jueves, 18 de febrero de 2010

¡Á... le-luya...! ¿¿Aleluya?? (2)

"...el discurso verdadero por el que se tenía respeto y temor, aquel al que era necesario someterse porque reinaba, era el discurso pronunciado por quien tenía el derecho y según el ritual requerido; era el discurso que decidía la justicia y atribuía a cada uno su parte; era el discurso que profetizando el porvenir, no sólo anunciaba lo que iba a pasar, sino que contribuía a su realización, arrastraba consigo la adhesión de los hombres y se engarzaba así con el destino."
Con estas palabras de Michel Foucault que aquí amplío cerraba mi última nota al pie de la entrada anterior y primera de esta serie sobre La Crisis. Las mismas, como decía, hacían referencia al discurso del Jefe o del Rey, esto es, a un pasado en el cual aparece el sabio y luego el intelectual como figuras marginadas del poder real ("el sofista" que según dice Foucault más abajo "había sido expulsado"). No obstante, esa separación de "la verdad" o "sabiduría verdadera" respecto de los discursos del poder ha demostrado ser doblemente relativa: de una parte, porque ninguna "verdad" contiene la demostración de sí misma ante las otras; de otra porque su establecimiento como "verdad" se ha seguido haciendo desde su asunción por el poder de una u otra manera (por eso los paréntesis que insertara en mi nota poniendo en presente los verbos que Foucault empleara en pasado).

Hoy en día, en concreto, la intelectualidad europea que saliera o renaciera del interregno escolástico ha acabado por formar un proletariado cultural -de cuello blanco en todo caso- en el seno de las sociedades burocráticas contemporáneas, con sus miembros corrompidos o, al menos, subordinados y en cualquier caso utilizados. Esa evolución o metamorfosis no supone a mi criterio, como para Foucault, un "pasado superado" en sentido estricto sino una continuación donde las contribuciones a las que alude se hacen efectivas hoy en día desvirtuando el carácter de sabiduría y honestidad que hasta las tipificaba y legitimaba. En otras palabras, esa evolución social, entiendo, más que marginar al sofista ha conseguido reducir a tal extremo el espacio donde pudo alguna vez crecer el sueño del engarce con el destino, que al intelectual europeo se lanzó sin duda a conquistar, que por fin ha aceptado claudicar (contribuyendo a engarzar el destino... de los otros) para evitar exiliarse en la impotencia (o para no acabar confinado o desaparecido... también en general a instancia de los otros). En cualquier caso, los resultados o productos (culturales) que desarrolla o crea, acaban reducidos, por la mano de los especialistas contratados al efecto cuando no por la de los propios intelectuales independientes y acomodados, a slogans o iconos demarcatorios, elementos de márketing o de propaganda, símbolos de alguna perspectiva promisoria, de una seguridad imaginaria (1), de una protección "garantizada", de un amparo de la debilidad en el marco de un territorio masivamente incuestionable (el territorio que cada Estado delimita formalmente), donde se cree aún y se desea creer que el paraíso perdido sea realizable, donde pueda seguir abrigándose la esperanza de ver correr los ríos de leche y de miel prometidos por esos dioses encarnados intercambiables, dioses de nuestras conciencias últimas y de nuestros votos (cautivos) de confianza; ese paraíso del futuro al que sus estatuas no dejan de apuntar con su índice de bronce... y del que hoy se están extrayendo todas las soluciones como si ese futuro ya existiese... pase lo que pase cuando llegue.

En fin, eufemismos desconcertantes todos en manos de la burocracia dominante que es la que realmente acaba, una y otra vez, "engarzando con el destino" y "arrastrando consigo la adhesión de los hombres" con ayuda de los resultados mencionados.




Espero que el lector-intelectual lo pueda corroborar mediante el presente artículo que intenta desmontar uno de los pilares del autoengaño racionalista: el discurso de La Economía.


¿Hay algo de novedad en La Crisis...?

El análisis, como alguno recordará o puede leer en la entrada previa, trataba del avizorado principio del fin de la crisis por parte de los especialistas contratados al efecto, bien acomodados y/o demasiado llenos de grandes esperanzas. Lo que también por ello remitía, como volverá a hacerlo inevitablemente aquí, a la cuestión de la idiosincrasia del propio fenómeno de La Crisis así como a la de La Economía en su conjunto dentro de cuyo marco todas las escuelas que dicen sostenerlas -y que tanto la desarrollan como la reducen-, pretenden definir, tratar y medicar. Una idiosincrasia en a que se engarzan intereses y sueños que conducen de la mano a esa búsqueda a fin de cuentas infructuosa -desde el punto de vista conceptual y declarado-... aunque consciente o semiconscientemente tenga cierta eficacia mentirosa... o, lo que es igual en este caso y en estos tiempos, política.

El resultado en el plano teórico es por otra parte la sistemática negación de la idea fundacional de La Economía: la idea de que los principios que se formulan constituyen leyes para cuyo cumplimiento se bastarían solas, tal y como sucede con las leyes de las ciencias positivas. Esta constante negación se manifiesta en las diversas apelaciones que los propios especialistas y sus divulgadores hacen fuera de su ámbito en busca de recursos ya explicativos del incumplimiento de esas leyes, ya para que su cumplimiento, idealmente, se realice; recursos pues que no son parte de su insatisfactorio instrumental... y que incluso llegan a contradecir el método científico al que dicen responder.

Infructuosa y contradictoriamente, sí, como queda al descubierto en relación a la propia La Crisis, pero también con respecto a todos los sucesos que durante la bonanza (temporal y previa) la han estado anticipando y ya vuelven para anticipar su posible agravamiento (tal vez bajo alguna nueva denominación que permita considerarla novedosa y por tanto imprevista).

La hipocresía reflota también de manera inevitable, como se puede ver en todas sus vacilaciones y bandazos, en todas sus apelaciones a la metafísica... (a veces disfrazada de probabilidades y de "azar creador", a veces descarnadamente moralista y protestante), y por fin en el típico cerrar de ojos ante las evidencias y
el silencio ante lo que perturba o conmociona, lo que despierta dudas peligrosas, capaces de poner en entredicho todo el edificio.

Y es que el recurso a
lo extraeconómico ha sido siempre sistemático por parte de los economistas (y del racionalismo en general), no sólo en busca de remedios o más generalmente de meros paliativos sino para explicar y/o justificar lo que una y otra vez viene a frustrar los sueños de los teóricos e ideólogos, como el relajamiento moral de los políticos, de la política o de la sociedad en su conjunto (considerada la moral propia como absoluta), la alienación o el fetichismo atribuidos a las masas o a la sociedad entera, los bajos instintos humanos que integran la genética pero que serían explotados desde diversas instancias interesadas, las influencias malignas de imprecisos orígenes, incluso metafísicos, etc. Esto, de por sí, como ya he señalado otras veces, no es en absoluto nuevo; es más, está en la propia fundación de la Economía Política así como de la Ciencia en general. Y bastaría para poner en entredicho la hipocresía con la que los economistas se autoadjudican un saber con supuestas raíces en la realidad y de tal grado que pocas causas de lo que sucede en la sociedad escaparían a un supuesto trasfondo económico. Trasfondo que además no sería sino la materialización particular de La Razón. (2)

Pero acerquémonos a los hechos que sustentan estas tesis.

Al menos que yo sepa, ninguno de los especialistas que sostienen, en base a los índices globales que se toman en cuenta muy a grosso modo como lo exige la propaganda táctica y la tergiversación ideológica (como los valores positivos de algunos PIBs) (3), que La Crisis estaría llegando de repente a su fin en los países más avanzados al menos (esto, dicho sea de paso, es visto a su vez desde el punto de vista de la locomotora capaz de tirar del resto, pero también con la preocupación notable de que haya vagones más o menos descarrilados que podrían impedir que la propia locomotora avance, saliendo sola o con alguno de ellos; ya sabemos todos a qué nos referimos). Por otra parte, reconocen a regañadientes que los mismos nubarrones que afloraron en los albores de la tormenta, a los que endilgaron las causas de su repentino estallido, estén siquiera mermando.

