como modo de salvar a su bebé, Zeus.
Cronos y Rhea, ilustración del XIX d.C.
Cuando se "discute" sobre la "Ley del Aborto", el debate se nos aparece prima facie como un enfrentamiento entre los defensores de la vida y los de la libertad consciente; ambos acusándose mutuamente de hipocresía y/o de fanatismo ideológico. Pero si leemos lo que los argumentos encubren con el objeto de consolidar la legitimidad de los objetivos que ocultan o, en todo caso, que persiguen de hecho como si fuera cosa aparte, no podemos dejar de observar una hipocresía común... que no es en realidad de la que se acusan y que de ideológicos los argumentos no tienen demasiado, ni fanáticos ni lógicos.
En este asunto, como en la mayoría de los que preocupan a La Polis de nuestros tiempos, sería hora de que sorteáramos el desconcierto necesario que envuelve todos los discursos, desde los más simples y populares hasta los más sesudos y complejamente formalizados.
No hace falta entrar en detalles para observar aquí también las incoherencias propias de todo compromiso político de grupo. Las mujeres opuestas a la práctica del aborto y a la legalización del derecho a ejercerlo voluntariamente están dispuestas no obstante a aceptar el deber que se les impone a los hijos adolescentes propios y ajenos de morir por la Patria (lo que aceptarían incluso más allá del marco de la profesionalidad elegida motus propio) a las órdenes de sus líderes mesiánicos y coyunturales. Las madres que consideran aceptable abortar voluntariamente (las mismas que claman por La Paz... con o sin matices, y que valoran positivamente los resultados de La Ciencia -píldoras incluidas como poco, lo que no debería ser tomado como poco relevante- salvo que afecten al clima de la Tierra, y sus inocentes especies animales, etc.) no dudan en aceptar la muerte del nonato en nombre del bienestar y el status social femeninos -y sin duda de la pareja- alcanzados, sin dudar, llegado el caso, en tergiversan las conceptualizaciones -científicas- más perturbadoras (para la estrategia, debería entenderse, de sus líderes mesiánicos coyunturales), como el indudable hecho de que el nonato sea un ser humano o un animalito al menos en vías de extinción. O no alzan su voz contra el control forzoso de la natalidad por acción de la policía y la ciencia combinadas tal como se practica en la avanzada China.
Conocemos de sobra las justificaciones ideológicas que se ponen al servicio de la hipocresía en ambos casos. Las conocemos y las soslayamos para tomar partido. Aceptándolas incluso, cada vez más últimamente, como propias del juego de la lucha, de sus necesidades tácticas, de la preeminencia de las estrategias sean las que sean... obviamente, todas enfocadas a la meta del poder. Es parte de esa especie de maduración en la que hemos penetrado -como se penetra en un túnel que se angosta-, la maduración de la conducta postmoderna -como se me ocurre denominarla a bote pronto- para la cual todo lo racional... importa mucho más que lo real, por usar un derivado del imaginativo aforismo hegeliano e ilustrado.
Lo que intentaré aquí precisamente, como puede apreciarse, será volver a demostrar que también en este asunto y detrás de su debate público no hay sino relaciones y objetivos de poder, efectivas o imaginarias, directas o indirectas, ansiadas, conquistadas o a reconquistar, que tienen su anclaje último en las aspiraciones grupales de dominación. Toda argumentación moral tiene ese carácter como vengo sosteniendo, pero no hay nada más efectivo que levantar el velo o despojar de su máscara a cada uno de los actores en cada una de las obras representadas para que quienes puedan ser honestos lo reconozcan y quienes no sigan huyendo por el foro.
Tomemos lo que está más al alcance de la mano. Aparentemente se "discute" acerca de la justicia o injusticia por parte de una madre de desembarazarse con o sin más razones que su "libre albedrío" (sin duda otro eufemismo añadido) del nonato que crece en sus entrañas según rezan las leyes de la evolución, lo nos pone de nuevo ante el viejo debate de la universalidad o relatividad de La Justicia (lo que se extiende a la visión racionalista en su conjunto, libre albedrío y libertad incluidos). Un debate que se estableció hace más de 2000 años demostrando desde entonces una y otra vez su carácter puramente retórico y la imposibilidad de una respuesta absoluta y a la vez satisfactoria (1).
Este (y esos) tema(s) no parece superado aunque lo esté(n) de hecho. Y no parecen superados ni más ni menos porque se hace necesario dejarlos en nebulosa y cubrir con ausencia de rigor la verdadera lucha que va por otros derroteros y responde a una voluntad innata e irrefrenable... aunque muy mal vista por la mala conciencia. Así, esto, que nos propone la trampa del falso debate, nos debería llevar a interrogarnos sobre la propia causa a la que debemos esa servidumbre, es decir, sobre la causa que nos impide salir de la ambigüedad y del agnosticismo para facilitarnos como única salida la postura relativista y postmoderna.
La situación aparece así como parte de un auténtico "Eterno retorno" que se impone a pesar del debate filosófico secularmente sostenido y de los más recientes descubrimientos científicos, esto es, como la reincidencia inexplicable, a fin de cuentas comprensiblemente atribuible a la contumaz idiosincrasia humana, en la Retórica y en lo apriorístico, o, en otras palabras, en una especie de necesidad insoslayable por aferrarse a uno u otro mito, a una especie de instinto mítico insuperable y prácticamente incontrolable (2). Esta contumacia sería la que apela avergonzada a disfrazarse con ropajes ideológicos para salir a escena (lo que, por cierto y como señalara, cada vez se ve menos, al punto de hacer de cada vez más gente verdaderos partidarios de la desvergüenza).
Ahora bien, puesto que estamos hablando y pretendemos hablar de la Ley del Aborto, se hace bastante sencillo observar que estamos hablando de algo vinculado al Poder y sólo retóricamente al ámbito de la Justicia. Supongo que no se me objetará que pertenece al ámbito del Poder , esto es, a sus necesidades intrínsecas, cuales son: justificarse, conservarse, perpetuarse.
Claro que la idílica, el idealismo, cumpliendo con la función legitimadora que le servía para autolegitimarse, sostuvo amparándose en tesis racionalistas que el Poder estaba al servicio de la seguridad del pueblo. Hoy aún no queda claro que eso siempre fue mentira, hasta llegar a la más extrema de hoy en día.
Strauss, con Tucídides y en consecuencia más allá de Platón (3), ya había concluido qué es y qué hay detrás del movimiento humano; en concreto, del máximo, del "más grande", esto es, el que se expresó bajo las formas de La Guerra (aunque esto no se debería tomar sólo como mero batallar armado capaz de herir y matar hombres) y que llevó a sus participantes (vencedores o vencidos, finalmente) no sólo al enfrentamiento armado sino a la construcción de las sociedades complejas efectivas o reales sucedidas y en las que nacemos y nos vemos forzados a vivir y a adaptarnos, y a las que no nos cabe sino someternos parcialmente, repudiar, intentar reformar , huir de ellas o, incluso, sucumbir. La guerra incluye sin duda alguna la lucha armada, pero también la tortura y la masacre, el genocidio, el horror y la abominación que tanto duele a nuestras buenas conciencias y a las de muchos, la trampa, la disuasión, la amenaza, el chantaje, etc., etc. Es decir, todo lo que conduzca a la dominación.
El Poder, pues, no es sino la plataforma desde la que se intenta realizar el modelo de sociedad más ansiado, esa plataforma que se edifica con los amigos y contra los enemigos, con los que nos ponemos más o menos de acuerdo, los que conseguimos engañar y los que que creen engañarnos... y contra todos los otros, con el hombre y contra el hombre... Y en nombre de lo cual se puede hacer necesario incluso el exterminio... o su caricatura más o menos realista pero necesariamente convincente de la que muchos, si no todos los otros, acaban siendo víctimas.
Strauss (asiéndose al brazo del viejo Sócrates) recorre de nuevo, como ya he dicho, el camino de frustración iniciado con grandes esperanzas por el fundador de la Filosofía Occidental con el objeto de definir esa Justicia definitiva o absoluta que le ayudaría a hallar una de las aristas de la piedra filosofal que encerraría la Verdad Esencial como la perla está encerrada en ciertas conchas. Lo guiaba la sentida necesidad humana de conseguir una referencia (absoluta) de criterio... absoluta y universal para definir lo justo... en tanto que guía y mandamiento para andar en la buena dirección (la que el hombre esperaría de Dios -o aceptaría de palabra no poder conocer ni decir nunca, pero que todo el mundo se anima a perfilar por cuenta y riesgo propios hasta donde puede, es decir, sin poderlo legitimar como absoluto y universal). ¿Y qué es eso que busca de esa forma (mediante el filosofar y la práctica científica) sino el sentido del vivir, su meta... el evasivo deber ser?
Cronos y Rhea, ilustración del XIX d.C.
Cuando se "discute" sobre la "Ley del Aborto", el debate se nos aparece prima facie como un enfrentamiento entre los defensores de la vida y los de la libertad consciente; ambos acusándose mutuamente de hipocresía y/o de fanatismo ideológico. Pero si leemos lo que los argumentos encubren con el objeto de consolidar la legitimidad de los objetivos que ocultan o, en todo caso, que persiguen de hecho como si fuera cosa aparte, no podemos dejar de observar una hipocresía común... que no es en realidad de la que se acusan y que de ideológicos los argumentos no tienen demasiado, ni fanáticos ni lógicos.
En este asunto, como en la mayoría de los que preocupan a La Polis de nuestros tiempos, sería hora de que sorteáramos el desconcierto necesario que envuelve todos los discursos, desde los más simples y populares hasta los más sesudos y complejamente formalizados.
No hace falta entrar en detalles para observar aquí también las incoherencias propias de todo compromiso político de grupo. Las mujeres opuestas a la práctica del aborto y a la legalización del derecho a ejercerlo voluntariamente están dispuestas no obstante a aceptar el deber que se les impone a los hijos adolescentes propios y ajenos de morir por la Patria (lo que aceptarían incluso más allá del marco de la profesionalidad elegida motus propio) a las órdenes de sus líderes mesiánicos y coyunturales. Las madres que consideran aceptable abortar voluntariamente (las mismas que claman por La Paz... con o sin matices, y que valoran positivamente los resultados de La Ciencia -píldoras incluidas como poco, lo que no debería ser tomado como poco relevante- salvo que afecten al clima de la Tierra, y sus inocentes especies animales, etc.) no dudan en aceptar la muerte del nonato en nombre del bienestar y el status social femeninos -y sin duda de la pareja- alcanzados, sin dudar, llegado el caso, en tergiversan las conceptualizaciones -científicas- más perturbadoras (para la estrategia, debería entenderse, de sus líderes mesiánicos coyunturales), como el indudable hecho de que el nonato sea un ser humano o un animalito al menos en vías de extinción. O no alzan su voz contra el control forzoso de la natalidad por acción de la policía y la ciencia combinadas tal como se practica en la avanzada China.
