miércoles, 17 de junio de 2009

De la honestidad "de pensamiento"

Intentaré tratar lo más sintéticamente que me lo permitan mis pretensiones de no dejarme nada, este tema de dos facetas vinculadas y que ha estado bombardeándome y rondándome últimamente, desde varios blogs y desde mi propia preocupación, respectivamente. Tal vez lo impongan los tiempos que corren. Tal vez escondan una cierta rebeldía infantil que nunca se abandona. En todo caso, el problema es vivido como tal en el ámbito concreto de la intelectualidad, de los que reflexionamos, de los que sufrimos en carne propia la deshonestidad que nos rodea e incluso vivimos torturados por la culpabilidad que nos ocasiona la caída inevitable y seguramente fugaz en ella (gracias a nuestra inseparable "buena conciencia").


La cuestión

Debemos reconocer que no todos sufrimos de esa manera que la mayoría considera absurda y que suele ser calificada de muy poco práctica.

El problema, que sin duda se refiere a un dilema general de los seres humanos -como que todos pensamos en una u otra medida y cualidad-, sólo es considerado, insisto apenas con otras palabras, como tal problema, o sea, como un conflicto, por aquellos que se sienten mejor consigo mismos... siendo consigo mismos estrictamente honestos. Precisamente -creo necesaria aquí apuntarlo de nuevo-, eso es lo que a mi criterio diferencia las cualidades y no algo equiparable a una tabla de valores que signifique algo: remarco pues que mi punto de vista pone todas las cualidades humanas surgidas de la evolución que han sobrevivido, o se han reproducido, como meras herramientas de supervivencia, de lucha por la vida, y que nada nos puede permitir, salvo nuestra propia idiosincrasia y vehemencia, dar unas por mejores o superiores a otras, ni presuponer las que prevalecerán en el futuro, ganándose por obra de los hechos el puesto más adecuado o eficaz... En fin, entiendo que esas cualidades y manifestaciones conflictivas son unas muestras entre otras muchas de un entramado real-complejo fabricado con el mismo hilo.

Un entramado cuya narrativa debe ser situada particularmente en un territorio específico, el territorio en el que se ha fabricado o construido la misma, el territorio donde sólo allí se puede construir y levantar (y al margen de su grado de efectividad fuera del mismo, de su influencia periférica -léase las masas, las generaciones sucesivas...-): se trata, evidentemente, del territorio intelectual; un territorio que no es ni puede ser considerado, por falta de pruebas que lo avalen, como universal o absoluto, es decir, como compuesto por conceptos dignos de tal nombre, ahistóricos, increados, eternos, revelados, preexistentes a lo que ellos mismos dicen nombrar y definir, esencias, naturalezas, "realidades metafísicas" que habrían poblado un mundo inamovible, inalterable, perpetuo, fiable... etc., etc., etc.

Y precisamente, estas son las delimitaciones que en todo caso nos permitirán evitar las confusiones habituales porque en su marco es donde éstas adquieren sentido, es decir, relatividad.

Los que no podemos dejar de pensar ni, como decía Paul Valery y, apoyándase en ello, Lepenies (1), de "quejarnos", tenemos una facilidad pasmosa y hasta una predilección especial para sustituir la descripción concreta mediante la palabra (sea o no esa descripción lo suficientemente exhaustiva, si se me permite simplemente sugerir la idea), por la conceptualización absolutista, mítica y estática, que no es sino una conceptualización ideológica: la forma por excelencia que empleamos los intelectuales para alcanzar la legitimación social. Nuestra vía regia para la propia supervivencia en una sociedad que ni hemos ni podremos -tal y como están las cosas al menos- a-dap-tar a nuestro antojo.

Sólo los que no podemos dejar de pensar conceptualizamos (y en particular de la manera mencionada del discurso, que no siendo única sí es para nosotros la manera necesaria); el resto de la humanidad, en la que los intelectuales, insisto, deambulamos y con cuyos diversos miembros nos relacionamos, un tanto como extraños, un tanto como prójimos, no "cae" en ello estrictamente hablando. No lo hacen ni los burócratas (preciso: no hablo de "funcionarios") que detentan el poder en la sociedad actual de extremo a extremo de La Tierra, ni los miembros destacados de sus redes de sustentación (como creo que bien cabe llamarlas para intentar poner de relevancia su función) y que es parte de la pirámide (otra menor de las muchas que forman la genérica) cuya cúspide ocupa la camarilla que perentoriamente la lidera, ni las bases militantes de esas mismas pirámides, ni por último las masas que no se dedican a pensar (no que no piensen en un sentido genérico y humano como es obvio, del mismo modo que no es que no se quejen, sino que no lo hacen en el sentido "filosófico" o "seudo filosófico" que caracteriza a la manera intelectual de pensar, incluida la "retórica", esto es: la que se constituye como o se manifiesta en los discursos), masas aquí por oposición a élites culturales y por ello tanto burguesas como proletarias en todas sus variantes "económico-sociales", masas que justamente no conceptualizan sino que, en todo caso, repiten los slogans que los burócratas y especialmente sus "creativos publicitarios" fabrican (ensamblando palabras que no conceptos), y que si se quejan no lo hacen mediante el discurso dirigido a la humanidad y a la posteridad sino mediante esos slogans y ese sistema de marcaje, de delimitación de campos, de señalamiento ultra-funcional de amigos y enemigos...

Esto habilita a mi entender las claves para tener una visión más productiva y de conjunto de la sociedad en y frente a la que nos hallamos. Tal vez la que nos permitirá, en aras de la honestidad y fidelidad a nuestros mejores sentimientos (esculpidos o no en Principios)... resistir a los desconcertantes cantos de sirena de los que, una vez que se hicieron con el botín, nos ofrecen aspirar a una limosna. Y, de tener la suerte de saber y poder dejar atrás el "aparador pesado" (2), y si así lo requieren los tiempos y las circunstancias, saber escapar a tiempo (a dónde fuese, como siempre; del fuego a la sartén incluso) o disponernos a morir peleando en nombre apenas de esa falta absoluta de criterio práctico, de morir como leyendas admirables y tergiversadas.


El punto en el que estamos

Pues bien, este tipo de intelectual se enfrenta a mi criterio a la extinción. El espacio que la situación deja a esos intelectuales, ha ido progresivamente estrechándose como una piel de Zapa hasta llevarlos a enfermar, amenazando seriamente la característica tradicional (más potencial que efectiva y sistemática de todos modos) de la (auto-)renombrada honestidad intelectual. Una enfermedad que yo diría que nace de la característica -ésta sin lugar a dudas digna de ese nombre- visión idílica del intelectual que no es sino la otra cara de la conceptualización antes señalada; una visión tendencialmente inevitable como ya he explicado hace bien poco, reiterado poco después, e incluso rumiado desde hace tiempo (como saben mis amigos). Esa debilidad, poco menos que congénita, la ha empujado hacia una enfermedad que no por casualidad tiene tanto parecido con la esquizofrenia: la enfermedad de la servidumbre tergiversadora más o menos consciente. Una enfermedad que va bastante más allá de la renuncia a la honestidad intelectual de marras y que se agrava en la medida en que se la niega. La enfermedad que anunciaba Orwell en el límite y que convierte cada vez más el lenguaje en un mero sistema de etiquetaje conservador contra el que unos más que otros muchos arremetemos... muchas veces creyéndonos honestos mientras escondemos tras ello la misma voluntad tergiversadora aunque para fines propios.

