martes, 11 de octubre de 2011

De los llamamientos al exterminio de las "cucarachas"... y otros equivalentes

Al individuo racional (o racionalizado) de nuestro mundo, homo occidentalis como cabría ser denominado, (1) le cuesta mucho comprender los fenómenos que derivaron en masacres genocidas o pogromos de todo tipo, habitualmente de dimensiones masivas y participación directa de media población, la "mitad" que adoptó la visión "demonológica" que se les ofrecía a modo de liturgia. Ese fue el caso de la masacre ejecutada en Ruanda por los tutsis contra los hutus a instancias de las locuciones de la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas, pero también las incesantes parafernalias que incluyeron siempre unas u otras concienzudas y responsables dedicaciones (profesionales, en el mejor de los sentidos) de los guardianes de los campos de concentración y otros verdugos hasta sus jefes máximos e inspiradores, desde los nazis hasta los de los jemeres rojos pasando por los gulags soviéticos y los campos de reeducación chinos. 


Estos hechos, apenas provocaron un ligero temblor de las estanterías del pensamiento ingenuo de la masa intelectual posmoderna, esas estanterías donde todavía se mira al lomo de unos manuales perimidos que siguen vistiendo al salvaje de bueno y de mejor, seguirlo llamando salvaje a pesar de la tecnología de la que disponen (además de los machetes) y reafirmar de ese modo estereotipado e hipócrita la superioridad occidental (que sería digna de desear y/o imitar por todos). 

Si algo sorprende y aterroriza a los ciudadanos del primer mundo ("donde eso no puede pasar", se dicen) es que aquellos pogromos alcanzaron dimensiones masivas con la participación directa de media población, la parte que adoptó la visión "demonológica" que se les ofrecía. Hay muchos casos como los de Ruanda, pero hay muchos más que obedecen a la misma dinámica y alcanzan menos preocupación y más indiferencia (porque... "aquí no pude pasar") a las "buenas conciencias". Hablo de la creación (como necesidad social) de los oficios concienzudos y responsables de vigilantes, torturadores y verdugos, entre los que fulguran los contemporáneos guardianes de los campos de concentración, desde los nazis hasta los de los jemeres rojos, pasando por los gulags soviéticos y los campos de reeducación chinos. Es la participación activa de las masas (y debería serlo también la procedencia popular de los guardianes) en la ejecución de las masacres y las razzias lo que "no se comprende", lo que más sorprende a los occidentales de "buena conciencia"... que una y otra vez alientan, valoran positivamente y recuperan parcialmente de la Historia, tales "acontecimientos conmovedores" (esos que en más o menos "cinco días" han sido capaces de "conmover el mundo").  

Los datos que aportan los más radicales estudios de los largos años de caza de brujas que van desde el siglo XIV hasta el XVII más o menos (y que no fue una mera "continuación" de las luchas contra las herejías cristianas, que fue una lucha interna de legitimación, más allá de los aspectos comunes) evidencian significados que no dejan de repetirse, formando así parte del "patrimonio de la humanidad". (2)

Por mucho que hayan sido racionalizados desde que se implantó la escuela pública, los occidentales acaban apelando a la socorrida mística que al mismo tiempo denuestan como supuesto patrimonio de "La Iglesia", es decir, como oscurantismo escolástico. Ello a pesar de que esa Iglesia en especial heredara muy conscientemente la racionalización (bastaría leer a San Agustín y reconocer que La Lógica de Aristóteles está en la base de sus conjeturas y que la razón nunca estuvo reñida con la piedad sino todo lo contrario desde Sócrates) y apelara a ella hasta para las más inexplicables de sus campañas, como la de La Inquisición, en paralelo por cierto con la "caza de brujas" macartista o las llevadas a cabo por los bolcheviques y otros comunistas empezando por el Lenin y el Trotsky de Kronstad y pasando por la Revolución Cultural y la edificación de la Kampuchea Democrática de los jemeres rojos. En otras palabras, esos fenómenos inexplicables los llevan una y otra vez a apelar a la demoníaca maldad del imperfecto ser humano (donde la "perfección" no vendría definida en base a una realización más eficaz de su teleonomía sino por la del "deber ser" ideológico, sea el del ideal platónico o ateniense, el de la Revelación, el de la Ilustración o el del comunismo; es decir, sería una "imperfección superable" por alguna vía... vía siempre definida por el analista.) Todas las referencias a "la barbarie" (es decir, a "los otros"), a la "animalidad", a la "ausencia de moral", etc., que sirven fundamentalmente para fundar una identidad occidental cosmopolita, implican una reafirmación central: los bárbaros (o extranjeros; no suficientemente occidentalizados en el mejor de los casos) deben ser sometidos, culturalizados, etc. Los actos de guerra y de conquista occidentales, las represiones que se ponen en tela de juicio en mayor o menor énfasis según se practiquen entre "nacionales" o no, entre "occidentales" o no, en grados que van en paralelo con la "familiaridad" de los lazos entre los combatientes, siempre quedarán racionalmente justificados (con discursos democráticos, especialmente, como se viene haciendo desde el primero de ellos debido al bueno de Pericles).


Pero no se trata aquí de poner en la picota la hipocresía de "los pueblos" ni de sus "dirigentes" (algo que debe ser actualizado en tanto esos "dirigentes" conforman cada vez más nítidamente una especie de "raza" separada de "sus pueblos" a la que se enfrenta desde "una posición ventajosa", incluso militarmente hablando), aunque la equiparación de las conductas y valoraciones sirva para la comprensión de las dinámicas reales.

Cuando las primeras emisiones de la Radio Libre de las Mil Colinas comenzaron calificando de insectos (en concreto: "cucarachas"), a la manera de la "sociedad de Ender", a los enemigos de la humanidad (referida como siempre a la de la propia genética... y lealtad), podía buenamente pensarse que se trataba del acto de una pandilla de locos vociferantes de los muchos que de tanto en tanto acaban disparando a las masas en un día de rabia (como recientemente sucedió en Noruega), donde las consecuencias se consideran meros daños colaterales, es decir, donde las víctimas no pasan de... ¿doscientas, trescientas...? Luego se pudo pensar que esos "locos" expresaran uno u otro grado de convicción o, en otras palabras, más precisas, que respondieran en uno u otro grado a un "plan" inescrupuloso de índole inquisitorial. Desde el nacimiento de la racionalidad como marca identitaria (de Occidente), la invención de "herejías" puede considerarse un recurso al servicio de la persecución social, como señala de manera insuficiente y de hecho confusa, el historiador Trevor-Roper en su estudio de la "caza de brujas" de los siglos XVI y XVII. (3)

Ahora bien, en cuanto escarbamos bajo la superficie que las ideologías nos recomiendan e impulsan fabricar, podemos observar unos detalles mucho más significativos y concretos que, precisamente, soportan mi tesis capital, en concreto que esas campañas persecutorias buscaban en lo fundamental la consolidación del propio ejército, dándoles unas señas de identidad específicas de grupo (una tesis que enlaza con las investigaciones antropológicas y sociológicas de Mary Douglas que ya he citado otras veces). Por una parte, alejándonos del mito de las revoluciones de masas, los ciclos históricos escalonados del progreso lineal (derivado del desarrollo del pensamiento o del de las fuerzas productivas). Por otro, aproximándonos a los elementos básicos, de raíz, que definen la idiosincrasia humana (o mejor dicho, la conformación de la misma en el tiempo) que suelen verse cada vez menos en tanto las capas de complejidad que se entretejen las sepultan.



