lunes, 30 de abril de 2007

¿Asuntos internos?

Quien se haya topado con la noticia algo perdida tras tantas otras de mayor peso mediático (y significación práctica), debió, de estar atento, de no ser un adocenado del sistema y ser un poco pícaro, esbozar una sonrisa socarrona y muy merecida: ¡Llamazares ha llamado a los demás partidos (a todos esta vez) a un Pacto democrático contra la Corrupción!

Yo, al menos, no he podido evitarla. Ni siquiera me hicieron falta las justificaciones expuestas esta vez con todo desparpajo, lo que también es significativo.

Pero inserto textualmente la razón que se reconoce como determinante de la propuesta antes de exponer mis conclusiones:

"La corrupción" (...) es un verdadero golpe mortal a la confianza de los ciudadanos (...) en las instituciones democráticas, en las formaciones políticas, en el sistema de partidos..."

Y para acabar con ello (tal vez sólo con las nefastas consecuencias sobre las que se advierte), se propone un Pacto entre todas las fuerzas políticas, es decir, dentro el ámbito, por así decir, interno.

Bueno, es obvio que la burocracia política tiene cada vez menos vergüenza en confesar su posición en la sociedad y defender sus propias necesidades, lo que sólo puede tener por base la convicción de que así debe ser.

Pero esto significa que la sociedad en su conjunto lo considera, simplemente, normal. ¿Y qué es eso que la sociedad acepta, qué es lo que se ha instalado en la psicología social imperante; que significa en concreto esa normalidad?

No hay otra respuesta que tomar conciencia del carácter objetivo de una casta cuyos elementos predominantes hoy en día se han enquistado en esas instituciones que pretenden preservar y cuya imagen necesitan mejorar para que les siga siendo útil: los órganos actuales de gobierno, los partidos.

Dice Llamazares: la corrupción afecta a la política. Dice: debemos evitar que la gente (los votantes de todo los partidos) desconfíen del sistema de partidos. Dice: los partidos deben pactar bla, bla, bla... Toda una joya... todo un documento histórico que algún día podrá servir a los extraterrestres que lleguen a la Tierra devastada para situar sociológicamente nuestra época. Intentaré colaborar con ellos un poquito más...

En primer lugar, algunas preguntas capciosas: ¿por qué IU o sus dirigentes no van directamente a los juzgados, por qué no sólo no confían en la justicia sino que no la ayudan directamente como ciudadanos; qué se lo impide, a qué teme: acaso que el sistema de partidos se vea aún más comprometido? Y en tal caso, ¿qué creen que harán los ciudadanos o los representados, salir a colgarlos?

Por otra parte, es de cajón preguntarse ¿qué es lo que pactarían además de las eventuales expulsiones que en todo caso deberían realizarse antes de sentarse a la mesa? ¿Es que se pretende educar mejor a los cargos electos, elaborar un programa de moralidad o de ciudadanía para los políticos; acaso no estaba ello inscrito en su propia condición?

¿O es que acaso se pretenda, sin declararlo del todo, fijar unas reglas de juego al margen del resto de la sociedad, dándose una especie de legalidad interna propia, como los militares, como la policía?

¿Qué significa en ese contexto proteger o preservar el sistema de partidos?

IU también podría (en potencia) aprovechar el tirón y erigirse en el partido de la honestidad entre muchas otras cosas, empezando claro está por acudir al juzgado de guardia más cercano y por romper de inmediato todo pacto de gobierno allí donde lo tenga con cada una de las fuerzas políticas corruptas que se ponga en evidencia (es decir, abandonando, en todo caso, de no haber otras implicaciones, la política de vista gorda)... y terminando con una severa autocrítica por no haber ello aquello antes. Por lo menos. Pero la propuesta es muy considerada hacia la realidad, y asegura que IU no pretende dar lecciones a nadie (!); lo repito: ¡a nadie! Y, además, se termina dejando el resquicio de rigor para...
"...examinar las incidencias y conflictos que pudieran darse."
¿Se trata pues de una pura pantomima al servicio de una falsa honestidad y, para que no se diga nada, se invita a todos a sumarse a la representación con el guión bien hecho?

Sonreíd al responder con la obviedad, pero permitíos que la jugada, burda pero también desvergonzada, os sirva para reconfirmar quienes son y qué pretenden esos que se han erigido en representantes del pueblo soberano o de un porcentaje del mismo.

Lo evidente es que de nuevo se trataría de privilegiar el ámbito propio, corporativo, y preservarlo ante el exterior mediante medidas en la sombra (no sea que vayan demasiados a la sombra y no haya de donde sacar nuevos compañeros de ruta, o que de ser el código moral demasiado efectivo y neutral no se conseguirían lisa y llanamente candidatos, puesto que el enriquecimiento es el premio secreto de su participación, es... el botín.)

Claro que se podría elevar el sueldo de los políticos, o darles muchos más privilegios... En fin, eso siempre se podrá discutir en comisión.

domingo, 29 de abril de 2007

Qué civilización tendrá por fin Turquía y dónde en su lugar se revelará esa pacífica "Alianza..." que Zapatero y cía publicitan

Una buena parte de Turquía (al menos en las ciudades principales parece tratarse de una mayoría) se alza en estos días contra la alianza de civilizaciones propuesta por sus gobernantes, Kofi Annan y nuestro Zapatero, y lo hace dentro de su propio país al manifestarse a favor de la civilización occidental, la misma por la que en su día optara Atatürk y su ejército.

Precisamente, y como sucedió en Argelia, es el ejército, el mismo a quien la UE pide que revise su postura imperialista en Chipre esta sí compartida por el gobierno islamista moderado, quien se opone al la islamisación y se declara favorable al laicismo, autoproclamándose su garante incondicional. Pero no es por eso por lo que los gobiernos de la UE (al menos mientras callen y otorguen al no desautorizar al Comisario para la Ampliación que las hizo) se alinean en contra de esa postura a la que se etiqueta de golpista como si, en todo caso, la del partido gubernamental no lo fuera de igual modo.

Lo cierto es que, nuevamente, se entiende y se defienden los intereses aliados con lagunas y manipulaciones adecuadas a las circunstancias, resultando ser que la defensa de las intenciones de continuidad del gobierno islamista turco se equipara a la defensa de las formas democráticas. No obstante, hay una clara maniobra en curso por parte del gobierno que parece, claramente también, preferir el despotismo parlamentario para, según la oposición, imponer su idiosincrasia ideológica y su predominio un poco más allá de lo que le han aceptado hasta ahora, por lo que piden nuevas elecciones en lugar del actual tira y afloja parlamentario que acabaría beneficiando al gobierno por inercia legal.