¿Es que no es posible escapar de la trampa? ¿Es que ello nos lleva a la locura social, a la negación de una normalidad que nos repugna y que sin embargo nos impregna?

Hay entre la-gente-que-se-dedica-a-pensar una no-del-todo-evidente debilidad generalizada que afecta a ese "quejarse" por medio del discurso y que se manifiesta en la voluntad reformista que cree innecesario cambiar lo fundamental (cuya existencia o entidad niega a medias y en aquello que extreme la incoherencia del discurso) para que las cosas vayan mejor (imaginariamente). Una voluntad que, además, pretendería realizar su sueño a base de publicitarlo hasta el agotamiento... Hasta el de todos. O hasta que es ignorado.

En el fondo, esa voluntad está presente hasta en los casos en que más aparentemente que en el fondo se ha conceptualizado un verdadero fundamento de la miseria actual que debería ser en primer lugar, y revolucionariamente, removido.

Ya he defendido otras veces (ésta de las más recientes) la hipótesis de que, por al menos por un par de razones entrelazadas, las cosas NO podrán revolucionarse (¡ni en realidad lo pudieron ser nunca!) ni siquiera mediante un nuevo movimiento de masas, más o menos "espontáneo" o más o menos "dirigido", y que por el contrario, que toda pretensión revolucionaria no es ni puede ser en última instancia sino golpista, putchista, etc., produciendo como mucho un mero cambio en los nombres y/o en los vacuos argumentos. Y ahí están los hechos registrados a cal y canto desde que se legitimaran como tales las primeras revueltas masivas, todas en realidad de carácter reformista. Ahí está, rodando en este mismo instante, ese totum revoltum de Irán (uno más en la Historia) que algunos acaban decantándose al parecer (de un post al siguiente; canto de esperanza va, canto de esperanza viene), por pasar del modo interrogativo al afirmativo al llamarla Revolución, sin duda más sensibles a sus propios deseos, occidentalmente enraizados, que en la perspectiva posible, o, si se acepta, realista. (Y aclaro, como dije en mi comentario en ese post al que tomo como mero ejemplo: entiendo que la cuestión, je..., el tema, se me hace a mí también, como buen ejemplar de intelectual que soy sin duda... muy difícil... -bueno... tal vez un poco menos que muy, lo que de todos modos no cambia mucho el sentido de la discusión).

Sin duda, esto también lleva a una cierta resignación global a la vez que a un rechazo "retórico" de parte de la mayoría de los más sanos (o más honestos consigo mismos) de entre los intelectuales, tanto hacia quienes no cesan de dar los pasos putchistas que nacen de su voracidad para tomar o extender el poder así como un elitismo impostado con relación a las masas a las que no han logrado ni lograrán convencer nunca. Y siempre dirigiéndose a unos seres ideales, necesariamente soberanos, fantasmas cuyas tumbas se rellenan de pureza y de virtud, hijos embalsamados del viejo Rey de Siracusa, que sin pasar de una eterna invocación improductiva suponen que acabarán aceptando sus muy sabios consejos.

Pero bueno... ¿es que es un mero eufemismo la honestidad humana, o es que hemos llegado a un punto en que estaríamos asistiendo a su extinción? En este caso, ¿sería recuperable, lo sería mediante una medicina, o sería el remedio una cuestión de tiempo, de que de una u otra manera pasase esta noche oscura, esta Nueva Edad Media, y el ave de Minerva, de conseguir por fin alzar el vuelo, volviese a hallar alguna rama firme en la cual apoyarse? ¿Es, por otra parte, algo que tengamos derecho a desear, a esperar, por lo que al mismo tiempo se deba y se pueda luchar, aunque sea preparándonos para el combate, pertrechándonos, bunkerizándonos, derivando en Ser Leyenda, asumiendo el rol de Sarah Connor...?

Si partimos de donde hay que partir, a mi entender de lo previo y hasta los orígenes, de lo que ni racionalmente ni perfectamente ni orientadamente dio lugar en su día a lo que existe como vida, creo que hay que considerar tanto la honestidad como el engaño, la honestidad intelectual como el autoengaño... simples armas para la supervivencia, las armas que (más allá de su imperfección y la presencia de otros mecanismos a los que podemos atribuir sus expresiones concretas y mediatizadas) han conseguido ser eficaces y que por ello han sobrevivido y se han reiterado y reiterado (entre otras) mediante la herencia.

Sin duda, esto nos lleva a considerar el escenario. Es el que hubo y con el que se interactuó el que fue hollado por los pasos de la evolución y de la historia, el escenario donde se distribuyó la roca dura y el fango maleable, y donde unas u otras cosas pudieron hacer mella y dejar su impronta, trazar caminos difíciles junto a otros tal vez más fáciles pero lejos de la vista y de la proyección lineal del camino recorrido hasta el momento...

Tal vez un día venga por sí mismo ("voluntad de poder" y "praxis" incluídas) un mundo más próximo a nuestro imaginario de virtudes. Tal vez los virtuosos logren imponerse un día en el campo de batalla, tal vez con las mentiras piadosas, convenientes y paternalistas de las que hablaba Sócrates (o Platón), acorralado por su propio realismo político o pragmatismo maquiavélico (por anticipado), es decir, por su potencial de supuesta salud mental (la de "los sabios", vaya) que ostentarían.

Entretanto, e incluso así, la honestidad no puede ser, con lo real que es, con lo que sin duda está presente, algo que no puede sino estar contaminado. Y que hoy contiene en sí un poderoso cancer que se ha institucionalizado, que está en la ley, que ha penetrado las palabras y los discursos que las utilizan.



* * *

Notas:

(1) "¿Qué es un intelectual europeo?", Wolf Lepenies, Galaxia Gutemberg, Círculo de Lectores, Barcelona, 2008.

(2) Se dio en llamar "sindrome del aparador pesado" a la dificultad psicológica que se apoderó de la mayoría de los judios ante el avance del nazismo y que les impidió exilarse. Muy probablemente de repetición inevitable en todos los aspectos, masivamente al menos. Por lo que me inclino a pensar que los intelectuales, incluso los más honestos que existan, serán cada vez menos capaces, menos de "
saber" en fin, desprenderse si cabe (salvo que fuese.. ¿provocable?, ¿emergible?, que sea... ¿loable?) de las ataduras ideológicas que las mencionadas esperanzas de limosna ofrecen para dejar de llamar con eufemismos a lo que no es nada u otra cosa (marcaje, etiquetaje puro y duro).



