sábado, 27 de junio de 2009

Conciencia y funcionalidad (una vuelta a los "Grandes Asuntos" de los que las urgencias insisten en alejarnos)

Una y otra vez, los "Grandes Temas" que pretendemos elucidar jugando a dioses (aunque real e inevitablemente nos preocupen) nos conducen a los más tangibles, cotidianos y, en cierto modo... más mezquinos. Entiéndase esto en su sentido etimológico, y refiérase exclusivamente al doble echo que vuelvo a describir aquí y que no puedo más que vincular a nuestra idiosincrasia humana considerada, lo repito: como "un resultado". Se trata, disculpad mi habitual eterno rodeo, de situar las cuestiones en su marco apropiado... del que sin duda nos alejan las urgencias políticas... (1). De volver, por interés y convicción, tal vez inconsecuente, y con las peligrosas consecuencias de la síntesis más breve posible... a exponer:


... el encuadre del problema:

Desde que el hombre tuvo conciencia de que reflexionaba (me permito imaginarlo considerablemente asustado al principio por ello al creer que una voz le hablaba en y a su cabeza... como sugieren cada vez más hipótesis neurocientíficas) consideró que los resultados de su imaginación (o inteligencia), de su capacidad para suponer y atribuir causas y para hilvanarlas en una narración coherente y operativa, tenían un estatus básicamente divino (2). ¿Divino?, dirán muchos desde las diferentes posturas preexistentes (posturas que rechazarán este discurso, como hicieran con los anteriores). Bien, les digo anticipándome a las objeciones formales: ¿preferís que lo llame... "superior"?

Pues, sea como sea, el hombre vive su reflexividad como tal tanto por comparación con los demás animales como por sentir que esa facultad suya le promete un poder siempre creciente y aparentemente tan ilimitado como imagina ilimitado el Universo, donde siempre parece posible dar un paso más en dirección al infinito.

De ahí que todo lo que no apunte a esa supuesta meta potencial sea rechazable por el hombre y considerado mezquino, terreno, miserable (este es pues el sentido de mi primer párrafo a la vez que el sentido de esta discusión).

Derivada de esta sensación que habría nacido de la capacidad de maravilla que nos mueve aplicada a uno mismo -y que por ahora parece haberse estabilizado evolutivamente-, se consolidó - a mi juicio- la tendencia al rechazo de lo animal en el hombre en una u otra escala, así como los intentos de darle a esa conducta una significación trascendental, también a una u otra escala (escalas en uno y otro caso dependientes del grado de desarrollo de las capacidades imaginativas y de reflexión existentes en cada individuo concreto y de su grado de lucidez por llamar de algún modo a esa facultad adicional para liberarse de lo que aquí llamaré "lastres ideológicos" por englobarlos de algún modo).


Los unos y los otros

A los intelectuales les atrae considerar de manera maniquea la conflictividad social y, respondiendo a ello, optan por configurar una y otra contradicción principal. Así, sobre la supuesta lucha decisiva entre productores y consumidores, explotadores y explotados, etc., pueden construir su propia oferta de representación. A diferencia de los burócratas políticos, que basan su hegemonía real en el apoyo explícito de las masas a las que les ofrecen las migajas del botín y a veces una simple "parcela de cielo", los intelectuales les ofrecen la verdad de los conceptos, su pureza y su representatividad, eso sí: una vez por ellos redefinidos sus representados como consumidores, proletarios, patriotas, etc. Y mientras estos esperan ganar un cielo verdadero, los burócratas, haciendo uso de las palabras vaciadas de contenido que apenas envuelven los conceptos puros para las que fueron creadas, llevan a las masas no sólo al engaño y a la traición (aparente o... en tanto que representantes) sino a que adopten ellos también ese lenguaje vacío; a que las masas aparezcan incluso ante sí mismas como intelectualizadas, como poseedoras también de una cultura además de un bienestar... de una "parcela de cielo", siendo que sólo han sido simplemente educadas y hasta simplemente alfabetizadas... Un fenómeno cuya expresión más desconcertante podríamos muy bien ejemplarizar con la Cuba castrista o la China de Mao entre los más notables.

