jueves, 4 de febrero de 2010

¡Á... leluya, á... leluya, alé-luyá! (1)


Signos de Revelación

Sin duda la mayoría si no todos los humanos nos sentimos afectados, a pesar de todo, por las urgencias de la Polis (como si pudiéramos hacer algo y, de poder hacerse aquello que buenamente imaginemos al efecto pudiera ser realmente "lo mejor") (1). Pues bien, uno de esos asuntos obligados a tratar por quienes así sienten es esta situación candente que lleva amenazando en especial a Occidente y que se conoce generalmente como "Crisis crediticia" (aunque otros, tal vez con un espíritu aparentemente más riguroso y seguramente más vinculado a sus viejas utopías, consideran una "Crisis cíclica" y por tanto más o menos históricamente crónica). Sea porque se tenga un plan de gobierno, sea porque se crea que el analisis deba hacerse para la posteridad o como pasto para la futura arqueología, o simplemente porque no se pueda callar lo que se piensa y dedicarse al goce y la contemplación estética en medio de tanto ruido y de peligro de contagio... y de tanta urgencia a la que uno se siente inclinado a responder incluso inutilmente porque al final, como en La Peste, todos nos arremangamos para hacer alguna cosa...

La primera denominación esconde consciente o inconscientemente las raíces sociales, e históricas, que pudieran ser consideradas; su enfoque es el de aquellos que siguen hoy en día aferrándose a la esperanza de que el mundo conocido es el eterno o el definitivo, tenga los "defectillos" que tenga, aunque... parezcan crónicos. Se trata de la etiqueta apropiada para seguir venerando un modelo en cuyas virtudes mesiánicas ya no se cree pero las cuales siguen siendo referentes imaginarios. Por eso es la denominación al uso del periodismo y de las masas, y por eso se utiliza sabiendo que se trata de un concepto vacío y contradictorio, por la mayoría de los intectuales que trabajan dentro del sistema. La segunda, no por casualidad poco más como concepto ideológico que propio de las sectas perimidas que se nutren de su propia carne y de algunos románticos aislados de uno u otro signo nominal... encierra la esperanza desconcertante de que pueda producirse un cambio revolucionario a impulsos de las leyes que ellos han descubierto en el seno mismo de La Economía (lo que vale tanto para los seguidores de Mises como para los de Marx al margen de los métodos de sus diversas e imaginativas subcorrientes).

Pero, y esto es lo que entiendo como más significativo, se trata en ambos casos de denominaciones que convenientemente mezcladas (esto es... mixtas) acaban sirviendo como mucho de lema y de etiqueta circunstancial a los burócratas en su marcha imparable hacia cuotas superiores de dominio. Una marcha que, al no poder ni poderse detener su autocatalización multiplicadora y avasalladora, pone en crisis las teorías racionalistas y frustra a los mejor intencionados. Para colmo, el proceso obliga al vaciamiento de todo concepto que acaba recubriendo una cosa hoy y mañana la contraria, aunque ello y precisamente de ese modo sirva siempre al mismo fin.

Esperanzas y falsas esperanzas, bailan así en la misma sala de baile de la vida política cotidiana, sin que sus intenciones se reflejen en ningún espejo, como los vampiros de La Danza... de Polanski. Y mientras, las masas, disgregadas como sucedió siempre y dependientes (por controladas) más que nunca de las organizaciones de masas instituidas e integradas al Estado (sindicatos, cámaras de comercio, universidades, policía, ejército, cárceles...) o controladas mediante otras mil y una argucias (como mediante la instrumentación del terrorismo en todas sus formas, los pequeños partidos bisagra, los ejércitos parasindicales y hasta los jóvenes adictos a los botellones o a las acciones okupas...) vagan desconcertadas sin espacio alguno para manifestarse como no sean por los canales efectivos que se les ofrecen y que servirán apenas para reproducir las mismas condiciones y agravarlas. Un hecho que se niega una y otra vez en el interior sacrosanto de los modelos tras los cuales la intelectualidad se refugia... a la vez que usufructúa para mantener su propia legitimidad social.

Cada individuo, de esta forma, apelando a sus propias facultades y recursos, busca y se adentra en el túnel que más fácilmente imagina o cree ver, un túnel excavado en el tiempo presente y el la realidad que impera y de hecho se respeta, en cuyo extremo opuesto confía hallar una salida que nunca, aunque así lo parezca, escapa al dominio de lo que funciona, no bien, incluso cada vez peor, y hasta peligrosamente, pero que es el que es, es el que está instituido allí fuera y el que nadie quiere en el fondo o puede querer cambiar sino, por el contrario, el que todos quieren usufructuar lo mejor posible, utilizando para ello hasta los mismos discursos, sean estos críticos o edulcorantes, ideológicamente significantes o simplemente vacíos... si son capaces de hacerlo, como es el caso de los intelectuales; justamente los que producen desde las críticas reformistas más radicales y utópicas hasta las curvas y cifras más edulcorantes con todo lo que se pueda uno imaginar en medio.

Por supuesto que no hay que descartar reacciones salvajes, y que en buena medida muchos, más de los que se piensa, se sumergen en la economía paralela u optan, si los bancos se lo permiten vía las tarjetas de crédito, por vivir de los resultados futuros mientras alguien o algo los siga alimentando y canalizando hacia ellos -vía subvenciones, ayudas, obras municipales incentivadas, etc., y que se extienden no sólo a los consumidores sino también a los empresarios y de las que, por cierto los más beneficiados son igualmente los que mandan: los burócratas políticos, sus amigos y sus aliados-, y que ellos mismos acaban pagando dentro del círculo vicioso del poderoso anillo del Leviatán (un Señor de los anillos, ciertamente). Algo que no pueden dejar de ver (y que ya ven como comienzan a planificarse a fuego lento con futuros recortes de prestaciones sociales o con la reforma del sistema de pensiones), pero ante lo que no les queda sino resignarse y esperar, impotentes, frustrados y hasta cada vez más indignados, dispuestos de nuevo a optar entre las alternativas más posibles cuando se las presenten de nuevo, incluso con las caras de siempre (las caras duras de siempre, claro).

En todo caso, todos actúan al margen de lo que sus acciones provoquen globalmente, y de ello se escandalizan los liberales más ortodoxos llevados a invocar morales imposibles de instituir que además contradicen el espíritu de libertad de iniciativa individual que por otro lado consideran milagroso... que nunca permitirían si ellos mismos gobernaran (como reconocen desde Smith en adelante) y que, cuando se da (localmente) abre las puertas al caos de donde al tiempo vuelve a resurgir la misma lucha de intereses y un retorno a lo conocido. Mientras, a su turno, los que han optado por refugiarse en el pragmatismo bajo la consideración de que en ese mundo mixto estaría garantizada su supervivencia (deshonestidad más, deshonestidad menos) proponen más controles y supervisión (que no es sino un conjunto de medidas morales aunque de caricatura: la moral de ideología variable que gira en torno a la actual hegemonía burocrática). En el fondo, no se trata de algo estrictamente nuevo. Desde los tiempos de Smith, los empresarios fueron considerados nefastos por el racionalismo utópico de los intelectuales que inventaron una y otra vez un mundo ideal o "mejor", una "ciudad buena"; aunque sus sueños de "República" no pasaron nunca de serlo y la adhesión del pueblo a las versiones populares de sus discursos teóricos siempre derivara en adhesión inmediatista del pueblo a una u otra camarilla política prometedora. Y esto vuelve a aflorar, donde más notablemente en eso que, ¡vaya eufemismo tramposo!, llaman "industria financiera" o "bancaria". Lo nuevo en todo caso está en la virulencia alcanzada por el proceso (la marcha y la extensión del contagioso) y lo mucho que el mismo nos ha acercado al borde del abismo. Lo nuevo es que ya no hay tanto conflicto entre intelectuales racionalistas y empresarios salvajes, que hoy es meramente residual o marginal, sino entre los diversos grupos burocráticos que desde sus propios feudos luchan por conservar o incrementar su cuota de poder (en el artículo del FT al que he apuntado unas líneas antes, donde se relata lo que pasa en Davos, se habla del conflicto entre "burócratas internacionales" y "banqueros" como si los gestores de los bancos fueran "empresarios", pero eso es parte del mismo eufemismo). Lo nuevo es que no se busca tanto (específicamente) el beneficio empresarial sino el posicionamiento individual de los burócratas, sean estos políticos, administradores de organizaciones y empresas, militares, sindicales, etc. (aunque el dinero y los bienes formen parte inevitable del poder de usufructo que es lo que en el fondo más se valora hoy en día -hasta en el mundo empresarial donde cada vez más funciona el renting y figuras equivalentes-).

Y en este contexto, del que apenas hemos intentado un brochazo descuidado a modo de aperitivo, y a la luz de algunos farolitos que los expertos han visto encenderse desde y en su propio túnel (aunque con ojos entornados para no ver demasiado) y que lógicamente interpretan siguiendo (sólo a medias) los manuales, es donde han comenzado a escucharse, de buenas a primeras, voces de buenaventura y esperanza que dicen que, desde hace algunos meses, "la economía mundial" está sonando bien de nuevo; en fin, que...

La Crisis se retira!"