La cuestión crucial nos la revela la dinámica concreta, al detalle, estrictamente fenoménica y ejemplar, que se pone en marcha, ex nihilo hasta donde puede decirse (o, sea, emergente, y que apunta a la mecánica de las genealogías), que lleva hasta la conformación de un movimiento que es visto simplemente como "de masas" o "espontáneo" (a la manera en que "una cerilla puede incendiar una pradera"). Esta visión simplista, que ofrece tantas esperanzas a todo movimiento en sus inicios (y ahí está el 15-M que cree marchar hacia una "revolución" o las ilusiones que despiertan "las crisis", en especial las "económicas" llamadas "del capitalismo" en la intelectualidad cada vez más proletarizada (y/o burocratizada) que desde Sainte-Beuve ve diluirse el sueño renovado, esto es, "renacido", de su "República de Sabios") (4), y que no ve las condiciones preexistentes que soportan los incendios genocidas mencionados, las que no se quieren ni ver ni quiere verse hacia qué o dónde tienden. Y que, cuando ya han llegado al climax... los hace decir... "no lo comprendo".) Sin embargo, como sucede en biología, son los aspectos iniciales en los que se pueden ver las perspectivas del camino que se recorrerá salvo... que no se pueda (algo que no depende de la dinámica del mismo modo que el nacimiento de un pollito a partir del huevo... que puede ser frustrado porque se lo coma una serpiente de su entrono o por el choque de algún meteorito "de fuera" cuya trayectoria, como es lógico, no lo tomara en cuenta). Señalo esos aspectos:

a) La prexistencia de facciones dirigentes en pugna por el Poder en condiciones de equilibrio altamente inestable (basta que sea percibido como tal, aunque ni la mala ni la buena percepción otorgan garantías de fracaso/éxito ya que todo depende del curso de la propia dinámica). Es el punto decisivo: las facciones, a veces una situada en la "oposición", a veces más de una, son las que "inventan" los discursos "reformadores" (o "revolucionarios") y los sintetizan en slogans efectivos (capaces de abrir un espacio potencial en el sentido apuntado en el punto c, más abajo). Las masas en este marco no pueden ser menos "patas" (...garras, dientes, alas, aletas, orugas...) al servicio de la lucha de los opresores potenciales que las de los caballos o las de los tanques, aviones y submarinos, en el sentido señalado por Goethe y lo que digo de la tecnología en las notas). La efervescencia de la lucha intestina entre las facciones que comparten en diversos grados el poder (incluso como oposición legal o consentida), la perdida del equilibrio o posibilidades de conseguir que se pierda que a veces es mera presunción y a veces ésta pude ser un primer paso... no es sino más de lo que se tiene al alcance de la mano para ser utilizado en las estrategias cuasi-instintivas de poder (que pasan por acciones grupalistas, a su vez de dominio en el grupo y de adopción de una identidad).

b) La necesidad de mantener y aumentar la cohesión en el ejército propio de cada facción contra la otra (una tesis que conecta con las investigaciones antropológicas y sociológicas de Mary Douglas (Estilos de pensar, El Levítico como literatura) en lo referente a la mecánica de creación de las identidades de grupo). Y para consolidar las filas del propio ejército de militantes leales, para fidelizarlos, hay que darles un espacio para que se realicen como espejo de la cúspide. Esto muestra vínculos estrechos, de vasos comunicantes, con lo siguiente:

c) La predisposición de los pequeños líderes de alta idiosincrasia tiránica que por serlo están especialmente predispuestos a aprovechar el momento y la situación que se abre para reafirmar su rol y ocupar un puesto más relevante que el que tienen en la misma estructura o en una alternativa que se les promete o que se proyecta, y por las que se apuesta a la vez que se las tiende a conformar sobre la marcha (hasta hacerla muchas veces definitiva, esto es: a instituirla). Estos pequeños tiranos locales (los frailes y funcionarios laicos de la inquisición, los imanes de base, los comisarios bolcheviques de base...) tienen ciertamente una idiosincrasia común específica, donde el resentimiento hacia los poderosos los impulsa a un doble juego de servidumbre y de traición sistemática, a la búsqueda del jefe más dadivoso y sin escrúpulos, a la realización de todo pacto con el verdadero diablo que le permita una vida más cómoda, etc. Obsérvese, de paso, que con el tiempo, fue esa la subespecie de la que han brotado, gracias a la democratización burocrática de hoy en día, los mediocres y mezquinos gobernantes e intelectuales que rescataron las consignas de su homólogo Robespierre acerca del "cordón sanitario" y la "salud pública". Nada que no merezca el nombre de demonización con el objeto de "dividir el mundo entre la luz y la oscuridad" (ibíd., pág. 127) logrando crear el climax que permita a los mediocres, profesionalizados como políticos, chantajear y acorralar a todos los demás, desde un Papa del que se arranca una bula hasta una simple campesina a la que se le aplica el derecho de pernada.

d) La "mala conciencia" (o debilidad) en los idiosincrásicamente "neutrales", que permite la aplicación de un "chantaje a las masas" así como a "las minorías" militantes (pertenecientes a la competencia, esto es, al conjunto de los líderes potenciales y aliados), cuyo objeto es la neutralización y si es posible el reclutamiento. (Una cosa disponible y por ello aprovechable, claro.) Se realiza hasta el límite de la amenaza a los colaboracionistas (para lo que no hace falta sino la neutralidad crítica de tipo liberal, por ejemplo) a quienes se desprecia en primera instancia y se acusa de traición, o sea, de ser más peligrosos y despreciables que el propio enemigo declarado (llegan a constituirse en "el enemigo principal" en nombre de la lucha contra aquel, y en objetivo a aniquilar de no convertirse en buenos y leales militantes.) Trevor-Roper da cuenta, por ejemplo, de las arremetidas contra "todo aquel que no crea hasta el más mínimo detalle grotesco de la nueva demonología" (ibíd., pág. 132) o de las críticas que recibiera Erasmo por su "incredulidad" acerca del fenómeno de la brujería (ibíd., nota 64, pág. 139) y enumera casos posteriores notables de quienes corrieron "grandes peligros" (ibíd., pág.143 y desde la pág. 154 en adelante) (5)

e) Como bien señalara Trevor-Roper, "La mitología devino (y devendrá una y otra vez) en un folklore establecido que generaba (y la generará una y otra vez) su propia evidencia" (Trevor-Roper, op. cit., pág. 127), que "una vez lanzadas, adquirieron impulso propio" (ibíd.) Sin duda se trata de "fantasías recurrentes", pero "necesarias" a la fragmentación adoptada y cada vez recompuesta.


