La crisis del PP ha dado de sí un documento programático opuesto a la línea no declarada de la dirección (el manifiesto Vidal Quadras) que tiene de hecho la virtud de aclarar un poco más las cosas... indudablemente para quienes las teníamos más claras. Y tal vez confundir más al resto.
El problema es indudablemente el de la recuperación del Poder por la derecha, es decir, se trata de un único problema el que está en el centro mismo de la crisis. Esto queda de manifiesto tanto por inclusión (en el documento) como por exclusión, es decir, definiendo al oponente a través de la definición del propio enfoque.
Para comprender más lo que sugiero y entrar en los detalles, antes debo precisar qué entiendo por derecha tal como la acabo de mencionar (que no en el sentido en que en una ocasión anterior analicé el término). En concreto, llamo aquí derecha referencial española al conjunto de voluntades de poder dirigente, de aspirantes a llegar y a usufructuar el gobierno del Estado, ya sea a la cabeza, en medio o a la cola, y que para ese fin se agrupan bajo las siglas del actual Partido Popular, partido que obtuvo el segundo puesto en las recientes elecciones parlamentarias (un análisis de cuyos resultados daría algunos datos más que confirmarían mi tesis y arrojarían a la vez más luz sobre lo que parece tan desconcertante a muchos haciendo que metan todo ello bajo la alfombra para que no moleste -Aguirre mencionó al principio, pero luego el tema fue marginado y nadie pareció interesado en dilucidarlo-). Esto puede parecer una definición que utiliza lo que se pretende definir en su propio contexto, pero no es así. Lo que quiero decir en realidad es que esa derecha tiene en el PP, más allá de toda diferencia y sobre todo de la lucha intestina muy propia por otra parte de toda organización burocrática que se precie, un referente absoluto que está determinado irremediablemente por esas características, algunas intrínsecas pero fundamentalmente relativas al contexto, un contexto que es además, un resultado histórico y que por ello tiene un pasado pero también se está modificando a cada instante.
Estas características, pues, tienen como auténtica matrona la situación de bipolaridad que presenta la sociedad (he señalado esto varias veces en referencia al estrechamiento del espacio político para la competencia interburocrática y su lucha por el reparto del botín y lo apliqué en un análisis que escribí antes de las elecciones y que como puede verse no iba muy desencaminado, y menos en lo conceptual) más allá de los componentes ideológicos que están en juego, componentes que se han generado en el tiempo tanto en base a la tradición de sus protagonistas como a causa del espacio posible en el que sen obligados a moverse para alcanzar sus fines. Esto es un tanto complejo o alambicado y tal vez sea difícil de comprender a la primera, especialmente por quienes encuentran más cómodo tomar los elementos que flotan en la superficie por totalidades, la punta del iceberg, a pesar de que muestre un 10% de su volumen, por el iceberg en sí (y conste que no hablo de naturalezas ocultas sino de partes visibles e invisibles a primera vista, hablo de lo limitado de las ideologías y de la comodidad presente y tendencial en el pensamiento elemental). Intentemos ir más despacio aún y para ello observemos el cuadro en su conjunto.
Una cosa es indiscutible y será admitida por todos: las sociedades contemporáneas se caracterizan por la bipolaridad llamada más comúnmente bipartidismo o alternancia. Esta situación parece insalvable y ha sido admitida hasta por las minorías en nombre de la llamada gobernabilidad (en realidad, las minorías han encontrado mucha más posibilidades de participación a través de acuerdos parlamentarios que cada vez son menos dirimidos en el parlamento). Con este objetivo, se han implantado diversas medidas que permitieran su consolidación a la vez que mantuvieran el aspecto formalmente democrático de los resultados. Lo cierto es que se ha conseguido tanto que la sociedad lo soporte económica y financieramente como que lo de por insustituible y lo apoye como la única solución posible y democrática de la posmodernidad, la única en oposición al totalitarismo absoluto (o sea, la forma de funcionamiento de la democracia en los países capitalistas avanzados que se declaran legalmente a favor de la propiedad privada -hoy es necesario una precisión tan larga puesto que en los llamados "de Estado" incluso la propiedad y la iniciativa privada subsiste y en los que se dicen "libres" esta está subordinada a la política y como tal está supervisada).