... al menos en los países del G20 (salvo para unos poquísimos casos entre los que figura España, que como de costumbre is diferent, por lo que está siendo explícitamente ignorarada y devuelta poco menos que a esa África que hasta no hace tanto comenzaba para muchos en los Pirineos, allí donde se hable más swahili que inglés; considerada, España me refiero, una enferma peligrosa que podría contagiar "al resto de Europa" si no es aislada y hospitalizada (quiero decir... neocolonizada por los que sepan aprovechar la ganga, lo que podría haber estado desde un principio en los términos secretos de la negociación en torno a la famosa silla del G20 y tras muchas de las más notables fotos... todo lo cual, snif... parece haberse diluido en estos días hasta el punto de tener que aceptar una última y desesperada foto "planetaria" con Obama... Por eso, como es ya vox populis, de que hay cosas que "bien valen una misa" y más si es "con desayuno incluido"; neocolonizada, insisto en el sentido estricto del témino tal y como en su día se acuñara, es decir, poniendo la producción de los recursos nacionales en manos de unos u otros gobiernos extranjeros y de sus subvencionados y protegidos amigos industriales, como hemos visto, o vislumbrado, en los casos de Endesa y de Lucoil... mientras los nacionales hacen lo mismo donde pueden...). Porque, notablemente, los que más se recuperan son, "paradójicamente" para los que cada vez entienden menos... países como la "nueva" China donde impera mucho más la mano negra del punto de vista político y la ideologización táctica que la mano blanca o invisible del mercado.

Lo que significaría... que los burócratas que tanto se han reunido y tanto han deliberado y tanto han apostado a costa del futuro... ¡aleluya, lo han logrado! O, como es en realidad, lo presenten como si así fuera sin siquiera necesitar que se lo crean ni mucho menos todos (2).

De este modo, con declarada fe en la garantía del advenimiento, en parte con espíritu de conjuro invocador, se agitó la idea de que... la curva había topado repentinamente contra una líneauna línea, geométrica como era de esperar, en una gráfica!) que de cualquier forma nadie precisa ni mínimamente (aunque -¡oh, sí!-, se esperaba) y que poco después y repentinamente parece haberse vuelto a tornar neblinosa y fantasmal, desdibujando el supuesto giro hacia la buenaventura. Que la famosa L de base prolongada se habría convertido, ¡por fin!, en... ¿una suerte de J virada... en la que se querría ver un trazo inacabado o interrumpido de la deseada U?

Es obvio que los advenimientos y las esperanzas de hoy en día ya no son las de antes (por ejemplo las del Kant cosmopolita -ver citas aquí-, para no buscar más lejos) y que, aunque cada intelectual contemporáneo conserve el viejo corazoncito ilustrado en algún rinconcito, lo que piden todos es que las cosas los afecten al mínimo a ellos mismos y a sus conocidos... Todo parece indicarme que esto esto explique por qué, ni siquiera en España con la que está cayendo, no se hayan producido las salidas salvajes a la calle de otros tiempos ni las consignas mesiánicas motiven ya a los pupilos de los profesores que estudiaban durante aquel Glorioso Mayo...

Entretanto... ¡alabados sean los dioses contemporáneos de las nuevas ciencias probabilísticas y sus nuevos sacerdotes especializados en la "ciencia de la economía", que contra toda intuición, preventiva como corresponde, del común (a cuyos miembros se desea, aunque infructuosamente, cortar la lengua y amordazar su imaginación por muchas más vías de lo que parece) marcan el significado de las cosas, etiquetando "la realidad" come il... doi être!

Así pues, lo dicho:
¡LA CRISIS HA COMENZADO A REMITIR!

¡Lo dicen las curvas!

¡Y así queda establecido... por decreto!
Eso sí...:
¡Por favor (añade el mensaje más o menos subliminarmente), se requiere creer!

Porque, como se sabe
desde siempre, sólo la fe moverá montañas...!
Y, en esa misma mística... acaba, en este caso localmente o para consumo nacional, también nos dice subliminarmente, reconociendo por fin que estamos algo retrasados, que no nos preocupemos, que alguien o algo... proveerá. Y que si no... ¡siempre puede hacerse un Gran Pacto!

Claro que nadie se atreverá a decir que esos índices hayan sido científicamente verificados (aunque en nuestros tiempos de supuestos y de mascaradas eso se da por presupuesto: ¡hasta ese punto se cree hoy masivamente que la Ciencia está detrás de todo de por sí... tanto como lo estaba Dios hasta que fue reemplazado para que prometiera y proveyera el Estado!). Y para que se pueda decir algo riguroso o estricto, en línea con lo que proponen los principios de la Ciencia (justo en la línea que cada vez más científicos se niegan a seguir como ya hicieron muchos en todos los tiempos), habría que estudiar a fondo la composición de esos índices iluminadores, el grado de autonomía y estabilidad económica que pueden tener, el grado en que no contienen más contenido de leña o de gasolina que sin más se arroje al fuego... y esto en cuanto a todos los detalles. Es más, para llegar a un considerable grado de rigor habría incluso que comprender el contexto histórico en el que se dio La Crisis que ahora se estaría retirando y, aceptarlo con todas las consecuencias y no según convenga, definir sobre esa base si esa retirada de los síntomas debe ser considerada estratégica, coyuntural o apenas una mejoría propia del moribundo en sus últimos instantes...