Esta visión sin duda excéntrica (a tenor de lo que se prefiere mantener) se apoya en el reconocimiento de una indiscutible herencia recibida de nuestros más primitivos ancestros, la de la grupalidad (para la claridad de este concepto y sus implicaciones, remito, de manera perentoria, a El mito de la educación de Judith Rich Harris así como a los textos citados de Mary Douglas), y en la evidencia de la fragmentación social que fuera instituida en un momento dado de la historia, como producto inseparable de la domesticación, vía regia no tecnológica (6) para incrementar el poder de los más predispuestos (y capaces, aunque no en el sentido moderno del término) para ejercerlo; esto es, "los más fuertes", los más "arriesgados", los más "astutos", los menos "escrupulosos", etc. Una vía o sendero que sin duda iría ahondando, con cada nuevo paso a través de la espesura y en concreto mediante la casi automática selección artificial impuesta por el propio curso de las cosas, el abismo que separaría a aquellos de los "débiles" y sometidos (y educados) con el recurso de la fuerza al menos al principio.

Si nos dejamos de introducir al "maligno", es obvio que allí donde estos aspectos se pongan de manifiesto, allí tenderán a producirse los fenómenos señalados. Y si no introducimos al "benigno"... será sólo uno u otro estado de las relaciones de fuerza decisivas el que determine hasta dónde se puede llegar.

Este enfoque parece el único capaz (yo, por el momento, no veo otro) de dejar atrás la sorpresa que acaba enmudeciendo así como el recurso a la metafísica que acaba en la reiteración del mito, la defensa del slogan y la complicidad hipócrita. Y así queda expuesto en apretada síntesis.

En todo caso, quede claro (y las referencias al presente inmediato están ahí demostrándolo) que entiendo la reflexividad en general y la mía en particular como una herramienta al servicio de la supervivencia, es decir, al cálculo que podría evitarnos una sorpresa más de aquellas, salida no se sabe de qué Radio o de qué televisión... de qué consignas...

Y eso, a fin de cuentas, pertenece a Lo Político.




Notas:

(1) Los grupos de homos occidentalis, en realidad como todos los grupos humanos de la Historia, se  ha situado en un supuesto plano superior signado declarativamente por "la no-violencia" como una de las principales opciones tácticas que reflejan su adscripción a la "racionalidad". Creo que la absurdidad del mundo y la sensación de indefensión y aleatoriedad en la que hoy vive la gente han desplazado a "La Razón" honesta (dentro de lo que cabía) como signo de los tiempos en favor de la seudorracionalidad variable del tacticismo que se practica desde los gobiernos de todas las instancias de poder, más o menos globales, más o menos continentales, más o menos nacionales, más o menos locales y... más o menos políticas (en referencia a que se manifiestan en todas partes, como las Universidades o las Grandes Empresas). Entre las opciones que se eligen según el momento, "la no violencia" está indudablemente de moda y es asociada con derechos, democracia y justicia como si de aquella se derivaran naturalmente estos.

(2)  Ciertamente, predominan los pruritos autorrepresores en amplios círculos de las poblaciones del Occidente, al punto que podríamos atribuir algo propio de una "zona de frontera" lo que sucedió en los Balcanes, y a la "locura" el reciente "acto individual" pro-nazi de Noruega este mismo año. Las poblaciones, eminentemente racionalizadas mediante la educación escolar y familiar bajo condiciones de "bienestar" y con iconos referenciales del tipo "no violencia" y "no crueldad" (que se aplican de manera relativa en cualquier caso), se sitúan sin embargo al borde de la violencia intergrupal (donde los grupos se definen progresivamente donde no los había exactamente). Todo comienza como un alud para luego ser imparable hasta que provoca un estado de colapso significativo o entran en juego elementos de fuera (convirtiéndose en factores interactuantes en el marco del entorno). Cosas como la propia "no violencia" cambian a violencia... en nombre de la consciente o inconscientemente provocada en el ejército contrario; por ejemplo, el de la policiía que ya está predispuesta de por sí a ejercerla (es su mandato), a la que se acusa de excesos que deben ser contestados. Se sabe de la participación usual en medio de las multitudes de agentes especiales capaces de iniciar el fuego o avivarlo (que no tienen por qué estar al servicio de un Estado, al menos oficialmente).

(3) "...vemos la persecución de la herejía como intolerancia social", sostiene Trevor-Roper (La crisis del siglo XVII, Katz Editores, Bs. As., 2009, pág. 118), lo que respondería al temor popular hacia lo extraño, lo diferente, lo insumiso, "la heterodoxia o disconformidad social" (ibíd., pág. 121) -que acabará reduciendo a meros transtornos patológicos- que se desatarían "en tiempos de introversión e intolerancia" (ibíd., pág. 119) Si se quiere, se puede tomar la acusación al propio pueblo (ibíd., pág. ) como un hallazgo o en todo caso como la reafirmación de algún otro descubierto anteriormente en el que se insistiría, pero lo que sostiene Trevor-Roper no explica lo fundamental (dando no obstante matices ciertos de la superficie y no de la raíz) sino más bien y en el mejor de los casos sugiere una tautología que sería históricamente innecesaria o superflua: los opresores, que son tomados de manera indiscriminada y vaga, ya aparecen como dueños de la situación, como "clase dominante", y las masas no amenazaban ni, como de costumbre, podían amenazar esa dominación ya que algo así nunca está en la perspectiva de las masas (y cada vez menos gracias a la complejización); en otras palabras, no tienen posibilidad alguna de plan alguno de conquista, siendo, además, meros instrumentos al alcance de unas u otras facciones en su lucha por el poder y en sus auténticos planes de conquista... contra las facciones enemigas de su misma especie (véase más abajo en el texto el punto a.)

Trevor-Roper acaricia uno de los puntos clave del problema aunque sin sacar las conclusiones que de ello se pueden derivar, al mencionar el rol decisivo de "los frailes", de los "inflexibles funcionarios" o de los "tribunos del pueblo" locales (ibíd., pág. 123) que presionaron a través de su pirámide jerárquica (creando evidencias de manera paulatina y chantajeando de hecho a sus superiores). En sus palabras: "cruzada evangélica emprendida por los frailes" -ibíd., pág. 119-; "presión (...) desde un nivel inferior, desde las órdenes misioneras" (ibíd., pág. 123); etc., que se desarrolló hasta conseguir que las bulas papales institucionalizarán sus prácticas, para lo cual tuvieron que desdecir una vez más el dogma fundacional del cristianismo en base a las cuales (y a la posesión de un espíritu ilustrado) "En general, la Iglesia establecida se oponía" -ibíd., pág. 123-). El punto c se relaciona con esto.

No es así del todo correcto, por más que suene a hallazgo y a pretensión de toma de conciencia ("una advertencia saludable para que nunca creamos" en la verosimilitud de "brujas" o "cucarachas", pretende Trevor-Roper -ibíd., pág.136-) que "los tribunos, a su vez, respondían a la presión popular" (ibíd., 123), sino que la agitaron aprovechando astutamente sus temores unos pocos salidos de las propias filas del pueblo, como no podía ser de otro modo, y como sigue sucediendo con los "pequeños líderes" presentes indispensablemente en todas las movilizaciones y movimientos de masas. Así, es cierta "la cooperación de la sociedad", pero no tal y como lo expone Trevor-Roper. Sin duda, de la masa del pueblo resentido y deseoso de protección, nacen los "tribunos" arribistas que enlazan con el fragmento social dominante, al que a la vez sirven, chantajean y si resulta aparentemente mejor, traicionan. Aquí la patología, si cabe considerarla como tal, no es la locura ni el miedo sino la debilidad y la cobardía genealógicamente reproducida con mutaciones e imperfecciones a lo largo de los tiempos, a la vez, útil y problemática para los estamentos dominantes y/o conquistadores en lucha fratricida.

