Voy asumiendo que un blog siempre será fragmentario a la manera en que lo es un espejo roto que se recompusiera siguiendo un curso del tiempo supuestamente inverso al que empleara en fragmentarse. Un curso del tiempo que nunca existió a priori y que comienza a rebobinarse aquí, en el blog, de manera aleatoria, mostrando ciertos trozos poco a poco, en pequeñas dosis, incluso en subfragmentos, a veces empañados, a veces mezclándolos bajo cristales engañosos, voluntaria o involuntariamente engañosos. En cualquier caso, los diversos cristales tienen la propiedad de unirse para componer mi imagen, por momentos una pincelada de mi pensamiento inmediato, por momentos un adelanto de mis intenciones... Una propiedad autónoma y tan rígida como la ley de la gravedad. Fragmentos del pequeño universo que es mi vida, los fragmentos giran y giran no siempre visibles en mi mente, algunos perdidos en la inmensidad del espacio mental, alejándose de la conciencia hasta desaparecer de su alcance, de la memoria, de su sol...
Pues bien, espero que pronto se produzca el lanzamiento de esa colección de fragmentos literariamente organizados, es decir, enmascarados por la literatura, la fantasía, los trucos orquestales, que es mi novela "number one". Será un buen paquete de fragmentos con órbita y atributos propios que todo observador que lo desee podrá contemplar con sus cristales particulares y más o menos sanos, empañados en mayor o menor medida, quizá trizados, quizá "puros" (por inocentes), quizá prefabricados (por preconcebidos.)
Enlazando con lo que dije hace poco sobre mi literatura (...y ciencia ficción), "Una nueva conciencia" pertenece a ese género, y no sólo no me importa que así sea sino que lo reivindico.
La ciencia ficción es para mí un refugio muy potente desde donde puedo dar una visión contundente de la realidad, incluso un tanto "terrible" (por lo de enfant terrible), irreverente y a la vez distanciada. También es cómoda en tanto no me tengo que documentar, como debería hacerlo de basarme en la historia real; aunque eso no sea lo más importante. Lo que creo es que ese género, más que la pura fantasía que alimenta en realidad posibles mundos pasados, permite mostrar las leyes del presente en estado puro, más allá de toda manifestación aparentemente ocasional. Permitanme un ejemplo: Si yo creo que el hombre tiene un atributo intrínseco (¿natural?, ¿"esencial"?) que explica su división en gobernantes y gobernados, ¿no se consigue afirmar esto más contundentemente a través de la descripción de un mundo en donde, incluso bajo otras condiciones ambientales y genéticas, la vida, tras dar a luz a la inteligencia, acaba creando sociedades que reproducen esa misma división?
Pues eso es lo que me permite la ciencia ficción, ni más ni menos que reinventar (esto es literatura) el mundo de las leyes que lo gobiernan (y esto en realidad es ciencia) con la mayor fuerza que me lo permita mi capacidad de escritor (hasta producir una literatura realmente dramática que puede o no ser alcanzada y puede o no ser apreciada.) Pero a este último respecto prometo (prometiéndome) seguir trabajando para conseguir un resultado lo mejor o más eficaz posible, es decir, un resultado que en la mayor medida de lo posible provoque lo que decía Leavis y Ford con él: un estado de nueva conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario