viernes, 10 de abril de 2009

Precisiones generales o si se quiere "teóricas"

El mes pasado mantuve una exhaustiva y estimulante polémica con mi colega de blogsfera Héctor, autor del blog "El libro de la almohada", polémica que comenzó sin duda tras el segundo post mío de esta serie dedicada al liberalismo y en concreto a instancias de mis menciones a Hayek, a quien, como a otros, sólo citaba a título de ejemplo (ejemplo dentro de otro ejemplo dentro de otro ejemplo... ya que tanto su escuela -"austríaca"- como la liberal en su conjunto no era considerada por mí desde un enfoque militante sino como una manifestación más, particularmente característica, de producción intelectual moderna -objeto por excelencia de mis consideraciones; objeto del orden del discurso que considero fundamental comprender como RESULTADO para comprender el MUNDO en el que ese tiene lugar-. Sinceramente, pienso que esto me sitúa lejos de los enfoques al que el propio liberalismo también tributa -como los demás productos intelectuales de su mismo género-, enfoques que asumen una supuesta "objetividad de los conceptos" -o su, por ellos mismos atribuida, significación "en sí"- que les permiten o empujan a su vez a darles una consecuente consideración de "absolutos", "eternos", "verdaderos", "naturales", etc. Dicho esto, me atrevo a añadir que en muchos aspectos me siento propenso a compartir los ideales liberales que inevitablemente me parecen más honestos y menos contradictorios, más consecuentes en definitiva o menos contradictorios con su propia asunción y defensa... Se trata de un fenómeno del que reconozco sin embargo que soy víctima... precisamente como miembro de esa parte de la sociedad que se "especializa" en pensar, en reflexionar, en leer y escribir, en tratar de comprender y en verse empujado a transmitir... Algo que parece, así visto -y reflexionado-, tan enfermo como el rechazo de la reflexión que se observa por parte de las masas... esto según la propia visión intelectual que no puede evitar valorar su propia herramienta de supervivencia por excelencia -La Razón- en detrimento de las que esgrimen los demás -Coraje, Nobleza, Astucia, Codicia, Fuerza, Deseo...-. Pero unas y otras no tienen para mí nada de "enfermo" o de "alienación" del mismo modo que, consecuentemente, me resulta imposible emparejarlas con una u otra jerarquía de valores. El hecho perturbador que experimenta el intelectual al verse especialmente más capacitado e inclinado a tomar conciencia del mundo (lo que lo lleva a un modo específico de acción), lo convierte en el prototipo de ser humano que redacta las "tablas de la ley"; que supone, cree o sostiene que recibe iluminaciones o revelaciones; que entiende que alcanza la verdad y que, consecuentemente, es responsable ante el mundo de ponerla a disposición de quienes no la alcanzan por sí mismos -porque no puedan o no quieran- e incluso de bregar por la conveniencia de su implantación.

A instancia de tocar temas más candentes, aunque como mera plataforma para "teorizar", sostuve lo siguiente en el blog de otro amigo, Hugo, para más señas autor de "Los monos también curan", en cuya transcripción me permito incluir un par de notas aclaratorias entre paréntesis para hacer autónomo este texto:

Se trata para no extenderme del último párrafo (de la cita que Hugo hace de Sheldon S. Wolin -"Democracia S.A."-) que, para mi gusto (siempre tan puntilloso, lo siento), pone en evidencia cierta visión un tanto superficial o poco rigurosa o quizás "just in the limit" que caracteriza a muchos pensadores que ven "los problemas" pero sólo hasta el punto o "la capa" tras el cual o la cual ir "más allá" los llevaría a un conflicto con su idiosincrasia. Por eso se quedan en que Hobbes "tenía razón" en lugar de señalar lo que realmente Hobbes soñaba: una "estabilidad" favorable a los intereses de su "grupo", el de los "intelectuales", en su tiempo... "piadosos y racionalistas" a un tiempo (y hasta ahí, porque no quise meterme con otras derivaciones muy significativas a mi criterio que enlazan y explican artículos como éste que aquí doy como ejemplo entre otros). Y es que cuando se dice:

"...cuando los ciudadanos se sienten inseguros y al mismo tiempo impulsados por aspiraciones competitivas, anhelan estabilidad política más que compromiso cívico; protección más que participación política"

... ya hay algo que se nos quiere colar (involuntariamente en principio) bajo esa "generalización" social de la primera frase: "los ciudadanos", como si se tratara de una masa homogénea, que siente lo mismo, que tiene intereses iguales, y que en definitiva no existe y sólo es... un deseo intrínseco a la utopía deseada o soñada.

