¿Hay algo de novedad en La Crisis...? El análisis, como alguno recordará o puede leer en la entrada previa, trataba del avizorado principio del fin de la crisis por parte de los especialistas contratados al efecto, bien acomodados y/o demasiado llenos de grandes esperanzas. Lo que también por ello remitía, como volverá a hacerlo inevitablemente aquí, a la cuestión de la idiosincrasia del propio fenómeno de La Crisis así como a la de La Economía en su conjunto dentro de cuyo marco todas las escuelas que dicen sostenerlas -y que tanto la desarrollan como la reducen-, pretenden definir, tratar y medicar. Una idiosincrasia en a que se engarzan intereses y sueños que conducen de la mano a esa búsqueda a fin de cuentas infructuosa -desde el punto de vista conceptual y declarado-... aunque consciente o semiconscientemente tenga cierta eficacia mentirosa... o, lo que es igual en este caso y en estos tiempos, política.
El resultado en el plano teórico es por otra parte la sistemática negación de la idea fundacional de La Economía: la idea de que los principios que se formulan constituyen leyes para cuyo cumplimiento se bastarían solas, tal y como sucede con las leyes de las ciencias positivas. Esta constante negación se manifiesta en las diversas apelaciones que los propios especialistas y sus divulgadores hacen fuera de su ámbito en busca de recursos ya explicativos del incumplimiento de esas leyes, ya para que su cumplimiento, idealmente, se realice; recursos pues que no son parte de su insatisfactorio instrumental... y que incluso llegan a contradecir el método científico al que dicen responder.Infructuosa y contradictoriamente, sí, como queda al descubierto en relación a la propia La Crisis, pero también con respecto a todos los sucesos que durante la bonanza (temporal y previa) la han estado anticipando y ya vuelven para anticipar su posible agravamiento (tal vez bajo alguna nueva denominación que permita considerarla novedosa y por tanto imprevista).
La hipocresía reflota también de manera inevitable, como se puede ver en todas sus vacilaciones y bandazos, en todas sus apelaciones a la metafísica... (a veces disfrazada de probabilidades y de "azar creador", a veces descarnadamente moralista y protestante), y por fin en el típico cerrar de ojos ante las evidencias y el silencio ante lo que perturba o conmociona, lo que despierta dudas peligrosas, capaces de poner en entredicho todo el edificio.
Y es que el recurso a lo extraeconómico ha sido siempre sistemático por parte de los economistas (y del racionalismo en general), no sólo en busca de remedios o más generalmente de meros paliativos sino para explicar y/o justificar lo que una y otra vez viene a frustrar los sueños de los teóricos e ideólogos, como el relajamiento moral de los políticos, de la política o de la sociedad en su conjunto (considerada la moral propia como absoluta), la alienación o el fetichismo atribuidos a las masas o a la sociedad entera, los bajos instintos humanos que integran la genética pero que serían explotados desde diversas instancias interesadas, las influencias malignas de imprecisos orígenes, incluso metafísicos, etc. Esto, de por sí, como ya he señalado otras veces, no es en absoluto nuevo; es más, está en la propia fundación de la Economía Política así como de la Ciencia en general. Y bastaría para poner en entredicho la hipocresía con la que los economistas se autoadjudican un saber con supuestas raíces en la realidad y de tal grado que pocas
causas de lo que sucede en la sociedad escaparían a un supuesto
trasfondo económico. Trasfondo que además no sería sino la materialización particular de
La Razón.
(2)Pero acerquémonos a los hechos que sustentan estas tesis.
Al menos que yo sepa, ninguno de los especialistas que sostienen, en base a los
índices globales que se toman en cuenta muy a
grosso modo como lo exige la
propaganda táctica y la
tergiversación ideológica (como los valores positivos de algunos
PIBs)
(3), que
La Crisis estaría llegando
de repente a
su fin en los países más avanzados al menos (esto, dicho sea de paso, es visto a su vez desde el punto de vista de la locomotora capaz de tirar del resto, pero también con la preocupación notable de que haya vagones más o menos
descarrilados que podrían impedir que la propia locomotora avance, saliendo sola o con alguno de ellos; ya sabemos todos a qué nos referimos). Por otra parte, reconocen a regañadientes que los mismos nubarrones que afloraron en los albores de la tormenta, a los que endilgaron las causas de su
repentino estallido, estén siquiera mermando.
Datos tomados de aquí y de allá, les han servido pues para entonar los primeros "
Aleluya", pero los temores no han dejado de subyacer en unos casos, mientras en otros se encubren y en otros más se utilizan apenas para hacer
oposición política al margen de toda convicción plausible. Todos los discursos no pasan de esta forma de sugerir que habrá más o menos
lentitud en
la salida, discutiendo si la "letra" que representaría La Crisis, ¡todavía indefinida!, será por fin una
U o una
V o una
L o incluso, algo que ya se está comenzando a barajar por ahí...
una
W... "letra" (la de
Worst-case, precisamente) que reflejaría el pesimismo que invade a los expertos y que los lleva a dar consejos y advertencias a quienes más podrían perder dado que son los que lo tienen
todo y a quienes por contar con ello podrían salir airosos mientras los demás naufragan (¿acaso los seleccionados para ocupar las nuevas arcas del diluvio?), es decir que, respecto de sus
posibles consecuencias nefastas sólo sugieren medidas personales de recaudo... para
su clientela.