Datos tomados de aquí y de allá, les han servido pues para entonar los primeros "Aleluya", pero los temores no han dejado de subyacer en unos casos, mientras en otros se encubren y en otros más se utilizan apenas para hacer oposición política al margen de toda convicción plausible. Todos los discursos no pasan de esta forma de sugerir que habrá más o menos lentitud en la salida, discutiendo si la "letra" que representaría La Crisis, ¡todavía indefinida!, será por fin una U o una V o una L o incluso, algo que ya se está comenzando a barajar por ahí... una W... "letra" (la de Worst-case, precisamente) que reflejaría el pesimismo que invade a los expertos y que los lleva a dar consejos y advertencias a quienes más podrían perder dado que son los que lo tienen todo y a quienes por contar con ello podrían salir airosos mientras los demás naufragan (¿acaso los seleccionados para ocupar las nuevas arcas del diluvio?), es decir que, respecto de sus posibles consecuencias nefastas sólo sugieren medidas personales de recaudo... para su clientela. (4)

Esos nubarrones que precedieron a La Crisis fueron identificados, cuando ya eran demasiado evidentes, como "burbujas...": la "hipotecaria", la "inmobiliaria", la "crediticia", incluso la "tecnológica" que muchos consideran un antecedente y que fuera superada por las mencionadas y de ese modo solventada. Y son esos expertos precavidos y pragmáticos de la W los que dan por inevitable que, para superar la situación, se recurra a una nueva "burbuja" que no osan poner en cuestión ni mucho menos, una "burbuja del endeudamiento" que unos dan por inevitable (como corresponde a toda "némesis divina") y otros por indispensable. En cualquiera de los casos, la mayoría de los curanderos acaba reconociendo así, de hecho o de derecho, la imperiosa necesidad de los métodos y las conductas que se han señalado como culpables de la situación, en todo caso buscando diferenciar unas de otras mediante meros eufemismos; métodos y medidas a cuya presencia no sólo se resignan, sino que insisten en valorar positivamente... aunque sea a largo o larguísimo plazo, en todo caso, como único remedio inmediato o paliativo independientemente por completo de toda consideración por la catástrofe, sin duda, aunque no lleguen a decirlo, dando por sentado que sólo así, a los tumbos y agravando cada vez más las cosas pueda seguir habiendo capitalismo burocrático. (Y es obvio que dejo fuera de esto a los utópicos a los que les queda la crítica parcial e inconsecuente y la fe en alguna suerte de milagro aparentemente retrógrado que cada vez está más lejos de poder producirse -5-).

El hecho es cuanto menos paradójico al tiempo que esclarecedor (si esto se busca): resultaría que estaríamos saliendo de La Crisis (daños colaterales más, daños colaterales menos) no sólo a pesar de las burbujas sino gracias a inflarlas aún más o, inclusive, gracias a crear otra y mayor capaz de englobarlas a todas... Incluso, como ya he señalado... con NEPs sui generis y demás inventos tácticos...

¡Todo eso salta a la vista (si se está en disposición de verlo) tan ostensiblemente que nadie se atreve en todo caso a negarlo...! ¡Todo a la vez; sin que pueda ser negado... ni, para más INRI, económicamente comprendido!

¡Aunque se atrevan todos a diagnosticar y medicar (barajando muchos de ellos futuras calamidades y nuevas "crisis") a diestra y siniestra desde las sus respectivas perspectivas que no pueden atribuirse sino a sus funciones y a sus vínculos con la sociedad actual, como no puede ser de otra manera, aunque las intenten hacer pasar por neutrales, racionales, supramorales, como tampoco puede ser de otra manera! ¡Cosas todas, en fin, propias de profetas y de sus profecías! ¡Y también de los productores de noticias llamativas... de las que se entregan con DVD o cartilla adjunta para que se lean!

Esas causas o burbujas son incluso asociadas e incluso directamente atribuidas a conductas morales o intelectuales de lo más diversas, como la imprevisión, la codicia, la búsqueda del máximo beneficio, la ausencia de supervisión o su exceso, la incapacidad de gestión, la corrupción política, el enfoque socialdemócrata irresponsable, etc., causas diversas según el bagaje ideológico del que se dispone por herencia o por compromiso para atacar al oponente o para defender el modelo en el que se dice creer, y que en cualquier caso nunca se perfilan del todo y suelen ir entremezcladas de manera confusa y débil, muy al estilo de los discursos y el pensamiento de hoy...

Entre esas causas amenazantes (y por lo que esto atañe a España lo resalto especialmente), están las situaciones que son enfocadas como las más lastrantes desde el mismo punto de vista que se pretende propagar. Porque, cuando se consideran las cifras positivas del PIB como las más decisivas o notables en determinados países de Occidente (puñado más, puñado menos), por ejemplo, como la manifestación por excelencia de la salida (cosa que sin embargo sucede un día sí pero otro no tanto, aquí o allá) lo que de todos modos se determina mediante métodos y con bases más que endebles y/o manipuladas, se está simplemente expresando el deseo (que nos invade inevitablemente a todos los occidentales del primer mundo en cualquier caso, salvo contadas sectas marginales aunque yo diría que tan sólo en sus declaraciones) de que La Crisis no acabe con el mundo tal y como lo conocemos y tal y como nos ha alimentado hasta hoy (con sus guerras y su miseria, sus genocidios y su represión violenta lo más lejos posible, en la periferia, "donde viven los monstruos" -o los bárbaros- y no junto a nosotros ni siquiera pisándonos los talones). Se trata de los "lamentables casos" de Grecia, de Portugal y también de España... casos de los que se puede decir -como ciertamente menos de otros como Inglaterra...- que se deberían a la corrupción extrema y a una política de despilfarro propia de la socialdemocracia en general... tal vez la mediterránea. Algo indudablemente real, pero que evita el proceso imparable de burocratización (que explica la corrupción política sólo que en un marco más amplio y social y no moral) en el que se inscribe el propio desarrollo histórico donde el capitalismo incipiente (como mercantilismo) entroncó y se adaptó, en el que creció y el que usufructuó en provecho propio (nótese que el comercio viene adaptándose a los mercados reales -no tales por la existencia de demanda sino por posibilidades de oferta- de manera sistemática en el curso de la historia de las sociedades jerarquizadas o fragmentadas por la división entre trabajo y ocio, de donde prospera, y tanto como ha buscado para su desarrollo el amparo de las fuerzas político-represivas). Lo que prevalece, ante cualquiera que sea el fenómeno particular, es la persecución del beneficio, y toda práctica será justificada adecuadamente en su nombre, aunque amenace según se mire los mismísimos pilares culturales de Occidente (como es el caso de las concesiones sistemáticas al islamismo, sea por razones electoralistas o clientelares como en nombre de los buenos negocios), o, en otras palabras más concretas, el orgullo que sus ciudadanos sentían hasta hace poco gracias a tener el patrimonio de la superioridad. Amenazas desconcertantes y decepcionantes para los europeos y sus descendientes, en particular entre los miembros de las llamadas clases medias (medianamente alimentadas de información y opinión por la prensa de amplio espectro liberal, hoy dominante) a la vista de lo que sugerirían antiguas invasiones orientales que si no llegaron a ser nunca definitivas sí fueron graves y devastadoras. De ellas, y en realidad más temida incluso que la islámica aunque ello aflore menos, descolla la que representaría el desarrollo capitalista y la consecuente expansión neoimperialista y hasta poblacional de China (6). Amenazas de colonización y/o neocolonización que al cuestionar la libertad de los viejos colonizadores y neocolonizadores occidentales, donde esa libertad se fundó y consolidó precisamente gracias a ese tipo de prácticas que se revelan como meros privilegios regionales basados en su día en la fuerza bruta y en la desigualdad de desarrollo relativa... y de cuyas prácticas viven y disfrutan todavía con cada vez más escaso cargo de conciencia, algo muy propio de situaciones en las que las condiciones de supervivencia preexistentes se tambalean o al menos eso comienza a temerse.

¡Ay, da pena ciertamente tanta mezquindad, tanta debilidad, y no es fácil ser consciente de ello y no sentir lo mismo que sintiera, por ejemplo, Nietzsche cuando, equivocándose, añoraba los viejos tiempos de los fuertes y los nobles! Pero no estamos sino ante el hombre que todos más o menos somos... y que también fueron esos "nobles" más allá de su coraza con la que el romanticismo siempre prefirió disfrazar o camuflar una coraza que ciertamente era de acero.