Yo creo que los intelectuales tienden (o tendemos, algunos renegando de ello) a poner en la realidad los personajes de nuestros sueños y deducir luego que si los reales no actúan como ellos... pues que están "alienados" (por ejemplo) o que han sido "abducidos".

Yo creo que, por ejemplo, en lo que a las masas-que-viven-de-su-trabajo-físico o de ser más o menos "robotitos", que éstas buscan la "protección" (en realidad más bien: que la "usufructúan") porque les interesa y no porque son engañadas. Si la vida se les pone muy mal, a veces pueden tardar en reaccionar, pero no es sino porque aún les queda una esperanza. Los que se sienten afectados realmente por la "opresión" son en realidad ciertos intelectuales... y cada vez menos mientras se les puedan ofrecer espacios a la sombra de los opresores (La Corte, en la época de Galileo; la Democracia Formal o el "Totalitarismo Invertido" si se quiere, hoy). De nuevo, los intelectuales son los que "no comprenden" (y se explican echando balones fuera) la "pasividad de las masas", que en realidad sólo van a la suya y no a "la de ellos" (como sucedió en la Revolución Francesa). Otra cosa es que la apuesta a veces les salga también mal. Pero de esto último no está PARA NADA EXENTA la propia intelectualidad...

Estos asuntos y mi propia necesidad de orden me llevan a realizar algunas precisiones conceptuales antes de continuar con mi desmontaje del liberalismo como corriente intelectual (tal vez, por cierto, y esta es una precisión en la que insisto con otras palabras: la única que aún contiene, cuando lo hace y no es una simple tapadera burocrático-política, una idiosincrasia de ese tipo, indudablemente residual en todo caso, por lo que la comparé con "los últimos mohicanos"; razón que me lleva precisamente a elegirla para ser situada entre plaquetas bajo mi microscopio...)

Y es que para mí resulta ya del todo imposible (con un convencimiento que por supuesto no puedo privilegiar pero sí asumir con el mismo derecho que doy y que por tanto puedo darme), discutir de algo de este mundo sin tener a mi lado, sobre la mesa del debate político-social, la lámpara que ilumina ese lado para mí inseparable de todas sus cuestiones, lámpara a cuya luz todo problema ontológico queda bajo sospecha al igual que resulta obvio que esté bajo sospecha todo juez que al mismo tiempo actúa como parte.

La cuestión, o sea "el problema", invita sin duda a discusiones más amplias en el terreno de la ontología al modo en que un buen trozo de queso lleva al ratón a la trampa (y aclaro que al decir esto en absoluto deseo que se piense que para mí lo ontológico no puede ni debe -por inútil o por inoperante, como algunos agitaron- ser sustituido por lo epistemológico; algo que se comprenderá mejor cuando explique mi metáfora con más detalle en sucesivos tramos). Sin duda, el mundo de los objetos, es decir, de las cosas que se ven afectadas entre sí por su existencia y su proximidad, es real; real en el sentido en que nos interesa que sean con vistas a realizar... ¿qué sino nuestra teleonomía, qué sino nuestra supervivencia, y qué sino del modo posible, es decir, de un modo imperfecto o, en su modo reflejo... insensato, esto es, de un modo que para una mente que necesita ser metódica resulta un tanto desmadrada, imprecisa, a veces insuficiente y otras exagerada, anárquica dentro de límites, como he dicho: insensata, etc.?