La "democratización de la cultura", cuya profundización se sigue exigiendo, dando por positiva y progresiva y que en la que no se deja de avanzar (Educación para la ciudadanía mediante entre otras muchas, pero también mediante las escuelas coránicas o las ikastolas entre las que más suenan hoy en día entre nosotros y también mediante la inmersión linguística -ciertamente... i-lingüística-) ha producido a... Emilio, a fin de cuentas... el prototipo del representado político de las democracias más o menos occidentales y occidentalizadas en las formas (y cada vez más tercermundistas en los hechos), el prototipo del participante periódico en la orientación de su país... a manos de una u otra organización partidocrática...

Este proceso, en fin, tiene dos ventajas inmediatas: entretener y hacer que se viva como real lo que en el fondo no es sino ficción. Ficción que ayuda al gobierno de todos por una subespecie alienígena que tiene lisa y llanamente secuestrados a los demás (independientemente de los nombres personales de los dirigentes y de las formas institucionales de la democracia formal, esas cuyas ventajas han descubierto cada vez más los invasores... hasta en el mismísimo Tercer Mundo (3).


La ciudad de las mentiras in-"nobles"

El problema de la política antes mencionado (conflicto entre los ideales y la urgente realidad) llevó a Sócrates según Platón a ver ineludible el uso de las "mentiras nobles" para evitar la tiranía.

Víctima de su desesperada contradicción existencial (tener repugnancia por imponer la libertad pero necesitarlo), Von Mises, nieto de la Ilustración, de Rousseau y de Adam Smith, declara en 1952:

"Lo que se necesita para cambiar elcurso del torrente es cambiar la mentalidad de los intelectuales. Las masas los seguirán." (citado por Bruno Leoni quien afirma preferir "unirse a Mises a más que a los pesimistas" -"La liberatd y la ley", Unión Editorial, Madrid, 1995, págs. 178/179-)

En estos días, millares de intelectuales proletarizados, víctimas en buena medida de un conflicto similar, piden la democratización o la popularización de la Ciencia, es decir, su reducción a un decálogo de dogmas capaces de ser aprendidos en contra de los que levantan sus contendientes (los "creacionistas") en la lucha por el poder en los centros de enseñanza que habían conquistado desde los tiempos del primer positivismo y que ven amenazados desde unos sitios más que desde otros (es decir, desde el cristianismo más que desde el islamismo).

Son ejemplos del montón que marchan por la misma senda y de los que he señalado unos cuantos a lo largo de este blog para diversos campos (como aquí, aquí, aquí... etc.). Marchan todos, en última instancia, con la misma carga, con sus mochilas llenas de conceptos y valores racionalistas tanto como antiguamente lo estaban de enseñanzas ancestrales y dogmas religiosos. La irrupción de La Razón, básicamente griega, condujo a la transformación occidental que conocemos y que nos ha llevado, curiosa y aparentemente en un sentido inverso: al vaciamiento creciente de esos conceptos y valores; a que ahora, en el mejor de los casos, apenas significan algo y, en el extremo, sirven de slogans intercambiables provistos día si y otro también por sus lideres en sus arengas, los titulares de prensa, los alaridos de las canciones vanas, los mensajes publicitarios, etc., todos fabricados en los gabinetes de marketing de las instituciones del sistema (burocrático claro) hoy en vigor. Esos valores, a los que se aferran como si de ello dependiera el paraíso para sus leales, no garantizan en realidad mucho mas que marginación y llegado el caso la perdida efectiva de la vida en libertad, o al menos de la virtuosa que desean con toda la honestidad y sensibilidad positivas del mundo. Esos valores y conceptos también vienen del pasado y no responden a la situación presente sino como pura rabia contenida, como reivindicación ante la degradación indudable de las palabras, de las situaciones y de las conductas, ante las perspectivas reales, palpables, de que se va perdiendo el mundo conocido, la propia sustancialidad conceptual en la que se confiaba. Sin duda, yo no puedo sino justificar ese apego, tanto de la virtud en sí como de la sabiduría en sí, y como de ellas, igualmente de los así llamados valores humanos o positivos o loables, todos provocadores de adoración (aunque algunos han perdido con el tiempo, como el valor o el arrojo, etc., justo los que por cierto endiosaba el propio Nietzsche o Heidegger)... pero debo señalar la falacia que encierra esa lealtad y ese apego, su carácter de mentiras desconcertantes, su papel nefasto en manos de la desaprensión total a la búsqueda del poder por nada que no sea el poder mismo. Todo lo cual, dicho sea de paso, aún no ha sido suficientemente interrogado, aún no ha sido profundamente hendido el bisturí doloroso en el timorato cuerpo humano.

