miércoles, 27 de febrero de 2008

De la razòn de ser eventual de la ciencia

Si algo explica (y puede explicar) que haya Ciencia (que los seres humanos hayan construido ese edificio y realicen en él una práctica social de carácter intelectual, y si prefieren... una praxis, como habría dicho Feyerabend y algunos otros amigos) es, ni más ni menos, la evolución, que no es, ni más ni menos, que el proceso que dio lugar a la aparición de un cerebro capaz de tomar conciencia del mundo (del propio sujeto y del prójimo próximo), un cerebro que antes de alcanzar ese desarrollo (en el estadio de los primates e incluso de animales menos complejos) es capaz de elaborar, retener y procesar imágenes que motoricen y orienten una actividad eficaz (esto es, que sirva a la supervivencia, genéticamente hablando.)

Ahí se halla la explicación de la tendencia humana irrefrenable por explicarse el mundo y por usar ese conocimiento para reforzar su permanencia en él (o, de nuevo, para sobrevivir como una especie formada por individuos relativamente autónomos.) Obviamente hay saltos entre unas y otras especies, pero ese es el hilo conductor, material, objetivo, evidente, científico que debemos asumir para seguir avanzando (¿por qué?, pues por imperativo genético, nada más, no vayamos a embalarnos y a creer que la vida, la conciencia y la ciencia tengan una meta predefinida... preescrita... porque... eso es "pecado ciencista", eso no puede ser... o al menos no sirve para nada que consideremos, antes bien es un obstáculo demasiado lleno de justificaciones.)

Podemos insistir en el carácter exclusivo del hombre (con más o menos antropocentrismo y/o más o menos creacionismo) o reconocer que fue un resultado con antecedentes y un futuro incierto y posiblemente transitorio (posiblemente, insisto.) Podemos, en otras palabras, considerar al hombre moderno o civilizado como una aparición en cielo despejado o como resultado de la evolución del hombre primitivo (y de sus antecesores.) Podemos considerar al "especialista" como un semidiós o verlo simplemente como un estudioso con dotes más reflexivas, más imaginativas y más deductivas que la media, y con más información disponible para bien y para mal. Podemos intentar comprender por qué tenemos esta sociedad y cómo se compone o despreciar la probeta con su caldo dentro y huir hacia el mito que hoy puede ser tanto el irracional de los fundamentalismos como el ultrarracional que cree en una ciencia inamovible, de principios asegurados desde sus fundadores a los que asigna la misma pureza que el fiel a su Dios, o poco menos (se admiten pecadillos), y sobretodo que cree que los sacerdotes son los inamovibles y los únicos que podrán separar las aguas e imponer nuevos credos (o, si dice que no cree en ello, que al menos se comporta como si lo creyera). Podemos tener una visión caótica del mundo que explica lo que pasa por intervención de fuerzas externas al mundo (como la voluntad individual misma inclusive) o por emergencias meramente azarosas en el peor sentido del concepto, es decir, desvinculadas de todo suceso pasado, de toda situación preexistente, surgidas o no a consecuencia sólo de una iluminación, etc.

Pero también podemos denunciar cada una de esas vías regias al mito, a la ceguera, a la acumulación onerosa de justificaciones. Todas las cuales sirven o servirán para que los brujos, al fin reyes (tomo la metáfora de mi amigo "Dhavar"), controlen a su antojo el mundo y la magia regrese para su entero beneficio (como muestran los discursos de cada vez más políticos dando la mejor demostración de eficacia, a corto plazo espero, de tales habilidades.) Bueno... eso si es que pueden conseguir desbancar del todo a los reyezuelos agrupados dominantes que los usan y a los que sólo consiguen chantajear... o arrancarles migajas...

Como bien señaló "J." (lo menciono con cierta doble intención) en alguno de los comentarios con los que participó en una ya sepultada polémica sobre estos temas: los magos, etc., ya usaban métodos científicos primitivos, sin los cuales no habrían conseguido ser eficaces. En sus prácticas míticas estaba la intencionalidad de comprender y utilizar ese concocimiento a posteriori, había una inquietud y un fin práctico, incluso y principalmente se superponía, como ahora, una razón social de dominar y dirigir, de conservar el estatus y de mejorarlo; todas éstas motivaciones sociales que determinan la marcha del homo sapiens e incluso de muchos de sus antecesores hacia el dominio del mundo a través de todo, incluidos sus congéneres de otros grupos. Feyerabend da varios ejemplos de esas "otras tradiciones" (cometiendo, insisto para que no se ensañe nadie, el error utópico de proponer... ¡que las aceptemos a todas!)

Lo cierto es que la ciencia actual tiene allí sus raíces y eso es indiscutible. Y los científicos en aquellos primitivos practicantes de la magia, la brujería, la adivinación y la comunicación con dios... Ya en las primeras experiencias sociales humanas estaba el germen (o semilla) de la burocracia cultural (y no tanto) de hoy. Reconocerlo es parte de nuestro imparable proceso de autoconciencia, y ello debería permitirnos (como a instancias de una suerte de psicoanálisis social) reducir los efectos de nuestras inclinaciones en tanto que científicos, profetas y curanderos de la sociedad. Bueno... "debería" no significa gran cosa... Es decir, de comprendernos en nuestra inevitable mezquindad o miseria, condicionamiento e inmediatez, intrascendencia y materialidad efímera. Feyerabend proponía incorporar la poesía al lenguaje de la ciencia, no reducir ésta al rango de poesía (como sugirió Prigogine en un arrebato.) Eso tiene sus peligros (los de confundir las cosas y acabar con un lenguaje no riguroso que también sería críptico, ¡uno que excluiría a los insensibles en lugar de a los expertos!), no lo niego, pero al menos eso actuaría como un aliciente y no como un freno, empujaría al hombre hacia las estrellas y no a bajar la vista, permitiría, como con ilusión y vitalidad deseaba Feyerabend, "vivir mejor o más intensamente". Y esto, mucho más si conseguimos remarcar la evidencia en lugar de escamotearla, tener un lenguaje literario que sublime los hechos y realce las tendencias y no una verborrea que oculte lo incómodo o lo políticamente (e ideológicamente) incorrecto. Un lenguaje así, claro que es factible: sólo es buena literatura.