Pero esa conciencia es apartada de las consideraciones de los expertos y la agitación de los burócratas, que según la región de la que depende su propia estabilidad pasan a reivindicar y exigir conductas solidarias o un proteccionismo equivalentemente conservador (ambos promueven la idea de que la sociedad occidental es lo mejor posible a preservar a costa de cualquier sacrificio... supuestamente menor que el de su colapso o su modificación supuestamente radical -siendo radical, por ejemplo, la temida conversión de Occidente en región colonizada y explotada, como lo demostrarían los ejemplos "superados" del comunismo y su tránsito hacia el "capitalismo"; eufemismos todos que tergiversan la realidad en nombre de la propaganda y las necesidades de la lucha por el poder) la misma que se exige de La Humanidad para salvar de la miseria y el caos social a esos países y regiones, la misma con la que cuenta desde siempre Zapatero como baza para sostenerse sin perder su clientela política a la que en cierto modo le hace creer que le dio parte del botín aunque en todo caso se tratase de migajas. Después de todo, todo hay que decirlo, ¿no se fue igualmente solidario con los bancos desde el primer momento de la crisis así como se viene siendo solidario con toda gran empresa que amenace provocar el caos social generalizado, caos que se puede tornase fácilmente generalizado en el marco de globalidad actual, y con cuya amenaza todas las de su tipo vienen chantajeando sistemáticamente a los Estados con los que se hallan en situación de simbiosis más o menos soterrada? ¿Qué sino una muestra de esa solidaridad fue la que se manifestó en todos los países de occidente con respecto a Islandia y en concreto a su sistema financiero? ¿Qué sino eso se viene sucediendo (amistades a veces de por medio) con las grandes empresas industriales desde el New Deal, reflejo de cuya política fueron las medidas que esta vez se tomaron para salvar a la General Motors en USA y también en Alemania? ¿No se dotó para ello de recursos ingentes y de una organización igualmente sometida a las leyes de la burocratización a esas instituciones vigilantes, cada vez más numerosas en todo los sentidos, como es el caso del Fondo Monetario Internacional? ¿Cuáles son los límites, cuáles las consideraciones aceptables, cuáles los criterios si es que puede haberlos...?

Países o grandes empresas, financieras o industriales, a punto de la bancarrota aparecen como merecedores de ayuda ante los ojos resignados e impotentes de los que no están vinculados a ellos (nacionales de otros países, empleados de otras empresas, consumidores en general, empresarios de menores dimensiones...), pero no porque se los valore, ya que sucede todo lo contrario, sino por la certeza de que ayudarlos termina apareciendo el mal menor ante el caos con el que los casos amenazan al mundo. En realidad, la visible irresponsabilidad (algo que sólo es posible juzgar a posteriori) busca abrigo en el chantaje al que ya apelaban las grandes empresas cuando llegaban los problemas ocasionados en principio por sus gestiones aventureras y sobretodo personalmente interesadas de sus gestores a quienes una vez el Financial Times denominara "hipercapitalistas" y que pase lo que pase lo tienen todo asegurado. (7)

...El mal menor, es decir, de nuevo, el que a sus ojos aparece como la mejor manera de evitar que todo cambie, el que merecería todo sacrificio... aunque luego no sea sino una manera encubierta más del "sálvese el que pueda" bajo cuyo camuflaje los defensores de los sacrificios no hagan ni estén dispuestos a hacer ellos mismos ni el más mínimo (como cualquiera con relación a los extraños que uno por si acaso evita).

Tal vez deberíamos considerar seriamente si todo esto no es lo que explicaría en buena medida (es decir, más allá de la potencia represesiva y corruptora del Estado, de las grandes empresas y de todas las instituciones especializadas, todas al servicio del "orden social") la pax social de la que gozamos (y ciertamente gozamos de ella mal que les pese a los que pasan hambre o están desesperados en el desamparo, algo muy corriente por cierto en la periferia del mundo -y no digo que de ello debamos sentirnos culpables a la manera acostumbrada- e incluso a nuestro alrededor, en barriadas por las que muchos ni siquiera paseamos). Esto podría ser tema de un análisis específico que dejo apenas apuntado, pero, de lo que no cabe duda es de que en el mundo complejo que ha ido tejiendo la humanidad para cazar a los bárbaros estamos todos cada vez más atrapados. (8)

No cabe duda en todo caso, aunque cueste reconocerlo, que nunca en la Historia se llegó a tal extremo, a tal grado de parálisis política generalizada, a una situación de secuestro técnico de tanta envergadura y extensión social como el que hoy podemos observar si abandonamos los sueños y nos desconectamos. Un escenario perfecto para el imperio incuestionable de la burocracia política que acabará por conducirnos, sin prisa pero sin pausa, al caos, al colapso global, pasando en todo caso por el totalitarismo abyecto tantas veces visto... aunque desde hace más de medio siglo apenas a distancia de los centros de Occidente (lo que sin duda... "tranquiliza"...) y lamentablemente por el desorden brutal y el horror para el cual los occidentales de Occidente nos consideramos extremadamente poco preparados (lo que tal vez sea cierto... pero que para eso podrían servir los nuevos electores que vinieron de la miseria neocolonial a recalar en nuestras costas en busca de un inencontrado bienestar y de una frustración inmensa, lo que sus hijos se encargan de denostar y reprobar, como se pudo comprobar hace unos años en los barrios periféricos de Francia a cargo de esos hijos de inmigrantes nacidos y educados en la nueva patria).

Y todo ello, precisamente, se cuece al calor de nuestros mejores deseos, de la vieja y nunca realizada idea de una sociedad buena o mejor, ya que por supuesto todos deseamos, sean del signo que sean nuestros discursos programáticos o ideológicos, que la tormenta no se produzca y que, si lo hace, pase lo antes posible... y para no volver. Lo que podría, por dejarlo aún en la duda, ser meramente utópico o una pura idealización, una muestra de las Grandes Esperanzas que siempre nos asisten en atención a la fatiga y comodidad hereditarias, aferrados aún, sin mayores convicciones, a unas ideologías en bancarrota técnica que llevan sistemáticamente a la frustración o a la disociación progresivas en el acto desesperado de buscar referencias que en cuanto las asimos se evaporan.

Si ponemos una lupa sobre los signos que se consideraron causantes (y que como he dicho siguen viéndose como amenazantes para los milagrosos brotes verdes que se vislumbran con aparente confianza y se publicitan con ardor) observamos que entre sus carnes pululan aquellos mismos gusanos y bacterias, aquellos mismos vicios y perversidades, que siendo tratados de hecho como endémicos se pretenden erradicar de derecho, de algún modo, indudablemente mágico aunque se los disfrace de científicos, para lo cual el ropaje matemático viene como anillo al dedo, y no digamos la lógica. (9)

Es de notar asimismo, que la denuncia de esos signos adversos no se llevaría a cabo por parte de expertos y propagandistas si no fuera porque conviene a sus discursos opositores, y que adecuadamente reducidos a slogans desconcertantes vuelven a ser utilizables y utilizados por los opositores contra las camarillas gobernantes, lo que muchas veces (por ejemplo, cuando lo que se intenta es ser admitidos como aliados hegemónicos y no sustituirlos del todo) no es sino la vieja jugada de colocar el carro del fracaso gubernamental delante de los caballos en los que se va montado, con los que no se animan a correr porque no saben hacia dónde o porque esos caballos no pasan de ser unos escuálidos Rocinantes o unos pobres asnos empacados. Y esto con la pobreza contraria que denuncia su propagación como antipatriotismo o herramienta de la ridícula conspiración en su contra.

En este asunto quiero poner de relieve lo que como poco debería se considerada una ceguera que podría llegar a ser suicida (aunque yo no lo califico así porque no admito ni inocencia ni neutralidad a los actores), me refiero al tratamiento que analistas, periodistas y políticos de la oposición hacen de las manifestaciones últimas de la camarilla gobernante diciendo que hay una "conspiración de especuladores internacionales" y que no hay que criticar nada sino "ponerse a trabajar" (en realidad una reiteración de la misma cantinela -como denuncié en su momento-, sin duda, sólo que hoy se dice desde el acorralamiento, lo que lo hace más peligroso si cabe; una cantinela típicamente fascista que un día podría expresarse en plena calle en un grado de virulencia mayor que otras veces a la manera de Chávez o con expropiaciones preventivas en lugar de las motivadas por el puro capricho del dictador).

Esos signos, indudablemente desestabilizan a los gobiernos de turno, llevándolos contra las cuerdas y por tanto a peligrosas bravuconadas destinadas al consumo masivo de la clientela potencial. Profundizan así, por ahora en el plano retórico aunque no hay razones serias para fiarse sino meramente ingenuas, los iniciales programas de Supervisión Moral y de Cambio radicales que se propusieron con fines electorales... y como parte en realidad de una irresistible ascensión... En este punto, el olfato del liberalismo clásico se acerca mucho al problema y su temor está fundado: las amenazas a la propiedad privada (y no sólo a algunos y bien seleccionados medios de producción) son compañeras inseparables de los totalitarismos... Lo que sin embargo no atinan a comprender es que ello tiene por objeto una simple redistribución, como siempre ha sido por otra parte; una redistribución que se hace desde el poder político burocrático en lugar de mediante otros medios igualmente extraeconómicos o al menos apoyados en ese tipo de medios (el propio poder, los amigos gubernamentales, la corrupción soterrada... las leyes y la policía incluso si lo exige el caso). Y no atinan a ver tampoco que la propia economía es la que genera ese instrumental, humano y técnico, que lo posibilita, que lo cataliza, que lo reproduce. Que ella misma se hace capitalista a instancias de un proceso extraeconómico que procuraba realizarse en tanto que poder. Un terreno al que cada vez remiten las necesidades económicas de cada individuo y cada grupo para la posterior conservación de lo apropiado por unos y su reconquista por los otros.

