martes, 19 de mayo de 2009

Transvaloración y "compromiso", un inevitable zigzagueo

Para mí, como ya comprendieron algunos, sentirse superior a otros es algo inevitable. Yo sé que valoro mi propia capacidad porque me sirve (y a veces, tiendo a despreciar o rechazar, a tono con la depre, la frustración o el vacío cercano; es decir, la falta de sentir junto a uno la vida).

Yo la valoro en general (yo en general vivo -me desgasto- y por eso la valoro) como otros valorarán (y a veces despreciarán) la suya (belleza, valor, soltura, fuerza... lo que sea): los que aman la vida, su vida como forma aceptada (o rechazada) de la vida.

A veces hago valoraciones horizontales: prefiero mi inteligencia a la fuerza del otro (es de mi vida, es mi herramienta para asegurarla). A veces las hago verticales: mi inteligencia práctica a la libresca del otro; la mía más honesta, la del otro traicionera... Pero eso me pasa cuando, por amor a la vida, la mía, monto mi caballo y arremeto, eufórico, lleno de vida... En cambio, cuando estoy reposado, precisamente reflexionando mejor, reconozco que esas jerarquizaciones son improcedentes: porque es normal que la herramienta propia, la única o principal con la que se cuenta para asegurar la vida, simplemente sea la que cada uno use... y a cada uno le sirva...

Reconozco que no puedo decidir con certeza quiénes llevarán el mundo (tal vez a más de uno) hacia el futuro y menos al futuro del futuro, y tampoco a qué futuro... Incluso me atrevería a pensar que no serán los más sabios (en el sentido que le daba al término, por ejemplo, Sócrates).

Al menos han demostrado desde la época del mencionado sabio que ni son capaces ni desean serlo, prefiriendo mucho más el parasitismo contemplativo sin el cual tal vez no habría cultura (libros, textos, música, arte...), o sea, su propio alimento que a la manera de un pequeño hortelano célibe y vegetariano).

Por eso, a veces imagino que nos vamos con nuestros propios juguetes vaporosos a un planeta en donde unos sirvientes de metal y ciertos eficaces nanocuranderos nos permitan vivir mucho mucho tiempo metidos en mecedoras hamacas hawaianas y sirviéndonos suficiente, justa, comida sana mientras nos impregnamos y contemplamos deleitados nuestros propios conceptos danzarines y nos los cruzamos al vuelo en interminables charlas y debates, a veces pasionales y siempre más o menos recurrentes...

Y otras, ay, que la ciudad -¡una ciudad terrible y organizada de arriba a abajo!-, nos cerca, nos encierra y nos reduce... por un tiempo. Sí, me digo, esas son las pesadillas que se alzan desde el olvido... -he leído de ellas-, y que si vuelven, pasarán igualmente que antes... ay, aunque cuando yo ya no pueda ni verlas ni sufrirlas en carne cien por cien propia.

* * *

Nota: esta entrada viene de mi comentario a la a propósito del tema redactada por RDC en su blog Privat con su permiso tácito y obvio.


9 comentarios:

RDC dijo...

Cuanto más difícil y exclusivo más valor toma algo, ya sea la vida, el pensamiento, una acción... Todo lo fácil y asequible nos parece despreciable.

ciertamente gobernar y mandar es un lastre; los sabios han huido de ello por agobio ¡Tenian otros deseos!

Debe gobernar quien tenga poder para ello, o sea, para aguantr y sacar jugo del lastre que sopone mandar.

Saludos Carlos. Me ha gustado el post.

Carlos Suchowolski dijo...

Gracias RDC; me salió bastante redondo y como daba por sentado que lo permitirías... je... me adelanté.
Habrás observado que el primer término del título alude a nuestro común admirado Nietzsche, pero no sé si sabes que el segundo alude a su discípulo Strauss, a quien... je... aún no admiras... (y admirar no es consentirle todo, claro, sino reconocer lo cerca que estuvieron de ver las cosas tan bien como, je..., las vemos nosotros).

José Luis Ferreira dijo...

Entre la vida contemplativa y filosófica, el hundirse en la ciudad y el ejercicio del poder hay más cosas. Echo en falta la aceptación de retos y la lucha por su superación, a veces infructuosa, a veces no. Hay quien confunde eso con el ansia de poder. Es muy distinto. Un reto es seducir a la pareja que quieres, hacer una tesis, escribir un libro, tocar el piano, conseguir la casa que quieres,...

Saludos a los dos.

Carlos Suchowolski dijo...