(4)Esos nubarrones que precedieron a
La Crisis fueron identificados, cuando ya eran demasiado evidentes, como "burbujas...": la "hipotecaria", la "inmobiliaria", la "crediticia", incluso la "tecnológica" que muchos consideran un antecedente y que fuera
superada por las mencionadas y de ese modo
solventada. Y son esos expertos precavidos y pragmáticos de la
W los que dan por inevitable que,
para superar la situación, se recurra a una nueva "burbuja" que no osan poner en cuestión ni mucho menos, una "burbuja del endeudamiento" que unos dan por inevitable (como corresponde a toda "némesis divina") y otros por
indispensable. En cualquiera de los casos, la mayoría de
los curanderos acaba reconociendo así, de hecho o de derecho, la imperiosa necesidad de los métodos y las conductas que se han señalado como culpables de la situación, en todo caso buscando diferenciar unas de otras mediante meros eufemismos; métodos y medidas a cuya presencia no sólo se resignan,
sino que insisten en valorar positivamente... aunque sea a
largo o
larguísimo plazo, en todo caso, como único remedio inmediato o
paliativo independientemente por completo de toda consideración por
la catástrofe, sin duda, aunque no lleguen a decirlo,
dando por sentado que sólo así, a los tumbos y agravando cada vez más las cosas pueda seguir habiendo capitalismo burocrático. (Y es obvio que dejo fuera de esto a los
utópicos a los que les queda la
crítica parcial e inconsecuente y la fe en alguna suerte de
milagro aparentemente retrógrado que cada vez está más lejos de poder producirse
-5-).
El hecho es cuanto menos paradójico al tiempo que esclarecedor (si esto se busca): resultaría que
estaríamos saliendo de
La Crisis (daños colaterales más, daños colaterales menos) no sólo a pesar de
las burbujas sino gracias a inflarlas aún más o, inclusive, gracias a crear otra y mayor capaz de englobarlas a todas... Incluso, como ya he señalado... con
NEPs sui generis y demás inventos tácticos...
¡Todo eso salta a la vista (si se está en disposición de verlo) tan ostensiblemente que nadie se atreve en todo caso a negarlo...! ¡Todo a la vez; sin que pueda ser negado... ni, para más
INRI,
económicamente comprendido!
¡Aunque se atrevan todos a diagnosticar y medicar (barajando muchos de ellos futuras calamidades y nuevas "
crisis") a diestra y siniestra desde las sus respectivas perspectivas que no pueden atribuirse sino a sus funciones y a sus vínculos con la sociedad actual, como no puede ser de otra manera, aunque las intenten hacer pasar por
neutrales,
racionales,
supramorales, como tampoco puede ser de otra manera! ¡Cosas todas, en fin, propias de
profetas y de sus
profecías! ¡Y también de los productores de noticias llamativas... de las que se entregan con DVD o cartilla adjunta para que se lean!
Esas causas o burbujas son incluso asociadas e incluso directamente atribuidas a conductas morales o
intelectuales de lo más diversas, como la imprevisión, la codicia, la búsqueda del máximo beneficio, la ausencia de supervisión o su exceso, la incapacidad de gestión, la corrupción política, el enfoque socialdemócrata irresponsable, etc., causas diversas según el
bagaje ideológico del que se dispone por
herencia o por compromiso para atacar al oponente o para defender el
modelo en el que se dice creer, y que en cualquier caso nunca se perfilan del todo y suelen ir entremezcladas de manera confusa y
débil, muy al estilo de los discursos y el
pensamiento de hoy...
Entre esas causas amenazantes (y por lo que esto atañe a España lo resalto especialmente), están las situaciones que son enfocadas como las más lastrantes desde el mismo punto de vista que se pretende propagar. Porque, cuando se consideran las cifras positivas del PIB como las más decisivas o notables en determinados países de Occidente (puñado más, puñado menos), por ejemplo, como la manifestación por excelencia de
la salida (cosa que sin embargo sucede un día sí pero otro no tanto, aquí o allá) lo que de todos modos se determina mediante métodos y con bases más que endebles y/o manipuladas, se está simplemente expresando el deseo (que nos invade inevitablemente a todos los
occidentales del primer mundo en cualquier caso, salvo contadas sectas marginales aunque yo diría que tan sólo en sus declaraciones) de que
La Crisis no acabe con el mundo tal y como lo conocemos y tal y como nos ha alimentado hasta hoy (con sus guerras y su miseria, sus genocidios y su represión violenta lo más lejos posible, en
la periferia, "
donde viven los monstruos" -o los bárbaros- y no junto a nosotros ni siquiera pisándonos los talones). Se trata de los "lamentables casos" de Grecia, de Portugal y también de España... casos de los que se puede decir -como ciertamente menos de otros como Inglaterra...- que se deberían a la corrupción
extrema y a una política de despilfarro propia de la socialdemocracia en general... tal vez la
mediterránea. Algo indudablemente real, pero que evita el proceso imparable de burocratización (que explica la corrupción política sólo que en un marco más amplio y social y no moral) en el que se inscribe el propio desarrollo histórico donde el capitalismo incipiente (como mercantilismo) entroncó y se adaptó, en el que creció y el que usufructuó en provecho propio (nótese que el comercio viene
adaptándose a los
mercados reales -no tales por la
existencia de demanda sino por
posibilidades de oferta- de manera sistemática en el curso de la historia de las sociedades jerarquizadas o fragmentadas por la división entre trabajo y ocio, de donde prospera, y tanto como ha buscado para su desarrollo el amparo de las fuerzas político-represivas).
