No es novedad alguna que exista un "pensamiento elemental" (en realidad el resultado de un modo de pensar "elemental" que agrega premisas ausentes de rigor a una especie de gran enciclopedia de la incongruencia.) Ni lo es tampoco que cada vez proliferen más los intentos de explicar unos u otros fenómenos sin el más mínimo pudor intelectual (sí, pudor; sí "intelectual" tan sólo en el sentido de que lo fabrica la mente) alimentando esa "Enclopedia" sin ton ni son con la única preocupación de responder a lo inmediato. Así, las páginas y los tomos están creciendo como nunca, alcanzando más unidades que las que Frabetti, o su alter ego bibliotecario, sería capaz de condenar a la hoguera (muchos de los cuales seguramente él no habría condenado, como alguno de sus propios panfletos vicerales de explícita intención agitativa); amenazando sepultar la individualidad que se ha ido refugiando en los libros por falta de más sitios y haciendo que la libertad para hacerlo acabe por no significar nada, por ser inoperante o por reducirse a enunciados de falsas intenciones.
Sí, desde hace tiempo (no tengo suficientes datos para precisar la fecha pero yo diría que todo comenzó durante la Ilustración), se está realizando un trabajo a conciencia en esa dirección por parte de una intelectualidad de medio pelo, constituida fundamentalmente por periodistas, escritores de cultura media o inclusive baja, profesores mediocres, abogados meramente técnicos, actores acostumbrados a sobreactuar y recitar, etc., especie de escribas los más esforzados, de una u otra forma a sueldo de las empresas que centran su comercio en la cultura y a veces a sueldo de organizaciones que luchan por el poder, partidos, empresas, que se creen capaces de sentar cátedra, de profetizar y denostar, de calificar y trastocar (o de traicionar) a otros; un trabajo orientado a levantar sucesivas biblias para consumo de las masas relativamente lectoras, o sea, más opio para el pueblo, bastantes en el estilo del Librito Rojo de Mao y otras con mucho más texto y muchas más páginas... quizá porque se paguen al peso, quizá porque se paguen mejor. Sucede en todas partes, pero España es uno de los países que deben encontrarse en este aspecto entre los de cabecera.
No viene a cuento aquí explicar y volver a explicar la génesis de este fenómeno (o epifenómeno), pero lo cierto es que crece ahogando las posibilidades de emergencia de las voces marginales entre las que cada vez más se encuentran los mejores pensadores que ha ido dando la Historia. El montón, entre los que acabará seguramente mi propia y modesta obra (más allá del valor que pudiera tener), se hunde bajo el peso de best sellers, resúmenes, digestos y mediocridades de todo tipo, más o menos seudoliterarias o seudoensayísticas, que inundan los mercados culturales, a los que sin embargo seguimos encomendándonos todos en busca de una fisura y en muchos casos de un poco de prestigio (¡ay, qué verguenza!)
Ese "pensamiento elemental" crece con el objeto de simplificar los hechos inmediatos oscureciendo al mismo tiempo las relaciones de esos hechos con los demás, es decir, todo lo contrario de lo que persigue el pensamiento científico. Se prescinde de la objetividad, de la coherencia, de la verosimilitud. Se apela a la vaguedad subjetiva (cada extremo puede pensar lo que quiera con tal de que la acción sea la adecuada y puede haber coincidencias que al no producir coincidencias deban ser impugnadas), al engaño, a la distorsión, al abuso del idioma... Se juguetea burdamente con el escamoteo y la oscuridad, con la retórica hueca y las falsas referencias, las comparaciones impropias, la fundamentación traída de los pelos... Todo vale con tal que "explique" lo inmediato, aunque se desdiga de lo del día anterior y se reniegue de todo pensamiento culto.
Por ejemplo, dado que está a la orden del día, el concepto de Democracia, que se subordina y se sigue subordinando al ámbito de lo económico a pesar de que su concepto pertenece únicamente al de lo político; como cuando se sostiene que existen colonias económicas o como cuando se considera que la pobreza restringe o invalida el carácter democrático de una sociedad.
La democracia se convierte mediante ese artilugio en un objetivo a alcanzar mediante la eliminación de la pobreza y de las diferencias de desarrollo entre países y regiones; algo que, al menos hoy por hoy y más allá de lo que suceda o no algún día en un mundo en el que en todo caso no jugrían los mismos actores sociales, no pasa de ser una utopía o un engaño al servicio de lo opuesto, es decir, para justificar la anulación de la democracia con la excusa de poder "combatir" la pobreza DESDE ARRIBA.
Y si no que expliquen cómo es que la Liberación Nacional de Cuba no acabó ni con la Dependencia ni con la Pobreza sino todo lo contrario; eso sí, produciendo Despotismo e incluso Egocracia.
Ultimamente pueden también escucharse opiniones que la reducen al parlamentarismo, que es el asambleismo de la burocracia, o a la dictadura legislativa sin controles separados, es decir, al despotismo de una mayoría parlamentaria estructurada burocráticamente, es decir, mediante vínculos de lealtad, de complicidad e inclusive de miedo (ya se sabe, "de la CIA sólo se puede salir con los pies por delante", y de las sectas, dejándolo todo... lo que suele ser demasiado duro.)
En fin, para qué abundar: para los que saben de qué estoy hablando, para los que han tenido la ocasión o se la han buscado de leer a Tocqueville, tal vez a través de Lefort, o se tomaron la molestia de estudiar la historia del concepto, e incluso para aquellos que recuerden al mismísimo Lenin de la época en que oficiaba de revolucionario demócrata y se encendía en diatribas contra el economicismo, a todos ellos no hace falta que explique demasiado.Para los que, en cambio, recitan párrafos a la medida de las circunstancias, tomados de la biblia de retazos de Polanco y Zapatero, de Carrillo y Rubalcaba, de Blanco, Llamazares y Garrido (menciono sólo a los más expertos), sé que todo dato objetivo será inútil, todo rigor irrelevante: ellos están por la quema del pensamiento sólido (aunque todavía no se animen a ir contra sus dioses y opten sólo por ignorarlos) o al menos por ponerle encima la losa del pensamiento débil. Es más cómodo, y así piensan que ganarán el cielo o un lugar al sol (¡de gente como ellos ya había hablado el mencionado Tocqueville e incluso Maquiavelo, no se lo pierdan!) Ellos son incapaces del coraje de verse en el espejo de la Historia, haciendo como hicieron sus iguales la vista gorda a las depuraciones (si es que no las terminan viviendo en carne propia), a las deportaciones (si es que no los incluyen), a los trabajos forzados, a las desapariciones temporales o definitivas de los mejores a manos de los peores, de los que piensan por sí mismos a pesar del terror a manos de los mediocres o inútiles, en los campos de reeducación, como los de Mao o los más dulces de Castro (y donde acaba más de un convencido y más de un súbdito leal, a veces sólo por envidia), la vista gorda, en fin, a la cantidad, la calidad y la manera en que fueron quemados millones de individuos en los campos de trabajo del nazismo, con el que coquetean y coquetean sin quererlo admitir y tal vez engañándose hasta que sea demasiado tarde.
Una pena que me empuja cada vez más a ser leyenda.
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