y cotidiano, contextual, que se libraba en el Renacimiento (ya volveré sobre esto inevitablemente). Más datos y una discusión más amplia de estos temas en "Una lanza rota por el pensamiento occidental" y en "Necesidad socio-occidental de ser occidental".

(4) En la reseña que se hace del librito Libertad de Zygmunt Bauman, otro gurú y defensor de la posmodernidad del que me seguiré ocupando en próximas entregas, se dice: "Durante mucho tiempo se concibió la libertad como una condición universal de la humanidad; se consideró que el libre albedrío y la unicidad del individuo era producto de la naturaleza y no del resultado de disposiciones sociales específicas. La propia sociología se desarrolló primero y sobre todo como una «ciencia de la falta de libertad». El mensaje de este libro es que la libertad individual no puede y no debe darse por supuesta, ya que aparece (y tal vez desaparece) junto con un tipo particular de sociedad. Para Zygmunt Bauman la libertad solo existe como una relación social y constituye una relativa novedad en la historia de la especie humana, estrechamente relacionada con el advenimiento de la modernidad y el capitalismo. La centralidad de la libertad individual como eslabón que une el mundo de la vida individual, la sociedad y el sistema social se ha logrado con el reciente desplazamiento de la libertad desde áreas de producción y poder hacia el área de consumo. El autor explora, finalmente, las consecuencias de esta forma de libertad para otras dimensiones de la realidad social y, sobre todo, para la política contemporánea y el papel del Estado." (la negrita es toda mía).

Hace horas (hoy es 21-4-2010 y son las 12:54 para más señas) redactaba y publicaba un comentario en el blog de mis amigos Feacios y en buena medida propio, en donde se discutía de "la libertad", a mi criterio, un tanto retóricamente, como observaba (en paralelo, lo hice igualmente aunque de manera más tangencial en El café de Ocata de mi amigo Luri). Dejo claro por todo lo que llevo sosteniendo, aquí y hasta ahora, que el individuo es decisivo en la orientación de su acción sino porque la causa última de esa orientación la determina su ontogenia particular, su predisposición individual para la supervivencia y la reproducción. Pero esto ya desde un principio sujeta al individuo a una dependencia inevitable de la que ya le gustaría escapar (y sueña con ello... acomodando el sueño a lo posible, y... ¡sustituyendo lo deseable por sucedáneos deseables que pasan a ser simbólicos y así pueden ser objeto de especulación... psicoanalítica o en general teórica...!) Se pasa así a considerar esa ausencia de libertad dentro de unos marcos predefinidos en una operación de cajas chinas que puesto que están unas dentro de las otras... reproducen el carácter relativo de esa libertad. La dependencia que la vida tiene de su propia idiosincrasia la fuerza a recortar cada vez más la llamada libertad del individuo en una espiral en forma de embudo del que no hay cómo escapar. Por eso la tendencia parece encaminarnos al puro dejarse caer... Y ello a pesar de la pena que experimente la nostalgia racionalista que se resiste a ver que sus trajes no son sino harapos cuyo aspecto apenas es mejorado por la acción de los focos del atrezzo.

martes, 20 de abril de 2010

Enmarcando los aleluyas engañosos, los deseos hipócritas y los refranes que se recitan con resignación e impotencia (5 -sobre la "artificialidad"-)

