sábado, 29 de septiembre de 2007

Hacer pensar


Con lo paleto que soy para estas cosas, sólo atiné en su día a agradecerle a Chesk (Adéntrate en el camino de baldosas amarillas) la "nominación" al "Blog que me hace pensar" y no supe hasta hoy qué más hacer ya que no por calidad pero sí por cantidad, la opinión de Chesk me parecía minoritaria y sobre todo una simple recomendación que nadie más había votado (creía que había que reunir 5 en total y después darlas.) ¡Un paleto, como he dicho, aunque haga pensar y aunque sólo Chesk, con su calidez me lo dijere explícitamente!

Y como tenía que tomar 5 decisiones, ahí van, porque entre muchas otras piensan y hacen pensar al margen de cómo piensen, ahí van mis elecciones:



Políticamente Incorrecto
Neoconomicon
Nihil Alienum
Homo Webensis
La página del conocimiento y del saber (Mundo Neandertal)


Y ahora las bases para los elegidos:
1.- Si, y sólo si, alguien te da el premio escribe un post con los 5 blogs que te hacen pensar.
2.- Enlaza el post original para que la gente pueda encontrar el origen del premio.
3.- Opcional, enseña el botón del premio enlazando el post que has escrito dando tu premio.

Gracias de nuevo y que haya cada vez más dificultades para elegir.

lunes, 24 de septiembre de 2007

29a. Convención Europea de Ciencia Ficción y Fantasía de este año

La semana pasada, más exactamente entre el 19 y el 23 de este mes, estuve en Copenhague con el objeto de asistir a la Convención Europea de ciencia ficción, fantasía y terror que tuvo lugar allí en simultáneo con la convención danesa.

El objetivo principal de mi viaje fue dar a conocer mi novela y de hecho algo más de mí mismo en esos ámbitos de la Literatura de Ciencia Ficción y otras, a cuyo efecto participé en los eventos que más interesantes me parecieron de los muchos que tuvieron lugar allí: mesas redondas, lecturas, proyección de alguna película amateur, paneles... Pero, como dije, yo fui fundamentalmente a leer un fragmento de "Una nueva conciencia" que había hecho traducir antes para la ocasión (y que cuelga de este blog en el apartado correspondiente.) Fue toda gentileza de parte de los organizadores el aceptar mi propuesta y y darme esa oportunidad.

Yo ya había asistido a dos de las anteriores convenciones (República Checa y Finlandia) lo que me había permitido hacer varias amistades, algunas de las cuales volvería afortunadamente a ver. Se trataba de personas excelentes, exquisitas, llena de vitalidad y de sentido del humor.

Esta vez, el fenómeno volvió a repetirse y fueron tantas y tan interesantes las personas con las que puede conectar que he decidido repetir la experiencia en próximas ediciones, concretamente, en Rusia 2008 e Italia 2009, donde pienso participar activamente, dando más difusión a mis escritos y exponiendo mis ideas, cosas claramente inseparables, al menos en mi caso. Y fue un evento que permitió encuentros entre casi todos los interesados en el género en Europa.

En cuanto a la situación del mercado, debo decir a la luz de lo que se debatió allí que ni siquiera el anglosajón, que para mí debía seguir siendo la Meca para el género, se mantiene firme. Representantes de revistas de prestigio de Irlanda, como Abedo One, lo manifestaron contundentemente: hay una pérdida notable de interés por parte de los editores de todo el mundo por publicar ciencia ficción. No creen que sea negocio y se decantan claramente por la fantasía (dragones y espadas, gente pequeña y escurridiza, anillos y varitas.) Sin duda el fenómeno Poter ha sido decisivo (aunque yo creo que lo determinante es el "pensamiento simple" que se ventila en estos libritos mentirosos e insuficientemente elaborados desde un punto de vista literario.) Esto sucede hoy en día en Inglaterra, de modo que no se trata, como yo pensaba a fin de cuentas, de un fenómeno exclusivamente latino y especialmente español. Es sencillamente global. Si a esto sumamos las dificultades y la lentitud en el incremento de ventas (unos 2000 ejemplares en dos años casi todo en USA) que un escritor joven americano (muy inteligente y con mucho que decir por cierto) está experimentando con su primera novela ("Venusia"), el panorama no puede ser más desolador. Al menos para plantearse vivir... del cuento y la novela, como la mayoría de los escritores pretende.

Tal vez yo sea en ese sentido un caso singular. Yo parto desde un principio de que mi literatura no puede ir mucho más allá de un círculo doblemente reducido, por su contenido (aunque menos) y por el género en el que formal y irremediablemente se inscribe. Sí, la pertenencia a la Ciencia Ficción lo etiqueta a pesar de que la novela, por lo que cuenta, debería ser tratada como literatura en general. Pero eso es lo que debo pagar por moverme en un escenario sin límites, donde el drama puede ser llevado hasta la sublimación. Y donde no me veo sujeto a "casos particulares" sino a algo que podría llamar más bien "modelos", donde las leyes del movimiento social humano y de su imaginario ideológico se ponen en evidencia; que es lo que yo pretendo resaltar.

Pero volviendo al tema de la Convención, otra cosa que me gustaría resaltar es que se evidenció nuevamente una voluntad y/o un deseo de defender "el territorio" de la Ciencia Ficción por parte de la mayoría de los presentes, tanto por los escritores como por editores y traductores. Los fans de la Ciencia Ficción siguen llevándola en la sangre. Eso me gustó, tal vez porque por eso me identifique con ellos.

Por otra parte, he vuelto a ver un interés más que aceptable por nuestra literatura (española, latinoamericana) de parte de países como Polonia, Rusia y Grecia entre otros, algo que seguramente se debe dar en la República Checa, Hungría y los países escandinavos. Noté incluso cierto interés también por parte de Francia e Irlanda. En todos estos casos, se exige y se busca un grado de calidad y "voces nuevas", nacidas de otros ámbitos que el de sus propias naciones. Está visto que lo que el mercado, aunque sea reducido, pide una escritura cuidada, trabajada, y contenido intelectual, y no una ciencia ficción de ópera. Los editores de Irlanda lo dijeron explícitamente: riqueza literaria y aquello que un escritor sienta profundamente que tiene que decir.

Concluyendo, apunto aquí que la convención acabó con un verdadero acercamiento entre representantes de revistas de muchos países "pequeños" y los escritores presentes de la mayoría de los países de Europa, lo que dio lugar al esbozo de una auténtica estrategia de colaboración.

La idea es aprovechar los costes en los que incurra una revista para reducírselos a las demás y así en una red o alianza que las beneficie a todas y de hecho a los escritores de las distintas lenguas. Incluso se pretende conseguir apoyos de fondos de la UE. El objetivo es ayudar a estos a penetrar en el mercado americano, por un lado, y de ampliar los mercados para cada lengua al conseguir que cada obra sea traducida a la mayor parte posible de las demás. La idea se irá desarrollando, si todos colaboramos en ella, y creo que tiene posibilidades reales en más de un sentido.


Acabo con dos noticias para mi vanagloria (ya se sabe: vanitas vanitatum et omnia vanitas):

Llevaba cuatro ejemplares de mi libro conmigo. Dos los regalé a quienes espero que me lean y me promuevan en sus países si les he gustado. Los otros dos... ¡los vendí porque me lo pidieron después de la lectura del fragmento y contestar a sus preguntas acerca de mi novela (la foto, lo juro, no es un montaje), uno a este grupo encantador de Leipzig y el otro a un "coleccionista suizo de libros del género", Pascal Ducomun, amigo mío desde las anteriores convenciones y una persona entrañable!

Además, publicaciones de varios países me pidieron que les enviara cuentos para su publicación.

¡Fue mucho más de lo que esperaba! La próxima vez llevaré conmigo algunos ejemplares más.

En fin, ciertamente, he vuelto fortalecido. Como muchos nos hemos dicho en los pasillos:

¡We must not give up!

¡Ya lo sabes, Mark! ¡Se que no podrás hacer otra cosa!

domingo, 16 de septiembre de 2007

Mecánica y autonomía de la reflexión. La necesidad del mito y todo lo demás (otro esbozo y van...)