Bueno... (¡vaya, cuántos peros tiene la realidad...!) no todos los hombres, eso nunc... ¡En fin, quién sabe! La mayoría, por mucho tiempo al menos, seguirá expectante, qué remedio. Eso sí, todos viviendo... para seguir viviendo. Justo para lo que sirven los mitos para la mayoría y para sus conductores. El lenguaje de la ciencia, Last but not least, como se dice en estos casos (así, que suena tan bien y tanto como mascalzone en italiano y laissez faire en francés) no podía faltar aquí la mención del lenguaje. Todos decimos "realidad" y "verdad" con una seguridad que va más allá de la prepotencia, el engreimiento, la omnipotencia, y de cualquier otra supuesta desviación de la conducta moralemente correcta. Decimos y creemos que una evidencia (algo que afecta a nuestros sentidos y transmite una "imagen" a nuestro cerebro o que la propia química cerebral autoimpulsa) es una realidad. Y no nos equivocamos en la mayoría amplísima de los casos (excluyendo sólo los casos de enfermedad mental grave, a veces coyuntural.) Debemos reconocerlo, nuestro cerebro está orientado hacia el reconocimiento de la verdad y de igual manera y en paralelo, nuestro lenguaje. No obstante, a veces usamos nuestras habilidades para mentir, para engañar, y también para engañarnos como a uno más ajeno a nosotros mismos (esta capacidad de desdoblamiento inconsciente se observa en los enfermos que no quieren curarse y que se explican míticamente sus síntomas cuando no se encierran en la inestabilidad del agnosticismo.) La tendencia innata a reconocer la realidad como tal y a distinguirla de lo fantasioso o sobrenatural es comprensible a primera vista: sirve a la supervivencia. ¿De dónde sale pues y cómo se desarrolla en el hombre esa otra capacidad para mentir y mentirse? Del miedo, de la necesidad de hacer amigos y amantes, de la inseguridad. No tengo otra respuesta. Kant y Galileo abjuraron parcialmente de sus posiciones debido a presiones del entorno, del grupo con el que se identificaban o del que se sentían significativamente miembros. Y remodelaron un tanto sus posiciones en la medida de lo posible, es decir, hasta cierto límite determinado por sus convicciones. E pur si muove: no quedaba más remedio que reconocerlo, que sentirlo, que saberlo. Venimos pues con ambas cosas a este mundo: el amor a la verdad y la capacidad de engaño. El lenguaje es en estas dos faenas el mejor útil posible y ha sido moldeado de acuerdo con el cerebro y sus tendencias insobornables. Todo, y la ciencia (cuya emergencia recibió ese título de honor para que fuera diferenciada, reconocida y respetada por el dogma y el mito) fundó inmediatamente otro. Desde que nació, alzó una idea mítica sobre sí misma y luego la ha ido reforzando: daremos al mundo todas las respuestas aunque ello lleve infinidad de generaciones. Y cumple su promesa con interpretaciones que completa a medias con leyes probadas y a medias con extrapolaciones que sirven de explicación, pero podrían ser sustituidas por otras (y lo más probable es que lo sean.) Hoy en día, la ciencia explica cosas que están enormemente lejos del hombre en el espacio (hacia atrás en el tiempo en la medida en que la distancia crece) y en el tiempo (hacia atrás me refiero y en tanto que hacia atrás en un espacio que ya no es el que ocupamos.) Hoy en día, en esos ámbitos realmente inaccesibles, se aventuran explicaciones que ni siquiera tienen utilidad práctica. Los científicos se han desmadrado (y no los juzgo mal por ello) y se dedican a especular, a filosofar y a describir todo muy literariamente (incluso gráficamente también, en los últimos tiempos.) Se realiza el sueño de Prigogine, sólo que unos lo hacen mejor que otros. El sueño de Gould. La pesadilla de Feyerabend. Está bien, es entretenido, se convierte en material de cine (documental y hasta de dibujitos animados) que se puede vender a las televisiones. La profesión gana nuevos terrenos, llega incluso a llenar de chiringuitos los aledaños del Templo. Bueno, por ahí marcha el proceso en estos tiempos. En ese contexto se definen la ciencia y los científicos, la divulgación rentable y la realidad inconmensurable que míticamente sentimos tocar con la punta de los dedos, todos, especialmente las masas. Pero, ¿podemos asegurar que eso será el futuro? Si de mi dependiese (es cosa de gustos, de estética ni más ni menos, propia de un individuo moderno y sofisticado que apenas si tiene grupo imaginario) el futuro de la ciencia sería más modesto y despreocupado. Pero el hombre lucha contra la muerte y contra cualquier modificación imaginable de su naturaleza al mismo tiempo, y para eso necesita imperiosamente de la tecnología y de los avances en ese campo, es decir, dominar hasta el límite la materia. Son dos tendencias en conflicto. El futuro, desde ese punto de vista, no puede ser el de las élites acomodadas y apoltronadas en la Academia que pueden, como los griegos de pura raza, dedicarse a la especulación mientras los esclavos les procuran el sustento... aunque un día las máquinas podrían permitírnoslo. Unas máquinas definitivas que nos dejen la poesía y el dolce fare niente.

Es obvio que les podremos implantar mecanismos antirebelión para que no se les ocurra que todo empiece de nuevo. Aunque con ello sólo consigamos que sean poco productivas...


Nota: este post dormía entre los borradores de mi blog y decidí despertarlo ahora porque me parece muy a cuento. Apenas si lo he revisado y ampliado, y me satisface bastante. Nuevas lecturas recientes y otras que tengo que terminar aportarían mucho más material en sustento de las tesis aquí expuestas (por eso, por ejemplo, no cito a Leo Strauss del que podría ya mismo extraer algunas joyas). Pero como van en la línea de afirmar aún más su validez... he decidido dejarlo como estaba a modo de anticipo. Espero que la ironía del final, que apunta a cosas que exceden el objeto del texto, no confunda ni oscurezca su importancia dialéctica.

De la ciencia y de los especialistas (con un poco más acerca de Feyerabend y de la Mitología contemporánea)

Ya habrá quedado archiolvidada la pequeña polémica a la que hice referencia en "La paja, el trigo y..." y "La paja en el granero de Feyerabend...", posts que como los de mis contendientes y tantos otros se hallan más que sepultadas ya en los abismos de la blogsfera (como sabeis se pueden localizar por el índice del blog). No obstante, se ve que el tema vuelve a la superficie, al menos las causas que los originaron, en cierto modo obligándonos a rescatar los argumentos y a remozar las citas y las referencias. Sin duda, la blogsfera (loable indiscutiblemente por muchísimos motivos, como por lo que "hace pensar" y por su capacidad de denuncia, ambas cualidades a veces reprimidas o bloqueadas por medidas totalitarias institucionales y muchas veces más por el tamiz de las ideologías y los miedos intelectuales) es por excelencia un Mare Magnum en todos los sentidos pero no más que lo es la cultura en toda su amplitud.

¡Vaya a saber cuántas cosas se la pasa repitiendo cada hombre (y cada uno de nosotros); cosas dichas alguna vez por otros hombres de los que ni siquiera hemos oído o a cuyos pensamientos no hemos accedido por una u otra causa! ¡Cuántas veces se reinventa la pólvora sea o no con matices, con más o menos novedosas narrativas, con tal vez sutiles reinterpretaciones y tergiversaciones, a veces incluso para conseguir brillar e influir lo suficiente como para convertirse en el sentido común de una civilización! ¡Y cuántas veces nos encontramos con algo que encaja como la pieza que nos faltaba en el rompecabezas, cuando no se trata de una suerte de réplica increíble!

Pero dejemos para otra vez el carácter estratificado de la cultura en general y de esta nueva esfera de la misma que es la red mundial de blogs y webs en los cuales sucesivas entradas entierran a las anteriores sin que haya casi ningún antropointernautólogo (o internetólogo) suficientemente motivado y seguro de que no perderá bastante más el poco tiempo disponible para pasarse los días excavando o buceando bajo todo lo que sistemáticamente llueve y sedimenta en estos ámbitos a velocidad de vértigo. Tal vez para eso sigan sirviendo los libros (hasta que se descatalogan) que, ayudados por el márketing y el prestigio (hay que reconocer que dan más garantías de haber sido más meditados y más fundamentados que los posts), al menos llegan a quienes serán capaces de que se sigan replicando (con más o menos mutilaciones, tergiversaciones, reinterpretaciones...) hasta que... alguna vez... quizás vuelvan a dejar ver aquello que merezca perdurar... si es que no tiene que renacer como si nunca se hubiese dicho...

En fin, lo cierto es que el tema de La Verdad, La Ciencia y El Mito, han vuelto en estos días a la superficie a raíz de nuevos debates en torno a las "seudociencias", los "diseños inteligentes", la religión, el "determinismo"... aparentemente atribuibles a los embates "creacionistas" que últimamente han puesto al rojo vivo... a muchos, especial y sintomáticamente a los círculos más vinculados al ámbito "académico" que han reaccionado como si en ello les fuera la vida... un hecho que puede ser real o imaginario (es decir, un futurible), pero sin duda un auténtico ente digno de atención.

Esto último, hace que el asunto tengo para mí dos aspectos que han acaparado mi atención. En primer lugar (reconozco que lo sitúo en primer plano), me hace ver que esa es una lucha ideológica que se refiere a espacios de poder reales, espacios sobre el que se busca dirimir cuestiones de hegemonía (eso de conservar o perder el poder, total o parcialmente, o al menos de influir o dejar de influir en él, y de la contrapartida de hacerse con él, recuperarlo también en todo o en parte, aumentar la influencia u obtenerla en alguna medida: esto es lo propio de los grupos que se ven unos a otros como tales.).

