El tema de reflexión en el que estoy atrapado es demasiado sustancial como para que no me lo encuentre en todas partes, ya sea como preocupación compartida más o menos conscientemente, ya sea como problema que se sufre, ya sea como tabú que se soslaya. Seguiré exponiendo aspectos de su desarrollo y los muchos matices que alcanzo y alcance a detectar. Pero en esta ocasión quiero resaltar el encuentro que he tenido con ese pensador sin duda extraordinario que fue Leo Strauss, de quien cada nueva página que leo es otro descubrimiento y todo un placer intelectual (más allá de coincidencias y divergencias, todas fructíferas ).
En estos días, he leído sus conferencias sobre Sócrates, o, mejor dicho, sobre las diferentes visiones que sobre Sócrates tuvieron y trasmitieron, de un parte sus discípulos filosóficos, Platón y Jenofonte, relativamente disímiles, y de otra, un escritor literario propiamente dicho, poeta en sentido amplio, que fue el comediógrafo y creador del género de la Comedia, Aristófanes.
Strauss da cuenta clara de la dicotomía: Platón y Jenofontes, en sus respectivos estilos y mediados por sus idiosincrasias propias, defienden la superioridad de la filosofía, a la que la literatura consideran debe subordinarse. Aristófanes piensa del modo opuesto. Es más, ridiculiza la filosofía en la figura del mismísimo Sócrates (lo hace en su comedia "Las nubes", con la intensión de hacer reír al pueblo que obviamente era ajeno a tales prácticas reflexivas). Lo hace, eso sí, muy bien: de una manera compleja, llena de los matices más notables de la realidad, al punto en que podrían incluso confundirnos. Precisamente, haciendo LITERATURA, ese arte de lo particular y de lo multifacético, de lo real-complejo, de lo que es aprehendido globalmente a través de un suceso singular situado en un contexto cuyos límites se difuminan (¿se me permitirá decir: donde ser y tiempo se entrelazan como un acontecimiento único?)
La filosofía piensa el ser y piensa el tiempo, intentando atrapar sus esencias (es decir, aquello que despejaría nuestra incertidumbre). Pero, como el biólogo, debe diseccionar el objeto para comprenderlo, debe... tomarlo muerto.
La literatura plasma su retrato confuso pero vivo, en movimiento, en su parcialidad viva y cambiante.
Esto parece llevarnos (y es lo que nos pasa siguiendo a Strauss durante un rato) a la conclusión final de Aristófanes. Pero eso dura con Strauss (y conmigo) poco rato. Tanto la literatura como la filosofía (y por extensión la ciencia) son las dos caras necesarias e ineludibles de Jano, la humanidad tomada en su conjunto y así representada. Lo que se ve en los hechos: pronto harán dos mil quinientos años que venimos arrastrando ambas bolas de acero y tratando de llevarlas a la cima, como Sísifo su única roca, su propia vida. Se trata pues de una demostración empírica, de facto, que para mí tiene su explicación en términos existenciales y en última instancia evolutivos (determinismo, sí, pero -debo aclararlo sin descanso- matizado con eso que se llama vulgarmente casualidad, azar, contingencia, imprevisibilidad, y que no son sino limitaciones insolubles por un lado -el sujeto- y de la constante creación sin diseño previo por el otro -el objeto-; lo no será desarrollado y ampliado aquí, de nuevo, por más ganas que tenga mi otro yo filosófico.)
No obstante, es decir, a pesar de que los dos intereses intelectuales de la humanidad son inseparables y que ha resultado del todo infructuoso e incluso ridículo intentar poner uno sobre el otro (todo intento de dominación en uno u otro sentido sólo volverá a ser capaz, como lo ha sido hasta ahora, de producir mala literatura o pobre filosofía respectivamente), no obstante, repito, la literatura tiene un poder que merece ser destacado por encima del de la filosofía. Se trata, por enunciarlo, del poder de la captura total del mundo verdadero (por real). Sí, la literatura (la poesía, en el lenguaje de los griegos) es más que la filosofía aunque parezca menos a los ojos del que cree que lo resolverá todo (el filósofo, Sócrates, Platón, Jenofonte... o el filósofo que sea del futuro). Lo es sólo en la medida en que la filosofía (y no digamos la Ciencia, que al respecto es meramente aproximativa y más allá... mítica) sólo es capaz de capturar sus partes (de la realidad) y nunca podrá ser de otro modo.
El literato Aristófanes escribía para las masas, cuyos individuos tenían bastante más del segundo componente (como hoy sin duda al margen del grado de cultura ambiente), y se sentía satisfecho al releerse a sí mismo por medio de su propia segunda naturaleza. Platón intentó que su filosofía sirviese para cambiar el mundo y acabó frustrado, aunque legándonos una obra de arte de la filosofía, una obra de arte maestra, como señala Strauss, que todavía reverbera en este siglo (y más allá si no lo sepulta la actual postmodernidad galopante -que no creo-) y que nos muestra hasta qué punto seguimos dándonos respuestas similares.
El ser humano contiene una dualidad (de conducta, de actitud, y no en los términos tradicionales que confrontan el familiar dualismo al familiar monismo, y al margen de cómo se reparte y por qué), como vio Niezsche, como Platón aunque considerando las cosas un poco de otra manera, creyó que podía "tender al superhombre". Pero el ser humano no puede despojarse de su otra mitad y por lo tanto no puede despojarse de la muerte.