La toma de conciencia de que vivía en una sociedad opresora (en realidad, donde unos grupos dictaban las reglas sociales y se aprovechaban de su posición gubernativa, legislativa, judicial o cultural) me llevó, primero, a alzarme contra ella, a descubrir luego que esa actitud me conducía a someterme a alguno de los grupos que pretendían lo mismo sin haberlo conseguido aún, y, por fin, a descubrir en mí la tendencia a convertirme en creador de un nuevo grupo que no podría sino hacer lo propio: engañar y defraudar. Creo que por ese camino he conseguido darme una (aún preliminar, un esbozo) muy satisfactoria explicación científica (preliminar como he dicho o filosófica) del mundo, de mí, de la actualidad en la que vivo, del pasado y de mi posteridad a corto plazo. ¿Bastante, no es verdad? No pretendo mucho más, en todo caso sólo si cuento con ayuda del dios de mil cabezas y mil voces que se oculta en la inmensidad de la blogsfera, y por ambas cosas, ahí va lo que sigue esté o no tan riguroso y repasado como mi omnipotencia exigiría... y me llueva lo que me llueva (el silencio incluso.)

Como incontables veces se ha observado (Hegel en su "Dialéctica del amo y el esclavo", La Boétie y "Sobre la servidumbre voluntaria", Joseph Losey en "El sirviente", etc.) un servidor manifiesta una conducta ambivalente. Por una parte, debería cumplir con el rol encomendado (y acordado por las dos partes hasta en los casos de subordinación y dominio totales; casi hasta bajo condiciones de hipnosis.) Tiene un papel óptimo, lógico, esperado pero también digresiones inevitables, descarrilamientos, conductas alternativas que se ponen en marcha. Un servidor, no es un autómata preprogramado según lo estrictamente necesario. Es un mecanismo redundante, preparado para ser eco de todas las interacciones, tal vez al borde de la locura, siempre al borde de todo, quizás "en el límite del caos" y preparándose para una nueva "mergencia". Un ser moral y amoral, activo y depresivo, entusiasta y pesimista, etc., etc., etc. Libre sin saber para qué y esclavo sin poder del todo.

La mente, o si se prefiere la capacidad intelectual o de reflexión basada en la conciencia más o menos lúcida de la exterioridad (incluyo aquí lo que el sujeto identifica como cosas suyas pero secundarias, el no-yo en sentido estricto) y de los miedos, es una servidora que funciona exactamente igual. (Ojo; sólo que aquí no hay dos partes contratantes (ni de la primera ni de la segunda parte) y menos un programador externo o alguien que haya fijado las normas con antelación; me refiero a previamente a su existencia, como pasa con los servidores humanos de los ejemplos dados que saben lo que les espera antes de emplearse.)

Su emergencia en un momento dado del proceso evolutivo, marcando una ruptura o hito objetivo entre los precedentes sistemas nerviosos no conscientes de los animales y el primer sistema nervioso con conciencia reflexiva, (dejo por ahora de lado su genealogía y su estructura interna que explicarían todo mucho más) produjo el inesperado resultado que hoy nos hace pensar... y también evitar pensar hasta las últimas consecuencias. Su idiosincrasia ambivalente es evidente (y no sólo para el psicoanálisis que pretende superarla con "adaptaciones" al entorno.) Y sin embargo, es algo que el hombre se resiste a reconocer por completo.

Sin duda hoy, la convicción de que somos un producto de la evolución ha calado muy hondo (se ha inscrito en lo aceptable de la psicología social), por lo que hoy es más sencillo dar por cierto que nada que produzca el hombre está determinado por algo externo a él que haya planificado su existencia y su conducta (¡eso que me ahorro por vivir en esta época!) Y sólo bajo una óptica perimida pero superviviente de tal índole es posible imaginar el tan contradictorio "libre albedrío".

Precisamente, mientras dejaba este post esbozado, me metí en Nihil Alienum y dejé el siguiente comentario "al correr de la pluma":

No somos autómatas porque no hemos sido pre-programados y porque siempre nos estamos saliendo del "programa" (que además es algo así como "abierto"). Pero sí creo que somos un RESULTADO complejo, el más complejo conocido, que como los anteriores nace para permanecer. Y creo que todas nuestras respuestas, hasta las más sofisticadas, responden GENETICAMENTE a ello en medio de un maremagnum de seres que propenden a lo mismo (interactuando entre sí en entornos de proximidad, como se me ha ocurrido llamarlos) y con el añadido de que se salen de lo "aparentemente establecido" (es una metáfora, claro), o sea, que una vez en marcha se "autonomizan", hacen cosas inesperadas pero que son también respuestas.
¿Qué opinais de una visión como esta? ¿Creeis que puede ser útil?

Dandan me contestó que "vale" pero para insistir de inmediato en que lo importante era saber por qué las estadísticas confirman que la suposición o no de libre albedrío no cambia el resultado. Algo así como que el libre albedrío fuera también un resultado de la determinación.

Yo le re-contesté, insistente, en que las estadísticas (de no estar excesivamente preparadas para el resultado obtenido) si mostraban algo así sólo podía ser porque la realidad lo contenía. Y que eso había que llevarlo a las últimas consecuencias, con toda la extrañeza que eso nos provocara, con toda la incapacidad para amoldar a ello nuestra conducta (cosa que no puede hacerse por causa de la misma ambivalencia: se trata de un círculo vicioso que nos pone al borde del caos esquizofrénico... me atrevería a decir. Y también que ese equilibrio sobre la cuerda floja lleva a muchas de las soluciones míticas), es decir, a la aceptación tanto de esa idiosincrasia como de la imposibilidad material para comportarnos en correspondencia con esa conciencia. Igual que un niño que puede tratar infructuosamente de evitar "portarse mal" a pesar de saber que será castigado. Todo el discurso contradictorio y conflictivo acerca de la conducta (la moral) gira en torno a estos hechos. Impulsos instintivos y represión moral o utilitaria; zigzagueo entre pesimismo y optimismo, felicidad e infelicidad, acción e inacción, egoísmo y altruismo, significado y nihilismo, etc.

Sí, las estadísticas, repito, si no están montadas para dar unos determinados resultados (sabemos que pasa generalmente) y son tan contundentes, deberíamos pensar que lo único que hacen las pobres es reflejar la realidad. Y la realidad sólo puede ser desentrañada si nos libramos de prejuicios e intentamos comprenderla. Lo que a su vez requiere un previo enfoque que puede o no ser el más eficaz para ese propósito, o sea, estar bien afilado. El cerebro es de por sí una herramienta que da lugar a aproximaciones sucesivas y zigzagueantes, pero que no está ahí fundamentalmente para desentrañar la realidad sino, en primer lugar, para permitir que se cumplan las leyes fundamentales de la evolución. No lo digo como que "fue creado" o "naciera para eso" sino que eso explica en buena medida que se haya desarrollado y sobreviva (el resto lo explica su pasado inmediato, su antecesor inmediato, y así sucesivamente en la cadena de determinaciones), y consecuentemente, se ponga al servicio de la supervivencia del cuerpo y de la especie cuya morfología se corresponde con él. (Eso lo he declarado para evitar deslices críticos o ilusiones innecesarias de parte de mis lectores)

Todas las respuestas de la filosofía han girado y giran alrededor de este agujero negro sin salir del conjunto en el que están encerradas, como siempre, en torno a una imposibilidad de coherencia que la mente busca afanosamente para no resbalar hacia el abismo, respuestas al "¡No puede ser!" (y no al Ser), respuestas para tratar de acomodar la angustia y la extrañeza en un lecho donde puedan descansar, dormir como de pequeños. Respuestas que permitan creer que la máquina es verdaderamente reflexiva y adivinadora como nos parece en cuanto la observamos actuar en sí, aunque no cuando sopesamos la mezquindad de sus resultados (su ineficiencia, su perentoriedad, su escaso alcance, su engaño, su trampa.) La mente nos hace creer que nuestro yo es omnipotente, o al menos el de la humanidad. En base a ello, nos sentimos empujados con alegría o detenidos en la impotencia. Ideas como progreso, futuro sin fronteras, tecnología, ciencia ilimitada, al igual que cielo, paraíso o reencarnación, etc., nos son indispensables para conciliar el sueño... y también para acabar desvelándonos de nuevo. Aunque no necesariamente para seguir avanzando, ya que ello es parte de una mecánica imposible de frenar en un cerebro sano. Él mismo se busca un sentido de la vida acorde con la conciencia que tiene del mundo: epicureísmo, placer en la aumentación del saber, placer en el goce, combate por un mundo mejor, etc. (intervienen muchas cosas que corresponden a distintos planos y con diferentes grados de influencia que conforman lo que he llamado "entorno de proximidad" o donde las interacciones ocurren efectiva o significativamente -no es el caso detallar aquí el modelo teórico de las mismas... que además... aún no he preparado seriamente... aunque lo he... novelado-.)