En segundo lugar, se trata de un problema filosófico, es decir, de un tema de preocupación intelectual (en el mejor sentido, es decir, en el del ejercicio de nuestra inevitable capacidad para pensar.) No puedo negarlo al margen de que insista en que la genealogía del debate responde a lo primero, pero insisto también en mi convicción de que aún resolviendo "el problema" (de ser eso posible y no meras ilusiones), no desaparecería ni la lucha ni las posiciones. (Este asunto merecerá una atención dedicada o más de una.)

Precisamente, la polémica mencionada al comienzo, versó inicialmente sobre la visión ideológica de Feyerabend acerca del significado de la Ciencia para derivar enseguida hacia otros temas que nos arrastraron como a multifacéticos Da Vincis hacia puertos colaterales específicos. Estuve incluso a punto de olvidarme de ella aunque, no pude evitar dedicar algunos esfuerzos adicionales a la sustancia del asunto en algunas otras entradas y en algunos comentarios dispersos a las aparecidas en algunos otros blogs. El tema, está visto, no llegó nunca a quedar arrinconado, y es obvio que volverá a reflotar una y otra vez, aquí y allá, a instancias variopintas. Es más, en un recentísimo post, J. hace referencia a la más reciente polémica volviendo a plantar en medio al pobre Feyerabend (traído sin duda a colación también por mí, aunque a título de mero ejemplo de las contradicciones del intelectual ante el fenómeno social que se desarrolla ante nuestros ojos, el de la burocratización, y no a cuento de su visión ideológica acerca del paralelo o no existente entre Ciencias y Mitologías).

Pero sin duda todo está demasiado emparentado, lo que no hace fácil (al menos en términos de tiempo, preparación y respeto por la rigurosidad) encarar todas las facetas en un orden medianamente clarificador y provechoso (esto, dicho sea de paso, es un eufemismo al que respondo por apego a alguna tradición enraizada obviamente en mis genes; pero ruego que volváis al principio de la frase, para retomar el hilo, pasando por encima este paréntesis).

Bien, la discusión acerca de lo que es y no es la Ciencia, de su relación con el pensamiento humano anterior a su fundación y, por tanto, el tema subyacente en todo esto que no es otro que el de los fundamentos de la actividad propiamente humana que da lugar a la Cultura y a sus aplicaciones, el por qué genealógico y manifiesto y el para qué imaginario que lleva de la reflexión a la construcción de edificios narrativos y explicativos acerca del mundo y de uno mismo (formados por conocimientos transmisibles) y a la utilización de esos conocimientos para la supervivencia a través de la comunicación, son cuestiones decisivas para situarnos ante todo lo que hacemos y decimos. Pero nunca podremos encontrar explicaciones decisivas a estos fenómenos si no demarcamos, genealógicamente, en qué condiciones materiales se producen realmente y de dónde y cómo esas condiciones provienen en el tiempo.

Al menos eso es lo que pienso, ya que mi postura es la de un determinismo no escrito ni conocido por nadie por anticipado, relativamente previsible en el corto y tal vez el medio plazo al menos por la propia y única conciencia conocida (la nuestra) en base al hecho de que el mundo no funciona aleatoria ni locamente sino siguiendo leyes que se van creando y consolidando en el tiempo en la medida en que se crean estructuras cuya complejidad desborda la de sus antecesores, leyes que la conciencia, como fenómeno producido en ese mismo proceso, es capaz de descubrir por medio de su capacidad de reflexionar en base a su propia experiencia.

Permitidme en este punto parafrasear muy libremente a Dante (como acostumbro a hacer en estas circunstancias) y pediros ya mismo que abandonéis toda pereza y dejéis a un lado todo preconcepto tentador, hecho lo cual, digo, en base a lo anterior, que... la conciencia necesita adelantarse y lo hace mediante especulaciones más o menos míticas con las que rellena los huecos (creyendo en general que ese relleno será inamovible en sus fundamentos, a veces creyéndolo "eterno" -y revelado-, y como poco "mejorable" -falsable-). Esto, indudablemente, responde a un imperativo genético que le provee de la seguridad que necesita para mantenerse mentalmente sano.

Esto, a su vez, y es lo que pienso, relativiza enteramente tanto cualquier atributo de "verdad absoluta" como todo planteamiento relativista de que todo da lo mismo. Así es, no todo da lo mismo puesto que lo necesario no puede ser eliminado voluntariamente.

Ahora bien, el hecho de que la ciencia haya desplazado a la mitología (hasta cierto punto) y a la religión (a ésta mucho más a pesar de que se la vea como más moderna), es desde mi modesto punto de vista, un fenómeno histórico-social cuya permanencia, progreso sistemático y sin límites, alcance infinito tendencial, está por demostrar, es decir, pertenece al futuro de la especie y de la que en todo caso pudiera venir a reemplazarla...

Yo diría, a la luz de los hechos comprobados y observables, que lo que tiende a continuar y a ser inevitable es el fenómeno reflexivo humano, cerebral, el cumplimiento de la teleonomía del cerebro. Que los resultados de esa actividad hacen cada vez más inútiles las referencias a participantes supranaturales en el proceso evolutivo en el que se inscribe esa misma actividad, por lo que la religión, al margen de que a muchos les parezca indispensable, poco y nada interviene en la construcción de las leyes que nos permiten explicar y en principio nos permitirán explicar lo que sucede. Y, por último, que está visto que la mitología y la instintiva construcción de mitos (necesaria por muchos motivos y no sólo por las famosas limitaciones humanas sino también por razones de comunicación grupal -esto lo dejo por el momento a un lado-, al punto de que hoy más de un especialista científico adjudica más importancia a la narración que al grado de certeza de las teorías -algo que puede ser muy discutible, claro, aunque como casi todo-) se seguirán desarrollando en el seno mismo de la Ciencia, tal vez de la mano del racionalismo, tal vez de la intuición especulativa. Un asunto que, mientras nos guíe a unos u a otros, se mantendrá. Y que, por sobre todas las cosas, seguirá siendo parte de la lucha entre unos grupos y otros por la hegemonía y reflejando la necesidad de imponerse a la naturaleza incluyéndolos a ellos; es decir, como humanidad real, la del propio grupo.


El caso Feyerabend como ejemplo más que como referencia conceptual

No obstante y particularizando, no es de extrañar que Mr. Paul Feyerabend, haya vuelto a subir a la superficie del debate. En 1974, fue de los primeros en hacer el ruido suficiente (bien que a costa de cierto excentrisismo y empleo de los exabruptos poco rigurosos) señalando el grado considerable en que había avanzado la toma del poder de la burocracia intelectual en el ámbito de la cultura (hoy esto está aún más avanzado si cabe, con un sinnúmero de instituciones emergentes para casi todas las necesidades de fundamentación: todo o casi todo es hoy "cultura"... y en su seno sujeto a normalización).

Feyerabend fue sin duda y como tantos intelectuales un pensador confuso (y confundido) que se sintió empujado a combatir en el campo de la política cultural, llegando a intentar dar fundamento a una "nueva metodología" para hacer ciencia, aparentemente rescatada de la práctica misma de sus fundadores (Galileo) y aparentemente reforzada por la "praxis" de los "revolucionarios" más pragmáticos de nuestro tiempo, los sucesores de Marx (bueno, no es la primera vez que un intelectual agita banderas terribles y resulta actuar como un inofensivo ratoncillo que pasa a la Historia sin pena ni gloria). Un poco como Don Quijote. Quizá, incluso, emulando a Lutero, emulador a su vez de Jesús de Nazaret en su reacción tras la famosa y mítica entrada intempestiva de éste en el templo de Salomón. Quizá, simplemente, siendo de una naturaleza similar a ellos aunque en un tiempo diferente. Lo cierto es que Feyerebend debió entrar en el Gran Templo de la Ciencia donde se sintió indudablemente herido en lo mejor de sus buenos sentimientos a la vista de la mediocridad, hipocresía, mercantilismo, privilegios, poder, favores y corruptelas, etc., que por allí pululaban como hoy podemos seguir viendo (lo que no quita que pasen cosas positivas, evidentemente).