Entre los primeros esbozos del retrato de un personaje tomado del común, sano en el sentido en que lo valoramos todos, y poseedor como tal de sus propias contradicciones y unas cuantas convicciones, se encuentra la siguiente frase sobre el el tema sin duda más conmovedor de la condición humana individual:
Es no sólo el reflejo de la reacción de un individuo particular (que hay que conocer para verse parcialmente reflejado en él), pero también es más que eso. ¿Acaso algún filósofo, el que sea, haya descrito más exacta y más profundamente TODO lo que al leer esa frase tan breve nos hace vislumbrar; a la vez lo particular y lo genérico?
¡"La Peste"!, un ejemplo de la mejor y la más grande Literatura. De la poesía en prosa.
En sus conferencias sobre Sócrates, Strauss distingue todavía, no quería dejar de mencionarlo, la filosofía presocrática (prefilosófica en buena medida) de la socrática y considera que esta última es práctica, o, como él dice, política. Esto, quizá, se sale del marco de este artículo, pero diré que aquí Strauss hace referencia a un aspecto diferente de la cuestión, aunque estrechamente vinculado al primero: la cuestión del compromiso y de la participación en la marcha de la humanidad a través de los tiempos.
La humanidad, lo vengo sosteniendo filosóficamente desde que inauguré este blog, es decir, de manera pública, se compone en realidad de grupos que se adjudican la totalidad en exclusiva (o casi, cuando se adscriben a lo políticamente correcto) y niegan en mayor o menor medida ese atributo a los otros. Sin embargo, cada uno de esos grupos incluye individuos en los que se combinan las dos naturalezas primordiales (aunque sea en porcentajes diferentes dependiendo del grado en que unos atributos o los otros sientan que les son más provechosos para su supervivencia, lo que da lugar a que ese mencionado dualismo se reparta en proporciones desequilibradas en el tiempo afectando a toda la sociedad): unos empujan al hombre a alcanzar el imposible conocimiento del Todo, otros lo empujan a vivir la realidad cotidiana con resignación o con astucia. Pero esto será tema de análisis específico en el que habrá que remitirse, me temo, a la herencia evolutiva y al proceso de complejización de lo que nuestro tiempo y nosotros hemos sido un sin duda intrincado resultado.
En estos días, he leído sus conferencias sobre Sócrates, o, mejor dicho, sobre las diferentes visiones que sobre Sócrates tuvieron y trasmitieron, de un parte sus discípulos filosóficos, Platón y Jenofonte, relativamente disímiles, y de otra, un escritor literario propiamente dicho, poeta en sentido amplio, que fue el comediógrafo y creador del género de la Comedia, Aristófanes.
Strauss da cuenta clara de la dicotomía: Platón y Jenofontes, en sus respectivos estilos y mediados por sus idiosincrasias propias, defienden la superioridad de la filosofía, a la que la literatura consideran debe subordinarse. Aristófanes piensa del modo opuesto. Es más, ridiculiza la filosofía en la figura del mismísimo Sócrates (lo hace en su comedia "Las nubes", con la intensión de hacer reír al pueblo que obviamente era ajeno a tales prácticas reflexivas). Lo hace, eso sí, muy bien: de una manera compleja, llena de los matices más notables de la realidad, al punto en que podrían incluso confundirnos. Precisamente, haciendo LITERATURA, ese arte de lo particular y de lo multifacético, de lo real-complejo, de lo que es aprehendido globalmente a través de un suceso singular situado en un contexto cuyos límites se difuminan (¿se me permitirá decir: donde ser y tiempo se entrelazan como un acontecimiento único?)
La filosofía piensa el ser y piensa el tiempo, intentando atrapar sus esencias (es decir, aquello que despejaría nuestra incertidumbre). Pero, como el biólogo, debe diseccionar el objeto para comprenderlo, debe... tomarlo muerto.
La literatura plasma su retrato confuso pero vivo, en movimiento, en su parcialidad viva y cambiante.
Esto parece llevarnos (y es lo que nos pasa siguiendo a Strauss durante un rato) a la conclusión final de Aristófanes. Pero eso dura con Strauss (y conmigo) poco rato. Tanto la literatura como la filosofía (y por extensión la ciencia) son las dos caras necesarias e ineludibles de Jano, la humanidad tomada en su conjunto y así representada. Lo que se ve en los hechos: pronto harán dos mil quinientos años que venimos arrastrando ambas bolas de acero y tratando de llevarlas a la cima, como Sísifo su única roca, su propia vida. Se trata pues de una demostración empírica, de facto, que para mí tiene su explicación en términos existenciales y en última instancia evolutivos (determinismo, sí, pero -debo aclararlo sin descanso- matizado con eso que se llama vulgarmente casualidad, azar, contingencia, imprevisibilidad, y que no son sino limitaciones insolubles por un lado -el sujeto- y de la constante creación sin diseño previo por el otro -el objeto-; lo no será desarrollado y ampliado aquí, de nuevo, por más ganas que tenga mi otro yo filosófico.)