El análisis de cualquier texto filosófico (o de reflexión sobre la realidad) me lleva una y otra vez a comprobar la constancia o repetibilidad de la actividad de la mente (obviamente humana).

En base a ello he sostenido que los mitos, la religión y la ciencia se produjeron y producen por el mismo motivo. Y que una y otra vez, el ser humano vuelve las cosas del revés y combina explicaciones debido a la dificultad que tiene para comprenderse.

En buena medida, todos los pensadores (los seres humanos lo son todos en mayor o menor medida) han dado y/o se han dado, a lo largo de su existencia como especie, explicaciones del mundo relativamente útiles, o útiles hasta donde han sabido y podido que lo fueran, pero siempre con esa intención (no olvidemos que cada grupo se adjudica la sustancia de la especie.) En esto, Feyerabend tenía razón y habrá que dársela, en su justa medida como debe ser siempre (justa hasta donde nos lo permita el propio punto de vista.)

Lo que yo proponía, modestamente, es ese enfoque filosófico, esa guía para la reflexión. Si se adopta, habría que montar las investigaciones, los experimentos, los estudios estadísticos, etc., en función de esa aceptación (que puede ser tentativa, condicional, pero que debe ser tomada como cierta ya que si no no guiará nada.) La ciencia requiere previas convicciones filosóficas y necesita adoptarlas a priori para orientar la investigación (el impulso hacia la ciencia nace de las necesidades tecnológicas de manera mediatizada a veces y cada vez más, pero ante la dificultad, lo primero que hace el hombre es tomar conciencia del problema e imaginar un camino para su solución: con hipótesis y fantasías, cuetionamiento del pensamiento heredado, etc.) Las dudas y las convicciones nacen de una puesta en marcha de la máquina de reflexionar que es el cerebro. La mecánica es una y otra vez la misma (el cerebro no ha evolucionado que se sepa desde mucho antes de los griegos y bastaron condiciones sociales apropiadas para que la máquina en cuestión definiera y registrara normas y métodos, reflexiones e hipótesis) pero si que cuenta cada vez con nuevos datos, con una implantación de enfoques en la psicología social (que ayudan a no rechazar "repugnancias" teóricas -¡hubo un geómetra que rechazó la emergencia de nuevas geometrías, con los años del tipo de las de Riemman o Lobachevski, por... "ser repugnantes para la naturaleza de la línea recta"!- y una mejora sustancial de los instrumentos tecnológicos (que ayudan a pensar y ayudan a recolectar información, a obtenerla o a llegar a ella lo antes posible y a procesarla cada vez más de prisa: como el Huble, los satélites, la internet, los ordenadores personales...)

Yo creo que es innegable la existencia de un "eterno retorno" (sui generis al menos: empezando porque lo de eterno debería ser sustituido por cíclico y esto dentro límites finitos aunque tentativos en el tiempo, lleguemos alguna vez o no a dejar de ciclar, cosa que no considero imposible) pero si que es evidente el retorno a los mismos problemas y la presencia de las mismas causas, aunque no para obtener exactamente los mismos resultados (al margen de sus puntos en común: como lo de von Wright (ya lo situé) y Malebranche que señala Dandan en su respuesta a los comentarios a su post incluído el o al mío, lo que no es de extrañar entre otras cosas por lo bien que Malebranche llegó a pensar en el curso de su vida -Dandan lo habrá leído y se habrá quedado prendado de su manera de analizar las cosas: eso le pasa a cualquiera que lea o estudie a los mejores exponentes del pensamiento, a las mejores "máquinas de reflexionar", como Liebniz, sobre todo Liebniz, Spinoza, Berkeley, etc.; a cada uno le impactarán más unos que otros (por ejemplo, Kant me echa para atrás, quizás debido a su "deber ser", y en buena medida Hegel, y a Germánico (tal vez también a Dandan) le haga tilín la filosofía analítica más ligada quizá a su referencia liberal o a posibles nostalgias emocionales, pero el fenómeno, creo, es ciertamente inevitable.) Y esto es algo independiente de los resultados que un u otro pudieron producir, materialistas o idealistas, creacionistas o evolucionistas, racionalistas o empiristas... Al final todos tendemos a hacer lo que Marx dijo haber hecho con Hegel, invertir lo que no nos gusta de un cuerpo filosófico con el que nos identificamos por alguna oscura razón o por la causa que sea. O entresacar el grano de entre lo que consideramos paja (como yo intento hacer con Feyerabend, cada vez sé menos para qué con todo lo que hay que hacer.)

Sin duda el hombre no sólo se extraña ante la existencia del mundo y su precisión y coherencia (así como a la inversa) a instancias de su dinámica reflexiva. La razón sirve tanto para aceptar como para rechazar la realidad. Se extraña incluso de su propia capacidad para inventar y construir, transformar y determinar. No es el único ser en hacerlo, pero sí el único que tiene de ello una conciencia, un reflejo y un registro que puede ser repasado y estudiado.

El mito tiene esa función instintiva y emerge para acallar la angustia y la extrañeza. Un día, el cerebro intuyó que la tecnología podía ganar la batalla a la naturaleza (es decir, conseguir que la naturaleza se liberase de sus propias cadenas) y comprendió que más útil y práctico que explicarse místicamente el mundo y la idiosincrasia propia sería descubrir las leyes que gobernaban esas realidades para dominarlas. Así nació la ciencia, como subproducto de la maduración intelectual del hombre, como subproducto reflexivo de una experiencia sostenida en la fabricación de herramientas útiles para la supervivencia a lo largo de milenios (sí: desde la geometría y las matemáticas hasta la física pasando por la alquimia... esa fue la fuerza impulsora de la ciencia que como todo descubrimiento se tuvo que pretender legar a la posteridad, como si los llamamos "memes" -sin que por esto avale la idea de que se reproducen por sí mismos como especula Dawkins sin mayores reparos-)

Por eso la conformación aunque sea parcial de mitos (y los procedimientos adivinatorios, como el que deduce el Big Bang o el tiempo sin materia y creador de la materia de Prigogine, o la presuposición de partículas elementales "no detectables" pero "influyentes" -necesarias en realidad para que la coherencia se mantenga hasta nuevo aviso-), no deja de aflorar incluso en las ciencias; parcialmente o de manera colateral, disjunta, fuera del cascarón de la propia ciencia, la sociedad, el ecosistema (Monod o Maynard Smith en ejemplos que ya he dado, el propio Feyerabend con su lucha ingenua y parcial de una sociedad que no explica ni entiende y que incluso contribuye a fortalecer, Lovelock y su Gaia, Tom Ray y su "vida en un ordenador"...) Pero por eso también, la apelación a la razón como fundamento de la realidad. Una razón que puede explicarlo casi todo lo que se proponga como sea, aunque no siempre con la economía que un mecanismo como el cerebro requiere para funcionar bien y cumplir su cometido, una economía tendencial que no ahorra en aquello que puede mantenerlo estable y úitil para la superviencia.

jueves, 13 de septiembre de 2007

La paja en el granero de Feyerabend (2)

Tengo que reconocer, después de una relectura concienzuda de los primeros capítulos de "Contra el método" (CM en adelante) en la que avanzo poco por estas las fechas ya que son las que menos tiempo me dejan debido al trabajo que me permite consumir, que la paja es considerable en el granero de Feyerabend, al menos tanta si no más que el grano y no digamos que la harina. Tanto que he llegado a estar tentado a abandonar el intento de rescate y desmontaje al que me había comprometido a raíz de la ya mencionada polémica y las debilidades emotivas que ella despertó en mí (la nostalgia, las huellas inciertas que deja la memoria de vivencias "superadas", etc.)

