lunes, 23 de julio de 2007

La conducta y la conciencia

Hay sentimientos que no parecen estar en el ser humano para llevarlo a ningún tipo de éxito individual ni a favorecer el del grupo o el de la especie; que no están ni para protegerlo o para sacarlo de apuros sino todo lo contrario: que están para hacerlo caer en trampas de difícil salida o de caída recurrente, para caer enfermo mediante el desgaste que nos acerca a la muerte... y, por fin, para reproducir lo negativo en la figura de hijos, nietos, etc. empezando por la elección de la pareja más idónea para conseguirlo.

La psicología, en particular las escuelas que practican el psicoanálisis como terapia, apuntan, fieles a su maestro Freud, que la conducta tiene su origen en el entorno donde se formaría la trilogía yo, super-yo, ello. O sea, creen resolver el problema con conceptos kantianos despreocupándose así de las raíces genéticas que lo explicarían (algo que sigue siendo habitual.)

La biología molecular y la psicología evolutiva entretanto, proponen por ahora líneas más metodológicas y gnoseológicas que demostrativas.

Ante esto, nos es de extrañar que nos sintamos inclinados a abandonar el intento de explicarlo mediante la selección natural, tentados a considerar que será cosa del horóscopo, por ejemplo, y resignarnos luego hasta que los astros se reacomoden y las cosas cambien. Pero insisto en que se trata de un instinto contra el que contraponer la razón no conduce a solucionar gran cosa. Un instinto que como todos ellos tiene un origen innato y cuya conciencia, al mismo tiempo, nos devuelve una imagen poco agradable de nosotros mismos. ¡Y no me refiero a la humanidad en su conjunto, sino a cada uno en particular! ¡En cuanto lo reconocemos!

¿Por qué sufro por causas invariables, por asuntos que no podré modificar, se trate del dolor del otro contra el cual se resiste a hacer algo o de la injusticia del mundo tal y como me afecta a mí? ¿Acaso sólo porque los que empezaron siendo como yo hace millares de años sobrevivieron casualmente? ¿Porque ello los ayudó a sobrevivir? ¿Cómo, por qué, en qué ayuda algo tan inconsecuente? ¿Es que es la base material o el caldo de cultivo en el que se desarrolla el buen actor, el buen comediante, el buen manipulador, el buen tramposo, el buen descubridor de tramposos, el buen payaso, el buen "lo que sea" a quien el grupo protege a pesar de su debilidad o quizá gracias a ella?

Tal vez... por qué no... es ciertamente posible que yo sea uno de los descendientes de esos inútiles que entretenían a los cazadores y guerreros, a las mujeres aburridas que los esperaban y a los niños, a los enfermos y a los tristes, a los locos incluso, salvándose así ellos de muchísimos peligros mientras los otros arriesgaban la vida y la perdían ya fuese cazando o luchando, pariendo o siendo presas de un peligro inconsciente, de las enfermedades, la depresión o la locura.

Parece mentira, lo superfluo y lo gratuito se reprodujeron tan sencillamente como la inteligencia reflexiva y demás atributos. Tal vez por eso tengamos poesía, literatura, teatro, música, pintura... Y por eso sigamos almacenando sentimientos inútiles y autodestructivos.

En fin... lo dejo aquí a modo de bosquejo. Y sigamos adelante (es decir, hacia ninguna parte.)

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