No por nada arremete contra la burocracia académica en su "La ciencia en una sociedad libre" (Siglo XXI de España Editores) proponiendo idílicamente, e intentando imitar la jugada de Lutero que dio lugar a los pastores protestantes, que todo ciudadano se convierta en científico o al menos en un vigilante capaz de controlar a la Ciencia... "democráticamente". Una utopía que en la práctica sólo podría llevar a realidades como la Kampuchea Democrática, es decir, a la subordinación de toda Ciencia a los criterios de utilidad totalitaria desconcertante y absurda que ya había tenido su expresión en el leninismo, el stalinismo y el maoismo. Es decir, dejando en los "representantes del pueblo" el juicio científico, o sea, su reducción a slogans (algo que ya se está consiguiendo en alguna medida por sí mismo, quiero decir, por obra y arte del propio proceso de burocratización en marcha). ¡Él ignoraba y/o no fue capaz sino de ignorar cuando escribió sus diatribas lo que una dictadura intelectual (ideológica -qué otra cosa- y tan racionalista o más que la cartesiana) apoyada en las masas vigilantes sería capaz de hacer con la ciencia y con la civilización!

Una utopía, desde mi punto de vista, porque la Ciencia sólo puede ser y será obra de élites, mediante un trabajo individual en el seno de un equipo, es decir, burocratizándose parcialmente en el marco de nuestra sociedad actual a la vez que manteniendo cierta autonomía capaz de ofrecer avances operativos más allá de la esfera de la política o la tecnología... Esto en la medida de lo posible, claro, aunque creo que no lo podemos predecir a largo plazo. Y tampoco es una cuestión de desearlo fuerte o pasionalmente (lo que en todo caso, entiendo que es cosa de los grupos involucrados a los que no se les podrá impedir nada mientras tengan existencia).

Es evidente que para Feyerabend no había nada más grave que "los especialistas", que conformaban su enemigo principal, aunque tal vez sólo decidió centrarse en su campo, el académico, en su guerra global y anarquista contra el stablishement y por "una sociedad libre", todo lo cual compone un cuadro utópico simplemente más amplio.

Una demostración de la endeblez de sus posiciones lo refleja, sin ir más lejos, el hecho de intentar apoyarse en otros grupos e ideas no sólo de la misma clase a la que pertenecían los académicos a los que pretendía combatir (y conste que "clase", como clase social, es un término que considero impreciso pero que uso aquí sólo porque simplifica mi intencionalidad crítica), lo que no sólo estaba adicionalmente condenado al fracaso sino al verdadero triunfo de sus oponentes. Precisamente, entiendo, eso acaba siendo más o menos vislumbrado por Feyerabend y eso explica su frustración final, cosa que he procurado hacer notar en una de mis últimas entradas: " ", repito, ex-clu-si-va-men-te escrita para ilustrar la problemática del intelectual moderno en medio de la sociedad actual en sistemática burocrátización creciente.

En su libro más conocido, "Contra el Método", arremete fundamentalmente contra "los especialistas" en el campo de la Ciencia, o más bien, el Académico. El 90 % del libro lo dedica a denunciar sus pretensiones elitistas infundadas (infundadas al estar basadas en la posición social y no en la capacidad) las cuales se escudan tras y se reflejan en un lenguaje más o menos críptico, técnico, inaccesible al común de los mortales (una acusación curiosamente similar a la que en su tiempo esgrimiera Leibniz contra sus coetáneos, como ya puse de manifiesto en otra ocasión y como muchos científicos sufren sin cesar como se queja Lovelock en el Prefacio a su "Las edades de Gaia", que cito para abundar con otro ejemplo.) En su afán por combatirlos se propuso un programa con el que atacar los fundamentos que según él explicaban su existencia: la mezquindad consistente en poner los intereses personales y el prestigio por encima de las convicciones y la seriedad, la mediocridad que facilitaba ese proceso, la red de lealtades y las alianzas en contra del progreso de las ciencias, la connivencia con el poder y la parcela del mismo que mantenían en sus manos y que procuraban conservar a cualquier coste, la autonomía que de ello se derivaba y que se utilizaba para chantajear al poderoso y engañar al dominado.

Todos esas conductas le resultaban repugnantes y para combatirlas halló respuesta en un rejunte no muy elaborado (a pesar de pretenderlo así) de pensamiento marxista-leninista, anarquismo, etc., es decir, de las ideologías que supuestamente se había propuesto instaurar la justicia en el mundo con las consecuencias conocidas. O sea, nada nuevo, sólo la vieja renovada esperanza de los justos. El viejo mito de los desafortunados de cuya creencia y de cuyo intento de apuntalamiento es indudablemente culpable.

Y se puede señalar sin duda y a la vista de lo dicho que arremetió contra los sujetos en cuestión desde posturas un tanto eclécticas y poco elaboradas, bastante viscerales por momentos, incluso desde una perspectiva idealista que no le permitió destapar ante sus propios ojos ni ante nadie la verdadera base material de todo el edificio cultural en los que esos sujetos jugaban como sus agentes. Lo que no puede ir más allá de la voluntad de una nueva vanguardia iluminada. O sea, germen potencial de un nuevo ciclo, sumarse a la militancia de fracciones opuestas pero de igual naturaleza. Y esto lo resalto porque esto sucede también en el campo del positivismo y del racionalismo.

Tal vez no pudo ir más allá, tal vez se lo impidió la época en la que había enarbolado su bandera, tal vez el país donde se educó y el ámbito general donde tuvo que moverse, todo lo cual tal vez tenga que ver con su receptividad hacia pensadores más o menos marxistas (reitero que su postura hacia el marxismo cambió un poco al menos en relación a los exponentes reales de su tiempo), que limitaron su capacidad para estudiar el fenómeno histórico de la burocracia moderna, es decir, el carácter de grupo social específico, con intereses particulares, que esa caracteriza a esa burocracia, determina en lo fundamental su comportamiento y define sus metas. Y quizá a cuento de su deseo de una Democracia liberal idílica o de principios. Lo cierto es que, como todo intelectual, su cerebro ya tenía establecidos sus propios filtros y diques de contención de ideas e información perturbadoras y... frustrantes, ideas que a muchos le permiten ir más allá de sus defensas, pero no a todos...

(Nota: en su tiempo, de haberlo querido, se podía haber informado lo suficiente acerca del carácter del stalinismo y el maoísmo, bastante más allá de simplemente considerarlo "traidores al marxismo" a tenor de los neomarxistas. Confusamente -por decirlo suavemente y reconocerlo en sus límites y en su hipocresía-, también los trotskystas, habían difundido suficientemente sus "críticas a la burocracia" operativa, en la línea ya habilitada por el propio Lenin e incluso antes por el propio Marx. Eso sí, sin que se les ocurriera autoincluirse, como correspondía indudablemente a la idea marxiana de que el intelectual es un individuo virginal y desclasado, oveja negra de la burguesía o capitán del proletariado, en todo caso un pequeño burgués cuya neutralidad congénita lo hacia servidor potencial de una o de otra de las clases reales. Todo eso para que asumiera la "conciencia del proletariado" invirtiendo los términos en apariencia.)

Su postura fue, de todos modos, parcialmente antiburocrática. Unos sueños que me atrevo a considerar, a la luz de sus escritos y de su trayectoria, honestos y correspondientes a una visión primigenias de la burocracia cuya extensión al ámbito de la cultura contribuyó a denunciar, el del mundo tecnológico de hoy que intenta hacer hasta de las humanidades una parcela de la tecnología: el ámbito de la Universidad Moderna.