Lo evidente, es que lo que reflejan esos índices y esas señales positivas es que el crédito y no su recorte es lo que vuelve a inflar el globo, que es la inyección de liquidez con un empeño nunca visto por parte de los Estados (empeño de empeñarse hasta los calzoncillos) lo que sostiene el consumo y en cierta medida lo incrementa, y con ello, si no a la producción industrial (¡ojo al dato!), sí la reducción de los stocks sin salida y sí, también (¡¡más ojo al dato!!), a la producción de... nuevos paquetes imaginativos de la banca y del marketing... Y que ese incremento del consumo, además de hacerse a base de aceptar la fe en el futuro que se pide -y se adopta-, se hace en base a un incremento de la población burocratizada y clientelarizada (sean funcionarios, sean inmigrantes, nietos de españoles en el extranjero, nietos de abuelos republicanos., etc...), que se hace a costa de un incremento sustancial de esa clase ociosa que Veblen consideraba típicamente dominante -y lo sigue siendo de manera mixta o cruzada- y de la equivalente reducción de la productividad. Y esto, ¡ojo de nuevo al dato!, es precisamente lo que está pasando, de burbuja en burbuja hasta que estalle, demostrando qué fue siempre en realidad lo que creaba la Riqueza de las Naciones y el Progreso, el Bienestar y la expansión del consumo... ¡Un puro blef, un espectáculo, una representación que alimentamos todos por necesidad (y que no obstante nada tiene que ver con esa supuesta alienación marxiana ni siquiera con la situacionista, que nos lleva al dogma o al vacío del atributo generalizado o natural propio del ser humano en esencia, lo que, como toda generalización absoluta, dejaría de decirnos alguna cosa! (Vuelvo sobre esto, apenas a título descriptivo, en mi nota 4 donde puede apreciarse la pertinencia aquí de la cita de Foucault que hago al final).

Al respecto, no es que sea errado señalar los problemas evidentes (el desorbitante crecimiento del crédito, el juego "irresponsable" de bancos, compañías de seguros y gobiernos...), lo que sin embargo es insuficiente y mentiroso, ya que ni son los únicos en dedicarse a esos "juegos" ni lo hacen por una "irresponsabilidad" que sea ajena a la idiosincrasia del capitalismo, en especial del actual. Es más, también tienen razón parcial los críticos del liberalismo a ultranza cuando indican que la extirpación de esos "problemas" es imposible dejando entrever la realidad de esta sociedad que para continuar debe seguir así (o desaparecer como lo que los liberales quieren preservar). En estos casos, sin embargo, es cierto que el futuro se comerá al presente... y eso que aún no existe... o eso decía Gödel...

Así pues, y sin ir demasiado lejos -lejos hasta donde no puede llegarse partiendo de los enfoques que hacen las diversas escuelas racionalistas para adaptar la realidad a sus de sus contradictorios, ingenuos y desconcertantes modelos-, la mayoría de los expertos permanecen boquiabiertos, repitiendo fuera de juego sus slogans balbuceantes y encubridores o reduciendo el objeto de su consideración a los comportamientos econométricos globales. Y los demás, aferrados como pueden a sus flotadores dogmáticos... balbucean lo que saben... aunque no encajen ni una sola. Todos, en cualquier caso, con serias dificultades para ignorar por completo que detrás de esas débiles lucecitas que sirven para hacer algo de humo sigue estando la misma vieja realidad de la economía mixta (y más que mixta si atendemos a su composición estricta, es decir, no como se pretende a dos, o sea dual, sino con una composición mucho más compleja y diversificada: privada y estatal, de acuerdo, pero -y perdón si uso términos poco elaborados aunque orientativos, tomados de aquí y de allá sin demasiado cuidado- también tecnocrático-militar, paralela -y basada en una superexplotación poco menos que precapitalista, improductiva o superflua, producción para mercados ultradependientes del futuro, esto es, creados ficticiamente en base al crédito al consumo, oferta subvencionada e inflación protegida).