¡Ay!, dirán los bienpensantes (aferrados al pensamiento elemental), ¿por qué tienen que producirse estas contradicciones tan molestas en el Mundo de las Maravillas; por qué tendremos que hacernos, como Alicia, mayores y pensar de verdad?

¡Señores bienpensantes: seamos honestos y denunciemos los hechos con la caracterización objetiva que les corresponde! Digamos claramente que se trata, por una y otra parte, de un enfrentamiento entre facciones burocráticas en lucha por el poder, ambas utilizando a las masas como corresponde. Y que muchos si no todos los gobiernos o los dirigentes de la UE se alinean y se alinearán con el gobierno turco (por ahora) en parte por las mismas razones (algunos aspectos menores aunque significativos, podrían también ser atribuidos a la rémora de la ingenuidad o a la de la defensa a ultranza del derecho de cada nación a decidir por sí misma, la misma rémora que los ata con relación a Venezuela, Irak, Corea del Norte, etc., etc., etc., y que los ató de pies y manos al inicio de la Segunda Guerra, y no hace nada en Sudán, y poco antes en Irán...) Es decir, razones todas burocráticas cuyo enfrentamiento dará más o menos penurias y más o menos males a sus pueblos (¡insisto en lo de Sudán, insisto en lo de masacres del estilo de Tiananmen, insisto en los resultados que en su día tuvo el triunfo electoral democrático de los revolucionarios en Irán...!)

Lucha interburocrática, intereses, justificaciones, vergüenzas, culpabilidades, miedos... y peligro por ambas partes de formas dictatoriales más o menos adornadas aunque no igualmente peligrosas.

El asunto merece un análisis mucho más detallado, pero lo cierto es que, para ser independientes y no elementales, lo que debemos intentar es pensar en lo que cada hecho, cada actitud, cada alineamiento, cada juicio... tienen de concreto. En todo caso, la Historia dice que las tensiones llevarán a nuevas situaciones de predominio que podrían pasar por sufrimientos, penurias, masacres... A veces pienso que el mal menor es el del punto de equilibrio entre los principales contendientes, el punto en que se conserva el famoso y tan mentado vacío de poder (para algunos, prerevolucionario) que nos permite a los demás campear un poco más a nuestras anchas. Me parece; tan sólo, desde mi desamparo e impotencia, a veces me parece...

domingo, 22 de abril de 2007

"Yo apoyo a Zapatero" y 4

La gente justifica la mentira cuando otros valores considerados superiores están en riesgo, como la propia vida o las vidas de los suyos, del grupo con el que se identifica en cada momento (que no siempre es la familia como lo demuestran los niños que van a la escuela, los jóvenes que integran bandas crueles o pandillas inocentes y hasta los militantes políticos, especialmente los de los partidos "salvadores", así como sus más leales seguidores...)

Situaciones relativamente parecidas serían las derivadas del riesgo a perder el trabajo o la casa, especialmente en ciertas condiciones límite. Incluso la estima ajena puede favorecer la comprensión y la disculpa. Pero también, el respeto a una causa que se acepta previamente como trascendente, a veces idílica o utópica y otras simplemente una Razón de Estado o de partido, es decir, una causa de índole estratégica. En fin, al menos estas son las más evidentes y justificables.


O comprensibles:


El ser humano lleva ese mecanismo defensivo en los genes, como buen mamífero cazador que es para ser eficaz. Lo ha heredado como todos sus antecesores y lo ha demostrado porque ha sobrevivido. Es un hecho.


No por nada sale a relucir en la lucha por el puesto de trabajo y en la política (¡sobre todo hoy, cuando representa un puesto de trabajo demasiado cotizado!)


No obstante, la mentira, en política, tiene la virtud de convertirse en verdad.


Ya sea porque se lo creen sus creadores e impulsores, ya sea porque se lo hacen creer a sus seguidores, ya sea porque se corrige la realidad (a veces no sólo la documental como en 1984 o en La vida de los otros, por dar sólo dos ejemplos gráficos.)


El partido, quien la arropa, sostiene un programa que es reconocido como Trascendente y el grupo, movimiento, partido, secta, que se identifica con él y trabaja por llevarlo a cabo, es aceptado por sus miembros como el Grupo por antonomasia, a veces, más importante que la propia familia, el grupo sexual o la raza. Especialmente en el mundo contemporáneo.


Todos los políticos mienten en mayor o menor medida, aunque a veces el grado en que lo hacen no tiene otro refugio que el maquiavelismo más descarnado y animal. Lo estamos viendo.


Todos tienen algo que perder, o así lo crean, y se ven obligados a mentir y a enmascararlo. Además, deben vestir las actuaciones opuestas de mentiras, cuanto más conscientes aparezcan, mejor, al igual que cuanto más descarnadas y mayores comparadas con las propias.

Al PSOE se le acaba sin embargo el arsenal. Se nota. Después de tres años han debido desempolvar la guerra de Irak (o sea, la que se desplegó contra el régimen de Sadam) realizando una manifestación que no fue realmente gran cosa. De nuevo se acusa al PP de haber mentido a partir del 11-M y de una manera tan confusa que ya no se sabe si se refieren a la guerra o a la autoría del atentado.

En el primer caso, se cae en la exageración de decir (lo dijo este fin de semana ZP) que se mintió acerca de las armas de destrucción masiva, lo que inculparía inclusive a la OTAN y a la UN, que, de todos modos, lo creyeron o que, a lo sumo, lo utilizaron para dar más razones a las masas en un clima de creciente antibelicismo cómplice con Sadam. Una mentirijilla política de las más habituales basada en suposiciones bastante verosímiles dado el historial y las bravuconadas propagadas por Sadam. Una mentirijilla vergonzante ya que debió bastar la necesidad del que yo llamaría intervencionismo policial de la democracia ante al menos dos de las amenazas que el régimen de Sadam implicaba: la supervivencia de otros Estados y la supervivencia de su propia población. Y me gustó, debo decirlo ya que estamos y en honor a la verdad, que Rajoy lo sostuviera con el riesgo consiguiente de perder algún voto indeciso potencial el otro día al contestar en TV1 a una de las preguntas que tenían para él. Rajoy, sin duda, intenta ser lo más sincero posible y, para preocupación de Zapatero, parece estar consiguiendo cada vez mayores cotas de verosimilitud. Todo lo contrario de lo que sale de boca de los actuales gobernantes, desde el Zahara hasta Cádiz, desde el País Vasco hasta París, desde Cuba hasta Afganistán.

En cuanto a lo segundo, ZP y el PSOE han exagerado la nota (además de hacer que el PP cayera en la trampa, lo que ya veremos hasta qué punto se montó), con fines electorales, por una parte, y como parte de una estrategia de aislamiento de la que ya he hablado antes y que ya es vox polpulis. Pero lo más interesante desde el punto de vista político, es que en estos últimos tiempos ya no se insiste tanto en esta mentira como en la anterior.


Se ve que para ZP y cía, no es lo mismo mentir por razones elevadas que por esa mezquindad imperialista, ese alineamiento propio de la globalización en lugar del aislacionismo autárquico que en mayor o menor medida sostienen los Demócratas americanos (y practicó el franquismo, no nos olvidemos; algo que debería incluirse en la memoria histórica del PSOE y de los nacionalismos, y tan propio de los regímenes autárquicos y de las dictaduras, como puede ver quien estudie la Historia.) Una política, esta última que habría dejado a Europa en manos de la Gestapo y de las U2 de la mismísima manera en que se querría dejar al pueblo irakí a su propia suerte, a la guerra civil y la intervención iraní (¡sí, lo digo ahora ya que lo tengo a mano: las manifestaciones irakíes encabezadas por los líderes radicales chiitas contra la presencia americana es la equivalente a la de una banda de gamberros que quiere que la policía se vaya de su barrio; es de lógica y para verlo sólo hace falta algo de honestidad!)


Para ZP y en realidad para quienes lo apoyan, alinearse con Bush era y sería hacerlo con el imperialismo yanki (que como dice Chávez: ¡Es el diablo!) mientras que con el castrismo, el chavizmo, el moralismo, con Marruecos, al islamismo turco, al palestino, al libanés, que significa en realidad con Siria y con Irán... eso sería pacifismo. Los demócratas americanos, por ser aislacionistas, no lo serían imperialistas, o no... total, ya todas las guerras de conquista han dejado de tener sentido y hasta de ser posibles. Pero no nos desviemos demasiado.


Lo evidente es que ZP miente en nombre de Grandes Cosas, como la Paz y el Bienestar del Pueblo. Y por ahora sólo lo justifica una esperanza y un sinfin de promesas. Sí, es evidente, no hay enumeración posible, salvo porque la economía aún es boyante no hay quien pueda darle verdadero contenido. Queda sólo la renovación de las promesas...


Si incluímos el balance que expone la prensa diaria, con los datos contradictorios que afloran en el juicio, los tejemanejes en torno a Endesa, las idas y venidas del proceso de negociación, el creciente predominio de lo ideológico y de la filiación política sobre lo legal que se exige a fiscales, jueces y periodístas (el tercero y el cuarto poder, que aún no se controla enteramente), por mencionar globalmente y conceptualmente los principales temas, las cosas no dejan mucho margen para quienes gobiernas que apelar a las cortinas de humo.


Gracias a alzar la voz contra La Mentira, consiguió el actual PSOE de Zapatero el "Yo apoyo al presidente..." de tantos que todavía continuan sin desfallecer, fieles a una ilusión y a veces a otras cosas...


Pedro Zerolo y algunos de sus actores se animan a manifiestarse para que ZP escuche al pueblo zaharaui o para que lo tenga presente (Zerolo se ha visto, por el momento, fuera de juego, aunque sobre todo es la reacción de un superviviente en un mundo que aún le deja algunas opciones más); Llamazares, el aliado que ayuda al presidente a que no le hagan preguntas cuando no le conviene, no ha podido evitarlo. Rajoy gana a la gente común en un programa de la televisión pública. Cadiz vuelve a mostrar caras desesperadas.


Todavía veremos más cosas asomando la cabeza por el horizonte, un tanto desorientadas: el resultado de las municipales harán salir unas cuantas.


Lo prepararon bastante bien y tuvieron la rapidez y el ingenio de subirse al techo de una máquina para soltar, a lo Lenin, la llamada al combate. Ganaron, sí, pero ahora creo que han comenzado a perder, lenta pero inevitablemente, perdiendo, drenando...

No vamos a quedarnos sin el tutelaje burocrático. No hay revolución social alguna ni tan siquiera en germen (yo, al menos, sólo veo lo contrario; incluso ya no sé si la que hubiese en el futuro sería realmente de mi agrado, lo que no es importante.) Ni voy a abrigar esperanzas idílicas; no puedo. Sólo acabaré diciendo lo que una vez escribió Laura Campmany con inteligencia e ironía digna de elogio:
"Yo hasta estaría dispuesta a pagarles un plus de inactividad legislativa con tal de que me garantizaran que, una vez instalados en sus cargos, van a dedicarse a disfrutar de la vida. A dormir la siesta, a practicar la vela o a tomarse unas cañas. A lo mejor nos daban un respiro, y ellos se ahorraban los dolores del parto." (ABC, 22-7-2006)
En un mundo de ciencia ficción que inventé como marco para la novela que estoy terminando de escribir (por eso guardé ese recorte de prensa) el deseo de ésta buena señora es una realidad, el Amo del planeta ya no se mete con casi nadie, aunque sí que le cuesta... Pero
acerca de esta primicia ya no revelaré más cosas hasta que acabe la novela, lo que espero que suceda antes de las próximas eleciones generales.

Hasta la próxima.


De quién es (también) la culpa y (en todo caso) cómo intentamos algunos evitar la trampa

He leído por ahí (siento no recordarlo, pero la Red es tan extensa y yo doy últimamente tantas vueltas) que a Marx no se lo podía considerar culpable del leninismo y del stalinismo.

Es posible, por qué no, que de haber estado vivo al menos en 1921 (para asistir a los sucesos de Kronstad) le hubiera sucedido a Marx lo que ha Ciliga, el joven comunista yugoeslavo que fue a Rusia a conocer el Régimen por dentro y a quien su decepción llevó a las cárceles de Stalin, el que escribió "El país de la mentira desconcertante" cuyo título utilizo casi en el límite del abuso (¡es que es tan gráfica y tan sonora!)