Conocemos de sobra las justificaciones ideológicas que se ponen al servicio de la hipocresía en ambos casos. Las conocemos y las soslayamos para tomar partido. Aceptándolas incluso, cada vez más últimamente, como propias del juego de la lucha, de sus necesidades tácticas, de la preeminencia de las estrategias sean las que sean... obviamente, todas enfocadas a la meta del poder. Es parte de esa especie de maduración en la que hemos penetrado -como se penetra en un túnel que se angosta-, la maduración de la conducta postmoderna -como se me ocurre denominarla a bote pronto- para la cual todo lo racional... importa mucho más que lo real, por usar un derivado del imaginativo aforismo hegeliano e ilustrado.
Lo que intentaré aquí precisamente, como puede apreciarse, será volver a demostrar que también en este asunto y detrás de su debate público no hay sino relaciones y objetivos de poder, efectivas o imaginarias, directas o indirectas, ansiadas, conquistadas o a reconquistar, que tienen su anclaje último en las aspiraciones grupales de dominación. Toda argumentación moral tiene ese carácter como vengo sosteniendo, pero no hay nada más efectivo que levantar el velo o despojar de su máscara a cada uno de los actores en cada una de las obras representadas para que quienes puedan ser honestos lo reconozcan y quienes no sigan huyendo por el foro.
Tomemos lo que está más al alcance de la mano. Aparentemente se "discute" acerca de la justicia o injusticia por parte de una madre de desembarazarse con o sin más razones que su "libre albedrío" (sin duda otro eufemismo añadido) del nonato que crece en sus entrañas según rezan las leyes de la evolución, lo nos pone de nuevo ante el viejo debate de la universalidad o relatividad de La Justicia (lo que se extiende a la visión racionalista en su conjunto, libre albedrío y libertad incluidos). Un debate que se estableció hace más de 2000 años demostrando desde entonces una y otra vez su carácter puramente retórico y la imposibilidad de una respuesta absoluta y a la vez satisfactoria (1).
Este (y esos) tema(s) no parece superado aunque lo esté(n) de hecho. Y no parecen superados ni más ni menos porque se hace necesario dejarlos en nebulosa y cubrir con ausencia de rigor la verdadera lucha que va por otros derroteros y responde a una voluntad innata e irrefrenable... aunque muy mal vista por la mala conciencia. Así, esto, que nos propone la trampa del falso debate, nos debería llevar a interrogarnos sobre la propia causa a la que debemos esa servidumbre, es decir, sobre la causa que nos impide salir de la ambigüedad y del agnosticismo para facilitarnos como única salida la postura relativista y postmoderna.
La situación aparece así como parte de un auténtico "Eterno retorno" que se impone a pesar del debate filosófico secularmente sostenido y de los más recientes descubrimientos científicos, esto es, como la reincidencia inexplicable, a fin de cuentas comprensiblemente atribuible a la contumaz idiosincrasia humana, en la Retórica y en lo apriorístico, o, en otras palabras, en una especie de necesidad insoslayable por aferrarse a uno u otro mito, a una especie de instinto mítico insuperable y prácticamente incontrolable (2). Esta contumacia sería la que apela avergonzada a disfrazarse con ropajes ideológicos para salir a escena (lo que, por cierto y como señalara, cada vez se ve menos, al punto de hacer de cada vez más gente verdaderos partidarios de la desvergüenza).
Ahora bien, puesto que estamos hablando y pretendemos hablar de la Ley del Aborto, se hace bastante sencillo observar que estamos hablando de algo vinculado al Poder y sólo retóricamente al ámbito de la Justicia. Supongo que no se me objetará que pertenece al ámbito del Poder , esto es, a sus necesidades intrínsecas, cuales son: justificarse, conservarse, perpetuarse.
Claro que la idílica, el idealismo, cumpliendo con la función legitimadora que le servía para autolegitimarse, sostuvo amparándose en tesis racionalistas que el Poder estaba al servicio de la seguridad del pueblo. Hoy aún no queda claro que eso siempre fue mentira, hasta llegar a la más extrema de hoy en día.
Strauss, con Tucídides y en consecuencia más allá de Platón (3), ya había concluido qué es y qué hay detrás del movimiento humano; en concreto, del máximo, del "más grande", esto es, el que se expresó bajo las formas de La Guerra (aunque esto no se debería tomar sólo como mero batallar armado capaz de herir y matar hombres) y que llevó a sus participantes (vencedores o vencidos, finalmente) no sólo al enfrentamiento armado sino a la construcción de las sociedades complejas efectivas o reales sucedidas y en las que nacemos y nos vemos forzados a vivir y a adaptarnos, y a las que no nos cabe sino someternos parcialmente, repudiar, intentar reformar , huir de ellas o, incluso, sucumbir. La guerra incluye sin duda alguna la lucha armada, pero también la tortura y la masacre, el genocidio, el horror y la abominación que tanto duele a nuestras buenas conciencias y a las de muchos, la trampa, la disuasión, la amenaza, el chantaje, etc., etc. Es decir, todo lo que conduzca a la dominación.
El Poder, pues, no es sino la plataforma desde la que se intenta realizar el modelo de sociedad más ansiado, esa plataforma que se edifica con los amigos y contra los enemigos, con los que nos ponemos más o menos de acuerdo, los que conseguimos engañar y los que que creen engañarnos... y contra todos los otros, con el hombre y contra el hombre... Y en nombre de lo cual se puede hacer necesario incluso el exterminio... o su caricatura más o menos realista pero necesariamente convincente de la que muchos, si no todos los otros, acaban siendo víctimas.
Strauss (asiéndose al brazo del viejo Sócrates) recorre de nuevo, como ya he dicho, el camino de frustración iniciado con grandes esperanzas por el fundador de la Filosofía Occidental con el objeto de definir esa Justicia definitiva o absoluta que le ayudaría a hallar una de las aristas de la piedra filosofal que encerraría la Verdad Esencial como la perla está encerrada en ciertas conchas. Lo guiaba la sentida necesidad humana de conseguir una referencia (absoluta) de criterio... absoluta y universal para definir lo justo... en tanto que guía y mandamiento para andar en la buena dirección (la que el hombre esperaría de Dios -o aceptaría de palabra no poder conocer ni decir nunca, pero que todo el mundo se anima a perfilar por cuenta y riesgo propios hasta donde puede, es decir, sin poderlo legitimar como absoluto y universal). ¿Y qué es eso que busca de esa forma (mediante el filosofar y la práctica científica) sino el sentido del vivir, su meta... el evasivo deber ser?
Pretensión que se nos hace irrealizable sin un Dios o, al menos, alguna esperanza de futuro igualmente indemostrable, y que una reflexión seria (aunque todavía tímida), allí donde prevalezca la suficiente honestidad intelectual, sólo puede conducir a la conclusión honesta y desesperanzada de que...:
"La justicia es una forma o una idea, una de muchas ideas (...) un modelo..." (Leo Strauss, ibíd., pág. 172). O que; "para ser más precisos, la ciudad justa sólo lo es en el discurso" (ibíd-, pág. 176)Lo que no puede sino dar lugar, en lo que aquí interesa resaltar (4), a las muchísimas e inevitables contradicciones e incoherencias internas de todos los discursos, a su juego de varas diversas de medir... apropiadas para cada situación táctica o... política (5). Lo que se plasma como moral del grupo, una entre otras y otros.
Evasiva, he dicho un par de veces más arriba. Tímida, he sugerido críticamente antes. Lo cierto es que, como el propio Dios del que se pretende que dimane la Respuesta... esa Justicia es también imaginada en el límite, y practicada por imposición de la idiosincrasia en buena parte heredada y las circunstancias en las que nos hallamos. Y, según sea la de los vencedores o la de los vencidos o marginados, relativa e "imperfectamente" instituida y convertida en meta a consolidar o a conquistar, en ideal, en utopía a instituir en la medida de lo posible.
Definitivamente, no existen ni "La Justicia", ni "La Verdad", ni "La Moral"... universales. Su insactifatoria búsqueda sólo da por resultado lo que se sueña y se degrada al fuego de las alianzas y los agrupamientos, al fuego de la empatía indispensable... y respondiendo al molde que definen las propias capacidades y facultades, lo que tímida y dogmáticamente ha adoptado reiteradamente el hombre por conducta aparentemente voluntaria (viviendo incluso que lo es) desde Sócrates hasta Strauss pasando por el protestantismo: que la Justicia se reduce a ser lo que mejor se pueda ser... (6)
Y no se trata de que "todas" las "verdades" o "normas de conducta" sean igualmente aceptables para "todos" como cree haber resuelto elementalmente (y engañosamente) la cuestión el relativismo retórico, sino que cada una sólo lo es para cada grupo por separado y en unas circunstancias dadas.
En fin y de nuevo donde estábamos: nada sino herramientas de Poder o de Dominación diversas, disponibles o fabricables (y como tales también las usa el relativismo con embozada deshonestidad). Lo que Foucault nos descubrió al desnudar las facetas funcionales de todos los discursos en el preciso punto en donde se convierten, siguiendo su propia dinámica, en instituciones. Lo que el racionalismo de uno u otro estilo se avergüenza de reconocer (7).
De ahí que los enfoques opuestos al aborto valoren la vida humana en el vientre materno en atención a las esperanzas probabilísticas de que el ser que vendrá al mundo se convertirá en un miembro del propio grupo, al que se sumará, al que se subordinará, en el que para ello será educado, convencido o forzado a ello en cualquier caso... Esperanzas que descansan en el fondo en la confianza ciega en el peso de los genes... lo que sin duda es toda una intuición científica. Una apuesta con riesgos, que puede perderse si al llegar el individuo a la "edad de la razón" se pasase al enemigo... lo que fue causa constante de la aparición de grupos nuevos y cambios en la relación de fuerzas en la Historia, historia que luego cada uno acabará contando a su manera desde la consecución de la victoria (¡je... menudos disgustos habrán tenido los padres de los primeros burgueses revolucionarios, o los padres paganos de los primeros cristianos...!, ¿no os parece?)