Trevor-Roper, cuyo argumento "la razón verdadera subyace a la razón alegada" (ibíd., pág. 119) se vuelve en su contra poniendo en cuestión su propia explicación racionalista (apenas fundada en "otra" ciencia, la de la psicopatología -ibíd., pág. 133), arremete a la vez y muy verazmente contra la falsa contraposición entre racionalismo y escolástica ("El clero y los hombres de leyes del siglo XVI eran racionalistas. Creían en un un universo aristotélico y racional..." -ibíd., pág. 133-) como la que hoy se agita en España a la manera de una verdadera caza de brujas en germen puesta en marcha por los nuevos jóvenes y no tan jóvenes "tribunos" del presente, desplazados hoy a la frontera del fructífero bienestar social, donde la brujería sería ahora la doctrina visible o supuesta de los antiguos cazadores (las manifestaciones contra el Papa durante su visita llegaron ciertamente a la violencia sin contar con que ya se arremete con violencia verborrágica de por sí, aunque como exteriorización de lo que más ampliamente compondría "la derecha", aherrojada así al "clericalismo", al "machismo" y a la "defensa de la educación y sanidad privadas", de cuyo abrazo no logran zafarse... ni siquiera los liberales ateos, los capitalistas homosexuales o las mujeres ejecutivas). Poco y nada ha cambiado conceptualmente hablando, ya que la militancia anticlerical española tiene una obvia función en la compleja e irregular lucha interburocrática al lado de la "memoria histórica", "la alianza de civilizaciones", la educación pública contaminada ideológicamente por medio de la "educación para la ciudadanía", etc., todas piezas de la estrategia del zapaterismo para perpetuarse en el poder (hasta ahora y desde mañana...) mediante la estratagema de inducir una identidad negativa en el contrario.

(4) Recomiendo repasar las elucubraciones y declaraciones de Sainte-Beuve que tuvieron lugar a mediados del XIX acerca del proceso de proletarización y burocratización de los creadores de cultura  que él mismo experimentó en carne propia (véase W. Lepenies, ¿Qué es la intelectualidad europea?, undécima conferencia, Galaxia Gutemberg/Círculo de lectores)

(5) Trevor-Roper nos ilustra acerca de la para él secundaria consecuencia y para mí verdadero objetivo del proceso, señalando ejemplos más que numerosos y sobre todo significativos de presión, condena verbal y escrita, defenestración y hasta quema en la hoguera que afectó a las personalidades acusadas de "vacilantes", "blandas" y "cómplices criminales del diablo" (op.cit., pág. 156) que en realidad no  cuestionaban ni combatían la creencia en la brujería en sí, sino que atacaban a sus verdaderos enemigos a los que se resistían cuanto podían (a veces en secreto o en modo anónimo), la "clase" de los torturadores (ibíd., pág. 167). Entre esos casos hay jueces (ibíd., pág. 142) e incluso reyes (ibíd., nota 103, pág. 156) y obispos (íbid., nota 135, pág. 171). La propia aceptación por los críticos de la existencia de las brujas y  su objeción centrada en el uso de la tortura (que producía fabril y febrilmente brujos a mansalva) demuestra por otra parte entre quienes se establecía el auténtico conflicto por el Poder del que la caza de brujas y la demonología eran racionalizaciones al servicio de otra lucha. Y si el proceso se interrumpe... es porque sencillamente conducía a la inoperancia social, o sea, al colapso.

(6) Es innegable que la fragmentación y la domesticación de unos hombres por otros (para mí inevitable e idiosincrásica) haya sido indispensable para e inseparable del desarrollo de la Tecnología y de la Ciencia Contemporáneas y con ello del predominio occidental. Esa domesticación, que empieza siendo aplicado a las plantas, a los animales y hasta a las mujeres, dando lugar a las diversas sociedades fragmentarias primitivas, lo que fue trazado el camino y orientando en gran medida el rumbo futuro o posible. Y una vez instituidas, esa herencia ancestral ya no se podrá erradicar ni corregir, sino por el contrario se irá consolidando hasta  un punto en que, me atrevo a afirmarlo, ni aunque la tecnología alcanzase un grado teórico de desarrollo suficiente podría permitirlo (es más, no podría impedir el colapso que el proceso va perfilando; colapso que, si adoptamos un cierto sentido lógico, cabe pensar que haría posible "otra cosa" a posteriori del mismo.

De todos modos, basta considerar sólo lo evidente para deducir que esa herencia actuará como el mejor de filtros para que puedan alcanzarse fines hipotética y racionalmente emancipadores, es decir, idílicos y/o anclados a los residuos del presente paradigma. En otras palabras: que nunca se valorará tal herencia como... suficiente para permitir "el salto emancipador". Por el contrario, siempre llevará a justificar la estructura social que la sostiene, conserva y desarrolla; esto sucederá con tanto frenesí como el que asistiera a los cazadores de brujas en su tiempo a las más increíbles e irracionales campañas.  La fragmentación impone límites que no admitirá nunca franquear. Por eso necesita pedirle cada vez más a la tecnología o evitar que se direccione o se limite amenazando su permanencia.

Los famosos y tan admirados desarrollos tecnológicos de la antigüedad muestran que esto último siempre fue así: mayas, incas, egipcios, persas, babilonios... realizaron obras ciclópeas aplicando conocimientos dignos de un puesto en las mejores Academias Renacentistas, pero apenas si se consideraban a sí mismos como "genios" y daban a sus conocimientos y a su trabajo otra dimensión que escapara a la función de servir a su Rey y a los dioses que este representaba. Esa tecnología (¿"fuerzas productivas"?) no cuestionaron nunca las "relaciones de..." dominación e incluso no iban más allá de lo que estas requiriesen (incluídos el "derroche", la "destrucción", el "gasto", el "desaprovechamiento" de lo existente o dado, etc.). Hoy, sólo se han redefinido algunos términos y en una nueva "inversión" de las cosas se llama "productivo" a aquello que permita consolidar y reproducir las mencionadas relaciones de dominación.


Claro que el mecanismo en marcha no es "perfecto" ni mucho menos y una y otra vez pone en cuestión el estado de cosas. Son los momentos en que nos acercamos al colapso, que renace y se frena a raíz de la pripia dinámica.

14 comentarios:

Váitovek dijo...