No obstante, es decir, a pesar de que los dos intereses intelectuales de la humanidad son inseparables y que ha resultado del todo infructuoso e incluso ridículo intentar poner uno sobre el otro (todo intento de dominación en uno u otro sentido sólo volverá a ser capaz, como lo ha sido hasta ahora, de producir mala literatura o pobre filosofía respectivamente), no obstante, repito, la literatura tiene un poder que merece ser destacado por encima del de la filosofía. Se trata, por enunciarlo, del poder de la captura total del mundo verdadero (por real). Sí, la literatura (la poesía, en el lenguaje de los griegos) es más que la filosofía aunque parezca menos a los ojos del que cree que lo resolverá todo (el filósofo, Sócrates, Platón, Jenofonte... o el filósofo que sea del futuro). Lo es sólo en la medida en que la filosofía (y no digamos la Ciencia, que al respecto es meramente aproximativa y más allá... mítica) sólo es capaz de capturar sus partes (de la realidad) y nunca podrá ser de otro modo.
El literato Aristófanes escribía para las masas, cuyos individuos tenían bastante más del segundo componente (como hoy sin duda al margen del grado de cultura ambiente), y se sentía satisfecho al releerse a sí mismo por medio de su propia segunda naturaleza. Platón intentó que su filosofía sirviese para cambiar el mundo y acabó frustrado, aunque legándonos una obra de arte de la filosofía, una obra de arte maestra, como señala Strauss, que todavía reverbera en este siglo (y más allá si no lo sepulta la actual postmodernidad galopante -que no creo-) y que nos muestra hasta qué punto seguimos dándonos respuestas similares.
El ser humano contiene una dualidad (de conducta, de actitud, y no en los términos tradicionales que confrontan el familiar dualismo al familiar monismo, y al margen de cómo se reparte y por qué), como vio Niezsche, como Platón aunque considerando las cosas un poco de otra manera, creyó que podía "tender al superhombre". Pero el ser humano no puede despojarse de su otra mitad y por lo tanto no puede despojarse de la muerte.
Entre los primeros esbozos del retrato de un personaje tomado del común, sano en el sentido en que lo valoramos todos, y poseedor como tal de sus propias contradicciones y unas cuantas convicciones, se encuentra la siguiente frase sobre el el tema sin duda más conmovedor de la condición humana individual:
"La muerte no es nada para hombres como yo. Es un acontecimiento que les da la razón." (La Peste, Albert Camus, Pocket Edhasa, 1977, pág. 116)
Es no sólo el reflejo de la reacción de un individuo particular (que hay que conocer para verse parcialmente reflejado en él), pero también es más que eso. ¿Acaso algún filósofo, el que sea, haya descrito más exacta y más profundamente TODO lo que al leer esa frase tan breve nos hace vislumbrar; a la vez lo particular y lo genérico?
¡"La Peste"!, un ejemplo de la mejor y la más grande Literatura. De la poesía en prosa.
En sus conferencias sobre Sócrates, Strauss distingue todavía, no quería dejar de mencionarlo, la filosofía presocrática (prefilosófica en buena medida) de la socrática y considera que esta última es práctica, o, como él dice, política. Esto, quizá, se sale del marco de este artículo, pero diré que aquí Strauss hace referencia a un aspecto diferente de la cuestión, aunque estrechamente vinculado al primero: la cuestión del compromiso y de la participación en la marcha de la humanidad a través de los tiempos.
La humanidad, lo vengo sosteniendo filosóficamente desde que inauguré este blog, es decir, de manera pública, se compone en realidad de grupos que se adjudican la totalidad en exclusiva (o casi, cuando se adscriben a lo políticamente correcto) y niegan en mayor o menor medida ese atributo a los otros. Sin embargo, cada uno de esos grupos incluye individuos en los que se combinan las dos naturalezas primordiales (aunque sea en porcentajes diferentes dependiendo del grado en que unos atributos o los otros sientan que les son más provechosos para su supervivencia, lo que da lugar a que ese mencionado dualismo se reparta en proporciones desequilibradas en el tiempo afectando a toda la sociedad): unos empujan al hombre a alcanzar el imposible conocimiento del Todo, otros lo empujan a vivir la realidad cotidiana con resignación o con astucia. Pero esto será tema de análisis específico en el que habrá que remitirse, me temo, a la herencia evolutiva y al proceso de complejización de lo que nuestro tiempo y nosotros hemos sido un sin duda intrincado resultado.
18 comentarios:
Carlos:
La Herencia Evolutiva es el último de los cuentos sobre los entes.Y,debo añadir que,literariamente, es el peor.(A pesar de toda su pesadez,los dos cuentos anteriores, La Dialéctica y El Inconsciente, tenían mucha más gracia y brillantez.Pero, claro, qué se puede esperar de un grupo de Nerds de laboratorio metidos a filósofos.)
Me parece que tienes una postura demasiado radical "contra" las "aproximaciones" científicas y el grado en que funcionan como "mito bueno" (no sólo como "mito malo"). La postura radical en favor de otros mitos igualmente buenos/malos no resuelve el dilema.
Carlos:
Es que el evolucionismo es la única hipótesis que pretende ser científica conocida que se absuelve a sí misma de las exigencias del método científico - entre otras, consistencia y verificación empírica.
Y lo hace para expandirse como pura ideología de tercera.