Sí, digámoslo alto y claro, reconociendo que Feyerabend, aunque confusamente, lo supo señalar (al menos para que muchos de nosotros, con más rigor, más información acumulada y más experiencia, lo aprovecharamos a base de entresacarlo del granero lleno de paja): ¡todos crímenes se hicieron en nombre de La Razón! (lo que revuelve las tripas de inmediato a más de uno. Pero paciencia... bajad la guardia porque de eso se trata), ¡la misma Razón que la de Rousseau o la de Robespierre!; ¡esa luz cegadora!

¡... e inevitable!

(to be continued...)

lunes, 25 de febrero de 2008

Liberalismo y realidad

Dado que no encuentro tiempo ni tranquilidad de espíritu suficiente para ordenar mis notas sobre el tema al que hago mención en la etiqueta que agrupa esta y otras entradas anteriores, me permito poner al alcance de mi modestísimo público mis contrarrespuestas a las respuestas que suscitaron algunas preguntas hechas por mí a Paco Beltrán en su blog, Usafari, donde los que querrais podréis ir a la fuente... previo dominio del inglés o mediante el uso de un sistema de traducción. Sus respuestas, de todos modos, dejan en evidencia mis preguntas previas (aunque no completamente lo que su post original decía ni tampoco la interpretación que yo hice del mismo y que él rebate; pero así son las cosas en este medio: hay que navegar, naufragar y salir a flote...) Esas respuestas van precedidas del número correspondiente mientras que mis contrarrespuestas le siguen en párrafos que comienzan con el indicativo >>. Por último, reconozco que he podido corregir y presentar mejor las respuestas iniciales incluyendo alguna que otra aclaración o ironía que he considerado pertinente.

Que os sea útil o no, es cosa de ambos, por lo que me disculpo por anticipado en lo que a mi respecta.

1. Yo no he justificado ninguna supuesta dominación de la burocracia.

>> Por supuesto que no explícitamente, y claro que no intencionalmente o al menos conscientemente sobre la base de negar hacia dónde va el proceso. Más abajo dices considerar que el proceso marcha hacia un incremento de las libertades económicas (o eso entiendo de tu aseveración al final de 4: "progresamos, especialmente en las sociedades abiertas"; y de tu consideración de lo que pasa en "los sistemas políticos de todo el mundo y los organismos multilaterales" como dices en 3, sobre lo que volveré). Pero eso no es REAL (sino... UTÓPICO y... engañoso, empezando por ser autoengañoso). Puedo darte 1001 ejemplos (es decir, tantos como las noches árabes), pero observa la "deriva" de "nuestro" propio país: ¿es que consideras el fenómeno ZP un trueno en cielo despejado?, yo no: para mí es un síntoma, al igual que el proceso entero que se engloba en las "alianzas de civilizaciones", "frentes contra el cambio climático" (incluido el fenómeno Al Gore, o si quieres, con sus siglas equivalentes AG o GexP), el crecimiento de los seudo nacionalismos regionales que ya no responden a la vieja dinámica de la formación de marcados internos sino a... "otra cosa"... es decir, como todo lo demás, a... EL IMPARABLE PROCESO DE BUROCRATIZACIÓN A TODOS LOS NIVELES (incluido el núcleo del capitalismo: las empresas privadas dominantes), etc. Y qué tal considerar el carácter de la oposición REAL y POSIBLE a las tendencias "sociomoderadas" (si quieres no revolucionarias), como Don Rajoy y Monsieur Sarkozy cuyo pragmatismo fuera de toda duda no significa otra cosa que su adhesión a una programática burocrática y burocratizante más o menos autolimitada y limitable... es decir, distribucionista? Me detengo en este punto... las noches dispersas por el resto del planeta (tanto en su periferia post colonial como por los países que parecen "ir adoptando" políticas de mercado) son aún más oscuras y hasta producen miedo: no sólo son simplemente burocráticas, sino ideocráticas (por "poder de su ideología"), llegando a hacer necesario el carné para que un individuo pueda ejercer de capitalista... por ejemplo, "rojo".

>> ¿Y... qu'est-ce que c'est ça (para no decirlo todo en mal inglés...)? Pues que no hay más espacio para experimentos liberales o, en mejores palabras, cada vez hay menos espacio para algo de liberalismo, tanto para que el mercado funcione "libremente" según reglas "de mercado" (algo que por cierto no sucedió jamás), como para que la democracia formal se mantenga dentro de ciertas formas (algo que tal vez habría que ir a buscar a algunos momentos particulares de la historia griega... ignorando a los esclavos y demás marginados). Lo que hay es claras tendencias a que todo eso se mueva, en el mejor de los casos, hacia el colapso.

2. Seguramente es cierto que la burocracia sabotea muchas soluciones no estatales a los conflictos pero es que, como si fuera un ser vivo, toda organización tiende a perpetuarse, y la burocracia mucho más.

>> No, no es que "sabotee" como si fuera un agente externo. Se trata de un estamento social complejo, irregular, lleno de grupos reales enfrentados entre sí por el poder, intervinculado de manera variable en el tiempo, etc., que ha copado el espacio sociopolítico total, que ha creado su propia cultura (la del privilegio y el usufructo, la redistribución entre los suyos en nombre de la redistribución para el pueblo, etc.), que ha impregnado con su manera de actuar la psicología de los individuos, etc. No un agente externo sino el corazón de la colonia. Los "externos" somos los utópicos, los huérfanos, los que aún no tragamos... "del todo".

3. No creo que el liberalismo sea una utopía, en el sentido en que, por ejemplo, la anarquía o el comunismo (tal como fueron formulados) lo son. De hecho, cada vez se incorporan más instituciones liberales a los sistemas políticos de todo el mundo y los organismos multilaterales muestran cada vez más rasgos liberales, mientras que lo no liberal está en retroceso. Cosa distinta es que hay muy diversas interpretaciones de lo que sea el liberalismo. Sí creo que versiones muy extremas del mismo, como todas las que abogan por una completa desaparición del Estado, son utópicas.

>> La manera de dirimir si algo es o no una utopía es simplemente su programa para llegar a su realización. El comunismo es más bien un engaño, un mito al servicio de la movilización de masas y más exactamente de aglutinación de la intelectualidad a la que se chantajea en base a su mala conciencia. En buena medida, el liberalismo cae en la misma condición cuando se dirige al "pueblo" y a las "conciencias" con el axioma de que las leyes del mercado son garantía de libertad y riqueza. En realidad, el proceso de crecimiento de la riqueza es propio de la evolución natural independientemente de la fase que se transite. La riqueza crece sin cesar (y se destruye catapultando nuevos y superiores crecimientos o creando crecimientos de manera indirecta, como hace la guerra, la peste, la imposición de una dictadura ineficiente y despilfarradora en mayor o menos medida, etc., como es el caso de los regímenes ideocráticos de las burocracias absolutistas). El problema es la distribución. Y lo es en relación a este tema en concreto (al margen de otros asuntos vinculados que dejo explícitamente de lado), es decir, en relación al mencionado programa utópico, porque en el modo en que se realiza esa distribución en el caso de una sociedad capitalista, es imposible que se haga justicia "liberal" (en realidad se acaba haciendo justicia "socialista" o de otro tipo...) ¡Ah, que ¿qué digo?! Pues, a ver, volvamos a bajar a la realidad concreta y si se quiere a la "histórica" y convengamos que nunca se retribuyó a nadie bajo el capitalismo (ni obreros ni patrones, ni productores ni destructores, ni bienintencionados ni malintencionados...) en función del valor de su producto considerado como tal desde cualesquiera que sea la teoría del valor que se asuma. Hay muchas razones, pero vayamos a la que aquí interesa: siempre ha sido necesario para fijar los límites del salvajismo las siguientes cosas extra económicas: reglas morales (sacerdotes, filósofos, maestros, etc.), reglas legales (burocracia)... Es decir, estamentos ajenos a la transacción comercial que inmediatamente reivindicarían primero y exigirían después un trato privilegiado. La puerta de lo inevitable era inevitable...