24 comentarios:

Anibal Monasterio Astobiza dijo...

La honestidad, el engaño (y el autoengaño) forman parte de la rica vida mental y experiencia humana.

Cada una de ellas tiene su funcion adaptativa especifica interpersonal e intrapersonal.

Por ejemplo, ser honesto con otros es una forma de ser, una virtud, que forja el caracter.

Siembra una imagen en los demas de ti positiva, de confianza, de integridad, que se traduce en la cooperacion y colaboracion de los otros en tus actividades.

Pero en un mundo ancestral de escasos recursos y muchos compitiendo por ellos, se dio tambien la seleccion del engaño, de la busqueda de los medios para conseguir lo que uno quiere utilizando la mentira, la falsedad...

Pero lo mas intrigante es el autoengaño o el engaño intrapersonal.

Dos son las bestias que que dominan nuestra vida mental: procesos no-conscientes y procesos conscientes.

Hoy en dia la psicologia cognitiva dice que la mayor parte de nuestras actividades de nuestras motivaciones, de nuestros deseos, intenciones... se mueven en el subterraneo suelo de lo no-consicente y que son la principal espuela de nuestra conducta.

El autoengaño serviria de mecanismo para no hacer pasar algo no deseado al taquigrafo de la conciencia para que tome nota y asi de esta forma vivir mas comodamente sin temores, sin culpas... tanto para vivir mejor nosotros con nosotros mismos como para poder engañar mejor a otros, porque si nos creemos nosotros mismos las mentiras mas facil sera hacer creer a otros las mismas.

Carlos Suchowolski dijo...

Muy buen aporte, gracias por enriquecer el post (ES UN VERDADERO ANEXO AL MISMO!). Hay que reconocer la buena vista de Nietzsche en todo esto, ¿no?, y eso que no tenía los datos que hoy aporta la investigación científica.

Resalto sobre todo, para el tema sin duda "intrigante" del autoengaño, lo que, muy bien a mi criterio, apuntas sobre su "razón de ser" al final:

"...tanto para vivir mejor nosotros con nosotros mismos como para poder engañar mejor a otros, porque si nos creemos nosotros mismos las mentiras mas facil sera hacer creer a otros las mismas".

Un abrazo.

Clandestino dijo...

Interesante disertación, sobre la intelectualidad y su andar sobre la espinosa supervivencia del momento.

Creo que en cualquier caso de nada sirven las reflexiones de la intelectualidad, si no se vehicula su propagación de forma totalmente ajena a los canales habituales, por los que ese imaginario percibe el adoctrinamiento. No solo el lenguaje ha de ser diferente, sino el contenido o los 'kilates', sino que habrá que evitar un uso bastardo de las mismas. El ceporro no dispensará el más mínimo interés por una verdad contada por el porquero, pero la dará por buena si se la cuenta Agamenón, lo que significa que no distingue la verdad en sí misma, sino que asimilará todo lo que le llegue, según la enjundia del mensajero. Esto obliga a que el intelectual alcance un prestigio ganado en la lealtad a la verdad desde la neutralidad y la prudencia, que siempre supere la capacidad de embaucamiento del político, de tal forma que pueda ejercer el arbitraje ideal de fiel de la balanza, entre el político y el infiltrado mafiosos y estafador. O sea que evidencie siempre su condición, desenmascarándolo cuando miente y omite, o confirmándolo cuando ejerce de auténtico político.

El desbarajuste político actual, discurre libremente sin oposición, ni política, ni el control surgido de los grandes debates del elenco intelectual, tradicionalmente independientes y leales a la justicia y al derecho, pero a día hoy dispersos unos, y alineados o comprometidos con determinados dogmas ideológicos, otros.

La honestidad es algo normal y natural en una sociedad culta y cívica, educada en la responsabilidad de sus actos, orientados hacia el respeto al derecho ajeno. Pero en una sociedad formada en el pillaje legal sobre los incautos o sobre los desamparados por la justicia, al ser excluidos o discriminados por la ley, la honestidad es efímera, volátil. Sobrevivirá en aquellos individuos con grandes convicciones humanistas y de gran riqueza espiritual con fuertes valores y altas dosis de racionalidad y sensatez, incapaces de violar derechos ajenos, como medio de supervivencia. Eso les exige guardia permanente, contra la agresión, la descalificación y desprecio del enemigo, en la obsesión por destruirla, como referente de sus miserias.

Recordemos las campañas agresivas, perpetradas abiesamente por el tándem ETA-PSOE-Tinell-Medios, contra las manifestaciones convocadas por la AVT, calificando a las víctimas como fascistas. Los nazis asesinos nacionalistas y sus espónsoresmafiosos del “cordón sanitario”, acusando a sus víctimas de fascistas. Algo tan bárbaro como contradictorio fue asimilado por una inmensa mayoría de la población, hasta el punto de arrugar y hacer recular miserablemente, al partido de la oposición, haciéndole buena la estrategia tanto a los asesinos como a sus valedores del estado. Algo parecido ocurre con la familia, el trabajo, la enseñanza y todos aquellos valores éticos y morales o aspecto cualquiera que represente o fundamente la obligada responsabilidad de nuestros propios actos.

Ningún intelectual salió al paso para poner un poco de orden en el imaginario colectivo, carente de criterio propio y de libre albedrío. ¿Polarizados o eclipsados en la propia perversión del radicalismo político? ¿O sencillamente ya no hay intelectuales capaces de vencer sus miedos? ¿Por qué se está permitiendo una interpretación bastarda de la historia, y absolutamente a todos les produce pavor pronunciar la palabra Franco, para encabezar una versión real de todos y cada uno de los episodios que llenaron esas cuatro décadas de luces y de sombras, y que miserablemente se está permitiendo apagar esas luces hoy más necesarias que nunca?

¿Por qué se les está dejando el camino libre y expedito a los enemigos de la verdad, de la justicia y de la nación?

¿Dónde están los intelectuales y librepensadores? ¿Engrilletados a sus prejuicios? ¿Ganan más removiendo basuras en las tertulias?

Clandestino dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Carlos Suchowolski dijo...

Gracias por comentar Clandestino. Reconozco tu viceralidad y la comprendo: a la luz de los hechos, tan hirientes a toda sensibilidad honesta con uno mismo, la reacción es inevitable, y nace y crece la furia, la cólera... Tal vez esto llegue de nuevo, como tantas veces, a la explosión masiva (mirémonos en Irán, más allá del tejemaneje que se hace y de su posible "desbordamiento"... que ya tendrá su correspondiente "reencausamiento", como se verá).

Pero, precisamente, esa es la cuestión: ni podremos convencer (los intelectuales creen aún en ello porque de ello viven y a ello se aferran) ni la acción de masas a instancias de la cólera y a la saga de algún político hábil en soltar slogans...

No veo, a medio plazo al menos, sino repetición con su coste de vidas y los masturbadores revoloteando sobre los cadáveres...