Del mismo modo, los que defienden el derecho al aborto en diversos grados... son curiosamente (¡je...!) aquellos que confían en la educación más que en los genes (y sobretodo de la "pública", burocráticamente controlada, y cada vez más, of course) curiosamente por ello partidarios, hoy y aquí, de la "Educación para la Ciudadanía" con uno u otro contenido. Es decir, son los que se adscriben al racionalismo que establece al mismo tiempo la hipócrita escala de costes aceptables: destinar por ejemplo millones de euros a ministerios de igualdad y otros, así como a comprar votos de mil modos, y considerar imposible dotar la sociedad con un sistema social de acogida de huérfanos que podrían ser educados convenientemente como... por qué no... soldados de fortuna. Y espero, en nombre de la inteligencia y la imaginación del lector, que haya comprendido la doble ironía...
Lo que vengo a poner sobre el tapete de manera harto sintética es que lo que sea siempre podrá ser justificado en base a una narración racionalista o mítica, y que eso es lo que empareja y empata los discursos dando lugar a esas situaciones que tanto horrorizan a Occidente, como las del África de los "diamantes de sangre" o las de los genocidios de las liberaciones nacionales hoy mayoritariamente islamistas aunque otrora meramente anticolonialistas; esto entre muchas barbaridades típicamente humanas y en absoluto superadas por la cultura y la civilización moderna).
De ahí que se elaboren todos los argumentos que hagan falta, incluyendo esos que parecen haber haber sido hallados en verdaderas excavaciones arqueológicas pero más propias de un Indiana Jones y de poder dar con Arcas de la Alianza o Cálices de Cristo, para establecer la línea de demarcación precisa que distinguiría un conjunto de células organizadas y en desarrollo, encaminadas sin lugar a dudas a la formación de un ser independiente, reflexivo e inteligente que es lo que llamamos (¿o no?) ser humano según el imperante gusto racionalista (sí, y perdón por el zigzagueo gastado en evitar los apriorismos y los lastres culturales); línea un tanto imprecisa como poco que, según se mire, podría trazarse incluso más allá del propio alumbramiento.
O que se opte por sostener, para favorecer aún más la tesis que se debe defender por motivos ajenos a la lógica (¿a qué "lógica" de todos modos?), la tautología de que todo lo que es parte o producto natural del hombre sería consecuentemente sagrado... aunque sin ir "tan insensatamente lejos" como algunas sectas cristianas -superadas por la inefable opinión pública (v.g., parte al menos de los 7 millones de Testigos de Jehová que... "Quieren vivir, pero no tratarán de salvar su vida violando las leyes de Dios", como ellos mismos afirman apoyándose en Mateo). Todo lo que, en la medida en que la medicina y la visión científica siga avanzando (si es que ello siguiese manteniendo su valor en alza) se hace cada vez más... complicado (ya se verá si se llega y se permite la clonación humana en todo o en parte... y ya veremos qué grupos se recomponen para estar a favor o en contra de unos u otros usos y de unos u otros costes).
De ahí que una parte de unos acusen a su turno de hipocresía a quienes los acusan de estar a favor de la pena de muerte (sosteniendo por ejemplo que "la reclusión" es "la muerte") mientras callan, promueven o justifican la guerra, la producción y venta de armamentos, la investigación científica que la permite y la soporta aunque lleve al exterminio masivo o inclusive "total"... Y de ahí que, de nuevo y a la inversa rebotando la crítica por consentir y si cabe practicar métodos violentos y "científicos"... cuando ello se hace en nombre del futuro... como, por ejemplo, revolución social... incluso científica.
¿O no es en nombre, ¡una vez más!, de la civilización, de un "mejor mundo", etc.... que unos a otros se objeten no hacer nada para evitar la explotación de los niños aún hoy vigente en el propio primer mundo, el hecho de que se tengan niños precisamente para explotarlos o... (¿es esto muy distinto...?) para que "ayuden a sostener la casa"... o... a "servir a la Patria"... o... a "dar hijos, a ser posible varones", etc., prácticas y enfoques pragmáticos de pueblos enteros a lo largo de la Historia Humana en absoluto superados ni siquiera por el Occidente Moderno y Contemporáneo en la figura de suesclavismo , de sus ejércitos de destrucción y de mano de obra, de sus ritos culturales a ser consentidos, de sus criterios de seguridad, etc.? ¿...Y llegar incluso a correr sobre todo eso un velo lo más tupido posible a veces etiquetado de sentido práctico o pragmático?
Habrá pues que llegar a una explicación coherente y rigurosa, es decir, no ideológica ni relativista, que nos aclare qué hace de la madre que tenemos en la foto de la derecha una convencida antiabortista y aclare qué motiva a los humanistas a apoyar su militancia antimperialista o al menos una alianza de civilizaciones que respete los criterios de esa misma madre opuestos todos por antonomasia a sus criterios de liberación femenina.
Las contradicciones, la hipocresía, los silencios, las tergiversaciones, los discursos ambivalentes... todo está sin duda al servicio de otra cosa, y hoy es posible verlo porque las evidencias están por todas partes, proliferando como conejos y cruzándose ante nuestra vista como inmensos paquidermos. Saltando sobre los espectadores desde la caja tonta de la televisión...
Es el entorno próximo en el que nos hallamos, puesto sobre el tapete en estos días con el proyecto gubernamental de la Nueva Ley del Aborto y las acciones que llevan a cabo aquellos que se oponen a su implantación, es evidente que todo se inscribe en las necesidades electorales y más ampliamente en la estrategia central del zapaterismo: en última instancia, llevamos desde un principio viviendo días preelectorales, y en todo caso de preparación anticipada de las elecciones generales. Días en los que el gobierno, o ZP, quiere ponerse a la vanguardia por delante junto a Obama, a quien al parecer vamos a volver a votar aquí gracias al montaje escénico de la camarilla gobernante. Y con esto, así, como quien no quiere la cosa, es evidente que dejo claro de qué habría realmente que hablar. Al menos en primer lugar, Al menos para no ser un convidado de piedra en la escena política, cosa que si no cupiera otro rol, al menos no deberíamos creer que estamossignificando alguna cosa, y menos que no es la que nos imponen los escritores del guión... ¿O vamos a ignorar que dar el voto del aborto a las niñas de 16 y 17 de hoy no es un intento de garantizar el voto de ellas a favor del buen tío que se presentará como su líder -y el de otros al mismo tiempo- en las próximas elecciones en las que ya tendrán edad de ejercerlo? Es vox populis que Blanco tiene todo un sistema de calcular el peso de cada "colectivo" para el resultado del proceso. Y es obvio que desde la Educación para la Ciudadanía hasta esas libertades postmodernas, incluidas la del botellón y la de pasar de curso con hasta tres suspensos, la jugada del zapaterismo apunta a separar de la moral tradicional a los hijos y a fusionar a los padres socialistas a su postmodernismo irresponsable y... cómodo, todos los que en nombre de lo no tradicional... los voten.
Demasiadas evidencias se están acumulando (y mucho se está estrechando el margen para la acción utópica) como para negar que los hombres, en cuanto lo necesitan o así lo creen, siempre dentro de los límites y lasservidumbres del grupo al que se deben (y que a veces se impone al horror o al altruismo individuales o por el contrario pierde fuerza y deja que se produzcan deserciones y fisuras que pueden incluso ser definitivas), ponen por encima de lasconsideraciones genéricas que se consideran morales, cuando así lo imponen las prioridades de la supervivencia grupal y la empatía, lo que se ha llamado doble moral, doble racero o doble vara de medir. (No puede ser de otro modo a la larga: cuando se tiene la certeza -relativa o no- de que algo es imposible o irreversible... los esfuerzos tienden a desaparecer en pos de metas así percibidas. Nadie que no haya perdido la razón en el sentido de la psicologíaclásica pierde el tiempo en intentar atravesar una pared o emprender el vuelo sin ayuda tecnológica. Al menos, llegados a un punto tal... el mito que hace de argamasa del grupo debe mutar o ser sustituido.)
El quid pues, no puede ser sino el Poder del Grupo. Aunque a veces parezca difícil de poner en evidencia... salvo para quien acepte quedar en igualdad de condiciones y reconozca que nadie tiene derecho alguno de imponerle al otro nada... Y lo reconozca de verdad. Practicándolo de alguna forma, si acaso un tanto elitista... Y ello, incluso, porque su discurso es tal que se autoinvalida para la institucionalización; un discurso que sólo puede consiguir de su Polis marginación, reclusión, exilio o muerte.
Habrá pues que preguntarse como poco dos cosas seriamente: la primera: ¿qué estrategia de poder está detrás de cada uno de los bandos que discuten?; la segunda: ¿de qué lado o en qué plano estoy yo mismo y a la estrategia de poder de qué grupo respondo en cuanto me comprometo y me defino por aquello que me resulta aceptable? No hacerlo es ocultar la intencionalidad, consciente o no, de mi propio discurso y situarme por encima de todos tanto como pretenden los demás. Situarme por encima con mi propio grupo al considerarlo de común acuerdo el verdadero, la Auténtica Humanidad.
En el caso del aborto, el tema del debate público gira en torno a la legitimidad de matar o no matar al prójimo. Pero esto se toca de soslayo, dejando de lado el hecho de que incluso el pueblo deMoises fue llevado a la guerra y por lo tanto a disponer de la vida ajena en nombre de la supuesta elección y promesas divinas en favor propio. No podemos seguir ignorando que el "No matarás", como el "No desearás a la mujer de..." se refieran precisamente... "al prójimo", esto es, en el único sentido compatible con los hechos, con el miembro de su propio pueblo (del cual podría, cómo no, ser excluido todo traidor). Así, no es que se trate propiamente de una hipocresía, sino de la consideración que hace todo grupo de que la humanidad verdadera es la que lleva sus caracteres genético-sociales, la que por algún motivo se ha identificado con la horda, el clan, la tribu, el pueblo, la nación, etc.
En el caso del aborto, sin embargo, intervienen además dos cosas; el concepto de inocencia y el de conciencia, ambos inseparables de la idea de Justicia.