>> Ahora bien, si se propone tanto la eliminación (pocos habrá que lo propongan en serio, pero... vale, ya están mencionados), como la limitación más o menos máxima, como el uso, domesticación o reconducción por vía moral (John Stuat Mill) de la burocracia hoy muy crecida y cada vez menos honesta (¿acaso desenfadada?) para conseguir la instauración de un régimen de libertades "lo más puras posible", se es no sólo UTOPICO sino INGENUO, es decir, se cae en el autoengaño y de ahí en el engaño (sólo el tiempo, la integridad genéticamente determinada, etc., es capaz de discriminar a los unos -pragmáticos- y a los otros -utópicos-...)

4. ¿A qué resignación te refieres? ¡Yo no estoy resignado, ni soy pesimista ni nada por el estilo! Simplemente ya no veo el mundo como una peli de buenos y malos, y sigo creyendo que las posibilidades de la acción humana para cambiar a mejor, y también a peor, son enormes. Vemos ejemplos de ambas cosas a diario, y en cualquier caso creo que progresamos, especialmente en las sociedades abiertas.

>> No, el mundo no es una peli de "buenos y malos", es una peli de "malos" que sólo pueden verse como buenos a sí mismos (en cierta medida como parte de un grupo de buenos). En cuanto a la acción humana, esta viene sola, de por sí, por imperativo genético. Sólo hay que describirla en toda su amplitud, cada vez, explicando qué mueve a cada actor, qué hay detrás de la acción y sus adornos verbales. Ni yo conseguiré, en ese sentido, que tú dejes de actuar sea cual sea tu éxito o fracaso, tu sensación de estar en lo cierto o tus decepciones, ni a la inversa. Aunque unos y otros, pero sobre todo los hechos, nos harán acelerar o frenar, cambiar de rumbo o renunciar parcial o totalmente a nuestras ideas (eso es lo que me ha pasado al menos a mí). En cuanto al "progreso", si entendemos eso como el zigzagueante curso que conlleva un constante aumento de la complejidad del mundo... vale. No obstante, el concepto laxo tiene una lectura ideológica paralela a la del concepto vago de "reacción". Desde mi punto de vista, sólo hay grupos en lucha por el poder, el espacio, la riqueza, la certeza incluso... Y en este punto, es obvio que el mundo actual nos fue legado por los triunfadores de antaño del mismo modo que el futuro estará en los que ganen la guerra futura... (entre ellas las que se están librando ahora mismo). Y entre ellos, al menos yo y sin duda muchos como yo, incluidos los utópicos más o menos aferrados a sus utopías (y dispuestos algunos a actuar en pro de su potencial instauración), no estaremos allí (aunque seamos todos tenidos en cuenta, si es que eso sucede)... salvo... salvo... como parte del cortejo de los verdaderos triunfadores (que están entre los realmente posibles.) ¿Será eso progreso o lo contrario? Bueno, la humanidad ha perdido muchas opciones y variantes por el camino que no podemos dar así como así por menos interesantes. Lo que no podrá perder (this by sure!) es su mandato de supervivencia y multiplicación animal, pero eso, para nosotros, los intelectuales, no es gran cosa, ¿verdad?; no es satisfactorio, no resuelve sino que acrecienta nuestra extrañeza congénita: ¡¿cómo es posible que tengamos cerebro y seamos capaces de edificar una cultura sólo para eso, para reproducirnos tal cual?!

>> ¿Qué hacer con lo que sobra, con lo que tenemos aparentemente de más en relación al objetivo, pero que, a la vez, sin ese sobrante, no podría ser capaz de llevar a cabo esa tarea real para la que surgió y se desarrolló?

5. Lo último que soy, Carlos, es creyente, y no sólo me refiero a la religión. Pensar, cuestionar, leer, mirar, reflexionar, informar(me), cambiar, dudar, concluir, revisar… Esos son mis verbos, en lugar de “creer”.

>> ¡Me congratulo por ello! Pero te diría que no des del todo a esos "verbos" por incontaminados. Todavía no he podido llegar a la conclusión de que sea posible un ser humano que no actúe como si creyera, es decir, creyendo. Y por supuesto no me excluyo, ni digo esto sólo por humildad. Cada dos por tres se nos escapa y se nos escapará a todos un juicio u otro de valor. Pues vale, aquellos que triunfen (siempre transitoriamente), en parte porque sean más aptos para el momento, en parte porque "a río revuelto...", podrán convertir esos valores en leyes y podrán imponerlas, como ha pasado hasta ahora.

>> Y no, yo creo que la clave está en la persuasión basada en argumentos. La persuasión es pacífica y mucho más poderosa que imposición. El poder somete, pero no establece nada, y mucho menos la verdad.

>> No te preocupes, serán otros los que en nombre de tus argumentos (o los míos, aunque los míos creo que son y serán más ineficaces para tales actores) tomarán la espada (por supuesto, tomando la parte más simple y efectiva de ellos; vamos, lo que Mao hizo sustituyendo las Obras Completas de Karl a sus Diez Pensamientos, y lo que hace hoy el PCCh reduciendo su liberalismo de estilo chino a las "cuatro" o "cinco" "verdades" o lo que sea -cito de memoria, pero da igual aquí-); ya sabeis... ¡estos chinos...!

>> Pues nada, sigamos pues esa hermosa línea a la que te comprometo: "Pensar, cuestionar, leer, mirar, reflexionar, informar(me), cambiar, dudar, concluir, revisar… Esos son mis verbos, en lugar de “creer”."


domingo, 17 de febrero de 2008

Para cumplir sin exagerar con eso de separar la paja del trigo del granero del denostado (y confundido) Feyerabend

En plena batalla contra "los especialistas" que dominaban la escena universitaria y académica con una fuerza y una prepotencia nunca vista en el occidente moderno hasta el siglo XX, aunque anunciada desde el Renacimiento y la Ilustración, Feyerabend llegó a darse cuenta de que iba por el mismo camino que habían ido aquellos que él mismo criticaba. No llegó, desde mi inmodesto punto de vista, a compreder la mecánica que anidaba en ese fenómeno, ni pudo (al menos hasta donde alcanza la información que tengo, lo que no es significativo para este artículo) darse cuenta de que las tergiversaciones en las que incurrió, y que él por cierto consideraba "oportunas" y "necesarias" para el "crecimiento del conocimiento práctico", eran todas objeto de crítica y no de valoración positiva, que podían comprenderse pero no proponerse como solución, que eran tendencialmente inevitables según la necesidad de los sujetos pero no podían ser una recomendación moral.

Justamente, moral: eso es lo que se debió dar cuenta que estaba haciendo, como sus propios oponentes, sólo que ellos estaban encaramados al poder y él lo habría necesitado para desbancarlos. Y ahí estaba el quid del problema: la crítica, para hacerse efectiva, tenía que acabar triunfando materialmente, tenía que ganar la batalla, vencer y gobernar... siempre con la mejor predisposición al bien, por supuesto, aunque después se desvirtuara.

Pues he encontrado un párrafo de Paul Feyerabend que a mis ojos demuestra que se vio a sí mismo como pocos intelectuales son capaces de verse en medio de sus cruzadas altruistas, nunca menos tergiversadoras de lo que lo fue la suya, dicho sea de nuevo de paso.

El párrafo habla por sí sólo en el aspecto que aquí interesa, es decir, como puesta en foco del fenómeno (por eso me abstendré de señalar mis observaciones críticas con algunos puntos de detalle que se sostienen en el texto: el asunto va más allá de las imperfecciones y simplificaciones, aunque en otra ocasión podrían ponerse de relevancia. No obstante, aviso que he prescindido de aquellos trozos que a mi entender sólo desviarían la discusión hacia otra parte, y como aquí soy yo el rey del mambo, me lo he permitido.)