Y es una verdadera pena que todo ese bagaje se les imponga a cada vez más intelectuales hoy en día. Incluso más allá de su vocación científica y en el fondo, solo que unos cuantos grados mas allá, al igual que se le impusiera, por ejemplo, a Newton o a Galileo en su tiempo: primero siempre estará responder a la supervivencia, a la que cada vez se responde de acuerdo con la sociedad instituida y el imaginario social dominante. Una pena al menos para quien como yo también es un ejemplar de esta realidad y de este tiempo. Y mas aun cuando la campana de Gauss se ha ido haciendo más apaisada, como le pasa a las viejas colinas tras un período prolongado de erosión: democratización, democratización, en todas partes, en nombre del mutuo entendimiento o de la supuesta mejora de la humanidad que se llamó Progreso, lo que se consigue es lo que cada vez más gente ve, sin comprender del todo o no animarse a hacerlo o simplemente porque se está preso del bagaje cultural mencionado... en los colegios de sus hijos: "chatura" progresiva, constante "bajada de nivel"... Igualdad, igualdad, hacia abajo, cultural, mental y económicamente... Libertad, libertad, de tener algo de marca y de diseño... de prostituirse... de no asumir responsabilidades... de no respetar al prójimo... (4).

Pero hasta ahí llegan: representando a los asesinos porque se mueren de envidia de matar a su prójimo... (5). Sin ver ni querer ver en qué medida ellos mismos y todos sus amigos han caído ya en las redes del pensamiento elemental que se extiende como una mancha voraz de aceite. Lo que no ven es que alzando hoy una pancarta por La Paz lo que hacen el el juego a ciertas guerras, incluso a varias que sirven para ganar la batallita política de turno. O que pidiendo honestidad en los asuntos públicos se acabe favoreciendo... simplemente el recambio, la evidente corrupción establecida por la que los otros acarician... La libertad y la justicia... para renovar a los propagandistas. La igualdad para que se favorezca a otros familiares y a otros amigos y se reorienten las ayudas y las subvenciones... Etcétera. Sin ver ni querer ver... que todos simplemente buscan sobrevivir... Porque verlo es muy duro, porque es duro verse tan... pero tan... animal.

En esa marcha hacia el abismo autista, hacia la indolencia que se cree independiente, activa y valerosa (y que lleva a lo sumo a caer primero bajo los caballos mecanizados), se llega a la frustración desesperada... y. ante la clara evidencia de la imposibilidad total de cambios por medio de unos u otros sacrificios y sudores, a soñar con la camarilla o el Gran Dictador mesiánico que, al reunir en Uno todas las virtudes para cada uno mejores (a su turno tal vez la imagen distorcionada de algún sueño básicamente infantil perdido), acaba pareciendo como más... factible.