No otra cosa puede explicar, por otra parte la dinámica de la propia supervivencia que, con sus raíces en la sociedad del momento, media a través del imaginario dominante alimentando sólo sueños reformistas.

Así, cualquiera de las alternativas, la de la profundización o la del sugerido aún tímidamente giro de 180 grados (que sin duda se prepara revolucionariamente, como ya lo está manifestando Sarah Palin en la mejor de las escuelas demagógicas americanas -10-) nos sumen en el desconcierto y las incertidumbres más oscuras... donde la impotencia y la incomprensión más asombrosa se combinan mientras al margen de las cortinas de humo y las denuncias formales la marcha burocrática sigue avanzando, rodeo más rodeo menos, hacia el totalitarismo y el colapso. El pueblo, las masas si se quiere, la gente que no pertenece a otra tropa que esa que se forma para ejercer el voto cuando la convocan a las urnas, se lo huele: cualquiera de los políticos de turno, cualquiera de los grupos políticos en los que se halla integrado, no hará nada que no sea demagogia. Y en el fondo teme (a la luz de los casos que se conocen por la Historia o incluso por los telediarios acerca de la realidad de otros países periféricos), teme aunque sin tener nada con lo que se pueda oponer hasta que sea demasiado tarde, que lo haga una pantomima jacobina (o, usando un término acorde con estos tiempos: bolivariano). Me refiero a poner "el sistema" (financiero, social...) al servicio de los consumidores, del pueblo, de los explotados y oprimidos, o del bienestar general... Hoy se sabe que todo eso es humo coloreado y que lo que prima es el viejo y eterno "sálvese el que pueda" (familia propia incluida, come il faut... a ser posible).

Imagino, ahora que lo vivo, las mil y una veces anteriores en las que un ser humano sensible y reflexivo se hallara en una situación como esa, cabiéndole optar entre la conducta del que clama en el desierto y la del que acaba por reírse sin más de la estupidez global de su raza...

¡Es sin duda patético!

Lo cierto y lo evidente es en cualquier caso, que los signos persistentes son los mismos que se consideraron causantes de La Crisis, y que no sólo prevalecen sin que nada indique que se los pueda (ni se quiera) erradicar salvo en el marco de soluciones muy inconvenientes (que podrían ser incluso mucho más "radicales" que las que se adoptaran en Venezuela, Bolivia, Ecuador o Argentina, Irán o Siria, China o Rusia... en fin, en la mayor parte del mundo; y poco digeribles para la mentalidad occidental que sin embargo comienza aquí y allá a masticar la repugnante idea de que Occidente, al menos parcialmente, se pueda convertir como he dicho en neocolonia oriental) en las que se prefiere, tal vez por suerte, tal vez inútilmente, desconfiar. Sueños las primeras de sectas trasnochadas que disfrazan de justicia social y determinismo economisista a ultranza esas perspectivas de brutalidad y barbarie efectivas... y que menciono tan sólo por su carácter simbólico ya que ya han acabado los tiempos en que haga falta referirse a discursos ideológicos rígidos o dogmáticos de ese tipo, sólidamente fundados en modelos con cierta coherencia interna, para fundar o legitimar una salida totalitaria. Esto es muy importante porque la debilidad no ideológica de los discursos tacticistas en boga diluye la perspectiva real de peligro totalitario, que es enteramente real a mi criterio bajo juegos tramposos y desconcertantes que guardan o protegen del miedo las formas... hasta que sea muy tarde, lamentablemente.

De todos modos, creo que el colapso o el interregno totalitario que, como asimismo pienso, se cocina a fuego lento, avanza en todo caso de manera fragmentaria e irregular (o sea, brotando en una u otra parte de manera esporádica), y puede dar aún muchas vueltas mientras las cosas marchen de un modo errático y confuso...

El "sálvese el que pueda" que vimos emerger en Haití en un contexto de absoluta ineficacia gubernamental y de su estructura represiva al servicio de otras contingencias (que es lo que ha puesto al desnudo el terremoto, esto es, la endeblez regional del Estado burocrático cuyos negocios no eran de ese mundo) no llegará de mañana mismo (creo)... pero puede hacerlo en cualquier momento a pesar de la incredulidad que se prefiera guardar al respecto. A cada segundo, en cada pequeño momento y rincón de esta sociedad nuestra donde esa opción se realiza en tal vez una pequeña escala... se da un nuevo pasito, uno aquí y otro y otro y así por todas partes miles de pasitos que nos preparan para la gran depuración de la que saldrán muy pocos y no necesariamente los mejores, como siempre... Además de que esa valoración sea muy discutible y casi no diga ni pueda decir nada.

Hagamos a propósito un brevísimo repaso histórico:

Recordemos los discursos de hace un año o poco más de todos los gobernantes del Primer Mundo, esos que hablaban de una nueva era y del Cambio, de discusiones y debates tendentes a alcanzar una nueva sociedad del bienestar basada en la conciencia de la crisis (sea esto lo que cada concientizador tenga in mente), en el sentido común, en el control de la insensatez, y de los insensatos, y especialmente de los desaprensivos hipercapitalistas mencionados a los que tantas imprecaciones y amenazas le han dedicado siempre y hoy han reiterado los líderes de la comedia política actual (periodistas incluídos) y muchos de los expertos en otras especialidades. Y observemos que estos "nuevos" personajes de la escena social no son en realidad tan novedosos si recordamos la descripción que Adam Smith hizo de la conducta de quienes gestionaban las compañías coloniales en la Riqueza de las naciones, donde lo menos que dijo de ellos fue que eran unos implacables depredadores que hacían tabla rasa de las sociedades y los individuos donde asentaban sus reales. Pero ya he recordado todo eso en las varias entregas publicadas hasta ahora bajo el título genérico de "El carácter intelectual del liberalismo" que se puede encadenar a partir de la última (3-b), donde menciono precisamente ese asunto.

Los propios datos casi lo dicen todo y la propia táctica de la burocracia los realza. Como es el caso de la retórica que ella, cuando comenzó La Crisis, levantó amenazadora contra los tiburones del mundo financiero y los responsables previos en la gestión administrativa, contra las corporaciones financieras, la banca y las grandes aseguradoras y contra sus grandes ejecutivos, y cuando ahora vuelve a alzarla a falta de verdaderos resultados milagrosos y con la vista en recuperar cuota de pantalla y de votos, y por supuesto sin poder hacer realmente nada mínimamente serio para llevarlos a la guillotina o sacudirlos boca abajo hasta que descarguen sus bolsillos llenos de rapiña (lo de querer es aquí lo de menos, y en todo caso, tengamos por seguro que lo podrían querer en caso de necesitarlo, lo pudieran o no llevar a cabo coyunturalmente... y siempre que encajara con la estrategia de la camarilla dirigente y además se dieran las circunstancias apropiadas para su realización, lo que aún no ha sucedido ni tal vez suceda en el curso de la actual crisis y en todas partes -lo que no impide que se llegue a acariciar al menos, en alguna que otra región puesta en el límite por las circunstancias, como en Grecia, etc.-... a menos que ésta fuese... la última) (11). Pero esto es lo que justamente pone al descubierto el mal endémico del capitalismo (que no es el del primitivo mercantilismo al que tanto le debe en cualquier caso), del capitalismo real, que es el burocrático (sea el fragmentario, como lo llama Castoriadis, o el formal y absolutamente estatalizado). Y ello a instancias la inevitable burocratización, cada vez más aguda, que se experimenta incluso en el ámbito de la producción fragmentaria -considerada privada por razones tradicionales más que reales- de las mercancías y de los medios de producción, producción que por otra parte tiene un componente cada vez más impreciso y a veces claramente artificioso, y no sólo por el tipo de las mercancías que producen sino también por su calidad y cantidad. Y es que el capitalismo nunca se preocupó por producir para satisfacer el consumo (como Smith pretendió) sino para tender a la satisfacción del beneficio (como Marx sostuvo) sin alcanzarla nunca. Esto, al margen de las conclusiones de unos y de otros, es un hecho palpable, aunque para nada lo es todo. En el capitalismo altamente burocratizado, el beneficio que se persigue denodadamente a cualquier precio no necesariamente tiene que coincidir con la acumulación de capital de la empresa a la que pertenece el gestor, ni siquiera, insisto, tratándose del CEO, como ha quedado expuesto en mi nota 7. Al igual que en el plano político, la corrupción se ha instalado en la llamada esfera de los negocios (y en una escala constantemente creciente respecto de cada época anterior) y las camarillas de uno y otro campo complotan aliándose en su propio beneficio, que, por cierto, no es sólo monetario (o crediticio) sino que se mide en especie, en honores, en privilegios, en mejores posiciones durante la carrera (lo que abre las puertas al crédito en un pis-pas, como se ha visto, una vez más de manera escandalosa, en el reciente caso del juez amigo del banquero -y de un ministro, y de otro...- y viceversa). (12)