Es indudable que nos cueste apreciar del mismo modo los indicadores que se publicitan en este país en el que vivimos, nos indignamos y nos frustramos a fuego lento, como he dicho, y de manera cada vez más ostensible sobre todo desde hace ya más de cinco penosos y desgastantes años. Pero es que en realidad esos indicadores aunque sean signos de que "la economía se mueve", ¡demos a esto un voto de confianza... pero no del todo ciego!, deben ser comprendidos si no queremos ser engañados con extrema facilidad como una preparación para el colapso (y la gente lo siente, lo teme, y lo lee entre las líneas y hasta explícitamente en la agit-prop de la vigente lucha interburocrática donde no se duda en utilizar lo que haga falta...), es decir, hacia una situación de inoperancia o, por qué no, de aún más extrema artificialidad... Sí, por qué no, pero (¡ojo a la advertencia!) muy probablemente la propia de 1984, la de la demasiado olvidada Kampuchea Democrática o las presentes de Corea del Norte, Cuba o Irán, Myanmar, etc., y cada vez más en Venezuela, Bolivia y casi todos los países "pobres" o "emergentes" de América, África y Asia en uno u otro grado y con uno u otro ritmo...

¡Claro pues que la economía se mueve, pero no menos de lo que se ha estado moviendo siempre y porque lo que se mueve es en realidad una humanidad atrapada en su propia telaraña... que es mucho mayor y más compleja que la economía y que cualquier modelo. ¡Y lo que habría que acabar de ver, con todas sus consecuencias, es que lleva moviéndose desde hace mucho tiempo aunque hoy de manera acelerada en el marco de la burocratización, sin referencia a lo cual no se puede comprender nada de nada, como les sucede hoy a todos los especialistas aunque lo traten de enmascarar tomando lo que les conviene y/o tergiversando su significación...! Y todas sus consecuencias llevan a desechar la existencia de leyes económicas o seudonaturales que regirían la economía y hasta determinarían la sociedad presente y la futura, a descartar tanto la "mano invisible del mercado" como el embate teleonómico de "las fuerzas productivas" contra "los medios de producción".

La propia narrativa de los dirigentes del proceso es lo primero que salta a la vista; la narrativa de los que ostentan la batuta y/o montan al caballo ganador (según indican las primeras vueltas) y que no es nada más que propaganda coyuntural al servicio de la táctica del momento, táctica que fundamentalmente se escoge con el objetivo de conservar, incrementar o hacerse con una cuota máxima de Poder por el Poder. Una táctica, por otra parte, de la que se hacen cargo no sólo los gobiernos y su equipo de especialistas a sueldo, sino también la prensa y las instituciones periféricas claramente corrompidas e, incluso, los propios expertos y los militantes ad hoc que ya habíamos mencionado. Esa narrativa no concatena sin embargo casi nada y se reduce a la exposición sesgada de las cifras escogidas que puedan decir lo que se se busca para que luego lo cante el coro según lo determine el olfato del líder y de sus principales acólitos (pudiendo a veces o en un momento dado hacerlo con malas intenciones), las presiones circunstanciales, las improvisaciones viscerales... Si observamos con rigor los discursos, no sólo se detecta las inmediatas y evidentes contraposiciones con los sostenidos poco antes, así como con el supuesto espíritu ideológico de los actores y sus organizaciones, sino que no hay enlaces causales entre sus partes. Todo el contenido se inscribe en el más burdo de los relativismos, a veces sin siquiera predicado, a veces con un verbo equivocado... y equivocante. ¡La neolengua de 1984 ha sido introducida bajo la piel de cordero del racionalismo para acabar siendo definitivamente instituida!

Por supuesto, el fin de la crisis es narrado exactamente de igual modo que el resto de las cosas y así es como, en ausencia de ciencia ( o en todo caso con la misma que se uso para el frente "científico-ecologista" al augurar un calentamiento más dangereuse que las amistades que viven de su agitación y propaganda mentirosas; es decir, de la que exhibió y puso en entredicho a uno de los más extensos equipos científicos institucionalizados -y burocratizados- que se hayan visto hasta ahora), "el hecho" (el comienzo de la "recuperación") ha sido (simplemente) decretado. En este campo de la economía no ha pasado pues nada fuera de lo habitual (al menos bajo la capa de almibar o tras la cortina de humo): "el hecho" ha sido decretado, repito... a la manera en que lo habría hecho la mismísima Reina de Corazones del País de las Maravillas... donde La Realidad la decreta el soberano.

Ya hemos visto cómo los índices que se barajan sólo muestran la repetición de las conductas que fueron (¡y son!) acusadas de llevar a la crisis y que ahora son otra vez bienvenidas y milagrosas... como si vinieran del cielo y no de esas malas prácticas como se las llama, como si una cosa fueran los tímidos resultados y otra los que los hacen florecer para su propio y nunca reprimido beneficio sin que existan consideraciones intrínsecamente justificables... por lo que no quedaría sino... imponerlas coercitivamente... es decir, en contra de la libertad individual de hacer negocios.

¿Cómo entonces entenderlo?

Para conseguirlo tenemos que comprender el lenguaje que se habla y lo que lo lleva a hablar así, el lenguaje que se oculta tras el ruido y sus causas racionalizadas o formalizadas o modelizadas (metidas cada vez más en el modelo con ayuda de calzador y hasta de forcep). No hacerlo, repito, es caer bajo la seducción desconcertante de los gobernantes que nos conducen hacia el caos o colapso... o hacia cosas aún peores como las enumeradas (3).

