lunes, 23 de mayo de 2011

"Si éste no es el pueblo, el pueblo dónde está" (tachín, tachán/tachín, tachán)

La pregunta debe ser respondida porque está en el aire aunque nadie se anime a formularla y se la de por respondida cuando no lo está: "¿el pueblo, dónde está?"

Mi tesis, varias veces trazada, es que está donde ya estaba y como estaba: en todas partes y fragmentado en muchos pueblos que se autoasignan en exclusiva no sólo ese carácter sino la mismísima condición humana. Todos sintiendo repugnancia (o "vergüenza", por ejemplo) hacia los demás por sus conductas y orientaciones. Todos bajo el peso de esa Polis Ciclópea que la humanidad ha ido construyendo paso a paso y era a era y de la que resulta imposible escapar... al menos mientras sus muros no se derrumben por sí solos, mejor dicho, gracias a la inoperancia inevitable que nos impone cada vez más ese peso insoportable; ese peso contra la que gritó sin pausa la literatura occidental que, desde la tragedia griega, descubrió tras el capricho de los dioses, esa Roca monstruosa que crece cada vez que sube y baja y sube en el mito de Sísifo al que nos hemos en realidad encadenado.

Pues ayer, según entiendo, no sólo no estaba el pueblo (por todo el pueblo, y, sin duda por mi parte, por los "representantes del sentir del pueblo") en Puerta del Sol y en los demás campamentos de "indignados" del mundo, ya sea participando como haciendo turismo sociológico, safaris fotográficos o reviviendo viejos tiempos, sino que, en atención a su indiscutible número (icono por antonomasia de la sacrosanta democracia formal que últimamente unos y otros piensan poder "modificar desde dentro") estuvo, ni más ni menos que... votando.

Sí, se atribuya a una u otra causa la opción por el arma electoral por la mayoría de las diversas fracciones sui generis del pueblo (en lugar de la única contraria posible que implica ignorar radicalmente la convocatoria) elegida por los que votaron a los partidos en presencia (sin alternativa: "tradicionales" y, según la Ley, legítimos), lo indiscutible es que fueron algunos miles de veces más en número, es decir, millones y no decenas de miles, que los que seguían y aseguraban que no pensaban dejar de seguir las evoluciones y propuestas de los "indignados acampados" que reeditaron esos kibutz sui generis ciertamente no autosuficientes ni socialmente alternativos. Incluso, consta que el porcentaje de participación global fue superior al previsto y superior al de anteriores actos electorales de su tipo. Estos son "los hechos". Y el black out informativo cayó sobre los últimos en todos los medios bajo la forma de muchos miles más agitando banderas del PP ante la sede del partido en Génova y otras ciudades... prácticamente todas las capitales de casi todas las comunidades de España. Los Sócrates posmodernos (con perdón de Sócrates y de Platón) volvían así a ser condenados a pasar a la posteridad por el camino de la frustración y de la rabia: ¡en el fondo, fondo en un doble sentido, confiaban que iban a evitarlo, que cabalgaban sobre una ola que volvería a "conmover al mundo", y en más o menos "cinco días"... en todo caso, en siete!

Claro que no todos los votantes merecen ser considerados "pueblo" (todo ello por pura definición). Yo excluyo, por ello, a los gobernantes efectivos y potenciales y a sus leales militantes seguidores, es decir, a una buena parte de aquellos a los que se vituperaba en Sol y que en buena medida engrosaban cuando no eran los únicos que agitaban las banderas azules del triunfo electoral.

En segundo lugar, debo suponer que no todos los votantes estaban indignados y, en todo caso, los que sí no lo estaban por igual ni por lo mismo. Entre aquellos que no eran militantes había sin embargo amigos y beneficiarios directos de la redistribución zapaterista no podían sino desear que todo continuara como estaba (Mr. Botín o Mr. Garzón son ejemplos de primera), e incluso clientela electoral propiamente dicha (posible, por qué no con tanto paro pero también con tanto pícaro). Por otra parte, no todos los que estábamos y en parte seguimos indignados apuntaban/apuntan/acusan/acusaban a los mismos "culpables" ni les deseaban el mismo "destino". Por fin, también es indudable y debería ser reconocido, que quienes fueron a votar y en particular los que votaron "contra ZP" constituían la mayoría del pueblo y que, salvo que se los considere "equivocados" o "traidores", así debe ser para empezar; es decir, se les debe reconocer a todos ellos/nosotros el derecho de sentirse/sentirnos "pueblo"; sea como sea, el "pueblo" es el conjunto de los que no gobiernan ni componen aparatos capaces de gobernar, incluidos los aparatos complementarios del poder como los partidos, los sindicatos, los lobies, las fundaciones, los pools de consejeros y de expertos en marketing político, los consejos de administración de las grandes empresas, las organizaciones de jueces y de otras corporaciones, los centros que administran la cultura universitaria, las iglesias y otros menores pero efectivos hoy en día. Todos ellos se estructuran siguiendo el modelo de la pirámide burocrática y sus reglas de lucha interna por controlarla (por cierto, cada vez más similares a las de la mafia en muchos de sus aspectos y acciones limítrofes).

Pero, hecha las apropiadas salvedades, hubo indiscutiblemente una mayoría del pueblo que eligió el voto para manifestar su indignación, incluyendo a una parte sea cual sea de los acampados, como ellos mismos sugerían que era "lo mejor" a hacer. Y, repito, en un porcentaje superior al previsto. Y dándole una mayoría a los candidatos que se presentaban bajo las siglas y los colores del PP, los más malos malísimos de la película... Esto hay sin duda que explicarlo y de los hechos deben sacarse conclusiones (en lugar de recibir encima los diversos moldes dogmáticos en los que los quiere hacer calzar a cualquier precio).

Así, pueden agruparse en dos maneras gruesas las explicaciones del acaecimiento (¡y esto define por sobre todas las cosas a los propios atribuidores de causas, yo incluido!).

1) Un conjunto explicativo lo componen aquellas narraciones en las que se atribuye al pueblo el remanido "aborregamiento", la "locura" o "alienación", la "estupidez" congénita o adquirida, cosas todas que no perseguirían compensación alguna, que se harían por amor al arte o en nombre de falsas expectativas o gustos superficiales de diverso tipo (los del estilo de los "¡qué simpático!", "¡qué guapo!", "¡qué serio que parece!", etc., etc.), esto es, a motivaciones "psíquicas" o "imaginarias", "morales" o "estéticas", fisiológicas o supuestamente inducidas con alguna técnica de "lavado de cerebros".