Es obvio que las cosas capaces de producir un efecto en las demás y en sí mismas, de interactuar, son las que dan forma al mundo en un proceso repleto de concatenaciones de mayor o menor significación (peso, incidencia...), un proceso que podemos muy bien llamar histórico. Toda conformación del mundo es pues un resultado forzado por el estado inmediatamente previo, estado que se fue sin duda cocinando y esto sin una receta ni una meta aunque sí bajo las condiciones restrictivas que imponía la propia distribución de las cosas, su estado, su fuerza impositiva al tiempo que un espacio más o menos disponible para la emergencia de las novedades... Creo firmemente que esa lámpara debe estar presente en la mesa de la discusión, permanentemente iluminando los temas del debate, procurando que no nos dejemos llevar por la predilección cómoda de los absolutos, de los conceptos eternos, supuestamente garantizados, de los atributos supuestamente "en sí".

En un mundo así, la mente del hombre no opera libre de condicionamientos y restricciones ni tampoco opera al margen del resultado que es de la Historia Natural, es decir, de la Evolución (como proceso de adaptación bidireccional) y de la propia Historia Social como algo específico que tiene sus bases en lo primero pero que teje capas sucesivas que se convierten ellas mismas en determinantes apenas entran en el juego de las interacciones. Y ello a pesar de que la autoconciencia indica un tanto lo contrario, es decir, que debería ser omnipotente... cuanto menos en potencia. Una sensación que en todo caso... confunde.

De ahí que yo sostenga que haya que completar una "sociología" previa de los discursos del hombre -o de la reflexividad que manifiesta éste como cualidad; es decir, no de todo hombre en sentido estricto u operativo-, y una sociología apoyada en los datos de la ciencia, especialmente la que descubre las dependencias evolutivas y adaptativas que sin duda para mí están en la base del comportamiento humano (la genética, la biología, la psicología evolutiva, la antropología... especialmente evidenciadoras de hechos de peso como la idea de grupalidad o del carácter instintivo del lenguaje y de los mitos). Pues bien, remarco, unos discursos que son particular e individualmente creados y poseídos, elaborados como un arte y aprovechados como mercancía u objeto de intercambio de favores y poderes, privilegios y herramientas materiales diversas de supervivencia -según los parámetros sociales imperantes y aceptados-, por unos miembros concretos del mundo,UNOS INDIVIDUOS PARTICULARES que a su vez no pueden sino moverse dentro de los límites de UN MUNDO y UN TIEMPO dados. Y esto, creo, debe ser colocado en PRIMER LUGAR. Como la mencionada lámpara en la mesa del análisis.

Lo contrario, lo que la Filosofía en general hizo desde sus comienzos, inevitablemente desde mi punto de vista a instancias de ese inevitable extrañamiento que tiene lugar en la mente del filósofo y del intelectual, es decir, en la mente del hombre reflexivo, es otorgar a los Conceptos una entidad que necesariamente debe, de una u otra forma, ser "fundada" fuera del mundo: por lo divino, por lo inducido desde el más allá, por lo revelado, incluso por lo capturado o captado de lo más profundo, de lo que estaría -para los demás mortales o comunes- detrás de la apariencia... Cada una de estas variantes no abandona la asunción de que la idea existe por sí misma de algún modo, en alguna parte -la verdadera idea-; que el hombre tiene ante sí, más o menos difusa, oculta o escondida, sesgada o prohibida... LA VERDAD VERDADERA o ABSOLUTA e INMUTABLE y no una REALIDAD -compleja y de la que forma parte- con la que interactúa, no previamente circunscrita ni vinculada a "verdad" alguna sino simplemente EXISTENTE por decirlo de algún modo, incapaz de resistirse a una dinámica de transformación aunque propensa a ha permanecer incólume, sensible a los choques que se producen en su seno a instancia de sus resistencias particulares del mismo tenor.

Explicar el mundo y sus manifestaciones con sólo lo que nos parece parte de este mundo parece una opción cada vez más económica, aunque ni siquiera esto da derecho alguno a que un enfoque como ese sea más verdadero o más justo, y por ello, a resolver la incertidumbre que nos caracteriza. Lo cierto, sin embargo, es que esto afecta de manera diferente a los diferentes seres humanos, y que tampoco haya nada que nos permita demostrar que la conducta o la vida de unos sea mejor que las de los demás. En unos u otros casos, parece evidente que esas conductas están en relación con la respectiva idiosincrasia, con los talentos, con los recursos de cada cual, así como con la necesidad de utilizar unos u otros... ¿Para qué? Parece, también, que para sobrevivir; simple y sencillamente, como es para nosotros el caso de cualquier otro ser vivo, bien que con su respectiva, propia, especificidad.