Y en esta cuestión hay dos facetas tal y como yo lo veo. Por una parte, la que no se quiere ver porque define la verdadera o descarnada sociedad presente, su idiosincrasia y la verdadera marcha que la pone en evidencia, sociedad de la que participan (o participamos en realidad) demasiados (quizás todos). Por otra, la que pone en evidencia lo que de verdad se juegan los actores decisivos, especialmente los que de momento tienen la potestad y los recursos como para fijar el rumbo (tal vez un poco más en zigzag, sin duda hacia la inoperancia típica; tal vez, antes de lo que se pueda pensar, hacia el colapso); en síntesis, pone en evidencia los mecanismos actuales del Poder que tantas veces hemos desmontado, donde no hay límites para el uso y abuso de cualquiera sea la táctica... aunque se trate de las de supuestas estrategias conceptualmente enemigas, lo que no existe... porque no existe ya estrategia de principios alguna sino, en todo caso, la de conservar (o conquistar, o reconquistar, o participar...) del Poder a cualquier precio y para no hacer otra cosa, o, como se dice, del Poder por el Poder.

¿Acaso no vemos con nuestros propios ojos que no parece haber modo humano de establecer un rumbo diferente del que llevara según todos piensan y según se agita sin escrúpulos al estallido, a saber: la codicia "hipercapitalista" -por seguir con el mote-, la producción basada en expectativas desbordantes o excesivas de consumo (imprevisibles pero a las que todos los industriales apuestan bajo el paraguas protector que promete el Macro-Estado keynesiano y la poderosa magia del marketing, la moda y la obsolecencia planificadas), la sistemática creación de productos nacidos sólo para confirmar la diferenciación apariencial, diferenciación explícita que siempre necesitó todo poderoso en el curso de la Historia para que se conociese su poder (eso de lo que hablara Veblen; y que sin duda fue el primer mercado en conformarse como tal y en dar lugar al comercio para convertirse en decisivo desde entonces), la espiral de actividades socialmente innecesarias y autocatalíticas de las que cada vez vive más gente... en muchos casos bajo mínimos, mientras al mismo tiempo se ahogan cada vez más nichos de lo que todavía se llama "economía real"...? (13) ¿No vemos acaso que todo lo que se considerara un componente regio de La Causa se mantiene y hasta se apela a reproducirlo como "nuevo remedio"? ¿Y todo esto incentivado mediante las mismas técnicas de marketing inductoras, publicitarias de un consumo que Smith no dudaría en condenar por superfluo e insensato, tal vez buenos remedios contra la angustia pero poco más; incluso apoyándose en esmeradas técnicas de producción de obsolescencia preventiva... allí donde la ansiosa metamorfosis enmarcada por la moda no fuese suficiente... incluso... provocando la necesidad, como rezan los manuales que se usan en la instrucción de vendedores... incluso provocándola mediante indudables acciones mafiosas, delictivas, criminales... por ejemplo en lo que a enfermedades o energía se refiere...; todas esas actividades, estudios, esfuerzos y capitales que de esta forma incrementan el problema creando cada vez más mercado artificial y crítico?

Pues yo diría que todo eso que vemos y sentimos nos indica que nada ha cambiado ni podrá ser cambiado... porque no puede serlo sin pasar por un colapso descomunal. Y esto sencillamente porque es propio de todo mecanismo conservarse, y más cuando todos preferimos huir del dolor y del esfuerzo y especialmente huir de toda posibilidad de que nos toque a nosotros mismos en primer lugar.

Por otra parte, podemos creer, como prefiere creer (y cree) la mayoría, que una u otra camarilla política en el gobierno (algunos piensan aún que mediante una revolución) aplicará una política apropiada. Pero lo cierto es que, con la apropiación despreocupada (aparentemente irresponsable) de las consignas expropiativas o reguladoras, planificadoras o legislativas, por parte de la burocracia de estos tiempos (que, al menos por ahora, prefiere unas formas relativamente fragmentarias sobre las absolutas, y no sólo como tapadera) nos queda claro que nada de lo que pueda cambiar o sea cambiado en la relación actual de fuerzas, vaya a favorecer las libertades, la justicia real (o sea la legal), el progreso lineal, el bienestar del pueblo, etc., etc., etc., sino, sólo, cambiar la composición de esa relación de fuerzas para que la opresión continúe siendo de lo más segura... Lo que puede verse desde esta perspectiva, es que el tema que se ha dado en llamar "supervisión moral" o "del Estado" sobre "los capitalistas" sólo sirve como pocos para justificar un avance más o al menos un reforzamiento de los poderes de algunos (los componentes en un momento dado de la camarilla gobernante) en detrimento de otros (los miembros de la misma burocracia dominante no integrados en la mencionada camarilla y los miembros de las burocracias de las empresas que amenazan al gobierno, unos con su oposición parlamentaria o interna y los otros con su sabotaje no premeditado de la estabilidad administrativa que acaba favoreciendo a los primeros, todos internos o externos, enemigos igualmente politicos). Controles y supervisión, por otra parte, que no sirven sino para agravar las cosas. Aunque su ausencia (imposible) no ayudaría tampoco.

Por supuesto que -vale la pena explicitarlo-, no todo se hace ni sale como mejor le conviene a la supuesta Mente del (Número) Uno, la del imaginario dictador y, en su expresión extrema, potencial... la mente que en realidad, aún si tuviera cuerpo y vida propia, no sería capaz de funcionar con entera autonomía ni con suficiente claridad... aunque cuente con el instinto afilado del mejor depredador que pueda imaginarse.

Y con esto completamos en una primera aproximación a las señaladas dos facetas de la cuestión que nos ocupa. Y podemos ver cómo esto se enmarca en una sociedad cuya compleja amalgama busca ser sorteada por cada uno de los individuos que la componen por la senda menos gravosa y menos fatigosa que le sea posible (o que así lo parezca), por lo que cada situación que se produzca se trata de aprovechar para una afirmación adaptativa (lo que da lugar a nuevas situaciones que deben ser afrontadas y así sucesivamente, a veces saliendo momentáneamente airoso y otras no).

Ni por parte de los que más sufren las penalidades que ocasiona la pura práctica de la supervivencia (entendida en el sentido amplio, real y complejo en la que se da entre los humanos sofisticados de Occidente), ni por parte de los que están especialmente preparados para mantenerse en la cúspide socio-política o sustituir en ella a los que la ocupan (y tienen las características personales que les impulsa o ayuda a conseguirlo), hay deseos de cambiar la economía por algo de una naturaleza significativamente distinta. Pocos hallaremos que estén a favor de una idílica instauración de la Justicia Social liberadora o de una idílica instauración del Libre Mercado liberador. ¡Ese es el drama de los intelectuales que nunca ven cumplido su sueño de líderes de masas! El espacio no lo ocupó nunca la lucha por el tipo de relaciones económicas entre los hombres sino la lucha política entre quienes se hallaron o se hallan en condiciones de poderla llevar a cabo... ofreciendo a los demás unas u otras concesiones, ventajas, puestos, premios, dádivas o subvenciones... Y esa inmensa mayoría de los que estamos atrapados entre la pared de la necesidad y la de la impotencia... nos alegramos de que "la economía" muestre "signos de recuperación" sea la que sea y dure lo que dure...