¡Factible!, ¡he ahí la clave, eso es lo que se quiere! Pero... ¡vamos!, ¿no es precisamente lo que está detrás de los sueños individuales de cada uno de los miembros aparentemente indiscriminables y faltos de personalidad, que se dice que componen esas masas? ¿No es eso por lo que unos se decantan por seguir (de seguimiento) a los que les prometen unas u otras migajas -a costa de los demás- a quienes no conocen y... "allá ellos"? Y, por fin, para qué, para qué un Franco o un Allende, para qué un Perón o un ZP... sino para ponerse a su sombra, para tener en todo caso "un palenque ande ir a rascarse" (como caricaturiza la realidad de su tiempo José Hernández en un verso de su Martín Fierro en la línea de tantos comediantes y poetas que desde la antiguedad vieron la realidad desesperanzadora que hace "llorar la biblia junto a un calefón").

En esta línea, el maremagnum de la cultura popular presenta un sinfín de matices, una auténtica locura de teorías, hipótesis fantásticas, utopías endebles, diagnósticos caóticos y viscerales... Y, al final, olas y olas que vienen desde el fin de los tiempos, de esperanza divina en esperanza divina...

Muy pocos se animaron a reconocerse ajenos a esa masa a la vez uniforme y heterogénea y a declararse simplemente díscolos, extravagantes (cosa que algunos acariciaron aunque sin llegar a extremos, como Mill o Strauss, en nombre de sus respectivos "compromisos", de esa llamada inevitable de la urgencia), y hasta donde esa exigencia fuera soslayable como para permitir una muerte en la cama y evitar la cárcel, la tortura o el exilio forzoso... Pocos que pusieran al hombre ante el espejo dando curiosamente llamadas contundentes y sinceras a la vida como no dieran nunca los humanistas (6).

Bueno, después de todo, nada es demasiado grave en la escala del mundo que, simplemente, nos está mostrando la flecha que señala hacia su rumbo inmediato... al menos por un buen tiempo... Su rumbo hacia y hasta vaya a saber qué muro contra el cual toparemos de un modo seguramente brutal y doloroso... pero del que, por qué no, puedan, simplemente, emerger "otras cosas".


* * *


Notas:

(1) Esas cosas que "no permiten ninguna demora", en palabras de Leo Strauss ("La ciudad y el hombre", Ed. Katz, Bs. As., 200x, pág. 155). En "La ciudad y el hombre" (y en otros escritos), Leo Strauss, uno de los más lúcidos pensadores de
todos los tiempos (lo digo muy convencido) remarcaba la existencia del conflicto que afecta a los hombres y en particular a los más pensadores o intelectuales, a saber: el existente entre el deseo de cada uno de dedicarse en todo lo posible a la contemplación y la presión cotidiana de los acontecimientos que nos obligan a... ganar el pan (y reclamarlo) con el sudor (político) de la frente... (págs. 43, 124, 143, 155, 182, 184-185... 340-341)

(2) Dejo aquí fuera de la discusión, sin por ello ignorar su importancia, a la supuesta "razón de ser" de ello y a su "utilidad", etc., todo lo cual estaría en todo caso subordinada o más bien subsumida a la misma incertidumbre y de la misma discusión que intento abordar.

Por otra parte, es observable que esa pretensión ha sido cada vez más marginada en apariencia en la Teoría, es decir, en las construcciones formales explicativas, míticas, religiosas, filosóficas, científicas, etc. del hombre en su variante científica y filosófica... lo que no debe hacernos ver falsas "superaciones" ni "verdaderos escamoteos" (remito a mi post anterior para una discusión sobre la "honestidad intelectual"). Y sin duda es cierto, como literal y sustancialmente concluye Leo Strauss en el ensayo antes
mencionado: la pregunta en la que se cae, se reconozca o no, sigue siendo "quid sit deus" (op. cit., pág. 341)

(3) "También Platón (...) admite, con Píndaro, que la superioridad de fuerza otorga el derecho natural de dominio" (lo que:) "...permite comprender por qué la naturaleza de los asuntos políticos se opone en cierta medida no sólo a la razón sino también a todo tipo de persuasión..." (pág. 41). Y es que, en realidad, "... la vida política tal como es..." (pág. 201) está en oposición a la que "el filósofo no puede proporcionar" (pág. 202).