Lo que prevalece, ante cualquiera que sea el fenómeno particular, es la persecución del beneficio, y toda práctica será justificada adecuadamente en su nombre, aunque amenace según se mire
los mismísimos pilares culturales de Occidente (como es el caso de las concesiones sistemáticas al islamismo, sea por razones electoralistas o clientelares como en nombre de los buenos negocios), o, en otras palabras más concretas, el orgullo que sus ciudadanos sentían hasta hace poco gracias a tener el
patrimonio de la superioridad. Amenazas desconcertantes y decepcionantes para los europeos y sus descendientes, en particular entre los miembros de las llamadas
clases medias (medianamente alimentadas de
información y opinión por la prensa de amplio espectro
liberal, hoy dominante) a la vista de lo que sugerirían antiguas invasiones orientales que si no llegaron a ser nunca definitivas sí fueron graves y devastadoras. De ellas, y en realidad más temida incluso que la islámica aunque ello aflore menos, descolla la que representaría el desarrollo
capitalista y la consecuente expansión
neoimperialista y hasta poblacional de China
(6). Amenazas de
colonización y/o
neocolonización que al cuestionar la
libertad de los viejos colonizadores y neocolonizadores occidentales, donde esa
libertad se fundó y consolidó precisamente gracias a ese tipo de prácticas que se revelan como meros privilegios regionales basados en su día en la fuerza bruta y en la desigualdad de desarrollo relativa... y de cuyas prácticas viven y disfrutan todavía con cada vez más escaso cargo de conciencia, algo muy propio de situaciones en las que las condiciones de supervivencia preexistentes se tambalean o al menos eso comienza a temerse.
¡Ay, da pena ciertamente tanta mezquindad, tanta debilidad, y no es fácil ser consciente de ello y no sentir lo mismo que sintiera, por ejemplo, Nietzsche cuando, equivocándose, añoraba los viejos tiempos de los fuertes y los nobles!
Pero no estamos sino ante el hombre que todos más o menos somos... y que también fueron esos "nobles" más allá de su coraza con la que el romanticismo siempre prefirió disfrazar o camuflar una coraza que ciertamente era de acero.Pero esa conciencia es apartada de las consideraciones de los expertos y la agitación de los burócratas, que según la región de la que depende su propia estabilidad
pasan a reivindicar y exigir conductas solidarias o un proteccionismo equivalentemente conservador (ambos promueven la idea de que la sociedad occidental es lo mejor posible a preservar a costa de cualquier sacrificio... supuestamente menor que el de su colapso o su modificación supuestamente
radical -siendo
radical, por ejemplo, la temida conversión de Occidente en región
colonizada y explotada, como lo demostrarían los ejemplos "
superados" del comunismo y su tránsito hacia el "
capitalismo"; eufemismos todos que tergiversan la realidad en nombre de la propaganda y las necesidades de la lucha por el poder) la misma que se exige de
La Humanidad para salvar de la miseria y el caos social a esos países y regiones, la misma con la que cuenta desde siempre Zapatero como baza para sostenerse sin perder su clientela política a la que en cierto modo le hace creer que le dio parte del botín aunque en todo caso se tratase de migajas. Después de todo, todo hay que decirlo, ¿no se fue igualmente
solidario con los bancos desde el primer momento de la crisis así como se viene siendo
solidario con toda gran empresa que amenace provocar el
caos social generalizado,
caos que se puede tornase fácilmente generalizado en el marco de globalidad actual, y con cuya amenaza todas las de su tipo vienen chantajeando sistemáticamente a los Estados con los que se hallan en situación de
simbiosis más o menos soterrada? ¿Qué sino una muestra de esa
solidaridad fue la que se manifestó en todos los países de occidente con respecto a Islandia y en concreto a su sistema financiero? ¿Qué sino eso se viene sucediendo (amistades a veces de por medio) con las grandes empresas industriales desde el
New Deal, reflejo de cuya política fueron las medidas que esta vez se tomaron para salvar a la General Motors en USA y también en Alemania? ¿No se dotó para ello de recursos ingentes y de una organización igualmente sometida a las leyes de la
burocratización a esas instituciones vigilantes, cada vez más numerosas en todo los sentidos, como es el caso del Fondo Monetario Internacional? ¿Cuáles son los límites, cuáles las consideraciones aceptables, cuáles los criterios si es que puede haberlos...?
Países o grandes empresas, financieras o industriales,
a punto de la bancarrota aparecen como merecedores de ayuda ante los ojos resignados e impotentes de los que no están vinculados a ellos (nacionales de otros países, empleados de otras empresas, consumidores en general, empresarios de menores dimensiones...), pero no porque se los valore, ya que sucede todo lo contrario, sino por la certeza de que ayudarlos termina apareciendo
el mal menor ante el
caos con el que los casos amenazan al
mundo. En realidad, la visible
irresponsabilidad (algo que sólo es posible juzgar
a posteriori) busca abrigo en el
chantaje al que ya apelaban las grandes empresas cuando llegaban
los problemas ocasionados
en principio por sus gestiones
aventureras y sobretodo
personalmente interesadas de sus gestores a quienes una vez el
Financial Times denominara
"hipercapitalistas" y que pase lo que pase lo tienen todo asegurado.
(7)...El mal menor, es decir, de nuevo, el que a sus ojos aparece como la mejor manera de evitar que todo cambie, el
que merecería todo sacrificio... aunque luego no sea sino una manera encubierta más del "sálvese el que pueda" bajo cuyo camuflaje los defensores de
los sacrificios no hagan ni estén dispuestos a hacer ellos mismos ni el más mínimo (como cualquiera con relación a los extraños que uno por si acaso
evita).
Tal vez deberíamos considerar seriamente si todo esto no es lo que explicaría en buena medida (es decir, más allá de la potencia represesiva y corruptora del Estado, de las grandes empresas y de todas las instituciones
especializadas, todas al servicio del "
orden social") la
pax social de la que gozamos (y ciertamente gozamos de ella mal que les pese a los que pasan hambre o están desesperados en el desamparo, algo muy corriente por cierto en la periferia del mundo -y no digo que de ello debamos sentirnos culpables a la manera acostumbrada- e incluso a nuestro alrededor, en barriadas por las que muchos ni siquiera paseamos).