Es posible que, de haber estado vivo para conocerlos, hubiese adoptado la postura de los neomarxistas como Mattick, Korsch o Pannekoek y hubiera combatido a Lenin y sin dudas a Stalin con armas más honestas y coherentes que las de Trotski (quien no hubiera hecho, no hubiera querido ni podido desarrollar otra cosa que el "socialismo en un sólo país", no digo que sin matices propios que vaya a saber qué consecuencias colaterales habrían deparado, pero, en definitiva, la misma dictadura del PCUS en lo fundamental.)

Tal vez Marx se hubiese revuelto sencillamente en su tumba y de tanto hacerlo en lo que ha ido del siglo desde el triunfo bolchevique ya hubiera renegado, si no de todas, de muchas de sus posiciones.

¿Cómo saberlo, cómo suponerlo? Pero ese no es el caso. Cuando culpamos a Marx quienes lo tomamos en su día por basamento de nuestros análisis (ya sin condescendencia alguna, pero no por ello negándole honestidad), lo hacemos desde la misma óptica con la que culpamos a los teóricos de la ilustración, a Rousseau, a Tocqueville, a Hegel y a cualquiera de los pensadores y filósofos que dio la humanidad dotándolos de la buena intención de iluminar su azarosa ascensión a lo complejo... y a través de la complejidad, a veces de mucho genio y algún grado de inestabilidad emocional, cómo no. ¡Todos dieron "los primeros más modernos pasos" tras los más primeros de Descartes y Spinoza, y en cierto modo los aún más primeros de Sócrates o de Platón. Apenas unos pocos ejemplos de los casi todos que hasta ahora, todavía, han atribuido a La Razón el poder de poner en sus manos toda La Verdad del mundo. Y por ese medio, gracias a esa renovada alianza con un renovado Dios, atribuírsela ya fuese para guiar a la humanidad, ya para imponerle mediante la fuerza su sistema.

Jacques Monod ("Azar y necesidad...", que ya he citado en otra entrada) los denuncia a todos, tanto a los representantes de la ilustración, francesa, alemana e inglesa, en las que Marx basó, lógicamente, sus estudios y pronósticos, como a los fundadores específicos del materialismo científico, señalando el carácter antropocentrista y animista de su concepción, y culpándolos por ello de no haber actuado científicamente, es decir, vigilando la fidelidad al postulado de objetividad. En fin, por no ser ni científicos ni materialistas...

Es más que cierto, es evidente, pero Monod no dice nada de otro detalle específico, situado éste en el mismo campo de la praxis socio-política (y no porque no le preocupe, como se descubre sobre todo al final del libro, de la sociedad o la política): la vocación de Marx y de los intelectuales desde el renacimiento al menos (antes esto era atributo de la religión y los profetas) de decirle al mundo por dónde deben ir, cómo y cuándo; de afirmar que no basta "interpretar de diversos modos el mundo..." sino que "... de lo que se trata es de transformarlo" (11a. de las "Tesis sobre Feuerbach", de Marx, en las cuales sentó los fundamentos básicos de su filosofía.)

Por eso, él y todos los intelectuales son, somos y seremos culpables. Más tarde o más temprano daremos nuestros juicios de valor, nuestros pronósticos, nos sentiremos forzados o instados a ponernos a la cabeza de un grupo más o menos numeroso pero quizá "destinado" a crecer, nos veremos lanzados a la acción... Sin duda, los intelectuales somos burócratas en potencia, sin duda la burocracia es inevitable como lo es la facultad de pensar y la necesidad del agrupamiento y de la confrontación entre los mismos por la supervivencia...

No sé, me es muy fácil decirlo puesto que no soy nadie ni he podido serlo gracias a que mi mundo, a diferencia del de Marx y el de Lenin, ya estaba saturado de burocracia y ya no quedaban colores que pudieran ser triunfantes a la vez que respondieran a mi propia identidad intelectual (eso explica el naufragio neomarxista, por ejemplo) ni el espacio para el crecimiento de un pequeño grupo es cada vez más nulo, no sé, repito, si la conciencia es suficiente como para que uno pueda decir no ante la realidad y renunciar al llamado de los genes o si, más bien, ésa conciencia acabaría por mutar y adaptarse, precisamente para responder a ellos, porque está condicionada por ellos...

...abandonando toda vocación a ser leyenda.

Marx sostenía que "el resultado general al que llegué" fue que "el ser social es lo que determina su conciencia" (Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política.)

Creo que en eso, más allá de lo que hoy pueda aportar la genética, no se equivocó. El problema fue en todo caso que no vió su ser social propio, las características específicas del intelectual que él y sus compañeros eran, incluyendo al obrero Dietzgen; un ser social que sólo se podía representar a sí mismo.

Ello habría llevado a Marx a ver que marchaba hacia el poder, como todos los intelectuales ("La marche au pouvoir des intellectuels", de G. Konràd e I. Szelényi, Ed. du Seuil), al poder de su propia clase social y no al servicio de una clase ajena; es decir, a conquistar el poder de la burocracia en la que se acabarían de convertir mediante ese ejercicio, el político., mediante el ejercicio de dirigir el movimiento. Esa verdad debió sugerirle que se bajara del burro o del caballo o del carro de combate... Debió llevarlo a la renuncia a encabezar la transformación del mundo, y a dedicarse a interpretar y a equivocarse: ¡no a autoconvencerse de que había conquistado La Verdad!

Sí, definitivamente, es culpable; lo es al margen del grado en que llegó a adaptar la teoría a los hechos, lo que correspondió más a Engels que a él y sobre todo a Lenin para por fin simplificarse hasta perder todo rigor y honestidad con Stalin, con Mao y no digamos con Castro, el Che, Pohl Pot y tantos otros criminales que sin rubor aún lo invocan (atención: ¡en nombre de muchas de sus afirmaciones más o menos recortadas!)

Culpable, sí, como lo seguiremos siendo, en potencia, todos los intelectuales, hombres y mujeres , algunos verdaderamente peligrosos (especialmente los más prácticos.)

Pienso que es y será un hecho inextirpable que espero poder seguir practicando como un juego permitido y cuyas consecuencias no soy capaz de predecir... ni lo pretendo; que, sin embargo, se mueve... y se seguirá moviendo.

miércoles, 18 de abril de 2007

Los diablos de Maxwell

Antes de dar con el título definitivo de mi novela, "Una nueva conciencia", ésta tuvo cientos de candidatos. Procedí como con el nombre de mis hijos y como me repetí mucho tiempo después con el de mis sucesivas empresas: confeccionando innumerables listas con múltiples variaciones.