(4) En la discusión que siguió a mi anterior post (y que a su vez me movió a escribir el presente), Clandestino, mi contendiente-comentarista, defendía como
pragmatismo ese bagaje cultural que, como he dicho, ha acabado convirtiéndose, rigurosamente, en vox populis. Es evidente que reducir, como hace Clandestino, en nombre de ese pragmatismo (¿qué, sino un rechazo espontáneo de lo intelectual de cuyo lenguaje sin embargo se apropia?), es un tributo al autoengaño; el que implica su seguimiento (en el sentido de seguidismo), inconsciente o involuntariamente en principio, a la burocracia en la figura de unos u otros, burocracia que a la vez rechaza en parte -los mentirosos, los malos, los criminales...- y a parte de cuyos miembros pretende reformar o mejorar.

Cautivos de esa visión
idealística suya, Clandestino, entre muchos otros y representando uno de los tantos matices que pueblan el maremagnum de incoherencia y falta de rigor propia de la heterogénea e irregular cultura de masas (lógicamente compuesta por un 99% o más de mito, a su vez hilvanado con las palabras que toman sin más del discurso racionalista e idealista instituido) hace y hacen de peones en el juego interburocrático por el poder, ya sea con la denuncia cuasiperiodística propia de la blogsfera, ya sea con la reacción visceral que se presenta en el límite de la cólera (y que se presentará antes o después), para llevarlos, a expensas de su honestidad y mejores sentimientos personales a primera línea de ese campo de batalla de los acontecimientos que termina instalándose en las calles...

Por otra parte, al sumarse así a las conductas típicas del pueblo (que con ellos como miembros más activos rechaza visceralmente (esto es, "más con el corazón..." -una viscera- que "con la mente") la filosofía de los intelectuales y su lenguaje experto, generalmente críptico y cada vez más esotérico -aunque sólo por un exceso de vacío-, Clandestino, como todos los bienintencionados, no puede evitar caer en las redes de lo mismo que rechaza aunque bajo la forma de una caricatura. No hay alternativa: esta sociedad está postmodernísticamente culturiralizada hasta sus simientos, provista del mencionado falso o caricaturesco bagaje cultural al servicio de la diversión y la confusión, que proponen la superioridad de La Mente sobre las demás armas de supervivencia del hombre, es decir, de lo que, como atributo caracterizador de lo no-animal, le permite a la masa occidental no sólo sublimarse respecto de los animales sino hasta de los pobres del tercer mundo de cuyo estatus tan cerca acabaremos estando hasta en lo económico si esto sigue así.

Esa trampa es en todo caso inevitable: la acción requiere del dogma, la conciencia crítica paraliza. Lo vio Aristóteles y lo vio Nietzsche, y con ellos sin duda Leo Strauss. Pero la acción no existe sin subordinación grupal y más a instancias de la complejización creciente del mundo. De ello, justamente, se aprovechan los menos pero más hábiles para la política que, gracias a ello, han podido edificar y mantener sus pirámides opresivas.

Los hombres, en fin, movidos por la necesidad de dominar o perecer... se han cavado su propia fosa. Es in-e-lu-di-ble... y lo es tanto como el ca-os al que nos conduce.

Cuando Clandestino rechazando La Teoría reduce, "pragmáticamente" como él dice, la Justicia a las Leyes Promulgadas (entiendo que sólo las que le parecen "justas") y que sin duda los gobernantes violan (puesto que nunca dejó de ser obvio que "el soberano está excento de su cumplimiento", como grosso modo sostenía Hobbes), lo que hace es ocultarse a sí mismo su origen impositivo y no democrático que abarca a la Justicia en general. En ese punto, vuelve a alinearse con quienes entienden que la solución sería la dictatorial... la de poner el gobierno en manos de sabios, iluminados, piadosos o en todo caso de... héroes más o menos míticos y/o virtuosos (en realidad meros personajes imaginarios que no existen ya sino en las novelas románticas o de aventuras alguna vez leídas en la adolecencia), un sueño utópico que sólo ha podido dar, por decirlo y repetirlo de algún modo... realidad política nefasta
(3) y quejas inconduscentes (con sus millares de muertos).