Si asumimos esto, no paree que hagan falta demasiados subterfugios más separados de este mecanismo básico para explicar cómo, en su desarrollo, pudieron haber surgido todas las cosas propiamente humanas de este mundo... aunque nadie pueda dar la garantía de que no existan "cosas" que "pudieran existir" más allá de nuestro alcance... El hecho de que no hagan falta para la comprensión no sería garantía... sobretodo ante el hecho de que esa comprensión tampoco se ve satisfecha, no tanto por incompleta sino por rechazable: el propio mecanismo se rebela insistentemente contra la resignación: está, al parecer -nos lo parece-, estructurado de esa manera y así cumple más o menos con su "razón de ser", así es al menos cómo actúa y cómo produce resultados a favor de esa supervivencia (de la que tampoco podemos asegurar sea la mejor manera, ni siquiera en base a su eficacia probada, sino que... "funciona", que "funciona en relación y función a su entorno" en una medida en cualquier caso "aceptable" a la vez que conflictiva porque no podemos compararla con nada equivalente al menos hoy por hoy: la misma idea de "lo más apto" me parece "relativa" o sujeta a matizaciones y objeciones "lógicas").

Desde este conjunto de influencias, no parece que se pueda sostener sino que los conocimientos que se producen están determinados no tanto por limitaciones funcionales o por lo complejo de penetrar de lo externo, sino por la propia dinámica, por el hecho de que son resultados equivalentes a todos los otros de los que se pretende dar cuenta. El juicio es siempre de la realidad sobre sí misma. Y hay siempre presente una intencionalidad velatoria, tergiversadora; un deseo de no querer saber... un miedo que induce una autoprotección... (¡muy natural por cierto; muy rechazable por el hombre por ello; el homo intelectualis, claro!) El mecanismo es reconocido como eficaz aunque se perciban sus evidentes deficiencias, pero sin duda sólo es lo que pudo ser (da igual si entre otras alternativas hoy sólo imaginarias) como resultado derivado de una evolución progresiva e irregular, de un proceso de imponerse a lo demás mediante cambios dentro más o menos de los límites de la incapacidad para cambiar lo externo por parte de cada unidad dada y la fuerza derivada de adaptadores menos complejos que acabarían asociados en o a otras unidades mayores, (llámense a esos procesos simbiosis, especializaciones, poiesis... etc. según los criterios más rigurosos que exige cada vez más el análisis científico especializado).

Sobre esta base, puede ser interesante observar la evolución de la capacidad reflexiva y aceptar que ello la lleva por donde ha ido hasta producir filosofía y ciencia, mito y religión, ideología y dogma.

El "problema" queda cuanto menos expuesto.

6 comentarios:

Hugo dijo...

Por la parte que me toca, me quedo particularmente con:

"De ahí que yo sostenga que haya que completar una "sociología" previa de los discursos del hombre [...], y una sociología apoyada en los datos de la ciencia, especialmente la que descubre las dependencias evolutivas y adaptativas que sin duda para mí están en la base del comportamiento humano (la genética, la biología, la psicología evolutiva, la antropología... especialmente evidenciadoras de hechos de peso como la idea de grupalidad o del carácter instintivo del lenguaje y de los mitos)."

Desafortunadamente ese tipo de sociología no se estila en la Facultad jaja, o al menos no me lo ha parecido en el poco tiempo que llevo en ella :D

Un saludo.

Héctor Meda dijo...

Hola Carlos,

Muchas ideas. Merece la pena comentar algunas.

Terminas con la frase:
El "problema" queda cuanto menos expuesto

Déjame exponer aún más resumidamente -y obligatoriamente olvidando detalles esenciales- lo que yo creo que señalas, a saber: que todo intelectualismo inyecta una telología a la sociedad -a razón de razones varias- con la consiguiente autoimplantación de una semilla autodestructiva en dicha corriente ya que el curso seguido por el mundo en general y la sociedad en particular es indomable, por decirlo de algún modo.