Ya en la fase final, antes de que cayera en mis manos la antología de los cuentos de Chéjov selecionados por Richard Ford editada en Debolsillo, cuyo prólogo me puso ante F. R. Leavis y su metáfora de la "nueva conciencia", unas cuantas de las últimas opciones me fueron sugeridas por la lectura del ensayo "Azar y necesidad" de Jacques Monod, uno de cuyos capítulos se titulaba como la entrada presente, "Los diablos de Maxwell".

Pero ese no fue el único que me sugirió explícitamente aquel ensayo. "La máquina de remontar el tiempo", "La cita del Dr Dupont y el martillo del plomero Dubois", "El juego de Montecarlo", fueron algunos de los que encontré casi tal cual entre las frases de ese libro que me aportó mucho y que, sin duda, reafirmó mi pensamiento dotándolo de nuevas seguridades. Precisamente, esas frases encerraban una parte sustancial de lo que yo había puesto en mi novela. Y muchas de las que aún serían escritas o ya lo estaban siendo por entoces...

Lo cierto es que (al igual que una de las primeras opciones que había seleccionado mucho antes y con la que acabé por registrar una primera versión definitiva en el Registro de la Propiedad Intelectual, "Los eslabones sucesivos") esos títulos por fin abandonados apuntaban en la dirección, por así decirlo educativa, de fondo quizá, filosóficas, de mis preocupaciones. Un hecho evidente que perdura, que se sigue colándose en mis nuevos textos y que sin duda no dejará de ocupar un lugar primordial en ellos mientras mi facultad de pensar continúe viva. Me refiero en síntesis, sin abarcar por ello todos los detalles y matices, al tema que Modod pone igualmente en primer lugar (desde una óptica científica y filosófica), a saber: la extrañeza del ser, de su existencia absolutamente circunstancial y aleatoria pero necesaria en base a los antecedentes inmediatos (y así retroactivamente.)

Realmente no era un mal nombre "Los eslabones sucesivos" en tanto expresaba esa idea. Pero "Una nueva conciencia" incluía esa y otras ideas que se engarzaban en un conjunto más amplio, formal y conceptualmente, un conjunto que, por sobre todas mis ideas y por sobre todas mis luchas y tal vez a instancias de unos diablillos como los de Maxwell, acabaría siendo un hecho literario.

lunes, 16 de abril de 2007

"Democracias" engañosas

No es novedad alguna que exista un "pensamiento elemental" (en realidad el resultado de un modo de pensar "elemental" que agrega premisas ausentes de rigor a una especie de gran enciclopedia de la incongruencia.) Ni lo es tampoco que cada vez proliferen más los intentos de explicar unos u otros fenómenos sin el más mínimo pudor intelectual (sí, pudor; sí "intelectual" tan sólo en el sentido de que lo fabrica la mente) alimentando esa "Enclopedia" sin ton ni son con la única preocupación de responder a lo inmediato. Así, las páginas y los tomos están creciendo como nunca, alcanzando más unidades que las que Frabetti, o su alter ego bibliotecario, sería capaz de condenar a la hoguera (muchos de los cuales seguramente él no habría condenado, como alguno de sus propios panfletos vicerales de explícita intención agitativa); amenazando sepultar la individualidad que se ha ido refugiando en los libros por falta de más sitios y haciendo que la libertad para hacerlo acabe por no significar nada, por ser inoperante o por reducirse a enunciados de falsas intenciones.

Sí, desde hace tiempo (no tengo suficientes datos para precisar la fecha pero yo diría que todo comenzó durante la Ilustración), se está realizando un trabajo a conciencia en esa dirección por parte de una intelectualidad de medio pelo, constituida fundamentalmente por periodistas, escritores de cultura media o inclusive baja, profesores mediocres, abogados meramente técnicos, actores acostumbrados a sobreactuar y recitar, etc., especie de escribas los más esforzados, de una u otra forma a sueldo de las empresas que centran su comercio en la cultura y a veces a sueldo de organizaciones que luchan por el poder, partidos, empresas, que se creen capaces de sentar cátedra, de profetizar y denostar, de calificar y trastocar (o de traicionar) a otros; un trabajo orientado a levantar sucesivas biblias para consumo de las masas relativamente lectoras, o sea, más opio para el pueblo, bastantes en el estilo del Librito Rojo de Mao y otras con mucho más texto y muchas más páginas... quizá porque se paguen al peso, quizá porque se paguen mejor. Sucede en todas partes, pero España es uno de los países que deben encontrarse en este aspecto entre los de cabecera.

No viene a cuento aquí explicar y volver a explicar la génesis de este fenómeno (o epifenómeno), pero lo cierto es que crece ahogando las posibilidades de emergencia de las voces marginales entre las que cada vez más se encuentran los mejores pensadores que ha ido dando la Historia. El montón, entre los que acabará seguramente mi propia y modesta obra (más allá del valor que pudiera tener), se hunde bajo el peso de best sellers, resúmenes, digestos y mediocridades de todo tipo, más o menos seudoliterarias o seudoensayísticas, que inundan los mercados culturales, a los que sin embargo seguimos encomendándonos todos en busca de una fisura y en muchos casos de un poco de prestigio (¡ay, qué verguenza!)

Ese "pensamiento elemental" crece con el objeto de simplificar los hechos inmediatos oscureciendo al mismo tiempo las relaciones de esos hechos con los demás, es decir, todo lo contrario de lo que persigue el pensamiento científico. Se prescinde de la objetividad, de la coherencia, de la verosimilitud. Se apela a la vaguedad subjetiva (cada extremo puede pensar lo que quiera con tal de que la acción sea la adecuada y puede haber coincidencias que al no producir coincidencias deban ser impugnadas), al engaño, a la distorsión, al abuso del idioma... Se juguetea burdamente con el escamoteo y la oscuridad, con la retórica hueca y las falsas referencias, las comparaciones impropias, la fundamentación traída de los pelos... Todo vale con tal que "explique" lo inmediato, aunque se desdiga de lo del día anterior y se reniegue de todo pensamiento culto.