Carlos:

Francamente brillante. Sin embargo, te acabas comiendo el rabo cuando apuestas al final por la razón como el medio para no morir/no matar.(Al menos hoy).
Por eso siento yo ese deprecio absoluto hacia la "razón", y así llamamos racional a todo aquello que evita la muerte, cuando es evidente que la muerte y la destrucción es aquello que fundamenta toda generación.
Te dije una vez que no se puede salir del árbol de la destrucción y la creación y de su fruto necesario, la vida o el ser (que los indios codificaron en su célebre Trimurti)

Y haces bien en señalar que, para una cultura fundada en el Bien como idéntico a dios, luego transmutado en el "futuro perfecto", espejo del "pasado perfecto o paraíso" de los antiguos, la violencia es inexplicable y la estrategia final frente a ella consiste en hacer como que no se ve.
Lo cual convierte la ANGUSTIA en el centro del corazón del Hombre Blanco, y produce, inevitablemente una escalada de violencia en todos los órdenes como no ha visto la historia jamás.Pero NEGADA.
Por eso los que la sufren son condenados a la invisibilidad.
Y no se lleva a los hijos a los cementerios, etc.
La violencia alcanza así su abstracción última y su máximo despliegue, como bien señalas cuando ansiosamente todo el mundo pregunta por las CIFRAS DE MUERTOS, TIPO DE MUERTOS Y FORMA DE MORIR, para juzgar si debe o no debe permitir el ingreso en su conciencia de la última matanza.
Tu "razón" como estrategia de supervivencia durante otro rato - ya que esta razón es tan tonta y cobarde que hace de su primer axioma ignorar que la muerte es parte del sistema del mundo- sólo se diferencia de la "razón" de la descripción magistral que has hecho de el poderoso ( el Matón, precisamente)en que la tuya, todavía anclada en la pudibundez del sistema eclesial heredado de la estupidísima Grecia, sólo se conjuga en voz pasiva : No morir hoy.(pero nunca matar para lograrlo)
El matón, más avisado, se da cuenta de la parcialidad de virgencita de los que conjugan sólo en voz pasiva, y concluye acertadamente:Matar es la mejor manera de no morir hoy, y durar lo más posible.
Luego, hasta que no aceptes la necesidad de matar como parte esencial de la "correlación de fuerzas", la única conclusión posible que puedes alcanzar es la que siempre alcanzas con admirable rigor:Nada se puede hacer, y todo acaba girando para acabar en lo mismo.
Y tienes razón. Porque la única acción que introduce cambios en la quietud del mundo virginal es el verbo fundamental: Matar.
Sólo se rompe este círculo mágico mediante ese verbo, pero no como matanza de los débiles para comérselos como hacen los poderosos, sino atreverse a matar a los dioses, a los poderosos, cosa que sólo puede hacer el que ha aguantado el "no matar" hasta el extremo, y por fin se ve liberado para hacerlo frente a un superior, un dios o poderoso.
Si entonces sólo acepta la guerra libre, el combate entre iguales que conjuga la muerte a la vez en voz pasiva y en voz activa, entonces el templo queda desierto y todos los dioses mueren.
Si cede a la tentación de ser un nuevo dios y ponerse la piel del antiguo y matar a los débiles para comérselos, entonces el ciclo se reanuda y tienes toda la razón entonces en que toda Revolución no es más que una revuelta palaciega con muchos convidados de piedra que sólo marca la transición hacia otra tiranía.
La clase de hombre que no cede a la tentación referida es el tigre, no el león.El autarca, que "pasa" tanto de mandar como de obedecer, y que cuando hay que matar, mata, y cuando hay que dar vida, da vida.
El mundo produce uno entre cada cien millones como mucho.Pero, como las meigas, "haberlos haylos"

Carlos Suchowolski dijo...

Me satisface haberte hecho soltar esa expresión de goce intelectual, je… era el objetivo, lo es siempre. Gracias.

Entrando en tema: ¿Dónde he podido yo apostar por "la razón" como "arma" para y/o contra lo que sea? Sobre el tema ya le contesté a Hugo en el post sobre la indignación. No, el sentido era otro (y si veo que no se entiende así, corregiré el párrafo): se trata del hecho de que quienes se han conformado de una determinado modo, "los racionalizados" de los que hablo, declaran y sienten que se refugian en "la razón" (y "la lógica") para no matar y no violentar (dentro de ciertos límites, ya que la violencia psicológica es más aceptada y practicada o al menos se la mira con más condescendencia, reservando el nombre para "casos extremos") o la "imposición ideológica" que es violencia sin duda alguna, como TODA la educación (sea occidental o patriarcal) que tiene sus castigos, sus popes, y sus guardianes…

Por otra parte, eso de que "no se puede salir del árbol de la destrucción y la creación y de su fruto necesario, la vida o el ser (que los indios codificaron en su célebre Trimurti)" tiene mucho de cierto pero también de mito y de ritual. Desarrollar esto me puede llevar a un pequeño ensayo… No sé si bastaría de momento algo muy esquemático:
a) cierto que es observable en todos los órdenes del ser que los entes emergen y desaparecen, en parte transformados. Estas transformaciones llevan en un cierto ámbito a acabar con la vida y/o la conciencia (para que una y/o la otra "operen" hacen falta una conformación específica -de la materia- que la transformación estropea haciendolas inviables). Eso sería, para "individuos con vida", "la muerte", que leemos de muchas maneras más sofisticadas cuando acaba con la conciencia (propia).
b) Justamente, esas lecturas de la muerte, y de la vida, tal como las procesamos, dan lugar a mitos. Por ejemplo: el del potlatch, que es una forma de "asemejare al dios" que lo explica todo o casi todo (fertilidad de la tierra, nacimiento del hombre, nacimiento de la capacidad o facultad de reflexionar, etc.)
Repito: son sólo apuntes parciales que tratan de reenfocar el tema.

Así, se puede caer en otros tantos mitos explicativos (incluso el de la ciencia), algo que empieza cada vez que consideramos una interpretación humana como "absoluta". Esto requiere más desarrollo aún que lo anterior y es parte del "pequeño ensayo".

Y no me acuses de que yo haga "lo mismo", ya que la diferencia estriba en que yo no doy mis tesis por separadas de mi actual idiosincrasia y de mi mundo. El propio lenguaje obliga a emitir juicios (para establecer una relación y no para "llegar a la verdad", relación que puede ser de dominación en uno u otro grado, o enmarcarse en una "alianza necesaria", etc.) Creo que estamos muy condicionados y limitados...

(sigue por tamaño, je...)

Carlos Suchowolski dijo...

(resto de la respuesta a Dhavar:)

Mi mención, pues, a la "razón como estrategia de supervivencia" es según creo una de muchas en la historia, pero la dominante hasta ahora en Occidente. No lo digo en sentido absoluto.

"El matón" de HOY (y desde que se crearon instituciones legislativas, diría yo), puede matar porque le dan legitimidad racional para hacerlo: lo nombran (policía, soldado, guardaespaldas, asesino profesional, torturador, interrogador… ¡incluso médico paliativo!)

Claro que "la muerte es parte del sistema del mundo" pero está en un plano distinto de la "razón de la descripción magistral que has hecho de el poderoso".

Insisto en que mi herencia griega no me obliga a poner la razón por encima de la supervivencia, sino lo contrario. Entiendo desde todos los ángulos a "la razón" como producto surgido de la pulsión instintiva y en un origen de la mecánica reproductiva (primeras formas de la vida). De todos modos, Tucídides era griego, y supo ver que mediante la razón no se hace gran cosa, al menos no se deciden los grandes acontecimientos masivos.