Además achacar tal teleología al liberalismo a pesar de que se pretende -al contrario de otras corrientes abiertamente totalitaristas- una corriente afín a la teleonomía evolutiva.

Yo, ya te dije, te concedo esta crítica pero también te traté de mostrar que es imposible, so pena de caer en el relativismo moral, imponer ciertas nociones o valores sobre los cuales limitar al desarrollo de una socieda que de lo contrario se desintegraría en infinitas amorales metástasis. Otro item es que, insisto, tales valores no deben tan firmes e inviolobles como las vías de un tren.

De todas formas esto ya no forma parte del planteamiento del problema sino que es un apunte a tener en cuenta para su desarrollo y lo repito: es imposible cierta telologización en el acto intelectual.

De todas formas quisiera, repito, comentar ciertas ideas tuyas que forman parte de la mesa del anánlisis. Cito para contextualizar mis comentarios:

Yo creo que los intelectuales tienden (o tendemos, algunos renegando de ello) a poner en la realidad los personajes de nuestros sueños y deducir luego que si los reales no actúan como ellos... pues que están "alienados" (por ejemplo) o que han sido "abducidos".

En efecto, es lo que te decía antes entiendo como parte de tu conceptualización, esto que comentas el de excluir, llamar alienados es producto de la teleologización estéril que pretenden todos los intelectuales.

Toda conformación del mundo es pues un resultado forzado por el estado inmediatamente previo, estado que se fue sin duda cocinando y esto sin una receta ni una meta aunque sí bajo las condiciones restrictivas que imponía la propia distribución de las cosas, su estado, su fuerza impositiva al tiempo que un espacio más o menos disponible para la emergencia de las novedades... Creo firmemente que esa lámpara debe estar presente en la mesa de la discusión, permanentemente iluminando los temas del debate, procurando que no nos dejemos llevar por la predilección cómoda de los absolutos, de los conceptos eternos, supuestamente garantizados, de los atributos supuestamente "en sí".

La susodicha lámpara me parece muy metafísica ¿hace falta tantas alforjas para un debate político? Más que negarle sentido y gracia a esta perra vida yo creo que basta con señalar y criticar lo que ya señaló como y criticó por inherente a todo totalitarismo Popper, a saber: el historicismo o el creer que la historia tiene un rumbo que obedecer, un rumbo que sólo nosotros, los ungidos, sabemos cuál es. Correcto, esta creencia no por estar extendida en cierta intelectualidad deja de ser abobinable pero también podríamos creer que sí existe una finalidad que por su gradual desarrollo evolutivo resulta suprahumana, es decir, incognoscible y a pesar de negarle una teleonomía al universo sí que libramos el error historicista y es que, como ya señalé en su momento, ninguna explicación teleonómica es posible para el desarrollo del universo pues grosso modo toda teleonomía presupone unos valores dados.

Sé que este no es un punto relevante para la discusión pero me gusta enhebrar temas y temáticas y más cuando estos son aún más interesantes si cabe como es el caso de la metafísica.

dependencias evolutivas y adaptativas que sin duda para mí están en la base del comportamiento humano (la genética, la biología, la psicología evolutiva, la antropología... especialmente evidenciadoras de hechos de peso como la idea de grupalidad o del carácter instintivo del lenguaje y de los mitos).

Con esto se intuye parte del desarrollo posterior del problema que se cifrará en enfatizar el carácter evolutivo, espontáneo y teleonómico de una sociedad inmersa ella también en la evolución. No obstante sigue en pie el aceptar acríticamente o no todo lo que la evolución nos imponga

y aclaro que al decir esto en absoluto deseo que se piense que para mí lo ontológico no puede ni debe -por inútil o por inoperante, como algunos agitaron- ser sustituido por lo epistemológico; algo que se comprenderá mejor cuando explique mi metáfora con más detalle en sucesivos tramos

Este advertencia de no mezclar lo ontológico con lo epistemológico resulta interesate. Estaría bien que la desarrollases en un post ;-)

Saludos

Carlos Suchowolski dijo...