Estimado José Luis, ¡cómo no estar de acuerdo! En cuanto me lo preguntas a mí, debo responder que creo que no sólo hay más cosas y actitudes retadoras y de lucha por innumerables cosas, pequeñas y grandes, pequeñas y grandes tanto "de verdad" (al juicio de la sociedad en la que vivimos) como "imaginarias". Por ejemplo, a la vez que escribo estas cosas y en cierto modo me desangro (je... y no tanto) tengo la mira a unos cuantos clientes y a un grupo de empleados que de mi dependen, unos hijos, un nieto, una chica, la sana intención de pasarlo pipa de aquí a 12 horas aprox con ella hasta el domingo, mi segunda novela a la que este blog le quita el arduo tiempo de las correcciones... uffff, hay ciertamente, de todo, y una lucha constante entre las urgencias del presente y las inevitables elucubraciones acerca del futuro, etc. etc. etc. que es de lo que mayormente al parecer estoy últimamente hablando en este sitio.
Muchas gracias por leerme, por cierto (y te diré que también por seguir escribiendo en tu blog y en otros... sin duda luchando).

José Luis Ferreira dijo...

No tienes que dar las gracias por que te leamos. Creo que todos los que lo hacemos, lo hacemos por placer, así que somos los agradecidos.

Carlos Suchowolski dijo...

Es que a veces creo provocar displacer, je...

RDC dijo...

Decía Freud que los hombres sólo quieren una cosa: desean la felicitad, anhelan ser felices y continuar siéndolo. Añadía, entonces, que para ello han probado y predicado infructuosamente mil y una senda de la Felicidad.

Fue en base a ésta voluntad de felicidad que Freud estructuró toda su psicologia.

Yo no creo que la vida sea voluntad o ánsias de felicidad; me parece una visión supeflua. Y me parece que aquí Nietzsche estuvo muy agudo con lo de voluntad de poder. ¿Por qué? Porque sabía que forma parte de la superstición del pueblo suponer que, por un lado existe la voluntad, el querer, el deseo, y por otro existe su objeto de satisfacción. Pero esto es idealismo y en el fondo es lo que, luego, conlleva el conocido abismo mente-cerebro.

En Nietzsche el dilema por '¿qué es la felicidad o el poder?' pierde sentido, porque sólo hay voluntad, deseo... voluntad de incrementarse. En Nietzsche el poder no es un objeto que sacie a la voluntad como se cree de ordinario. Por eso dice: todo ser vivo es deseo de poder, o sea, deseo de crear algo superándose a sí mismo.

Lo digo porque no se confundan términos. Aunque sé que éste tema és algo complejo...

Carlos Suchowolski dijo...

Hola, RDC; esta vez no alcanzo a determinar tu alcance... Creo que haz estado demasiado críptico o demasiado sintético. No en cuanto a lo que dices, sino en cuanto a lo que quieres inferir... más allá, por así decirlo. En todo caso, a mi me cuesta jerarquizar los valores de manera absoluta (creo que en esto el "pobre" de Nietzsche tropezó: tal vez por cosas de su trayectoria, tal vez por el mundo-tiempo en el que vivió... no viene al caso). Lo que creo es que en cada uno hay de todo un poco y que en unos y otros pesan más ciertas facultades, incluso en unos u otros momentos... Y que algunas se fijan más por razones sociales (en el sentido de que la supervivencia individual está mediada por una realidad que se manifiesta socialmente). En ciertos planos, pasa lo que nos pasa a todos en esos planos, aunque no a todos por igual (y eso es lo que reflejé en mi respuesta a José), incluso hoy en día podemos observar cómo lo "dominante" en la sociedad se cuela en planos donde no sería ni necesario ni conveniente ni agradable que se colara: el caso de la falta de respeto por los demás en el plano de lo cotidiano es un caso claro de cómo se cuela allí la conducta individualista-burocrática dominante. Etc.
Pero para un comentario esto es ya demasiado, así que lo dejo para que ambos lo desarrolemos ampliamente en entradas respectivas. Espero la tuya para tener más y sacar mucho.
Un saludo.

RDC dijo...

Para entenderme quizás habría que recular a Descartes cuando este dijo: por un lado está la voluntad, o sea, nuestros deseos y por otro estan los objetos y las ideas como la felicidad, la libertad. En este sentido, el desear siempre era desear 'algo' ya una idea ya un objeto. Este es, realmente, el origen del dualismo que aún impera hoy en las neurobiologia (ver Antonio Damasio, aunque el tio dé un poco palos de ciego al respecto).
En este sentido, digo qeu Nietzsche fue muy listo y dijo: no hay deseos o voluntad por un lado y por otro ideas, emociones u objetos. Por tanto, resulta asburdo decir que lso hombres deseamos ser felices, como propene Freud, por ejemplo o deseemos la libertad, como dice Kant. La felicidad y la libertad no existen, afirma Nietzsche sólo hay voliciones, deseos, anhelos ¡El hombre és deseo!

Ahora se me v a preguntar: entonces porqué dice Nietzsche que el hombre es una multiplicidad de voluntades de poder? Pero si queréis respuestas os recomiendo leerlo por vosotros mismos y así, no tener que hacerme demasiado caso.

Saludos cordiales y continuamos hablando.