Esto podría ser tema de un análisis específico que dejo apenas apuntado, pero,
de lo que no cabe duda es de que en el mundo complejo que ha ido tejiendo la humanidad para cazar a los bárbaros estamos todos cada vez más atrapados. (8)No cabe duda en todo caso, aunque cueste reconocerlo, que nunca en la Historia se llegó a tal extremo, a tal grado de parálisis política generalizada, a una situación de secuestro técnico de tanta envergadura y extensión social como el que hoy podemos observar si abandonamos los sueños y nos desconectamos. Un escenario perfecto para el imperio incuestionable de la burocracia política que acabará por conducirnos, sin prisa pero sin pausa, al caos, al colapso global, pasando en todo caso por el totalitarismo abyecto tantas veces visto... aunque desde hace más de medio siglo apenas a distancia de los centros de Occidente (lo que sin duda... "tranquiliza"...) y lamentablemente por el desorden brutal y el horror para el cual los occidentales de Occidente nos consideramos extremadamente poco preparados (lo que tal vez sea cierto... pero que para eso podrían servir los nuevos electores que vinieron de la miseria neocolonial a recalar en nuestras costas en busca de un inencontrado bienestar y de una frustración inmensa, lo que sus hijos se encargan de denostar y reprobar, como se pudo comprobar hace unos años en los barrios periféricos de Francia a cargo de esos hijos de inmigrantes nacidos y educados en la nueva patria).Y todo ello, precisamente, se cuece al calor de nuestros mejores deseos, de la vieja y nunca realizada idea de una sociedad buena o mejor, ya que por supuesto todos deseamos, sean del signo que sean nuestros discursos programáticos o ideológicos, que la tormenta no se produzca y que, si lo hace, pase lo antes posible... y para no volver. Lo que podría, por dejarlo aún en la duda, ser meramente utópico o una pura idealización, una muestra de las Grandes Esperanzas que siempre nos asisten en atención a la fatiga y comodidad hereditarias, aferrados aún, sin mayores convicciones, a unas ideologías en bancarrota técnica que llevan sistemáticamente a la frustración o a la disociación progresivas en el acto desesperado de buscar referencias que en cuanto las asimos se evaporan.Si po
nemos una lupa sobre los
signos que se consideraron causantes (y que como he dicho siguen viéndose como amenazantes para los milagrosos
brotes verdes que se vislumbran con aparente confianza y se publicitan con ardor) observamos que entre sus carnes pululan aquellos mismos gusanos y bacterias, aquellos mismos vicios y perversidades, que siendo tratados
de hecho como endémicos se pretenden erradicar
de derecho, de algún modo, indudablemente mágico aunque se los disfrace de
científicos, para lo cual el ropaje matemático viene como anillo al dedo, y no digamos
la lógica.
(9)Es de notar asimismo, que la denuncia de esos signos adversos no se llevaría a cabo por parte de expertos y propagandistas si no fuera porque conviene a sus discursos opositores, y que adecuadamente reducidos a
slogans desconcertantes vuelven a ser utilizables y utilizados por los opositores contra las camarillas gobernantes, lo que muchas veces (por ejemplo, cuando lo que se intenta es ser admitidos como aliados hegemónicos y no sustituirlos del todo) no es sino la vieja jugada de colocar el carro del fracaso gubernamental delante de los caballos en los que se va montado, con los que no se animan a correr porque no saben hacia dónde o porque esos caballos no pasan de ser unos escuálidos
Rocinantes o unos pobres asnos empacados. Y esto con la pobreza contraria que denuncia su propagación como
antipatriotismo o herramienta de la ridícula
conspiración en su contra.
En este asunto quiero poner de relieve lo que como poco debería se considerada una ceguera que podría llegar a ser suicida (aunque yo no lo califico así porque no admito ni inocencia ni neutralidad a los actores), me refiero al tratamiento que analistas, periodistas y políticos de la oposición hacen de las manifestaciones últimas de la camarilla gobernante diciendo que hay una "conspiración de especuladores internacionales" y que no hay que criticar nada sino "ponerse a trabajar" (en realidad una reiteración de la misma cantinela -como denuncié en su momento-, sin duda, sólo que hoy se dice desde el acorralamiento, lo que lo hace más peligroso si cabe; una cantinela típicamente fascista que un día podría expresarse en plena calle en un grado de virulencia mayor que otras veces a la manera de Chávez o con expropiaciones preventivas en lugar de las motivadas por el puro capricho del dictador).
Esos signos, indudablemente desestabilizan a los gobiernos de turno, llevándolos contra las cuerdas y por tanto a peligrosas bravuconadas destinadas al consumo masivo de la
clientela potencial. Profundizan así, por ahora en el plano retórico aunque no hay razones serias para fiarse sino meramente ingenuas, los iniciales programas de Supervisión Moral y de Cambio
radicales que se propusieron con fines electorales... y como parte en realidad de una
irresistible ascensión... En este punto, el olfato del liberalismo clásico se acerca mucho al problema y su temor está fundado: las
amenazas a la propiedad privada (y no sólo a algunos y bien seleccionados
medios de producción) son compañeras inseparables de los totalitarismos... Lo que sin embargo no atinan a comprender es que ello tiene por objeto una simple
redistribución, como siempre ha sido por otra parte; una redistribución que se hace desde el poder político burocrático en lugar de mediante otros medios igualmente extraeconómicos o al menos apoyados en ese tipo de medios (el propio poder, los amigos gubernamentales, la corrupción soterrada... las leyes y la policía incluso si lo exige el caso). Y no atinan a ver tampoco que la propia economía es la que genera ese instrumental, humano y técnico, que lo posibilita, que lo cataliza, que lo reproduce. Que ella misma se hace capitalista a instancias de un proceso extraeconómico que procuraba realizarse en tanto que poder. Un terreno al que cada vez remiten las necesidades económicas de cada individuo y cada grupo para la posterior conservación de lo apropiado por unos y su reconquista por los otros.