De modo que, sin que haya cambiado realmente nada (al margen de las cifras que hemos mencionado), lo que la gente del común espera es que no haya lugar a más suicidios, ni siquiera a más estrés, ni a preocuparse por los días, meses o... que a un puñado de millones (por país) de congéneres les resten para salir del paro y volver al engranaje del que fueron expulsados y que, en cuanto la subvención se acaba, comienza a preocupar de verdad; o cuando ya no quede con qué comprar ni quién reparta comida... salvo que venga "la caballería" (sí, tal vez todavía pueda venir ésa con la que se va a misa y se desayuna al mismo tiempo). Y seguirá confiando hasta el último momento, como en el chiste que se incluye en este blog lleno de ironía y frustración, que "un día, todo esto será mío".

Lo vemos a cada rato, y la mayoría de la gente cree, más que nada porque lo quiere creer así, que detrás de los combates y discursos hay una auténtica lucha por la instauración de modelos opuestos o alternativos. Al menos se comporta como si aún se lo creyera, digamos, en el límite de la frustración... Lo vemos en la esfera realmente dominante y ejemplarizadora que los miembros de todas las demás imitan, cuando el partido de ZP realiza a un acto spiralidoso o rimbombante sólo para anunciar por todo lo altísimo, como si se tratase de una actuación del resurrecto Houdini o de la inminente reedición del milagro de los panes y los peces por un resurrecto Cristo en plena era del marketing (de la que su gobierno y muchas cosas que nos circundan más son obra y gracia), su inocua Ley de la Economía Sostenible a punto de salir de su galera a la semana siguiente. Lo vemos cuando Rajoy señala que ha llegado el fin de la crítica a la incapacidad de su oponente para salir de la crisis y el inicio de una nueva etapa cifrada en la velocidad de la salida y su imaginario futurible (temas que ZP le ofrece en bandeja de plata para que se cebe en ello dando legitimidad, ¡de nuevo!, a que la salida se producirá de la mano de ZP. ¡De nuevo: como en su día se la dio con respecto a la totalidad de la gestión de su legislatura previa!), y que poco después debe matizar aunque siempre a la saga de un pacto de gobernabilidad (por cierto, cada vez más publicitado de manera explícita) que los salve a todos de la quema... siempre en los marcos del Gran Pacto de La Transición que suscribieron todos los partidocráticos en pleno como base de la Nueva Democracia Española (amenazada sin duda por ZP con ayuda de las camarillas regionales que han visto en ello la brecha por donde colarse en un toma y daca descarado que comienza al parecer a hacer realmente agua).

Hay que verlo con todas las consecuencias. Ver que la recirculación y la redistribución son parte de esa lucha, que se hacen cada vez más bajo consideraciones táctico-políticas, consideraciones que hasta ahora no han hecho peligrar el signo ni la vitalidad visible de la economía (es decir, de la sociedad occidental) a pesar de sus debilidades estructurales y sus daños colaterales que sin embargo nunca acaban desfavoreciendo a todos e incluso favorecen mucho a muchos (según se mire y según se quiera usar para la propaganda y la autoconsolación inmediatista). Todo lo contrario, por ahora esa lucha recompone un tanto los términos y la apropiación se recompone. En todo caso, será ese conflicto por sí mismo el que tal vez, con ingredientes necesariamente ineficaces como sólo los burócratas políticos pueden producir a cuento de su inoperancia consustancial, cueza el colapso mientras ellos remueven el caldo en su propio caldero... en cuyo caso tal vez sólo resulte la reconstrucción de la complejidad en manos de nuevos opresores o la separación en grupos reducidos de todos o de algunos... por dejar aquí un par más de hipótesis fantásticas.

Lo increíble es que la realidad está siendo brutalmente evidente, que los signos son dignos más de la incredulidad y la sospecha que de la euforia, que el contexto y las conducas se exhiben con absoluta desvergüenza. No por nada, pasados los primeros compases del jolgorio, algo ha obligado a que a las trompetas se les haya colocado la sordina, y no sólo en España.