Pero volvamos al asunto de la bipolaridad democrática o más exactamente partidocrática. Mal que les pese a los idealistas que aún no se han frustrado por completo pero que van en camino de hacerlo y tal vez de convertirse en nuevos miembros de las mayorías silenciosas y abstencionistas, el bipartidismo efectivo es un hecho inevitable e insalvable de nuestros tiempos. Sólo hay y habrá en el mundo (al menos mientras no colapse si acaso) bipartidismo alternogobernante de legitimidad electoral y totalitarismo de legitimación ideológica. Todas las demás figuras platónicas han desaparecido del panorama posibilista actual.
En este contexto, los ciudadanos se tienden a organizar inevitablemente en relación a esa situación que se fue construyendo progresivamente hasta acabar por estabilizarse y convertirse al fin en una realidad determinante. Tomados en su conjunto o globalmente, los ciudadanos optan por intentar realizar sus utopías y conseguir una mejora pública, de su grupo de referencia y personal mediante la participación política, y esta va desde la expresión de sus ideas, la manifestación pública, el ejercicio periódico del voto y la integración a alguna de las pirámides burocrático-políticas. En cuanto a estas, los llamados partidos, tienen sólo dos opciones: disputar el poder nacional, disputar el local o sumarse a alguno de los que lo disputan.
En concreto, una vez que la historia diera entidad a las cosas, el panorama general descrito se materializa en nuestro país mediante un PSOE y un PP dominando la escena y una serie de partidos que imposibilitados de alcanzar la cumbre optan por diversas estrategias de compartición y co-gobierno, de utilización de sus capacidades de presión, coqueteo y chantaje sobre los contendientes con posibilidades. En este sentido, es muy importante comprender que esas argucias son posibles y eficaces en tanto los otros dos partidos lo permitan en beneficio de sus propias estrategias. Y que esos partidos o grupos políticos menores tienen, gracias precisamente a la significación del cuadro descrito por encima de todo, esa como su característica principal del mismo modo que los otros dos tienen por principal la suya. Es decir, que hay dos que se disputan el poder y una serie de satélites que pretenden parte del pastel, y esto vale tanto para los partidos llamados nacionalistas democráticos como para ETA y sus brazos legales así como para todas las izquierdas o grupos democráticos más o menos pro-estatistas existentes más las diversas sectas que se pierden en el olvido y reaparecen apenas cada tanto.
El documento como he dicho afirma estos presupuestos a la vez que sólo estos permitirían comprenderlo en su justa medida o, en otras palabras, comprender algunas de sus aparentes contradicciones (que no existirían de plantearse las cosas en términos de concepción ideológica y que existen porque se plantean precisamente las cosas en términos puramente maquiavélicos).
Sin duda, el PP fue conmovido o conmocionado por la derrota electoral, eso es un hecho. Seguramente que las ilusiones de triunfo eran considerables (aunque no creo que masivamente estuvieran del todo seguros). Por otra parte, ciertas lecturas de los hechos, como la que inicialmente hizo Esperanza Aguirre, podrían indicar que la conmoción no fue para tanto (y que se justificaba la derrota por medio de circunstancias puntuales de las que prácticamente no se hablaba ni parecía que se quisiera hablar -lo que evidencia una intencionalidad estratégica que siempre ha sido característica de los planes de toda burocracia-). ¿Qué es lo que ha pasado entonces, o cómo entender el histrionismo de Rajoy que tanto ha llegado a dañar su propia credibilidad y tanto desconcierto produce en su electorado, especialmente por el hecho subyacente de que ha acabado por legitimar con su conducta los cuatros años de ZP, desde su talante hasta sus maniobras y desde su crítica a la oposición hasta su táctica de alianzas? Pues sencillamente, como una manera de justificar la urgencia de la renovación, es decir, como parte inseparable de la batalla que se habría de dar para obtener el control del partido por parte del sector que decidió representar (fuese esto antes, durante o después de México, como diría el sorprendido Jiménez Losantos mañana sí y otra también en su programa de radio). ¿Y qué piensa esa corriente? Pues que la lucha por el poder pasa o sigue pasando por la capacidad de formar un frente con los nacionalistas de