Se dice que se hace necesario defender al inocente nonato (impotente como pocos además) y que para eso hace falta una ley que evite que se decida "por él" y especialmente "contra él". En esto hay un eufemismo evidende: no teniendo opinión posible alguna, no se puede asumir ni que querría vivir ni que no querría hacerlo. La asunción por el sí ignora el que no sea capaz de decidir ni tenga acceso a lo que se lo permitiría. Se asume en todo caso que todo ser vivo quiere por sobre todo vivir, incluso a costa de sus congéneres (algo que se omite y que a veces sale a luz en las "discusiones" acerca de si se habría debido evitar, de haber sido posible, el nacimiento deHitler, de Atila o de Stalin... según las predilecciones de cada grupo...) Lo cierto es que todo esto no es más que especulación y conclusiones nacidas de los compromisos asumidos a priori, es decir, del mundo que se considera ideal (o "justo"), se desea y se pretende, y de considerar que el hombre debe someterse a la naturaleza... en cuanto al instinto de supervivencia pero no a los que están penados por los Mandamientos, etc.
Otros considerandos. ¿Por qué ante un parto que no deja opciones intermedias se prefiere salvar a la madre y no al bebé? El argumento declarado habitualmente es que salvar a la madre deja abierta la posibilidad de nuevos hijos, pero bien podría la madre ser incapaz luego de volver a procrear, y en todo caso, el bebé podría ser una niña... El padre es convencido de que sólo pierde un espécimen que podrá reemplazar en todo caso con progenie propia al 50%, mientras que sus hijos o hijas sólo le permitirán tener nietos, es decir, un resultado al 25%. ¿Podría ser esta la explicación? En cualquier caso, otro componente es el de la productividad, indudablemente otro valor puramente histórico y además en franca depreciación crítica.
El sacrificio de niños por fenicios y otros pueblos antiguos se hacía en la creencia de que la satisfacción de los dioses por ese medio produciría mejores cosechas y/o porsperidad... algo obviamente vinculado con promesas de triunfos en la guerra contra los otros. Los niños representan bajo el capitalismo el incremento de la mano de obra disponible ("prole"), lo que promovería el tan ansiado Progreso (y el famoso "pan debajo del hombro") que permite por un lado un reparto mayor de la carga familiar como una potencial reducción de los salarios por aumento de oferta.
En las actuales sociedades burocrático-representativas... en el mejor de los casos un voto.
En unas cuantas... una bomba y un detonador capaz de enviar a todos los herejes posibles al infierno.
O un dedo en el gatillo de un Kalashnikov...
Y así se podría seguir a la manera del propio diálogo platónico al estilo del "Banquete", dándonos de bruces con la realidad y saliendo con las manos escurridas y una nueva justificación apaciguadora (reléase aquí mi nota 7).
Debería resultar obvio que tales juegos especulativos no llegarán a producir la mirada absolutamente justa ni nada que se le parezca... ni creación del Ejército del Bien que sería necesario para instituirla sobre todos (uno Ejército de Dioses que se impida a sí mismo derivar en un mal renovado), y que ni siquiera conducirán a la resignación final y masiva. La teoría de la lucha del bien y del mal ha perimido, es inútil y frustrante y sólo sirve al que define el bien desde una posición de fuerza. Pero nada parece indicar, repito, que esa conclusión pueda ser final y masivamente asumida. Ni que, consecuentemente, podamos permanecer hasta el límite fuera de las trincheras de la época.
En mi caso, sólo puedo sino ser fiel a mi propia conciencia sea cual sea la mirada de los otros y sus actos consecuentes (8).
Pero sabed en todo caso que, si no estáis de acuerdo con los otros y no podéis soportarlo, deberíais intentar haceros con el poder por una u otra vía, usando la fuerza, antes, durante o después, o el engaño y la trampa (éste es el método de lapartidocracia que la mayoría avala y casi todos los intelectuales dulcifican considerándolo contractual y civilizado). O insistid sin descanso ni perspectiva en educar y/o en convencer a unos cuantos de entre los que prefieren o usufructúan la especulación reflexiva con grandes esperanzas. Esto os hará sentir mejor sin duda... hasta que llegue la frustración que os habrá de sobrevenir por esa vía. A fin de cuentas, no negaré que hasta esos débiles e ingenuos esfuerzos acaban contribuyendo en alguna medida al cambio de las cosas... con la entrada posterior de la fuerza y la maniobra por quienes puedan aprovechar la parte mítica de esos discursos y enseñanzas. A fin de cuentas, lo que devenga volverá a proponernos alternativas no demasiado nuevas ante las que sólo podremos desplegar lo que nos creamos capaces de poner en juego dentro de lo veamos factible... y nos lo permita el viejo estómago.
¿O no es en nombre, ¡una vez más!, de la civilización, de un "mejor mundo", etc.... que unos a otros se objeten no hacer nada para evitar la explotación de los niños aún hoy vigente en el propio primer mundo, el hecho de que se tengan niños precisamente para explotarlos o... (¿es esto muy distinto...?) para que "ayuden a sostener la casa"... o... a "servir a la Patria"... o... a "dar hijos, a ser posible varones", etc., prácticas y enfoques pragmáticos de pueblos enteros a lo largo de la Historia Humana en absoluto superados ni siquiera por el Occidente Moderno y Contemporáneo en la figura de suesclavismo , de sus ejércitos de destrucción y de mano de obra, de sus ritos culturales a ser consentidos, de sus criterios de seguridad, etc.? ¿...Y llegar incluso a correr sobre todo eso un velo lo más tupido posible a veces etiquetado de sentido práctico o pragmático?
Habrá pues que llegar a una explicación coherente y rigurosa, es decir, no ideológica ni relativista, que nos aclare qué hace de la madre que tenemos en la foto de la derecha una convencida antiabortista y aclare qué motiva a los humanistas a apoyar su militancia antimperialista o al menos una alianza de civilizaciones que respete los criterios de esa misma madre opuestos todos por antonomasia a sus criterios de liberación femenina.
Las contradicciones, la hipocresía, los silencios, las tergiversaciones, los discursos ambivalentes... todo está sin duda al servicio de otra cosa, y hoy es posible verlo porque las evidencias están por todas partes, proliferando como conejos y cruzándose ante nuestra vista como inmensos paquidermos. Saltando sobre los espectadores desde la caja tonta de la televisión...
Es el entorno próximo en el que nos hallamos, puesto sobre el tapete en estos días con el proyecto gubernamental de la Nueva Ley del Aborto y las acciones que llevan a cabo aquellos que se oponen a su implantación, es evidente que todo se inscribe en las necesidades electorales y más ampliamente en la estrategia central del zapaterismo: en última instancia, llevamos desde un principio viviendo días preelectorales, y en todo caso de preparación anticipada de las elecciones generales. Días en los que el gobierno, o ZP, quiere ponerse a la vanguardia por delante junto a Obama, a quien al parecer vamos a volver a votar aquí gracias al montaje escénico de la camarilla gobernante. Y con esto, así, como quien no quiere la cosa, es evidente que dejo claro de qué habría realmente que hablar. Al menos en primer lugar, Al menos para no ser un convidado de piedra en la escena política, cosa que si no cupiera otro rol, al menos no deberíamos creer que estamossignificando alguna cosa, y menos que no es la que nos imponen los escritores del guión... ¿O vamos a ignorar que dar el voto del aborto a las niñas de 16 y 17 de hoy no es un intento de garantizar el voto de ellas a favor del buen tío que se presentará como su líder -y el de otros al mismo tiempo- en las próximas elecciones en las que ya tendrán edad de ejercerlo? Es vox populis que Blanco tiene todo un sistema de calcular el peso de cada "colectivo" para el resultado del proceso. Y es obvio que desde la Educación para la Ciudadanía hasta esas libertades postmodernas, incluidas la del botellón y la de pasar de curso con hasta tres suspensos, la jugada del zapaterismo apunta a separar de la moral tradicional a los hijos y a fusionar a los padres socialistas a su postmodernismo irresponsable y... cómodo, todos los que en nombre de lo no tradicional... los voten.
Demasiadas evidencias se están acumulando (y mucho se está estrechando el margen para la acción utópica) como para negar que los hombres, en cuanto lo necesitan o así lo creen, siempre dentro de los límites y lasservidumbres del grupo al que se deben (y que a veces se impone al horror o al altruismo individuales o por el contrario pierde fuerza y deja que se produzcan deserciones y fisuras que pueden incluso ser definitivas), ponen por encima de lasconsideraciones genéricas que se consideran morales, cuando así lo imponen las prioridades de la supervivencia grupal y la empatía, lo que se ha llamado doble moral, doble racero o doble vara de medir. (No puede ser de otro modo a la larga: cuando se tiene la certeza -relativa o no- de que algo es imposible o irreversible... los esfuerzos tienden a desaparecer en pos de metas así percibidas. Nadie que no haya perdido la razón en el sentido de la psicologíaclásica pierde el tiempo en intentar atravesar una pared o emprender el vuelo sin ayuda tecnológica. Al menos, llegados a un punto tal... el mito que hace de argamasa del grupo debe mutar o ser sustituido.)
El quid pues, no puede ser sino el Poder del Grupo. Aunque a veces parezca difícil de poner en evidencia... salvo para quien acepte quedar en igualdad de condiciones y reconozca que nadie tiene derecho alguno de imponerle al otro nada... Y lo reconozca de verdad. Practicándolo de alguna forma, si acaso un tanto elitista... Y ello, incluso, porque su discurso es tal que se autoinvalida para la institucionalización; un discurso que sólo puede consiguir de su Polis marginación, reclusión, exilio o muerte.
Habrá pues que preguntarse como poco dos cosas seriamente: la primera: ¿qué estrategia de poder está detrás de cada uno de los bandos que discuten?; la segunda: ¿de qué lado o en qué plano estoy yo mismo y a la estrategia de poder de qué grupo respondo en cuanto me comprometo y me defino por aquello que me resulta aceptable? No hacerlo es ocultar la intencionalidad, consciente o no, de mi propio discurso y situarme por encima de todos tanto como pretenden los demás. Situarme por encima con mi propio grupo al considerarlo de común acuerdo el verdadero, la Auténtica Humanidad.
En el caso del aborto, el tema del debate público gira en torno a la legitimidad de matar o no matar al prójimo. Pero esto se toca de soslayo, dejando de lado el hecho de que incluso el pueblo deMoises fue llevado a la guerra y por lo tanto a disponer de la vida ajena en nombre de la supuesta elección y promesas divinas en favor propio. No podemos seguir ignorando que el "No matarás", como el "No desearás a la mujer de..." se refieran precisamente... "al prójimo", esto es, en el único sentido compatible con los hechos, con el miembro de su propio pueblo (del cual podría, cómo no, ser excluido todo traidor). Así, no es que se trate propiamente de una hipocresía, sino de la consideración que hace todo grupo de que la humanidad verdadera es la que lleva sus caracteres genético-sociales, la que por algún motivo se ha identificado con la horda, el clan, la tribu, el pueblo, la nación, etc.