¡Claro que acepto "la necesidad de matar como parte esencial de la correlación de fuerzas", otra cosa es que me ponga a matar convencido de que así haré algo que pueda llevar al mundo que a mí me gustaría que existiera (lo que es una utopía más y lleva a lo ya visto… porque jefaturas arcaicas hoy son ya imposibles salvo un colapso que lleve a un reinicio y no a una "solución absoluta"). Para intentar y fracasar ser tirano mejor yo que nadie, y sin duda que tendría "razones" para hacer lo que sea… entre otras cosas acabar con la competencia inmediata, si acaso montando una "racional" caza de brujas para doblegarlos o "una noche de cuchillos largos", ça depend. Mi negación a "hacer" se refiere, como le contesté a Hugo, a un "no intentar siquiera" ponerme a la cabeza de nada, de ningún cambio, de ninguna utopía, ni siquiera promoverla, etc.

Por fin, llegas a mis conclusiones:

"Nada se puede hacer, y todo acaba girando para acabar en lo mismo.
Y tienes razón. Porque la única acción que introduce cambios en la quietud del mundo virginal es el verbo fundamental: Matar."

…aunque yo no diría "matar" o "exterminar" solamente, ya que podría haber una solución dominante que nos haga a muchos esclavos indolentes: la tecnología podría orientarse por ahí alguna vez… Y la humanidad no por eso no seguiría cumpliendo su simple leit motiv...

"… la guerra libre, el combate entre iguales…" encierra otra de esas utopías: hay que instaurarlo, legislarlo, imponerlo…

"El autarca, que "pasa" tanto de mandar como de obedecer, y que cuando hay que matar, mata, y cuando hay que dar vida, da vida."… es una figura mágica. Los casos nunca son tan puros como los que se sueñan. Tampoco estarías contento con ese tirano, ni nadie. El error de Nietzsche fue creer que podían venir "del futuro", y Heidegger creyó que ya habían llegado…

Un placer, un encanto de intercambio. Hasta siempre.
Carlos.

Váitovek dijo...

No es otro tirano.Mata al tirano (al dios en primer lugar, que hay que joderse cómo se han multiplicado en toda clase de nano dioses patéticos desde que se borraron la cara y pasaron a llamarse conceptos).

Ej práctico:
1.Un hombre está violando a una mujer. Llega otro y lo mata. A continuación prosigue él con la violación.
2.Lo mismo, llega el segundo y mata al violador. Y se marcha, o lleva la mujer a su casa para que la cuiden, o lo que sea.NO LA VIOLA A SU VEZ.

Yo tengo clarísimo que pertenezco al grupo 2 y siempre lo haré.Por tanto, afirmo que existo, contra tu tesis de que eso son cuentos chinos, que todo el mundo sin excepción pertenece inevitablemente a la clase de capullos del grupo 1. Tú a cúal perteneces?

Porque "matar" se dice de 2 formas aunque se use la misma palabra y la misma acción (por ej, cortar el gaznate).

Y la corrupción, impotencia y villanía de la humanidad actual, su blandura cobarde, nace de que le han dicho que es lo mismo matar al que está violando a una mujer que matar a su padre para poder violarla.Que todo es la misma "violencia".

Y entonces pretende liberarse, a la Nietszche, manteniendo esa confusión fundamental entre las dos muertes, y soñando entonces con la bestia rubia y por tanto soñando con extinguir la conciencia y unirse al bando de los asesinos (y, claro, enloqueció, afortunadamente para él).

Así que:

a) Sostengo que existo (incluso en el colegio, era un broncas total pero sólo me pegaba con los mayores, esto lo pueden certificar muchos)
b) Sólo mato al tirano
c) Matar al tirano y las matanzas que ejerce el tirano no sólo no son lo mismo sino que están en los dos extremos más alejados posibles del universo.Se parecen como un huevo a una castaña.

Mucho cuidado con ésa confusión, que te está, en mi modesta opinión, devorando y te tiene atado por la frente.Reconocer al mal como parte necesaria del mundo, articulado con el bien y el ser produce una auténtica mutación en el significado de los tres.
NO produce el consabido el "bien también es mal", todo así por simepre de las brujas de Macbeth.
Aunque reconozco que éste es el auténtico "filo de la navaja" por el que hay que cruzar sobre el barranco.

Abrazo

Carlos Suchowolski dijo...

Bien, amigo, ha aflorado la diferencia de enfoque. Obviamente, disiento con uno que absolutiza (precisamente) los "conceptos" morales "intuitivos": la moral de la que cada uno (tú en este caso) experimentan certeza da y ha dado pie a juicios absolutos que sólo pueden atribuirse a "lo revelado" (a uno mismo o a los ancestros para luego ser simplemente trasmitido por la senda de la tradición). Una opción residualmente y tributariamente talmúdica por cierto y que en el mejor de los casos lleva a predicar "con el ejemplo" (y en el desierto) con tan poca perspectiva como las de las demás racionalizaciones (porque, no lo dudes, se trata de una moral racionalizada, o sea, post-mosaica, post-talmúdica). Se podría decir que es cuasi pre-filosófica (cuando yo pretendo ser post-filosófico; sin duda, en las antípodas).

Ahora bien, en términos prácticos, me gustaría saber cómo defiendes:

a) que tu individual experiencia e idiosincrasia merece ser imitada y, aún más, debe serlo.
b) si nos movemos del caso "casero" del violador-tirano de tu "ejemplo práctico" hasta el plano histórico-social y a la actualidad donde los problemas tienen una dimensión política e intervienen complejas interacciones nacidas de las previas y así desde capas y capas sucedidas las unas a las otras, capas que dieron lugar a agrupamientos específicos, a una "selección artificial" concreta favorecedora y conservadora de una determinada fragmentación social y de la instauración de un estilo básico de pensar y otros secundarios pero subordinados al primero, etc, etc... Si nos situamos en ese plano, ¿cómo se mata al tirano sin encumbrar a otro sea o no uno mismo? y ¿quién el tirano, dado que las camarillas se suceden todas similares a sí mismas y dentro de ellas se suceden los seudo-tiranos, de una mediocridad y mezquindad propia de rateros y no "a la vieja y noble usanza"?

Incluso en el ejemplo tuyo, caso 2: "abandonar a la mujer o cuidarla"... cómo, eternamente, montando guardia a su lado para que no se le acerque otro tirano-violador? ¿Y las demás? ¿No es ese ejemplo meramente autocompensatorio a la manera de "El perro andaluz" de Buñuel donde tras libera al perro de correr bajo el carro y darse la vuelta... inmediatamente pasa otro, o sea, nada cambia salvo la sensación del liberador de haber hecho algo grande? Y si la idea es dar ejemplo para que cunda, o de algún"otro modo" (¿tiránico quizás?) se pretenda que "todos" se comporten así hasta que no quede ninguno (tirano)? Dime:

c) qué camino sería para tí el eficaz o dime a cambio si eso te da igual y sólo te importa lo que a tí mismo atañe... cosa que se parece demasiado a la de quien cree en la salvación individual que ha campeado sin crítica, precisamente, hasta que Nietzsche la expulsó de los lugares sagrados de la "buena conciencia".