Precisamente, aunque sólo en parte, he caído yo mismo en lo que de inmediato señalaré críticamente en Feyerabend; lo que le dará a esa crítica un tono de autocrítica (con lo mal que esto pueda sonar al tener como trasfondo al leninismo y sus secuelas, a su vez secuelas de Robespierre y de Rousseau, etc., "autocríticas" cuyos experimentos fueron tan propensos a exigirlas y tan inquisitorialmente.)

La diferencia, de todos modos, tengo que decirlo porque así lo creo y porque me reivindica comparativamente, es que, mientras que mi memoria guardaba fundamentalmente un recuerdo de "lo positivo" del discurso de Feyerabend en beneficio de mi propia causa (el grano para mi pan), él, Feyerabend, extrajo (del leninismo y similares) sólo lo aparentemente positivo para la causa suya, es decir, haciendo que lo parezca; en un ejercicio de oportunismo consciente que incluso se dio el lujo de reivindicar aun al riesgo de aparecer "como un oportunista poco escrupuloso" (véanse la pag. 8 y la nota 5 y otras de la edición de Ariel, Barcelona, 1974.)

Y, lo peor, es que, a la vista de sus "otros" argumentos, no necesitaba realmente hacerlo, por lo que debo concluir que ello se debió sobre todo a una especie de debilidad tal vez debida a la horfandad en la que se debía sentir. Lo que en absoluto o exculpa y me obliga a denunciarlo por haberle dado de esa forma un desgraciado espaldarazo a la mentira: escomoteando lo inapropiado y apostando a caballos que debió creer ganadores y que acabaron resultando lo opuesto en el curso del tiempo ("perdedores" relativos, ya que los hijos de sus hijos siguen proliferando hasta límites insospechados, siguen siendo de la misma calaña que sus nefastos antecesores y llevaron el oportunismo al que se redujo su teoría científica a extremos que pocos pudieron siquiera imaginar y la muchos nos resistimos a creer, ver y comprender hasta lo indecible; desde el paralelismo que existió entre nazismo y bolchevismo hasta la democracia kampuchea instaurada apenas algunos años después de la primera publicación de TCM.) Esa es mi principal acusación a Feyerabend: realzar figuras que debieron ser radicalmente denunciadas (y no por su traición a los principios sino por su consecuente consecución de sus propios intereses sociales mediante una ideología sucesivamente adaptada que les fue muy útil para formar su ejército internacional.) Y esa acusación se extiende al hecho, ¡de lo más increíble!, de que Feyerabend, pienso que inconscientemente, en contra de sus propios objetivos declarados, consiguiera favorecer a los mismos grupos sociales que pretendía combatir fuese como fuese, es decir, a la propia burocracia cultural.

En fin, una brutal contradicción que reverbera a lo largo de CM hasta hacerlo un tanto rechazable o hasta conseguir lo que por fin consiguió y desearon sin duda sus oponentes: que duerma (salvo para y durante la duración de una que otra polémica orbitante) junto con su pasional autor y sus filosofías preferidas, y con muy poco futuro por delante.

En concreto, lo que más encuentro de rechazable y de confuso en CM (por lo que voy reencontrando) es el intento de fundar un llamado método oportunista sobre la base de que la realidad cambiante lo requiere y especialmente la de acudir a cuanto más burócrata, totalitario y oportunista existiera en ayuda de sus tesis. PF, en lo que casi parece una pirueta grotesca, considera que se debe ser oportunista y muestra y elogia a los burócratas más renombrados y triunfantes por haberlo sido, es decir, por ser ejemplos vivos de lo que él propone que seamos todos los intelectuales y científicos, casi como si aquellos hubiesen sido... discípulos suyos a priori.

¿Por qué algo tan escabroso? Sin duda no se trata de lealtad a Lenin o a Mao, aunque sí a Mill, Hegel y en todo caso a... Engels. Incluso deja de hecho a Mao en evidencia (aunque no explícitamente), y distancia (como los neomarxistas) a Lenin del satánico stalinismo. En esto, pues, es engañoso y muy poco científico. Sinceramente cuesta entender tanta debilidad, incluso ante la enfermiza sensación que pudo tener de que acabaría siendo, como el personaje de Matheson... leyenda.

Es obvio que todos tendemos a cometer el desliz de desarrollar o dar impulso a nuestras propias ideas en base a veces a pequeñas dosis de refuerzo que vamos encontrando aquí o allá en el cada vez más inabarcable océano de la cultura materializada y accesible (bien que reiterada e iterada como es y será mientras sea humana; o eso creo.) Pero insisto, lo que no le puedo perdonar a Feyerabend ni a nadie es que escamotee lo molesto cuando en realidad debía haber sido evidenciado, denunciado y criticado. Incluso desde la propia perspectiva del texto, en consideración a sus propios objetivos como he dicho. Ni aunque sea cierto que se trate de prácticas habituales del ser humano.

Así, Feyerabend se siente respaldado por el oportunismo de Lenin y de Mao, que sostuvieron abiertamente (lo hizo también Stalin, por cierto) que la teoría marxista pura era infantil y un tanto inoperante por lo visto (noto, por cierto, que purista ha sido traducida por puritana en la edición que cito.) ¿Para qué y por qué esa adaptación o corrección de los principios sagrados? Pues para tomar el poder y conservarlo. ¿Dónde? Donde quería y podía tomar el poder aunque no fuese donde la realidad era, según la teoría originaria, más apropiada.

¡Esa es la verdad!

No viene a cuento que me meta a analizar en sí mismas las "contradicciones" de los continuadores de Marx y Engels "por otros medios" ni la relación entre las de estos y aquellos, ni tampoco mencionar el interminable debate acerca de si hubo o no traición o adaptación, etc., por lo que dejo así apuntadas las cosas para dedicarme sólo a mostrar el absurdo en el que cae Feyerabend mismo por debilidad (insisto, porque no encuentro mala fe; ¡aunque tampoco inocencia!) Y lo que dice PF en resumen es que para acabar con la burocracia académica hay que instituir un método anarquista o dadaista que define sin tapujos como oportunista. ¡Cuando la historia estaba poniendo de relieve que el oportunismo estaba al servicio de la conservación del poder por parte de la burocracia en su conjunto, global (o como clase, si se quiere, para parafrasear al marxismo en su propia contra)! ¡Diciendo que los consejos de esos burócratas totalitarios son "positivos" para los científicos (CM, nota 27, ibíd., pag. 154)! ¡Vaya!

Ahora bien, sin duda el refugio del dogmatismo es el del poder y el de sus aspirantes, pero es que el mismo no está reñido con el oportunismo sino todo lo contrario. Feyerebend, después de citar de Mao un aparente, muy aparente, texto demagógico y vacío de contenido real que lo mostraría altamente tolerante hacia las dicidencias "en el seno del pueblo", reconoce que Mao, en cambio, amenazaba sin consideraciones ni piedad a "los enemigos del pueblo". ¿No se le ocurrió a PF que Mao se apoyaba en una definición tan particular de "pueblo" como Marx de la "conciencia obrera", es decir, como una forma de identificar a su propio grupo dirigente con un nombre tan rimbombante como engañoso? ¿No se le ocurrió que Mao era, como todo burócrata, un demagogo mentiroso que hablaba para el mundo exterior mientras que el pueblo real era apaleado por no ser el verdadero pueblo, el pueblo consciente, el pueblo adoctrinado, o al menos el que por miedo mondo y lirondo acertara decir que los dedos de la mano son cinco porque el partido así lo dice, aunque todos viéramos cuatro, incluído el burócrata que conduce el interrogatorio (el de "1984", me refiero)?

En efecto, eso no puedo perdonárselo a Mr. Paul Feyerabend. Y hay muchos más ejemplos similares como los que pone en evidencia en la nota 27 (habla de "consejos positivos" de Lenin muy válidos para los científicos, igual que los de Mao, Hegel y... los recogidos según él por Lakatos, "El único filósofo que secretamente bebe el vino prohibido del leninismo", lo que por cierto considera altamente remarcable, concretamente "magnífico".)

