martes, 13 de enero de 2015

Ni ofensiva ni humorística, simplemente... mentirosa.

Si la última portada de Charlie Hebdo (la inmediatamente posterior al atentado en el que dos yihadistas asesinaron a diez de sus trabajadores gráficos y tres policías, uno musulmán, y otros dos asesinaban a cuatro personas de religión judía) pretendía representar y reafirmar la conciencia de Occidente, Europea y francesa "de todos los tiempos"... tengo que decir que desde mi punto de vista lo ha conseguido más allá de lo que se puede ver, e incluso como el propio grupo productor pretende, superficial y simplemente... salvo, hay que precisar, en cuanto a esa pretensión de expresar ese absoluto atemporal, al menos en cierta medida, ya que, si representa a Occidente, a Europa y a Francia es en realidad a esos entes instituidos tal y como hoy, y no siempre; hoy y cada vez más, se están manifiestando.

Lo que se vislumbra (o al menos yo vislumbro) es la característica decisiva del  Occidente actual que se ha convertido en prototípica a gran escala, que va tomando forma con la descolonización del mundo (¡y su reflujo contaminante!), con la cual la inmensa mayoría del mundo (contaminación mencionada mediante) actual se identifica, comparte y se impregna cada vez que puede de ella como si de una moda que haya que exhibir, es decir, salir a escena cada día, se tratara; ya sea para sostener alguna idea o consigna como para sostener una contraria. Y en uno u otro caso, como doble apropiación identitaria (*).

Algo que se prefiere practicar... sin ver y sin pensar. A golpe de consigna.

Esa característica expresa la convicción o la asunción de que todo es espectáculo, todo es táctico, todo es mentira (esto dicho por abreviar: ocultamiento de las evidencias en nombre de unos "principios" o "conveniencias" pragmáticas). Conforma, en fin, la manera de vivir que se ha instituido de arriba a abajo, nunca mejor dicho; lo que Mary Douglas ha denominado "estilo de pensar" imperante. Podríamos decir: "el actual paradigma de estos tiempos". Lo que inviste de esa  identidad a la que se le aplica el nombre de "occidental" ahora "libre de materia grasa, de gluten, de azúcares", de todo lo perturbador y patológico que llevamos dentro.

Lo que yo al menos vislumbro en el trasfondo, en el "a través" de los velos, es la función relativamente deliberada y relativamente ciega (acorde con los tiempos, para abreviar de manera un tanto imprecisa pero muy alegórica) que se asigna a todas las actuales manifestaciones que se emiten desde o a través de las estructuras establecidas (Estado –con sus tres poderes o en realidad uno o dos menos en algunos territorios demarcados del mundo–, Prensa, Universidades, Organizaciones Profesionales –otras–, Culturales, etc.); la función de ocultar los hechos aún si son flagrantes con el fin de reescribir la Historia (a la manera en que lo hacía el Ministerio de La Verdad del 1984 orwelliano), todo ello realizado con..., diría yo para resumir, una particular intencionalidad ejemplarizante, educativa, inculcadora, y así paralizante, que perseguiría hacerse con una dignidad (occidental)... nuevamente superior. Una dignidad que reemplazaría la denostada y, como vulgarmente se dice, "políticamente incorrecta", mentalidad dominadora anterior, la que llevó a Europa a la conquista del resto del mundo, considerado por ella salvaje o bárbaro en la tradición que compartieron griegos y romanos y sin duda judíos y musulmanes, babilonios, asirios, sumerios y egipcios...: la tradición humana que considera humanos a nosotros y no a los otros. La que, por dar sólo un par de ejemplos venidos a cuento, llevó a los franceses a incluir en su himno nacional: "Qu'un sang impur abreuve nos sillons/ (...)/ Amour sacré de la Patrie/ Conduis, soutiens nos bras vengeurs!", etc., o en la canción del partisano (Le Chant des partisans) creada, cantada y radiodifundida por doquier para animar de la resistencia contra el nazismo: "Sortez de la paille les fusils, la mitraille, les grenades./ Ohé, les tueurs à la balle et au couteau, tuez vite!/ Ohé, saboteur, attention à ton fardeau : dynamite..".

Superioridad de reemplazo ya no tanto en tecnología (que también... sobre todo de la buena: curativa, reconfortante o... "disuasiva"...) sino en inteligencia, en sutileza, en astucia, en tolerancia, en democratismo, en laicismo, etc. Superioridad... pero con "mala conciencia".

En última instancia, no es esto muy diferente de lo que Occidente manifestara antes con la cruz, la espada y la pluma con la intención de escamotear el horror y la crueldad inseparables de la conquista, la colonización y la explotación sin escrúpulos que necesitaba para expandir su civilización. Pero... como ahora se representa a los arrepentidos..., e incluso... a los que perdonan...