Obviamente, no estoy de acuerdo con tal juicio de valor taxativo y por partida doble. Por una parte, porque es "genérico" y por ende no es riguroso. Presupone una definición de "método científico" que podría ser, por ejemplo, "positivista". Como poco, no se puede asumir sin previo concenso acerca de lo que se habla: tanto de qué es ciencia, como de qué posturas son científicas en relación al fenómeno concreto del proceso real y objetivo de la evolución (porque hay mucho de investigación real y mucho de interpretación y mito, como en todas las ciencias, como en toda actividad del pensamiento humano...) Precisamente, lo que he puesto entre paréntesis me lleva al otro punto de desacuerdo con el "juicio taxativo" mencionado: al ser un juicio del que no se salvaría ninguna ciencia (a menos que expulsemos de la ciencia física la cuántica en su totalidad, por ejemplo, y no digamos la moderna "ciencia de la complejidad" que se está fundando muy seria y respetuosamente).
Otra cosa es: primero, si se puede fijar una frontera no difusa que separe ciencia y mito, y segundo, si no es inseparable todo ello, ciencia, filosofía y mito de la marcha hacia ninguna parte de la humanidad. Esta es en todo caso la discusión central para mí. Y la conclusión aproximativa a la que llego es que todo eso (ese conjunto "cultural") nos es indispensable o irrenunciable, que cuando "atacamos" alguna parte caemos en lo mismo que criticamos, y que ese "ataque", al igual que su "defensa" es "defensivo" y "agresivo" al mismo tiempo con relación al mundo dado. Sí, acaso un círculo vicioso, "eterno retorno", "naturaleza", los mil nombres dados al paradigma de un resultado que se recrea a sí mismo al verse en medio de la realidad compleja. Pero me estoy alejando un poco hacia los bordes del problema... Stop, pues.
Para no ser genérico:
-El evolucionismo carece, hasta la fecha, de evidencia empírica (ni una sola).Y cada vez se encuentran más hechos que lo contradicen directamente o forman culs de sac.
-Parte de una analogía o metáfora, lo cual no lo invalida como tal, cualquier cambio de paradigma se hace mediante metáforas. Pero rápidamente se olvida de su fundamento y método metafórico y convierte en un hecho dicha metáfora o analogía.
- Cuando pretende convertirse en "explicación" de hechos humanos, de nueva teoría, es ideología pura.Y sus cuentitos explicativos son para reír o llorar.Y no parece consciente de la doble contradicción en la que cae, a saber:
-Primero se utilizó la metáfora del lenguaje para entender la biología molecular.Ahora bien, el modelo de lenguaje fue el de la cibernética y la teoría de la información.(Primera reducción sobre la estructura básica del hombre como ente que habla).
Y, depués,pretendió volcar ese corpus sobre la sociedad en un segundo nivel de error reduccionista y "metafísica científica".
Obviamente, la línea de la biosemiótica, el desarrollo y profundización de la-naturaleza-como-lenguaje, ya muy consciente de su metodología y fundamentos, es muy interesante y prometedora.
A los que llamo ideólogos de tercera es al grueso del "evolucionismo", que, por ejemplo, se ve en la Red.Es directamente patético.
No te me pases ahora al empirismo, sobre todo al "mecánico". Ni me pongas como referencias a la mayor parte de los "evolucionistas" que o son enteramante positivistas (¡y con ello, mira por donde, defensores a ultranza del empirismo) o están como poco muy influenciados por sus coletazos. (De ambas cosas se puede discutir y podemos aportar lo que nos parezca demostrativo en lo empírico, en lo lógico, en lo retórico o en lo intuitivo... en lo que quieras y en más. Nada de esto justifica negar de plano como mínimo un hecho central: todo lo existente tiene una historia que explica su realidad presente y esta ley general que el hombre es capaz de captar es la que le permite sobrevivir, basarse en ella para mantenerse y conservar la especie, apoyarse en la convicción de que hay una causalidad para prever y sentirse seguro de su actuar (al haber repetibilidad). Bien, me dirás que por supuesto no niegas la ciencia y lo que niegas es que la llamada "teoría de la evolución" (dejemos los matices) lo sea. No obstante, la ciencia acaba negada también por el positivismo, que la convierte en fe ciega. Esto, que puede ser muy general, es la base para acabar con una "teoría" del tipo de la de Darwin y sucesores, aunque fuese diferente, y tendrá que contener un determinado "determinismo", un orden "causal". Deberá también responder en su construcción a la ley de la "economía" tendencial de pensamiento, a la ley de la "navaja de Occham", etc. Es inevitable. Igual que lo es que haya tendencias mistificadoras y míticas. Y esa es la cuestión. Luego podemos ver en qué no nos convence una interpretación científica de los hechos, hasta dónde la aceptamos, etc. En particular, una referencia de primer orden que me convence y me resulta demostrativa es Maynard Smith. Te recomiendo mucho "Ocho hitos de la evolución". Y sin duda, Monod, "El azar y la necesidad".
Por último y para poner sobre el tapete cosas concretas: sin la guía de la biología evolutiva y molecular, hoy no se podría decir casi nada. Igual que sin Newton no se habrían podido enviar cohetes al espacio. Simple things... pero herramientas reales que permiten justamente... LA POLIS de hoy.