derecha en contra del frente zapateril que cada vez le cuesta contentar a esa derecha nacionalista y pacta con el nacionalismo de izquierda que sólo exige banderitas y espejitos multicolores así como participar de la rapiña personal. ¡Esa parece ser la apuesta idílica de Rajoy a la que contesta el documento de Vidal Quadras. ¿Cómo? Pues tal vez con pragmatismo... y especialmente con una política económica. Porque es en este marco donde pretende Rajoy dar la batalla, una batalla que... llegará, que se presentará fñacil de ganar en el punto más álgido de la crisis, cuando el gobierno haga... agua (con o sin minitrasvase catalán). En este terreno, no importa no hacer oposición durante algunos meses, puesto que todo estaría en manos del destino. Y en este contexto... la derecha nacionalista, se unirá, de nuevo, al PP. Se supone que por una cuestión de clase, de intereses... ¡Cómo si el Rajoy fuera un marxista convencido que de repente considera determinantes los "intereses de clase" y el rol hegemónico de la economía y... como avalando sobre tales bases filosóficas la supuesta representatividad de los socialistas (supuesta como tradicional o heredada, que en general parece dar por cierta el 90% de la ciudadanía, en realidad un slogan que se desmiente a cada rato: desde el caso Endesa a los casos Botín pasando por los vínculos con las constructoras, etc., y tan eufemística como la que el propio Rajoy y todos los demás políticos de la derecha y del nacionalismo de derecha se autoasignan)! Y cuando en realidad lo que esto refleja es que Rajoy sólo pretende representar al aparato (pocas veces ha quedado tan en evidencia) al que en concreto se debe, al que quiere y debe llevar hasta el poder de nuevo: ¿los electores?, ya se pensará cómo para convencerlos (si lo logró ZP...) ayudados como he dicho por las fuerzas (económicas) del destino.
Como convenga, pues, el programa ya se acomodará con todos los ingredientes conservadores, liberales, cristiano-humanistas, etc., e inclusive socialdemócratas, que hagan falta.
El documento "Enmienda..." por su parte, se enfrenta a la corriente renovadora que impulsa Rajoy y delinea la figura a la que se opone al describir su propia alternativa táctica: la idea sería (lo enuncia en el primer párrafo no preambular) tender una mano a los socialistas no zapateriles (que se asume haberlos igual que la corriente opuesta asume haberlos a los nacionalistas burgueses), buscar su alianza contra el frente zapateril-nacionalista anticonstitucional; tal vez la gente de Bono, tal vez la corriente guerrista hoy relativamente marginada dentro del PSOE o los dirigentes, militantes y simpatizantes socialistas de las regiones más pobres y menos interesadas en un modelo de descentralización impositiva, a los que se sumarían los opositores socialistas al proceso de descentralización por razones diversas. Es decir, que se apoyaría en un hipotético cambio de liderazgo en el PSOE, en una pérdida de la Z, en un fracaso del propio plan Z que precisamente es el que ha conseguido que la crisis se instalara en el PP... como pretendía desde un principio (¡no se habrán podido creer, eso está claro, que les saliera todo tan bien y tan fácilmente en ese sentido!)
¿Por qué mirar hacia ese lado? Pues porque, para gobernar en las condiciones actuales del bipardismo, hay que mirar hacia algún lado. Lo que sin duda parece negativo para ello es criticar honestamente la manera burocrática de actuar, es más, hay que mejorarla.
En este enfrentamiento, obviamente, es decir, si se presta atención, no hay sino una polémica en torno al mejor procedimiento para desbancar a ZP. En eso, tienen razón quienes consideran que en el PP la discusión no es ideológica... Ja, sin duda no lo es ni siquiera la lucha entre PSOEPP, ya que ambos se diferencian en los grados en los que admitir el redistribucionismo, en los grados de violación de la legalidad para gobernar, en el grado en que se hace la vista gorda, en el grado de hipocresía... Sin embargo, al igual que entre ellos acaban surgiendo banderas ideológicas desconcertantes y engañosas y acaban alcanzando una cierta materialidad, entre los contendientes internos la propia dinámica de los hechos obliga a las partes a aferrarse a banderas ideológicas en bastante medida vinculadas a las posiciones tácticas (al menos... hoy, al menos... en el corto y a lo sumo en el medio plazo, porque... las cosas podrían cambiar y los pesos de las cosas podrían recolocarse).