Lo extraordinario, lo remarcable es que, no obstante y haciendo precisamente gala del método oportunista que defiende para la ciencia, Feyerabend demuestra ser capaz y con éxito de aplicar métodos más clásicos (deductivos, inductivos, objetivos, nada poéticos...) y demostrar mediante su aplicación muchas de las cosas que pregona pero que no llega a demostrar con su método nuevo.

Ahí es cuando encuentro de repente el grano que sí que hay de rescatable en Feyerabend; el mismo grano que en su día me resultó provechoso. Y más allá de que no fuese del todo novedoso ni que estuviese descontaminado. Lo cierto, es que por su intermedio nos llegaron ciertas observaciones interesantes y muy esclarecedores. Incompletas pero que apuntaban al blanco (a mí blanco al menos.) Y que, ¡esto, insisto, es lo curioso!, se apoyaban en una genealogía materialista, en la experiencia histórica real y en la evidencia, en el postulado de objetividad, incluso en manera lógica y razonable de pensar, rigurosa, etc., más que en sus propuestas agitativas. Y si no, veamos algo de esto que sin duda Eduardo habrá se suscribir:

"Resumiendo: El conocimiento es parte de la naturaleza y está sujeto a sus leyes generales. Las leyes de la dialéctica [no son estas precisamente según yo pienso y no deja de ser significativo, pero esto no viene a cuento aquí] se aplican al movimiento de los objetos y conceptos. De acuerdo con estas leyes generales, cada objeto participa de todo otro objeto ..." (TCM, Editorial Ariel, Barcelona, pag. 39; los corchetes son míos, CS.)
A partir del cual se deja llevar por la dialéctica hegeliana que entremezcla con materialismo y sus propias invocaciones para decir:

"Mejor será proceder dialécticamente [?], esto es, por una interacción de concepto y hecho (observación, experimento, enunciado básico, etc.) que afecte a ambos elementos." (íbíd., pag. 40)
Y esto hay más.

Y es que en realidad (y por eso se puede separar en su caso la paja del trigo), Feyerabend no aporta mucho más que dosis de agitación y propaganda de su método anarquista o dadaista que no aplica seriamente ni se puede aplicar, o que precisamente por serlo (anarquista) es inaplicable como método. Al menos en el campo de la ciencia, donde, al margen de los científicos que lo procuren, ella, en sí misma, no necesita del poder ni tiende al poder, sino sólo a desarrollarse, a crecer, a hacerse por sí misma más y más compleja. (Bueno, lo mismo entiendo que pasa con la Sociedad... al margen de los burócratas políticos que marchan hacia el poder o buscan acrecentarlo. Volveré sobre esto alguna vez para que se comprenda lo que quiero decir. Mientras tanto, no lo malinterpretéis apresuradamente y como no es indispensable aquí, los que no coincidais en apariencia, os pido que ignoréis esta última digresión entre paréntesis y sigais adelante.) Y es que la ciencia es un terreno en donde puede meterse la política (o lo político) pero no es ella misma.

Veamos un ejemplo más.

En la mencionada nota 27 (¡la mayoría de las notas son más suculentas que el texto principal, y ésta en particular!), PF hace una referencia a la historia de la brujería afirmando en base a un estudioso que obviamente no aplicó el "método anarquista o dadaista" para llegar a las conclusiones que PF aprovecha (ni el oportunismo, sino el rigor y la objetividad):

"Un excelente ejemplo (... en contra de lo que PF parece considerar parte del método racional que aquí reduce a argumentativo y que PF endilga a los especialistas) lo proporciona el historia de la brujería desde el siglo XIII al XVII. "Ni el mero escepticismo ni el mero racionalismo podrían haber acabado con la vieja cosmología", escribe H. Trevor-Roper en su análisis (...) "Una fe rival fue necesaria [...]" A pesar de todos los argumentos (¿esa es la razón?) "la base intelectual de la brujería permaneció firme a lo largo de todo el siglo XVII. Ningún crítico había mejorado los argumentos de Weyer; ninguno había atacado la sustancia del mito [...]" Tales ataques no ocurrieron, y no podían haber sido efectivos. No (...) porque la ciencias de las escuelas estaba "empíricamente confirmada" (...); porque "creaba su propia evidencia" (...); porque estaba firmemente enraizada en la creencia común (...), llevando a experiencias potentes, a "ilusiones" que estaban "centralizadas alrededor" de los principales caracteres del mito dominante como por ejemplo "el diablo" (...), y porque las potentes fuerzas emocionales se expresaban también por medio del mito. La existencia de evidencia empírica hacía difícil argumentar contra la brujería de una manera científica. La existencia de la fuerza emocional había neutralizado incluso un contraargumento científico. Lo que se necesitaba (lo que vendría inevitablemente, diría yo, CS) no era simplemente una crítica formal o una crítica empírica; lo que se necesitaba (¡de nuevo el voluntarismo!) era un cambio de consciencia, una "fe rival" como el propio Trevor-Roper expresa, y esta fe rival tenía (?) que intrudicirse (??) contra tremendas dificultades, e incluso frente a la razón." (ïbíd, pag. 154-155; todos los paréntesis y la negrita son míos, CS, y los corchetes, itálica y las comillas internas son de PF.)
¿De qué se trataba para PF, de demostrarnos que por la vía del diálogo y la argumentación no se consigue nada, que los fenómenos culturales tienen una raíz material y avanzan según leyes que la razón lógica elemental no puede predefinir? ¡Por supuesto, claro que el mundo no nació y se mueve siguiendo lineamientos racionales de un pensador externo... ni del cerebro humano... ni de los dictadores que quieren imponer a la humanidad su modelo puro de humanidad! Lo cierto es que eso no invalida el uso de métodos racionales de investigación y argumentación, es más, considero que son inevitables tanto en el mito como en la ciencia: ¡que son inseparables del mecanismo cerebral!

Si esto es lo único que Feyerabend habría propuesto, creo que estaríamos todos o casi todos (los polemistas) de acuerdo con él. Y si fuera posible decírselo, habría que pedirle que él mismo depurara su pensamiento de confusión y de galimatías que no sirvieron para gran cosa en relación con la mitad al menos de sus objetivos (no se puede proponer desde arriba, que el cerebro se la pase jugueteando caóticamente o cosas por el estilo, porque no hará caso. Como el mismo PF dijo: "El sistema nervioso humano está demasiado bien organizado...", íbíd, pag.13.) Claro que en su confusión popuso dejar el rigor para "otros tiempos" que el suyo, ir pasando de uno a otro método alegremente, incluso por simples razones de "libertad" o de "salud mental". Todo un tanto diletante que tuvo luego que precisar y atemperar un poco más sus declaraciones (por ejemplo, "La ciencia en una sociedad libre", que, ¡ay!, he leido sólo por encima) y distanciarse de sus primeros coqueteos con los "revolucionarios políticos".

Es incluso curioso que sea tan claro en lo de señalar los peligros de un lenguaje hueco y venenoso (o sea, de falta de rigor y... oportunista) que sí observa en el fascismo pero no en el leninismo (ibíd., pag. 149; al final casi de la extensa y jugosa nota 13 donde define muy bien al "especialista" pero no explica su emergencia), algo que hoy y aquí deberíamos tener muy en cuenta a la luz de los discursos políticos y especialmente del gobierno. ¿Quizás porque no llegó a su manos un texto que se lo hiciera ver? ¿Quizás porque el fenómeno es cada vez más evidente y amplio?

Bueno, mejor será que el resto de la recuperación y la denuncia la haga cada uno, si le parece apropiado y tiene tiempo, releyendo con minuciosidad a Feyerebend (creo que habría que escribir un libro entero para responder punto por punto; una especie de "Anti-Düring" para contentar a PF. Aunque hoy ya hay otros Dürings más actuales y problemáticos me temo.)