En el caso del aborto, sin embargo, intervienen además dos cosas; el concepto de inocencia y el de conciencia, ambos inseparables de la idea de Justicia.
Se dice que se hace necesario defender al inocente nonato (impotente como pocos además) y que para eso hace falta una ley que evite que se decida "por él" y especialmente "contra él". En esto hay un eufemismo evidende: no teniendo opinión posible alguna, no se puede asumir ni que querría vivir ni que no querría hacerlo. La asunción por el sí ignora el que no sea capaz de decidir ni tenga acceso a lo que se lo permitiría. Se asume en todo caso que todo ser vivo quiere por sobre todo vivir, incluso a costa de sus congéneres (algo que se omite y que a veces sale a luz en las "discusiones" acerca de si se habría debido evitar, de haber sido posible, el nacimiento deHitler, de Atila o de Stalin... según las predilecciones de cada grupo...) Lo cierto es que todo esto no es más que especulación y conclusiones nacidas de los compromisos asumidos a priori, es decir, del mundo que se considera ideal (o "justo"), se desea y se pretende, y de considerar que el hombre debe someterse a la naturaleza... en cuanto al instinto de supervivencia pero no a los que están penados por los Mandamientos, etc.
Otros considerandos. ¿Por qué ante un parto que no deja opciones intermedias se prefiere salvar a la madre y no al bebé? El argumento declarado habitualmente es que salvar a la madre deja abierta la posibilidad de nuevos hijos, pero bien podría la madre ser incapaz luego de volver a procrear, y en todo caso, el bebé podría ser una niña... El padre es convencido de que sólo pierde un espécimen que podrá reemplazar en todo caso con progenie propia al 50%, mientras que sus hijos o hijas sólo le permitirán tener nietos, es decir, un resultado al 25%. ¿Podría ser esta la explicación? En cualquier caso, otro componente es el de la productividad, indudablemente otro valor puramente histórico y además en franca depreciación crítica.
El sacrificio de niños por fenicios y otros pueblos antiguos se hacía en la creencia de que la satisfacción de los dioses por ese medio produciría mejores cosechas y/o porsperidad... algo obviamente vinculado con promesas de triunfos en la guerra contra los otros. Los niños representan bajo el capitalismo el incremento de la mano de obra disponible ("prole"), lo que promovería el tan ansiado Progreso (y el famoso "pan debajo del hombro") que permite por un lado un reparto mayor de la carga familiar como una potencial reducción de los salarios por aumento de oferta.
En las actuales sociedades burocrático-representativas... en el mejor de los casos un voto.
En unas cuantas... una bomba y un detonador capaz de enviar a todos los herejes posibles al infierno.
O un dedo en el gatillo de un Kalashnikov...
Y así se podría seguir a la manera del propio diálogo platónico al estilo del "Banquete", dándonos de bruces con la realidad y saliendo con las manos escurridas y una nueva justificación apaciguadora (reléase aquí mi nota 7).
Debería resultar obvio que tales juegos especulativos no llegarán a producir la mirada absolutamente justa ni nada que se le parezca... ni creación del Ejército del Bien que sería necesario para instituirla sobre todos (uno Ejército de Dioses que se impida a sí mismo derivar en un mal renovado), y que ni siquiera conducirán a la resignación final y masiva. La teoría de la lucha del bien y del mal ha perimido, es inútil y frustrante y sólo sirve al que define el bien desde una posición de fuerza. Pero nada parece indicar, repito, que esa conclusión pueda ser final y masivamente asumida. Ni que, consecuentemente, podamos permanecer hasta el límite fuera de las trincheras de la época.
En mi caso, sólo puedo sino ser fiel a mi propia conciencia sea cual sea la mirada de los otros y sus actos consecuentes (8).
Pero sabed en todo caso que, si no estáis de acuerdo con los otros y no podéis soportarlo, deberíais intentar haceros con el poder por una u otra vía, usando la fuerza, antes, durante o después, o el engaño y la trampa (éste es el método de lapartidocracia que la mayoría avala y casi todos los intelectuales dulcifican considerándolo contractual y civilizado). O insistid sin descanso ni perspectiva en educar y/o en convencer a unos cuantos de entre los que prefieren o usufructúan la especulación reflexiva con grandes esperanzas. Esto os hará sentir mejor sin duda... hasta que llegue la frustración que os habrá de sobrevenir por esa vía. A fin de cuentas, no negaré que hasta esos débiles e ingenuos esfuerzos acaban contribuyendo en alguna medida al cambio de las cosas... con la entrada posterior de la fuerza y la maniobra por quienes puedan aprovechar la parte mítica de esos discursos y enseñanzas. A fin de cuentas, lo que devenga volverá a proponernos alternativas no demasiado nuevas ante las que sólo podremos desplegar lo que nos creamos capaces de poner en juego dentro de lo veamos factible... y nos lo permita el viejo estómago.
* * *
Notas:
(1) Me refiero a los primeros pasos de la filosofía propiamente dicha atribuidos a Sócrates.
(2) La biología evolutiva apuntó hace un tiempo en esa dirección (véanse las conclusiones de Maynard Smith en "Ocho hitos de la evolución", por ejemplo, los trabajos de Pinker, etc.) y la búsqueda de las raíces biológicas de la moral, considerada ésta como el conjunto abarcativo de esas necesidades, por su parte y por la de las neurociencias continúa a plena marcha (los blogs de ciencias, de los que ofrezco una lista no exhaustiva en la solapa de este blog, dan buena cuenta de ello en la mayoría de sus entradas). Desde mi punto de vista, la necesidad del mito, que hasta ahora daba por indiscutible, debe ser revisada en cierto grado, y relativizada (porque sin duda, parece indispensable para el movimiento de toda la ciudad hacia ninguna parte), pero lo que cada vez pongo más en cuestión es que esa necesidad de mitos esté anclado o forme parte de una mayor relativa a la moral. Dejo esto apuntado para una discusión más detallada en el futuro, que yo debo acabar de elaborar.
(3) Leo Strauss, "La Ciudad y el hombre", III. Sobre la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, Katz Editores, Bs. As., 2006.
(4) El debate, como adelanté en (1), fue instituido por Sócrates como Búsqueda de La Verdad, siendo de hecho un debate acerca de sus posibilidades políticas o reales de realización o, en otras palabras, de la eventual trasposición a este terreno de los conceptos puros que habitarían desde siempre y por siempre La Caverna (esto es, la mente reflexiva del intelectual). El mismo, en forma de Diálogo como ya sabemos, lo representa el "Banquete", donde se indaga cómo podría el Reino de La Justicia ser implantado. Quienes estén dispuestos a comprender lo quesubyace a esos intentos puede sumergirse y rumiar a fondo en "La Ciudad y el hombre" de Leo Strauss, segunda parte en concreto, donde este excelso pensador deja en evidencia la dificultad insalvable de Sócrates y sus contertulios para definir una Justicia Universal que sea al mismo tiempo Real o al menos Potencial. El debate queda, por cierto, inconcluso obligando por fin al filósofo antiguo... a escapar por la tangente.
Un liberal de los más radicales, Bruno Leoni, reconocía en su lección ("La libertad y la ley", pág. 196) el problema, dejando la contundencia sutilmente a elección de su público al que se debía (trataré de estas dependencias en un post próximo). Claro que mucho más rotundo ya había sido antes Nietzsche en su "Genealogía de la Moral" y con su propuesta de "transvaloración de todos los valores".
La Historia evidenció de sobra la presencia de las dificultades existentes para alcanzar el tan ansiado y supuesto como evasivo Absoluto... y el hecho de que nunca se pudieran ni superar ni aventar. Un objetivo como ese, como los actores de una u otra forma reconocieron, sólo se podría plasmar logrando en primer lugar "la coincidencia del poder político y la filosofía" (Leo Strauss, ibíd., pág. 177) y, en honor a la verdad: mediante la eventual toma del poder por la mismísima filosofía platónica. Desde esa plataforma... habría que contar luego con el sometimiento dócil de todos.... lo que suena a una salida contrapuesta. O a que todos se transformaran en filósofos... pero de la misma escuela. En este punto, permítaseme señalar que la realidad, como sigue sucediendo y más por parte de una multitud política (que, como nos recuerda Strauss, es a ojos de esa filosofía "el mayor sofista" -ibíd., pág. 87-) no acabaría de frustrar a Sócrates, al menos al Sócrates platónico. Esto es, no llevaría a Sócrates a abandonar su tozudo objetivo, a dejar de seguir erre que erre defendiendo su criterio de justicia como si fuera eterno, inamovible... y alcanzable; de ofrecerlo al mundo como si fuese una verdad revelada que le hubiese dictado al oído su demon particular (qué, por cierto, sino su propia conciencia, ella misma tan elusiva, tan misteriosa, tan maravillosa e inexplicable como parece hablándonos sin cesar, dentro; su propia imaginación. Incluso, una vez decepcionado de su Atenas a la que entendía que le había estado sirviendo sin pretender nada sino su crecimiento (en realidad el crecimiento según Sócrates lo concebía, él o su demon)... para continuar haciéndolo en el Hades, en diálogo con los mismísimos dioses (al menos según en se nos cuenta en el Fedón...) Aunque caben otras interpretaciones que lo describirían como un elitista para el cual su consideración acerca del Hades no sería sino una continuación (Strauss, ibíd., pág. 88).
(1) Me refiero a los primeros pasos de la filosofía propiamente dicha atribuidos a Sócrates.
(2) La biología evolutiva apuntó hace un tiempo en esa dirección (véanse las conclusiones de Maynard Smith en "Ocho hitos de la evolución", por ejemplo, los trabajos de Pinker, etc.) y la búsqueda de las raíces biológicas de la moral, considerada ésta como el conjunto abarcativo de esas necesidades, por su parte y por la de las neurociencias continúa a plena marcha (los blogs de ciencias, de los que ofrezco una lista no exhaustiva en la solapa de este blog, dan buena cuenta de ello en la mayoría de sus entradas). Desde mi punto de vista, la necesidad del mito, que hasta ahora daba por indiscutible, debe ser revisada en cierto grado, y relativizada (porque sin duda, parece indispensable para el movimiento de toda la ciudad hacia ninguna parte), pero lo que cada vez pongo más en cuestión es que esa necesidad de mitos esté anclado o forme parte de una mayor relativa a la moral. Dejo esto apuntado para una discusión más detallada en el futuro, que yo debo acabar de elaborar.