Lo cierto es que la línea de Rajoy lleva a la aceptación de un fortalecimiento del regionalismo (interno y externo obviamente) mientras que la postura del documento favorecería el centralismo. Curiosa situación si se la mira a la luz de los propios estereotipos: Rajoy estaría a la derecha desde el punto de vista del supuesto izquierdismo de ZP que llega a aceptar la negociación con ETA, ERC o BNG, pero que, de cambiar de rumbo el viento o sea las relaciones de fuerza, no hay por qué no pensar que serán reprimidos o marginados después de ser utilizados. Pero esto no es sino una clara reproducción hacia abajo el esquema zapateril, un esquema por cierto que ya era subutilizado por los grupos regionales nacionalistas para su propia política de chantaje... y lo siguen haciendo. Un esquema que ZP se apropió y que amenaza convertir al socialismo todo nacionalismo de izquierdas, como se ha visto en Cataluña y se ve en el País Vasco y en Galicia (a la manera en que se convirtieron los indios de América al cristianismo). Sin duda, Rajoy piensa que él también puede apropiarse de esa supertáctica tan eficaz. Esto es como poco idílico, pero... Y sin duda desconcierta a los simpatizantes y a muchos militantes del PP que verían perdidos sus colores, su identidad, y de repente.
El grupo que está detrás del documento, por su parte, estaría más a la derecha desde el punto de vista instituido por la izquierda desde los tiempos de Stalin que considera izquierda al nacionalismo en su conjunto, a la idea de una descentralización que tal como se plantea es sin embargo más de derecha que ninguna (¿no es esta la línea de Forzza Italia en su país?) Sin embargo, su propuesta de pacto con los socialistas en nombre de la cohesión de la nación española no puede sino llevarse a cabo mediante un pacto redistribucionista ya que es absurdo buscar una corriente socialista que vaya más allá del tipo socialdemócrata respetuosa, es decir interesada directamente, en el funcionamiento democrático, como se puede ver por el escaso peso obtenido por la formación "seria" de Rosa Díaz, y su incapacidad para ir más allá de lo testimonial (tal vez lo contrario de lo que se esperaba del experimento y que vino a frustrar la línea seguida hasta ese momento por Rajoy y luego abandonada). Todo sin poder ir nunca, cualquiera sea lo que haya que soportar o la suerte de un respiro, bajo los marcos del capitalismo supervisado que no tiene otra salida que sus cambios gatopardistas o el colapso.
Eso... también suena a utopía... o al menos a excesiva o quizá desesperada esperanza.
Entretanto, de momento, las otras alternativas no tienen alternativa; y este es el caso de Esperanza. Contra las posturas programáticas se alza el pragmatismo que acusa a las primeras de ser testimoniales e inconduscentes y más allá de que esté siquiera tácticamente acertado. Pero entrar en más detalles es exceder el tema de este artículo que sólo pretende tomar algunos síntomas de un problema genérico que se desarrolla más allá de los supuestos contenidos.
En fin, lo cierto es que el galimatías verbal es notable, pero es lo normal: ya no hay conceptos y menos que se puedan mantener en el discurso político durante un cierto tiempo. Y lo real es que si bien el PSOE duerme sobre sus laureles, esto podría llevarlo hasta un repentino y violento despertar del que los zapatistas podrían ser despedidos a puntapies por sus correligionarios en cuanto puedan (¡nada debería sorprendernos!, y ya veremos hasta dónde se estirarán las gomas que lo sostienen todo y las membranas y redes elásticas tendidas sobre el abismo cuando las mentiras y subterfugios sean insuficientes, la crisis sea incontenible y la oposición comience a ejercer cualquiera sea su línea -que por supuesto no será contemplativa sino tácticamente- para conducir a una recambio, a la famosa alternancia que impone la realidad per secula seculorum... es decir, dentro de los 100 años de límite que tienen según el refrán todos los males. ¿O no es esta la esperanza en la que se basa Vidal Quadras?) Mientras tanto, las utopías están y estarán al servicio del pragmatismo político de los burócratas que se disputan los puestos, tanto para utilizarlas de banderas como para que se entretenga el pueblo. Y lo cierto es que cualquiera sea la alternativa, ya podeis dejar todos en el lugar el atillo de las esperanzas y de las utopías al completo para seguir andando hacia el infierno. El mundo marcha hacia una burocratización extrema y vacía o hacia su colapso. Y si no... al tiempo.
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