Que las cosas salen al revés de lo que se pretende o no satisfacen nunca es algo que ya señala ese viejo refrán que sentencia que "el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones". Y sin duda es evidente que persiguiendo lo que se imagina como lo deseable y procurando acto seguido que dure eternamente, el ser humano acaba obteniendo solamente... lo indeseable, y en todo caso lo insuficiente. Así, otro refrán popular manifiesta de nuevo el sorprendente poder que tienen para hacer diagnósticos certeros, poniendo de relieve el valor cognitivo de la intuición humana, imprecisa si acaso, aunque de manera manifiestamente orientadora a groso modo. Pero eso no es todo lo que se desprende a la vista del fenómeno. Adicionalmente y por ejemplo en este caso, podemos comprobar que, por lo general, el hombre recita el dicho mencionado... aunque sin abandonar por ello la intensión pertinaz de hacer realidad los sueños que acaricia y a la vez sabe (sin querer saberlo) que son imposibles y frustrantes... Claro que también se añade otra vuelta de tuerca que hace todo al mismo tiempo más absurdo y más... efectivo. Muchas veces (y, como deberíamos poder apreciar en estos tiempos, de manera creciente y más acentuada) esa intensión es aparente. La conciencia repetitiva, patente en el refrán que sigue vivo al cabo de los siglos y a través de tan diversas circunstancias histórico-sociales, parece haber encontrado la salida: el deseo se reviste de lo imposible ya no por inconsciencia o confusión, sino para encubrir las verdaderas intenciones -a veces, no del todo conscientes éstas para los propios engañadores, que más de una vez necesitan autoengañarse para poder serlo con eficacia plena (no por nada... últimamente "los tontos son los listos", como apuntaran Adorno y Hokheimer)-.

Sin duda se trata de un fenómeno maravilloso en su complejidad y en su alambicamiento, aunque no más que cualquier otro del mundo de la vida, se trate de la formación del cerebro humano o de la fotosíntesis, de la milenaria duplicación de la cadena orgánica denominada ADN o de esos mecanismos sofisticados que se llaman ojos. Y creo que nunca se comprenderá del todo si no se parte de la aceptación intuitiva de que esa conducta, que descansa sobre la facultad reflexiva y la conciencia, no es sino un mecanismo presente en el individuo humano en la medida en que garantiza su supervivencia -lo que no significa que nada la haya diseñado para ello, y que en realidad se autojustifica, autocatalíticamente por así decirlo-. Permitidme que lo remarque: para el individuo (esto es, al margen del grupalismo consecuente). Y esto, también creo conveniente remarcar, a pesar pero merced a su imperfectibilidad, dado que cualquier diseño funcional que se imagine daría lugar a limitaciones insalvables, necesarias a la perfectibilidad (como se sabe desde que se inventó la cibernética) que siempre dejarían una parte sin cubrir por más que se complejicen, y que, sobre todo, harían inadaptable el mecanismo, lo contrario de lo cual es (es decir, adaptable) gracias a esa imperfectibilidad, a ese inacabamiento, a esa elasticidad, y en un grado más que aceptable, al menos en tanto se entienda que lo aceptable no es más que lo que garantice la supervivencia y la consecuente reprodución, y nada más.

No obstante, se pretende (lo pretende el hombre -y en particular cierta tipología- y a instancias del mencionado mecanismo impulsor) que eso no sea "todo", que haya "algo más" e incluso "mucho más". En este sentido, el hombre se comporta ante la conducta humana como lo haría alguien formado como un ser tan absolutamente racional (tanto como el concebido en su día por los intelectuales de la Ilustración y del Racionalismo simple como el de Lord Bayron o el de Herr Kant) en términos de buenos deseos aunque más no fuera (ya que lo llegaron a ver muy difícil de lograr a pesar de la intensidad con la que vivían su gran deseo) y que, de inmediato, a la vista del absurdo con el que se mueve o evoluciona el mundo a instancias de la conciencia humana... acabará por renunciar a la seriedad anglosajona o germánica imaginable y propia del estereotipo para dejar de serlo... e inventar la risa con la que poder reírse de esa pretensión humana... o a suicidarse ante la incomprensión absoluta que conduce al estoicismo.

Las sociedades humanas creo sin embargo que responden a unas pautas, aunque precisamente sean las que a toda costa se prefieren ignorar. La conciencia de la propia miseria es lo que menos se soporta, como ya lo reconocieran los antiguos en sus mitos y leyendas (igual de frescos y elucidadores que los refranes). Este es el caso de la del Rey Midas que Nietzsche trajera a colación en su jovencísima pero brillante exposición sobre la miseria humana (El nacimiento de la tragedia) y que no me cansaré de recordar. Vale la pena volver a recordar textualmente de esta historia fantástica pero lúcida como pocas lo que el demonio-sabio Sileno responde a Midas después de que éste lo hace prisionero con el fin de que le revele lo que es mejor para el hombre:
"Estirpe miserable de un día, hijos de la fatiga, ¿por qué me fuerzas a decirte lo que para tí sería muy ventajoso no oir? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzble para tí: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para tí - morir pronto." (F. Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Alianza Editorial, Libro de bolsillo, Madrid, 2007, pág. 54)
Los hombres, "hijos de la fatiga" como tan bien se los calificara en la leyenda, entraron de cabeza en una dinámica social que dio lugar a la domesticación de plantas, de animales irracionales y... de los demás hombres, de resultas de lo cual, hemos ido produciendo y pasando por las diversas etapas artificiales de nuestra larga y (según se mire... bien es cierto que con la mirada del racionalista que llevamos dentro y que no podemos liquidar del todo) hasta penosa post-prehistoria.