En fin, paso ya a transcribirlo parcialmente y sin más comentarios:

"Ahora me doy cuenta de que estas reflexiones no son más que otro exponente de la presunción y la locura intelectualista. Es vanidad creer que uno tiene soluciones para personas con cuyas vidas no tiene nada en común y cuyos problemas no conoce. Es una locura esperar que este ejercicio de humanismo a distancia vaya a tener efectos que satisfagan a los interesados. Desde el comienzo mismo del racionalismo occidental, los intelectuales se han considerado profesores, concibiendo el mundo como una escuela y a la gente como disciplinados alumnos. En Platón esto es evidente. El mismo fenómeno se da en entre los cristianos, los racionalistas, los fascistas y los marxistas. (...) Mi punto de vista era distinto en todo esto, pero no dejaba de ser un punto de vista, una fantasía abstracta que yo había inventado y que pretendía vender sin haber tenido absolutamente nada que ver con las vidas de los destinatarios. Esto me parece hoy en día una presunción insoportable. Así, pues, ¿qué es lo que nos queda?
Quedan dos cosas. Podría empezar formando parte de alguna tradición y tratar de reformarla desde el interior. Creo que esto es importante. (...) La otra posibilidad es meterme a animador. Para mí es muy atractiva. (...) ¿Qué es lo que voy a hacer? El tiempo lo dirá..."

("La ciencia en una sociedad libre", segunda parte, párrafo final, pág. 142 de la edición de Siglo XXI de 1982).

viernes, 15 de febrero de 2008

Apuntes sobre el fenómeno intelectual y otros hechos de la Historia Humana

Reproduzco a continuación un comentario que dejé hoy en "La Nueva Ilustración evolucionista" (por cierto, un blog de referencia como no hay muchos) en tanto creo que responderá a otros amigos de debate acerca de "cómo veo" este cuestión.



Sin duda se está reflexionando cada vez más profundamente aquí y allá sobre todas estas cuestiones. Creo incluso que esta es una consecuencia colateral de la preocupación (y "tensión") a que nos ha sometido esta "era" Z (que ojalá "sea", o sea... deje de ser, es decir, podamos decir, "era", lo que a veces no parece que sea precisamente la tendencia, no sólo local sino globalmente hablando; dicho todo esto de paso).

Ahora bien, sólo haré un escueto apunte metodológico que creo que ayudaría a profundizar aún más (no sé hasta dónde) en todos estos temas: lo histórico, su producción "sin interferencias de racionalismo de cortas miras" (Germánico dixit), "venido a menos por la decadencia de los lideres" (Nacho dixit, lease "venida a menos" para respetar el género del sustantivo), INCLUYE a los actores de la Historia, es decir, es el conjunto de toda la realidad (limitada, eso sí, por el alcance de las "influencias" mutuas, es decir, dejando de lado lo que esté pasando "en este momento" en la galaxia vecina, etc.; limitada, digo, al entorno de proximidad donde cada fenómeno puede comprenderse). Quiero decir, que lo que ha dado la Historia así como lo que dará, será cosa, sí, de la Realidad misma, como lo fue la materia orgánica en una Tierra inorgánica (por ejemplo) o el Esatado Actual. Si aceptamos este enfoque, esto nos lleva (al menos a mí) a "no poder decir" que "el Estado es un mal necesario" o que "no se abomine de él" (adptando lo dicho un poco) ni hacer valoraciones más allá de la cotidianidad que nos las arrancan (algo inevitable para nuestra salud mental humana, de acuedo). Cosas que avalan nuestra connivencia con ese Estado y que nos ponen ante él no como observadores o estudiosos sino como "reformadores en potencia" y por ende como... sí, sí, y sí: "dictadores en potencia"!

Esto parece inevitable, pero sólo para un intelectual (como somos nosotros)en una etapa como la actual del mundo, es decir, inevitable como parte de la mecánica del intelectual (¡por lo que no es ajena ni a liberales ni a socialistas!) y esa "mecánica"... seguirá "interfiriendo" porque es parte de la Realidad y no algo que viene de "otro sistema" sino acaso de uno de los "subsistemas" presentes entre otros.

La génesis, modificación y puesta en práctica de la moral, y las acciones en general de todos los actores, serían parte de esa Realidad y se explicarían de igual modo: de ahí que crea, por ejemplo, uno más para no variar y a propósito del blog de Nacho y otros, el "creacionismo" deba ser combatido y sería más fructífero combatirlo no en sus argumentos sino en su razón de ser actual, social y política, y en su intencionalidad combativa, política, maquiavélica... que está en consonancia con las demás manifestaciones ideológicas del presente histórico, de nuevo: como el liberalismo y el socialismo.

Etcétera y etcétera...

jueves, 14 de febrero de 2008

Circo de Máximus y Mínimus

Las fuerzas ya están en la arena del Circo, aunque, a diferencia de aquellos años iconográficos de la Roma Imperial, hoy los Césares son los gladiadores (como corresponde a la democracia moderna) mientras el podio permanece vacío dejando que el mundo se gobierne solo (a veces a pesar del desgobierno como siempre pasó en Italia), esperando que el dedo gordo de "el pueblo" se alce por mitades irreconciliables.

Los dos césares-gladiadores van a la arena con su séquito de gladiadorcitos que, a tenor de los tiempos fantásticos de cine que corren, hacen a la vez de tigres y leones... rugiendo ellos mismos (ya que nada debe ser real por seguridad de todos) para mantener en vilo a los espectadores... quiero decir, al "pueblo".

Los del PP se ven obligado a descartar entre los suyos a gladiadores nacionalistas ya que "se han quemado" al formar un frente con el contrario convencidos de que así iban a sacar más tajada (algo que aún no se han dado cuenta, salvo los más "radicales", que ni siquiera se trata de eso sino de ser también utilizados como ellos también pretenden hacer con los demás en un juego que no en todos los casos pretende la utopía de llegar hasta los extremos que se publicitan). Pero los del PP saben que no es posible quedarse en exclusiva con el Circo. Claro, dicen los que ven superficialmente el juego o los que se niegan a creer que sólo puede haber juego sucio, podría ser más consecuente, principista, y llamar a la victoria imposible... pero les cuesta pensar que no lo han hecho todo antes de ceder el poder por otros cuatro años. Claro... también son un partido de burócr... digo, de gladiadores. De ahí la "solución teórica": tenderle la mano al propio adversario para restaurar el predominio de los poderosos. Después de todo, en un Circus cercano, el de Alemania, se hizo lo mismo... y al parecer funciona de maravillas... además de que ya hubo una vez un pacto por las libertades y contra el... ¡Epa!, exclama un avispado, ¿No me estará Ud hablando del Pacto ése que los otros traicionaban a la vez que lo firmaban? ¿O del que Z en persona despreció y tildó de hipócrita viniendo de quienes no lo habían apoyado nunca, dando vuelta nuevamente el sentido de las cosas y demostrando una vez más que todo lo que se diga será utilizado en contra de quien lo dice? ¿Ni me dirá Ud que eso se dijo pensando no en Z sino en el B o el Y que se estaría preparando para sustituirlo si perdiese (de lo que hablaré en un momento) y con cuyo "nuevo equipo" será más posible?

En fin, griteríos diversos resuenan en varios puntos de las gradas pero por fin logran ser acallados mediante batallitas más vistosas llenas de... Economía. Y es que de repente se ha levantado una buena polvareda, vientos de casi mil puntos bursátiles, que permiten el uso de armas más eficaces, como por ejemplo la red, que los viejos gladiadores usaban con tanta destreza.

Pero he aquí que los del PZOE se agachan todos y, mientras las redes pasan silbando sobre sus cabezas, cogen puñados de arena del suelo y la arrojan a los ojos de los contrincantes, en una clara violación de las reglas de... ¡ah, no, eso era en el boxeo, y especialmente en el inglés!