Que no sean conscientes... lo que no lo son... bueno, primero definamos nuestro centro de coordenadas de La Verdad y organicemos una cruzada platónica o rposseauniana para educarlos a todos... si eso es posible, si tiene sentido, si es lo que sentimos justo, si no es... lo que más criticamos.
Lo demás es estar en un berenjenal y no salir un poco de la propia trinchera. Y creo que se puede salir un poco. Aunque no sea demasiado fuera y aunque haya que volver a ella en el límite.
¿Me sigues (sólo en el sentido de comprender mi enfoque)? Lo central, la base, la raíz de la cuestión, el meollo.
Carlos:
Te sigo a medias.No sé bien qué es todo esto tuyo de las trincheras y los grupos, y la relación que tenga con que yo comprenda algo de la realidad.Por lo que a mí respecta, el único grupo que me sirve para entender soy yo, bien en conversación conmigo o con otro.
Todo eso de las influencias, y los mitos sociales, y el poder derivado de brujos y demás me parece interesante puntualmente, como reflexión sobre política y mecanismos de poder, pero nada más.
"Sin la guÃa de la biologÃa evolutiva y molecular, hoy no se podría decir casi nada."
Casi nada de qué? De biología molecular? Porque del resto se puede, y mucho, y muy bien, además.Te olvidas de a qué tomó como guía la biología molecular y evolutiva, por ejemplo, para construir sus analogías explicativas - ¿hace falta recordar que no existe el "código genético", que se trata sólo de una metáfora explicativa de reacciones y procesos químicos-físicos?.Es ella la dependiente, y no al revés.
Por supuesto que todo tiene una historia que explica su formación.Pero ese es un enunciado trivial, y se toma en cuenta desde que "el ente que habla" - el único que habla en plenitud- comenzó su andadura.
La identificación grupal es constante e inevitable. Si puedes decir "La Herencia Evolutiva es el último de los cuentos sobre los entes" es que hablas de esto, te pones FRENTE a un grupo que tú mismo defines (al mergen de que sea real, uno o muchos y sus autodefiniciones coincidan parcialmente con las tuyas). Y desde ese "grupo" tuyo (quizá imaginario, formado por supuestos o reales o parciales "coincidentes") haces un "ataque" al "otro grupo". Esta es la mecánica a la que aludo y de la que creo que no podemos escapar. La que nos lleva a alianzas, engaños, uniones, compromisos (como los llama Strauss).
Ahora bien, esa "grupalidad", es para mí instintiva y un resultado evolutivo (como poco, está presente en los monos, por decirlo a bulto).
Por eso, no es que se pueda hablar "bien y mucho" dentro del campo de la biología con lenguaje de la biología, sino de las "otras cosas", y a FONDO, de la política por ejemplo, de la creación social, de las ideologías, etc., SÓLO teniendo muy en cuenta su base material. De lo contrario, nuestras opiniones no nos permiten avanzar mucho, incluso se retrocede. Platón superó a los sofistas, debemos superar a Platón (lo que hace por otra parte Strauss, lo que éste considera que hizo Hidegger y Niezsche, etc.) Esta superación se hace, inevitable y no voluntariamente, sobre la base de la ampliación del horizonte -y de su limitación también- del mundo en el tiempo, y la ciencia ayuda sin duda. Todo enlaza en el ser humano y todo tiene una base común y real. Si no, caemos en explicar las cosas por medio de musas y dioses, o sea, mediante demasiadas justificaciones a la regla (antieconómicamente según Occham) y eso no ayuda a avanzar (aunque sea hacia ninguna parte). Podemos, no voy a negarlo, explicarlo todo con referencia a las musas, dioses, azar absoluto o "contingencia", con total relativismo, con estricto positivismo, etc. etc. etc. Pero hay maneras más cómodas y provechosas. O al menos a unos nos gustan más que a otros... en función de nuestras identificaciones. En cualquier caso, el círculo de cierra y los hechos siguen ahí, moviéndose en la dirección que marcan los tiempos y las respuestas de los hombres definidos como resultados de su pasado próximo: genético y social.
Se entendería más si lo desmenuzamos, pero no es fácil en tan apretada síntesis, lo siento si aprieto mucho y no se entiende algo.
Carlos:
El punto grupal: Cuando leo la proposición "al decir A te pones frente a un grupo que tú mismo defines" y juzgo acerca de su inteligbilidad y verdad, ¿me quieres decir qué pinta en ese proceso el hecho de que muchos pocos o ninguno hagan el mismo juicio o concepción?
Otra cosa es que haya quién, en vez de comprender, se limite a constatar "Ah, esto se lo he oído decir a los fulanistas", y por razones totalmente al margen de la comprensión se diga "voy a declararme fulanista, que mola".(Están de moda, mandan mucho, son ricos,etc).Bien, es un fenómeno no irrelevante, en la medida en que es masivo y siempre lo ha sido (El bla,bla,bla,tiene muchos más practicantes que el conocimiento genuino).Y ese "no saber lo que se dice" es relevante para manipular la influencia y el poder en la "polis".Bien.Pero punto.
Y, como es natural,supongo que no pretenderás que ese falso y aparente conocimiento es el modelo, obviamente, para el fenómeno de comprensión,del autoconocimiento del y en el lenguaje-pensamiento que realizo yo - un individuo- aquí y ahora, sin grupos ni no grupos, con todos los presupuestos milenarios,culturales, gnéticos o mediopensionistas que se quieran.