Creer por encima de todo

Creámoslo, insisten por su propia supervivencia los especialistas; creed, ruegan en sus capillas privadas los burócratas gobernantes ante sus confesores particulares, porque su lugar en el mecanismo es ese, es el de hacer precisamente eso. Y ello a pesar de los signos preocupantes y perturbadores que, ¡parece mentira!, reflotan desde la miseria de la economía, la de carne y hueso y no esa que unos u otros llaman "real" sin delimitaciones posibles ni pretensiones de delimitación seria, ni tampoco la de los "modelos" originarios o remozados de las viejas teorías (de Marx, de Minsky, de Veblen...) de las que por lo visto nadie ha sacado gran cosa después de correr en estampida hacia sus textos en busca de una respuesta o una solución... mientras las riendas han seguido en las manos que ya las estaban sosteniendo (léase Bernanke, por mencionar al más sonante). ¡Esos signos nefastos, sin duda repugnantes para todos, propios de hecho para una mayoría de una influencia diabólica o poco menos, que nos llegan desde la banca (el "capital financiero" que dijera Hilferding para personificar una modélica nueva fase "económica" del capitalismo de las guerras mundiales que nunca sirvió a otra cosa que a los mismos mitos burocráticos ya instalados) y desde los ejecutivos (el "capitalismo burocrático" que anticipara Weber y retomaran los autogestionarios de los sesenta/setenta, mayo francés incluido, que hasta ahora sólo alimentaron justificaciones o utopías), todos ellos ultra bien asalariados para que consigan, a toda costa... re-sul-ta-dos, fríos todos ellos como tiburones preparados para desenvolverse con una eficacia casi computacional (esto es... para producir lo que en el propio lenguaje de la "economía" es o debe ser considerada un enriquecimiento improductivo y cada vez más artificalidad; como ya he señalado en otras partes)! ¡Y, last but no less, of course: los ya desmesurados signos que se observan en el comportamiento de la burocracia gubernamental e institucional en su conjunto... signos de corrupción desvergonzada y levemente punible pero también de manifiesto abuso de la autoridad y de la representatividad y... y de lo que haga falta...!

¡...de lo que haga falta para conservar o conquistar el Poder por el Poder (y aclaro, para los dulcificadores en busca del menor resquicio: en lo fundamental)!

Todos, en fin, ¡¿será posible?!, comportándose tan pero que tan mal, tan pero que tan desvergonzadamente, con tanto pero que con tanto desparpajo e indecencia... que acaban indignando y frustrando al mismo tiempo al pueblo entero. ¡No, perdón!: al subconjunto del pueblo que no participa del botín de la redistribución con la que se compran voluntades y que en realidad es expoliado de uno u otro modo para alimentar ese botín y permitir esa redistribución que cada vez es específica.

Ahora bien, lo reconozcan o no, los economistas saben que no hay quién, incluidos ellos mismos, entienda la Economía... lo que no significa que no sepan de Economía (o Economías del mismo modo que se sabe de Geometrías), que es algo muy distinto en tanto y en cuanto esto hace referencia a un Discurso Real, esotérico y Bien Fundado que nos obliga nuevamente a remitirnos una vez más a Foucault por la tangente (4). Saben de Economía, la han estudiado, conocen todos los modelos y todas las teorías (bue... digamos que los conocen) y han optado por alguna de sus versiones o un manojo, y en su mayoría ni siquiera eso porque han preferido ser muy pragmáticos y muy pero que muy técnicos, es decir, libres de ideologías para poder servir mejor a la mencionada estrategia de Poder de quienes se interesen por contratarlos y que les dicen por qué re-sul-ta-dos les pagarán... o los subsidiarán.


(to be continued...)


* * *


Notas:

(1) Retomada la cuestión de "la economía" a propósito de Kantor con mi post de hace unos días, pretendo con el siguiente poner a punto los motores antes de tratar más a fondo de su condición de invento, esto es, como un producto histórico más creado por la humanidad a través de la acción de los más fuertes y agresivos, más listos (aunque sean los tontos) y hábiles engañadores (como bien señalara Veblen para que se lo olvidara). Un producto más, pero, como de "la economía" hace ya un par de siglos se esperaba tanto (y se declara hoy que se sigue esperando a pesar de que aquellas grandes esperanzas hayan descendido al plano de la mala comedia) creo que su desmontaje se ha convertido en crucial, y en paralelo con el desmontaje de La Ciencia tal y como se la considera por parte de sus practicantes, algo que, justamente, hace que La Economía sea considerada una de sus más nuevas disciplinas. Debo añadir también, y precisamente en relación con ello, que este post estaba en fase de revisión final cuando lo dejé en suspenso a instancias de la "urgencia" que viví por causa de la "provocación" (involuntaria por supuesto) del cientificismo en decadencia y el post-positivismo posmoderno, como he concluido ahora que debo llamarlos para ser riguroso, del que me hiciera cargo en los 8 posts anteriores al presente, en donde su pasado y desarrollo con vistas a comprender su idiosincrasia y su sociología no deberían haber sido tomados como su discurso pretende, es decir, como fieles a los orígenes (racionalistas y cosmopolitas) que aún reivindican como propios a la vez que tergiversan y vacían de significación. Y quede aquí la reiteración de que a la "Economía" en tanto que disciplina admitida "entre" las demás "ciencias" (¿como La Práctica -y divulgación- de la Paz, que junto a ella lleva mereciendo "premios Nobel"?) le corresponden las mismas consideraciones y conclusiones que he hecho en relación a la ideología que asume la propiedad exclusiva de la Ciencia, aunque, en todo caso, por estar esta disciplina realmente asentada en una forma más específica de sociedad (la sociedad capitalista -fragmentada o absolutista-) se hace mucho más accidental que las demás y mucho más frágil a la crítica (las Ciencias en general, como sin duda las "positivas", no olvidemos que tampoco deben ser consideradas -como el cientificismo pretende- como "absolutas": ellas, como toda práctica humana tienen su contexto de validez y de legitimación que también es histórico y por tanto su dependencia de lo social, sólo que en estos casos el período es mucho más prolongado: nace con la producción de alimentos y la separación entre trabajo intelectual y físico, bajo formas primitivas míticas que acabarán por hacerse luego filosóficas, etc., y alcanzan su grado más alto de complejidad y sofisticación en torno del Mediterráneo...) Así, este retorno a la "economía" y al "presente" inmediato es una pura extensión sobre un asunto sobre el cual queda aún mucho que reflexionar, y que une con el mismo hilo esta cuenta con todas las cuentas producidas por el ser humano bajo la genérica denominación de "cultura".