Un saludo y no idealices nada para sufrir luego menos y culpabilizarte por haber servido a otro manipulador.

Clandestino dijo...

No es visceralidad. Soy tosco en mi manera de expresarme, pero generalmente suelo estar totalmente relajado cuando expreso mis reflexiones.

Las revoluciones no necesariamente han de ser violentas. Es sencillamente un ejercicio legítimo del derecho, amparado por la justicia. Cuando nuestro estado nos deniega esa justicia que nos ampara el derecho, la ciudadanía tiene el deber de desalojar el crimen que la impide, de nuestro estado. Sin violencia. Sitiando nuestro Congreso hasta que salgan y se entreguen a nuestras FSE. Nosotros somos la soberanía nacional, Somos el poder soberano. El gobierno nuestra servidumbre. U obedece o a la calle.

En democracia los gobiernos electos pierden su legitimidad en el momento en el que hacen un uso espurio del estado y de la ley. En ese momento el ciudadano tiene el deber de ejercer el control democrático sobre el mismo, exigiéndole que cumpla el deber de respetar las garantías del estado de derecho, o en su defecto proceder a desalojarlo de nuestras instituciones. Es así de simple. De resistirse, acentuaría su condición criminal, al oponerse al poder soberano de la nación, con lo que sería legítimo optar al empleo de la fuerza proporcional y necesaria para su reducción y desalojo.

Nada más lejos de mi intención que idealizar nada ni a nadie. Mi ideal está clara y fuertemente ligado a la verdad y a la justicia, que mediante el debido control democrático garantice el estado de derecho. Totalmente neto. Limpio. Ajeno a ideologías, colectivos, tendencias o dogmas de cualquier tipo u origen.

Democracia, justicia y derecho. Nada más ocupa mi ideario.

Pero no le tengo miedo a defender abiertamente y sin tapujo, cualquier verdad. No solo eso sino que cuando sea de interés general, exijo su debate para ser desvelada y propagada. Considero de importancia vital para nuestro futuro que sea conocida la verdad sobre Franco, y que se aclare y desvele el misterioso interés en enterrarla bajo una media verdad. No existe el mal absoluto, como no existe el bien absoluto. No podemos aceptar el radicalismo de dividir a la humanidad en gente perfecta, por un lado, y demonios infernales al resto.

Un dictador o un genocida debe ser la tumba de sus delitos, pero no de sus valores o actos legítimos y útiles para la posteridad, si los hubiere. Eso sería deleznable toda vez que es privar a la humanidad de esas ventajas, casi siempre a costa de condenarla en la inferioridad del que lo suplanta.

Se puede demostrar que ZP, es moral y democráticamente, más bajo e inepto que el dictador Franco, a mucha distancia. Eso no significa que idealice al dictador, sino que ZP es peor que él. Mientras esto no se debata y se aclare, nuestro techo democrático será la basura criminal con la que nos somete el inútil político del ZP. Para que en España se implante un estado de derecho garantizado bajo el control democrático del conjunto ciudadano, es necesario dejar claro que el régimen ZP es más criminal que el de Franco, poniéndolo tras él y reiniciar el camino desde las garantías al derecho que ya nos legara el dictador, y que tanto empeño ponen todos en enterrar junto a él.

La dictadura debe ser el referente más bajo sobre el que construir un sistema basado en las libertades democráticas. Era necesario interrumpir la dictadura e implantar la democracia, mejorando todas las condiciones posibles de esa dictadura. Pero se han destruido los pocos o muchos derechos consolidados por el dictador, a cambio de un régimen más criminal y abyecto que el suyo, con menos garantías al derecho, que en el suyo.

Eso no es un ideal. Eso es una realidad objetiva y demostrable.

Saludos

RDC dijo...

Creo Carlos que hay muchas maneras de mandar y liderar. A veces la forma más débil de dominar a los demás consiste en ocupar un cargo de autoridad.

Saludos

Carlos Suchowolski dijo...

Estimado Clandestino:

Antes de entrar en tema, te invito a que borres el que desees de los dos comentarios tuyos, creo que iguales, que entraron casi a la vez ya que yo mismo no me animo a hacerlo (tal vez hubiese alguna corrección de detalle, y el 2do. no le he leído). En todo caso, dejo aparte este "comentario" para borrarlo a mi vez luego, ya que no aporta nada.

Paso a contestarte en el siguiente, hasta ahora... je...

Carlos Suchowolski dijo...

Estimado Clandestino:
Por si importase, no me parece nada mañ la visceralidad ni se me ocurre criticar la tosquedad de nadie (a fin de cuentas, todo depende del uso que uno le de al lenguaje en su vida, y las diversas ocupaciones no son ninguna mejor que otra o al menos no es algo que podamos juzgar a mi criterio (algo en lo que coincidirás, como suele suceder)... ¡al igual que todas las cosas! (algo en lo que tal vez no, como también suele suceder). Yo sí soy muchas veces visceral sin por ello ser tosco, aunque a veces se me entienda tan poco como si lo fuera... aunque por "enrollarme" (como ahora mismo) "como una persiana"... Gajes del oficio de escritor que pretendo ser... y deficiencias de no serlo a la altura que me gustaría...

Espero que eso no sea impedimento para entendernos ni conversar, y me consta que así será. Pero, en cambio, ya no sé si otras cosas, que sí me preocupan, que considero realmente dignas de ser trabajadas por todos, ésas, ésas tal vez nos separen en cierta medida.

Yo creo, para ir al grano de una vez, que sería interesante reconocer donde nos situamos previamente a nuestros juicios. Así de simple y de complejo.

Yo he "elegido" apoyarme en los hechos de la Historia y en hacer un esfuerzo contundente por "leer" esos acontecimientos desde su propia realidad y no según (a) el presente y (b) según cómo me gustaría que fuese el presente.

Otros eligen las referencias divinas (La Revelación, el Dogma o La Ley...), las Tradiciones "mamadas", o una idea coincidente con muchos de su propio tiempo de "el mundo mejor" o "bueno"...

Yo creo que todos estos, en realidad toman sin saberlo la referencia de sus propios "intereses" en un sentido amplio (no puramente mezquino o "pecuniario", ni tampoco puramente "político").

Desde mi punto de vista, la Historia Humana no es producto de una lucha entre el Bien y el Mal, ni tampoco es obra del azar absoluto. Para mí, cada peldaño y cada paso dado por el hombre desde sus inicios (y desde antes) lo ha ido "comprometiendo", haciendo cada vez más "dependiente" de su propia construcción, de su propio hacer. Y este hacer creo que fue la suma de lo que buenamente pudo hacer cada uno según sus cualidades y su voluntad de "permanecer". Así se la fueron "ingeniando" y se fueron "estructurando", etc., etc.

Perdona la parrafada, pero hay que situarse y quiero situarme ante tí y quien sea antes que nada.