Por ejemplo, dado que está a la orden del día, el concepto de Democracia, que se subordina y se sigue subordinando al ámbito de lo económico a pesar de que su concepto pertenece únicamente al de lo político; como cuando se sostiene que existen colonias económicas o como cuando se considera que la pobreza restringe o invalida el carácter democrático de una sociedad.

La democracia se convierte mediante ese artilugio en un objetivo a alcanzar mediante la eliminación de la pobreza y de las diferencias de desarrollo entre países y regiones; algo que, al menos hoy por hoy y más allá de lo que suceda o no algún día en un mundo en el que en todo caso no jugrían los mismos actores sociales, no pasa de ser una utopía o un engaño al servicio de lo opuesto, es decir, para justificar la anulación de la democracia con la excusa de poder "combatir" la pobreza DESDE ARRIBA.

Y si no que expliquen cómo es que la Liberación Nacional de Cuba no acabó ni con la Dependencia ni con la Pobreza sino todo lo contrario; eso sí, produciendo Despotismo e incluso Egocracia.

Ultimamente pueden también escucharse opiniones que la reducen al parlamentarismo, que es el asambleismo de la burocracia, o a la dictadura legislativa sin controles separados, es decir, al despotismo de una mayoría parlamentaria estructurada burocráticamente, es decir, mediante vínculos de lealtad, de complicidad e inclusive de miedo (ya se sabe, "de la CIA sólo se puede salir con los pies por delante", y de las sectas, dejándolo todo... lo que suele ser demasiado duro.)

En fin, para qué abundar: para los que saben de qué estoy hablando, para los que han tenido la ocasión o se la han buscado de leer a Tocqueville, tal vez a través de Lefort, o se tomaron la molestia de estudiar la historia del concepto, e incluso para aquellos que recuerden al mismísimo Lenin de la época en que oficiaba de revolucionario demócrata y se encendía en diatribas contra el economicismo, a todos ellos no hace falta que explique demasiado.Para los que, en cambio, recitan párrafos a la medida de las circunstancias, tomados de la biblia de retazos de Polanco y Zapatero, de Carrillo y Rubalcaba, de Blanco, Llamazares y Garrido (menciono sólo a los más expertos), sé que todo dato objetivo será inútil, todo rigor irrelevante: ellos están por la quema del pensamiento sólido (aunque todavía no se animen a ir contra sus dioses y opten sólo por ignorarlos) o al menos por ponerle encima la losa del pensamiento débil. Es más cómodo, y así piensan que ganarán el cielo o un lugar al sol (¡de gente como ellos ya había hablado el mencionado Tocqueville e incluso Maquiavelo, no se lo pierdan!) Ellos son incapaces del coraje de verse en el espejo de la Historia, haciendo como hicieron sus iguales la vista gorda a las depuraciones (si es que no las terminan viviendo en carne propia), a las deportaciones (si es que no los incluyen), a los trabajos forzados, a las desapariciones temporales o definitivas de los mejores a manos de los peores, de los que piensan por sí mismos a pesar del terror a manos de los mediocres o inútiles, en los campos de reeducación, como los de Mao o los más dulces de Castro (y donde acaba más de un convencido y más de un súbdito leal, a veces sólo por envidia), la vista gorda, en fin, a la cantidad, la calidad y la manera en que fueron quemados millones de individuos en los campos de trabajo del nazismo, con el que coquetean y coquetean sin quererlo admitir y tal vez engañándose hasta que sea demasiado tarde.

Una pena que me empuja cada vez más a ser leyenda.

viernes, 13 de abril de 2007

Un poco de autobombo

¡Qué satisfacción: me han comunicado que mi primera novela está en imprenta! ¡Boorosh, el hacedor de luz (o debería decir, de lush) en Tietnianish, ya asciende desde el fondo del Mar ilushminando la oquedad en la que transcurrirá la historia (una historia que se cuenta en algún lugar y en algún tiempo para provocar... "Una nueva conciencia")! ¡Mouil-agra, la joven orillera que desempeña el rol de la heroína, ya comienza a perfilarse en mitad de la nada, avanzando hacia ningún sitio, como parte de un sueño!

Tietnianish es un mundo extraño, o sea, tan extraño como el nuestro; habitado por seres inteligentes asimismo extraños y asimismo tan extraños como nosotros mismos. Sobreviven inexorablemente, piensan sin poderlo evitar, reciben del mundo su imagen a través de sus sentidos, se reproducen a instancias del vacío que llevan dentro, luchan por conservar lo que tienen y por tener más a pesar de que una y otra vez lo perderán o lo dejarán todo... ¿No es eso extraño?

Jacques Monod (premio Nobel en 1965 por si hiciera falta conferirle autoridad) pone en evidencia que "Los seres vivos son objetos extraños" (El azar y la necesidad; un ensayo que recomiendo con entusiamo y al que ya dedicaré una entrada), extraños obviamente para el propio hombre, que se ve a sí mismo cada vez más extraño en la medida en que avanza... en el conocimiento de sí y de lo que lo rodea, y siempre que ese conocimiento sea objetivo o real y no un autoengaño.

Yo sólo he deformado un poco el mundo y la naturaleza particular del hombre, y he invertido varias cosas formales. Todo para contribuir a que nos reconozcamos mediante ese doble torniquete de extrañeza que tan eficazmente permite la ciencia ficción. Y también, involuntariamente, para que nuestra extrañeza se diluya en la imaginaria.

En fin... parafraseando a Monod: tal vez la contrapartida necesaria por mi parte para el cumplimiento de la ley de la entropía, mi devolución al caos de aquello que he debido tomar del Universo para conservar y desarrollar mi propio orden vital. En todo caso, sencilla y elementalmente, espero que "Una nueva conciencia", escrita y reescrita a lo largo de casi cuarenta años (gracias a que no encontré ningún editor que la descongelase antes), y que ahora verá la luz de la mano de Ediciones Mandrágora, os reporte un aceptable disfrute intelectual y provoque en cada uno de vosotros, en el sentido concreto que le da Leavis, una nueva conciencia.

Nota: la ilustración es la de la portada, y fue realizada por Gabriel Suchowolski Morelli, autor también del mapa de Tietnianish.

lunes, 9 de abril de 2007

A propósito de Steve Jobs

He visionado el discurso de Steve Jobs, CEO de Apple, pronunciado en un acto académico de la Universidad de Stanford, al que podeis acceder desde aquí para conocerlo o tal vez para releerlo y ello me ha inspirado algunas reflexiones que considero dignas de dar a conocer a mi pequeña audiencia.