En esta línea se ha situado siempre la intelectualidad y los filósofos, que ya desde sus primeras expresiones consiguieron ser condenados por el pueblo (de Atenas) aunque más no fuese con risas en respuesta a sus llamamientos a la lucidez abstracta (como cuenta Zaratustra). Y en esta línea permanecen anclados los herederos de su siembra, hoy productores de slogans y digestos formados para esto en la educación pública (y privada) de hoy en día y reforzada por los medios actuales de comunicación masiva, slogans y digestos con los que la burocracia política alimenta su agitación y propaganda desconcertante e histriónica (cada vez más complementaria), en connivencia, todo hay que decirlo, con la debilidad creciente del "pueblo" (no "mental" ni mucho menos, sino operativa).

Precisamente estas afirmaciones me sitúan en cierto modo en el campo de "la filosofía" de la que a la vez pretendo renegar, es decir, no me permiten dejar de ser quien soy en este mundo. En cierto modo, caigo yo mismo en atribuirle al pueblo una debilidad a fin de cuentas idiosincrásica y sistemática si no congénita. En cierto modo, caigo en el diagnóstico típicamente intelectual y grupalista de los que se atribuyen a sí mismos una superioridad incondicionada, absoluta, capaz de dar a sus juicios el carácter de Verdad sin paliativos. Es, sin duda, parte de la manera humana de pensar y de vivir y en particular de aquellos que sentimos la facultad reflexiva, muy entrenada o muy degradada, sólida o líquida, moderna o posmoderna, como nuestra mejor arma (en este sentido, impera alguna confusión narcisista que lleva a los productores de slogans y hasta a los repetidores de consignas con variaciones a creerse en posesión de tales armas... siendo en muchos casos que ellas sólo aparecen, encubriendo en realidad las verdaderas... que deben ser identificadas como meros recursos retóricos de alcance táctico). En fin, resultados de la democratización real.

No obstante, en mi descargo relativo, debo señalar que existe una diferencia entre mi diagnóstico de debilidad y los realmente peyorativos. En primer lugar, porque yo considero que esa debilidad, que se manifiesta de una manera en unos casos (el pueblo) y de otra en otros (la intelectualidad en sus diversos grados, los burócratas de diverso escalafón, los delincuentes, los excéntricos, etc.), es un signo que caracteriza a los seres humanos en su conjunto y no sólo a ciertos grupos, que es congénita a la especie, ya que nace como contrapartida de un cerebro grande que debe ser protegido, como decía Kant, sin contar ni con uñas, ni con garras ni con dientes...

Lo que yo simplemente sostengo es que esa misma debilidad es la que, tomando formas diferentes, se manifiesta tanto en la Puerta del Sol como en las urnas, tanto si se vota a uno de los grandes o a uno de los pequeños, en blanco o con un exabrupto, e incluso no votando, delinquiendo o automarginándose, incluso suicidándose, pero también... gobernando sin otro imperativo que seguir haciéndolo al precio que sea, degradando con su práctica el significado de lo maquiavélico... y desintegrando el pensamiento hasta tal punto que ya no queda ni siquiera lo ideológico. A mi criterio, en fin, la marcha que emprendió la humanidad fragmentada en manadas autosuficientes abriendo en la selva de la realidad y del tiempo la senda de la formalización de esa fragmentación en un sentido ya no horizontal sino vertical, es decir, interior a las sociedades sedentarias que se comenzaron a edificar en torno a sus propias letrinas (remito al respecto a Armas , gérmenes y acero, de Jared Diamond, para más detalles), tuvo su origen en el desarrollo inevitable de un instrumental neurológico producido por la evolución y cimentado gracias a su eficacia supervivencial, un instrumental cuyo desarrollo incipiente exigía cada vez menos poder para las armas alternativas de tipo corporal propias de los demás mamíferos: el cerebro humano, donde pudo emerger la autoconciencia con toda la carga trágica que ello conllevaría en base a la imposibilidad para ser consciente del mundo sólo es decir: autoexcluirse.

Esa debilidad estructural explica la habilidad y el entrenamiento inevitable del hombre, de todo hombre, en la mentira. Y la predisposición a planificar y justificar la dominación del mundo mediante todo lo que este le ofrece, los demás hombres incluidos. Explica la grupalidad (remito al respecto a El mito de la educación, de Judith Rich Harrris, para más detalles) lo cual exige, para la propia solidez del grupo, de su constitución y su consolidación, que sus miembros construyan un cuerpo identitario propio que los diferencia de los demás grupos de manera y para consumo interno (remito al respecto a El Levítico como literatura, de Mary Douglas, donde describe la gestación y consolidación de un caso particular muy significativo para el curso de la Historia humana).

En todos los demás casos que indudablemente critico y señalo como ideológicos, apriorísticos y/o dogmáticos, se acusa de debilidad a los otros desde una autoafirmación de supuesta superioridad o fortaleza. Y no sólo se esconde en ello el autoengaño/plan-engañoso típico sino que se hace sin derecho alguno, es decir, con tanto derecho como los grupos opuestos emiten el juicio propio. Ninguna de estas conductas espontáneas conducen a la explicación del mecanismo. Para ello se requiere un enfoque antropológico que toma lo que se manifiesta como un resultado y escarba en la realidad recogiendo las huellas registradas.

Desde esta perspectiva, observamos la inconsistencia de las acusaciones entre los diversos bandos y las contradicciones en las que caen las diversas narraciones elementales que se tejen defensivamente. La trampa del lenguaje que trastoca los significados impone la última o más extrema encerrona. De repente, "las izquierdas" deben considerarse "derechas"... y si se extrapola seriamente, no quedan nada que encaje en el conjunto conceptual de las primeras... De repente, "democracia real" pierde su único sentido, el político (que incluyó desde su fundación a los esclavos u otro tipo de marginados interiores, establecer las reglas de juego entre los opresores y dominadores y entre estos y los diversos estamentos interiores aliados para repartirse los resultados de la explotación del mundo y de los demás, y servir como fórmula identitaria y justificatoria ante las diversas sociedades vecinas opuestas -Esparta, por ejemplo, en relación a Atenas-). De repente, se vincula a "la justicia universal", o sea, "absoluta", la obligatoriedad de los "no-reprentantes" que "nos indignaban" de "representar" a quienes, "infantilmente" en última instancia, creen merecer que se les entreguen cierto monto de migajas... ya que "todo el poder" (el de "los soviets", el del "proletariado", el de "la imaginación"...) se ha descubierto intuitivamente que será... imposible de alcanzar... por lo que se renuncia a ello con la conciencia de los resignados. Etc. El lenguaje impostado no está indudablemente en concordancia con las realidades... cumple hoy en demasía con una función teatral en vivo, que imita en lo posible al Gran Hermano, y con los únicos fines o metas hoy posibles, los tácticos. Estos tiempos "de penuria" han alcanzado la frontera en que ya no pueden levantarse mitos de ninguna índole: se abre cada vez más la brecha de la desesperanza, es decir, de la vertiginosa disolución de las pequeñas esperanzas.