(sigue en el próximo por servidumbres de la longitud admitida por blogger)

Carlos Suchowolski dijo...

(continuación:)

Así, cuando te decía que comprendía tu reacción ("no necesariamente violenta"), lo hacía porque parto de que no sólo es normal ante la realidad frustrante a la que asistimos (y de la que suelo hablar también en concreto y sobre lo cual me gustaría contar con tu opinión), sino que considero absolutamente normal que acabemos desembocando (y no por gusto) en la violencia. No sé si yo, pero el por qué en mi caso al menos no tiene que ver por lo visto con el tuyo o el de otros: no tiene que ver... porque la diferencia principal que nos separa es que tú sí crees que puedes "revolucionar" las cosas mediante una u otra "acción" (la denuncia seudoperiodística de la blogsfera lo es, la propaganda lo es, la participación en clubs de pensamiento lo es...) y unas acciones derivan en otras en cuanto las circunstancias lo requieren... Y si no: ahí está Irán, y ahí estuvo Tiannamen, por poner dos ejemplos a la mano en estos días...

Con o sin violencia inicial, con o sin violencia pretendida, rechazada, soskayada, combatida en el discurso... las "revoluciones", amigo mío, desde mi modesto punto de vista y atendiendo a lo que ha dado de sí la Historia y nos ha puesto por fin delante... han agotado toda posibilidad de realización, sólo pueden ser fantasías, y fantasías peligrosas que sólo sirven para inyectar falsas esperanzas, tanto a izquierda como a derecha que eso, hoy, tiene en el fondo tanta significación como el color de las camisetas de los futbolistas que pasan de un equipo a otro incluso internacionalmente.

En todo caso, si el mundo cambia "radicalmente" (esto sí creo que sucederá tarde o temprano), ello vendrá, siempre a mi criterio, de la previa mano del Caos. Pero, si esto sucede así, no tenemos (a) capacidad alguna actual para predecir cómo será ese mundo, (b) seguramente no sea "el mundo deseado" por ninguno de los grupos actuales, y (c) se impondrá al igual que el actual por medio de la guerra y la dominación de unos grupos sobre otros.

Y basta de "ser buenos", lo que hay que ser es "ser conscientes".

(sigue en un tercero)

Carlos Suchowolski dijo...

(tercera parte y final:)

Dices con una honestidad indudable y un valor personal indiscutible: "Democracia, justicia y derecho. Nada más ocupa mi ideario." y lo que sigue... pero eso sí es "idealizar" a pesar de que no crees hacerlo. Y ello porque no se puede creer uno que responda a "la verdad" como crees responder tú... sin caer en la idealización de uno mismo y de aquello que uno considera absolutamente cierto. Las "verdades" de ese tipo, sin duda alguna relacionadas en muchos aspectos, aunque "parciales", con la realidad (incluida la tuya) las hubo y las hay muchas en el mundo y la Historia, y acabaron llamándose "mitos".

Dicen que no podemos avanzar sin ellos, pero debemos saber lo que son.

Las "grandes palabras" como "Verdad", "Justicia", a las que apelas, tienen muchos significados, tantos como grupos humanos, y nunca ha podido nadie definirlas de manera "Universal" o "eterna" (lo intentó Sócrates y sus discípulos, y la mayoría de los filósofos sucesivos de los que Nietzsche hace una pira y enciende una cerilla y yo otro tanto).

Clamas positivamente, desde el amor a la vida "buena" contra "la dictadura" que ha avanzado ¿demasiado? pero que en realidad nunca fue otra cosa a pesar de su apariencia. Aplaudo la sensibilidad que está detrás, pero advierto contra la idea de que sea posible y no lleve ¡a lo-mismo!, una y otra vez, de manera más o menos suave o más o menos insoportable... conseguir: "...interrumpir la dictadura e implantar la democracia, mejorando todas las condiciones posibles..." (espero no haber tergiversado el sentido de tus palabras ya que la frase, al acabar en "de esa dictadura" se me escapa un poco, como te pasará en alguna parte con las mías por eso de "elcorrer de la pluma").

Y es que se dan a la vez dos cosas que entran en conflicto entre sí en los discursos "reformadores" y en los "revolucionarios":

(a) se rechaza el ejecicio de la propia dictadura, por repugnar
(b) para "interrumpir" habría, de ser posible, que ejercerla.

Esto ha llevado a Rousseau a llamar "educación" a su voluntad de "obligar a ser libres" a quienes no quisieran serlo.

Y con esto lo dejo, invitándote a que lo mastiques de verdad y no vengas de nuevo a "asegurarme", con referencias puramente lógicas o parcial y sesgadamente concretas, que tengas de la mano "una realidad objetiva y demostrable" más "demostrable", je..., que la mía.

Un saludo afectuoso de verdad.

Carlos Suchowolski dijo...

RDC, entiendo lo que dices, la burocracia (me enteré ayer que dijo poco más o menos así Balzac:) es un mecanismo gigantesco dirigido por enanos.

¡Pero vaya piña que forman mientras nosotros elucubramos!

Un saludo.

Clandestino dijo...

Entiendo la visceralidad como una reacción incontenida, ante hechos o circunstancias que chocan frontalmente con nuestros esquemas, independientemente que nos justifique o no. No es mala en sí misma pero a veces sí lo son sus efectos. Todo el mundo lo es en mayor o menor medida, pero solo podemos reconocerlo cuando sucede. Escribir no permite entonar o gesticular para reconocer estados de ánimo, pero se transluce la condición de seco y poco diplomático, inevitable en algunos.

La Historia siempre es Humana y es la crónica que certifica el proceso de su evolución, de forma totalmente ajena a cualquier juicio de valor. Es la resultante de lo que fue, sin entrar en bueno o malo. Se le cae por falta de adherencia todo aquello banal o huero y se construye día a día con sus partes consistentes, hasta formar los pilares sobre los que se proyecta el futuro que se construye en el presente. Por eso es de considerar delictivos todos los pasos que se den para destruirla o falsearla, a tal punto de llevarnos a un futuro tan falso como su historia. Nuestra historia de hace treinta años se proyectó desde la destrucción de su verdad histórica inmediata anterior, resultando tan falsa como el estado de derecho que ha parido, dándole un giro involutivo de 180º a la senda de la natural evolución y progreso.