La Economía, en realidad, no ha dejado en ningún momento de crecer, aunque no como dictan los modelos ni las previsiones basadas en las presuntas leyes liberales o marxistas, todas en base a una determinada moral previa en cuyo marco esas leyes son dadas por legítimas. La economía, o mejor dicho, las transacciones y resultados económicos que se producen y que son considerados de una u otra manera signos de recuperación según las conveniencias y las necesidades de cada discurso, son los que ya se venían produciendo antes en mayor o menos grado, durante el ciclo llamado de bonanza en base a iguales interpretaciones y manipulaciones ideológicas: lo único que varía entre los distintos momentos es la redistribución (y es lo único que diferencia en última instancia las economías del siglo XVIII, legitimadas en Inglaterra, USA y Europa a partir y a posteriori del triunfo de sus revoluciones, de las impuestas en la URSS o China tras sus respectivas tomas del poder, realizadas las unas y las otras con muchas similitudes en sus métodos y conductas, en todo caso por la vía de un triunfo militar de mayor o menor envergadura inicial y más o menos alargadas prolongaciones y altibajos, todas reflejando la confluencia de unas masas ansiosas in extremis de reformas, unos intelectuales románticos e idealistas y unos individuos a los que se les terminará dejando las riendas de la gobernación y de los negocios reales sin que se les pueda imponer moral alguna que queda reducida al desconcierto y a la hipocresía). Mercado negro, transacciones mafiosas, corrupción, estafas, dumpings, estraperlo, contrabando... todo eso activa y forma parte de la Economía, y todo eso se dispara en tanto y en cuanto se hace más rentable asumir el riesgo de la ilegalidad. Ni más ni menos... lo que poco tiene que ver con la mano invisible del mercado, al menos como conductora invisible del bienestar del pueblo o de la nación. En realidad, lo que sucede es otra cosa y es que todo es subsumido y convertido imaginariamente en un aspecto o en una consecuencia de esa Economía, un ente imaginario que a base de absorber toda causa racional posible acabó convirtiéndose en el imaginario dominante en sustitución de la Conquista (de Tierras y de Títulos Honoríficos) en el nombre de Dios y del Rey, propia de los tiempos feudales... seguramente por las promesas que de repente comenzó a insuflar en los hombres, por el mito mesiánico que representó la dinámica de Progreso y Libertad iniciales que despertó... y que ganaron en fuerza y convicción, en certeza, en guía para una enorme y creciente masa oprimida y a la vez llena de posibilidades nuevas de poder (desde los primeros burgueses hasta los burgueses potenciales que comenzaron a ver en los primeros su propio futuro ideal), y así hasta romper los viejos diques, hasta dar lugar a lo que se prefirió considerar revoluciones sociales.

Pero esas revoluciones y levantamientos armados con apoyo y participación populares, sólo abrieron las puertas del campo a algo que ya se había comenzado a producir, libre y arriesgadamente, mientras era valorado, apoyado, promovido y usufructuado por el Antiguo Régimen como vía óptima para engrandecer rápidamente los dominios y poderes de la propia nobleza: me refiero al comercio que conformó el mercantilismo inicial. Un comercio en el que la moral era tan inexistente que producía desprecio por parte del poder constituido y de sus miembros, que poco a poco sin embargo fueron cayendo en la trampa de esa valoración de resultados... ello porque nunca imaginaron que su desarrollo produciría un poder paralelo capaz de disputarle el puesto dominante en el plano donde este se define, el político. Así, los propios funcionarios elegidos para la gestión de tan sucias actividades... acabaron convertidos un día en sus verdugos, como refleja muy bien un cronista más que objetivo de la época, Tocqueville, en su excelente El Antiguo Régimen y la Revolución.

La Crisis, justamente, en la misma medida en que se fue conformando al calor de la búsqueda imaginativa de beneficios, sin duda muy en línea con unos tiempos en donde parece demostrado que la publicidad y el marketing hacen milagros, una época en donde se ha dejado de buscar mercados demandantes para buscar productos que lo demanden hasta conseguir crearlo, provocó nuevamente en cada uno de nosotros, los actores metidos en escena, alertas que nos motivaron según la idiosincrasia de cada uno (construida, presente y autoestimada) y la adopción de medidas según los recursos y las limitaciones disponibles; tanto con vistas a buscar salidas personales y grupales como para sucumbir a la impotencia...

Cada acto llevado a cabo por unos y por otros, tanto considerados individualmente como en su condición de miembros de una organización o institución (aspectos un tanto inseparables hoy en día al menos cuando el ámbito institucional se existe de manera estable o se manifiesta de manera momentánea) , provoca nuevas situaciones que a su vez motivan nuevas actitudes, las reorientan o las reafirman.

En este sentido... todos somos responsables de la trampa social que mantenemos en beneficio propio en nombre del mínimo de los esfuerzos... traiga esto las consecuencias que sea para las generaciones venideras. Responsables, aunque no con premeditación. Porque todos, a grandes rasgos, somos conservadores a la manera del gatopardismo. Lo somos... como la vida en general de cuya evolución somos otro resultado y a cuyos mecanismos nos debemos. Entendido esto, creo que se puede alcanzar un enfoque más lúcido que los que ofrecen los discursos autocomplacientes y teleológicos que se adoptan en nombre de un sentido o de una función; un enfoque nacido del libre albedrío sólo en un aspecto: el que emerge y se practica en última instancia por simple temor al abismo.


(To be continued... Next: Cuánto de... cuento)



* * *


Notas:

(1) Es tal la despreocupación por sostener un discurso coherente hoy en día, que es posible escuchar denuncias ciertamente inobjetables exclusivamente referidas a los que se pretende denostar. Como la que escuché recientemente en una tertulia televisada en Intereconomía donde uno de los economistas liberales presentes se alzó (con toda lógica) contra el eufemismo de la seguridad... en relación a las consignas socialistas y sindicales favorables a "acabar con la temporalidad en el empleo", es decir, contra la idea de que algo pueda no ser temporal; despreocupándose por entero de que sostenía un aserto que filosóficamente contradecía la "eternidad" de la propiedad privada o del mercado en las que se basaba y en la que creía y tenía irremediablemente que creer quien se atrevía a dar tales fundamentos filosóficos... Y por supuesto que pueden hallarse ejemplos similares en el bando contrario.

(2) Por ejemplo, siguiendo los pasos de Adam Smith, cuya migración a la ética en sus últimos años no debe ser considerada una casualidad, y continuada por Hayek hasta límites patéticos, Huerta apela igualmente al peligro de sustituir la prudencia por el máximo riesgo, reincidiendo de manera inevitable en el dominio de la moral sobre la economía. La economía en cuanto ciencia trata de subsistir al margen de la moral y del causalismo situado fuera de su esfera de conocimientos, apelando en todo caso a ciencias colindantes como la biología que darían la base del comportamiento económico. Pero tarde o temprano las murallas caen y la apelación a la moral como remedio prevalece.

(3) El siguiente párrafo, que junto a las diversas fórmulas que se usan y desusan para calcular el PIB recoge la Wikipedia, es una verdadera perla que lo dice todo a mi criterio:
"Algunos economistas se refieren a este PIB verde como a una modificación del PIB convencional, restándole el valor (si es a la baja) de los recursos naturales. Este método de contabilidad pretende un mayor realismo en saber si una actividad económica aumenta o reduce la riqueza nacional. En 2004, Wen Jiabao anunció valientemente que un PIB verde (green GDP) reemplazaría el PIB convencional en las decisiones del Partido Comunista de China.[2]

"Finalmente, esta decisión fue abandonada ya que las disminuciones de PIB tras la corrección eran tan grandes que resultó políticamente inaceptable.

"Además, cuantificar la contaminación, los residuos, la deforestación o desertificación, entre otros fenómenos es muy complejo."

Por otra parte, no creo que haya un sólo paquete de cifras que se puedan considera serias o fiables a tenor de las razones de quienes las pueden recabar, las elaboran y las suministran, razones que siempre estarán por encima de la "verdad" en nombre de las "mentiras piadosas" y de la realidad de la lucha por conservar, ampliar o recuperar el gobierno. Y ello además del hecho evidente que queda en segundo plano de que los cálculos se basan en preconceptos que siempre pueden ser bien demostrados, o que de ellos queden fuera tanto lo que no se puede medir como lo que interesa no medir (como la actividad económica sumergida, las inversiones ficticias del Estado, las contabilidades manipuladas...). Nadie puede sacar conclusiones previsibles de tales datos y sin embargo... se sigue tirando millas... para hacer política.

(4) Se ve que la experiencia de los Cisnes negros está reforzando la idea de anunciar esta nueva Némesis divina como futuro escenario posible con vistas a orientar a los que estén en condiciones de "evitarlo"... tal vez con la misma buena voluntad con la que Nostradamus relatara sus negras visiones... sin que ello sirviera para grandes cosas y menos como soluciones globales o masivas...

El informe reciente de Société General, subtitulado "Hope for the best, be prepared for the worst" (vinculado mediante el enlace) señala aspectos muy significativos que a mi juicio arrojan luz más allá de lo que el informe pretende y sus autores admiten en su pensamiento.

1) Señalan dos hechos evidentes: (a) los "estímulos gubernamentales" con que respondió al problema, (b) las "montañas de deuda" y entonan la consabida cantinela, no se sabe si deseada o exorcizada por los autores, de "la posible emergencia de un nuevo orden mundial".

2) Reconocen o denuncian que "aún nadie puede decir con certeza si hemos escapado en realidad de la perspectiva de un colapso económico global", un término que "quizás sea demasiado fuerte" dado que existirían "grados de colapso, desde severas interrupciones en la paz del progreso hasta un escenario... de impensables consecuencias".