2) La otra manera de ver las cosas, la manera antropológico-genealógica, atribuye una intencionalidad contante y sonante a todos los seres humanos (los hace animales humanos o... superanimales, y no superhombres por encima, de nuevo, de otros hombres). Define no sólo a los burócratas, leales y amigos, sino al espectro entero de la población que va desde los "sabios" hasta los "incultos", desde los "estudiantes" a los "trabajadores", desde los que "viven de esta sociedad" a sus "marginados" de todo tipo, voluntarios o no, delincuentes de hecho o de derecho; desde los que consiguen o procuran conseguir un precio, en dinero, privilegios o seguridades por su trabajo, su vida, su cuota de consumo artificial y hasta por su voto... hasta los que consiguen o procuran conseguir meras y posibles perspectivas de mejora pecuniaria a consecuencia de los resultados de sus pequeñas acciones "dentro del sistema" o, en todo caso, "dentro de los marcos imperantes", es decir, los que responden a una motivación "materialista" u "objetiva" edulcorada o engalanada para que sea más digestiva en relación a las "buenas costumbres" adoptadas o aceptadas.

Desde esta perspectiva, se hace muy natural y humano que la mayoría de los ciudadanos hayan optado por el más cómodo e inmediato medio para sacarse de encima lo que más próximamente y más candentemente producía indignación y dolor, que era indudablemente y no proyectivamente, Alí Zapatero y los cuarenta sin escrúpulos. Se habían convertido por méritos propios en la encarnación viva de la "mentira desconcertante" (remito a El país de la mentira desconcertante de Ciliga para contemplar un paralelo olvidado), de la opresión politica y del pillaje extremos de carácter típicamente burocrático, corrupción extrema y desvergonzadísima incluidas, de la invasión tiránica del Estado sobre la base de un uso discriminado de leyes y mecanismos legales que formaban parte de las reglas establecidas en común entre todos los burócratas para la concreción y resolución de sus luchas por el poder -lo que no sólo da lugar a una enfrentamiento interno, sino a una discriminación que sufren cada vez más ciudadanos en la medida en que menos hay para repartir, etc., etc.

Esto ha llevado al panorama visible y a los hechos palpables, y esto sólo se puede ver si se enfocan las cosas como laas he enfocado (a grandes rasgos, claro, o a modo de borrador de una trabajo de elucidación más de detalle, más pulido, más completo, que tal vez se pueda hacer... y tal vez sea... ¿interesante?).

Entre otras cosas, permite entender esta "debacle socialista" y ciertos pequeños atisbos de "nuevas maneras" que tal vez sólo sean "nuevos engaños tacticistas"... aunque "cuando el río suena..."; me refiero a esos aires de "seriedad política" que aparecen en los discursos de los vencedores electorales, tal vez un síntoma de que, al menos, aunque sea en una pequeña dosis, la llamada "derecha española" (ya he dado a entender de hecho que hacerlo así responde a un lastre oscurantista de doble filo, ya que el PP es en lo fundamental una agrupación burocrático-política más, relativamente heterogénea y aglutinada detrás de unos colores diferenciadores circunstanciales)... se trasmute en unas maneras un tanto... -como decía un amigo mío- "escandinavas" que al menos incluirían guardar las formas hasta hacer de la burocracia standard casi una insulsa y aburrida tecnocracia, quizás menos propensa a verse envuelta en escándalos de corrupción que en escándalos sexuales). Algo que de todos modos no pasarían de ser anecdóticos, ya que todas las piezas del mecanismo no podrían evitar seguir igualmente entrampadas, esto es, atrapadas por sus propias leyes. Por otra parte, al no producirse en la medida reclamada por sus electores, llevarán a estos igualmente a la frustración y la inoperancia, ya que, aunque "de derechas", ellos también están condenados a caer en esa perspectiva que amenaza a todos. En cualquier caso, creo que esta vez, en las actuales circunstancias, la mayoría de esos electores, "indignados" según su propio "estilo de pensar", no perdonará nada que sea de verdad un nuevo "pasar página", un "mirar para otro lado" y un "tapar las vergüenzas" de los que quisieron arrinconarlos "para siempre". Y no digamos si se comportan exactamente como ellos y tan ostensiblemente. Ni siquiera creo que guste, ni en nombre de "la crisis" tan socorrida, que se proceda a la formalización de un "Gran Pacto de Estado" (ni en pequeña escala, como los que sí veremos) de mutua conveniencia que incluyeran todas esas traiciones, esas prácticas de casta o corporativas... que no dudo, como he dicho, que se llevarán a cabo (refrendando mis tesis), ya que, en realidad, es cierto que "no nos representan" o, mejor dicho, que sólo se representan a ellos mismos.

Lo que está bastante claro en cualquier caso, aunque no haya sido aún formalmente abandonado y pueda tan sólo se pospuesto para mejores ocasiones (por ejemplo, para ser desarrollado durante "los siguientes cuatro años", desde "la oposición"), es la ruina del experimento Zapatero (lo que una vez llamé "El plan Z del espacio exterior"). Este ha sido literalmente deshecho por los acontecimientos, al menos en cuanto a la táctica magistral que creyó servir para llevar al PSOE al Estado del Poder Eterno, valga el exabrupto figurativo. Por más enfangados que estén muchos (por no decir demasiado), creo que lo más que podrán dedicarse a hacer en el tiempo que les quede, será a quemar pruebas y ya no la Roma entera... y sus primos-hermanos consentirán en darles, en buena medida, tal respiro.