No me reconozco como un pacato cobarde o pacifista ñoño, pero siempre es complicado justificar el uso de la violencia contra el crimen del estado, incluso cuando es legítima y último recurso, por ser solo el estado el que está legitimado para el uso de esa violencia, y de que los criminales también tienen derechos. Aunque las víctimas de esa violencia, sean criminales que fuerzan o provocan el uso de la violencia contra ellos, estos siempre podrán aferrarse a su derecho a la vida y a su integridad física, para deslegitimar las acciones contra su condición criminal. Ya lo hicieron y lo siguen haciendo, contra el movimiento que legítimamente optó por desalojar el crimen del estado, en el 36, como única forma y única vía que estos dejaron como posible. A día de hoy, no solo lo siguen pagando mediante el montaje de la ‘memoria histórica’ sino que lo utilizan como aval para legitimar la repetición y reimplantación de su régimen criminal de antaño. Esto deja claro que la solución es la concienciación del ciudadano, desenganchándolo del fanatismo dogmático-ideológico, para que deje de ser siervo y actúe como ciudadano libre con criterio propio y libre albedrío, ejerciendo el control democrático sobre sus servidores, impidiendo con relativa inmediatez que este se le suba a las barbas y llegue al estatus y poder de tirano. Cuando los servidores se arroguen estatus de tiranos y se rodeen de siervos leales al mendrugo, no hay nada que hacer, más que optar a la fuerza o insistir y denunciar sus crímenes.

La mayor parte de las revoluciones siempre han sido pacíficas. La historia está llena de revoluciones culturales, religiosas, filosóficas, tecnológicas, industriales, políticas, sociales...y naturalmente, también armadas. Tal vez sea el momento de un nuevo concepto de revolución “neta”. Es decir depurar las leyes y los estados achicándoles todos los espacios a todo atisbo ideológico, basando las relaciones estado-ciudadanos en la justicia que ampare los derechos y a partir de ahí que cada cual haga lo que le de la gana, con la sola limitación del rigor en el respeto al derecho ajeno. Creo que sería una buena revolución que evitaría otras menos aligeradas. En cualquier caso ser bueno o malo, consciente o inconsciente son aspectos emocionales que no debemos confundir ni dejar incidir en el pragmatismo de lo justo o lo injusto, y de lo racional o irracional. La relación estado-ciudadano tiene que ser pragmática, quedando los aspectos emocionales para el libre ejercicio del ciudadano en su vida personal gestionándola desde su libre albedrío. El estado debe cuidarse muy mucho, de no incurrir en este tipo de intromisiones intolerables, a las que ya empiezan a acostumbrarnos.
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Clandestino dijo...

Lo de Irán es una patraña, toda vez que la revolución es provocada o incitada, por gente que solo pretende derrocar a unos para suplantarlos, pero manteniendo el mismo régimen político, ya que son la misma gente. Lo de Tiananmen fue sencillamente una matanza, como el que mata perdices enjauladas. Una cruel sinrazón totalmente injustificada, ya que se pudo emplear material antidisturbios y deshacer la concentración sin problemas. Todas las “democracias” occidentales, mantienen relaciones diplomáticas y comerciales con China, tragando las condiciones draconianas del imperio más tirano de la tierra.

Prefiero hablar del método empleado en Georgia y Ucrania, países cuyos ciudadanos desalojaron a sus gobiernos -ilegitimados por sus crímenes, a pesar de ser electos- de sus respectivos Parlamentos, sin un solo disparo ni herido. En Georgia se concentraron cientos de miles de ciudadanos en el perímetro parlamentario, hasta que lo tomaron, entregando al Gobierno y a todos los diputados a las FSE. En Ucrania sucedió algo similar, con la revolución ‘Naranja’, sitiando el Parlamento durante algo más de una semana, hasta que se entregaron Gobierno y Diputados. Lamentablemente no fue así en Rumanía, donde el tirano Ceucescu y su esposa fueron linchados por el pueblo “visceralmente”, enfebrecido. Aún así ahí quedó la revuelta y formaron un gobierno más o menos, democrático.

Gobiernos como el de ZP son criminales expertos en violar derechos fundamentales y patrimoniales, como sea, incluido el uso criminal de la ley y de los recursos del estado. Sin acritud, sin resentimiento, pero con la debida contundencia y persistencia, hay que llamarlos por lo que son. Señalarlos y acosarlos por lo que son, allá donde vayan y con quienes estén. Y se les explica por qué son cada cosa que le imputemos públicamente. Como afirma Mary, “el que roba es un ladrón y al ladrón hay que llamarlo ladrón”.

Cualquiera puede idealizar una sartén, si le apetece, pero eso no la convierte en otra cosa que un simple útil culinario.

Podemos idealizar ‘democracia, justicia y derecho’, como podemos dar alfalfa a un coche, pero siempre serán meros instrumentos para la convivencia pacífica, culta y cívica, que permita el total desarrollo de las naciones en su total inherencia a la condición de humanos, siempre en el debido uso y aplicación por esos humanos. Nada más. Nunca podrá ser otra cosa, por mucho que se idealice, ya que no admite la influencia ideológica por ser instrumentalmente inerte.

Verdad solo significa verdad. Si lo prefieres, es la constatación de una “realidad objetiva”. Y con todos mis respetos por Nietche, Aristóteles o Platón, en términos jurídicos, justicia es el instrumento que garantiza el derecho. Cualquier otro uso o destino no es justicia, por mucha aureola filosófica con la que la adornemos. Podremos disentir sobre el concepto de derechos adquiridos, ya que los fundamentales están claramente definidos en la Carta Universal sobre los mismos. El derecho adquirido debe quedar regulado de forma que instrumente debidamente a la justicia, a la hora de decidir sobre esos derechos.
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Clandestino dijo...

Tengo la impresión de que me explico mal o que rebuscas en mi disertación sobre el franquismo, algún misterio oculto que yo no he introducido ni sugerido. No existen las entrelíneas en lo que escribo. Solo quiero dejar claro que entiendo como sistema ideal para la convivencia, el estado de derecho garantizado por la justicia y controlado por el ejercicio de control democrático, por el ciudadano. Con la misma transparencia y convencimiento, afirmo que una parte importante de esto, ya lo disfrutábamos en la dictadura. Que me parece genial “interrumpir” esa dictadura para dar paso a la democracia que dé plenitud al estado de derecho. Una vez que el franquismo fue triturado en su totalidad y suplantado por un régimen que se aleja del estado de derecho, a mucha más distancia que la dictadura, reivindico el legado franquista en la totalidad de las partes de derechos consolidados y de sus garantías, que el hampa mafioso registrado bajo siglas políticas nos ha escamoteado mediante ‘los maravillosos’ Pactos de la Moncloa, y de la falsa Constitución, de forma impune y criminal, mediante el embaucamiento más bajo y ruin, digno de cualquier banda de randalls barriobajeros, de la peor catadura moral. Punto redondo.

Entiendo que a la mayoría de la gente le da pavor mencionar a Franco y auténtico terror defender algo de su dictadura y cualquiera que ose hacerlo provoca desconfianza. Solo que yo no pretendo la confianza de nadie, sino recuperar mis derechos largamente consolidados y drásticamente expoliados por el estado que pago para que me los garantice. No hay más.

Gran parte de culpa de que la política sea un reclamo para toda la morralla mafiosa de vividores y criminales, procede del empeño por sacarla de las cuatro palabras que la definen, para embarullarla con ideologías, conceptos y adornos filosóficos de intelectuales aburridos, que la ocultan a la normal entendedera del hombre corriente, grueso de la ciudadanía, hasta hacérsela ininteligible y desentenderse de sus responsabilidades con ella, en lugar de presentarle la veraz y única versión resumida que la define perfectamente, haciéndola visible y reconocible, al ciudadano medio, permitiendo así que la reconozca y acepte como elemento necesario para su interés.