Creo que el "tema" fue muchas veces tomado/retomado y abordado con más o menos decisión y desigual coraje. No sé hasta qué punto puedo aportar algo más, pero sí creo que estoy en una situación social y un tiempo que facilita las cosas y aplicándome el prpìo criterio puedo explicarme mi propio discurso y por ello no garantizarlo... como... je... "tienen" que hacer tus profesores "burocratizados" o al menos "especializados".
Gracias Hugo y no dudes en observar la menor incongruencia o desencaje: "avanzar" en una dirección es sin duda algo que corresponde a todos los que experimentan lo mismo (aunque sea la misma frustración) y "sienten" las "coincidencias" en términos globales (a veces decidiendose por "compromisos" diversos como "salida" -lo que creo que debe ser a su vez puesto en cuestión por cada uno-).

Carlos Suchowolski dijo...

Hola Héctor:

Dices: "Además achacar tal teleología al liberalismo a pesar de que se pretende -al contrario de otras corrientes abiertamente totalitaristas- una corriente afín a la teleonomía evolutiva.

Yo, ya te dije, te concedo esta crítica pero también te traté de mostrar que es imposible, so pena de caer en el relativismo moral, imponer ciertas nociones o valores sobre los cuales limitar al desarrollo de una socieda que de lo contrario se desintegraría en infinitas amorales metástasis."

Y contesto: Yo creo que NO BASTA (¡y menos HOY que nunca, históricamente hablando!) con "pretender" o "desear". Los deseos de un grupo deben ser explicados histórica y socialmente. Esto es lo que digo.

En segundo lugar: la sociedad va por donde va debido a fuerzas más o menos determinantes (y accidentes que pueden venir de "fuera" o de "emergencias", por generalizar sin más), y ningún "enfoque" explicativo puede "producir" ni metástasis ni nada. Para que ciertas ideas prosperen como fuerzas sociales deben ser capaces de cabalgar sobre las fuerzas reales (las mencionadas antes) y "mi relativismo" es absolutamente incapaz de hacerlo. El "relativismo" en boga, bastante menos teórico y realmente táctico y superficial, que la burocracia en la persona de ciertos grupos de su idiosincrasia defienden o practican ES parte del proceso de creciente burocratización REAL contra el cual el liberalismo (y el neomarxismo o el clásico original) no tienen respuesta ni teórica ni práctica... al menso que no desemboque en una nueva experiencia burocratica y burocratizadora que (esto sostengo:) es NECESITADA por las masas y por aquellos que asumen su dirección posible.

El resto de tu respuesta no tiene mucha más contrarespuesta que la que está ya en el post y en lo que acabo de "aclarar" un poco más.

Sólo te digo que no veo cómo puede entrar lo "desconocido" en un discurso que pretende abordar lo real... salvo especulando o negando que se pueda hablar de algo (cosas que ha hecho desde la metafísica hasta la epistemología positivista). No consigo nada con atribuir a lo sobrenatural cosa alguna sino más oscuridad, parcial o total. En cambio, reconocer que el discurso es un producto humano y tratar de comprender su genealogía... me parece iluminador (esta lámpara no tiene nada de metafísico salvo en que nace de la intuición, como muchas proto-tesis).

No entiendo lo de las alforjas: si el debate es "político" yo creo que es más lúcido si se comprende lo que origina histórica y socialmente cada posición y cada movimiento (cada agrupamiento en torno a unas metas ideales -no digo idílicas, que también pueden serlo-) y no, "simplemente" "sumergirse" en el "debate" en términos que precisamente pretenden reducir toda comprensión e invitar a "sumar" o "restar". No sé si esa es tu idea... pero si no, debes explicar lo de las alforjas que crees que sobran y con qué propones tú viajar hacia... pues no sé hacia dónde, lo que también debes señalar en base a que parece que tienes una meta que proponer.

Muchos pensadores, empezando (en realidad "siguiendo") por Kant y los positivistas que pretendieron "superarlo" (a él y a todo) pretendieron fundar una epistemología no-involucrada ontológicamente con el mundo; a esa "epistemología por antonomasia" por decirlo así me refería (y creo que es necesario el enfoque opuesto que se deja de lado cuando se esgrime el término). Pero será mejor que lo dessarrolle por separado como sugieres. Toma pues lo dicho en el post sólo como oposición a la "epistemología positivista". Sin duda debí ser más preciso; me merezco el reto.