En una palabra, es irrelevante para conocer que eso delimite o no una coincidencia con un grupo que piensa lo mismo.Y a mí es un fenómeno que me da igual, francamente.Por mí como si se operan los de "ese grupo", ya que el beneficio o perjuicio de comprender o no comprender es algo "que me va" sólo a mí.
Claro que te tienes sólo a tí mismo. Pero en la realidad no actuas como Simeónides (aunque sí sea una parte de tí). Si conoces (y no puedes sino hacerlo) "lo otro" tendrás más capacidad de acción y solución. No resulve el problema existencial al que aludes, pero (1) no puedes evitarlo hagas, digas y pienses como sea y creas que piensas, (2) tiendes al conocimiento para huir del problema existencial, compulsivamente. Sólo es una cuestión de comprender el por qué debemos comprender. Se puede vivir sin ello. El que lo haga me parecerá bien. Yo no puedo evitarlo. Y los que como yo no pueden evitarlo, acaban dándose una u otra explicación. La que aporta la biología evolutiva y cualquier cosa concurrente. No digo que todos deban hacer lo mismo, pero niego el derecho de denostar posiciones desde otras equivalentes y considerarlo "universal". Tampoco caigo en el relativismo postmodernista, sino que pienso que se deben sostener "absolutos" que son muy relativos (al tiempo, como dice Strauss mismo, a los genes, a la historia social, al grupo o si prefieres al cristal a través del que se mira sea por lo que sea y se explique ello como se explique, etc.)Yo le doy una explicación. No puedo manejarme sin solucionar las incoherencias o diciendo qué me importa.
Hola Carlos:
Me resultó interesante el tema que sacas a colación en este post, precisamente sobre esta relación, normalmente fatídica, entre literatura y filosofía.
Como tu bién dices hay una especie de enfrentamiento de enfoques entre filósofos como el propio Platón y poetas atenienses; ya fueran desde un punto de vista cómico (el caso del mencionado Aristófanes) o de los grandes trágicos como Esquilo, Eurípides o Sófocles.
Mientras la filosofía intenta, desde sus inicios, la matematización y sistematización del mundo; la literatura se ocupa,desde los tiempos de Homero, a mostrar lo que era oculto precisamente en Platon; a saber: El mundo sensible o lo contingente o como se quiera llamar.
Es el enfoque de lo universal absoluto frente a lo particular abstracto.
Pienso, al igual que creo que lo haces tú, que ambas caras de la misma moneda que podría ser la humanidad son igual de relevantes pese a que desde ambos lados de la balanza se ha tratado de minusvalorar la importancia de la otra. Este es el caso, creo yo, de la corriente Idealista del pensamiento moderno, desarrollada por Kant, Hegel y cía.
El mayor ataque que se hace hoy en día desde la literatura hacia la filosofía es, sin duda, al terreno abrupto de la metafísica.
De todas maneras es este un tema borroso que se debería tratar con más tiempo.
Lo último que quería reseñar, sin meterme en la discusión sobre la propia validez de la teoría evolucionista, es que es este, creo yo, un elemento que juega a favor de el tratamiento, que se hace desde la literatura, de lo contingente frente a lo universal; ya que si algo descubrió la teoría de Darwin es el hecho de que el ser humano no es el centro en torno al cuál gira la naturaleza. En otras palabras, lo aleja del mundo de las Ideas y lo acerca a lo concreto-abstracto del mundo sensible, ninguneado por Platón.
Un Saludo.
Esteban.
Gracias y bienvenido, Meditabundo.
Como no has puesto en cuestión casi nada y puesto que coincido particularmente con la relevancia que le das al evolucionismo y por ende a la ciencia en el arrinconamiento del criterio general practicado por la filosofía de que el hombre puede definir el mundo y luego organizarlo de acuerdo con esa definición,relevamiento que pone a la ciencia en su "justo" lugar en lugar de "en lugar de" (la filosofía)... poco tengo que decir, je, je... El tema creo que, como ha pasado con otros, sólo puede darse, llevarse y desarrollarse en el contexto adecuado (igual que un huevo frie sólo en una sartén con aceite puesta al fuego). Yo creo que ese es "nuestro tiempo", "nuestra época", y en esta están los ingredientes: estamos al borde del colapso filosófico (y filosófico político en particular) más que social aunque tal vez también, y tenemos esas evidencias puestas a la vista por la ciencia (que vemos porque las cosas nos empujan a verlas, porque si no... vaya uno a saber). En ése o éste contexto, parecería posible o necesario, un cambio de enfoque. En eso estoy, acariciándolo, viéndolo aflorar aquí y allá, tanto en los "aciertos" (lo que me reafirma) como en los fracasos e incoherencias en los que caen los abanderados de las viejos enfoques.
El de Sócrates/Platón, por ejemplo, que todavía pervive y que no se soluciona con una supuesta "inversión" materialista. Pero me estoy poniendo a escribir otro artículo y mejor lo dejo para el siguiente post.
(Nota: aunque parezca que me he ido por las ramas, intento indicar aquí mi verdadero interés al que concurre como referencias útiles las del evolucionismo, el papel de la literatura y de la filosofía, etc.)
Ergo... to be continued!