De todos modos, creo que yo seguiré hasta el final, en todo caso como Sísifo, llenando de notas el librito, y sólo si de encontrar alguna perla (blanca o negra) especialmente digna de ser realzada, volveré para comentarla (como lo que puede deducirse de la mención del telescopio que figura en la nota 13.) En cuanto a su combate antiburocrática, creo que ya lo he valorado (repito, tiene apuntes muy interesantes para haber sido expuestos en 1970 aunque muy incompletos a la luz de lo que pasó desde entonces hasta hoy.) En cuanto al fondo del asunto, la ciencia, los científicos, los intelectuales, los mitos, las ideas, sí que ofreceré algo más actualizado, digamos... ¿moderno? Sí, definitivamente, algo más...

Yo estoy en otra cosa... o lo intento

Sigue aquí un comentario que envié a Tábula Rasa para su publicación y que es parte de la polémica sucitada en torno a "ciencia" y "Feyerabend" y que cada vez se extiende más en profundidad. El comentario comienza diciendo. "Trataré de ser sintético (¡qué difícil con tanto material!)" y ya veis, me he pasado. Eduardo habría debido poner sólo un link a mi blog (lo cual sería ya muy digno de su parte y habría agradecido igualmente como aprovecho para hacer ahora por permitirme tanto abuso) y en todo caso un "que vaya el que quiera" o algo peor. Bueno, no he podido evitarlo. Y sigo postergando otras cosas, ¡cachis!, inclusive una siesta que falta me haría.

En fin, el comentario habla luego por sí sólo, desplegado con la espontaneidad del instinto y todas esas cosas que no puedo evitar. Allá va el resto (con leves correcciones de estilo y alguna que otra precisión que me permito gracias al repaso de rigor):



NADA producido por el ser humano puede ser desvinculado de su ser en el espacio y el tiempo, en su dinámica interna y en medio del estado de cosas imperante en el propio entorno del proceso de producción de esos resultados (digo en un entorno en sentido aproximado, sin fronteras fácilmente demarcables.) Esto no es muy nuevo pero me resulta mejor definición que otras (ya sean de Ortega, de Feyerabend o de Marx.)


Por enumerar (sin jerarquizar ni enlazar) los conceptos que se están barajando: Ciencia, Marxismo, Liberalismo, Democracia, Dictadura, optimismo, pesimismo, acción, inacción, seudociencia, ideología, mito, religión, etc., etc., yo sostengo que TODOS están sujetos al postulado expuesto.


Y creo que si no adoptamos una óptica basada en él, se acaba sin salir de los meros límites de un debate entre mitos (además, incompletos y contradictorios), que sería el debate por excelencia capaz de permitir las acciones políticas (de masas en mayor o menor medida) a la zaga de una ideología inventada o adaptada por un grupo burocrático de vanguardia en nombre de la humanidad, etc.; un grupo que se siente capaz de ver lo bueno y lo malo para todos (donde esos todos están... en el futuro, son una proyección a materializar), de interpretarlos en su carácter de lo mejor de la humanidad en potencia, su futuro bien adivinado o predicho.


La religión, los mitos arcaicos, las seudociencias y las ciencias tienen TODAS un doble carácter: por una parte, responden a NECESIDADES cerebrales que tienen un carácter autonómico (quiero decir con esto que las mismas han surgido a instancias del desarrollo del instinto, del proceso evolutivo, pero lo trascienden, lo exceden, hacen más –y menos- de lo que se les habría pedido que hagan por así decirlo, en cada caso concreto y SI y SÓLO SI existiese un mecanismo de supervivencia definido, capaz de ser llamado “perfecto” y ser identificado como tal –esto, dicho sea de paso, lo digo como una argucia teórica, es decir, porque creo que me permite dar relevancia a la tesis, como es normal e inevitable en el discurso científico, se le fijen o no desde arriba o desde un lado lo que debe o no debe ser ese discurso). Por otra parte, una vez instituidas o legitimadas en la práctica (no sólo por la experiencia, sino por la percepción que de ella se tenga en el espacio-tiempo dado), se convierten, TODAS, en una rémora conservadora: quieren, como todo lo que nace, sobrevivir y reproducirse tal y como son.


Adoptando esa óptica que “responsabiliza” al hombre (al hombre y en todo caso a sus orígenes, al momento y a los determinantes previos) de sus propias proezas, se ven muy claro sus motivaciones, sus metas y sus limitaciones. Y TODAS las tienen.


La valoración de las mismas y sus justificaciones son TODAS ideológicas (algo necesariamente conservador), responden TODAS a la óptica social de quienes las construyen y mantienen (posición social específica, concreta, del “individuo dentro de un grupo dado”. Por eso es fácil ver, así, quién es liberal y quién marxista, por qué y cuándo, etc. Si no, no es fácil explicar el triunfo masivo y generalizado del cristianismo, o del islamismo, en la antigüedad, ni su permanencia en el tiempo, ni por qué el marxismo y el comunismo se convirtieron el el mito por excelencia o prototípico de La Justicia Social, ni el por qué del complejo de derechas ni el por qué del desacomplejamiento posterior (por cierto, tan bien provocado aunque aún sin los resultados deseados...) Más incluso: sin situarnos en 1970, no se entiende la emergencia de un Feyerabend; sin la caída del muro, no se entiende la adaptación socialdemócrata no sólo de los partidos comunistas de uno y otro lado del muro sino del caso oscuro de los seguidores de Pohl Pot, que tras su derrota definitiva no vacilaron en abrazar el liberalismo capitalista (antes de hacerse bandidos y traficantes y por fin a saber…; ni el giro de la burocracias rusa, china, etc., muy propias de quienes aprendieron las lecciones oportunistas (en el sentido de Feyerabend) de Lenin... pero características de toda burocracia.


Cuando una de esas ideologías (que están detrás de lo que inventen, por ejemplo, la ciencia del materialismo dialéctico o la econometría, pero incluso la Relatividad General y la Psicología Evolutiva –lo que no desmerece de mi parte un ápice sus “logros” o sus aspectos “positivos”, de los que diré algo luego-, cuando una de esas ideologías, sigo, pronostica algo lo hace:


(a) porque cree en su punto de vista, al que atribuye, en lo inmediato y casi sin discusión (como ahora hago yo mismo), carácter de verdad absoluta (incluso cuando aclara, como yo suelo hacer cuando me acuerdo, frases como: “creo que” o “me parece”). El hombre TIENE que sentirse seguro… so pena de tener que deambular por el limbo de la inoperancia. Ese es el sistema o mecanismo que produjo la evolución en un momento dado (¿sorprendente?, ¡pues claro!)


(b) porque necesita, o al menos tiende a necesitar, de grupo propio y de buscar ser el líder de su grupo (es parte de su competitividad innata) y por ello pretende convencer (al margen de que estas acciones tan mezquinas acaben siendo también muy “positivas”… y a veces muy “nefastas” para ciertas lecturas. ¡Eso es lo EXTRAÑO, lo que nos EXTRAÑA y MARAVILLA tanto de la vida, lo que nos hace verla como la obra de alguien con tanto o más cerebro creador que nosotros mismos, por ejemplo, Dios!)


Nota al pie de este punto: los que no pronostican, simplemente aguardan los pronósticos de sus líderes ocasionales, profetas, maestros, ancestros sagrados o lo que sea… y se disponen a seguirlos o a traicionarlos. Y no es que no tiendan a liderar (al menos a convencer) sino que tienen una “idiosincrasia” que los lleva más a reprimirse o a medrar o a lo que sea (la holgazanería, por ejemplo; el miedo al fracaso… un tumor… algo que no encaje con la época o el grupo… yo qué sé: hay mil y un combinaciones posibles, tantas como individualidades) que a realizar sus instintos fundamentales.


(c) porque lo obliga la propia dinámica de la reflexión. Esto es casi repetitivo de lo dicho antes, ¿verdad?


Por ello, el optimismo y el pesimismo son caras de una misma moneda. La llamada a la acción, al voluntarismo, etc., son llamadas al combate, y el combate siempre tendrá contendientes, aliados, traidores, posibles aliados y posibles traidores, oportunistas, cobardes, audaces, mezquinos, altruistas, convencidos, aprovechados… y líderes de grupos en procura de poder (el camino del hombre al poder sobre la naturaleza pasa y pasará por mucho tiempo al menos por el poder del hombre sobre los demás hombres. Sí, sin duda Eduardo dice bien al reconocer que la política representativa con todos sus “defectos” –¡son en realidad características intrínsecas y no defectos!- ES necesaria, pero eso NO la absuelve de la CRITICA, de la DISECCIÓN. Y esa DISECCIÓN debe llegar hasta el propio corazón del hombre o si se quiere a la RAÍZ humana del fenómeno (de ahí la palabra radicalidad o radicalismo y que no baste el “realismo” simplemente y menos La Razón,) Ni, tampoco, se evitarán los mitos a favor y en contra cuyos fines están en otra parte... y dicen otras cosas.