Aquí al menos, no desarrollaré esto mucho más allá en términos teóricos, Lo he tratado con cierto detalle varias veces... y quizás sea lo único que en el fondo esté tratando. Y lo volveré a hacer a través del estudio desprejuiciado de la sociedad actual y de los discursos que se elaboran en su seno, discursos aparentemente explicativos pero realmente justificatorios, mostrando cómo este enfoque y las conclusiones mencionadas están vinculadas al mismo y se ponen en evidencia en cada proceso histórico-social que se considere.

En este sentido, cualquier proceso de construcción y creación social encarado por el hombre (esto es, de un imaginario social que soporte la conducta que la realidad de la que forma parte inseparable le impone al mismo tiempo -en un juego de creación y dependencia que necesariamente debe confundir los determinantes-) permitiría sacar las mismas conclusiones... sí, tengo que decirlo: las mismas conclusiones desalentadoras... desalentadoras en tanto vacían de contenido esas pretensiones semidivinas, todas las supuestas posibilidades de darle al hombre una meta -y ya puestos suprema- y... un prediseño retroactivo (esto es, que se pudiera situar en alguna parte, como qué sino como Destino). Y, en ese sentido, una de las cosas cuyo estudio aporta de inmediato al tema, poniendo de manifiesto su genealogía, es hoy en día la dualidad inseparable que se estableció desde un inicio entre la sociedad capitalista-burocrática de nuestros días y los discursos intelectuales racionalistas, así como la necesaria evolución de estos últimos hacia el vaciamiento creciente de las significaciones o, lo que es equivalente, hacia la subordinación explícita de los conceptos o términos de esos discursos a las necesidades tácticas más inmediatas e inmediatistas, más miserables y mezquinas, más alejadas que nunca de todo sentido y meta superior, más cerca que nunca de la risa y del olvido...

Quizás por eso (respondiendo a la humanidad que se me impone -en una de sus tantas tipologías, claro-) me parezca fructífero continuar estudiando ese fenómeno específico y presente, con sus grandísimos y enjundiosos temas del Progreso y de la Ciencia, del Saber y de la Educación, de la Libertad y del Buen Gobierno, de la Sensatez y la Planificación, en fin, de todo lo que se considera Grande e Importante a pesar de la inevitable marcha decadente que seguimos todos. A pesar de los refranes a los que se sigue haciendo referencia sin poder actuar en consonancia.


sábado, 3 de abril de 2010

¿Sueña la conciencia con convertirse en divina o sólo con ovejitas aladas a motor?


Nunca he podido soslayar la respuesta a "las urgencias que demanda la vida cotidiana", en definitiva, desde que se inventó La Polis, de Lo Político. Y hace tiempo que comprendí (o sea, me incliné por asumir) que todo lo que hago responde a esa necesidad; cosa que muchos no admiten cuando creen que sólo teorizan o investigan científicamente, o rezan... En cualquier caso, hay una tendencia evidente a autonomizar imaginariamente la función social propia, elevándola al terreno de lo sagrado o de lo eterno, de lo absoluto e inamovible y de lo universal, de lo necesario.

Mi hipótesis para explicar esto es simple: la conciencia del hombre se manifiesta en primera instancia como un homúnculo con poderes secretos que habitaría en su cabeza, un homúnculo que es capaz de poseer su cuerpo, movilizarlo para la lucha u oponerse a que lo haga, y del que muchas veces desea liberarse sin conseguirlo... Esto está presente de mil formas en el pensamiento mágico, filosófico y científico desde sus difusos inicios (al menos eso es lo que reflejan los registros que han llegado hasta nosotros).