Un saludo y gracias por las observaciones.

Héctor Meda dijo...

Carlos meditaré las respuestas dadas aunque repito -¿o no lo he dicho?- que el planteamiento del problema tal y como lo haces me satisface lo cuál no obsta que en su desarrollo posterior, es decir, en tanto en cuanto un intelectual deba tener una opinión positiva sobre qué hacer yo considere que hay que ceder a, digamos, la realidad la cuál nos exige cierta normatividad.

Pero quisiera aclarar el tema de las alforjas:

En realidad simplemente comentaba que no considero que sea necesario para el debate político afirmar que todo el universo está inmerso en un proceso teleonómico y sin finalidad alguna bastando que esta afirmación se quede en el ámbito de lo social, es decir, diciendo que el desarrollo de la socieda es teleonómico y qué nos importa que también o tampoco pase lo mismo con el universo, ¿no?

En ese sentido quisiera que me aclararas una cosa, por favor: ¿eres determinista y por tanto crees que el universo es como un preciso reloj donde cada instante se sigue de todos los anteriores o eres más bien teleonomista y por tanto este instante se sigue de los anteriores por una mezcla de causalidad y casualidad? Es una pregunta metafísica, no tanto política pero tú has sacado el tema y a veces te veo ser teleonomista y otras determinista y en principio yo no veo tales hechos como compatibles así que me intriga saber qué pasa aquí ;-)

Dos apunte más: No, no he sacado, ni quiero sacar lo sobrenatural para un ámbito tan mundano como lo político y en ese sentido estoy de acuerdo con tu crítica a propósito de hacerlo ;-) Desde luego el ámbito de desarrollo de lo social debemos entenderlo como teleonómico

Y ya para terminar: me interesa muy mucho ese post sobre Kant porque yo soy un kantiano irredento en muchos aspectos y sobre todo en su distinción entre metafísica y epistemología

Carlos Suchowolski dijo...

Siento tener que ser breve para poder contestar pronto (domestic issues), voy allá:

Me alegro de que haya coincidencias de primer orden (me viene una frase de Sartre a Camus que dejo para otra ocasión, je...) y entiendo la preocupación por el HACER o por la posibilidad "siempre abierta" del "vacío" (del "no hacer") que tanto atrae y asusta... y que a fin de cuentas... (si se es sano en el sentido nietzscheano) se evita (justificación más, justificación menos; teoría más, teoría menos...)

En cualquier caso: uno (tú, yo, quien sea...) puede HACER (actuar) lo que (como) prefiera, pero SIN necesidad de atribuirlo a uno u otro punto de vista absoluto o eterno, conceptual o "en sí"; es decir, sin convertir el propio punto de vista en ABSOLUTO o UNIVERSAL, nacido de la Revelación o de la Deducción, da igual. Puede justificarse reconociendo que asume un "compromiso" político sin más (eso hizo Strauss en bastante medida -y esto merece toda una discusión-).

Yo no sé qué hacer por momentos aunque sí creo saber qué haría en determinadas circunstancias. ¡Aunque quizás cuando se presenten no lo haga!

Todo se ma aparece vinculado, veo leyes comunes en los diversos planos de la realidad, aunque sus manifestaciones sean específicas, propias de el respectivo plano.

Mi determinismo lo es porque entiende que nada se produce por generación espontánea, porque entiende que el azar es resultado de la interacción entre mundos que no estaban interactuando en cada uno de los cuales los respectivos elementos a encontrarse fueron determinados en su entorno. Y entiendo ese determinismo como un encadenamiento de "causas" que producen fenómenos por separado de manera constante (en la línea de la complejización) hasta que su interacción da lugar a algo nuevo (en el "límite")(Esto está dicho bastante mal, pero quizás sirva para dar una idea gráfica; cuento con tu benevolencia).

Una mejor descripción y lo demás, incluyendo a Kant, lo dejo por demasiado exhaustivo para cuando pueda.

Un saludo y hasta mañana.