Quiero decir: que todo se hará "sólo", a instancias de la propia dinámica interna del conjunto de la humanidad (y en menor medida, dependiendo del grado de independencia que ella alcance, del resto de... ¿aceptareis que la llame "Gaia" con cierta ironía doblemente malsana?, o lo que sea...)

Si nadie llamó a la acción a los australopitecos ni a sus sucesores hasta que llegó la edad de la Razón, y sin embargo actuaron y mucho, pasaron de la banda hasta la jefatura y así hasta construir varias sociedades sucesivas cada vez más complejas (y menos tambaleantes) y culturas con especialidades y doctrinas, métodos y leyes; si sofisticaron cada vez más sus mitos, los depuraron, los justificaron cada vez mejor y con más sentido de la realidad (siempre razonablemente), si los hicieron cada vez más acordes con lo observado y con la experiencia y cada vez más operativos y útiles, si los hicieron, en fin, lo más predictivos posible, lo más “científicos”; si, por fin y en otras palabras, tras una última ruptura epistemológica, se dieron una normas (basadas en la experiencia, en la evidencia de que con ellas se “avanzaba” más y/o mejor) integradas en un cuerpo que pudiera ser estudiado por sus descendientes, para economizar y además para asegurar la reproductibilidad asociada a su propia existencia (¿o no es eso lo que se pretende?), cuerpo que se llamó Ciencia de esto y de lo otro y que un hombre concreto de esos tan creativo, o más, o menos, como cualquiera de nosotros, llamado Marx, creyó descubrir en el campo de la Historia (más que de la economía), y cuyas predicciones no se han cumplido… según algunos “hasta ahora” (¡porque hay sin duda seguidores muy pacientes y muy fieles; ya lo dije por ahí: los hay que esperan a Godot, los hay que aún esperan al Mesías, y ve tú a decirles que tú si estás seguro de que las cosas son de otro modo, tanto como ellos lo están de lo opuesto, de que no vendrá nadie, de que los de ellos son los mitos! ¡Vamos, ya está bien de creernos que por poseer La Verdad vamos a convencer a los contrarios! En esto es donde Feyerabend acierta, sólo que...)


En fin, si NADIE, ni desde la propia superficie del planeta ni desde Los Cielos llamó a la acción al hombre sino que él se vio empujado instintivamente a ella en todas sus expresiones, ¿por qué ahora hay que “hacer algo”? ¿No será porque “alguien” interesado en movilizarnos lo necesita para sus fines? ¿No es eso lo mismo que se pretendió al decir que Dios expulsó al hombre del Edén y la contemplación eterna? ¿Vamos a seguir creyendo de ese modo? ¿Quién es Dios ahora, el propio hombre imbuido de traje y de corbata, gris, el que está detrás de las paredes, el que dice lo que debe ser la realidad?


¿Es esto sólo psicologismo? No. Creo (¡up, lo dije sin pensar!) que es un DATO REAL, un HECHO OBJETIVO, una EVIDENCIA, que además es un componente de UNA realidad.


De igual forma se asume un determinado contenido al “avance” y a lo “positivo” (se decía antes: al progreso). Veamos brevemente: yo pienso que hay un movimiento imparable (al menos a la vista amplificada por los actuales instrumentos de observación y por la base cultural en la que nos apoyamos) hacia el incremento de la COMPLEJIDAD. Esto yo no lo equipararía con ideas ideológicas como “progreso” o “avance” ni con “lo positivo”. ¡Ni siquiera me creo capaz de considerar positiva la ausencia de crueldad, aunque la rechazo de plano a sabiendas de que... estoy inclinado genéticamente a rechazarla, por lo que no puedo medir esa actitud mía en términos de positividad o negatividad... (salvo porque ES MIA... y ME CREO MEJOR EXPONENTE DE LA HUMANIDAD QUE OTROS)!


Es más, entiendo que no se puede medir en tales términos ningún movimiento en la flecha del tiempo (no hay más movimientos, creo, ¡salvo en la política y la historia de los poseedores de la verdad!) porque no existe punto de referencia absoluto, separado de la visión necesaria del hombre en un momento dado y en circunstancias dadas (lo dije mejor al principio, vaya.)


Ahora bien, claro que el “todo vale” es rechazable, al igual que el "pensamiento débil" y todo "pensamiento elemental", del "vox populis", del "sentido común", pero ese rechazo no tiene una explicación absoluta sino la de que es OTRO producto humano para OTRA cosa distinta más que sólo explicar el mundo. Es decir, que es engañoso y sirve al Poder, concretamente, hoy en día, a la expansión sin límites de la burocracia que permitirá que nadie tenga que saber mucho más allá de los manuales de ciudadanía o los diez pensamientos del Gran Timonel.


Y debe ser entendido como “normal” o inevitable que los "argumentos" agrupen a unos contra otros. Esa es la función del lenguaje, de la razón y de los mitos.


Quien triunfe no tiene por qué ser el mejor ni el más positivo, pero tampoco encontraremos nada más sólido que nuestras creencias y convicciones para señalar que es lo contrario. No obstante, a la vista de los avatares reales de la Historia, yo soy "optimista" y creo que AUTOMÁTICAMENTE se producirá una CORRECCIÓN a largo plazo, y ello SI es OBJETIVO: aquellas cosas que conduzcan tendencialmente (siempre puede haber un colapso imprevisto que lo impida) a estabilizar el nuevo grado de complejidad alcanzado. Así, se afianzará e incluso podemos describir como cierto el afianzamiento de la Ciencia, etc., “avanzando” según el propio programa que nos define y en interacción con los demás programas, todos adaptativos, todos inciertos, todos sin embargo realizándose tal y como emergieron y con sus tendencias presionando en determinadas y múltiples direcciones.

Este "optimismo" no augura nada que sea más valorado que la propia vida desarrollándose como mejor pueda, valora inútilmente la perspectiva de que se produzca un nuevo eslabón. La moral podría decirse que se impone sola porque es más práctica para la supervivencia y la continuidad, porque responde a las leyes descubiertas por Darwin que cada vez podremos ir depurando más y más... si nos dejan.


Puesto que he vuelto a una exposición genérica, “de principios”, evitaré entrar en detalles que no obstante me gustaría denunciar como ejemplos de lo que yo considero un error de óptica en parte heredado, en parte no muy contrastado (se pasa demasiado “por encima” de las cosas, o sea, ¡se es un tanto posmoderno “a pesar de”!): Eduardo, Lakatos no da una buena descripción del socialismo porque simplifica al decir que sostenía que bajo él no volverían a producirse revoluciones (Trotsky se puede levantar de su tumba y discutir hasta el cansancio acerca de su propuesta de “revolución permanente”, pero en Marx podemos hallar mil menciones a la revolución permanente de las relaciones de producción al menos hasta llegar al comunismo, la supuesta meta superior, el paraíso del “a cada cual según sus necesidades” –cosa por cierto y dicho sea de paso curiosa y mítica ya que presupone un “repartidor” casi celestial-) Además, ninguna de las “revoluciones” a las que Lakatos tal vez se refiera sin rigor alguno en la definición (tal vez a las revueltas reprimidas que tuvieron lugar en los países sojuzgados por la URSS) serían consideradas tales por los marxistas. Para estos, ya lo he dicho, serían simples revueltas o contrarevoluciones según de cuales se hable y de qué marxistas se trate. Con lo que Lakatos resulta que ha dicho demasiado poco y no ayuda a aclarar nada a nadie, reduciendo su bosquejo a un discurso vago que sólo sirve de refuerzo interno de unas u otras ideologías y ni siquiera a combatir aquellas a las que parece oponerse él mismo. ¿Qué se pretende, arrancar de un mito a un creyente para atraerlo al propio? ¡Ah, bueno, eso ya es otra cosa, y por mí, claro que podéis, todos, seguir haciéndolo de manera continuada!