Esto atendiendo sólo a lo fundamental de las diferencias.

(sigue...)

Carlos Suchowolski dijo...

(continúa...)

Otra cosa es el adjudicsrme a mí y a Noetzsche un "relativismo" que ninguno defiende. Decir que los hechos no responden a una moral previa absoluta ni en lo individual ni en lo colectivo (y los hechos lo demuestran llevando a los más sensibles a ver el mundo como "absurdo" -Camus, por ej.-) no es ningún relativismo sino en todo caso un criterio basado en un complejo y sofisticado determinismo (no predeterminado sino emergente a base de las interacciones presentes emergidas previamente y así...). Yo ni Nietzsche decimos (¿dónde?) que "mal" y "bien" sean equivalentes como cosas objetivas, es decir, ontológicas, y absolutas o incondicionales. Decimos que una cosa y la otra son referenciales, son conjeturas, contextuales, ligadas a seres concretos que responden a la manera de sobrevivir que creen más acorde con su idiosincrasia, y por eso la adoptan (como la tuya, "desde el colegio", te lleva a adoptar, aunque con contradicciones y ambigüedades, tu propio punto de vista. Si los hay tan diferentes unos de otros (en sentido estricto tanto como individuos, aunque se produzcan necesarias aceptaciones mutuas y en especial en una dirección, la dominante) es por algo real y concreto y no porque Dios no hizo bien las cosas ni nos hizo perfectos ni nos dejó una libertad que permitiera que fuesemos probados durante una vida terrenal de trabajo y sudor... para saber qué vida eterna nos será adjudicada (ese Dios hebreo más o menos heredado por el cristianismo que pone a prueba a los hombres con una crueldad digna de mejores ocupaciones: la verdad, Dios podía haber hecho mejor cosa,,, haciendo música celestial para una audiencia de ángeles).
Señalar, descriptivamente, el origen genealógico de lo presente no lleva a un relativismo sino a los hipócritas que esconden su propio absoluto, por lo general conservador (del mundo tal cual es), Yo reconozco que mi idea de lo bueno simplemente es particular, que no tengo derecho a darla por la mejor (la idea de "mejor" ya requiere un Dios que no la revele, sea la Razón divina o la Razón adjudicada al hombre por Él, o sea el Destino, etc. -todas conjeturas, invensiones...-), que no tengo derecho a imponerla aunque hubiera o haya modo de hacerlo. Es más: entiendo o concluyo entendiendo, que no hay nada que en sentido estricto se pueda imponer... ya que ni los tiranos ni los dioses imponen nada que no se les haya impuesto (a grandes rasgos, claro) por causa de su historia y de la del mundo con la que se topan, todo ello un producto muy complejo debido a múltiples interacciones. Por eso pensamos dentro de ciertos límites y por eso andamos todos describiendo más o menos los mismos círculos aunque los pretendamos describir y adorm¡nar con mentiras más adecuadas a nosotros mismos.
Con mis mejores intenciones de elucidar qué hay detrás de las cosas y llegar a la raíz de ellas,
Un abrazo,
Carlos.

Hugo dijo...

Me está gustando el debate. He de reconocer que ambas posiciones tienen su atractivo. Por ejemplo, la parte en la que Carlos dice:

Mi negación a "hacer" se refiere, como le contesté a Hugo, a un "no intentar siquiera" ponerme a la cabeza de nada, de ningún cambio, de ninguna utopía, ni siquiera promoverla, etc.

Tiene un toque taoísta que en cierto modo me atrae ;)

http://es.wikipedia.org/wiki/Wu_Wei

También creo que hay algo de verdad en lo que dice Dhavar...

Mucho cuidado con ésa confusión, que te está, en mi modesta opinión, devorando y te tiene atado por la frente.

... y que se puede aplicar a todos los que filosofamos o hablamos de filosofía, esto es, el peligro que tiene quedarnos en nuestra "torre de marfil", empacharnos de racionalidad y dejar de lado acciones como pisar la tierra con los pies, convivir con otros animales, oler la tierra que cultivamos, ayudar directamente, con lo placentero que es eso para la mente, a personas o animales no humanos que necesitan nuestra ayuda, etc. Algo parecido insinué en este tweet, inspirándome en un libro de Max-Neef:

http://www.max-neef.cl/download/Max_Neef%20_Economia_descalza.pdf

Un abrazo.

Carlos Suchowolski dijo...

Oscar, me alegro de tu participación. No es sencillo trasmitir lo que uno es a través de lo que uno está elaborando con una cuota de innovación considerable. Lo nuevo atenta contra el oído ajeno, acostumbrado a otros discursos y mitos.
Lo que está en desarrollo a su vez arrastra resabios quizás insolubles... al menos por el propio descubridor (hace falta la mirada ajena y un tanto distante para "leer bien" -en un sentido starussiano- lo que se pretendió decir y no se llegó tal vez a decir... y en todo caso a darle algunas vueltas y recrearlo todo. Eso siento que me/nos pasa. Eso creo haber hecho con Nietzsche (cuatro posts sobre el tema no hace mucho: "Más allá del bien, del mal y... de Nietzshe").
En cuanto al posible contacto con el taoismo... no me atrevo a desmentirte del todo ya que no lo domino ni lo he puesto bajo la lupa. Una cosa es cierta: su pensamiento ya no encaja en este mundo porque su mundo era otro. Y desde mi criterio de considerar que siempre existe un vínculo entre el discurso y la historia/lo social... no me queda sino suponer que el contacto puede ser de aerlo debido a circunstancias similares de "ausencia de espacio" para realizarse... y tal vez un "halo profético" potencial que me caracteriza y que tal vez tenga un contenido genético muy remoto... no sé en realidad, y hay un poco de ironía en mis palabras (la que conduce al inconsciente tal vez, como habría dicho Freud).
Por lo demás: insisto en separarme de la filosofía y del ejercicio del trabajo filosofófico. Prefiero ser considerado y considerarme "un crítico", un "analista", y no un elaborador de "sistemas". Pero... yo no puedo mandar sobre las interpretaciones ajenas, oh, pena... y sólo con muchas repeticiones cruzadas pueda conseguir ser "bien leído".
En general, de todos modos, creo que los pies en la tierra lo tiene todo humano aunque a algunos nos no lo parezca: cuando el místico se "eleva" en realidad se construye unos argumentos conjeturales que le permiten vincularse con los demás de una manera... a fin de cuentas, "cómoda" (al menos en un cruce de compromisos complejos entre psicológicos, sociales, constitutivos e históricos); adopta en fin un papel en el mundo, donde no es posible adoptar "cualquiera" libremente, por ejemplo: ser zapatero remendón habiendo entrada en el mercado de zapatos made in China...
Un abrazo y hasta siempre.
Carlos.

Váitovek dijo...

Carlos:

Hemos invitado a nuestros "yo" y ambos han aceptado.Ahora "entramos en faena" de verdad.Y que esto haya sucedido partiendo de las lejanías de lo "epistolar electrónico", centrado además en lo genérico y la polis, convierte este debate en una pequeña pieza del viaje siempre renovado del diálogo a la Sócrates.
Un auténtico placer.