Tratemos un asunto "moral". Sin duda puede hacerse al margen del momento, de su rol instrumental y hasta de su significación social concreta y remontarnos a la supuesta esencia de las cosas, directamente a La Caverna de Platón, un invento entre un mundo de inventos, donde los conceptos de vida y de muerte, de humanidad y de virtud, de derechos y deberes, de naturaleza, etc., estarían deambulando desde siempre, sombras sobre las paredes, en una circulación eterna siempre idéntica a si misma. Inventos intangibles aunque se los pone adecuadamente a resguardo, se les da forma, forma que se toma sin problema alguno, sin rigor alguno, de la vida cotidiana: una caverna, sombras, cielo....

De entrada nos encontramos con una dificultad: en los hechos, la moral que de aquello se desprende no es cumplida por todo el mundo ni en toda circunstancia. Podemos suponer que existe, contra la permanencia y prevalencia de esos conceptos y valores eternos... otra Caverna Opuesta: la del mal, y entrar en una historia de cuentos de hadas o de elfos... Pero en lugar de ello, se da por cierta la nuestra, por reales a nosotros mismos... Lo demás, lo extranjero, la visión diferente... son propias de la locura o la maldad, la mentira, el engaño, la contaminación...

El método, constantemente reiterado, no consigue sin embargo explicar nada... ni siquiera consigue la creación de un ejército del bien capaz de imponerlo de modo definitivo (y que no derive automáticamente en un mal renovado) y tampoco conduce a la resignación. La teoría de la lucha del bien y del mal está perimida, es inútil y frustrante y sólo sirve al que define el bien desde una posición de fuerza. Y sin embargo, y justamente por eso, prevalece. Al grupo dominante le hace falta el grupo dominado. Sólo por eso no lo extermina. Y si no acaba en el canibalismo, en cuanto el trabajo físico lo puedan hacer las máquinas... ni siquiera tendrá nadie que criar al otro como ganado.

Eso es la moral, o las diversas morales. El movimiento a través de la Realidad las necesita pero la realidad individual y grupal es la que les da sus diversos contenidos imaginarios.

Cuando el mecanismo de reflexión humano se pone en marcha, a veces se detiene en un esquema que adopta como incuestionable y otras no hace sino rodar y rodar hacia la incertidumbre y la desesperanza...

Si concluye que no sabe nada o que nada es certero o que la verdad escapa de su alcance, etc., le cabe la posibilidad de dedicarse a la contemplación, la posibilidad del retiro, del retorno al goce, a una situación a fin de cuentas idílica e irrealizable que se confundiría con la supuesta vida del feto humano en las proximidades del alumbramiento, un alumbramiento siempre postergable...

Una y otra vez, la reflexión me aleja del dogma y me devuelve a la dura aceptación de una conducta posible, poco más diferente de la que cualquier miembro de mi especie debe seguir. La resignación no es sino el último refugio de la vida, una resignación que no obstante no admite la pasividad sino la acción que las circunstancias (yo, el resto del mundo vigente, las creaciones en marcha) nos imponen. En ese punto límite, puede sobrevenir la risa, escapar de la angustia tomándonos a solfa las ridiculeces del hombre... En el momento de descubrir el sinsentido, de ir más allá y de aceptar que ni siquiera esa conclusión es definitiva y segura, se corre el riesgo de sentirse doblemente desamparado y desasistido, al borde de no poderlo soportar (con una u otras consecuencias), pero, si el peso de la voluntad de continuar se impone -y es la tendencia sana, como diría seguramente Nietzsche, y lo señalo tan sólo porque lo asocié sin más-, el individuo acaba aceptando de algún modo sus limitaciones. Y lo hace con una argumentación sencilla o con una aparente complejidad inusitada, dependiendo de su idiosincrasia y de sus apetitos culturales.

Al final, muchos dirán que hay que vivir sin más... como la mejor medicina para seguir viviendo. Y otros dirán que viven para obedecer. Calculando que serán premiados por ello.