De todos modos, teniendo en cuenta que en definitiva vivimos de las pequeñas alegrías, que se haya aventado (¡por ahora!) esa, la a mi juicio más peligrosa perspectiva totalitaria construible en lo inmediato, lo sucedido arranca de mí un aplauso. No dirigido, claro, al reemplazo burocrático, sino a esa innata inteligencia del pueblo que, de una manera u otra, sin duda tímida o débil al haber tan poco espacio para la temeridad en los tiempos que corren, se ha abierto camino contra lo que amenazaba más seriamente su continuidad de vida; inteligencia que indudablemente han demostrado también los acampados para acometer, en este caso, otra de las tantas creaciones efímeras que suelen nacer en el seno de los pueblos, creaciones que a fin de cuentas son ensayos sociales, generalmente de indudable estilo infantil o juvenil, preparatorios de algo que no suele estar escrito, de lo gratuito que de momento retorna confusamente... ensayos que se desintegran hasta que algún día renacen, cuando los rescata una necesidad extrema de abrir un sendero nuevo, ni mejor ni peor ni más promisorio o más fatídico que los anteriores, en la realidad sin plan en la que estamos atrapados.

Después de todo, como bien concluyera el para mí gusto mejor Nietzsche: "El hombre más perjudicial es tal vez el más útil." (La gaya ciencia, aforismo 1), y "lo más útil" no puede entenderse ni justificarse de otro modo que como lo que favorece a la propagación sin meta de la especie y de lo que ésta pueda engendrar de sí, aunque hoy pueda parecernos repugante y por tanto combatible.


Sea como sea, en lo inmediato nos encontramos ante un panorama que parece relativamente diferente del previo (en cuanto a perspectivas próximas al menos, que desde mi punto de vista eran "mucho peores" en el sentido de agravamiento del "asalto al poder" por la camarilla gobernante... que hoy se ha visto obligada al repliegue "combativo"). Sin duda, seguimos a flote en el mismo mar y a expensas de sus mareas consolidadas (un mar de  muchedumbres humanas que se iniciara más de diez mil y quizás hasta cuarenta mil años atrás, con la  institucionalización de la domesticación sedentaria y constructiva del "mundo dado"). Pero los signos de tormenta sobre nuestras cabezas se han reducido, momentáneamente a mi criterio. Ello a pesar del punto de vista de quienes, en inconsciente connivencia circunstancial con los momentáneamente derrotados, que lo  que esa derrota (es decir, fracaso) dará paso a lo realmente "terrible", "peligroso", "nefasto".

Así, presos de nuevo en la trampa del lenguaje sin base real al que se apegan los que ven en su servidumbre una seguridad sin embargo fantasma y engañosa variante de la misma debilidad que ven en el ojo ajeno: "el fascismo", es decir, eso contra lo que ZP y la camarilla que se va con él "a la oposición" (lamento sinceramente que "acaben" a lo sumo en ese "buen refugio" de invierno" desde el que continuarán batallando tras el mismo objetivo y, eso es lo peor, con el mismo plan inescrupuloso u otro muy similar; ¡incluso a puestos clave en el poder judicial y en la diplomacia!... ¡y con la connivencia de elementos del propio PP, como es el caso de Trillo!) venían vociferando hasta el último de sus mítines y entrevistas, cubriendo con ello el verdadero fascismo de signo propio que no cesaban de construir con cada vez más impunidad y desvergüenza, aplicando el chantege a propios y ajenos en nombre de lo que estaban pisoteando (libertad, justicia social, honestidad, etc.). Algo que seguirán haciendo a cualquier precio y quizás se aletargue en los corazones de muchos acampados.

Será interesante en todo caso seguir el tramo sinuoso que se perfila en los próximos años... mientras los jóvenes de hoy se hacen mayores, tienen hijos y el futuro continúa estrechándose como una piel de zapa. Bueno, lo de "interesante" puede tomarse en parte como una ironía y en parte como una deformación profesional.


miércoles, 18 de mayo de 2011

Reflexiones en torno al movimiento que reclama "democratización"

Por fin e i-ne-vi-ta-ble-men-te... he acabado por dar rienda suelta a mis ideas a propósito del tema de la "indignación democratizadora" que se agita en estos últimos días. Serán apenas unos apuntes con (también ellos) ilusas intenciones delucidadoras, pero, como acabo de decir, i-ne-vi-ta-bles:

1) Empecemos por el nombre: "Democracia Real ya", apunta sin duda al evidente deterioro de las maneras a las que se asocia la palabra Democracia según su definición engañosa originaria. Al respecto podemos evitar entrar de lleno en esta cuestión, que se sitúa en el terreno más teórico de la filosofía política y demás discusiones en torno a "la verdad", así como en el antropológico que pondría en cuestión el mito en sí y su mecánica (temas que he tratado en este blog hasta donde me ha sido posible). Sin embargo, intentar algo más provechoso (que aporta igualmente elementos para la crítica más profunda y teórica) nos lleva a tomar en cuenta el carácter propiamente mítico que encierra en el imaginario social de estos tiempos y con ello los sueños reales que lo sostienen. En este sentido, se puede ver la marcha actual de las cosas hacia la corrupción y la decadencia del sistema representativo en sí mismo como una mera apropiación y una tergiversación realizada por una especie de casta a la que vox populis se denomina "los políticos" e incluso "aparato político-financiero" que, particularmente en las actuales circunstancias ("la crisis") ha dejado de responder a la función gestora y de seguridad general que en teoría les habría sido encomendada mediante el mecanismo de organización en partidos y el de su elección popular mediante el voto orgánico correspondiente, y por fin mediante la dirección del Estado. Al respecto, debemos dejar de lado la falacia general que encierra esta descripción superficial que ni siquiera respeta las teorías mencionadas en primer término; pero proceder a su crítica nos llevaría a donde hemos decidido no ir...