No otra cosa puede explicar, por otra parte la dinámica de la propia supervivencia que, con sus raíces en la sociedad del momento, media a través del
imaginario dominante alimentando sólo sueños reformistas.
Así, cualquiera de las alternativas, la de la profundización o la del sugerido aún tímidamente giro de 180 grados (que sin duda se prepara
revolucionariamente, como ya lo está manifestando
Sarah Palin en la mejor de las escuelas demagógicas americanas
-10-) nos sumen en el desconcierto y las incertidumbres más oscuras... donde la impotencia y la incomprensión más asombrosa se combinan mientras al margen de las cortinas de humo y las denuncias formales la marcha burocrática sigue avanzando, rodeo más rodeo menos, hacia el totalitarismo y el colapso. El pueblo, las masas si se quiere, la gente que no pertenece a otra tropa que esa que se forma para ejercer el voto cuando la convocan a las urnas, se lo huele: cualquiera de los políticos de turno, cualquiera de los grupos políticos en los que se halla integrado, no hará nada que no sea demagogia. Y en el fondo teme (a la luz de los casos que se conocen por la Historia o incluso por los telediarios acerca de la realidad de otros países periféricos), teme aunque sin tener nada con lo que se pueda oponer hasta que sea demasiado tarde, que lo haga una pantomima
jacobina (o, usando un término acorde con estos tiempos:
bolivariano). Me refiero a poner "el sistema" (financiero, social...) al servicio de
los consumidores, del
pueblo, de los
explotados y oprimidos, o del
bienestar general... Hoy se sabe que todo eso es humo coloreado y que lo que prima es el viejo y eterno "
sálvese el que pueda" (
familia propia incluida,
come il faut... a ser posible).
Imagino, ahora que lo vivo, las mil y una veces anteriores en las que un ser humano sensible y reflexivo se hallara en una situación como esa, cabiéndole optar entre la conducta del que clama en el desierto y la del que acaba por reírse sin más de la estupidez global de su raza...
¡Es sin duda patético!
Lo cierto y lo evidente es en cualquier caso, que los signos persistentes son los mismos que se consideraron causantes de
La Crisis, y que no sólo prevalecen sin que nada indique que se los pueda (ni se quiera) erradicar salvo en el marco de
soluciones muy
inconvenientes (que podrían ser incluso mucho más "
radicales" que las que se adoptaran en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Argentina, Irán o Siria, China o Rusia... en fin, en la mayor parte del mundo; y poco digeribles para la mentalidad occidental que sin embargo comienza aquí y allá a masticar la repugnante idea de que Occidente, al menos parcialmente, se pueda convertir como he dicho en
neocolonia oriental) en las que se prefiere, tal vez por suerte, tal vez inútilmente, desconfiar. Sueños las primeras de sectas trasnochadas que disfrazan de justicia social y determinismo economisista a ultranza esas perspectivas de brutalidad y barbarie efectivas... y que menciono tan sólo por su carácter simbólico ya que ya han acabado los tiempos en que haga falta referirse a discursos ideológicos rígidos o dogmáticos de ese tipo, sólidamente fundados en modelos con cierta coherencia interna, para fundar o legitimar una salida totalitaria. Esto es muy importante porque la debilidad no ideológica de los
discursos tacticistas en boga diluye la perspectiva real de peligro totalitario, que es enteramente real a mi criterio bajo juegos tramposos y desconcertantes que guardan o protegen del miedo las formas... hasta que sea muy tarde, lamentablemente.
De todos modos, creo que el colapso o el interregno totalitario que, como asimismo pienso, se cocina a fuego lento, avanza en todo caso de manera fragmentaria e irregular (o sea, brotando en una u otra parte de manera esporádica), y puede dar aún muchas vueltas mientras las cosas marchen de un modo errático y confuso...
El "
sálvese el que pueda" que vimos
emerger en Haití en un contexto de absoluta ineficacia gubernamental y de su estructura represiva al servicio de
otras contingencias (que es lo que ha puesto al desnudo el terremoto, esto es, la endeblez regional del Estado burocrático cuyos negocios
no eran de ese mundo) no llegará de mañana mismo (creo)... pero puede hacerlo en cualquier momento a pesar de la incredulidad que se prefiera guardar al respecto. A cada segundo, en cada pequeño momento y rincón de esta sociedad nuestra donde esa opción se realiza en tal vez una pequeña escala... se da un nuevo pasito, uno aquí y otro y otro y así por todas partes miles de pasitos que nos preparan para la gran depuración de la que saldrán muy pocos y no necesariamente
los mejores, como siempre... Además de que esa valoración sea muy discutible y casi no diga ni pueda decir nada.