(3) Leo Strauss, "La Ciudad y el hombre", III. Sobre la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, Katz Editores, Bs. As., 2006.
(4) El debate, como adelanté en (1), fue instituido por Sócrates como Búsqueda de La Verdad, siendo de hecho un debate acerca de sus posibilidades políticas o reales de realización o, en otras palabras, de la eventual trasposición a este terreno de los conceptos puros que habitarían desde siempre y por siempre La Caverna (esto es, la mente reflexiva del intelectual). El mismo, en forma de Diálogo como ya sabemos, lo representa el "Banquete", donde se indaga cómo podría el Reino de La Justicia ser implantado. Quienes estén dispuestos a comprender lo quesubyace a esos intentos puede sumergirse y rumiar a fondo en "La Ciudad y el hombre" de Leo Strauss, segunda parte en concreto, donde este excelso pensador deja en evidencia la dificultad insalvable de Sócrates y sus contertulios para definir una Justicia Universal que sea al mismo tiempo Real o al menos Potencial. El debate queda, por cierto, inconcluso obligando por fin al filósofo antiguo... a escapar por la tangente.
Un liberal de los más radicales, Bruno Leoni, reconocía en su lección ("La libertad y la ley", pág. 196) el problema, dejando la contundencia sutilmente a elección de su público al que se debía (trataré de estas dependencias en un post próximo). Claro que mucho más rotundo ya había sido antes Nietzsche en su "Genealogía de la Moral" y con su propuesta de "transvaloración de todos los valores".
La Historia evidenció de sobra la presencia de las dificultades existentes para alcanzar el tan ansiado y supuesto como evasivo Absoluto... y el hecho de que nunca se pudieran ni superar ni aventar. Un objetivo como ese, como los actores de una u otra forma reconocieron, sólo se podría plasmar logrando en primer lugar "la coincidencia del poder político y la filosofía" (Leo Strauss, ibíd., pág. 177) y, en honor a la verdad: mediante la eventual toma del poder por la mismísima filosofía platónica. Desde esa plataforma... habría que contar luego con el sometimiento dócil de todos.... lo que suena a una salida contrapuesta. O a que todos se transformaran en filósofos... pero de la misma escuela. En este punto, permítaseme señalar que la realidad, como sigue sucediendo y más por parte de una multitud política (que, como nos recuerda Strauss, es a ojos de esa filosofía "el mayor sofista" -ibíd., pág. 87-) no acabaría de frustrar a Sócrates, al menos al Sócrates platónico. Esto es, no llevaría a Sócrates a abandonar su tozudo objetivo, a dejar de seguir erre que erre defendiendo su criterio de justicia como si fuera eterno, inamovible... y alcanzable; de ofrecerlo al mundo como si fuese una verdad revelada que le hubiese dictado al oído su demon particular (qué, por cierto, sino su propia conciencia, ella misma tan elusiva, tan misteriosa, tan maravillosa e inexplicable como parece hablándonos sin cesar, dentro; su propia imaginación. Incluso, una vez decepcionado de su Atenas a la que entendía que le había estado sirviendo sin pretender nada sino su crecimiento (en realidad el crecimiento según Sócrates lo concebía, él o su demon)... para continuar haciéndolo en el Hades, en diálogo con los mismísimos dioses (al menos según en se nos cuenta en el Fedón...) Aunque caben otras interpretaciones que lo describirían como un elitista para el cual su consideración acerca del Hades no sería sino una continuación (Strauss, ibíd., pág. 88).
(5) Este oportunismo subyace en toda construcción formal, o Discurso, inclusive en la Ciencia, como bien supo denunciar (en realidad al valorarlo positivamente) Feyerabend (vease al menos "Contra el método"). Y sin duda hay que reconocerlo como humano e inevitable ("demasiado humano"), o, más concretamente hablando: como parte del instrumental adaptativo de la especie.
En cuanto a lo grupal o a la grupalidad, tal como vengo mencionándo este concepto en este texto, aprovecho para remitir a quien interese a mis artículos de 2007 en este blog titulados "Grupismo y complejidad" y especialmente y de nuevo al libro que me animo a decir contiene lo sustancial al respecto: "El mito de la educación" de Judith Rich Harris. Una vez adoptado el enfoque, ya no se dejará de ver la grupalidad presente en toda la historia humana, como me ha pasado al leer "Armas, gérmenes y acero" de Jared Diamond, que, desde ese enfoque, aporta notables evidencias al respecto.
En cuanto a lo grupal o a la grupalidad, tal como vengo mencionándo este concepto en este texto, aprovecho para remitir a quien interese a mis artículos de 2007 en este blog titulados "Grupismo y complejidad" y especialmente y de nuevo al libro que me animo a decir contiene lo sustancial al respecto: "El mito de la educación" de Judith Rich Harris. Una vez adoptado el enfoque, ya no se dejará de ver la grupalidad presente en toda la historia humana, como me ha pasado al leer "Armas, gérmenes y acero" de Jared Diamond, que, desde ese enfoque, aporta notables evidencias al respecto.
(6) Así es como acaba evadiéndose Sócrates de denir la Justicia Esencial como Posible en la práctica: reduciendo todo al reconocimiento tan de su gusto de que unos individuos estarían mejor preparados que otros para ciertas cosas, por ejemplo... para filosofar, pero igualmente para guerrear, gobernar, etc. Esa constatación es considerada un resultado natural o un designio (o don) divino en lugar de un descubriento que hace cada individuo de sus facultades más explotables para la supervivencia y una elección a la que en parte el mundo dado lo conduce (firmamento dominante mediante), que es como yo lo veo. E impregnará todo el pensamiento justificatorio vinculado a ese firmamento a través de los tiempos, que es como aparece, por ejemplo, en el seno del pensamiento protestante que tanto tuvo que ver, como ya he señalado en otra parte, con el "espíritu del capitalismo" (Weber dixit).
Esa constatación y a la vez salida airosa por el que opta Sócrates y el racionalismo apaciguador que aún pervive, permitirá la refundación de la Justicia Absoluta (o divina, natural, etc.) en terreno real mediante su reducción a apriorismo ideológico, y sin duda constituye la piedra angular sobre la que se edifican todas las Iglesias, consigan o no erigirse en dominantes, la piedra angular necesaria para encarar un proyecto de poder victorioso.
(7) A fin de cuentas, "Proclamando la identidad de razón y dominio, las doctrinas despiadas son más misericordiosas que las de los lacayos morales de la burguesía" (Theodor Adorno y Max Horkheimer, "Dialéctica de la Ilustración", Obra completa, tomo 3, Ediciones Akal, Madrid, 2007, pág. 131; obviamente, los autores tributan aquí al término historico-materialista para refierirse sin embargo al racionalismo originalmente ilustrado). Es indudable que: "El no haber disimulado, sino proclamado a los cuatro vientos, la imposibilidad de aportar desde la razón un argumento fundamental contra el asesinato, ha encendido el odio con el que justamente los progresistas persiguen aún hoy a Sade y a Nietzsche." (Adorno, ibíd., pág. 130).
(8) El marco psicosocial de lo moralmente dominante que vengo denominando últimamente firmamento dominante (los valores considerados de hecho o de derecho como inmutables) es decisivo. No se puede siquiera pensar seriamente en "soluciones implantables" que los trastoquen ya que estas aparecen como más utópicas que las utopías reformistas, las correcciones que se apoyan en el contenido supuesto de sus valores vaciados cada vez más de los contenidos originales o las igualmente idílicas pretensiones de que se apliquen esos contenidos con fidelidad a la letra y al espíritu. Esa dificultad hace de las utopías más radicales meros productos de la imaginación y acaban refugiadas en la literatura anticipativa.
Aún así, pueden decirse algunas cosas como si de ello se tratase... En ese aspecto, bien se puede analizar el contenido formal de la ley, es decir, aceptar caer a sabiendas en la trampa para que quede constancia de que no se es un desentendido de la vida cotidiana, un anacoreta o un sabio contemplativo que creyese posible vivir aquí y ahora como si se tratara de otra cosa...
Consciente pues del alcance de mis propias reflexiones así como de mis sentimientos (sin duda temporales y socialmente tan condicionados como el de cualquiera) y también de las precondiciones necesarias para la realización de los mismos, y a instancias de la posible exigencia de la Polis de que me defina por uno de los bandos... me veo obligado a colocarme en la falsa hipótesis (falsa porque de realizarse todo cambiaría) de contar con el poder suficiente y las ganas o voluntad de imponerlo a todos, es decir, de ser, aunque sea por un día, un tirano efectivo, el posible líder absoluto de un nuevo grupo dominante.
En una situación hipotética como esa aunque con mi manera vigente de ver las cosas, debería reconocer que no me sentiría inclinado a forzar a una mujer embarazada a ser madre si no quisiera serlo, ni siquiera a que soportara los largos meses de embarazo. Entiendo que siempre podría reincidir en un futuro, dado que el aborto no necesariamente supone la pérdida de fertilidad (aunque los riesgos existan y estaría en ella que los conozca y considere). Comprendería también al padre potencial de la criatura si quisiera tenerlo, pero en tal caso le ofrecería a él otras soluciones, algunas con cierto coste social. Ya procuraría que en el futuro de mi sociedad ideal, la gente estuviese seriamente informada en todos los sentidos para que nada de esto siga pasando. Y ya puestos, les daría a todos mi propia sabiduría para que hagan la mejor elección. O para que sufran conmigo mis propias vacilaciones... Quizás, incluso, buscaría e implantaría una fórmula para evitar madres arrepentidas y nacimientos indeseados antes de que se produzcan y que, mientras tanto, se admita la selección parental de común acuerdo reposando en la de la madre la decisión final. Sin duda la organización de mi sociedad sería tan compleja y difícil de llevar como cualquiera, pero con el poder absoluto ya se me ocurriría algo... en tanto me mantuviese en mis cabales y fuese sensato a mi propio criterio, dos extremos que no sé si se podrían diferenciar ni desde qué perspectiva siendo yo mismo la única existente.
Esa constatación y a la vez salida airosa por el que opta Sócrates y el racionalismo apaciguador que aún pervive, permitirá la refundación de la Justicia Absoluta (o divina, natural, etc.) en terreno real mediante su reducción a apriorismo ideológico, y sin duda constituye la piedra angular sobre la que se edifican todas las Iglesias, consigan o no erigirse en dominantes, la piedra angular necesaria para encarar un proyecto de poder victorioso.
