jueves, 2 de agosto de 2007

El rol de la conceptualización en la construcción de los mitos: "memes", "faitiches", "emergencias"...

Muchos consideran el grupismo (¡he aquí un concepto sencillo, claro, directamente vinculado a un fenómeno concreto palpable!) como una mera consecuencia, prácticamente colateral, cuya explicación habría que ir a buscar al margen de la selección natural en nombre de alguna suerte de antidogmatismo. De ahí, creo, proviene la proliferación de ciertos conceptos fabricados por expertos o especialistas de cuyas tendencias y razones ya he hablado antes de la mano de Feyerabend y de Liebniz (ver, si os interesa el tema, las demás entradas con igual etiqueta.)

Por ejemplo: emergencia (concepto que cuando se usa con sencillez me resulta bastante afortunado), memes, nueva alianza, faitiches...

En general, veo en estos esfuerzos la necesidad animista y antropocentrista de dar a la cultura humana un estatus tan separado del cuerpo (del delito) como sea posible; es decir, de devolverle el antiguo (y no tanto) estatus del alma. La necesidad del mito tranquilizador.

Como cuando se intenta fundamentar "las emergencias" mediante modelos estilo Robinson Crusoe, es decir, modelos aislados, pensando así la complejidad fuera de lo complejo-inestable, como complejo-estocástico, casi imbuido de más aleatoriedad e indeterminación que el que existe en la propia realidad interactuante.

De ahí que enseguida se requiera de la filosofía, de la poesía, y en todo caso, de la ambigüedad y de la falta de rigor conceptual. O se apele a la simulación informática, que como herramienta aceleradora del cálculo me parece indispensable, pero como sustituto de la lógica y de la deducción humanas (al menos hoy en día) una fuente de error.

A fin de cuentas, era mucho más físico Liebniz al intentar sistematizar los fundamentos de la divinidad que muchos científicos actuales que incoherentemente aceptan los datos de la ciencia para trastabillar algo más allá en explicaciones platónicas, kantianas o hegelianas (entre otras especulaciones míticas.) A veces me pregunto si no bastaría con refundar el racionalismo a partir de Liebniz. Aunque quizá sólo podría ser una corazonada.

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