Hagamos a propósito un brevísimo repaso histórico:
Recordemos los discursos de hace un año o poco más de todos los gobernantes del Primer Mundo, esos que hablaban de una
nueva era y del Cambio, de discusiones y debates tendentes a alcanzar una
nueva sociedad del bienestar basada en
la conciencia de la crisis (sea esto lo que cada
concientizador tenga
in mente), en el
sentido común, en el
control de la insensatez, y de los insensatos, y especialmente de los
desaprensivos hipercapitalistas mencionados a los que tantas imprecaciones y amenazas le han dedicado siempre y hoy han reiterado los
líderes de la comedia política actual (periodistas incluídos) y muchos de los
expertos en otras especialidades. Y observemos que estos "nuevos" personajes de la escena social no son en realidad tan novedosos si recordamos la descripción que Adam Smith hizo de la conducta de quienes gestionaban las
compañías coloniales en la
Riqueza de las naciones, donde lo menos que dijo de ellos fue que eran unos implacables depredadores que hacían tabla rasa de las sociedades y los individuos donde asentaban sus reales. Pero ya he recordado todo eso en las varias entregas publicadas hasta ahora bajo el título genérico de
"El carácter intelectual del liberalismo" que se puede encadenar a partir de la última (3-b), donde menciono precisamente ese asunto.
Los propios datos casi lo dicen todo y la propia táctica de la
burocracia los realza. Como es el caso de la retórica que ella, cuando comenzó
La Crisis, levantó amenazadora contra los tiburones del mundo financiero y los responsables previos en la gestión administrativa, contra las corporaciones financieras, la banca y las grandes aseguradoras y contra sus grandes ejecutivos, y cuando ahora vuelve a alzarla a falta de verdaderos resultados milagrosos y con la vista en recuperar cuota de pantalla y de votos, y por supuesto
sin poder hacer realmente nada mínimamente serio para llevarlos
a la guillotina o
sacudirlos boca abajo hasta que descarguen sus bolsillos llenos de rapiña (lo de
querer es aquí lo de menos, y en todo caso, tengamos por seguro que lo
podrían querer en caso de necesitarlo, lo pudieran o no llevar a cabo coyunturalmente... y siempre que encajara con la estrategia de la camarilla dirigente y además se dieran las circunstancias apropiadas para su realización, lo que aún no ha sucedido ni tal vez suceda en el curso de la actual crisis y en todas partes -lo que no impide que se llegue a acariciar al menos, en alguna que otra región
puesta en el límite por
las circunstancias, como en Grecia,
etc.-... a menos que ésta fuese...
la última)
(11). Pero esto es lo que justamente pone al descubierto el
mal endémico del capitalismo (que no es el del primitivo mercantilismo al que tanto le debe en cualquier caso), del
capitalismo real, que es el
burocrático (sea el
fragmentario, como lo llama Castoriadis, o el formal y
absolutamente estatalizado). Y ello a instancias la inevitable
burocratización, cada vez más aguda, que se experimenta incluso en el
ámbito de la producción fragmentaria -considerada privada por razones tradicionales más que reales- de las mercancías y de los medios de producción, producción que por otra parte tiene un componente cada vez más impreciso y a veces claramente artificioso, y no sólo por el tipo de las mercancías que producen sino también por su calidad y cantidad. Y es que el capitalismo nunca se preocupó por producir para
satisfacer el consumo (como Smith pretendió) sino para
tender a la satisfacción del beneficio (como Marx sostuvo)
sin alcanzarla nunca. Esto, al margen de las conclusiones de unos y de otros, es un hecho palpable, aunque para nada lo es todo. En el capitalismo altamente burocratizado, el beneficio que se persigue denodadamente a cualquier precio no necesariamente tiene que coincidir con la
acumulación de capital de la empresa a la que pertenece el
gestor, ni siquiera, insisto, tratándose del CEO, como ha quedado expuesto en mi nota
7. Al igual que en el
plano político, la corrupción se ha instalado en la llamada
esfera de los negocios (y en una escala constantemente creciente respecto de cada época anterior) y las camarillas de uno y otro campo complotan aliándose en su propio beneficio, que, por cierto, no es sólo
monetario (o crediticio) sino que se mide en especie, en honores, en privilegios, en mejores posiciones durante
la carrera (lo que abre las puertas al crédito en un pis-pas, como se ha visto, una vez más de manera
escandalosa, en el reciente
caso del juez amigo del banquero -y de un ministro, y de otro...- y viceversa).
(12)Y en esta cuestión hay
dos facetas tal y como yo lo veo. Por una parte, la que no se quiere ver porque define la
verdadera o descarnada sociedad presente, su idiosincrasia y la
verdadera marcha que la pone en evidencia, sociedad de la que participan (o participamos en realidad) demasiados (quizás todos). Por otra, la que pone en evidencia lo que
de verdad se juegan los actores decisivos, especialmente los que de momento tienen la potestad y los recursos como para fijar el rumbo (tal vez un poco más en
zigzag, sin duda hacia la inoperancia típica; tal vez, antes de lo que se pueda pensar, hacia el colapso); en síntesis, pone en evidencia los mecanismos actuales del Poder que tantas veces hemos desmontado, donde no hay límites para el uso y abuso de cualquiera sea la
táctica... aunque se trate de las de supuestas
estrategias conceptualmente enemigas, lo que no existe... porque no existe ya
estrategia de principios alguna sino, en todo caso, la de conservar (o conquistar, o reconquistar, o participar...) del Poder a cualquier precio y para no hacer otra cosa, o, como se dice, del
Poder por el Poder.
¿Acaso no vemos con nuestros propios ojos que no parece haber modo humano de establecer un
rumbo diferente del que llevara según todos piensan y según se agita sin escrúpulos al estallido, a saber: la
codicia "hipercapitalista" -por seguir con el mote-, la producción basada en expectativas
desbordantes o
excesivas de consumo (imprevisibles pero a las que todos los industriales apuestan bajo el paraguas protector que promete el Macro-Estado keynesiano y la poderosa
magia del marketing, la moda y la obsolecencia planificadas), la sistemática creación de productos nacidos sólo para confirmar la
diferenciación apariencial, diferenciación explícita que siempre necesitó todo poderoso en el curso de la Historia para que se conociese su poder (
eso de lo que hablara
Veblen; y que sin duda fue el primer mercado en
conformarse como tal y en dar lugar al comercio para convertirse en decisivo desde entonces), la espiral de actividades socialmente innecesarias y autocatalíticas de las que cada vez vive más gente... en muchos casos bajo mínimos, mientras al mismo tiempo se ahogan cada vez más nichos de lo que todavía se llama "
economía real"...?