Un saludo y gracias. A ver si nos vemos seguido por aquí.
carlos:
Quizá aclararía bastante precisar los diferentes y contradictorios usos de una palabra que en modo alguno es unívoca, a saber:Ciencia (Y más tratándose del evolucionismo, que no pasa de conjetura metafórica, es decir, de puro relato filosófico)
Je... Dhavar... y eso, amigo mío, que no te gustaban mucho los "léxicos". Pues ¿por qué te crees que ilustré el post con esa imagen de la Torre de Babel? Sin duda hay una parte sustancial de convencionalismo en el lenguaje (y no digamos en la poesía), aunque también creo que el lenguaje tiene (como el pensamiento) una capacidad intrínseca de capturar "la realidad" (otra cosa es "cuánta", "cómo", si es o no "escencial", "sustancial", o... ¡alimenticia!).
Se trata e un tema que casi casi creo que resume o más bien "subsume" TODO el "problema" (el humano). Creo que el lenguaje debe hacer todos los esfuerzos posibles por ser RIGUROSO, lo que no se consigue siempre o sólo con las definiciones sino también con el contexto narrativo. Strauss, del que ahora (al comprenderlo más) empiezo a tomar algunas distancias adicionales, da al respecto pautas francamente magistrales (para mi gusto y... mi "molino", al que siempre que puedo, como cualquier intelectual, llevo todo el agua que puedo).
Y preciso, lo dicho puede parecer que contiene muchas digresiones, pero yo las llamaría "ejemplos ilustrativos".
Pero consideremos la palabra CIENCIA que has propuesto (y a cuyo concepto le dediqué varios posts desde que me vi de frente con el "positivismo" -una de sus variantes-). Para mí, se crea un nombre específico para una cosa por muchas razones que deben buscarse en el TIEMPO (época) en que esto sucede. Sin situarlos historicamente se los acaba dando por "eternos" o "revelados" o "atemporales", y yo no creo que haya nada de ese tipo en una realidad que, je, je... precisamente "evoluciona" (lo que no tiene que ver aquí con "ríos heracliteanos", aviso por las dudas). La CIENCIA nace con el racionalismo renacentista, un TIEMPO en el que el "intelectual" (sinónimo de "el hombre", como suele pasar) comienza a ver nuevamente una posibilidad de "transformar el mundo" (el renacimiento recupera a Platón, ¿verdad?, justo un convencido de que con su capacidad intelectual y "científica" -positivista- asociada a la acción política, podría instaurar la "polis ideal"). Pues ya estamos... La CIENCIA, la ILUMINACION, se funda como contrapartida a la RELIGION, a la REVELACION. Han nacido los nuevos sacerdotes...
Bueno, dejo eso ahí para desarrollarlo luego. La narración se puede continuar muy fácilmente a partir de ahí.
Pero lo que esa narración haría, tal como la he dejado encaminada, es mostrar sólo UNA FACETA de la realidad. Y LA REALIDAD es LO QUE ES, o sea, muchas cosas, muy complejas, en una gran complejidad.
Y aquí, rebobinando, aparece el hombre como especie, ese PRODUCTO de LA REALIDAD que aparece en un momento dado y a partir de un contexto dado lleno de fuerzas en interacción y lucha y yo qué sé... Y ese hombre tiene (podemos explicarlo de muchas maneras, todas "válidas" para según qué, quién, etc.), tiene pues unas determinadas características, entre ellas: que morirá, que reflexiona, que aparece ante un mundo dado, que debe sobrevivir... Y eso, precisamente eso, también será causa de la aparición de la CIENCIA.
Ya ves, como si fuera un "gallego" al uso, no te di ninguna "definición" (y aclaro más: no es el tema que más me preocupa porque no lo considero apriorístico sino consecuencial). De todos modos, tú ya tendrás una, todos tienen una o, si no, la encuentran en los libros que más les "convenzan" (sus autores son parte del famoso "grupo propio" al que me refería por ahí, ¿ok?). Lo importante, para mí, lo que creo RELEVANTE, es PENSAR ESE MECANISMO QUE NOS HACE TENER ESA Y TODAS LAS DEFINICIONES. De ello, seguro que sale la crítica y también la posible reafirmación.
Primero el ENFOQUE, luego la DEFINICION. De todos modos, eso es lo que creo firmemente que han hecho todos los filósofos de todos los tiempos. Es lo que reconoce que hace Strauss al decir que primero ha establecido "un compromiso" con la sociedad. Y esto lo hace tan bien, que incluso no pone suficientemente en tela de juicio al propio Platón (en ese aspecto al menos).
El tema es "tela marinera" y, como dijo ante algo así Mr. Luri: "harán falta tener cerca muchas cervezas" (bueno, seguro que he recreado sus palabras, pero sin tergiversarlas).
Lo único que me preocupa ahora es que nunca soy capaz de pasar de la primera cerveza... Pero haré todo lo que me permita el cuerpo.
Carlos:
Mi alergia y desprecio - y creciente preocupación - no s contra el científico que busca y trabaja detallada y honestamente en la complejidad de la hipótesis evolucionista. No
Voy contra la expansión creciente del evolucionismo como ideología política,-mala ciencia y peor política- que recurre al sacerdocio científico para legitimarse, como tú muy bien señalas.
La última vez que se decidió convertir la biología en tarea histórica y política fue con el hitlerismo.
