La Historia, que se me ocurre imaginar ahora mismo como un ser tremendo formado por todos los seres humanos aferrados y entrelazados entre sí hasta conformar una estructura efectiva que se les impone, avanza como una feroz aplanadora sobre aquellos que se desprenden y caen a sus pies. Se trata de los que han representado el papel de las buenas conciencias, de los que han permanecido fieles a su ingenuidad, de los que flotaron hasta el final intentando no hundirse y pusieron su fe en la hipocresía, de los que creyeron que podrían cambiar la naturaleza con cosas traídas del otro lado para las que inventaron también un Paraíso y una Caverna...
Ante su imparable (e insaciable) avance, esos adalides de la inocencia y la bondad, adoptaron sus ropajes histriónicos ante las primeras manifestaciones de horror que La Razón misma parecía haber desatado (aunque fuese más bien el producto de la irracionalidad que pretendían desterrar y hasta negar invocándola y que no era sino parte constitutiva de la realidad y no el instinto o las obras del diablo, obras que a la manera de Kean deseaban llevar íntimamente a cabo al tiempo que se reprimían, sedientos de la poción del Dr Jekill o de ser partidos en dos como Medardo de Terralba.) Esto les dejaba alzar apenas sus crucifijos y sus ristras de ajos desde el seno mismo de la terrible amalgama: un brazo para intentar que lo vieran los ojos del monstruo, el otro para asirse a duras penas a las ropas cada vez menos resistentes de sus vecinos más cercanos en la mole.
Insuficiente... muy insuficiente como para evitar la caída que por fin se produce, uno tras otro, para ir a parar a los pies de los pesados cilindros que triturarán sus huesos, esparcirán su sangre y les arrancarán espantosos gritos para formar una tormenta de lluvia y de truenos que los que queden convertirán en poesía.
Algunos sin embargo dejan ese papel a los más tontos y buscan refugio entre los pliegues y las salientes del monstruo (hombros, cabezas, rodillas, fracturas...) contribuyendo a que su marcha siga un errático y zigzagueante camino... que, básica y temporalmente, les reporta un lugar seguro. Son los que en todo caso morirán de asfixia, el rostro vuelto hacia adentro, bien aferrados a lo cierto, las bocas firmes sobre las ubres, los ojos ciegos, simplemente... cumpliendo... cumpliendo... cumpliendo...
7 comentarios:
Muy bueno el título.... ¿Y si los propios personajes son los propios autores de la historia?
Repito... conocer es crear. Hay mucha verdad en ello
Saludos Carlos.
¿Sólo el título, que por otra parte está "bis"? ¡No fotis! (me lo sigo permitiendo, je... Y, por cierto, no reaction yet, vaya!).
Y a fuerza de preguntarnos cosas sobre el particular y los particulares: ¿se deberían buscar a sí mismos al no dar con el autor?
Pues hallé una foto que tenía hecha de mi último pasaje por Roma y la pondré delante del post (un adeudum muy a propósito, ya me dirás/diréis). La saqué en una tienda monísima que nos hizo un descuento inconsciente después de querer cobrarme un plus "involuntario": ¡fue genial la broma que se hizo!
Por último: veo que el vínculo conocimiento/imaginación (¿o "creación" estrictamente?) te ha con-movido: ¿por qué no desarrollas el tema así te leo? Pero con enjundia, no fotis, como cuando hablaste de Kant... no a la manera ultrasintética con que últimamente estás despachando los posts propios... y los comentarios en los ajenos... (de paso cañazo, je...)
Un saludo.
Sólo te he comentado lo del título porqué lo que expones en el post me pareció lúcido.
Además, con sólo comentar lo del título introducía la idea esta de la creación:
Durante siglos se ha creido que somos marionetas en manos de los dioses. En fin, que la realidad es una creación y como tal tiene un autor, acaso, Dios.
Bien, los idealistas alemanes, como Fichte o Schopenhauer llegaron a decir que no hay tal Dios, sinó que somos nosotros mismos los autores de cuanto sucede.
Pero esto nos deja aún con un problema: ¿Y qué somos nosotros mismos?
Nosotros mismos nos creamos a nosotros mismos... Pero, ¿tiene sentido eso?
Saludos.
Hola, sobre lo del título, je... nada: provocaciones y dudas acerca de que pudiera haber resultado algo críptico (retoqué incluso un párrafo muy alambicado de esos que "ayudan" a que en el mismo idioma las cosas no se comprendan, je...).
Al grano ahora: el problema creo que es "emocionalmente" (o psicológicamente?) insoluble, en línea con lo apuntado por el Nietzsche aún-shopenhaueriano del Nacimiento de la tragedia del que una vez hablamos. Ahora bien, en esto creo que la ciencia (un buen mito en parte, pero buen revelador de pautas) "nos dice" que somos "un resultado".
Eso es a mi criterio: haber sido "creado" de manera sistemática en/por el juego de la adaptación mundo-hombre (y antecesores todos),en/por el juego externo-interno, en/por el juego componentes-individuo, etc., y también re-crearnos, sin duda, en/por lo físico, en/por lo cultural, en/por lo social, etc.
Creo que estamos en condiciones de asumir una idea como esta que es un poco visión global aún lejos de los detalles que seguimos deseando descubrir o que nos lo cuenten los dioses (lo que sea para acallar nuestra ansia trágica).
Creo que esto lo he podido reflejar mejor después del café de la mañana, je...
De todos modos, no hay como relevar unas facetas hoy y otras mañana... ¿verdad? Y dejarnos confundir un poco sin poder decirlo "todo" o incluso callando un instante y dejándonos llenar, como ante el arte, que decía Heidegger (una cosa que me gustó de Heidegger al menos).
Gracias y buenas noches.
Hola carlos...
Yo no creo que sea insoluble. Quizás no haya la solución pero si podemos hallar distintas soluciones al respecto.
De todas formas... no hay nada más difícil que hablar sobre nosotros mismos ¡Nos faltan espejos para conocernos!
Saludos.
Entiendo (creo), y no diré que se trata como dicen algunos que van de semidioses: son "soluciones escapistas" o "evasivas". No, porque no se trata de evitar un "obstáculo" que es el propio camino, donde no-hay-otro... Entiendo pues que la "angustia existencial" o como se la quiera llamar no es algo que nos esté agobiando sistemáticamente sino sólo en momentos de depresión, también, pues, en base a la imperfección del especimen. Y que las ganas de vivir y el vivir cada momento... también lo sean, y no "un escapismo"... al menos "voluntario".
Bah, en el fondo, una vez que nos definimos como "mero" (y no por eso menos complejo) "resultado"... sólo podemos reconocer que hacemos estos discursos porque nos lo impone nuestra idiosincrasia. Un círculo un tanto "vicioso", ¿no te parece?, pero lo único real, lo único que podemos asir sin ilusiones ni confusiones... Creo...
Un abrazo y que siga la obra... je... Muy gratificante por cierto.
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