¡Superioridad del y de los justificadores!

¿Y quién y quiénes justifican?

¿Y qué es justificar?

Es evidente que del otro lado, se opera más o menos lo mismo (y en el fondo, a mi modo de ver: lo mismo), sólo que el velo encubridor escogido es la santidad, la vieja (en apariencia) santidad, aunque, en realidad, detrás ya no haya un pueblo armado de dios (esta vez "de Alá") sino una camarilla de magnates mafiosos del petróleo y unos estados teo-burocráticos que no pueden funcionar en el mundo de hoy como si nada hubiera cambiado (ni tecnológica ni institucionalmente) y que deben seguir las pautas propias de una burocracia totalitaria, es decir, sin contrapoderes en todo lo posible, que es hacia donde van tanto los de un lado (Occidente) como los de los demás (Rusia, China, sociedades de África y de Medio Oriente, en fin... todo el mundo).

Charlie miente pues en todo. Menos, en todo caso, en su deseo de conservar su mundo y continuar en él. Algo que compartimos todos cada uno a su modo y que en el límite defenderemos como tantas veces... con lápices pero también, "Ohé!", con "dynamite!"...

Al presentar a Mahoma reescrito (por redibujado) como un occidental que llora junto a las víctimas, ¡que se identifica con ellas y con la revista por la que perdieron la vida!,  y así condenaría (indirectamente..., claro..., es erróneo exagerar cuando se pretende ser convincente) a los terroristas...

¡Miente, miente y miente... porque Mahoma, en el cielo (o en el infierno según quién lo sitúe) sólo puede... condecorar con la media luna al mérito a sus valientes combatientes!

¿Es que Charlie necesitaba esa cobertura para crear (más allá de cualquier otra división de otro tipo que sin duda existe en el campo musulmán –volveré sobre ello–) la ilusión de que del otro lado son unos pocos y una mayoría de musulmanes integra ya occidente por el sólo hecho de que no se alza en armas contra la Republique?, ¿porque vota socialiste o lo que sea..., mientras sigue sin renunciar, ¡sin repudiar!, ¡sin siquiera ignorar!, las numerosísimas invitaciones a alzarse "contra el infiel" y a aplicarle las leyes tal y como se detallan en las sharías, etc., es decir: el degüello o el tributo; mientras ¡también miente! (esa mayoría) cuando  se manifiesta diciendo "Je suis Ahmed" –el policía musulmán asesinado... por servir al infiel, por traidor, qué si no, por sobre todas las cosas–; y ¡también miente! (esa mayoría) al decir que "el Islam pregona la paz" respondiendo a unos religiosos (imanes) que están doblemente instalados en Occidente, en Francia, o donde sea, como religiosos privilegiados que viven bien gracias a ello a la vez que sin dejar de llamar a los demás infieles: porque una y otra cosa redunda en beneficio propio..., guiados por ese otro objetivo, de otro tipo, como dije antes, que de santo no tiene indudablemente nada, que sirve a los intereses socio-profesionales de esos religiosos que llevan la batuta mientras son condenados por vacilantes o hasta por traidores a la causa por los más "radicales", y que juegan de ese modo entre dos fuegos, entre dos aguas, que como tantos de este mundo "flotan y no se hunden" en palabras de Jacques Prévert...?

Necesidad o "estilo de pensar" asumido es para el caso lo mismo. Con esa conducta, con esas acciones se miente y se desconcierta tanto como en 1984, la Unión Soviética, la Alemania de Hitler y la Italia de Musolini, la China de Mao, la Campoya de los jemeres rojos o la Ruanda de los hutus, por nombrar algunos de los casos más sonados, repugnantes para nsotros, ¡cómo no!, despiadados o crueles o... Pero la lista es interminable y cubre también donde imperan las farsas democráticas más evidentes, como en Venezuela y casi todos los países latinoamericanos, Rusia, China, e incluso allí donde se guarden las formas, como en Europa o Norteamérica, con todos los intermedios que cualquiera debería poder imaginar; todo tan sólo por una cuestión de equilibrios o desequilibrios y no por la adscripción o el abandono de una supuesta "moral". Lo que no significa que no se prefiera la farsa equilibrada (bajo la cual es el equilibrio de fuerzas el que da la paz..., la quietud como diría Tucídides) en lugar de la farsa nacida de algún desequilibrio... (por preferir las primeras..., hasta lo hacen muchos musulmanes y muchos comunistas..., empezando por los embajadores y sus cortes burocráticas que bien las aprovechan).