(7) A fin de cuentas, "Proclamando la identidad de razón y dominio, las doctrinas despiadas son más misericordiosas que las de los lacayos morales de la burguesía" (Theodor Adorno y Max Horkheimer, "Dialéctica de la Ilustración", Obra completa, tomo 3, Ediciones Akal, Madrid, 2007, pág. 131; obviamente, los autores tributan aquí al término historico-materialista para refierirse sin embargo al racionalismo originalmente ilustrado). Es indudable que: "El no haber disimulado, sino proclamado a los cuatro vientos, la imposibilidad de aportar desde la razón un argumento fundamental contra el asesinato, ha encendido el odio con el que justamente los progresistas persiguen aún hoy a Sade y a Nietzsche." (Adorno, ibíd., pág. 130).
(8) El marco psicosocial de lo moralmente dominante que vengo denominando últimamente firmamento dominante (los valores considerados de hecho o de derecho como inmutables) es decisivo. No se puede siquiera pensar seriamente en "soluciones implantables" que los trastoquen ya que estas aparecen como más utópicas que las utopías reformistas, las correcciones que se apoyan en el contenido supuesto de sus valores vaciados cada vez más de los contenidos originales o las igualmente idílicas pretensiones de que se apliquen esos contenidos con fidelidad a la letra y al espíritu. Esa dificultad hace de las utopías más radicales meros productos de la imaginación y acaban refugiadas en la literatura anticipativa.
Aún así, pueden decirse algunas cosas como si de ello se tratase... En ese aspecto, bien se puede analizar el contenido formal de la ley, es decir, aceptar caer a sabiendas en la trampa para que quede constancia de que no se es un desentendido de la vida cotidiana, un anacoreta o un sabio contemplativo que creyese posible vivir aquí y ahora como si se tratara de otra cosa...
Consciente pues del alcance de mis propias reflexiones así como de mis sentimientos (sin duda temporales y socialmente tan condicionados como el de cualquiera) y también de las precondiciones necesarias para la realización de los mismos, y a instancias de la posible exigencia de la Polis de que me defina por uno de los bandos... me veo obligado a colocarme en la falsa hipótesis (falsa porque de realizarse todo cambiaría) de contar con el poder suficiente y las ganas o voluntad de imponerlo a todos, es decir, de ser, aunque sea por un día, un tirano efectivo, el posible líder absoluto de un nuevo grupo dominante.
En una situación hipotética como esa aunque con mi manera vigente de ver las cosas, debería reconocer que no me sentiría inclinado a forzar a una mujer embarazada a ser madre si no quisiera serlo, ni siquiera a que soportara los largos meses de embarazo. Entiendo que siempre podría reincidir en un futuro, dado que el aborto no necesariamente supone la pérdida de fertilidad (aunque los riesgos existan y estaría en ella que los conozca y considere). Comprendería también al padre potencial de la criatura si quisiera tenerlo, pero en tal caso le ofrecería a él otras soluciones, algunas con cierto coste social. Ya procuraría que en el futuro de mi sociedad ideal, la gente estuviese seriamente informada en todos los sentidos para que nada de esto siga pasando. Y ya puestos, les daría a todos mi propia sabiduría para que hagan la mejor elección. O para que sufran conmigo mis propias vacilaciones... Quizás, incluso, buscaría e implantaría una fórmula para evitar madres arrepentidas y nacimientos indeseados antes de que se produzcan y que, mientras tanto, se admita la selección parental de común acuerdo reposando en la de la madre la decisión final. Sin duda la organización de mi sociedad sería tan compleja y difícil de llevar como cualquiera, pero con el poder absoluto ya se me ocurriría algo... en tanto me mantuviese en mis cabales y fuese sensato a mi propio criterio, dos extremos que no sé si se podrían diferenciar ni desde qué perspectiva siendo yo mismo la única existente.
Bueno, en cualquier caso no pasa de ser un puro juego de la especulación. No sólo porque nunca podría ser ese tirano ni aunque me lo sirvieran en bandeja unos poderosísimos extraterrestres, un tirano que incapaz de imponer nada de nada... sino que nunca el mundo se permitirá actuar según mi lógica o la de cualquiera, que la cuestión es más compleja y sobre todo histórica. Eso sí, espero que no llegue el día en que se instaure en el mundo una moral azteca o fenicia y volvamos a los sacrificios humanos e infantiles de carácter ritual. Aunque sea consciente, más allá de cuántos lo compartan, que se trata de una mera repugnancia mía. La moral, la justicia, la virtud... son históricas y grupales y es habitual que no haya acuerdos y que todos pretendan instaurar las suyas.
11 comentarios:
Me ha encantado el plateamiento del artículo.
Bravo
¡Vaya, gracias; es una autñéntica gratificación!
Un abrazo.
Hola, Carlos:
Lo prometido es deuda, así que aquí van unos comentarios.
Estoy de acuerdo en que la dinámica de grupos y la consecución y mantenimiento del poder forman una fuerza poderosa que retuerce argumentos hasta la hipocresía. Esto no impide que la dinámica pueda dar buenos resultados si se hace en un contexto de sociedad abierta y democrática y no como luchas fraticidas.
En la adscripción a uno valores u otros, ocurre que normalmente las personas nos dejamos llevar más por unas pocas reglas que nos parecen sensatas que por una reflexión profunda de cada tema. La adscripción a unas u otras reglas puede depender de la personalidad de cada uno y de la ideología con que se haya educado.
Esto hace que, aunque los temas y problemas sociales sean muchos y, a menudo independientes unos de otros, los individuos no tomen posiciones independientes en cada tema. La actitud frente al aborto está relacionada con la actitud frente a las desigualdades sociales, por ejemplo, cuando no hay razón lógica para ligar una a la otra.
Esto se aprovecha por cada grupo de poder y nos puede ayudar a entender la estrategia de argumentación o de oportunidad de planteamiento del tema por parte de cada grupo.
Pero los grupos no son ajenos a la evolución de las ideas y de la aceptación o no de nuevas ideas. Y a esto último no es ajena la buena o mala razón que subyace a la propia idea. Buena o mala razón entendida en dos aspectos. El primero en que se siga del progreso científico e intelectual y la segunda que permita una vida y una sociedad mejor (estable, próspera,...). Los grupos que integren en su discurso este tipo de razones tenderán a alzarse con el poder en las sociedades democráticas.
Así que no es del todo malo que haya lucha por el poder, si para alcanzarlo conviene armarse de razones.
El tema del aborto no ajeno a todo esto. Podemos analizar la estrategia y uso acaso hipócrita de cada uno de los lados, pero eso no nos llevará a aquellos que creemos que es posible tratar el tema de una manera desligada a los grupos de presión, a entender si su aceptación o no y en qué términos, es conveniente y moralmente aceptable para la sociedad.
En este contexto, yo creo que la postura de aceptación del aborto es la mejor idea, por dos motivos. Primero porque científicamente sabemos que en el embrión-feto de menos de tres meses no hay nadie a quien estemos haciendo un daño. Segundo, porque los sentimientos morales de todos nuestros conciudadanos coinciden en no considerar el aborto como un asesinato. Es cierto que hay gente que DICE que es lo mismo, pero con ninguna de sus obras respalda esta opinión.
A no ser que la propaganda en contra sea muy efectiva (y muy hipócrita, tergiversando hechos y opiniones), la postura favorable tendrá las de ganar para imponerse.
Hola, José Luis; bienvenido. Sin duda me interesaba tu opinión y no me equivoqué al pensar que mi réplica podría convertirse en todo un post (de los míos, o sea, larguísimos). Pero intentaré contenerme "al máximo". Eso sí, antes que nada aclaro que no pretendo contraatacar sino... tratar de conseguir reforzar los interrogantes para establecer una "diálogo abierto" (el propio de esa idea de "sociedad abierta" de la que se habla y hablas...).
"...buenos resultados si se hace en un contexto de sociedad abierta y democrática y no como luchas fraticidas", dices, y yo pregunto lo que yo me he preguntado: (a) ¿quién definiría cuáles serían "buenos"? ¿lo serían los que resultasen del triunfo de una opción política; pensarían por ello todos que son "buenos"?, y (b) ¿cómo se consigue que lo posible (si...) se haga real (sociedad abierta, etc.); bastan los deseos, los compartimos los que desean vivir "bien" con los que "aprovechan" su poder y la imposibilidad de los primeros de hacer otra cosa en lugar de "votarlos", por ejemplo, tomar la política en sus manos, algo así como "autogestionarse"?, y (c) ¿"fratricidas"?, ¿somos hermanos "todos" los humanos entre sí?
"las desigualdades sociales, por ejemplo, cuando no hay razón lógica para ligar una a la otra", dices, y ¿qué lógica está en la base de los discursos políticos?, ¿cuándo lo han estado?, ¿podrán estarlo alguna vez?, ¿qué clase de cambio o milagro o poder puede llevarnos al imperio de la lógica?
"evolución de las ideas y de la aceptación o no de nuevas ideas. Y a esto último no es ajena la buena o mala razón que subyace a la propia idea", dices, y yo pregunto: ¿cuál es la dinámica de tal "evolución"?, ¿qué la rige y la orienta?, ¿fueron las "razones" antes que los hechos?, ¿dónde estaban, eran eternas, naturales o algo así...?, ¿fueron dadas por Dios?, ¿por qué unos pensadores -idealistas- "recibieron" o intuyeron que la razón es causa y otros "un resultado"?, ¿desde qué explicación racional y quienes afirman lo uno o lo otro?
"Buena o mala razón entendida en dos aspectos. El primero en que se siga del progreso científico e intelectual y la segunda que permita una vida y una sociedad mejor (estable, próspera,...)", dices, y yo pregunto: ¿qué nos permite afirmar que el progreso científico e intelectual -entiendo que racional- nos dará "una vida y una sociedad mejor"?, ¿quién controla(rá) la energía atómica -compatible sin duda con el fanatismo religioso-, la gnética, etc.?, ¿quién o cómo se impedirá el futuro pesimista que se deriva de la combinación de ciencia y inevitabilidad del "sistema representativo", o "democrático", que cada vez es más cerrado por dinámica propia y no cada vez más "abierto", más allá de los "buenos -estos sí- deseos"?
(sigue...)