Lo cierto es que "lo real", la "democracia real", es precisamente la que se desarrolló y se sigue desarrollando en buena medida gracias a la cobertura idílica o imaginaria de los términos engañosos, proceso que no puede llevar sino hacia donde se ha llegado, en todo caso cambiando algo para que no cambie nada y así el curso de las cosas continúe por el mismo camino, en todo caso posponiendo una nueva "frustración" (que ya definiremos en seguida), e incluso llevar más allá, hacia formas aún más tiránicas que las embozadas o encubiertas que hoy se practican (e indignan). Si se tienen realmente en cuenta las realidades concretas sobre las que esa marcha se ha ido produciendo en el curso de la historia (incluyendo todas las "injusticias" y "procedimientos depredadores" empleados "dentro y fuera" para sostenerla en el grado "deseado" -considerado "aceptable"- que se ha podido experimentar y "gozar" en el "primer mundo") y los sucesivos resultados obtenidos, deberíamos reconocer que esa dirección del proceso es justamente "el real", mientras que cualquier otro sería por lo tanto "ideal" e incluso "idílico". Pero, de nuevo, sería un error pensar que lo que el movimiento popular y sobre todo juvenil actualmente bajo el lema indicado pretenda darle a su bandera un carácter "revolucionario" a la manera, por llamarla de una única manera, jacobina; es decir, que "invite" a algo más que a la reforma del mecanismo imperante, en concreto y por mencionar lo más sonado: a que se permitan listas abiertas, elección de los candidatos por sus militantes mediante elecciones internas formales, separación formal del poder judicial respecto de los otros "dos poderes", etc. Y sin duda, esto, o sea, pensar (a) que se puede conseguir seriamente y (b) que se podrían evitar los subterfugios que aún cuando todo ello se implantara formalmente no dejarían de volver a colarse, como la naturaleza, después de su expulsión aparente por la ventana; esto es no tanto utópico (lo puede ser para algunos que tal vez prefieran soñar a pensar profundamente... mientras les pasan por encima y los vuelven a "traicionar") sino, de nuevo, en la misma tónica política que la vigente, lisa y llanamente engañoso. Me anticiparé a salir al paso de quienes me acusarán de "pesimismo reaccionario" o poco menos (una manera curiosa por cierto de coincidir en el "estilo" -...de pensamiento- con el practicado por el gobierno -y por todas las instituciones mundiales- para explicar por qué "evitaron" -y siguen evitando- reconocer que las cosas iban -y van- "mal encaminadas", esto es, desde el punto de vista de la conservación de las condiciones que definirían el "bienestar social" del primer mundo occidental y su "prosperidad creciente" puesta en crisis -posiblemente momentánea, daños colaterales mediante-): en primer lugar, difícilmente se consigan implantar por la vía de esas manifestaciones (alcancen o no puntual o ampliamente, subgrupalmente o de manera extendida, cotas más álgidas de tipo preventivo o represivo), y ahí están todas las movilizaciones populares de los últimos tiempos para demostrarlo, desde el mayo del 68 hasta las refriegas "antiglobalización" o las "tomas de la calle" griegas más recientes. En el límite, entran en juego las fuerzas orgánicas firmemente asentadas (y aún cuando se pueda pronosticar que algún día puedan colapsar o tornarse inoperantes para "salir del paso", siguen: (a) siendo decisivas hoy en día y (b) cualquier movimiento que pretenda y pueda tornarse un serio competidor entre ellas... debe adoptar sus formas... y, lógicamente, prostituirse -¡salvo que se crea en soluciones "morales" o en "policías de la moralidad"!-; y entran en juego con todas sus argucias y todos sus artefactos, desde la propaganda a la infiltración, desde la división para reinar hasta la policía... Sin duda es una visión pesimista, pero también realista y a la vez más crítica y radical que las idílicas/engañosas que llaman a "hacer algo" aunque sólo sirva... para hacerle el juego a una de las facciones, a veces sólo por ayudar a inclinar involuntaria y "azarosamente" la balanza (también volveré sobre este interesante e insoslayable punto). ¡Y conste que el resultado de la lucha entre esas diversas facciones a veces da lugar a cambios significativos... no de largo aliento en realidad aunque... en fin... como "la caída del muro" o el fin de la Kampuchea Democrática... y su estado de equilibrio de fuerzas... hasta da lugar a la Paz!

Pero intentemos ver a continuación qué se pretende "de verdad" o "posibilísticamente" con las "reformas" que se proponen, es decir, qué se cree posible y se desea realmente alcanzar.

2) Los objetivos reales: Junto a las reformas políticas señaladas, se observa que el movimiento alza con unas u otras expresiones un deseo genérico de carácter socio-económico que podría resumirse en uno de los slogans que aparece en alguna que otra pancarta, el de que se proceda (¿"ya", también?) a la relativa "redistribución de la riqueza", lema por antonomasia del estado del bienestar por cierto, que se suponía "relativamente" alcanzado... aunque siempre habría una minoría no silenciosa y una mayoría silenciosa que deseaba y a veces pedía "más". A la luz de estas evidencias (que algunos carteles hacen muy explícitas al hablar de una "democracia económica") queda claro que la cuestión es aquí también, como diría Tocqueville, "una cuestión de reformas (redistributivas) y no de libertad". En este punto retomo obviamente el análisis prometido sobre "la frustración" y de los sueños y estilos de conducta que se derivan de ella.