Pero esto exige, como en todo, ser rebasado y negado cuando alcanza su plenitud.
Es decir, la respuesta requiere que nos despeguemos de lo escrito y saltemos a lo oral y su infinita agilidad, destreza e inmediatez.
Y, como no somos griegos, no tomaremos vino sino cerveza.

Sólo te dejo apuntadas un par de cosas:
-Ni siquiera lo absoluto es incondicionado o a sé.Obviamente. existe únicamente porque existe a su vez lo no-absoluto.Por tanto, existe como relativo a su negación.
-La relatividad tampoco es a sé, obviamente, sólo existe porque existe lo absoluto y como negación del mismo.
- Tampoco la Negación puede ponerse a sí misma.Existe únicamente porque existe la Afirmación, que a su vez existe sólo porque existe la Negación.Autollamarse "sólo Negador" es permanecer ciego a este hecho incontestable.
-Ni siquiera la NADA (el más encantador de los conceptos, el úncico que va en pelotas exhibiendo su contradicción constitutiva)
-Entonces, del "coro al caño y del caño al coro?
-Grave error.Tampoco la dualidad puede constituirse sin poner un tercer elemento entre los dos que se separan.
-Por tanto, no es que cada cosa sea constituida (afirmada) por la negación de otra, sino que cada cosa es constituida por la negación de DOS COSAS.Todo tiene DOS contrarios.
Ej: La Lateralidad
Izquierda= NO Derecha y No Centro
Derecha = No Centro y NO Izquierda
Centro= No Derecha y No izquierda
Ej: La Trimurti
SI= NONO y NOES
No= NOSI y NOES
Es= NONO y NOSI

Muerte/nacimiento/Vida
- / + / =
Palabras/Conceptos/Cosas

En una palabra, del desgarro en la dualidad no se sale "eligiendo" un lado o diciendo que el otro lado " en realidad no existe", sino añadiendo el término mediador, ése que los lógicos binarios dicen que no existe (tertium non datur).

Eso nos lleva, por ejemplo, a Carlos Suchowolski y su autoconciencia.Y a la relación entre sus mitos o revelación, donde todo está en su total densidad (Sus novelas)y el fruto de su reflexión con su Revelación ( Su discurso)
Ese fruto es la Inteligencia de Carlos, su visión, que, trabajando sobre la imagen mítica, engendra el discurso de Carlos.
O qué creías, que aunque nunca lo mencionamos no tengo siempre bien presente cúal es tu centro "absconditus"?

Le siguiente capítulo, con cerveza.

Un abrazo

Carlos Suchowolski dijo...

Vale, lo dejo para el dring en lugar de para el sturm. Será más fácil... rebatir la trinidad lógica con la diversidad de la imperfección ontológica.
Pon día, hora y nombre de los padrinos ancestrales y quedamos.
Un abrazo.
Carlos.

Váitovek dijo...

Carlos:

Ok. Pero no habrá padrinos ni duelo.La Trinidad incluye necesariamente lo perfecto, lo imperfecto y la distancia entre ambos.Lo diverso, lo "monos" y su transición.
Es muy divertido! Ya verás.

Te llamo hacia el final de la semana que viene.

alicia dijo...

Me pareció muy bueno el artículo, pero lo haría ciertas obejciones, ya que si bien dentro de la "civilización ",se han dado y se dan todo tipo de masacres y genocidios, no todos los grupos antisistema son iguales,como tampoco los hombres y las mujeres son "universales", existe lo diferente.. es más apuesto a ello.Alicia

Alicia dijo...

Aunque estoy en acuerdo con la crítica a los crímenes de la "civilización", creo que no todos los grupos antisistema son iguales, y no todos son funcionales al mismo. No existe el "universal", tanto para los hombres y las mujeres, existen las diferencias..¡Menos mal!Te manda un abrazo , tu amiga Alicia

Carlos Suchowolski dijo...

Hola, Alicia; un placer tenerte por aquí. En cuanto al artículo, no es este en particular donde me haya centrado en los "movimientos antisistema" (en sus buenos tiempos llamados "revolucionarios"... ¡ay, una vergüenza en estos tiempos de caída de muros y defensa "roja" del capitalismo y las "reformas" encabezadas por el PCCh, y con un declarado "reformismo" semi-"pacifista" de los "indignados"... que ya sólo quieren una "democracia real" y ya no "popular" como en aquellos viejos tiempos...). En fin, "nuevos tiempos"... de reiteradas frustraciones cuya base material habrá que RECONOCER a pesar de las viejas "ópticas oníricas" o "idílicas" que cuesta mantener en pie (y que se hacen con las muletas del "reformismo" y el "pacifismo contestatario" entre otras, poniendo en evidencia en qué época REAL estamos). El tema requiere bastante extensión para ser tratado en su máxima amplitud. Baste para una primera aproximación lo dicho y, los siguientes parámetros indiscutibles más allá de las "diferencias" declarativas que se puedan señalar:
a) los miembros (socio-históricamente delimitados) coinciden en "reclamar" al "Estado del bienestar" (Occidental y primermundista) la parte del "botín" que enteienden que les corresponde "en justicia", esto es, AL MARGEN de lo que pase en el resto del mundo... al que en todo caso se le debe a su vez dar un 7% o "más" de ese mismo "botín" en concepto de "ayudas al desarrollo" u otros eufemismos (que por otra parte... sólo obstaculizan todo "desarrollo" -o "progreso"- en el sentido que le quiso dar la "modernidad" y dan lugar a más burocratización tercermundista, etc.)

Por último, transcribo por pertinente un comentario que le hice a mi amigo Dhavar hace unos días en un correo:

"En cuanto a las protestas y movimientos de "indignación" (en
realidad de "frustración selectiva" -sólo respecto de ciertas promesas y de ciertos prometedores-) no son tanto "idealistas" como "para-militantes". A mi juicio, ya no hay lugar para "otras cosas"... y donde supongan molestias más o menos reales (pero muchas veces sólo
imaginarias) para una camarilla "bien" asentada en el poder... serán reprimidos hasta las últimas consecuencias (Irán y las protestas en su
día, Siria hoy, Egipto en cq momento, etc.) Y ello más allá de los contenidos incoherentes o ingenuos que alcen y de sus posibilidades de influencia específica. Los hechos, como un río caudaloso, lo arrastran
todo a la vez que los obstáculos hacen una pequeña mella en el curso."

Por fin y lo más importante/interesante para mí (y de esto sí habla en profundidad el artículo que comentamos aquí):

Se trata de intentos de arañar virutas de poder en condiciones de convencimiento (o sea no sólo materiales sino adoptadas mentalmente) de que no cabe hacerse con ningún poder; por tanto, apenas cabe "sumarse" de hecho y/o de derecho a las opciones burocráticas "con perspectivas"... aunque más no sean las de "chantajear" y "conseguir concesiones" (mediante "minorías influyentes" que atún como "bisagras").

Bueno, espero haberte dado más sobre lo que darle vueltas y también cualquier observación allí donde veas incoherencias o desenfoques o errores de apreciación....
Un abrazo y no dejes de volver con más.
Carlos.