(13) ¿No vemos acaso que todo lo que se considerara un componente
regio de
La Causa se mantiene y hasta se apela a reproducirlo como "nuevo remedio"? ¿Y todo esto incentivado mediante las mismas técnicas de marketing inductoras, publicitarias de un consumo que Smith no dudaría en condenar por superfluo e
insensato, tal vez buenos remedios contra la angustia pero poco más; incluso apoyándose en esmeradas técnicas de producción de
obsolescencia preventiva... allí donde la ansiosa metamorfosis enmarcada por la moda no fuese suficiente... incluso...
provocando la necesidad, como rezan los manuales que se usan en la instrucción de vendedores... incluso provocándola mediante indudables acciones mafiosas, delictivas, criminales... por ejemplo en lo que a enfermedades o energía se refiere...; todas esas actividades, estudios, esfuerzos y capitales que de esta forma incrementan el problema creando cada vez más mercado
artificial y
crítico?
Pues yo diría que todo eso que vemos y sentimos nos indica que nada ha cambiado ni podrá ser cambiado... porque no puede serlo sin pasar por un colapso descomunal. Y esto sencillamente porque es propio de todo mecanismo conservarse, y más cuando todos preferimos huir del dolor y del esfuerzo y especialmente huir de toda posibilidad de
que nos toque a nosotros mismos en primer lugar.
Por otra parte, podemos creer, como prefiere creer (y cree) la mayoría, que una u otra camarilla política en el gobierno (algunos piensan aún que mediante una
revolución) aplicará una política apropiada. Pero lo cierto es que, con la apropiación despreocupada (aparentemente irresponsable) de las consignas expropiativas o reguladoras, planificadoras o legislativas, por parte de la burocracia de estos tiempos (que, al menos por ahora, prefiere unas formas relativamente
fragmentarias sobre las
absolutas, y no sólo como
tapadera) nos queda claro que nada de lo que pueda cambiar o sea cambiado en la relación actual de fuerzas, vaya a favorecer las libertades, la justicia real (o sea la legal), el progreso lineal, el bienestar del pueblo, etc., etc., etc., sino, sólo, cambiar la composición de esa relación de fuerzas para que la opresión continúe siendo de lo más segura... Lo que puede verse desde esta perspectiva, es que el tema que se ha dado en llamar "
supervisión moral" o "
del Estado" sobre "
los capitalistas" sólo sirve como pocos para justificar un avance más o al menos un reforzamiento de los poderes de algunos (los componentes en un momento dado de la camarilla gobernante) en detrimento de otros (los miembros de la misma
burocracia dominante no integrados en la mencionada camarilla y los miembros de las
burocracias de las empresas que amenazan al gobierno, unos con su oposición parlamentaria o
interna y los otros con su sabotaje no premeditado de la estabilidad administrativa que acaba favoreciendo a los primeros, todos
internos o
externos,
enemigos igualmente
politicos).
Controles y
supervisión, por otra parte, que no sirven sino para agravar las cosas. Aunque su ausencia (imposible) no ayudaría tampoco.
Por supuesto que -vale la pena explicitarlo-, no todo se hace ni sale como mejor le conviene a la supuesta
Mente del (Número) Uno, la del imaginario
dictador y, en su expresión extrema, potencial... la
mente que en realidad, aún si tuviera cuerpo y vida propia, no sería capaz de funcionar con entera autonomía ni con suficiente
claridad... aunque cuente con el instinto afilado del mejor depredador que pueda imaginarse.
Y con esto completamos en una primera aproximación a las señaladas
dos facetas de la cuestión que nos ocupa. Y podemos ver cómo esto se enmarca en una sociedad cuya compleja
amalgama busca ser sorteada por cada uno de los individuos que la componen por la senda menos gravosa y menos fatigosa que le sea posible (o que así lo parezca), por lo que cada situación que se produzca se trata de aprovechar para una afirmación
adaptativa (lo que da lugar a nuevas situaciones que deben ser afrontadas y así sucesivamente, a veces saliendo momentáneamente airoso y otras no).
Ni por parte de los que más sufren las penalidades que ocasiona la pura práctica de la supervivencia (entendida en el sentido amplio, real y complejo en la que se da entre los humanos sofisticados de Occidente), ni por parte de los que están especialmente preparados para mantenerse en la cúspide socio-política o sustituir en ella a los que la ocupan (y tienen las características personales que les impulsa o ayuda a conseguirlo), hay deseos de cambiar
la economía por algo de una
naturaleza significativamente distinta. Pocos hallaremos que estén a favor de una idílica instauración de la
Justicia Social liberadora o de una idílica instauración del
Libre Mercado liberador. ¡Ese es el drama de los intelectuales que nunca ven cumplido su sueño de líderes de masas! El espacio no lo ocupó nunca la lucha por el tipo de
relaciones económicas entre los hombres sino la
lucha política entre quienes se hallaron o se hallan en condiciones de poderla llevar a cabo... ofreciendo a los demás unas u otras concesiones, ventajas, puestos, premios, dádivas o subvenciones... Y esa inmensa mayoría de los que estamos atrapados entre la pared de la necesidad y la de la impotencia... nos alegramos de que "
la economía" muestre "
signos de recuperación" sea la que sea y dure lo que dure...