Yo estoy en otra cosa. O quizá en lo mismo sin poder, como vosotros, como todos, evitarlo.


Ah, y si no me veis por un tiempo (trataré, trataré, trataré) en vuestros blogs y en el mío, no os preocupeis, ni alegreis mucho, ni os pregunteis qué pasa. Voy a tomarme un descanso para acabar mi deuda de lecturas y mi deuda de escritura literaria.


Y si alguien acepta un café algún día, que lo proponga y hablamos.


Un saludo cariñoso.



Así me despedí... y así me despido ahora.


miércoles, 5 de septiembre de 2007

La paja, el trigo y el arte de la panadería (sobre Feyerabend -prefacio-)

Pienso que sería todo un avance si pudiéramos estudiar algo más nuestros juicios de valor antes de emitirlos (ya que hacerlo en sí mismo es innato y no es tema de debate en el presente la extirpación de un instinto.) Pienso que hemos avanzado bastante (la humanidad) cuando observo que más de uno dice y escribe "yo creo", "yo pienso que", "a mí me parece"... en lugar de atribuirse la posesión de la verdad (aunque esto, creo, tienda también a ser inevitable, y por supuesto que en algo tan humano no me excluyo.) Pienso que debemos esforzarnos por desentrañar las posiciones del otro sobre la base de que todas (las nuestras, las mías, las tuyas...) no pueden ser una suerte de producto puro e inmaculado de una reflexión perfecta (intrínseca o revelada), de todo punto de vista para mí imposible en sus dos variantes imaginarias, sino el resultado de varias causas, tanto inmediatas y próximas como remotas en su origen y supervivientes y significativas, determinantes o al menos influyentes, a través del tiempo. Pienso que todos somos organismos provistos de mecanismos de reacción, proyección y realización equivalentes y que por lo tanto todos podemos dar lugar a resultados reflexivos parcialmente interesantes (eso sí, siempre que la máquina funcione dentro del marco de la eficacia humana) al igual que (cuando el mecanismo tiene desperfectos y especialmente cuando los mismos han sido reforzados) somos capaces de llegar incluso hasta el horror.

Pienso que hay que escuchar con atención y leer entre líneas, y al explicarnos el pensamiento ajeno, separar el grano de la paja. Conseguido eso, nos sentiremos mejor. Mucho mejor que persistiendo en las mismas ideas que ayer se defendían.

Sin duda esas ideas evidencian mi ideal de la comunicación y no son sino el producto de carencias que motorizan la propensión inevitable del ser humano a la utopía. Por eso, bienvenida la polémica y la confrontación, ya que ello, con menos reticencias para bajar nuestras defensas, puede permitir la corrección de los errores originados en el apresuramiento, la ausencia de una revisión suficientemente crítica de lo que hemos venido sosteniendo, el rechazo espontáneo a las visiones diferentes que se nos proponen, etc.

Pues bien, hace poco se desarrolló una polémica (detonada por Políticamente Incorrecto y Tábula Rasa) que me ha empujado a la relectura de Feyerabend (hecha por primera vez hará casi veinte años) y a proponerme completar el estudio con la de un libro posterior del mismo autor que me estaba esperando pacientemente en la librería desde que lo compré y aparqué tras aquella primera lectura. No voy a entrar todavía en el análisis de las posiciones del olvidado metodólogo que se consideró anarquista de la ciencia y que no fue mucho más allá que un combatiente más, tan emocional como bien intencionado, contra la burocracia, en particular la científica y académica de su tiempo en cuyo ámbito prefirió centrarse. Un personaje ciertamente iluso y desordenadamente armado de la cultura que creyera útil a sus fines en cuyas expresiones depositó más fe ciega de la recomendable (nunca lo es, desde mi punto de vista) y que creyó tan de buena fe como las suyas propias. Y con todo eso y también con la fuerza de los que no temen equivocarse y se juegan en su lucha contra lo espontánea y ciertamente rechazable. Un justiciero, en fin, lanzado a la manera de Don Quijote contra Gigantes de aspas por brazos y harina por materia gris y honestidad que habrían de tumbarlo a la primera embestida para conseguir condenarlo luego a la marginación y al olvido. Algo que el tiempo completó gracias a que su flecha (la del tiempo) no iba en la dirección de la tendencia secundaria que Feyerabend representaba como bien pudo y hasta donde pudo (la tendencia del pensamiento libre y desprejuiciado con el que él mismo no pudo ser consecuente.) Por eso, acusarlo de plano por sus debilidades y confusiones, si bien no hay razón alguna para difuminarlas con elogios, no significa desmerecer su postura de vanguardia y menos mediante dos o tres palabras: en 1974, no era nada sencillo para un justiciero evitar sentirse cómplice del socialismo "sano" (declarativo, teórico, más puro, etc.) y no considerar sin más interesados ("defensores del status quo", reaccionarios, conservadores, etc.) a sus detractores. Es decir, valorar como honesta a la propaganda de uno de los dos bandos principales en pugna y de deshonesta a la otra. ¡En nombre de la justicia y de los buenos sentimientos! ¡En base a la experiencia visible, la óptica adolescente y la desinformación!

Por ello, antes de dejar esto para un análisis más serio y concienzudo que vuelvo a prometer para dentro de poco, tras haber tenido tiempo sólo para releer el prólogo a su primer "Contra el Método" (publicado en Ariel, Barcelona, 1974) y las abundantes notas con las que lo enriqueció, quiero romper una lanza un tanto menor por Paul Feyerabend a quien debo en alguna medida la reafirmación de mis primeras posiciones antiburocráticas (deudas de este tipo tengo incluso con pensadores más confundidos y tergiversadores... y creo que si muchos se ponen la mano en el corazón -¡las frases que seguimos empleando todavía a pesar del evolucionismo!-, reconocerán que tienen deudas muy similares.)

¡Ay si se pudiera leer todo y estudiarlo todo con un máximo de desprejuicio y de sometimiento inercial o interesado a la herencia cultural que hemos aceptado sin grandes reflexiones, a veces porque vino adecuadamente etiquetada!) En fin, por el momento voy a despedirme, y lo haré dejando en el tendedero un par de citas tomadas de "Contra el Método" sobre las que invito a reflexionar a impulsos de dos preguntas capciosas asociadas (y también de una declaración un tanto poética):

"No puedo evitar preguntarme acerca del significado de la gran cavidad circular en lo que yo usualmente llamo el ángulo izquierdo de la boca. ¿Es obra de la naturaleza o de una mano adiestrada? Supongamos que hay seres vivos en la Luna (siguiendo los pasos de Pitágoras y Plutarco me divertía jugar con esta idea, hace tiempo [...]). Seguramente no es contrario a razón que los habitantes expresen el carácter del lugar en el que viven, que tiene montañas y valles mucho más grandes que los de nuestra Tierra. Por consiguiente, dotados de cuerpos muy pesados, también construirían proyectos gigantescos [...]"

(cita de Kepler que Feyerabend reproduce en su jugosísima nota 13; la negrita es mía.)

Pregunta (doble): ¿podemos considerar a Kepler un buen exponente del científico o se trata de un irracionalista a quien ni siquiera se puede considerar un buen creyente que habida cuenta de una declaración tan poco ortodoxa, de quien al mismo tiempo consideraba el Universo obra del Geómetra Perfecto?





Segunda cita: "Nada es más peligroso que para la razón que los vuelos de la imaginación..." de Hume, citado también en CM, nota 12; la negrita es mía.

Segunda pregunta: ¿Podemos hacernos hoy en día abanderados de una tal aseveración?




Por favor, apoyándome como he dicho en la poesía como cierre momentáneo: dejad aquí toda pereza, abandonad (una vez superada) la herencia recibida y, puesto que los demás tenemos la propia, invitadnos también a vuestro turno a renunciar a ella. No es de extrañar que tengamos que volver a discutir una y otra vez lo mismo si con quienes discutimos en realidad es con los muertos. ¡Traspasemos las puertas terribles y avancemos hasta el mismísimo infierno!


(to be continued...)