(tuve que partir en dos el comentario/post, je...; y aquí sigue:)
"Los grupos que integren en su discurso este tipo de razones tenderán a alzarse con el poder en las sociedades democráticas", y pregunto: ¿son razones "virtuosas" las que llevan al poder a quienes lo tienen hoy o el engaño?, ¿las razones se integran a sus discursos "de verdad" o "para engañar"; acaso creen en sus trozos de discurso meramente tácticos al uso?, ¿qué experiencia se puede dar como referencia histórica; o se trata de una esperanza que se parece a la del Paraíso perdido?
"no es del todo malo que haya lucha por el poder, si para alcanzarlo conviene armarse de razones", ¿sí, de nuevo?, ¿quiénes, cuándo, cómo?
"...eso no nos llevará a aquellos que creemos que es posible tratar el tema de una manera desligada a los grupos de presión, a entender si su aceptación o no y en qué términos, es conveniente y moralmente aceptable para la sociedad.", aquí simplemente voy a darte la razón en primer lugar: sin duda, nada dejará de llevar "a aquellos..." etc., es para mí inevitable porque la gente, el pueblo llano, no puede gobernarse directamente en una sociedad compleja como la actual -nacida de una dinámica que pretendo comprender mejor-, etc., y pregunto a continuación: ¿llevará "a aquellos" a la sociedad "mejor" en base a persistir en esa actitud; en base a adherir a una moral que tiene por o visto una pata en las ideas puras que se enseñan y otra en la convicción creciente de que "las cosas son así" y que al final hay que "salvarse el que pueda"... salvo cuando los defraudados son una masa extensa y muy indignada que acaba descubriendo la inutilidad de otra cosa que... la de "quemar" y "asaltar", que... olvida las "razones" y pasa por encima de "los razonables"... para acabar... como hasta ahora por cierto: vuelto a sojuzgar por nuevos "engañadores"?
"A no ser que la propaganda en contra sea muy efectiva (y muy hipócrita, tergiversando hechos y opiniones), la postura favorable tendrá las de ganar para imponerse."
¿Cómo? ¿Por qué no ha sucedido aún? ¿Es que hace falta más ciencia, más progreso, más educación -¿cuál, dictada por quién...?, ¿la "para la ciudadanía", la de los libritos rojos aprendidos de memoria por las masas y de obligatorio resitado, la de la alfabetización combinada con el "Que viva Fidel"...? ¿Cuándo y cómo sobrevendrá ese camino que conducirá al Paraíso?
Obviamente, mis preguntas pueden parecer capciosas, pero sólo se puede preguntar aquello que crees saber responder, y por ello las respuestas del que pregunta (yo) están un tanto presentes sublininarmente (y no tanto). Es inevitable; tampoco me parece honesto pasar por un autista. Pero, de verdad, a tí y a quien lo acepte por la causa que sea, lo invito desde aquí, de nuevo, a que se interrogue en cuanto al y a su sentido de la realidad. En principio, a mí también me parecería "razonable" y "lógico" que quien adhiere a la Ciencia y a la "voluntad transformadora para bien del hombre" se preocupe por apropiarse de una comprensión que le permita realizar esa transformación. Sin embargo, he debido llegar a la concusión de que no es eso lo que generalmente sucede, sino la asunción de un discurso que se desdice en la práctica, donde "la razón" y "la lógica" pasan a ser una "pura fe".
Sea o no posible modificar el rumbo de las cosas, sea o no la nuestra y de cada uno la visión correcta, es imposible resistirse a preguntarse por eñ cómo conseguirlo. Cabe por supuesto la hipocresía. Pero, entonces, habrá que explicar qué la hace inevitable o necesaria.
Espero haber provocado algo "positivo"; esa es también mi "sana" aspiración.
Un saludo afectuoso.
Carlos.
Muchas preguntas. Respondo o aclaro algunas:
-Cuando hablaba de "buenos resultados" no me refería a la valoración de cada medida política concreta, sino a la generación de una sociedad en que estamos más a gusto. No me cabe duda de que la mayoría de personas a favor y en contra de la medida concreta que es la nueva ley del aborto, preferimos una sociedad abierta y democrática que un totalitarismo teocrático o ideológico. Lo que he venido a decir es que la competencia por hacerse el poder en los regímenes democráticos hace que, a la larga, se tomen más medidas que nos lleven a una mejor sociedad en este sentido.
-Cuando hablaba de razones que no estén en contra de la ciencia me refiero, por ejemplo, a que quien quiera, por razones religiosas, que por ley se enseñe que la tierra es plana lo tendrá peor para extender sus ideas. El uso político que dar a la tecnología que nos permiten los nuevos descubrimientos científicos es otra cosa.
-Sí ha sucedido que lo argumentos menos hipócritas ganan poco a poco terreno. Las sociedades más avanzadas y prósperas se sostienen con menos argumentos hipócritas que las menos avanzadas.
Son reglas generales, tendencias, con altibajos y con desviaciones particulares de la tendencia. Pero la tendencia creo que es clara si echamos un vistazo al mundo en que estamos
Lo que más me interesa (más que un peloteo de datos y evidencias) es saber que las preguntas te parezcan o no pertinentes; dignas de contestarlas hasta las últimas consecuencias. Lo demás se puede ver más de cerca e incluso llegar a asignar mejor el peso a las circunstancias y a las relaciones entre las cosas y las partes. Todo sin duda tras aceptar lo que nos resulta "más a gusto" pero junto al por qué, por qué a "nosotros", a parte de "nosotos", y por qué no a "todos". Esto es crucial, amigo; esto orienta a respuestas sólidas y vinculadas -o coherentes- en lugar a "múltiples respuestas por separado" o... ¿tácticas?
(voy a tu blog ahora, a ver, je..., si me has arrojado un guante a causa de mi posible "arrogancia"; lo que espero no suceda...)
Hasta luego.
Me interesan las preguntas. Si no, no estar'ia hablando. Pero conviene de vez en cuando aceptar alguna respuesta, aunque sea de manera provisional.
Andamos de blog en blog. Pero creo que ya me toca ponerme a trabajar.
Por descontado... me consta... Y lo dicho y más sensato por ahora: no vamos a zanjar todo ahora.
Gracias José Luis por estos buenos momentos de debate, me ha encantado esta "primera fase".
Ya seguiremos en otra ocasión u otro día. Yo también me "debo" a la cruda "realidad" inferior.
Saludos y muy buenas noches.
>De ahí que los enfoques opuestos al aborto valoren la vida humana en el vientre materno en atención a las esperanzas probabilísticas de que el ser que vendrá al mundo se convertirá en un miembro del propio grupo
Algunos de los enfoques, no digo que no. Todos los enfoques, seguro que no. ¿Crees que habrá mucha gente que piense que el aborto está mal en el propio país pero bien en el del enemigo? A mí me extrañaría.
Me ha alegrado tu paso productivo por aquí, Marzo, y perdona por no haber contestado antes aunque me dio tiempo de colgar tu comentario.
Muy interesante que hayas puesto la mirada en un asunto que para mí es decisivo: la grupalidad, a lo que el párrafo intentaba hacer referencia. La escueta exposición (hecha a modo de flash) pudo sugerir una lectura descriptiva y no un apunte hacia lo sustancial. No obstante, no creo que pueda deducirse de la señalización de las posibles causas de una preferencia que ésta esté indisolublemente asociada a la preferencia opuesta para quien pudiera ser "enemigo suyo" en cualquier grado de realidad o de ilusión. Que prefiera comer con sal no implica que quiera que los demás no la utilicen e incluso que usen el azúcar en su lugar. Y estarás de acuerdo cnmigo si relles el párrafo que has reproducido que no digo lo segundo sino sólo lo primero:
"De ahí que los enfoques opuestos al aborto valoren la vida humana en el vientre materno en atención a las esperanzas probabilísticas de que el ser que vendrá al mundo se convertirá en un miembro del propio grupo."
De todos modos quise decir una cosa con ello, para cuya comprensión o discusión u observación te sugiero la sigiente lectura: "Todo padre (también los antiabortistas) quieren que mi hijo sea como yo y que no me traicione".
En cuanto a los demás (y no sólo si son "enemigos" en algún grado, real o ilusorio), creo que, simplemente... se ignoran (al menos la mayor parte del tiempo) y que sólo cuando el conflicto es "vivo" y "próximo" se desea su exterminio, tanto respecto de las generaciones en curso como de las futuras (de ese "enemiogo").
Justamente por eso, acepto que: "Algunos de los enfoques, no digo que no. Todos los enfoques, seguro que no."
Y a tu pregunta de punto y seguido contesto que lo normal es lo contrario (por lo que pensamos lo mismo, aunque se deba averiguar si por igual razón), es decir, creo (como dije, entiendo que contigo) que difícilmente haya gente que rechace el aborto "en su país" o para su propio grupo (que no tiene por qué ser el de sus connacionales) y lo apruebe para "su enemigo" (que no tiene por qué ser "un país" extraño ni al completo, etc.)
La idea es sólo la antedicha y que en el caso de los antiabortistas implica ni más ni menos de el que confían en que sus hijos serán como ellos y seguirán sus pasos y tradición. Cuando aparece un traidor (y para la mayoría de los antiabortistas de hoy en día y de hace tiempo, una traición sería entre otras la homosexualidad) el rechazo hacia el hijo-traidor puede llegar a ser de "arrepentimiento" por haberlo tenido (algo muy común aunque más no sea en las expresiones).
No digo que ello sea sólo propio de este grupo sino de todos los grupos, aunque en medidas diferentes tal vez, y mi mención a ese comportamiento grupalista se debía en este caso para mostrar muy sutilmente tal vez que la "defensa de la vida" por parte de los antiabortistas tenía también ese aspecto hipócrita y "dictatorial" sobre esa vida que dicen defender... "libre albedrío" e "independencia" incluidas. "Libre albedrío" e "independencia" que dan por válida PORQUE confían en la lealtad de "su propio hijo", lo que intentarán "garantizar" por "todos los medios", desde el "soborno" de la "herencia de bienes" hasta la imposición por medios educativos de la "herencia cultural".
Y claro, por eso piden, con la penalización del aborto (en un extremo sin paliativos por muchos), la implantación de "escuelas" que enseñen que "la vida" se deba defender cuando se trata de la del nonato (no del soldado, del criminal, del infiel, etc.) tal como
lo entienden, lo limitan y... lo contradicen.
Esa era la idea sintética que me has permitido ahora desmenuzar y explicar mucho mejor.
Un saludo afectuoso.
Carlos.
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