En primer lugar, se puede hacer una apelación a la mala conciencia de quienes lo exigen recordando que el bienestar del primer mundo descansa indudablemente en su pasado colonial (¡con todas sus inseparables maneras!) y en su presente poscolonial (posible gracias a la indiscutible acumulación de la riqueza previa... ¡que por cierto, los procesos de redistribución que se llevaron a cabo en muchos sitios sólo dieron paso a la caída de unos pocos en beneficio de otros igualmente pocos!); pero esa mala conciencia opera como siempre mediante algo que la pueda sosegar sin renuncia alguna a lo que se quiere en realidad "para uno mismo" y "a (casi) cualquier precio" -¡el precio será considerado "demasiado alto" sólo en tanto resulte demasiado ostensible la vergüenza que produzca ignorarlo!-, y de ello se deriva precisamente el que los "redistribuidores", tanto si se presentan como "reformistas" o como "revolucionarios", se autovaloran como aliados de los pobres y oprimidos del tercer mundo, y dan a su victoria potencial el carácter de preámbulo para la "liberación" de todos aquellos (lo que se expresa tímidamente hoy en día como "solidadaPero lidad" con los procesos que aparecen en el horizonte... y que tal vez... oh, sí, pudieran tornarse "amenazadores"). La historia vuelve a recordarnos que nunca fueron así las cosas... salvo en cuanto se equipare el consumismo "innecesario" exportado al tercer mundo con alguna suerte de "bienestar" occidental como el que se "goza" en el primero... o "se gozaba", al menos para muchos... seguramente presentes en mayor o menor medida por cierto en las manifestaciones de las que estamos específicamente hablando. Ahora bien, la "redistribución reformista", en primer lugar, ha sido "traicionada" se podría decir en la totalidad de los casos y por todos los partidos políticos estructurados, operativos y hasta "políticamente sensatos", ya que todos sin excepción la llevan en sus programas y, sobre todo, la realizan desde el poder... al menos tal y como siempre fue realizable: quitar a los enemigos y repartir entre los amigos (militantes)... y en el mejor de los casos... entre los posibles votantes (sea cual sea su extracción) en la medida y en la manera en que se pueda y se dejen (esto mediante expropiaciones seguidas más o menos pronto de reprivatizaciones, subvenciones, creación de puestos de trabajo "superartificiales", etc., para no mencionar medios lisa y llanamente "criminales", lo sean o puedan dejar de serlo mediante las correspondientes "reformas" y "subterfugios" legales). "Redistribuir" en cualquier caso, exige una acción política que tarde o temprano debe ser realizada "desde arriba", ya sea por un gobierno apoyado electoral o plesbicitariamente o por uno que emerja de un proceso "revolucionario", movimiento de masas más o menos presente y más o menos sonoro. "Redistribuir", en fin, exige la burocracia cuya conducta se critica y de la que se esperaría ya (a) una conducta moral y de lealtad hacia "el pueblo" -o sea, a la parte que la aupó-, ya (b) una estructura de control permanente o incluso directamente de poder que sería... esa "forma por fin hallada" que Marx creyó ver en La Comuna de París y que algunos postmarxistas llamaron "democracia directa", algo que en una sociedad ultracomplejizada como la Occidental (Europa, EEUU...) resulta inviable, sea porque no se la permitirá la burocracia que se reparte el poder, sea porque una nueva restauraría y hasta agravaría la conducta que nace de su propia idiosincrasia. Se tiene todo el derecho de soñar que alguna vez la "revolución" no sea "traicionada"... pero eso no abarca el derecho de que nos lo creamos todos ni garantiza que los que lo sueñan lo hagan durante toda la vida, es decir, no se frustren. Es más, en realidad, el hecho de que los "ideales revolucionarios" sean hoy en día tan marginales y minoritarios y que la mayoría, como reflejan las "metas sensatas", esto es, "reformistas", como las que se ha fijado el movimiento del que estamos hablando, es un índice del grado en que ha calado hondo la "desilusión" por las viejas utopías y sus métodos en las masas, medias, constituidas principalmente por técnicos en activo o en paro, empleados de las propias instituciones burocráticas que comonen la gigantocracia institucionalizada en la que toma forma visible la burocratización galopante, y en trabajadores que contribuyen o podrían volver a contribuir con su esfuerzo a que el mundo artificial en el que vivimos (y mayormente "ultra artificial" cada vez más) siga "hacia adelante" a cualquier coste... ya que para "redistribuir" hay que tomar todo lo que se produce gracias a que sea y siga siendo como es. Así, asistimos a un auténtico cuello de botella, a un estrangulamiento inevitable que sólo puede ser comprendido si no se teme pasarse a un terreno pesimista. Por otra parte, las perspectivas de esa "frustración" que se extiende inevitablemente en la medida en que "nos quitan" lo "conquistado" apuntan precisamente a lo que ya estaba en realidad allí y de lo cual se realimentaba todo "el sistema"; ¡justamente lo que les permite a los que no sufren la crisis sino todo lo contrario, a sostener -¡cuando no actúan de manera absolutamente hipócrita, y léase aquí "tertulianos" de los nuevos realitys shows "informativos"!- que se trata de meros jóvenes confundidos o aprovechados que atentan contra aquello que les ha dado y promete seguirles dando lo que necesitan para vivir!-. Querer que se "quite" a los "ricos" cuanto menos "algo" para que todo siga igual... no puede permitir que todo siga igual ya que la sed de beneficios personales es parte del problema. Desde tiempos inmemoriales, en particular desde que hay imperios que se sostuvieran mediante tributos, no hubo forma de evitar que los recaudadores se quedaran con algo para sí o que, incluso, fueran corrompidos por los tributadores más capaces de ofrecerles una buen acuerdo. ¿Acaso alguien halló la solución a este problemilla? ¿Es que podemos aceptar ahora un cierto grado de corrupción... siempre que nos toque... algo? ¡Hoy en día, esta idea que ha ido ganando adeptos a instancias precisamente de la marcha de las cosas tal y como no podía dejar de orientarse sobre la base de lo preexistente, ha dado lugar a una amplia y cada vez más extendida manera mafiosa -cada vez más mafiosa- de funcionamiento! ¡Impera y salpica a la totalidad de las actividades en todos los rincones del mundo... o en cualquier caso cada vez las subordina o las hace más tributarias de ella! ¡Así funcionan los conglomerados, los Estados, sus instituciones por separado, todas, y hasta las Universidades y estructuras culturales -incluidas las ONGs y los "organismos internacionales"-!

Por otra parte, cuando se pretende un "reparto" se está pretendiendo conservar ciertos privilegios e imponérselos al conjunto de la sociedad negándole el derecho a los que hoy los retendrían, y ello, sin tapujos aunque con cierta vergüenza demagógica, mediante la "coerción revolucionaria", la misma que acabó llegando desde la primera hasta la última vez al "Terror". El privilegio de cobrar un subsidio sin trabajar, el privilegio de que los padres puedan seguir sosteniendo la buena vida de los estudiantes... aunque sus estudios, aún si se realizan según los cánones vigentes, fuesen inconducentes e inservibles, meramente "agradables" o "intelectualmente satisfactorios", o, incluso y para más INRI, aunque luego sirvan para la muerte, la contaminación del mundo, la crueldad, el fortalecimiento de la opresión, etc., contra la que claman quienes se movilizan -e igualmente a la mayoría quienes se oponen a ello o consideran "peligroso" que se haga- sin ver nada medianamente claro ni quererlo ver... He ahí la lista "Real". No debería ya sorprendernos: querer cambiar el mundo sin renegar de "todo" lo que es el hombre sólo puede responder a lo mismo que se combate, el deseo de dominio propio, y por ello sólo podría reproducir el rumbo transitado, como ya ocurrió más de una vez. Y, claro, querer cambiar diametralemente el rumbo del mundo... hacerlo de verdad, sería pretender dinamitarlo para que empiece de nuevo sobre nuevas bases... concretamente, dejando fuera toda división del trabajo, toda jerarquía de opresión y explotación, todo acto dominador, toda visión condescendiente respecto de las propias facultades, sea la astucia, la fuerza o la inteligencia, hasta considerarlas dignas de un lugar relevante sobre los demás, sería igualmente deseable en esa línea que no hubiese nadie que prefiriese la comodidad que representa que otro trabaje para uno, o que otro conquiste algo para uno, o que otro mate para beneficio propio... En fin, la lista podría ampliarse, y toda ella sólo representa una descripción de... el ser humano.
No es pues un objetivo aceptable por nadie, ni tampoco realizable ni siquiera por el de la "V de Vendeta", ni tampoco por un loco que se ponga a esparcir virus en el agua o el metro de una gran ciudad... que aparecen de repente y acaban, después de matar a unos cuantos inocentes, condenados a la pena máxima que se haya establecido. Pero eso no da derecho a las falsas esperanzas. Ni tampoco sirve de base ideológica como para dejar de ser quienes somos y lanzarnos a la conquista del planeta a sangre y fuego, eso sí, repartiendo por el camino y luego, como cualquier tirano que se precie, entre los amigos y leales...