De entrada Mr. Steve Jobs, que no es un profesor, desmistifica, tal vez por ello, a la burocracia cultural ante una audiencia fundamentalmente formada por burócratas de la cultura (cierto que muchos de talla) y de aspirantes a convertirse en ellos; soltando no sólo un poco de aire fresco en ese templo del saber sino conquistando su (¿quizá hipócrita, quizá avergonzada, quizá esquizofrénica...?) adhesión. Se pueden apreciar las sonrisas cómplices y también algún que otra cara seria y presencia estoica (¡ése, sí, ése, debe creer muy seriamente en la suerte que habrá tenido Steve Jobs y en lo injusta que debe ser su riqueza... Tal vez, ¿no?

En todo caso, y presuponiendo sisncero su discurso, la frescura me ha parecido bien. Al menos a esa parte espontánea de mí, juvenil, adolescente, que como todos llevo dentro desde que se acabó de formar en mí, más o menos entre los 12 y los 17 años -véase "El Mito de la Educación" que ya he citado una vez- y que sigue y seguirá engañándonos el resto de nuestras vidas acerca de nuestra edad y de nuestra disposición para la acción. Y que quizá facilite que los demás nos engañen. Sí, confirmo que Mr Jobs tocó mi fibra sensible en tres aspectos: por el manifiesto rechazo del mundo jerarquizado, por la recompensa al espíritu emprendedor y luchador y por el vitalismo que defendió.

Ahora bien, pocos se habrán detenido o se detendrán a reflexionar acerca de que esto ha sucedido en USA (o a darle alguna relevancia a este hecho), precisamente el país al que le compramos casi todo lo más avanzado del planeta (incluidos bienes culturales como el cine y en una proporción contra la cual sólo se interpone el proteccionismo oficial) a la vez que, sin el menor tapujo, es denigrado y denostado, incluso calificado como Centro del Mal (sede pues del Infierno, reino de Lucifer) si nos atenemos a los exabruptos islámistas, indigenistas, tercermundistas y antimperialistas, como entre otros los de Chávez (que se la pasa oliendo a azufre) para no mencionar las arengas de líderes más o menos destacados de las yihads. USA, un país cuyo pasado democrático perdura como antecedente del gran cambio que en todo el mundo significó la revolución (política) burguesa, es decir, democrática. Un país que, no sólo por causa de esa tradición (y la tradición compromete, se diga lo que se diga), sigue siendo la expresión de mayor democracia formal y posible hoy en día en el mundo, el que contiene el máximo de fisuras en su propio y por supuesto existente entramado burocrático. Un país que sigue ofreciendo,en comparación con los demás, las más altas cotas en oportunidades de realización. Un país, por fin, que convirtió las pretensiones imperialistas fascistas, nazis y japonesas en sueños tercermundistas o periféricos y que permitió la caída del muro y de sus sostenedores (lo que para muchos que no saben lo que significan las cosas, ese es precisamente el problema del que deberían ser acusados y por lo que deberían ser condenados, es decir, ¡derrotados mediante la dictadura y/o la mentira desconcertante!) Precisamente... ¡el país donde Steve Jobs ha creado esas maravillas que apasionan cada vez a más gente y por ende ese negocio y esa empresa capitalista espectacular que lo ha convertido en millonario, en carismático y que le permite decir lo que le da la gana sobre todo si lo dice aceptablemente bien (al menos en la forma)!

Así es, y esto es un hecho que debería hacer reflexionar a todos los que aún no lo han hecho lo bastante, Steve Jobs es un típico exponente del tipo americano actual (y también el típico heredero de los vaqueros que conquistaron el Oeste) y por ello busca emular a los proceres que pergeñaron la Revolución Americana y dieron a los colonos de entonces y a las sucesivas oleadas de inmigrantes su Constitución liberal y democrático-burguesa, a quienes, como todo buen americano que se precie, vanagloria.

Un self made man, un luchador, un hijo del pueblo trabajador que triunfa (¡que abandona la masa orgulloso de haberla integrado!), eso es ser un americano típico, ese es el fenómeno de USA por excelencia.

Se argumentará que los EEUU de hoy no son los de los cuatro/cinco rostros de piedra que se labraron en las Apalaches, que les robaron la tierra a los indios, que invadieron el mundo con sus capitales y muchísimas malas artes de índole comercial y político... que fueron... imperialistas (!) Sería bueno que nos dijeran qué otra cosa podían haber sido: ¿las víctimas de otros, sus socios menores? En todo caso, el fenómeno real está ahí y no hay por qué desfigurarlo en uno u otro sentido por conveniencias ideológicas. Y como tal, es por comparación bastante más productivo para la humanidad que el caso francés o el alemán, por citar sólo a dos. Y no hablemos del español... que tiene su leyenda negra bien labrada en la Historia.

¿O no está claro el retroceso de Francia desde la Revolución Francesa en lo que atañe a las formas democráticas, o, si se prefiere, el mayor avance comparativo de Francia hacia formas burocráticas cada vez más acentuadas? ¿O no está claro el efecto más contundente y contraproducente para la libertad que la tradición clerical, jesuítica, inquisitorial, escolástica, etc. de España? ¿O no es evidente que los tropezones dados por Alemania a lo largo de su Historia se deban al modo en que entró en democracia de la mano del paternalismo de Bismark? ¿Y para qué decir mucho de la famosa combinación de revolución burguesa y socialista practicada en Rusia, China, etc. que siguen engañando a tantos y que han pasado ya a la Historia como prototípicas revoluciones burocráticas que dieron lugar a sistemas de Capitalismo de Estado de carácter dominante... y que se resisten a dejar de serlo?

Steve Jobs dijo que la carrera académica no servía para nada (o al menos que su experiencia demostraba que no era necesaria para alcanzar el éxito; lo que en pequeña escala yo he vuelto a demostrar), que la vida golpea duro y que la respuesta debe ser volver a levantarse (¡ay, tocó mi fibra personal porque me pasó a mí!) y que hay que vivir persiguiendo sin cesar y solamente lo que se ama danzando día a día con la muerte, con hambre, dijo, y alocadamente (¡touché otra vez!) Y, por fin, dio gracias (¿a su propio destino?) de que las cosas le sucedieran de ese modo, añadiendo que eso (¡qué hábil Morgan!) sólo se puede hacer... a posteriori.