3) Pero... ¡que no cunda el pánico!: "Afortunadamente somos más sanguíneos" y "... como creemos que el mayor peligro ha pasado, también reconocemos que el precio de nuestra salvación aún debe ser pagado en su totalidad".

4) Su visión central, sin embargo, "asume una lenta recuperación", pero "con una deuda gubernamental permanentemente elevada", deuda que los autores usarán como clave variable para sus recomendaciones preventivas: ¡y que se salve el que pueda! En particular... con estrategias apropiadas para el caso en que las cosas deriven hacia una "(no) recuperación de estilo japonés", que se define por "una deuda gubernamental persistente, anemia económica, bajos intereses financieros, y estrechos mercados de equity".

5) Ellos "no calificarán de burbuja la expansiva deuda gubernamental", pero creen que "representa un obstáculo para el futuro crecimiento económico, restringiendo la libertad de los gobiernos para gastar y potenciando el incremento de impuestos, lo que puede derrumbar el consumo" e incluso producir un crecimiento pobre o hasta negativo del PNB (Producto Nacional Bruto) que afectaría sustancialmente a la calidad de los activos. Y concluyen diciendo que ese es el escenario "peor" tomado en cuenta para el análisis que habrían realizado en base a tablas y cuadros cuantitativos y cualitativos y una técnica de análisis fundamental de arriba-a-abajo con los resultados dados por su "modelo econométrico".

Parece interesante por otra parte la siguiente observación de los gurúes de la econometría: "Esta semana, en EEUU, se ha observado que mientras que los datos de consumo han estado por encima de lo esperado y mejoran respecto a los niveles alcanzados en meses anteriores, los de actividad han estado por lo general por debajo de lo previsto, aunque siguen mejorando. Por lo tanto, sí hay mayor actividad pero la recuperación parece ir algo más lenta de lo previsto", algo que no intentan sin embargo explicar... permaneciendo así a la zaga de los acontecimientos (aunque viendo acercarse el siguiente cisne negro por el rabillo del ojo... e ignorándolo a la vez, volviendo la cara un poco más para no verlo, casi conjurando su desaparición pesadillesca, que se prefiere considerar parte de una pesimista alucinación... etc.) y, sobretodo, dando muestras de hasta qué punto están anclados en la resignación y la esperanza.

No es de extrañar que se sostenga que "no todas las burbujas son peligrosas".

(5) Las sistemáticas denuncias anarco-capitalistas o las de liberales clásicos "contra" las pretensiones conscientes o inconscientes de los "planificadores" (como los definen con Mises y Hayek) o "la izquierda" (como la denominan en los medios y la calle) de destruir la propia economía capitalista no serán seriamente tratadas en este artículo lo que de todos modos ya he afrontado en esta serie interrumpida que completaré en breve, pero para dar un brochazo diré que el único capitalismo posible hoy es el supervisado, que sin duda es cierto que marcha hacia su propio colapso y al colapso de la civilización que se ha instituido, y que, por fin, de ese colapso no la salvará nada ni mucho menos a cambio de la utópica instauración de un modelo que en realidad jamás ha existido, ni en los mejores tiempos... Y conste que doy cierto valor a sus denuncias antiburocráticas en sus aspectos políticos, esperando de algunos de quienes las hacen alguna consecuencia o la definitiva claudicación jacobina u oportunista hacia la que una u otra vez tienden a deslizarse desesperadamente... aunque los liberales no van ni pueden ir más allá de conquistar posiciones en las cada vez más habituales tertulias.

(6) Clionauta, un blog de Historia muy bien documentado menciona al respecto un libro de Martin Jacques (destinado como se apunta "al gran público" y pergeñado por lo visto por un antiguo filocomunista) en donde se trataría de hacer digerible el supuesto advenimiento de la nueva hegemonía china. En él se consigna para empezar el peligro que un supuesto establisment occidental atribuye al crecimiento chino: "...la economía de China (que) será la más grande del mundo dentro de unos 15 años, superando a la estadounidense. Con cuatro veces la población de los EE.UU., China ya tiene las mayores reservas de divisas, es el principal exportador, su mercado de valores da los mayores beneficios y tiene el mercado de automóviles más grande del mundo. Tan enorme es la transformación que supondrá su ascenso a la supremacía económica -dice Jacques- que en adelante la historia se dividirá en AC y DC: antes de China y después de China. Esta parte del argumento es una directa extrapolación cuantitativa. En el caso de Jacques, la marca de la casa es martillearnos con cifras, sin agregar mucho a lo que cualquier persona con una mínima alfabetización económica ya sabe."

El artículo señala las falacias e intereses espurios que estarían detrás de esa publicación, y se apoya para negar una posibilidad como la expuesta en la superioridad de la democracia occidental en contraposición con el despotismo burocrático imperante en China cuya endeblez sería profunda para contener los previsibles descontentos sociales que se avecinarían allí a instancias de tal régimen. Pero esto corresponde a una discusión diferente que debe empezar por evitar los mitos preconcebidos, como el de la mencionada democracia representativa y el de la capacidad de respuesta revolucionaria y/o democrática de las masas así como el que atribuye un papel dominante a ese establishment occidental que en el fondo es más un viejo fantasma que otra cosa (tal como se lo define), en todo caso encarnado en las etéreas clases medias y en alguna franja de la etérea opinión pública...

(7) Todo esto sólo vuelve a agitarse. Como es habitual en esta sociedad, todos ven con enorme facilidad la paja en el ojo ajeno. Hace unos ocho años, por ejemplo, me guardé un jugoso artículo de prensa firmado por un tal David Leonhard originalmente escrito para el New York Times y transcripto por el International Herald Tribune del 8 de abril de 2002 concretamente donde lo leí y conservé en cuya página 11 se trataba el mismo tema con preocupación. El artículo se titulaba "Profit errors paid for U.S. executives" que empezaba diciendo "The profits were an illusion. The multi-millon-dollar rewards for executives were real"; siendo la otra cara de la moneda el chantaje al que en el límite someten al Estado y a sus súbditos no privilegiados en nombre de las repercuciones sociales ingentes que una bancarrota de una multinacional conlleva (recuerdo incluso que por ahí tendré aún algún otro viejo artículo sobre el mismo tema aparecido en el mencionado periódico americano en donde se cuenta la desaprensión del CEO de Xerox o de Coca-Cola en atención a su deseo de jubilarse consiguiendo la más alta de las facturaciones alcanzada nunca por la compañía... para lo cual realizó innumerables adquicisiones ruinosas que pusieron en cuestión toda la compañía; algo que tuvo que afrontar el que le sucedió en el cargo).

(8) Esto es algo que no he sido el único en percibir y que se ha percibido hace tiempo, lo que significa que en parte será realmente así a la vez que sólo podría ser una de tantas maneras posibles de relación con este mundo. He encontrado en estos días, de la mano de Isaiah Berlin en su estudio de la personalidad y el enfoque León Tolstoi "La zorra y el erizo", y precisamente a propósito de esto, un alter ego en la figura del escritor ruso que pensaba "básicamente lo mismo" (como diría Isaiah Berlin) y luchaba con igual pasión, tal vez inútil, contra esos gigantes de pies de barro que son las convicciones dogmáticas y la ceguera de quienes toman La Razón como referencia absoluta. Individuos que prefieren ignorar su papel real suponiendo que su papel es otro, porque como Berlin recoge de "Guerra y paz":
"Puesto que el carnero engorda como es debido y quizá se coloque el cencerro que guía a la manada, podría fácilmente imaginarse que es el líder y que los demás carneros van a donde van sólo para obedecerle. Lo que piensa ese carnero puede pensarlo también el resto del rebaño. Y, sin embargo, el papel que el carnero cree representar no tiene nada que ver con el objetivo con el cual se lo eligió: la matanza." (op. cit., Ed. Península, Barcelona, 2002, pág. 62)
La única diferencia con el hombre es que éste no tiene un ser por encima de él que decida el objetivo, que para el hombre (y para el animal que no se halle en cautividad o haya sido domesticado) sencillamente... no existe.


(9)
Es un caso más de lo que Gödel, firme luchador contra el positivismo lógico pero obviamente en todas sus formas, había señalado al describir la jugada de las ciencias para conseguir más "dignidad por medio de la lógica". Sin duda se trata del último refugio de la verdad absoluta ansiada, aquí una caricatura econométrica (sobre la que di algunos brochazos en un post preliminar) que en otras ciencias resulta biométrica, psicométrica, etc.

(10) Viejo en USA, como quedó plasmado en la novela de Robert Penn Warren, "Todos los hombres del rey", y en unas cuantas películas americanas (entre ellas la que se basó en esa novela), sobretodo en los cincuenta. Viejo en Usa y en todas partes en realidad.