(2) Ya he explicado en otras ocasiones (y hace tiempo) el grado en que numerosos ciudadanos han sido convertidos mediante la corrupción (redistributiva) en militantes periféricos convencidos (o "conscientes", o "tropas de vanguardia"), al punto de aplaudir y hacer propias las tácticas de la camarilla y mentir sin tapujos en nombre de la causa, sea esta la que se publicita o la que se mantiene ignota e inalcanzable como cualquier otra verdad sobrenatural que se precie. Incluso al punto de asumir tareas de verdadera policía política. Y no estamos hablando siquiera de los países más totalitarizados sino de los que aún conservan la apariencia democrático-representativa.

(3) Debo reconocer que no pueden hacer sino lo que hacen, lo que saben hacer, lo que han aprendido a hacer, lo que no pueden dejar de hacer so pena de... dejar de ser (o sea, de sentirlo de ese modo). Hacerlo, debo reconocerlo, pone a quien lo haga al borde mismo de una sensación equivalente a la de hallarse de cara al borde del abismo y con fuerte viento a las espaldas. Por eso nadie escucha sino lo que nos dicen... por eso espera que lo que se diga se haga efectivo, sea verdadero, al menos una vez, esta vez; que hubiesen "acertado" y que las cosas acaben por salirle "bien"... Sin duda todos queremos, desde posiciones de franca impotencia, que todo vuelva a ser estable, es decir, a ser al menos como era... En cuanto a los especialistas, y hablo de los más honestos, que anuncian la buena nueva... podrán en todo caso... conseguir alguna que otra prebenda además de algún aumentos de sus emolumentos, tal vez incluso un premio, como el Nobel que hoy se da sin mayores exigencias, y en todo caso el de Asurias, o algún honoris causa, y un poco más de caché y más tertulias en los medios y sobretodo en la tele... Todo lo que los hace miembros cada vez más sólidos de esa nueva clase ociosa paralela que se ha especializado en analizar situaciones. ¡Para algo tiene que servir lo que se haya estudiado, que diría Eutifrón (ver también aquí) si se levantara de su tumba!

(4) No puedo dejar, de nuevo, de recordar aquí a Foucault (El orden del discurso, Tusquets, Fábula), equivocado por desearlo acerca de que "El sofista ha sido expulsado" (ibid., pág. 20) pero lo suficientemente claro a propósito de esta cuestión del lugar del discurso como herramienta de dominación, algo que obviamente escama a todo intelectual racionalista y en tanto que productor y defensor de tales discursos, normas y disciplinas. Léase y rúmiese si se tiene algo de valor si la palabra riesgo, coraje y honestidad intelectual no son meros adornos para la retórica:
"... no se está en la verdad más que obedeciendo a las reglas de una policía discursiva que se debe reactivar en cada uno de sus discursos.
(...)
Se tiene el hábito de ver (...) en el desarrollo de una disciplina una serie de recursos infinitos para la creación de los discursos. Quizá, pero no por ello pierden su carácter de principios de coacción" (ibíd., pág. 18; la itálica es del autor).
Y es que no sólo no "ha sido expulsado" el "sofista" sino que se ha convertido en gobernante (y en su alter ego, su representado), el que
"...profetizando el porvenir, no sólo anunciaba (léase anuncia) lo que iba a pasar, sino que contribuía a su realización, arrastraba (léase arrastra) consigo la adhesión de los hombres y se engarzaba (léase se engarza) así con el destino" (ibíd., pág. 20; los paréntesos son míos).
Una descripción que a mi juicio resume
en realidad la entera historia de las sociedades jerarquizadas.


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