3) Resultados: retomo aquí la cuestión que dejé pendiente de tratar en último término, los resultados de todos los movimientos que afloran de tanto en tanto, en unas u otras condiciones, en el mundo y los resultados previsibles que tendrá el que consideramos esta vez. Empezaré por dar mi propia explicación del por lo visto sorprendente por qué del "momento elegido" para iniciar las manifestaciones. Al respecto, no me parecen reales ni la sugerencia (de raíz ideológica) que señala la mano invisible de Rubalcaba y cía. (aunque sin duda se estará presente secundariamente y ya veremos hasta qué punto puede conseguir torcer las cosas a su favor en algún sentido: "tensionar" al menos?, ¿asustar dóberman style?, así como "otras manos" que sepan y puedan "abrirse" un hueco). Yo creo que el peso de la decisión está vinculado precisamente a la proximidad de las elecciones, especialmente de su resultado previsible (¡y agitado!, esto sí por la mencionada mano de la dirección actual del partido gobernante, y no desde ayer sino desde antes de que consiguieran hacerse con el poder en el partido y después y sobre esta base en el gobierno, 11-M de por medio, claro, y demás tácticas de arrinconamiento y aniquilación del PP). La perspectiva de un resultado "temible" con la victoria del PP ha conmovido ciertamente a una buena parte de la masa juvenil que motoriza indudablemente el movimiento, la que le ha dado el nombre y la que le ha fijado los objetivos reformistas antes mencionados. Se trata, sin duda, de la "izquierda" defraudada que apoyaba a ZP contra "la derecha" y aplaudía sus "avances sociales", los que ven en la caída de ZP una derrota que comparten con él más que se la adjudiquen. ZP habría claudicado ante la fuerza de los verdaderos opresores y "enemigos de clase"; habría sido "blando" y "débil" y nunca el verdadero representante del mal. La idea de la represntación tal y como fuera inculcada por el marxismo, la idea de "conciencia de clase", ha calado muy hondo como para que se pueda ver que ZP representaba en realidad a su propia camarilla de ladrones, empezando por él mismo, todo fundamentalmente para beneficio de sus miembros y en segundo lugar de sus amigos, banqueros o vagabundos, asesores o artistas, colegas o terroristas, etc., etc. Se trata pues de un movimiento preventivo. Por otra parte, sin duda hay suficiente indignación por lo que afecta a muchos en diversos planos, y muchos de ellos se verán pronto marginados, desplazados, utilizados, y se apartarán del movimiento para volver a los carriles tradicionales que más seguridad, comodidad e inclusive esperanzas les aportan, por leves que sean. La masa militante del movimiento, los que acampan en su mayoría, han interiorizado a su manera el mensaje de aquellos a los que seguían cada vez más a regañadientes y a los que por fin han dado en cierto modo la espalda... el mensaje de que lo que viene será peor, más descarnado, es decir, la auténtica representación de los poderosos que obligaron a ZP a claudicar, directamente los que conscientemente pretenden llevar a cabo lo que los beneficie por completo, los que llevarán hasta el final las reformas que "exigen los mercados", los... capitalistas en carne y hueso, sin nada que los sofrene, desbocados, sanguinarios, depredadores convencidos... De ahí que, en un intento de permanecer fieles a su pasado reciente, eviten alzar mayoritariamente pancartas de denuncia a ZP que "favorecerían a la derecha" y arremetan contra "todos los partidos". Cierto que no se sienten "representados" por ninguno, pero en parte ahí se encierra una trampa. Pretender no favorecer a la derecha sólo puede servir para justificar a quien gobierna, ¡a quien gobierna especialmente contra ella, para conquistar todo el espacio político-representativo de la mayoría parlamentaria que de ese modo pasa sencillamante a operar como la famosa "dictadura parlamentaria" que denunciara Tocqueville! Si se pudiera mirar el panorama "inteligentemente" desde un punto de vista "democrático-político" a la vieja manera de ver de la intelectualidad ilustrada y cosmopolita del siglo XVIII (lo que no existe y menos en la figura de los estudiantes y jovenes "humanistas" y "cientificistas" de hoy, que ni siquiera leen a la altura de lo necesario para serlo... cuando leen algo), se plantearían la ventaja de una inmediata "salida electoral" que diera como resultado un gobierno del PP con una opoición reconstruída sobre las tumbas del zapaterismo y no en un proceso que en el mejor de los casos, además de agrandar la sangría sin paliativos, de el mismo resultado dentro de más de medio año y con un zapaterismo resistente sentado en las bancadas de la oposición, preparando un futuro nuevo asalto; en el mejor de los casos ya que, en el peor, aparecen las sombras ampliadas de la vigente tiranía, sea o no con apoyos sui generis y sea o no en el marco europeo o fuera de él... sea, incluso, aceptando como alternativa extrema el agitado y pedido "pacto de estado" bajo el que en cualquier caso, en el caso extremo, quedarían igualmente sepultadas todas las iniquidades cometidas, desde la primera hasta la que no haya podido aún ser descubierta. ¡Claro que igualmente caerían con todo ello en la "equivocación frustrante", porque en realidad nada será ni peor ni mejor en tanto se conserve el "equilibrio" al que me referí antes y las reglas del juego (justo lo que el zapaterismo buscaba y sigue buscando ¡aún! conseguir) sigan siendo mantener las cosas en su sitio, es decir, con la combinación de pan, circo y palos... todo bien organizado con leves diferencias.