Bien, hay que decir que todo eso es relativo, casual, personal o particular y sobretodo... genético y geográfico, o, si se quiere, circunstancial.

En la mayor parte del mundo actual (incluidos los EEUU) la mayoría de la gente no conseguirá el éxito o en todo caso tanto éxito (¡que algunos sin duda lograrán!) En la mayoría de los casos, a las élites (el discurso no iba dirigido en absoluto a las masas sino a aquellos que pretenden situarse a su cabeza) no les queda sino burocratizarse, entrar en todo caso a formar parte de alguna red de amistades o de acólitos, los más para mantenerse a la cola. Las masas, incluyendo los "amigos" que se sitúen en los últimos peldaños, sólo podrán dedicarse a medrar o a esperar una limosna a cambio de su adhesión al grupo y al líder, líder que dicho sea de paso no tiene que ser ni mucho menos respetable salvo por su habilidad para triunfar, momentáneamente a tenor de la lucha interna.

Steve Jobs fue brillante a la manera americana (la anglosajona es toda una escuela de retórica y de oportunismo) y no nos dijo cuántas consesiones tuvo que hacer para sobrevivir. Se presentó por lo tanto como algo bastante idílico y ejemplarizador, seguro de sí mismo, casi profético. Todo esto le fue posible, esto hay que decirlo, gracias a que tuvo la suerte de vivir en USA , un país ávido de resultados explotables, con una cultura (una psicología social más bien) que estimula la iniciativa, que valora, en general, la creatividad del individuo, que ve rápidamente lo que puede (comercialmente) funcionar, en donde los grupos se constituyen alrededor de ideas innovadoras porque todos creen a priori que ello les traerá el éxito y en donde todos se adhieren enseguida a ellas (viven o piensan que vivirán de eso.)

No sucede como en Europa y en especial en España, donde a priori se suele desconfiar de los innovadores y todos o casi todos recelan de lo nuevo, de lo que aún no haya sido probado, de lo que no se haya generalizado previamente (y que por eso, para que se implante debe venir de fuera, de donde ya ha triunfado antes), de lo que amenaza la mediocridad instalada en los tramos existentes de las diversas pirámides burocráticas instituidas y afincadas.

Steve Jobs afirma, con su primera historia, haber descubierto (¡a posteriori como he dicho!) que estaba predestinado y en su segunda historia intenta demostrarlo. Todo se basa, según él, en mantenerse fiel a sí mismo, a lo que llama su amor hacia lo que le gusta hacer, y afirma que la primera gran derrota lo acabó de lanzar hacia la nueva y definitiva victoria, como una medicina según él mismo dice. Pero esto sólo funciona en un mecanismo como él, como pasa en realidad con las medicinas. Steve Jobs, claramente, es un superviviente nato. Y simplemente dice amar aquello que gracias a suministrar gratificación acaba por ser amado. Otra pescadilla que se muerde la cola, como la predestinación retrospectiva que adorna con varios elementos confusos y débiles.

Pero lo cirto es que Steve Jobs propone una actitud vitalista, y es cierto que esto es mucho más positivo que una postura contemplativa, resignada o pasiva. Pero de nuevo, no todos tienen ni los genes ni las circunstancias apropiadas (sobre todo los genes, porque, en todo caso, si las circunstancias no son favorables, otro Steve Jobs se habría hecho pirata, guerrero, ¿delincuente?, es decir, usaría las malas artes que le permita su moral básicamente definida, también, en su código genético.)

Persistir en lo que se ama, levantarse una y otra vez, batirse con la muerte, no tiene por qué ser tan positivo para buena parte del género humano, al menos para sobrevivir, que es lo que manda en última instancia (lo que merecería ser mejor precisado para que se entienda en su justa dimensión.) Para muchos, para la mayoría, someterse, huir, meterse debajo de la cama, es la solución al dilema. Esa mayoría seguirá procreando, dando votantes y trabajadores, permitiendo que los Steve Jobs fabriquen cosas para todos ellos y para los de las demás pirámides de la sociedad...

Lo cierto es que él se siente satisfecho al punto de lanzar su receta al aire. Sucede que no puede resistirse y dejar de ser él mismo, es decir, no sólo un burócrata que lidera un imperio comercial de bastante envergadura, sino también un burócrata un tanto político y un tanto ideológico.

Steve Jobs concluye recomendando a todos que sigan "hambrientos y alocados". Se me ocurre pensar que él mismo no lo habrá sido siempre, y que tal vez ahora sea cuando por sentirse tan bien consigo mismo se lo pueda permitir, sienta tanto que lo es que deba y pueda seguir siéndolo. El mensaje, de todos modos, logra ser simpático e inconscientemente me identifico con él. Pero sé que es relativo, que sólo se puede uno sentir seguro cuando se está seguro y que eso no garantiza que uno lo esté de verdad. El mundo cambia, cambia incluso para mal debido a nuestros propios aciertos y a veces para bien gracias a nuestros errores. No creo en la predestinación tal como Steve la ha dogmatizado. Creo que hay unos cuantos mecanismos de respuesta comunes a todos los seres humanos y un montón de inhibidores y activadores, de potenciadores, de reductores y de fuerzas contrapuestas que tendrán que ver con la historia genética del individuo y de su grupo antecesor y tal vez hasta con la comida de cada día. Quizá sea imposible por complejo determinar con precisión un pronóstico sobre esas bases, imposible con algún grado de exactitud, pero creo que es conceptualmente válido decir que eso sucede en lo fundamental.

Pero Steve Jobs es muy americano, y lo era su público. Y uno para el otro, se han gustado para que él siga siendo feliz y se siga sintiendo muy gratificado. En fin, insisto, alguien que no puede hacer otra cosa que responder a su genética, elitista por cierto en este caso, o sea, a ser el que es, ni más ni menos. En todo caso, sus tres historias son cientos de veces mejores que la mayoría si no todas las que cuentan los burócratas mediocres que se enriquecen en nuestras tierras, con bastante menos esfuerzo y creatividad. Además, debo darle las gracias por permitirme tener un par de Apples y un iPod en casa con tan agradable diseño y operatividad. Sólo lamento no haber comprado algo de acciones de su compañía en el momento oportuno. No estaría predestinado o no lo habría deseado lo suficiente... de modo que seguiré hambriento y alocado y en cualquier momento... yo qué sé, si bajan un poquito compro.