La
Economía, en realidad, no ha dejado en ningún momento de
crecer, aunque no como dictan los
modelos ni las
previsiones basadas en las presuntas
leyes liberales o marxistas, todas en base a una determinada moral previa en cuyo marco esas leyes son dadas por legítimas.
La economía, o mejor dicho, las transacciones y resultados económicos que se producen y que son considerados de una u otra manera
signos de recuperación según las conveniencias y las necesidades de cada discurso, son los que ya se venían produciendo antes en mayor o menos grado, durante el ciclo llamado de
bonanza en base a iguales interpretaciones y manipulaciones ideológicas: lo único que varía entre los distintos momentos es la redistribución (y es lo único que diferencia en última instancia las economías del siglo XVIII,
legitimadas en Inglaterra, USA y Europa a partir y a posteriori del triunfo de
sus
revoluciones, de las impuestas en la URSS o China tras sus respectivas
tomas del poder, realizadas las unas y las otras con muchas similitudes en sus métodos y conductas, en todo caso por la vía de un triunfo militar de mayor o menor envergadura inicial y más o menos alargadas prolongaciones y altibajos, todas reflejando la confluencia de unas masas ansiosas
in extremis de reformas, unos intelectuales románticos e idealistas y unos individuos a los que se les terminará dejando las riendas de la gobernación y de los negocios reales sin que se les pueda imponer moral alguna que queda reducida al desconcierto y a la hipocresía).
Mercado negro, transacciones mafiosas, corrupción, estafas, dumpings, estraperlo, contrabando... todo eso activa y forma parte de la
Economía, y todo eso se dispara en tanto y en cuanto se hace más rentable asumir el riesgo de la ilegalidad. Ni más ni menos... lo que poco tiene que ver con la
mano invisible del mercado, al menos como
conductora invisible del bienestar del pueblo o de la nación. En realidad, lo que sucede es otra cosa y es que todo es
subsumido y convertido imaginariamente en un aspecto o en una consecuencia de esa
Economía, un ente imaginario que a base de absorber toda
causa racional posible acabó convirtiéndose en el
imaginario dominante en sustitución de la
Conquista (de Tierras y de Títulos Honoríficos) en el nombre de Dios y del Rey, propia de los tiempos feudales... seguramente por las promesas que de repente comenzó a insuflar en los hombres, por el mito mesiánico que representó la dinámica de
Progreso y Libertad iniciales que despertó... y que ganaron en fuerza y convicción, en certeza, en guía para una enorme y creciente masa oprimida y a la vez llena de posibilidades nuevas de poder (desde los primeros burgueses hasta los burgueses potenciales que comenzaron a ver en los primeros su propio futuro ideal), y así hasta romper los viejos diques, hasta dar lugar a lo que se prefirió considerar
revoluciones sociales.
Pero esas
revoluciones y
levantamientos armados con apoyo y participación populares, sólo
abrieron las puertas del campo a algo que ya se había comenzado a producir, libre y arriesgadamente, mientras era valorado, apoyado, promovido y usufructuado por el
Antiguo Régimen como vía óptima para engrandecer rápidamente los dominios y poderes de la propia nobleza: me refiero al comercio que conformó el mercantilismo inicial. Un comercio en el que la moral era tan inexistente que producía desprecio por parte del poder constituido y de sus miembros, que poco a poco sin embargo fueron cayendo en la
trampa de esa valoración de resultados... ello porque nunca imaginaron que su desarrollo produciría un poder paralelo capaz de disputarle el puesto dominante en el plano donde este se define, el político. Así, los propios funcionarios elegidos para la gestión de tan sucias actividades... acabaron convertidos un día en sus verdugos, como refleja muy bien un cronista más que objetivo de la época, Tocqueville, en su excelente
El Antiguo Régimen y la Revolución.
La Crisis, justamente, en la misma medida en que se fue conformando al calor de la búsqueda
imaginativa de beneficios, sin duda muy en línea con unos tiempos en donde parece demostrado que la publicidad y el marketing hacen milagros, una época en donde se ha dejado de buscar mercados demandantes para buscar productos que lo demanden hasta conseguir crearlo, provocó nuevamente en cada uno de nosotros, los actores metidos en escena, alertas que nos motivaron según la idiosincrasia de cada uno (construida, presente y autoestimada) y la adopción de medidas según los recursos y las limitaciones disponibles; tanto con vistas a buscar salidas personales y grupales como para sucumbir a la impotencia...
Cada acto llevado a cabo por unos y por otros, tanto considerados individualmente como en su condición de miembros de una organización o institución (aspectos un tanto inseparables hoy en día al menos cuando el ámbito institucional se existe de manera estable o se manifiesta de manera momentánea) , provoca nuevas situaciones que a su vez motivan nuevas actitudes, las reorientan o las reafirman.
En este sentido... todos somos responsables de la trampa social que mantenemos en beneficio propio en nombre del mínimo de los esfuerzos... traiga esto las consecuencias que sea para las generaciones venideras. Responsables, aunque no con premeditación. Porque todos, a grandes rasgos, somos conservadores a la manera del
gatopardismo. Lo somos... como la vida en general de cuya evolución somos otro resultado y a cuyos mecanismos nos debemos. Entendido esto, creo que se puede alcanzar un enfoque más lúcido que los que ofrecen los discursos autocomplacientes y
teleológicos que se adoptan en nombre de un
sentido o de una
función; un enfoque nacido del
libre albedrío sólo en un aspecto: el que emerge y se practica en última instancia por simple temor al abismo.
(To be continued... Next: Cuánto de... cuento)