En este sentido, sí que asoma un intuitivo y elemental sentimiento antiburocrático en los manifestantes, en el movimiento e incluso más allá, en el conjunto de la población que está indignada en primer orden por motivos contrapuestos. Pero, lo siento, está (y creo que no puede ser de otro modo) con-ta-mi-na-do: todos estamos en un barco del que nadie quiere saltar ya que, aunque se hunda, no paece ser el mismísimo abismo, y las "buenas intenciones" caerán como han caído las de siglos pasados. ¡Ay, sí, viejo Nietzsche, en esto también "el hombre prefiere querer la nada a no querer"! Escapar del barco burocrático es, realmente, escapar del mundo... donde nada hay.

Y así será de nuevo: como tantos otros tantas otras veces, los "bien intencionados" e "indignados" habrán sido meras piezas del juego de "los grandes" (esto es, de la partidocracia que pretenden desbancar), incluso a través del juego de los más "pequeños" (lo que se concreta en alianzas y traiciones poselectorales y parlamentarias, como las ya vistas), y del que volverá a salir victoriosa la sibilina burocracia real, en cualquier caso, con personajes equivalentes a los actuales. Esos "grandes" que saben que cuentan (además de los aparatos represivos, legales y des-informativos) con sus propios "ejércitos de leales" (porque ya no hay lazos ideológicos reales) que, como saben y/o recordaron respectivamente... son cuatro o cinco veces más ("unos 90.000", se dijo en referencia al número de militantes) que los que resisten en la calle y/o campean virtualmente con consignas elementales. Cierto que hay una "indignación" generalizada, pero es una "indignación dividida" en base a la visión o no de unas u otras perspectivas, las que cada uno imagina más efectivas para salir del paso, es decir, de "la crisis". Y no es la primera vez que "indignaciones" de mayor calado incluso acaban aprovechadas en el sentido antes mencionado en aras de la lucha interburocrática, a veces con resultados terribles para la "buena conciencia" y la sensibilidad más simple (la mía entre ellas). ¿O qué resultado le dio a Hitler explotar la "indignación alemana" de entre guerras... contra el "imperialismo" desalmado de la Entente y la "insensibilidad" hacia su propio pueblo por parte de los grandes financieros... reducidos por fin a "los judíos"? ¿...o el que dio a las "democracias occidentales" burocrático-capitalistas la plataforma sobre la que pudieron erigirse en adalides de "la libertad" sobre la base de su triunfo de 1945 y en alianza con regímenes similares al derrotado y germinalmente encerrados en el propio? ¿Y qué de las campañas "verdes" o contra "el cambio climático" que desarrollaron las "energías alternativas" junto con varios bolsillos e inflaron igualmente la burbuja crediticia? O, más cerca aún de nosotros y muy en el origen de la frustración actual de muchos que "creyeron": ¿qué resultado dio a ZP la "indignación" contra "la Guerra" y contra "las mentiras gubernamentales"?

La "indignación" actual ha encontrado ciertamente su cuerpo dogmático en los llamamientos de esos dos claros exponentes de la típica visión nostálgica de la ancianidad que ofrece un Hessel y un Sampedro, ¡por fin alcanzada la gloria de los líderes con 32 páginas e-le-men-ta-les!, y que no quieren ver hasta qué punto el mundo tan soñado se aleja en realidad de lo esperado antes que ellos dejen el mundo, sosteniendo sin empacho como tantos "obreros de la filosofía" que los precedieron, tener, ellos y sus seguidores, ese don especial que les habría permitido escapar a la feroz "manipulación" y "falta de educación para pensar" que por el contrario "aliena" a "todos los demás". Eso sí, no por viejos sino por intentar ser zorros, ven la decadencia sólo según el cristal de sus lentillas y proponen soluciones cocidas con los ingredientes que jamás han prosperado porque la realidad siempre los ha acabado por arrollar. Lo declaró hace unos meses el Sr. Samprendo: "Dirigirnos a la sociedad en general, y a los jóvenes en particular, intentando concienciar y provocar una reacción frente a las medidas neoliberales impuestas como única salida posible a la crisis", escribe Sampedro. Y en ese sentido, no se puede negar que esa "otra" salida pueda ser otra que una reedición del "socialismo en un solo país"... aunque el Sr. Sampedro se alinee al mismo tiempo con un deseo más "modesto" o "realista" que encaja en la mencionada idea de la "refundación del capitalismo" y de la "reforma (socio-económica) de la democracia", todo además por métodos "pacíficos"; precisamente lo que hasta donde han podido se puede ver en el "movimiento" de Sol. Una pieza más, pues, de las inevitables amalgamas ilusas (como la tan mentada experiencia islandesa que pudo ser como cualquier otro caso atípico puede serlo en circunstancias particulares -ahí están casos atípicos como el de Somalia, que... ¡mama mía!-, una experiencia que ahí va... ahí va....) que nunca dejarán de acompañar al proceso de burocratización que cada vez se perfila más como productor a largo plazo de un colapso sin salida, sea "pacificamente" como "violentamente" según las circunstancias, y cada vez más vacías de significación o más líquidas, huecas y adaptativas ideológicamente, a tono con las formas posmodernas imperantes y necesarias al proceso.

Precisamente, ahí, en el mundo real, hallaremos a los beneficiados particulares y circunstanciales de hoy y de mañana... a esos que siguen dando pasos y pasitos sin tirar la toalla, y que se siguen agitando bajo cuerda, como mero ejercicio menos demagógico que táctico, las propuestas etéreas de "refundación del capitalismo" o de "lucha contra el cambio climático", entre las más efectivas, y que sólo son coberturas de la lucha interburocrática... a la que los panfletos posmodernos de Hussel y Sampedro entre otros proveen de camuflaje humeante. Todo ello evidencia la verdadera dirección y destino de la marcha de las cosas, de la marcha burocratizadora que comenzó hace tiempo, con más o menos zigzagueos y una demagogia que tras ir más allá del insulto a la coherencia lógica ha conseguido crearse una masa considerable, ¡y creciente!, que la aplauda por astuta y malintencionada, confiada en que traicione a "otros" y no a "los amigos". Justamente lo que acaba de cerrar el círculo, lo que explica que no haya nada que pueda superar el pesimismo y lo que, por fin, sirve para que cierre este artículo que ahí queda, flotando en esta botella a la deriva...