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Pero mientras para la burocracia fue un slogan más, coyuntural y tacticista como siempre, fácil de ser olvidado y sustituido por otro diferente (no necesariamente opuesto, sino más bien paralelo: ya no conjura contra el país y el euro, "un sólo corazón", sino señales de que "el país es digno de crédito", es decir, "solvente", y que tiene amigos solidarios, o, mejor dicho, socios, y que el euro es ese corazón común(itario) que late para todos, como "hemos conseguido entre todos..." y, por supuesto, "sin la ayuda de la maliciosa oposición"... para los liberales (en tanto que intelectuales de medio pelo, o expertos) se trata de una sorpresa inesperada que tratan de encubrir con nuevas admoniciones de catástrofes... las predichas y siempre solventables mediante sus recetas imaginarias.
Y si no, al tiempo.
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