Aunque en mayor o menos medida, él y muchos más nieguen lo que se evidenciará en la medida en que la urgencia de la acción lo fuerce... y tome forma la idealización del primer demagogo que alce una voz diferente... para diferenciarse durante la campaña y sepa dar en el corazón herido de las masas.

(5) Transcripción libre de un extracto del párrafo decisivo que declama el personaje principal de la obra dramática "Kean" de Jean Paul Sartre... y que define su esencia a pesar del propio autor y de sus conocidos
autoengaños... nobles. El párrafo acaba sentenciando: "... se representa porque se es mentiroso de nacimiento".

(6) Pienso, en primer lugar, obviamente en Nietzsche que muy probablemente, de haber vivido en el cuerpo de Heidegger, habría caído en la misma trampa de la
ilusión mesiánica que indujo a éste, su discípulo y continuador de hecho, a ponerse al servicio de una promesa en extremo falsa y sin duda terrible... al menos para mí y para muchísima gente. Pienso también en Sade, a quien Adorno reconoce el mérito de haber anticipado "las virtudes públicas de la era totalitaria" y que junto con Nietzsche dio al mundo esas "...doctrinas despiadadas (...) más misericordiosas que las de sus lacayos morales de la burguesía (...)". Y añade: "Con su negación (de la piedad), Nietzsche salvó la confianza inquebrantable en el hombre, que es traicionada día a día por toda una aseveración consoladora." (las citas son de Th. W. Adorno, "Dialéctica de la Ilustración", Akal/Básica de bolsillo, Madrid, 2007, págs. 130-131).


5 comentarios:

François de Fronsac dijo...

Más que entradas haces ensayos, Carlos.

Tu bitácora tiene que no puede visitarse a la ligera, hay que detenerse, parar, leer, meditar.

Yo no me la pierdo.

Saludos.

Carlos Suchowolski dijo...

Muy gratificante Francisco, así dan ganas de seguir. Un caluroso saludo.

Clandestino dijo...

Haces un excelente manejo del idioma, con un sobrado derroche erudito e ilustrado del conocimiento, pero como sicoanalista no te lo ganas. Creo que tu persistente empeño por trabajar sobre esa línea desluce bastante tus cualidades literarias. Al menos en lo que a mi caso se refiere, pues no puedo entender tu empeño en ubicarme en lugares por donde jamás he pasado ni está en mi intención hacerlo. Siempre ha sido más fácil alegar locura o ignorancia ajena, que disentir con argumentos propios.

No puedo agradecer tu mención a mis ‘bienintencionadas intenciones’, cuando las utilizas como argumento de mi estupidez al defender, según tú, lo contrario de lo que digo. No es bueno ni inteligente menospreciar la inteligencia de ‘las masas’, ni presumir de conocer las intenciones u objetivos ajenos mejor que el propio ajeno. Especialmente cuando el tal ajeno se molesta en intentar explicar una y otra vez, lo que al final el ‘contendiente’, aliña con sus propias especias. Es probable que no pueda presumir de mi inteligencia, pero sí puedo afirmar categóricamente tener mis conceptos totalmente claros, sin posibilidad alguna de que ningún cocinero ni sicoanalista me supere.