El que avisa no es traidor.Y, el cocktail supremo de la idiocia, el intento de legitimar "el liberalismo" precisamente con la ideología evolucionista.¿Te suena de la blogosfera varia y diversa?
¡Coincidimos, Dhavar, por fin y enteramente! Esa también es... mí lucha (jé) o un objetivo de ella, y no veas cuántas veces he sido condenado por poner a la par a Hitler con muchos corderitos... En breve, le tocará a Platón, que me está produciendo ese efecto "alérgico" del que hablas; espera a que te lo demuestre. Por eso insisto en que el problema no está en la falsa antinomia (Platón la defiende) entre "ciencia" y "magia" o religión... El quid es "el mito", la necesidad humana del mito. Y aquí, yo al menos, encuentro su explicación en el HECHO evolutivo, cuya fundamentación racional es discutible en un segundo lugar.
Un abrazo.
Dhavar:
>El evolucionismo carece, hasta la fecha, de evidencia empírica (ni una sola)
Copio (entre las ----) lo que escribí hace poco en respuesta a otra persona que negaba vehementemente que la evolución sea un hecho:
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Suponiendo que aceptes 1) que los geólogos no están locos al suponer que las capas sedimentarias más superficiales son más recientes que las más profundas (plegamientos aparte) y 2) que los fósiles son restos de seres vivos antiguos y no formaciones que por azar parecen seres vivos, igual que la esfinge de Marte, la cara de la Luna o las figuras en las nubes, deberás admitir que las faunas y floras de diferentes épocas antiguas eran diferentes entre sí y de la actual, y que llevan el orden cronológico generalmente admitido. Si quieres, baja un peldaño de la afirmación y toma esto, el cambio, en lugar de la evolución, como el hecho establecido.
Una vez admitido esto, deberás preguntarte cómo aparecen las especies nuevas: si por transformación de especies preexistentes (en los casos en que ocurra, que no toda especie tiene por qué dar otra u otras nuevas), o bien por creaciones (o generaciones espontáneas, me da lo mismo) particulares. Si se te ocurre una tercera posibilidad, cuéntamela, please.
Si niegas que unas especies puedan transformarse en otras (o, dicho menos colectivistamente, que los antepasados de los miembros de una especie nueva pertenecían a otra especie) y optas por el origen independiente de cada una, tendrás el problema de explicar cómo especies sucesivas que según tu hipótesis no tienen nada que ver se parecen como si una hubiese parido a la otra (y este hecho tan llamativo resulta evidente ya sólo con la anatomía de lo que se conserva convertido en piedra). Y también por qué las especies vivas actualmente, que podemos estudiar mejor que las fósiles, y que si no hay evolución no tienen nada que ver entre sí, se parecen como si fuesen hermanas, primas hermanas y grados de parentesco sucesivamente más lejanos. Esto en todos los detalles desde la anatomía hasta la bioquímica, hasta el básico de las secuencias de ADN; no por nada los que se dedican a esto sí consideran la evolución de las especies un hecho establecido. En los detalles de los mecanismos ya cabe más discusión.
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Comprenderás que la "hipótesis evolucionista" me parezca sólo ligerísimamente más infundada que la "hipótesis de la existencia del mundo exterior". Y que oponerse a filosofías erradas y políticas indeseables que aleguen fundamentarse en la evolución negando la evolución me parezca casi tan mal aconsejado como lo sería oponerse a ellas negando la existencia del mundo, cosa que sin duda también presuponen. Es que prefiero no oponerme al error errando yo voluntariamente.
>..."¿hace falta recordar que no existe el "código genético", que se trata sólo de una metáfora explicativa de reacciones y procesos químicos-físicos?"
El que una denominación sea metafórica (como tantas, digamos la "salida" del sol, o los "ingredientes"* de un plato, o las niñas de los ojos) no significa que no corresponda realmente a algo.
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* Ingrediente: el que entra andando (del verbo ingredior, = in + gradior, ver gradus = paso).
Marzo:
Creo que te contestado en el comentario anterior.No te equivoques.El creacionismo me parece una cosa de paletos, sin más.Mala ciencia y peor religión.
No voy contra la investigación seria y científica - que distinga cúando una hipótesis tiene pruebas, por cierto, cosa que tú mismo admites con el "cambio".Cómo fue, cómo es?No lo sé, pero tampoco lo saben los que tratan de convertir un conjunto de hipótesis de trabajo en una ideología social.Es contra esta última hornada de mistificadores contra lo que voy.Ya hemos padecido bastante, creo, en el passado siglo mediante este mismo mecanismo.Porque son, precisamente las hipótesis científicas menos respaldadas las que siempre buscan el éxito mediante la conversión en ideología social.Esa es la cuestión , y no el debate arduo, técnico generado entre especialistas que honestamente se enfrentan a las dificultades de apresar la realidad.
Lo del ingrediente no sirve.Los propios desarrolladores de la biología han remarcado siempre la novedad radical que suponía su "toma en préstamo", sus analogías - primero con el lenguaje informático, ahora con la biología semiótica, con el lenguaje natural-para guiar la comprensión de su espacio de fenómenos.Eso es fino como un cuchillo, y la reificación de la metáfora es precisamente el fundamento del evolucionismo como ideología.
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