Simplificando y clarificando los conceptos, se amplía la propagación y con ella la implicación, de la política, a la vez que se reducen los espacios a los profesionales de la misma.

La política es servicio al ciudadano, en el rigor a la lealtad al interés general ciudadano. Ni es lógica, ni ideología, ni otros desbarres filosóficos. Pragmatismo puro y contractual, donde ambas partes se comprometen con unos deberes, independientemente de las ideologías, confesiones o aficiones, que podrán practicar o seguir en su vida privada, pero nunca utilizar el estado para sus intereses, empanadas u objetivos de iluminado. Cualquier otra interpretación llevada a la práctica, ajena a las específicas contractuales, es pura justificación de la criminal omisión de deberes, que automáticamente legitima al ciudadano para poner el trasero de los contratados totalmente fuera del estado, por incumplimiento de contrato. La parafernalia ideológica, lógica, filosófica y agarradas verbeneras, son cortinas de humo creadas por el hampa, para consolidarse en su actividad delictiva contra la nación, desde el estado que le pagamos y que con absoluta impunidad, usan contra nosotros.
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Carlos Suchowolski dijo...

Hola de nuevo, Clandestino: ¡vaya discursos que nos estamos echando; nos van a terminar por no leermás! Por eso pienso que te contestaré más ampliamente en el próximo post que cuelgue (y trataré de reducir mis propios comentarios un poco, a un tramo en todo caso: creo que debemos ser más sintéticos los dos).

HAy claramente diferencias de enfoque y creo tener la explicación básica. Lo obvio es que no será muy difícil por no decir imposible que nos lleguemos a conclusiones cercanas más allá del rechazo que nos une a este gobierno y a sus prácticas. Tú lo ves como lo "opuesto" al franquismo, yo como un "neofranquismo" por decirlo más alegóricamente que en con todo rigor.Tú ves el gobierno actual como desviado de la "democracia", y yo, coincidiendo, creo que "la democracia" concreta o reales la que produce la burocratización a partir de su propio principio de representatividad (cuya pureza nunca podrá ser garantizada salvo que los representantes fuesen máquinas programadas... ¿Por quién?, esa es la segunda parte del problema). Tú te aferras a unos "principios" que no pones en cuestión y además los das por inapelables y "verdaeros objetivamente" y yo creo que son como todos lo serán siempre, productos del momento histórico y del grupo social que los necesita en alguna medida (al menos hasta que la frustración fuerza a revisarlos).
En fin, dejo esto y todas las demás cosas de interés que has expuesto y que agradezco sinceramente. Por supuesto que tienes todo el derecho de agregar tu última palabra, que sea la que sea, publicaré pero no contestaré aquí por lo dicho antes.
Un saludo cordialy muchas gracias.
Carlos.

Clandestino dijo...

Llevas, razón Carlos. Me estoy poniendo un poco plasta y podemos aburrir al personal. Pero el tema es demasiado amplio para condensarlo en unas pocas frases. Intentaré resumir, aún sabiendo que no me responderás.

-No ha estado en mi intención referenciar al PSOE, como opuesto al franquismo. El franquismo era fiable y respetable ‘dentro de su media dictadura’. Pero como demócrata, capacitación, inteligencia y gestor, ZP es muy inferior y con unas garantías al derecho y a las libertades bastante más pobres o nulas y como estadista ni siquiera emula su sombra, especialmente en la gestión del erario y en la tajante persecución del delito. ZP todo lo malvende todo para que él y su tropa, vivan mejor. Franco, a su manera, trabajó intentando que todos viviéramos mejor.

Para ZP perseguir, acosar y erradicar la corrupción, el terrorismo o el delito, es fascismo o nacional catolicismo. Eso resume su discapacidad política total.

- Efectivamente hay clara diferencia sobre el concepto de democracia entre tú y yo. Entiendo democracia como todas las acciones que libre y legítimamente se ejercen por las instituciones, la ciudadanía y la oposición, en pro de la vigilancia y control que asegure el debido cumplimiento del deber por los responsables de los poderes que gestionan el estado de derecho, ajustándolo rigurosamente, a la voluntad de la soberanía popular articulada en la Constitución (En una de verdad, no en la nuestra).

Tenemos un estado institucionalmente constituido para la práctica democrática, pero no tenemos ni un solo demócrata ocupándolo, ni por el ejecutivo, ni por el legislativo, ni por el judicial, ni por la oposición, que terminan evidenciándose como cuatro en uno.

De ahí que la democracia no puede burocratizar nada ni a nadie, al ser un instrumento de vigilancia, sino que por el contrario es la falta de democracia la que no puede evitarlo. La falta de democracia es una grave omisión del deber, desde el Jefe del Estado, hasta el último bedel, pasando por todas las organizaciones que ocupan los espacios de la política, y naturalmente el plato fuerte de toda democracia que es la ciudadanía, premeditadamente mantenida al margen y en la inopia absoluta sobre sus derechos y deberes democráticos. Todos absolutamente todos omitimos el deber de actuar contra el crimen del estado, renunciando a nuestros derecho y deber democrático de hacerlo. Así nos revientan en la total impunidad y cobarde sometimiento.

- Me aferro al pragmatismo, no a ningún principio. Democracia, Justicia y Estado de Derecho, no son en absoluto, principios. Es norma elemental para la convivencia. El rigor en su aplicación y garantía permite la paz en libertad e igualdad. La única manera de mantener el estado de derecho sobre sus bases fundamentales de libertad e igualdad, y en el respeto inquebrantable al derecho de todos y cada uno. Los principios nutren y enriquecen la espiritualidad del ciudadano como ser humano que lo distingue de las bestias y facilita la convivencia y la paz entre sus congéneres, pero no deben ser manoseados por políticos, ni incidir en la política al ser esta elemento neto de servicios comunes al conjunto nacional previo pago y cobro y por tanto debidos. Denegarlos es un claro delito de estafa, contra el que todos a una debemos actuar de inmediato. Siempre y de inmediato.

Saludos

Carlos Suchowolski dijo...

Hola, C. (resumo si me perdonas con vistas al futuro intercambio potencial, je...):

Sí te contestaré, pero sólo a una cosa que cosidero de bastante enjundia: acerca de la "comparativa" franquismo/zapaterismo (dejo para mi post el tema de la democracia, etc., que requieren más desarrollo o fundamentación).

Y te voy a dar en cierto modo la razón... en en fondo... quitándotela; ya verás y brevemente:

Una de las varias diferencias "no-sustanciales" (a mi criterio) entre Franco-regime (que rechazo por haber restringido las libertades, NO de los golpistas de la República y de los stalinistas y utopistas ilusos y maquiavélicos según el lugar en sus organizaciones, NO, lo rechazo por haber anulado la libertad de la "gente como yo") y ZP-regime (que también rechazo, pero prefiero porque al menos puedo vomitar... por ahora y en todo caso en el futuro gracias a que no pueda convertirse en dictador) es... La Diferencia en el tiempo.