- Esa forma “parcial” de macular políticas, por su origen, es muy habitual en los que nunca asumirán riesgos, ni en política ni en la vida. Franco no era un pack despreciable por el etiquetado de sus contenidos. Era un cúmulo de luces y de sombras, con no pocos contenidos que más que válidos, son imprescindibles para las garantías del estado de derecho, bajo un techo democrático. Naturalmente en un estado de vividores nadie dará cancha a esos contenidos. Con un estado sin un solo demócrata en sus estancias, sustentados por beneficiarios con certificados de pedigrí y aterrados ante la perspectiva de ser obligados a vivir por sus medios y méritos propios, compitiendo en la igualdad y en el respeto al derecho ajeno, como impone la democracia, lo último que hará nadie es permitir hacer ostentación de esas luces democráticas, enterrándolas por el contrario, bajo sus propias, abundantes, podridas y opacas heces. Nadie separará la paja del trigo. Todos los voceros “filósofos”, tertulianos, mercenarios y beneficiarios, venderán el trigo como mala paja, y dibujarán excelencias del mejor trigo, a sus basuras.

- Entiendo como pragmatismo el despojo ideológico o emocional, que mediante el idioma “culto y "filosófico del intelectual", que ocultan a "las masas", los instrumentos o elementos que solo son y deben ser exclusivamente “útiles” para el buen gobierno democrático.

- Por supuesto que defiendo la ley como instrumento para la justicia. Hasta ahí podíamos llegar. Y además defiendo su aplicación con todo su peso y rigor sobre sus infractores. Sobre todos y cada uno sin excepción y sin ningún tipo de distinción. Especialmente sobre los que promueven y promulgan leyes contra derecho y por ende contra la justicia. Ninguna ley criminal, puede instrumentar a la justicia.

- Lo de la incoherencia de masas con un 99% mítico, te ha quedado muy mono. Exaltas el gran éxito en el premeditado vaciado de responsabilidad e intelecto mínimo necesario para bucear entre el estiércol con el que se cubre los tres únicos aspectos que debe conocer cualquier ciudadano para tener conciencia de sus derechos y de su poder soberano. Naturalmente que exalto la legitimidad democrática, de tomar las calles y el Congreso, para expulsar a la morralla criminal de ambos. Tantas veces como sean menester y usando los medios que sean menester, mientras el estado omita ese ineludible deber.

Carlos Suchowolski dijo...

Gracias, Clandestino, por reconocer que escribo bien (espero mejorar, que me queda), y gracias por demostrarme con tus comentarios mis hipótesis y las de muchos filósofos que me han prescedido. Es indidable que esa es una demostración que yo valoro y que precisamente consiste en que tú no des por aceptables ni mínimamente mis argumentos y que los rechaces casi enteramente. Haces bien, no lo digo ni por asomo en solfa ni con ironía. Creo, como señalo en mi post y como Leo Strauss y toda la filosofía griega (a le que, por cierto, les debes como he señalado también, todas las leyes que defiendes y todos los sistemas en los que vives, todos los conceptos que usas y has aprendido en la escuela, el colegio y la universidad, todos los valores que respetas y consideras prioritarios, etc., como señalo, porque de AHÍ vienen...): creo, repito: que las masas y los intelectuales estarán siempre enfrentados. Y esta es una de las partes de mi hipótesis (no psicoanalítica ni nada de eso -otro concepto creado por intelectuales que usas a tu criterio ideológico, en este caso, a modo de "insulto" arrojadizo).

De modo que tú, debes seguir haciendo bien tu papel y disponerte para la lucha, ya veremos a dónde te lleva. Y yo a lo mío, que es filosofar y filosofar hasta que muera... donde sea, incluso tal vez en alguna carcel castrista o franquista, quién sabe.

Nada de lo que me digas ME servirá para otra cosa que para reafirmar mis tesis. Nada de lo que diga te llevará a poner en duda tus profundas reflexiones.

Demos pues por acabado este diálogo de besugos y demonos amistosamente la mano. Incluso si me odias por ser supestamente psicoanalista o por presuponer lo que según tú no existe ni sirve para nada (por cierto, a veces yo también creo que sirve para poco, pero en ese saco, acabo por meter todos los Grandes Objetivos y las Grandes Esperanzas de los seres humanos).

Un saludo y nos vemos algún día en las trincheras.

Clandestino dijo...

Cuando un filósofo coge una linde...