De una forma u otra, con más o menos vista y ayudados por los yelmos que les cubren las caras, ya no hablan mucho de las traiciones y los pactos posibles, sino de quién da más por los votos (el PZOE, más sincero o más desprejuiciado, lo ofrece sin tapujos a 400 monedas nuevas para tod... bue... quizá para... ya veremos... pero, eso sí, si lo votan, que quede eso muy claro. (Es interesante detenerse en la crítica y la contrarrespuesta: a fin de cuentas -nunca mejor dicho- es cierto que 400 de mucho es un porcentaje inferior a 400 de poco; esto es, que la medida no, faltaba más, no es compra de votos, es... realmente progresista y progresiva y programática. ¡Si es que se lo saben todo y ni siquiera lo dicen porque quieran engañar a nadie: ya lo he sostenido desde que ganaron: sólo vocean consignas para la platea y el coro, como se ve en cualquier programa de "debate" entre periodistas afines "y otros animales"; no se le ocurra a nadie otra cosa si no quieren permanecer confundidos! Del mismo modo que lo de las ayudas a las familias numerosas: total, la consigna va dirigida a los que no siendo miembros de ese tipo de familias, los más, puedan agitarlas y "el público" y "el país" saquen sus pancartas-titulares de primera plana. Total, las quejas y reclamaciones de los miembros reales de esas familias sólo ocuparán un mínimo espacio en las noticias de algunos canales que no son vistos por los forofos que agitan sus colores...)

Pero supongamos que el PP consigue una victoria aritmética de esas de "por los pelos". 'Ay!, como ya he dicho hace meses, "Más vale que venga Europa ayudarnos" (cosa, por cierto, que a la vista de la invitación del Reino Unido a Prodi después de pasar a interino y dada la causa por la que pasó a serlo... parece de muy dudosa eficacia -queda claro que esto no tiene nada que ver con que ZP no haya sido invitado, acerca de lo cual yo creo que la cosa va por otro lado-; y, mucho más notable, no olvidemos que ni siquiera se exige "más" democracia a Turquía)!

Lo que está claro, es que al PP sólo le queda imitar al PZOE hasta el límite mismo de su propia identidad (eso de Mr Jequill, Dr Hide y la necesidad de supervivencia). Pero la ruptura del adversario o la caída de su dirección actual del contrario, fue un fracaso de Z; su principal fracaso para cuya consecución pide cuatro años más (¡igual que para todo lo que prometió cuatro atrás, es curioso!)

No lo consiguió con la ZiZaña como no creo que lo conseguiría hacer el PP con una derrota relativa ni una aritmética estrecha. El PSOE puede seguir bajo la misma direcZión eZtratégica a pesar de una derrota táctica que volvería a achacar a la crisis de las hipotecas basura, el petróleo y los cereales. Para el PSOE, más allá de que esto pudiese ser aprovechado para un recambio interno a instancias de la lucha intestina obviamente existente en el PZOE, podría seguir siendo considerada la más idónea para soportar un repliegue enmarcado de lleno en la misma guerra total (una "retirada estratégica" para pasar al hostigamiento que puede o no contemplar una futura moción de censura garantizada mediante tránsfugas más o menos costosos, por ejemplo).

Tengo la impresión, como ya sostuve hace un tiempo, que el PSOE responde en un noventa por ciento a la línea descubierta por el grupo que se aglutinó en torno a Z, y que es capaz de ir más allá de las circunstancias adversas que tendrán consideraciones de meros accidentes, contingencias incontrolables, etc. (una línea justificativa tan válida para el exterior como para consumo interno). Creo que esa línea maestra se ha convertido en algo consustancial a la inmensa mayoría del partido, a la militancia y hasta a la masa incondicional. Una línea que debe ser considerada, cada vez está más claro, un resultado de la fase anterior, o sea, la fase superior del felipismo y el guerrismo; "la fórmula al fin hallada". Ya veremos, pero no creo que vean posibilidades de otro tipo para conservar el Poder ni se inclinen por la idea de sólo compartirlo. La pirámide que exhibe en su punta la Z como si fuera la veleta de Animal Farm, es demasiado populosa y tiene demasiados intereses creados y entrelazados (o sea, es demasiado compleja) como desenredarla sin provocar el colapso. En todo caso...

... el PZOE sigue convencido por ahora que su juego lo llevará al triunfo: lenguaje ambiguo hasta el límite de su vaciamiento total, tacticismo desprejuiciado hasta más allá de la vergüenza (tanto en las promesas como en los enfrentamientos, en las alianzas como en las encerronas al adversario), caras para todas las circunstancias, incluso compra de votos a la chaviZta del otro lado del charco y a la chavista de éste lado, etc.

En la periferia, los partidos del chantaje (qué otro recurso les queda si no quieren atrincherarse en la propaganda maximalista), nacionalistas, verdes, estatalistas más o menos declarados, buscan el mejor o mayor trozo posible de la tarta que se reparte al final de cada combate. Eso sí, todo en nombre de los pueblos y de las naciones por las que "sacrifican" la vida... Los que sólo podrían ser apartados del poder si sus fieles comprendieran que su vida será más penosa bajo la independencia pero que, con una mentalidad muy campesina, los siguen con la idea de que obtendrán una parcela de cielo (como les prometen, y como ya sucedió en las ex colonias africanas que salieron hace tiempo de la sartén para caer en el fuego... y volver a caer en el fuego), incluso bajo una forma alternativa que les permita campear a sus anchas manteniendo las formas. Algo que no me atrevería a decir que está suficientemente maduro a pesar de los AVEs, las Cercanías y los apagones, por una parte, y otros desastres como el de la lengua, la violencia callejera, etc. Pero bueno, no será la primera vez que se sientan defraudados por las bases y su escasez de conciencia. Ya ZP les ha señalado el camino tratando a sus propios votantes de antipatriotas. Y ya les ha demostrado (y esto es lo que querrán hacerle firmar antes) que está dispuesto a dar lo que ni siquiera tiene y que se asegura de que ni siquiera lo tenga el futuro que hipoteca... así como les ha demostrado que después encuentra excusas o necesita otros cuatro, ocho años o "hasta el 2021", para poder darlo (por eso precisamente lo de hacerle firmar antes, y ni así...) Lo cierto, es que están todos pillados... Lo cierto es que el colapso asoma en el horizonte...

Pero más en el corto y medio plazo, ¿qué pronóstico se podría aventurar?

La cuestión está en la aritmética electoral y postelectoral que empujará en una u otra dirección. Los ciudadanos con derecho a voto se agrupan en cuatro grupos más significativos desde mi punto de vista: los que se inclinan por la seguridad y temen la mitad a unos y la mitad a los otros, los que se dejan llevar por las promesas y/o las garantías de acabar subvencionados por unos u otros, los ilusos y los bienintencionados (que de ellos no será ni siquiera el reino de los cielos) y, por último, los que por encima de todo son incapaces de soportar más que se le revuelvan las tripas. Sin duda triunfará la miseria, cualquiera sea el que esgrima la espada contra el cuello del otro. Difícilmente haya mucho beneficio colateral para la mente noble. Es decir, la mía y la de un estilo equivalente. En todo caso, creo que tendremos Circus para rato.

Tal vez un día empiece esto a ser más parecido a la Roma de los Césares también en lo de echar gente a los leones, quemar la ciudad y hacer sonar la lira. Tal vez los Hunos vuelvan a sobresaltarnos creando nuevas fechas reducidas a una inicial seguida de un numero menor que 31. Tal vez explote la periferia y los seguros tengan que pagar cifras millonarias que reactiven la economía. Tal vez los nuevos ricos chinos, rusos, emergentes de países emergentes y, por qué no mis queridos incrédulos, hasta cubanos refunden el capitalismo burocratizado. Tal vez, con el tiempo, se emitan DNIs ideológicos del estilo de los que ya tienen los "capitalistas rojos" de China o los "financieros islámicos" de Indonesia y la burocracia se convierta definitivamente en ideocracia dentro de una nueva ONU rebautizada "Alianza de Civilizaciones"...

Tal vez sigamos teniendo de todo un poco durante bastante tiempo, un tiempo sórdido por cierto, y siga sin pasar nada más grave que pasar inexorablemente del malestar al aburrimiento, incapaces de impedir que la noche se alargue más allá de lo imaginable.