¿Sorprendido de mi respuesta?

Pues lo dejo ahí para desarrollarlo en relaición con el tema genérico de la democracia/burocratización (aunque ya lo he tratado en varias formas y con varias aproximaciones en mi blog desde que lo abrí: me encantaría que navegaras un poco por él, los títulos de las entradas de darán la posta seguro, pero no sé si querrás gastar así tu tiempo... tú mismo).

Bien. lo dejo, invitándote a rumiar sin preconceptos previos y sin "pragmatismos" (que son una de esas cosas que dan por "bueno" todo lo que decimos, los conceptos que usamos y para qu´çe los usamos... cosas que podrías probar poner en duda... a la vista de los hechos).

Un saludo sincero (y contesta sin problema, pero con algo más de síntesis por favor, como has hecho esta vez. Ya habrá otro round, lo garantizo. Y si quieres enviarme algo largo, será un placer, pero hazlo por email, que está disponible en mi perfil).

Clandestino dijo...

'Por alusiones', tomo la palabra.

Vuelvo a insistir en que yo tampoco prefiero a Franco. Solo acepto el estado de derecho, garantizado por la justicia y controlado por la democracia. (Dios, cuantas veces lo habré dicho).

Precísamente lo que pretendo destacar cuando los comparo, es que con ZP, no es que puedes vomitar, es que no podrás evitarlo. Mientras que con Franco no te estaba permitido, pero a cambio eras librado de las cuasas nauseabundas. Dentro de las limitaciones políticas, de la dictadura la higiene y la sobria austeridad del estado brillaba como una patena. La dictadura se limitaba al derecho y a las libertades políticas. Derechos y libertades individuales las disfrutábamos con unas garantías y una amplitud, que nunca volveremos a tener.

Solo era necesario cambiar los modos, pasando de dictadura a democracia y ampliar los recortes en libertades políticas, algunos derechos relacionados y la aconfesionalidad del estado. Sin embargo se barrió todo aquello y nos amontonaron en esta atmósfera podrida, agusdanada y asfixiante, donde no se aprecia muy bien si mantenemos un estado, un antro de forajidos o un muladar vomitivo.

Ojearé tu blog.

Saludos.

Carlos Suchowolski dijo...

Por lo que sea...tómala tú y quien quiera (en esto, je... soy más "liberal" que nadie... menos para conmigo mismo como se puede ver al sentirme tan obligado a contestar...).

Aclaro (se ve que los malentendidos parecen superponerse, je...): no creo (y menos te acuso por ello) de ser "franquista". Sólo opinaba (y disentía) de tu enfoque "comparativo", de tus valoraciones parciales y de tu aceptación "pragmática" de conceptos intelectuales harto confusos y desconcertantes.
Un saludo cordial.

Clandestino dijo...

"...tus valoraciones parciales y de tu aceptación "pragmática" de conceptos intelectuales harto confusos y desconcertantes."

¿Valoraciones parciales? ¿Conceptos Confusos? ¿Desconcertantes?

Está claro que no he sabido hacerme comprender. La parcialidad nunca dispuso del menor lugar en mi imaginación ni intención.

La confusión y el desconcierto puede ser la antesala de la sorpresa. Sorprendido estoy de que así percibas mis reflexiones, aunque pretendo ser transparente, a riesgo de resultar confuso y desconcertante, al poner virtud a supuestos tan políticamente incorrectos. No obstante y sin pretender ser terco, persisto en ello, con todos mis resptos.

Saludos

Carlos Suchowolski dijo...

Jo, C.; me obligas a contestar de nuevo porque en el post que publicaré mañana seré obviamente más general.

Repito: sí que has sabido hacerte comprender. No es eso. Y en todo caso he sido yo el que en la última respuesta no lo haya hecho por esa preocupación por sintetizar; lo siento.

Lo único que digo es que yo considero que "valoras" parcialmente al franquismo, ¿o no es eso lo que has dicho?, y no en todo. Y digo que yo considero "conceptos intelectuales harto confusos y desconcertantes" los de "democracia", "justicia", "virtud", "honestidad", etc., incluso según se utilice: "nación", "Estado", "mercado", "libertad"...

Nada más que eso. Espera por favor al post de mañana donde trataré, con las limitaciones de un post, dar fundamento a estas afirmaciones mías (que sigo más que dispuesto a que sean refutadas con argumentos y no con referencias a cosas que se dan "por supuestas" ni a "buenas intenciones" que nadie y yo menos pongo en duda... salvo cuando vienen de los que juegan en la cúspide al juego del Poder).

Un saludo que espero sea final para este post concreto en el que me hubiera gustado que terciera alguien más).

Clandestino dijo...

Ahora entiendo. Antes interpreté tu referencia a la 'parcialidad' como antónimo de 'imparcialidad' y no como una parte de un todo.

No es necesario que cuelgues ni respondas a este comentario.

Saludos y disculpas.

febade dijo...

Hola Carlos, mi respuesta se refiere a tu entrada titulada "De la honestidad de pensamiento"

Desde hace unos años comparto con mi compañero de trabajo numerosas discusiones sobre la realidad de la naturaleza humana. Muchos eran los motivos y pocos los encuentros. Pero con el tiempo, paulatinamente, hemos ido constituyendo un pensamiento único.

Este pensamiento que puede parecer prosaico, engloba, quizá de una manera un tanto tosca, cualquier tipo de duda social o antropológica. El ser humano no puede escapar de su naturaleza y esta no es otra que el Poder.
El poder es el fantasma que habita en todos los rincones de nuestro pensamiento, incluso en nuestros genes. Es la armadura donde se escuda el instinto de supervivencia para no perecer. El Poder en sus múltiples ramificaciones a derivado en lo que somos hoy en día, y no olvidemos que el camino más corto para conseguirlo es el mal. (relativo)
Somos como somos porque las energías (reglas, dimensiones etc) que nos conforman nos han constituido así. Somos el resultado lógico de la herencia instintiva de nuestra propia naturaleza.

Si en el mundo sólo hubieran site personas viviendo junto a un árbol frutal a las dos semanas la persona más fuerte y el pelota de turno estarían repartiendo la fruta entre los demás. (siempre bajo su mandato) Esa y no otra es para mí la naturaleza humana. Si queremos otro "mundo" antes deberíamos cambiar las leyes naturales(incluidas las dimensionales) que lo gobiernan y por lo tanto ya no seríamos seres humanos.
Abogo por el cambio personal, no porque no me importe la gente sino porque el cambio global y unánime es imposible.

Bajo mi punto de vista (coincido contigo) el intelectual honesto no existe, y si existe es para si mismo.

Un saludo