La "verdad" (volviendo al tema particular que nos ocupa) es otra: el Islam que se respete a sí mismo, el Islam consecuente, es sin duda el que sigue los preceptos de Mahoma y está decidido a degollar o a exigir tributo, a recuperar las tierras que "le pertenecieron", un poco violentamente y liquidando a los traidores que obstaculizan la marcha de la reconquista y otro haciéndolo a la  manera sigilosa en la que cada vez más camarillas pretenden hacerse con el poder burocrático: a través de los vericuetos democráticos vigentes, de las grietas que deja en pie "la mala conciencia" poscolonial, a través de alianzas tácticas que en cuanto se pueda serán traicionadas... Todos los grupos que aspiran a tener poder en uno u otro ámbito: la empresa, el edificio, el barrio, la región, el país, el mundo, han aprendido de la táctica de caza de las leonas, que sigilosamente se acercan a la presa hasta que sea demasiado tarde.

La "verdad", en todo caso, consistiría en exigirles a los musulmanes que renuncien a la mitad del Corán y lo reescriban, por ejemplo, mediante un Gran Concilio a la manera cristiana. Es decir, invitándolos a repudiar la otra mitad desde la óptica de un ingenuo humanismo ya perimido y hoy puramente teatral (como el de Charlie Hebdo o el de los gobiernos del mundo, insisto de paso). O, consistiría, si acaso, en reconocer que el combate sólo podrá ser sangriento... aunque, quizás,  ¿por qué no?, hasta que se establezcan unas alianzas diferentes con un nuevo reparto redistribuidor... La "verdad" está precisamente ahí, en la imparable capacidad imaginativa del hombre para conseguir la comodidad deseada, se simbolice esta mediante un harem de vírgenes o mediante el establecimiento de una colonia en la Luna y otra en Marte. En otras palabras: ¡en la posibilidad!

No sé si queda todo zanjado... De hecho queda claro a qué me refería con esa mención a esos "objetivos y divisiones, de otro tipo" que aparecen teñidos con colores diversos, ya de democracia o comunismo, ya de santidad o de moral, ya de libertad, de seguridad o de cultura, ya de sionismo o antisemitismo, islamofobia o racismo en general, etc., etc. ¡Da igual, no se confunda nadie, no sea nadie (¡menuda ilusión melancólica de mi parte, claro!) presa del desconcierto de unos y de otros, de todos los actores y de todas sus máscaras...! Las camarillas, en el marco de unas u otras alianzas tácticas y variables (¿Irán aliado de USA...; por qué no cualquier día de estos? ¿España tragándose o atragantándose con unos u otros atentados, proclamas formativas y acciones clandestinas de reclutamiento, aliada de Arabia Saudí... ¡y hasta de Hamas!..., por qué no...?

Se trata de las camarillas que pueden permitírselo todo porque han conquistado el poder de una u otra forma y ocupan los sillones; porque... representan a "sus pueblos" por haberlos bien interpretado, por ser su conciencia o por sostener sus tradiciones y costumbres ancestarles o conquistadas...; ¡da lo mismo!

Sí, lamentablemente (dice mi melancolía que tanto cuesta abandonar), ¡da lo mismo!

Entretanto, el mensaje es claro: sigamos básicamente como hasta ahora, tolerando e integrando. Sigamos básicamente como hasta ahora: confiando en nuestros representantes. Sigamos básicamente como hasta ahora: dejemos en sus manos la seguridad de todos... Ya no hay dios que provea, pero sí la autoridad. Sigamos básicamente como hasta ahora: dejando que diriman sus asuntos como bien puedan mientras nos usan, unos u otros, como carne de cañón... y nos den ciertas migajas de la tarta empezando por los más amigos y/o más fieles. ¡Sigamos básicamente como hasta ahora... porque sólo así será posible seguir... tal vez hasta el borde del abismo!

En cualquier caso, o nos sumamos a la marcha de unos o de otros, o estaremos condenados... por todos. En un mundo en donde cada vez más, a cuento de unos vasos comunicantes cada vez más desbordados, ya no sólo estaremos "todos en libertad condicional", como denunciaba en su día una película italiana muy aguda, sino... en el mismísimo corredor de la muerte que, como un ilimitado laberinto borgiano, se copia sobre el mapa de las calles y carreteras de la Tierra.



(*) Claro que hay "identidades" e "identidades", y medios para asumirlas ante el propio grupo y ante los que se intenta arrastrar. Está en un extremo el nazismo con la erección de su industria furibunda de muerte y está el judaísmo, que impone una Ley rígida a su propio pueblo de diferenciación con respecto a y de negación de los pueblos idólatras que los rodeaban y sacrificaban niños a Baal. Están con los primeros todos los que antes o después proponen un exterminio del "bárbaro" y los que se contentan con esclavizarlos. Están los que necesitan beber sangre y los que dejan a los demás que sufran sed en el desierto, los que se salen al campo a combatir y arrasar y los que se rodean de murallas... ¡Ya me conformaría yo conque esto último hicieran los creyentes islámicos!


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