(11) Brown, Zarkosy, Obama y hasta Zapatero amenazaron varias veces e incluso en estos días, directa y por interpósitas vías (medios y periodistas afines sobre todo), con aplicar severas penalizaciones a esos ejecutivos cuya conducta amoral se cuestionaba, y de momento han resultado más retóricas y electoralistas que sinceras, aunque yo creo que sólo no prosperaron debido a que las circunstancias no lo facilitaban... todavía. En contrapartida, varias veces agitaron los burócratas empresariales y sus medios afines la idea de que esas medidas harían huir a los altos directivos nacionales (considerados decisivos para la marcha de los negocios aunque sólo se trate de especialistas en poco más que en relaciones públicas y sean poseedores de buenos contactos -golf y baños turcos mediante- y sean asistidos por un considerable plantel de especialistas técnicos que, del mismo modo que los controladores que gestionan el tráfico aéreo pueden ser sustituidos si se declaran leales a sus jefes, problema más, problema menos como mucho durante los primeros días).

Los sonados casos de Bear Stearns, Fannie Mae, Freddy Mac (prestatarias del 50% del total de las hipotecas vigentes en el momento del crack: ¡y valoradas en 6 billones de dólares!) y American International Group (AIG), MBIA o Ambac... provocaron, tras las primeras muestras de ayuda iniciadas bajo la presidencia de Bush y continuadas y ampliadas religiosamente por Obama, serias advertencias de parte de este último así como de otros tantos políticos y periodistas que sin embargo nunca llegaron más allá de la retórica y las furibundas críticas a la inmoralidad de sus ejecutivos (que celebraron con una fiesta por todo lo alto el cobro de sus primas y blindajes). ZP por su parte manifestó también su desagrado por la suma percibida por el presidente saliente de BBVA sin que se hiciera otra cosa que volver la página (pero él mismo celebró un par de fiestas fastuosas para anunciar humo sostenible y celebrar una presidencia que sería también fantasmal). Merkel misma amenazó con sanciones y medidas restrictivas y Brown vociferó mientras el establishment británico sugería fuga de cerebros financieros -es decir: de high public relations experts-, etc. El tema desborda de páginas en internet aquí y aquí sin que haya sucedido ninguno de los tremebundos cambios que aún se siguen agitando y que si alguna vez asustaron hoy deberían hacernos esbozar una sonrisa (lo que no significan Rumasas y redistribuciones amiguistas... (apenas menos extensas que las que en su día jalonaron el tránsito del capitalismo de Estado al mixto en la ex Unión Soviética) pero que no significan nada nuevo ni necesariamente revolucionario). ¿Cómo podría serlo cuando se suman a las críticas hasta los propios burócratas financieros? Por ello pero no sólo, yo no me atrevería a afirmar que los burócratas políticos no sean capaces de hacer algo a la manera jacobina, bolchevique o, más acorde con los tiempos... bolivariana... Ni que lo agiten fundamentalmente para mantener la fidelidad de las masas (saben que puede ser contraproducente mentir tanto, pero también que deben darle material propagandístico y de chantaje a sus militantes formales y periféricos). Pero también expresan de esa forma que no están aún en condiciones de imponerse, de llevar a cabo su sueño dorado de formalizar leyes que les permitan un reparto del botín más a tono con sus propias ambiciones, y que esas manifestaciones pueden irlos comprometiendo y preparando al mismo tiempo en una espiral que otras veces en la Historia ya demostrara factible.

Por ello creo pertinente dar aquí una idea distinta de la que se tiene de causa por la cual hizo agua la edificación stalinista -al igual que sucedió con la camboyana, la china y seguramente le suceda a la cubana-. Ese edificio básicamente aislado fue sin duda incapaz de sostener otra economía que no fuera de guerra en medio de un mundo difícil de vencer militarmente so pena de... un potencial morir en el intento que en realidad fue más que otra cosa un buen fantasma utilizado por facciones competidoras aunque de la misma clase de burocracia a las formalmente gobernantes, algo para lo que el entorno competitivo internacional empresarial y fragmentario, más dinámico y más eficaz económicamente hablando sin duda, y por ello válido como buen modelo... a agitar por parte de la mencionada facción opositora dispuesta a remozar el mismo tipo de dominio en beneficio propio. En esto, el modelo vuelve a la forma más similar a la realizada por el nazismo, que permitió un espacio aceptable aunque supervisado, ideologizado formalmente y altamente tributario,forma ésta que parece la más estable momentáneamente para las burocracias de todos los países, como se puede ver a través de los "cambios" en la URSS y en China... y tal vez pronto en Cuba. Lo cierto es que el movimiento está siendo imitado poco a poco por todos los modelos anteriores... donde medidas como las mencionadas no dejaron de ser adoptadas sin piedad ni temor por las consecuencias cuando de lo que se trató es de favorecer a los amigos... en cuanto la relación de fuerzas lo permitiera.

En cuanto a los expertos en otras especialidades, es obvio que me refiero a los asalariados de la burocracia gobernante que se dedican en apariencia a informar, formar y entretener y en realidad a tergiversar, retocar, etiquetar y marear.

Y si no ahí están casi todos los periódicos metidos en campaña que hipócritamente llevan agua a su molino político (como si no estuvieran blindados de una u otra forma los puestos de los directores de periódicos, etc.) en una conducta que realiza por lo que puede verse toda la burocracia gestora de cualquiera que sea la industria, el comercio o la administración.

(12) Weber, Lefort y Castoriadis, y hasta donde he leído también, en cierto sentido, Veblen, describieron los rasgos fundamentales de la idiosincrasia sociológica de la burocracia moderna para la cual el prestigio era un valor principal, por encima del enriquecimiento pero como vía regia hacia él (una consecuencia colateral si se quiere), y el objetivo asumido el "hacer carrera" por encima del desarrollo de la "propia empresa" respecto de la cual los burócratas viven en un profundo y sustancial desapego. ¿O acaso vamos a considerar esquizofrénico el banquete de celebración que siguió a la bancarrota de AIG antes mencionado en tanto la misma facilitó incluso el cobro de los bonos y las indemnizaciones blindadas de sus ejecutivos? ¿A quién de ellos le iba a importar La Empresa o... El Mundo? ¿Y qué otra empresa que viese la ventaja de contar con sus relaciones no los contrataría... cuando La Crisis pasase, lo que sin duda ninguno de ellos habría puesto ni pondrá nunca en duda hasta el mismo límite del caos?

(13) La burocratización "moderna" de la sociedad lleva avanzando sin pausa desde Luis XIV (y en realidad desde antes...), pero incluso desde "un principio" como en términos generales bien señalara Veblen, la producción de bienes desborda de manera creciente las necesidades humanas y no responde a su supuestamente racional necesidad de cubrirlas. El fenómeno debe ser explicado con más detalle para no que esto no sea malentendido, y lo haré en cuanto pueda. En todo caso, lo que es evidente es que da lugar a una creciente proliferación de actividades y personal a ellas vinculado que muestra porcentajes crecientes de improductividad y artificialidad en comparación con lo que la propia Economía Política dio en su día por "productivo", sin duda desde un punto de vista "protestante" (moral) del que hoy apenas se murmura bajo o de soslayo. Proponía el otro día en un blog amigo el siguiente ejercicio simple:

"Suma a esto (el ejército de parados real) el % de mano de obra empleado en servicios y dentro de estos el empleado en los más superfluos (que son más de lo que uno puede suponer antes de pensarlo e intentar hacer una lista), y suma los trabajos orientados al lujo o a la mera apariencia, y suma los que se emplean para una producción que desborda las necesidades (por obsolescencia prematura por ejemplo por forzamiento de cambios en la moda, o por intencionalidad...), y suma los funcionarios al menos los que entran en los mil y una institución estatal por amiguismo y necesidades clientelares de todo tipo (dejemos pues a unos cuantos), y a diversos administrativos, secretarios/as, conserjes, etc., seguramente sobrantes (dejemos algunos)... y ahora...

"...resta la parte de parados (incluidos los que aparecen como en formación, claro) que antes de serlo trabajaban en lo que pueda ser realmente llamado productivo o útil.
"¡Creo que después de esto puede suceder que no se entienda nada!
"Creo que el bienestar (aparte de ser una ficción en buena medida si pensamos en nuestra calidad de vida) debe salir de otra parte muy distinta del trabajo obrero... (lo que echa por tierra la famosísima teoría del valor fundacional de muchas escuelas...)
"Y que haya más productividad en la economía sumergida que en la superficial.
"Y que haya que pensar todo de nuevo, y desde otra óptica."


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